Colosenses 1:11b
5.- para toda paciencia y longanimidad “con gozo”
Paciencia:
(I) Hupomone se emplea frecuentemente en conexión con la “tribulación”. La tribulación produce paciencia (Ro. 5:3). El cristiano debe probarse a si mismo en mucha “paciencia” y en las “aflicciones” (2 Co. 6:4). Los tesalonicenses son encomiados por su “paciencia” y fe en las “persecuciones” y “tribulaciones” (2 Ts. 1:4). El cristiano debe ser paciente (hupomonein) en la “tribulación”. Esta forma de usar la palabra es especialmente frecuente en el Apocalipsis, que es el libro característico del mártir (Ap. 1:9; 3:10; 13:10).
(II) Hupomone se utiliza en conexión con la “fe”. La prueba de la fe produce “paciencia” (Stg. 1:3). Hupomone perfecciona a la fe.
(III) Hupomone es usada en conexión con la “esperanza”. La tribulación engendra “paciencia”, y la paciencia engendra experiencia y, la experiencia, “esperanza” (Ro. 5:3). La “paciencia” y la consolación producen “esperanza” (Ro. 15:4, 5). En 1 Ts. 1:3 se alaba la “constancia” de la “esperanza” de los tesalonicenses.
(IV) Hupomone está relacionada con el “gozo”. La vida cristiana lleva en sí el distintivo de la “paciencia” y de la longanimidad con gozo (Col. 1:11).
(V) Hupomone está relacionada, más que con alguna otra cosa, con la gloria y la grandeza futuras. Las referencias son demasiado numerosas para citarlas todas (Lc. 21:19; Ro. 2:7; He. 10:36; 12:1; 2 Ti. 2:10, 12; Stg. 1:12; 5:11).
donde se usa respecto de la duración de un trabajo fatigoso que un hombre está realizando porque le obligan. También se usa respecto del sufrimiento que ocasiona la punzada del dolor moral, del shock de guerra y de la venida de la muerte. Y se da el caso interesante de utilizar esta palabra con relación a la facultad de una planta para vivir bajo circunstancias duras y desfavorables.
Tanto en el griego posterior como en la literatura judía del período intertestamentario, hupomone es utilizada con mucha frecuencia. Así, por ejemplo, se usa en IV Macabeos para significar ese “poder de permanencia espiritual” que capacita a los hombres para morir por su Dios.
el que conlleva la adversidad porque sabe que está siguiendo un camino que conduce a la gloria; no es la paciencia del que aguarda ceñudamente el fin, sino del que espera radiantemente un nuevo y mejor amanecer. Esta clase de paciencia, fruto de la esperanza, ha sido llamada “constancia viril bajo la desgracia”.
no es el espíritu del que se sienta donde le pilla la tragedia, dispuesto a soportar estáticamente, sino el que conlleva la adversidad porque sabe que está siguiendo un camino que conduce a la gloria; no es la paciencia del que aguarda ceñudamente el fin, sino del que espera radiantemente un nuevo y mejor amanecer. Esta clase de paciencia, fruto de la esperanza, ha sido llamada “constancia viril bajo la desgracia”
Crisóstomo dice que hupomone es “raíz de todos los bienes, madre de la piedad, fruto que nunca se pudre, fortaleza inexpugnable, puerto que no sabe de tormentas”.
Es la virtud que puede transmutar en gloria a la desgracia más grande, porque, más allá del dolor, ve la meta.
Longanimidad:
No se encuentran en absoluto en el griego clásico y, sólo muy raramente, en el griego posterior. Son, en verdad, palabras típicamente cristíanas, pues, como veremos, describen una virtud cristiana que para los griegos no era tal virtud
El cristiano debe tener esta makrothumia que puede soportarla espera y sobrellevar el sufrimiento sin ceder jamás.
Describen la “actitud que un hombre debe tener para con su prójimo”. Este es el uso típicamente neotestamentario de la palabra. Crisóstomo definió makrothumia como el espíritu que podría vengarse si quisiera, pero que finalmente rehúsa hacerlo. Lightfoot la explicó como el espíritu que nunca taliona. Ahora bien, esto es lo opuesto a la virtud griega. La gran virtud griega era megalopsuchia, que Aristóteles definió como la renuncia a tolerar cualquier insulto o injuria. Para el griego el hombre grande era el que hacía lo indecible por vengarse. Para un cristiano el hombre grande es el que, aun cuando puede vengarse, rehúsa hacerlo.
makrothumia es la gran característica de Dios (Ro. 2:4; 9:22). La makrothumia de Dios fue la que, en los días de Noé, esperó hasta que el arca estuvo construida (1 P. 3:20). Esa misma makrothumia fue la que hizo posible la salvación del hombre (2 P. 3:9, 15). Si Dios hubiera sido un hombre, ya haría tiempo que, con un solo movimiento de su mano, hubiera borrado al mundo de la existencia, pero, en su “paciencia”, conlleva los pecados, las insensateces y la desobediencia de los hombres.
La gran responsabilidad que recae sobre el cristiano es: ser tan paciente con su prójimo como Dios lo ha sido con él.
Con Gozo
χαρᾶς