Cuidado cuando todo marche bien

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INTRODUCCIÓN Después de trabajar arduamente para alcanzar nuestros objetivos, es natural que deseemos relajarnos un poco y tomar las cosas con calma. Sin embargo, el éxito en ciertos aspectos de la vida puede hacernos menos sensibles a las tentaciones. Si pensamos que estamos a salvo y seguros, podemos comenzar a tran- sigir poco a poco. Puede ser en nuestra actitud, relaciones o conducta. Esto también puede suceder en nuestra vida espiritual, después de haber luchado en un aspecto en par- ticular, y haberlo superado. Quizás nos sintamos tentados a bajar la guardia, por pensar que hemos vencido cierto pecado o debilidad. Sin embargo, a veces, sin ni siquiera darnos cuenta, comenzamos a caer de nuevo.

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DESARROLLO DEL SERMÓN

Cuando pensamos que todo marcha bien puede ser el inicio del desastre.

Esta posibilidad no es algo nuevo, pues sucedió hace mucho, al principio de los tiempos. En Génesis 2.7-17 se describe un suceso en el cual todo era bueno, pero el desastre hizo su entrada poco tiempo después.
Génesis 2.7-17 se describe un suceso en el cual todo era bueno, pero el desastre hizo su entrada poco tiempo después.
El capítulo uno de Génesis describe la creación de la Tierra y de todo lo que en ella hay, incluso la humanidad,
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (v
Génesis 1.27 RVR60
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Génesis 2.7 RVR60
7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
27
Génesis 2 RVR60
1 Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. 2 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. 3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. 4 Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos, 5 y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, 6 sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra. 7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. 8 Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. 9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. 10 Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos. 11 El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro; 12 y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice. 13 El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus. 14 Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates. 15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. 16 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; 17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. 18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. 19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. 20 Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. 21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. 22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. 23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. 24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. 25 Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.
). El Señor terminó su creación con estas palabras: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (v. 31).

La residencia de Adán:

El Señor Dios plantó un huerto llamado Edén, y allí puso a
Adán y Eva. Todo ahí era perfecto, y Él proveía para todas las necesidades. Había abundante comida, y un río fluía en ese lugar, por lo que nunca les faltó agua. Además, el ambiente era absolutamente bello.

La responsabilidad de Adán

Cuando Dios colocó al primer hombre en el huerto del Edén, le dio la responsabilidad de cuidar y administrar ese lugar. En esencia, era el jardinero o agricultor. No se suponía que pasara el día tan solo comiendo frutas y deleitándose de la belleza. Dios le dio el regalo de un trabajo importante.

La restricción de Adán

El Señor proveyó un ambiente perfecto, bello y fructífero para Adán y Eva, con una sola restricción: “más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (
Génesis 2.17 RVR60
17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
). Dios puso este árbol en el huerto para darles la oportunidad de que escogieran amarle. El Señor sabe que la aceptación de su amor hace la relación con Él más preciosa y gratificante; aunque el dejar que Adán y Eva tomaran su propia decisión también dio paso a la posibilidad que lo rechazaran. Sabiendo que el resultado de la decisión equivocada sería el desastre, el Señor les advirtió que la consecuencia de la desobediencia sería la muerte.
). Dios puso este árbol en el huerto para darles la oportunidad de que escogieran amarle. El Señor sabe que la aceptación de su amor hace la relación con Él más preciosa y gratificante; aunque el dejar que Adán y Eva tomaran su propia decisión también dio paso a la posibilidad que lo rechazaran. Sabiendo que el resultado de la decisión equivocada sería el desastre, el Señor les advirtió que la consecuencia de la desobediencia sería la muerte.

La reacción de Adán

Adán y Eva tenían todo el conocimiento y el deleite que podían necesitar, pero Satanás tentó a Eva para que se fijara en lo que no tenía e insinuó que Dios le escondía algo bueno. Le dijo que podía ser como Dios, y ella creyó la mentira por lo cual comió del árbol prohibido. De acuerdo con las Sagradas Escrituras, luego ella le dio el fruto a Adán y él comió. Adán ignoró la advertencia de Dios y pudo haber pensado que debido a que Eva no murió en ese momento, no pasaría nada. La consecuencia de su pecado fue vergüenza, pues se dieron cuenta de su desnudez. Así que cuando oyeron que Dios se paseaba por el huerto, trataron de esconderse.
y él comió. Adán ignoró la advertencia de Dios y pudo haber pensado que debido a que Eva no murió en ese momento, no pasaría nada. La consecuencia de su pecado fue vergüenza, pues se dieron cuenta de su desnudez. Así que cuando oyeron que Dios se paseaba por el huerto, trataron de esconderse.
Cuando todo marcha bien en nuestra vida, debemos estar alertas, pues el diablo siempre tiene una oferta contraria a lo que Dios desea para nosotros.
En vez de reconocer todas las bendiciones que el Señor nos ha dado y recordar lo que Él dice en su Palabra, Satanás nos dice que necesitamos más, y nos promete placer fuera de los límites de la voluntad de Dios.
Es por eso que debemos ser sensibles al Espíritu Santo, quien mora en nosotros, nos guía a la verdad y nos advierte del pecado.
Todo el dolor, la muerte, los sufrimientos y las aflicciones del mundo comenzaron en el perfecto huerto del Edén, cuando dos personas desobedecieron a Dios. Y, desde entonces, todos hemos sentido el peso del pecado y de la culpa.
la culpa. El pecado, por muy pequeño que sea, siempre es dañino. Al igual que el pecado original, siempre se multiplica en más desobediencias y más consecuencias.
El pecado, por muy pequeño que sea, siempre es dañino. Al igual que el pecado original, siempre se multiplica en más desobediencias y más consecuencias.
Adán y Eva lo tenían todo y lo terminaron perdiendo, porque no creyeron en Dios cuando les advirtió acerca de las consecuencias del pecado. Hoy, muchas personas siguen sus pasos. Han rechazado creer y obedecer al Señor, y por tanto sufren las dolorosas consecuencias de sus pecados.

El remordimiento de Adán

Como resultado de su desobediencia, Adán y Eva fueron expulsados del huerto del Edén. Se dieron cuenta muy tarde que habían tomado la decisión equivocada. Estaban llenos de vergüenza y ahora enfrentaban el temor de no saber qué les sucedería.
Todos hemos sentido el remordimiento de haber desobedecido al Señor. Nos damos cuenta muy tarde de las consecuencias de nuestras decisiones y deseamos no haber pecado.
no haber pecado. En vez de vivir en remordimiento por causa del pecado, Dios nos ha dado el privilegio de vivir en obediencia a Él. Nos ha dado el Espíritu Santo, quien nos advierte de pecado cada vez que vamos en la dirección incorrecta. La Biblia está llena de advertencias en relación con los peligros del pecado y las consecuencias desastrosas de la desobediencia.
En vez de vivir en remordimiento por causa del pecado, Dios nos ha dado el privilegio de vivir en obediencia a Él.
Nos ha dado el Espíritu Santo, quien nos advierte de pecado cada vez que vamos en la dirección incorrecta.
La Biblia está llena de advertencias en relación con los peligros del pecado y las consecuencias desastrosas de la desobediencia.
Algunas veces somos necios como Adán quien comió del fruto porque Eva no murió de inmediato. Parecía no haber consecuencias de la desobediencia, pero cuando Eva comió del fruto, la muerte entró en ella.
Sin saberlo, hoy muchas personas también mueren espiritualmente, porque no se dan cuenta de que sufren las consecuencias del pecado. Dios nos advierte que cada vez que pecamos, la desobediencia hace su obra destructiva en nuestra vida.
Es por ello que cada día debemos leer la Palabra de Dios, orar a nuestro Padre Celestial y ser sensibles a las indicaciones del Espíritu Santo y a sus advertencias. Al desarrollar nuestra relación con Él de esta manera, nos protegeremos de los engaños y las tentaciones del enemigo.
REFLEXIÓN
¿Cuándo es más probable que ceda a la tentación, en momentos en que todo marcha bien y tiene lo que necesita o desea, o en los momentos en que tropieza y necesita la ayuda de Dios?
¿De qué manera ha tratado Satanás de desviar su mirada de las bendiciones que Dios le ha dado a lo que no tiene?
Al aumentar su deseo, ¿qué le ha tentado a buscar que esté fuera de la voluntad del Señor?
¿Tiene remordimientos debido a desobediencias de su pasado?
¿Cómo puede convertir esos remordimientos en una fuerte motivación para vivir en obediencia ante el Señor día a día?
¿Qué esperanza nos ofrece Dios en
Salmo 119.65–68 RVR60
65 Bien has hecho con tu siervo, Oh Jehová, conforme a tu palabra. 66 Enséñame buen sentido y sabiduría, Porque tus mandamientos he creído. 67 Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra. 68 Bueno eres tú, y bienhechor; Enséñame tus estatutos.
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