Arrojados sí, pero derrotados jamás
Unos varones judíos que pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia...No te respetan Rey porque no adoran dioses ajenos, ni adoran la estatua. Dice la Escritura que Nabucodonosor se enojó y los mandó a buscar. ¿Estan dispuestos a adorar la estatua que he hecho al sonar la orquetas? Sino la adoran en esas mismas horas serás echado al horno de fuego ardiendo. ¿Qué dios les librará de mis manos? No necesitamos responderte, el Dios nuestro puede librarnos del horno de fuego ardiendo y de tu mano Rey, nos librará. Sino lo hiciera que te quede claro... no adararemos la estatua que has levantado. El rey se enojó y demudó el aspecto de rostro y ordenó calentar el horno siete veces más de lo normal. Ataron sus mantos, sus calzados, sus turbantes y sus vestidos y echados en el horno de fuego ardiendo. Entonces, el rey Nabucodonosor se espantó y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones? Es verdasd oh Rey. El Rey dijo, y he aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego ardiendo sin sufrir ningun daño, y el aspecto del último es semejante a hijo de los dioses. Entonces, El Rey se acercó a la puerta del horno de fuego y llamó a los varones diciendo: siervos del Dios Altísimo, salid y venid y ellos salieron de en medio del fuego.