EL CANSANCIO DE DAVID
INTRODUCCIÓN
En 2 Samuel 21:15 al 22 se narra la destrucción de cuatro gigantes filisteos. Uno de ellos, Isbi-benob, trató de matar a David, que estaba cansado y Abisai le dio muerte (21:15–17).
En una guerra en Gob, Sibecai husatita mató al gigante Saf (21:18), llamado Sipil en 1 Crónicas 20:4. En otra guerra en Gob, Elhanan de Belén, mató a Goliat geteo (21:19), llamado Lahrni y presentado como hermano de Goliat geteo en 1 Crónicas 20:5. En la guerra que siguió en Gat, Jonatán, hijo de Simea, hermano de David, mató al gigante de los veinticuatro dedos (21:20–21).
Uno de esos gigantes intentó matar al ungido y el otro desafió a Israel (21:16; cp. 21:21). El relato resume diciendo: “estos cuatro eran descendientes de los gigantes en Gat, los cuales cayeron por mano de David y por mano de sus siervos” (21:22).
Gat fue una región de muchos hombres de exagerada estatura, quizás contrastando con el resto de los israelitas, aunque los del relato bíblico eran “fuera de serie”.
El ungido David fue el primero en establecer la marca, por haber matado al gigante Goliat (1 S. 17:48–51). Ejemplo emulado por sus valientes. Esta capacidad de matar gigantes le fue transferida a sus hombres: Abisai, Elhanan, Sibecai y Jonatán. El ungido no es el héroe, de la narración de 2 Samuel 21:15–22, sino sus valientes y con ellos comparte el mérito (vv. 21–22).
1. GIGANTE ISBI-BENOB (EL OPORTUNISTA)
ABISAI
ABISAI (Mi padre existe). Uno de los sobrinos de David, junto con •Joab y •Asael, hijos de •Sarvia. Se destacó siempre como valiente guerrero leal a David. Acompañó a éste cuando Saúl lo perseguía, incluso fue con él al campamento del rey mientras dormía y animó a David a que lo matara, pero éste se negó. David le ordenó que tomara solamente la lanza y la vasija de agua que Saúl llevaba (1 S. 26:5–15).
Compartió con su hermano Joab el mando del ejército en la guerra contra los sirios y los amonitas, los cuales fueron vencidos (2 S. 10:9–19). Puso en sujeción a los edomitas (1 Cr. 18:12–13). Salvó a David en un momento en que éste estaba en peligro de ser atravesado por la lanza de un gigante filisteo (2 S. 21:16–17). Tuvo una victoria sobre 300 filisteos (1 Cr. 11:20). Se le menciona como el más renombrado de los treinta principales valientes de David (1 Cr. 11:21). A. colaboró en la muerte de •Abner (2 S. 3:30). Cuando David huía de Jerusalén a causa de la rebelión de •Absalón, A. quiso matar a •Simei, que venía maldiciendo al rey (2 S. 16:9–10). Lo mismo quiso hacer cuando Simei pidió perdón (2 S. 19:19–20).
2. GIGANTE SAF DE GOB (EL TRAMPOSO)
SIBECAI
3. GIGANTE GOLIAT (LAHMI) ..... TOC, TOC, ... HOLA¡¡ ¿TE ACUERDAS DE MI?
IV. El gigante de la exageración
“Después hubo otra guerra en Gat, donde había un hombre de gran estatura, el cual tenía doce dedos en las manos, y otros doce en los pies, veinticuatro por todos, y también era desciende de los gigantes” (21:20).
Este es el gigante sin nombre. Representa la exageración y los extremos. La exageración ha arruinado a muchas personas destruido ministerios y dividido organizaciones.
El exagerado siempre añade un poco más de lo que en verdad es.
Hace su testimonio personal más sensacional. Lo narra con exagerado dramatismo. Siempre lo está editando y añadiéndole algún nuevo capítulo. Siempre es el héroe o la heroína de su relato.
Explota los números como evangelista o pastor. La asistencia a sus cruzadas y conversiones son números inflados. El número de miembros de su congregación la presenta en números que no se verifican.
El exagerado aumenta su experiencia espiritual.
Sus encuentros y reuniones con Dios y su ángeles son excepcionales, extremadamente personales. Hacen mucho turismo por el cielo.
Estas personas insisten mucho en lo que hacen por Dios y la manera en que se sacrifican por Él. Desean que otros sepan cuando oran y ayunan.
Se nos dice de este gigante: “Este desafió a Israel, y lo mató Jonatán, hijo de Simea hermano de David” (21:21). Abisai y Jonatan eran sobrinos del ungido. De su tío aprendieron a no temerle a los gigantes, a confrontarlos, a responder a su desafíos y a destruirlos.
De los retos uno no se huye, se confrontan. El reto puede ser una piedra en el camino que en vez de hacernos tropezar, nos ayude a levantarnos para tomarnos de la rama del éxito.
El ser humano necesita retos. (1) El reto a progresar. (2) El reto a educarse. (3) El reto a consagrarse y dejarse usar por Dios. (4) El reto de ser y hacer algo diferente.
Leemos: “Estos cuatro eran descendientes de los gigantes en Gat, los cuales cayeron por mano de David y por mano de sus siervos” (21:22). El pasaje puede significar que estos gigantes cayeron con el esfuerzo combinado de David y sus siervos, como podría referirse que otros gigantes David y sus siervos los habían derrotado. En todo caso el ungido es hecho participante de la derrota de ellos, aunque sus siervos los hubieran destruido pero su ejemplo los motivo a vencerlos.
Se nos dice que los “cuatro eran descendientes de los gigantes en Gat”. ¿Había entonces más gigantes? Eso es lo que el pasaje da a entender.
David no se equivocó al tomar cinco piedras lisas del arroyo (1 S. 17:40). Una se la dejó enclavado en la frente del mayor en edad de los gigantes Goliat (17:49); y las otras cuatros le recordaría que todavía quedaban cuatro gigantes más que tenían que ser destruidos, no por él, sino por sus siervos. Él lo hizo para que ellos aprendieran que también se podía hacer. En ellos el ungido se multiplicó.