El amigo del Esposo
El bautismo de Jesús.
Jesús esta bautizando también.
Juan esta Bautizando.
Discusión de los Discípulos de Juan.
(1) Llevados por los celos y la ira evitan, a propósito, el mencionar el nombre de Jesús. A su entender, Jesús y Juan son rivales, competidores.
(2) No parecen muy complacidos con el hecho de que Juan hubiera dado testimonio de Jesús. Sus palabras parecen entrañar una velada reprensión. (En relación a ese testimonio véase 1:6, 7, 8, 15; 1:26–34.)
(3) Hacen pleno uso de la figura de lenguaje llamada hipérbole “… y todos van a él”, es decir, pronto te quedarás sin ningún partidario.
Respuesta de Juan el Bautista.
Dios es Soberano: Lo que Jesús tiene viene de Dios.
(Cf. 6:65; 19:11; 1 Co. 4:7.) El heraldo de Cristo quería decir que Dios ha asignado un lugar a cada uno en su plan eterno, y que él, el Bautista, no tenía derecho a reclamar un honor que no le había sido dado en el cielo.
Yo no soy el Cristo.
Ilustración: El amigo del esposo.
Con la comparación de unas bodas, Juan confiesa que Jesús es el esposo y por tanto la esposa (la Iglesia—v. 2 Co. 11:2; Ef. 5:26 y ss.; Ap. 19:7, etc.) le pertenece a Cristo, no a él. Él tiene bastante gozo con ser el padrino del esposo. Entre los judíos, el padrino no era meramente un phílos numphíou = amigo del esposo, sino un numphagógos = el encargado de conducir al esposo a la cámara nupcial, y quedarse a la puerta para escuchar el grito jubiloso del esposo al percatarse de que le habían presentado una novia virgen. Así pues, para Juan, el colmo de su gozo era ver que las gentes le dejaban a él y se iban tras de Jesús, pues eso demostraba que Juan ofrecía a Cristo una novia «virgen», en el sentido de que él (el Bautista) no se había atribuido a sí mismo el papel ni la gloria de «salvador» del pueblo de Dios, privilegio que competía exclusivamente al Mesías; por el contrario al señalar con su dedo al «Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (2:29), había puesto a los pecadores en contacto directo con el Salvador, retirándose él de la escena, para no arrebatarle a Jesús ni un miligramo de Su gloria.