Jesús el Agua de Vida. 2da Parte.
Introducción
4 Y tenía que pasar por Samaria.
9 Entonces la mujer samaritana le dijo*: ¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos.)
El Pecado de la Samaritana.
47 Jesús vio venir a Natanael y dijo de él: “Ahí tienen a un verdadero Israelita en quien no hay engaño.”
47 Jesús vio venir a Natanael y dijo* de él: He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño.
24 Pero Jesús, en cambio, no se confiaba en ellos, porque los conocía a todos,
25 y no tenía necesidad de que nadie Le diera testimonio del hombre, porque El conocía lo que había en el interior del hombre.
24 Pero Jesús, por su parte, no se confiaba a ellos, porque conocía a todos,
25 y no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio del hombre, pues El sabía lo que había en el hombre
13 Y no hay cosa creada oculta a su vistaa, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
La Respuesta.
Lo que dijo era técnicamente correcto, pero no fue toda la verdad y ésto es lo que Jesús quería. Ella naturalmente deseaba evitar la exposición de una realidad triste y dolorosa de su vida personal. Pero, tal como un cirujano con bisturí en mano, Jesús hábil y cuidadosamente sigue la “operación” para llegar al grano del mal en la vida de esta sedienta mujer.
Si aun entre los judíos había mucha gente que seguía la escuela más relajada de Hillel para la interpretación de las reglas del divorcio de Dt. 24:1, según la cual el marido podía divorciarse de su mujer si ésta no le complacía en todo, es fácil darse cuenta que entre los samaritanos la situación no era mejor. Esta mujer había tenido cinco maridos. (Desde luego es posible que uno o dos hubieran muerto.) ¡San Jerónimo hace mención de una mujer que tuvo hasta veintidós maridos! No hay nada nuevo bajo el sol.
La Confusión de la Samaritana.
La Respuesta.
El término “adorar” (proskuneo4352) significa lit. “arrodillarse” o “postrarse” ante una persona de eminencia. Es la postura correcta en la adoración que rendimos a Dios, sea la posición del cuerpo o la humillación del corazón
La primera lección que Jesús enseña sobre la adoración que agrada al Altísimo es que el lugar donde se realiza no es de vital importancia. Nuestros edificios y centros de adoración pueden facilitar el acto, pero por más cómodos y mejor adornados que sean, no aseguran ni la presencia de Dios, ni el agrado de él en nuestro culto. Además, la adoración debe dirigirse a Dios como Padre, un término que habla de la confianza y dependencia hacia Dios y de la hermandad hacia los demás creyentes
Vosotros (los samaritanos) adoráis lo que no conocéis—esto es, un ser creado por vuestra imaginación, por haber rechazado los libros proféticos y poéticos del Antiguo Testamento—; nosotros (los judíos) adoramos lo que conocemos—es decir, el Dios que nos ha sido revelado en todo el Antiguo Testamento—, porque la salvación viene de (ἐκ) los judíos. Jesús habla de la salvación en concreto; o sea, de la liberación específica de la culpa, la corrupción y el castigo del pecado, y la suma total de todo don espiritual que Dios concede a su pueblo por los méritos de la obra redentora de su Hijo
el adorará en espíritu y en verdad sólo puede significar, a nuestro entender, lo siguiente: a. tributar a Dios un homenaje en que participe todo el corazón, y b. hacer esto en completa armonía con la verdad de Dios según está revelada en su Palabra. Esta adoración, por lo tanto, no sólo será espiritual en lugar de material, interna en lugar de externa, sino que también estará dirigida al verdadero Dios que la Escritura presenta y que se ha revelado en la obra de la redención.