Humanidad de Cristo
INTRODUCCION
La humanidad de Cristo puede demostrarse bíblimente, al igual que Su deidad, mediante examen de Sus nombres o títulos, Sus afirmaciones y Sus obras. De vital importancia es, además, el hecho de que las Escrituras específicamente subraya las características humanas de Jesús: 1) la profecía lo presenta como la simiente de la mujer (Gn. 3:15; Is. 7:14), 2) los evangelios afirman que tuvo un nacimiento humano (Lc. 1:30–38; 2:1–20, véase además Gá. 4:4); 3) Jesús tuvo una niñez humana (Lc. 2:40, 52); 4) experimentó toda clase de situaciones humanas (excepto el pecado): hambre (Mt. 4:2), cansancio (Jn. 4:6), sueño (Mt. 8:24), sed (Jn. 19:28), tentación (Mt. 4:1), dolor y sufrimiento (Is. 53:5), tristeza (Mt. 26:38), muerte (1.a Co. 15:3); y 5) Jesús se refirió a Sí mismo como hombre (Jn. 8:40; 1:30). El se hizo hombre por toda la eternidad (Jn. 1:14; 1.a Ti. 2:5) y como hombre, juzgará a toda la humanidad.
TRASFONDO HISTORICO Y TEMA JUAN
PROPOSITO JUAN
A. Enfoque practico
B. Tiene un enfoque doctrinal para los creyente, ya que:
EL TEMA DE LA CARTA
I. AFIRMACION DE LA ENCARNACION DE CRISTO (1:1–4)
PARTE TEOLOGICA DE LA HUMANIDAD DE CRISTO
¿QUIÉN FUE JESÚS?
El Credo Niceno (325 d.C.) establece la creencia común de todo cristianismo ortodoxo de que Cristo fue plenamente Dios y plenamente hombre. Todas las herejías referidas a Cristo niegan una u otra naturaleza. Esta parte del capítulo muestra que Jesús fue plenamente humano, proclamó ser Dios y ofreció pruebas más que adecuadas que avalan esa proclama.
SU HUMANIDAD
Aunque algunos autores insisten en que Jesús fue solamente hombre, otros, los que siguen una doctrina llamada docetismo, dicen que solo parecía ser humano pero que en realidad, arguyen, era un fantasma, una aparición sin sustancia física; un espíritu puro con la ilusión de una forma material. Si así fuera, entonces Cristo no fue tentado realmente, como nos pasa a nosotros, ni tampoco murió en realidad, porque un espíritu no puede hacer tales cosas. Además, no habría sido realmente «uno de nosotros», ni podría sustituirnos en la expiación por nuestros pecados. Por otro lado, su resurrección no pudo ser más que un regreso a su estado natural, carente de toda repercusión en cuanto a nuestro futuro. Debemos demostrar que Jesús fue plenamente humano debido a esta doctrina, que enseña que los pies de Cristo nunca tocaron el suelo por completo.
SU DESARROLLO
Jesús pasó por todos los procesos normales del desarrollo humano. Fue concebido en el vientre de su madre por el Espíritu Santo (Mateo 1:18, 20; Lucas 1:34, 35). Nació de mujer que cumplió su embarazo a cabalidad (2:6, 7). Creció como un niño normal, desarrollándose en lo físico, mental y emocional (vv. 40–52). Maduró al punto que, aun cuando estaba iniciando los treinta, la multitud de Jerusalén le dijo: «Aún no tienes cincuenta años» (Juan 8:57).
SUS AFECTOS
Jesús desplegó todos los rasgos humanos en sus necesidades. En lo tocante a lo físico, tuvo hambre (Mateo 4:2) y sed (Juan 19:28), se cansó (Marcos 4:38), respiraba como todo ser humano (Lucas 23:46). Referente a lo emocional, expresó pena (Mateo 26:38), asombro (Marcos 6:6), rabia y dolor (3:5), y compasión (1:41). También fue tentado a pecar, aunque no se rindió a la tentación (Mateo 4:1–11; Marcos 2:3; Lucas 4:1–13; Hebreos 2:18; 4:15). El versículo más corto de la Biblia habla profundamente de la humanidad de Jesús en su vida interior: «Jesús lloró» (Juan 11:35).
SU MUERTE
Nada más opuesto a la naturaleza divina que la muerte, sin embargo, Jesús tuvo una muerte humana, presenciada por mucha gente—incluyendo a Juan— un pequeño grupo de seguidoras, los soldados y la multitud que se burlaba (Lucas 23:48, 49; Juan 19:25–27). Su muerte fue también confirmada por los verdugos profesionales de Roma (vv. 32–34). Fue enterrado, de acuerdo con las costumbres de la época, en una tumba (vv. 38–41). ¡Imposible ser más humano que eso!
¿QUIÉN FUE JESÚS?
ENCARNACION.
CARACTERISTICAS DE LA HUMANIDAD DE CRISTO
LA HUMANIDAD DEL SEÑOR JESUCRISTO
LA HUMANIDAD DEL SEÑOR JESUCRISTO
De este aspecto del sufrimiento de Cristo en la Cruz también emerge el pensamiento de que Jesús es tanto humano como divino: las dos naturalezas se hallaban perfectamente fundidas. Todo lo de Dios en su naturaleza divina; todo lo del hombre —salvo el pecado— en su naturaleza humana. Un ser perfecto como nunca ha habido ni puede haber otro igual: porque Dios es Dios y el hombre hombre, y ninguno de los dos es lo que es el otro. Y sin embargo, Dios Hijo —nacido de María— se convirtió en el Hijo del Hombre: Dios y hombre a la vez en una sola persona.
Como Dios, Jesús estaba con su Padre: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Jn. 1:1). Fue su agente en la creación del mundo: “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho” (Jn. 1:3). Como hombre, nació como un bebé de María, creció, aprendió, habló, rio y lloró. Cristo era plenamente divino y completamente humano.
Ambos aspectos de su persona fueron evidentes durante la vida y la obra de Nuestro Señor en la Tierra: como Dios ordenó que Lázaro saliese de la tumba; como hombre lloró por su amigo. Como hombre lo vemos tan cansado que aun el mar agitado por la tempestad no le despierta de su sueño; como Dios se pone en pie y reprende al viento y al mar y los calma de inmediato.
En la Cruz vemos en Jesucristo a Dios y al hombre: a Dios ofreciendo perdón y vida eterna inmediatos a un delincuente arrepentido de otra cruz; al hombre, cuando experimenta sed. He aquí un misterio y un aspecto maravilloso del Evangelio: en él tenemos a uno que es Dios y puede ser, por tanto, nuestro Salvador; pero al mismo tiempo se trata de alguien que ha experimentado las debilidades y limitaciones humanas. Con frecuencia, cuando llega la tragedia o el luto, la gente se pregunta: “¿Por qué permite Dios que esto suceda, si es un Dios de amor?”. Y la única respuesta a esto es que Dios también conoce el sufrimiento, y que en su Hijo Jesucristo ha experimentado el dolor humano en un grado mayor que ningún otro hombre: “En toda angustia de ellos él fue angustiado” (Is. 63:9). Cristo era capaz de “compadecerse de nuestras debilidades”.
Nuestro Dios es un Dios de amor que se compromete e identifica con nosotros: como demostró con su propio sufrimiento en el Calvario. Por muy triste que sea nuestra suerte o trágicas nuestras circunstancias, tenemos un Dios a quien podemos acudir: que es compasivo con nosotros, se preocupa por nosotros, y ha descendido en medio de nuestro sufrimiento y padecido más que nosotros para acabar con el pecado y darnos vida nueva.
El Varón de Dolores participa
de la angustia que apresa el corazón;
de nuestras penas Él se compadece,
da solaz en la tribulación.
Uso de “Hijo del Hombre” por parte de Jesús
Uso de “Hijo del Hombre” por parte de Jesús
Al utilizar la expresión “Hijo de Hombre”, Jesús demuestra la conexión entre los temas de sufrimiento, coronación y autoridad que aparecen en el relato de la visión de Daniel.
Autoridad y coronación. Si Jesús se veía a sí mismo en Dan 7, sus dichos naturalmente involucraban su autoridad para actuar en nombre de Dios. Él afirma que “el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados” (Mar 2:10; Mat 9:6; Luc 5:24) y que “el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo” (Mar 2:28; Mat 12:8; Luc 6:5). Ambas frases preceden instancias donde la autoridad de Jesús es cuestionada. Al evocar al “Hijo de Hombre” hace recordar la autoridad para actuar en nombre de Dios debido a la figura en Dan 7.
Jesús a menudo utiliza la frase “Hijo del Hombre” en contextos que se refieren a su segunda venida (Mat 13:41–42; 24:27, 30, 44; 25:31; Mar 13:26; Luc 12:40; 18:8; 21:27). En cambio, el uso de las imágenes de Daniel en Mat 26:64 -verán ustedes al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo” (NVI)- parece más acerca de su vindicación luego del sufrimiento.
El uso que Juan hace de la frase “Hijo del Hombre” es, desde un punto de vista cualitativo, diferente al de los sinópticos; refleja a un Jesús exaltado más que sufriente. Juan también emplea la expresión “Hijo del Hombre” para indicar elementos de coronación y autoridad.
• Jesús declara que “nadie ha subido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre” (Juan 3:13 NVI).
• El tiene la autoridad de juzgar porque él es “Hijo del Hombre” (Juan 5:27).
• Dios ha puesto su sello de aprobación sobre él (Juan 6:27).
• Solo cuando el “Hijo del hombre” sea “levantado” sus discípulos comprenderán su identidad (Juan 8:28).
Sufrimiento. Hooker muestra que las referencias de Jesús al “Hijo del Hombre” dan, a menudo, un indicio de su sufrimiento (Hooker, Son of Man in Mark, 81–173). Cuando él compara su muerte con el período que Jonás pasó en el gran pez en Mat 12:40 y hace referencia al “rescate” por muchos (Mar 10:45; Mat 20:28), utiliza el lenguaje y las imágenes del “Hijo del Hombre”. Al ser arrestado, Jesús declara que el “Hijo del Hombre” estaba siendo traicionado a manos de pecadores (Mar 14:41; Mat 26:45). Sus predicciones de sufrimiento a menudo van a la par con referencias a su consiguiente reivindicación (Mat 17:10–13, 22–23; 20:18–19; Mar 8:31; 9:11–13, 31; 10:33–34; Luc 9:22, 44, 18:31–33), lo que daría a entender que Dan 7 es una metáfora apropiada para la crucifixión y la posterior resurrección.
En el Evangelio de Juan, Jesús le dijo a Nicodemo que así como la serpiente había sido levantada en el desierto, “así deberá ser levantado el Hijo del Hombre” (Juan 3:14 NTV). Justo antes de irse al Getsemaní, Jesús les dice a sus discípulos: “Ahora es glorificado el Hijo del Hombre” (Juan 13:31). Su glorificación estaba íntimamente ligada a su sufrimiento (Juan 12:23–24, 34).
Autorreferencia. Si Jesús se hubiese visto a sí mismo como la figura del “Hijo del Hombre” de Dan 7, habría hablado de sí mismo naturalmente en ésos términos. Hurtado llama a esto parte del “idiolecto” de Jesús, su forma propia y única de hablar (Hurtado, Lord Jesus Christ, 292–93).
• Cuando Jesús comparó su ministerio con el de Juan el Bautista, comparó las reacciones de las personas diciendo: “Juan … no comía ni bebía … el Hijo del Hombre … come y bebe” (Mat 11:18–19; Luc 7:33–34 NVI).
• La pregunta de Jesús acerca de su propia identidad aparece como “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” (Mat 16:13) y también “¿Quién dicen los hombres que soy yo?” (Mar 8:27; Luc 9:18).
• Jesús se refiere a sí mismo como “Hijo del Hombre en Juan 1:51; 6:53.
• En Juan 9:35, Jesús le pregunta al hombre que había nacido ciego: “¿Crees en el Hijo del Hombre?” (NVI). Cuando el hombre ciego indica su deseo, Jesús le responde: “Es el que está hablando contigo” (Juan 9:37 NVI).
Casey, Lindars y Vermes argumentan que algunos de los usos que hace Jesús de la expresión “Hijo de Hombre” eran circunloquios para hacer referencia a sí mismo. Estas conclusiones no van en contra del uso de la frase por parte de Jesús, sino que probablemente tienen origen en su identificación con las imágenes de Dan 7-no en la semántica aramea.
“Hijo del Hombre en el resto del Nuevo Testamento”
“Hijo del Hombre” nunca se volvió un título confesionario entre los discípulos. La única vez que esta expresión aparece como un título en boca de otro que no es Jesús viene del agonizante mártir, Esteban: “Veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (Hech 7:56). Para ese entonces, Jesús ya había ascendido en las nubes (Hech 1:9). La evocación de Esteban de la expresión “Hijo del Hombre” insinúa su confianza en la capacidad de Jesús de justificarlo a través de su sufrimiento.
En Apocalipsis, Juan describe dos veces a Jesús como “uno semejante al hijo del hombre” (Apoc 1:13; 14:14). La referencia inicial evoca las imágenes de Dan 7: cabello de lana, vestido blanco y fuego ardiente (Dan 7:9–10; Apoc 1:13–15). Juan utiliza el lenguaje empleado en la descripción de Daniel del Anciano de Días para describir a Jesús. Vincula a Jesús con la figura en Daniel como quien está en el trono a la derecha del Padre-igual a Dios-. Su autoridad para cosechar las uvas de la Tierra proviene de la autoridad dada a la figura que comparte el trono de Dios en Daniel (Apoc 14:14).
Bibliografía
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