Nueva vida en Cristo
Las cosas que deben abandonarse
Lo que debe desterrarse de la vida
La mentira, el engaño y la hipocresía son costumbres del hombre viejo. El nuevo hombre dice y vive la verdad. El argumento de Pablo es que los creyentes “somos miembros los unos de los otros”. Entonces, no se puede o no se debe mentir a uno mismo. Si mentimos a otro cristiano, estamos destruyendo la confianza que protege la armonía del cuerpo de Cristo
Hubo momentos cuando Jesús se enfadó terrible y majestuosamente. Se enfadó cuando los escribas y los fariseos Le estaban observando para ver si curaba al hombre del brazo seco en sábado (Marcos 3:5). No fue el que Le criticaran lo que Le molestó; se enfadó porque la ortodoxia rígida de ellos quería imponerle a un semejante un sufrimiento innecesario. Estaba enfadado cuando hizo el azote de cuerdas y echó de los atrios del templo a los cambistas de dinero y a los vendedores de animales para los sacrificios (Juan 2:13–17).
Plutarco decía que los discípulos de Pitágoras tenían entre las reglas de su sociedad que si durante el día la ira les había hecho hablarse despectivamente, antes de que se pusiera el sol se daban las manos, se besaban y se reconciliaban. Hubo un rabino judío que Le pedía siempre a Dios que no le permitiera acostarse nunca con ningún pensamiento negativo contra un semejante en su mente.
Lo más interesante de este dicho es la razón que da Pablo para ser un honrado trabajador. No dice: «Vuélvete un honrado trabajador para que puedas mantener tu casa»; dice: «Conviértete en un honrado trabajador para que puedas tener algo que darles a los que son más pobres que tú». Aquí tenemos una idea nueva y un nuevo ideal: el de trabajar para poder ayudar a otros.