Bajo Maldición (Gálatas IV)
Bajo Maldición
Pablo luchó en contra de los falsos maestros porque amaba la verdad y a los que había guiado a Cristo. Como un padre amante que cuida a su hija hasta que ésta se casa, Pablo veló por sus hijos espirituales para que no fueran seducidos por el pecado (2 Corintios 11:1–4).
Falsos Maestros
Los judaizantes se identificaban por el evangelio falso que predicaban. La prueba de que un ministerio sea efectivo no es ni popularidad (Mateo 24:11), ni señales y prodigios (Mateo 24:23–24), sino fidelidad a la Palabra de Dios (ve Isaías 8:20; 1 Timoteo 4; 1 Juan 4:1–6 y nota también que en 2 Juan 5–11 Dios nos amonesta a que no recibamos a los que traen falsa doctrina)
Cristo había encomendado el evangelio a Pablo (1 Corintios 15:1–8), y él a su vez lo había encomendado a otros siervos fieles (1 Timoteo 1:11; 6:20; 2 Timoteo 1:13; 2:2). Pero los judaizantes habían cambiado el verdadero evangelio por uno falso, y por este pecado, Pablo dijo que serían “anatema”. Esta palabra quiere decir destinado a destrucción, o bajo maldición. (En Hechos 23:14 se encuentra una buena ilustración del uso de dicha palabra.) No importa quién sea el predicador—un ángel del cielo o incluso el mismo Pablo—si predica otro evangelio, está bajo maldición.
Pero hay una segunda característica de los adversarios de Pablo: sus motivos incorrectos. Los enemigos de Pablo lo acusaban de transigencia, diciendo que él trataba de acomodar el evangelio al gusto de los gentiles. Tal vez torcieron el significado de la declaración de Pablo: “A todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Corintios 9:22). Los judaizantes decían: “Cuando Pablo está con los judíos, vive como judío; pero cuando está con los gentiles, vive como gentil. Por cuanto siempre se acomoda para quedar bien con todos, no se puede confiar en él”.
Los Motivos
Pero en realidad, eran los falsos maestros los que buscaban agradar a los hombres. “Tienen celo por vosotros, pero no para bien”, Pablo escribió. “Quieren apartaros de nosotros para que vosotros tengáis celo por ellos” (4:17).
Pablo no era un político, sino un embajador. Su tarea no era la de ganar amigos, sino la de predicar. Los judaizantes, por el contrario, eran cobardes que mezclaban la ley y la gracia, esperando agradar tanto a los judíos como a los gentiles, pero no se preguntaban si estaban agradando a Dios.