DIOS SANTIFICA ASU SIERVO
(4) El sumo sacerdote acusado y restaurado, 3:1-10. Esta es una visión dramática. El sumo sacerdote está delante del ángel de Jehovah, mientras Satanás está allí para acusar, para fiscalizar. Es la visión de una corte judicial.
El acusado es el sumo sacerdote Josué, vestido con ropas sucias; ropas dignas de un malechor, de alguien hallado culpable, en una situación de aflicción, de agonía, de derrota; sabiendo que es culpable de los hechos que se le imputan.
El acusado es el sumo sacerdote Josué, vestido con ropas sucias; ropas dignas de un malechor, de alguien hallado culpable, en una situación de aflicción, de agonía, de derrota; sabiendo que es culpable de los hechos que se le imputan.
El perdón de Dios ofrece limpieza absoluta
3:1–10
Introducción: Los químicos han inventado una serie de productos que sirven para limpiar todo tipo de suciedad, con grandes resultados. Pero hay una cosa que no pueden limpiar con ningún producto químico: el pecado. Solo Dios puede ofrecer perdón y limpieza.
I. El juicio de Dios (vv. 1, 2).
1. Satanás, el acusador (v. 1).
2. Jehovah, el defensor (v. 2a).
3. La esperanza del acusado (v. 2b).
II. El perdón, acción divina para limpiar (vv. 3–5).
1. Posición antigua o pasada: vestiduras sucias (v. 3).
2. La acción de Dios: Limpia la inmundicia (v. 4).
3. Lo que Dios ofrece y hace: ¡Uncambio total! (v. 5).
III. Algunas condiciones (vv. 6–10).
1. La obediencia es primordial (v. 7).
2. La confianza en la promesa: el retoño (v. 8).
3. La esperanza en Dios (vv. 9, 10).
4. Resultado: Perdón, comunicación, gozo.
Conclusión: El hombre es pecador, por lo tanto está sucio y necesita ser limpiado; por sí solo no puede hacerlo. Dios lo sabe, y por amor envió a su Hijo Jesucristo a morir en una cruz; con su sangre nos limpia de todo pecado. El hombre debe reconocer su necesidad y arrepentirse; debe pedir perdón a Dios y él restablecerá con el hombre la comunicación perdida.
Tenemos, pues, aquí al Cristo preencarnado que intercede ya (v. 2b) por el pueblo de Dios y consigue misericordia y gracia, esto es, justificación gratuita para el pueblo escogido, representado aquí por el sumo sacerdote Josué. Lo del tizón arrebatado del incendio (v. 2, al final; comp. con Amós 4:11 y Jud. v. 23) sugiere, según algunos, una alusión a la liberación del pueblo de Israel del «horno» de Egipto (v. Dt. 4:20).