los que no entraran en el reno celestial.
Cuando comenzó Jesús a predicar (17)—la misma palabra, “publicar, proclamar”, empleada para Juan el Bautista (3:1)—El tomó el mismo texto que su predecesor: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Esta última frase se ha acercado tiene significado literal. Como alguien ha dicho, “Jesús es Dios que se ha acercado”. En El, los judíos se estaban confrontando con el reino de Dios. Pero ellos se negaron a aceptarle.
Desde entonces Jesús comenzó a predicar… (v. 17) es una expresión que sugiere que en algún sentido su ministerio público comenzó después del encarcelamiento de Juan (v. 12), o sea, un año después de su bautismo. Aunque pasó la mayor parte del primer año después del bautismo en Judea, realizó varios viajes breves a Galilea. Sin embargo, parece ser que fue en este momento que estableció en forma más permanente su sede en Capernaúm. Desde entonces (v. 17) es la misma expresión que se encuentra en 16:21 donde a partir de ese momento, Jesús comenzó a preparar sus discípulos para su muerte. El comentarista Tasker entiende que esta expresión indica un resumen de su ministerio público en Galilea y que en 16:21 indica un resumen de su enseñanza privada a los discípulos.
Un aspecto fundamental del ministerio de Jesús fue su predicación (kerussein 2784). El término “predicar” significa “proclamar” como mensajero a voz en cuello, al estilo de los profetas, con un mensaje urgente. El contenido del mensaje de Jesús era idéntico al de Juan el Bautista y se resumía en una palabra: Arrepentíos (v. 17; comp. 3:2). Ante la inminencia de la venida del reino de los cielos que ya estaba iniciándose, era urgente un cambio radical de pensar, de parte del oyente, en cuanto a su vida personal y en cuanto a su relación con Dios. El reino ya había llegado a ser una realidad presente.
Este reino empezó a estar al alcance de la mano, y en medio del pueblo, con la Primera Venida del Señor, pero será experimentado en toda su plenitud cuando al nombre de Jesús se doble toda rodilla (Fil. 2:10)