Calumnias (Galatas I)
Calumnias
Pablo a Gálatas
Pablo Apostol ?
Más adelante en su carta, Pablo exhorta a los gálatas basándose en su afecto por ellos (4:12–20), pero al principio procura hacerles ver la autoridad que él recibió del Señor. Pablo presenta tres pruebas para reclamar su autoridad:
Su ministerio (1:1–2). “Pablo, apóstol…”. En los primeros días de la iglesia, Dios llamó a hombres especiales, entre ellos los apóstoles—título que significa enviados con una comisión. Durante su ministerio terrenal, Cristo tenía muchos “discípulos” (aprendices), de los cuales seleccionó a 12 “apóstoles” (Marcos 3:13–19). Más tarde, uno de los requisitos para ser apóstol fue el de ser testigo de la resurrección de Cristo (Hechos 1:21–22; 2:32; 3:15). Pablo no fue ni discípulo ni apóstol durante el ministerio de Cristo, sin embargo, había visto al Señor resucitado y había sido comisionado por él (Hechos 9:1–18; 1 Corintios 9:1).
La conversión milagrosa de Pablo y su llamamiento al apostolado ocasionó algunos problemas. Desde el principio estaba separado de los otros apóstoles, y por eso sus enemigos decían que no era un verdadero apóstol. Pablo les señala que él fue hecho apóstol por Cristo Jesús, tanto como los doce. Su apostolado no fue el resultado de la elección humana, sino de la divina, así que Pablo tenía autoridad para tratar los problemas en las iglesias de Galacia.
Pero en su ministerio, Pablo tenía una segunda base para su autoridad: Había fundado las iglesias en Galacia. No les estaba escribiendo como si fuera un extraño, sino como quien les había llevado el mensaje de vida. Esta carta revela el afecto de Pablo por estos creyentes (ve 4:12–19). Lamentablemente, no correspondían con el mismo afecto.
Cuando Pablo oyó que los falsos maestros habían empezado a desviar a los nuevos creyentes, se preocupó en gran manera—y con mucha razón. Después de todo, enseñar a los nuevos creyentes a vivir para Cristo es tan importante como ganarlos (Mateo 28:19–20). Es triste decirlo, pero muchos de los creyentes en Galacia le habían vuelto la espalda a Pablo, su padre espiritual, y ahora seguían a maestros legalistas quienes estaban mezclando la ley de Moisés con el evangelio de la gracia de Dios. (Estos maestros falsos se conocen como judaizantes, porque trataban de engañar a los creyentes, con el fin de que regresaran a la religión de los judíos.)
Su mensaje (1:3–4). Desde un principio, Pablo presenta claramente el mensaje del evangelio, porque era ésta el que los judaizantes estaban pervirtiendo. El evangelio se centra en la persona de Jesucristo, el Hijo de Dios, quien pagó el precio por nosotros al morir en la cruz.
Las Cosas claras
Los judaizantes querían que los creyentes dejaran la libertad de la gracia por la esclavitud de la ley. Pablo sabía que esa esclavitud no era parte del mensaje del evangelio, ya que Cristo había muerto para poner a los hombres en libertad.
Sirviendo para La Gloria de Dios
Su motivo (1:5). “A quien sea la gloria por los siglos de los siglos”. Los falsos maestros no estaban sirviendo para glorificar a Cristo, sino para su propia gloria (ve 6:12–14). Así como los maestros falsos en la actualidad, los judaizantes no se ocupaban en ganar a los perdidos para Cristo, más bien, estaban robándose a los convertidos de otros y jactándose de ellos. Pero el móvil de Pablo era puro y piadoso: quería glorificar a Cristo Jesús (ve 1 Corintios 6:19–20; 10:31–33).