Evangelio y el Pecado

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Contexto

Justos por Gracia

Romanos 5.18–21 NTV
18 Así es, un solo pecado de Adán trae condenación para todos, pero un solo acto de justicia de Cristo trae una relación correcta con Dios y vida nueva para todos. 19 Por uno solo que desobedeció a Dios, muchos pasaron a ser pecadores; pero por uno solo que obedeció a Dios, muchos serán declarados justos. 20 La ley de Dios fue entregada para que toda la gente se diera cuenta de la magnitud de su pecado, pero mientras más pecaba la gente, más abundaba la gracia maravillosa de Dios. 21 Entonces, así como el pecado reinó sobre todos y los llevó a la muerte, ahora reina en cambio la gracia maravillosa de Dios, la cual nos pone en la relación correcta con él y nos da como resultado la vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor.
romanos 5.18
Una vez entendimos que somo salvos por gracia y de hecho seguimos siendo tomado por justo, lo aclaramos el miércoles pasado, que no podíamos hacer nada para perderla pero tampoco nada para ganarlos.
Una vez entendimos que somo salvos por gracia y de hecho seguimos siendo tomado por justo, lo aclaramos el miercoles pasado, que no podiamos hacer para perderla pero tampo nada para ganarlos.
Qué implicaciones son estas de entender la gracia de Dios, como el evangelio afecta en nuestra conducta como debe ser nuestro actuar en relación a esta justificación.
¿El evangelio lleva a cambiar los patrones de pecaminosos de nuestra vida?
Colección de sermones sobre Romanos de John Piper Unidos a Cristo en la muerte y en la vida, parte 1

J. I. Packer establece una comparación entre los antiguos Puritanos ingleses que vivieron y sufrieron entre los anos 1550 y 1700, con las secuoyas de California. Packer describe a los primeros como gigantes increíblemente enraizados en la Biblia, cuyas ramas alcanzaban los cielos, y cuyos troncos eran tan fuertes y perdurables que podían resistir los más feroces incendios forestales, y aunque sufrían heridas, nunca morían. Entonces, Packer contempla el gran horizonte estadounidense, con todas nuestras respuestas rápidas a los problemas de la vida y nuestra impaciencia. Lo contempla con un profundo dolor y dice: “Al parecer, la opulencia nos ha convertido a todos, en comparación con generaciones pasadas, en enanos y seso huecos.”

J. I. Packer en su libro “En busca de la santidad” establece una comparación entre los antiguos Puritanos ingleses que vivieron y sufrieron entre los años 1550 y 1700, con las secuoyas de California. Packer describe a los primeros como gigantes increíblemente enraizados en la Biblia, cuyas ramas alcanzaban los cielos, y cuyos troncos eran tan fuertes y perdurables que podían resistir los más feroces incendios forestales, y aunque sufrían heridas, nunca morían. Entonces, Packer contempla el gran horizonte estadounidense, con todas nuestras respuestas rápidas a los problemas de la vida y nuestra impaciencia. Lo contempla con un profundo dolor y dice: “Al parecer, la opulencia nos ha convertido a todos, en comparación con generaciones pasadas, en enanos y seso huecos.”
los Puritanos eran diferentes. Ellos miraban la carta a los Romanos desde otra perspectiva: la vida estaba hecha de otro material. Y es que el hecho de ser sabio, de ser una secuoya, alguien inconmovible en medio de la tormenta y útil en tiempos de indescriptible sufrimiento, no se logra de la noche a la mañana.

J. I. Packer, En busca de la santidad (Wheaton: Crossway Books, 1990), p. 11–12.

Romanos 6.1–14 NTV
1 Ahora bien, ¿deberíamos seguir pecando para que Dios nos muestre más y más su gracia maravillosa? 2 ¡Por supuesto que no! Nosotros hemos muerto al pecado, entonces, ¿cómo es posible que sigamos viviendo en pecado? 3 ¿O acaso olvidaron que, cuando fuimos unidos a Cristo en el bautismo, nos unimos a él en su muerte? 4 Pues hemos muerto y fuimos sepultados con Cristo mediante el bautismo; y tal como Cristo fue levantado de los muertos por el poder glorioso del Padre, ahora nosotros también podemos vivir una vida nueva. 5 Dado que fuimos unidos a él en su muerte, también seremos resucitados como él. 6 Sabemos que nuestro antiguo ser pecaminoso fue crucificado con Cristo para que el pecado perdiera su poder en nuestra vida. Ya no somos esclavos del pecado. 7 Pues, cuando morimos con Cristo, fuimos liberados del poder del pecado; 8 y dado que morimos con Cristo, sabemos que también viviremos con él. 9 Estamos seguros de eso, porque Cristo fue levantado de los muertos y nunca más volverá a morir. La muerte ya no tiene ningún poder sobre él. 10 Cuando él murió, murió una sola vez, a fin de quebrar el poder del pecado; pero ahora que él vive, vive para la gloria de Dios. 11 Así también ustedes deberían considerarse muertos al poder del pecado y vivos para Dios por medio de Cristo Jesús. 12 No permitan que el pecado controle la manera en que viven; no caigan ante los deseos pecaminosos. 13 No dejen que ninguna parte de su cuerpo se convierta en un instrumento del mal para servir al pecado. En cambio, entréguense completamente a Dios, porque antes estaban muertos pero ahora tienen una vida nueva. Así que usen todo su cuerpo como un instrumento para hacer lo que es correcto para la gloria de Dios. 14 El pecado ya no es más su amo, porque ustedes ya no viven bajo las exigencias de la ley. En cambio, viven en la libertad de la gracia de Dios.
Colección de sermones sobre Romanos de John Piper Unidos a Cristo en la muerte y en la vida, parte 1

los Puritanos eran diferentes. Ellos miraban la carta a los Romanos desde otra perspectiva: la vida estaba hecha de otro material. Y es que el hecho de ser sabio, de ser una secuoya, alguien inconmovible en medio de la tormenta y útil en tiempos de indescriptible sufrimiento, no se logra de la noche a la mañana.

Muertos para el pecado
Central a su respuesta completa (y a todo el capítulo 6) está la frase “hemos muerto al pecado” (v 2). Para entender a lo que Pablo se refiere, nos ayuda saber qué es a lo Pablo que no se refiere. Es incorrecto (o insuficiente) afirmar cualquiera de estas cosas:
1. “Muerto al pecado” significa que ya no queremos pecar; el pecado ya no tiene más poder o influencia sobre nosotros. Pero si este fuera el verdadero significado, Pablo no hubiera tenido que escribir los versículos del 12 al 14.
Has muerto al pecado Central a su respuesta completa (y a todo el capítulo 6) está la frase “hemos muerto al pecado” (v 2). Para entender a lo que Pablo se refiere, nos ayuda saber qué es a lo Pablo que no se refiere. Es incorrecto (o insuficiente) afirmar cualquiera de estas cosas: 1. “Muerto al pecado” significa que ya no queremos pecar; el pecado ya no tiene más poder o influencia sobre nosotros. Pero si este fuera el verdadero significado, Pablo no hubiera tenido que escribir los versículos del 12 al 14. Si un cristiano no quiere pecar, ¿por qué apremiarlo a que no lo haga? También muestra que un cristiano todavía tiene deseos pecaminosos. 2. “Muerto al pecado” significa que ya no debemos pecar; ahora el pecado es inapropiado para el cristiano. La primera interpretación va demasiado lejos; esta no va lo suficientemente lejos. Pablo dice con atrevimiento: “hemos muerto”, no dice: “debemos morir”. 3. “Muerto al pecado” significa que nos alejamos del pecado poco a poco; y conforme el pecado se debilita, muere en nosotros. Pero el término “muerto” que Pablo usa aquí ciertamente significa algo más fuerte que eso. Además, el tiempo que se usa en griego para este verbo es el tiempo aoristo, que hace referencia a una acción única y pasada, que solo se lleva a cabo una vez. Pablo no se está refiriendo a un proceso continuo. 4. “Muerto al pecado” significa que hemos renunciado al pecado; en algún momento (por ejemplo, en nuestro bautizo) rechazamos todo comportamiento pecaminoso. En sí mismo esto es verdad, pero es poco probable que esto sea lo que Pablo está enseñando aquí, puesto que 6: 3-5 explica que esta “muerte” es el resultado de nuestra unión con Cristo. Es el resultado de algo que se ha hecho para nosotros, no algo que nosotros hayamos hecho. 5. “Muerto al pecado” significa que ya no somos culpables de pecado; nuestros pecados no nos pueden condenar porque son perdonados en Cristo. Esto también es verdad, pero es probable que Pablo no se esté refiriendo a eso. Dado que ya no somos culpables de pecado, Pablo tiene que explicar por qué buscamos vivir sin pecado, es decir, por qué el evangelio marca una diferencia en la manera en que vivimos. Simplemente mencionar de nuevo que somos perdonados en Cristo no es una respuesta. Así que, ¿qué quiere decir Pablo? El resto de este capítulo expone con detalle a qué se refiere, pero aquí está la respuesta en pocas palabras: en el momento en que eres convertido a Cristo ya no estás bajo el “reino” (el poder gobernante) del pecado. Recuerda, Pablo acaba de decir en 5: 21: “así como reinó el pecado […] reine también la gracia”. En otras palabras, el pecado aún tiene poder, pero ya no puede imponer sus preceptos sobre ti. En 1: 18-32 Pablo dijo que, fuera de Cristo, somos entregados a nuestros deseos pecaminosos. Antes, esos deseos pecaminosos gobernaban sobre nosotros y no los podíamos ver como pecaminosos, e incluso si lo hacíamos, no les podíamos oponer resistencia. Estábamos por completo bajo su control. En el presente, sin embargo, el pecado ya no nos puede dominar. Ahora tenemos la capacidad para resistirlo y rebelarnos contra él. Hay un nuevo poder trabajando en nuestras vidas, gobernándonos: “Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de Su amado Hijo” (). O, como lo dijo Pablo en , el evangelio llega a las personas “para [abrirles] los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios”.
Romanos 6.12–14 NTV
12 No permitan que el pecado controle la manera en que viven; no caigan ante los deseos pecaminosos. 13 No dejen que ninguna parte de su cuerpo se convierta en un instrumento del mal para servir al pecado. En cambio, entréguense completamente a Dios, porque antes estaban muertos pero ahora tienen una vida nueva. Así que usen todo su cuerpo como un instrumento para hacer lo que es correcto para la gloria de Dios. 14 El pecado ya no es más su amo, porque ustedes ya no viven bajo las exigencias de la ley. En cambio, viven en la libertad de la gracia de Dios.
Si un cristiano no quiere pecar, ¿por qué apremiarlo a que no lo haga? También muestra que un cristiano todavía tiene deseos pecaminosos.
Romanos 7.18 NTV
18 Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo.
2. “Muerto al pecado” significa que ya no debemos pecar; ahora el pecado es inapropiado para el cristiano. La primera interpretación va demasiado lejos; esta no va lo suficientemente lejos. Pablo dice con atrevimiento: “hemos muerto”, no dice: “debemos morir”.
3. “Muerto al pecado” significa que nos alejamos del pecado poco a poco; y conforme el pecado se debilita, muere en nosotros. Pero el término “muerto” que Pablo usa aquí ciertamente significa algo más fuerte que eso. Además, el tiempo que se usa en griego para este verbo es el tiempo aoristo, que hace referencia a una acción única y pasada, que solo se lleva a cabo una vez. Pablo no se está refiriendo a un proceso continuo.
4. “Muerto al pecado” significa que ya no somos culpables de pecado; nuestros pecados no nos pueden condenar porque son perdonados en Cristo. Esto también es verdad, pero es probable que Pablo no se esté refiriendo a eso. Dado que ya no somos culpables de pecado, Pablo tiene que explicar por qué buscamos vivir sin pecado, es decir, por qué el evangelio marca una diferencia en la manera en que vivimos. Simplemente mencionar de nuevo que somos perdonados en Cristo no es una respuesta.
“Muerto al pecado” significa que ya no somos culpables de pecado; nuestros pecados no nos pueden condenar porque son perdonados en Cristo. Esto también es verdad, pero es probable que Pablo no se esté refiriendo a eso. Dado que ya no somos culpables de pecado, Pablo tiene que explicar por qué buscamos vivir sin pecado, es decir, por qué el evangelio marca una diferencia en la manera en que vivimos. Simplemente mencionar de nuevo que somos perdonados en Cristo no es una respuesta. Así que, ¿qué quiere decir Pablo? El resto de este capítulo expone con detalle a qué se refiere, pero aquí está la respuesta en pocas palabras: en el momento en que eres convertido a Cristo ya no estás bajo el “reino” (el poder gobernante) del pecado. Recuerda, Pablo acaba de decir en 5: 21: “así como reinó el pecado […] reine también la gracia”. En otras palabras, el pecado aún tiene poder, pero ya no puede imponer sus preceptos sobre ti. En 1: 18-32 Pablo dijo que, fuera de Cristo, somos entregados a nuestros deseos pecaminosos. Antes, esos deseos pecaminosos gobernaban sobre nosotros y no los podíamos ver como pecaminosos, e incluso si lo hacíamos, no les podíamos oponer resistencia. Estábamos por completo bajo su control. En el presente, sin embargo, el pecado ya no nos puede dominar. Ahora tenemos la capacidad para resistirlo y rebelarnos contra él. Hay un nuevo poder trabajando en nuestras vidas, gobernándonos: “Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de Su amado Hijo” (). O, como lo dijo Pablo en , el evangelio llega a las personas “para [abrirles] los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios”.
Así que, ¿qué quiere decir Pablo? El resto de este capítulo expone con detalle a qué se refiere, pero aquí está la respuesta en pocas palabras: en el momento en que eres convertido a Cristo ya no estás bajo el “reino” (el poder gobernante) del pecado. Recuerda, Pablo acaba de decir en 5: 21: “así como reinó el pecado […] reine también la gracia”.
“Muerto al pecado” significa que ya no somos culpables de pecado; nuestros pecados no nos pueden condenar porque son perdonados en Cristo. Esto también es verdad, pero es probable que Pablo no se esté refiriendo a eso. Dado que ya no somos culpables de pecado, Pablo tiene que explicar por qué buscamos vivir sin pecado, es decir, por qué el evangelio marca una diferencia en la manera en que vivimos. Simplemente mencionar de nuevo que somos perdonados en Cristo no es una respuesta. Así que, ¿qué quiere decir Pablo? El resto de este capítulo expone con detalle a qué se refiere, pero aquí está la respuesta en pocas palabras: en el momento en que eres convertido a Cristo ya no estás bajo el “reino” (el poder gobernante) del pecado. Recuerda, Pablo acaba de decir en 5: 21: “así como reinó el pecado […] reine también la gracia”. En otras palabras, el pecado aún tiene poder, pero ya no puede imponer sus preceptos sobre ti. En 1: 18-32 Pablo dijo que, fuera de Cristo, somos entregados a nuestros deseos pecaminosos. Antes, esos deseos pecaminosos gobernaban sobre nosotros y no los podíamos ver como pecaminosos, e incluso si lo hacíamos, no les podíamos oponer resistencia. Estábamos por completo bajo su control. En el presente, sin embargo, el pecado ya no nos puede dominar. Ahora tenemos la capacidad para resistirlo y rebelarnos contra él. Hay un nuevo poder trabajando en nuestras vidas, gobernándonos: “Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de Su amado Hijo” (). O, como lo dijo Pablo en , el evangelio llega a las personas “para [abrirles] los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios”.
En otras palabras, el pecado aún tiene poder, pero ya no puede imponer sus preceptos sobre ti.
Romanos 1.18–32 NTV
18 Pero Dios muestra su ira desde el cielo contra todos los que son pecadores y perversos, que detienen la verdad con su perversión. 19 Ellos conocen la verdad acerca de Dios, porque él se la ha hecho evidente. 20 Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios. 21 Es cierto, ellos conocieron a Dios pero no quisieron adorarlo como Dios ni darle gracias. En cambio, comenzaron a inventar ideas necias sobre Dios. Como resultado, la mente les quedó en oscuridad y confusión. 22 Afirmaban ser sabios pero se convirtieron en completos necios. 23 Y, en lugar de adorar al Dios inmortal y glorioso, rindieron culto a ídolos que ellos mismos se hicieron con forma de simples mortales, de aves, de animales de cuatro patas y de reptiles. 24 Entonces Dios los abandonó para que hicieran todas las cosas vergonzosas que deseaban en su corazón. Como resultado, usaron sus cuerpos para hacerse cosas viles y degradantes entre sí. 25 Cambiaron la verdad acerca de Dios por una mentira. Y así rindieron culto y sirvieron a las cosas que Dios creó pero no al Creador mismo, ¡quien es digno de eterna alabanza! Amén. 26 Por esa razón, Dios los abandonó a sus pasiones vergonzosas. Aun las mujeres se rebelaron contra la forma natural de tener relaciones sexuales y, en cambio, dieron rienda suelta al sexo unas con otras. 27 Los hombres, por su parte, en lugar de tener relaciones sexuales normales, con la mujer, ardieron en pasiones unos con otros. Los hombres hicieron cosas vergonzosas con otros hombres y, como consecuencia de ese pecado, sufrieron dentro de sí el castigo que merecían. 28 Por pensar que era una tontería reconocer a Dios, él los abandonó a sus tontos razonamientos y dejó que hicieran cosas que jamás deberían hacerse. 29 Se llenaron de toda clase de perversiones, pecados, avaricia, odio, envidia, homicidios, peleas, engaños, conductas maliciosas y chismes. 30 Son traidores, insolentes, arrogantes, fanfarrones y gente que odia a Dios. Inventan nuevas formas de pecar y desobedecen a sus padres. 31 No quieren entrar en razón, no cumplen lo que prometen, son crueles y no tienen compasión. 32 Saben bien que la justicia de Dios exige que los que hacen esas cosas merecen morir; pero ellos igual las hacen. Peor aún, incitan a otros a que también las hagan.
En 1: 18-32 Pablo dijo que, fuera de Cristo, somos entregados a nuestros deseos pecaminosos.
En 1: 18-32 Pablo dijo que, fuera de Cristo, somos entregados a nuestros deseos pecaminosos.
Antes, esos deseos pecaminosos gobernaban sobre nosotros y no los podíamos ver como pecaminosos, e incluso si lo hacíamos, no les podíamos oponer resistencia.
Estábamos por completo bajo su control. En el presente, sin embargo, el pecado ya no nos puede dominar. Ahora tenemos la capacidad para resistirlo y rebelarnos contra él.
Antes, esos deseos pecaminosos gobernaban sobre nosotros y no los podíamos ver como pecaminosos, e incluso si lo hacíamos, no les podíamos oponer resistencia. Estábamos por completo bajo su control. En el presente, sin embargo, el pecado ya no nos puede dominar. Ahora tenemos la capacidad para resistirlo y rebelarnos contra él. Hay un nuevo poder trabajando en nuestras vidas, gobernándonos: “Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de Su amado Hijo” (). O, como lo dijo Pablo en , el evangelio llega a las personas “para [abrirles] los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios”.
Hay un nuevo poder trabajando en nuestras vidas, gobernándonos:
Colosenses 1.13 NTV
13 Pues él nos rescató del reino de la oscuridad y nos trasladó al reino de su Hijo amado,
Hechos de los Apóstoles 26.28 NTV
28 Agripa lo interrumpió: —¿Acaso piensas que puedes persuadirme para que me convierta en cristiano en tan poco tiempo?
Hechos de los Apóstoles 26.18 NTV
18 para que les abras los ojos, a fin de que pasen de la oscuridad a la luz, y del poder de Satanás a Dios. Entonces recibirán el perdón de sus pecados y se les dará un lugar entre el pueblo de Dios, el cual es apartado por la fe en mí”.
hechos 26.18
“Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de Su amado Hijo”. O, como lo dijo Pablo en , el evangelio llega a las personas “para [abrirles] los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios”.
Así que “muerto al pecado” no significa que el pecado ya no está dentro de ti o que ya no tiene más poder o influencia en ti. Lo tiene. Pero el pecado ya no te puede mandar; ya no tiene autoridad sobre ti. Aunque puedas obedecerlo y aunque (la Biblia lo pronostica) a veces lo vas a obedecer, la verdad es que ya no tienes que obedecerlo. Has muerto a él; y para ti, él ha muerto. “¿ Cómo podemos [y por qué querríamos] seguir viviendo en él?” ().
Lo tiene. Pero el pecado ya no te puede mandar; ya no tiene autoridad sobre ti. Aunque puedas obedecerlo y aunque (la Biblia lo pronostica) a veces lo vas a obedecer, la verdad es que ya no tienes que obedecerlo. Has muerto a él; y para ti, él ha muerto. “¿ Cómo podemos [y por qué querríamos] seguir viviendo en él?” ().

Nuestra muerte con Cristo y nuestra libertad del pecado

Así que, he aquí mi conclusión sobre estos dos aspectos: nuestra muerte con Cristo y nuestra libertad del pecado.
1) En Cristo, es decir, en la unión que tenemos con El y que Dios ha establecido según el versículo 5, somos muertos al pecado, lo que significa que: nuestra verdadera identidad, nuestra verdadera posición delante de Dios es que estamos total y rotundamente muertos al pecado, muertos a su poder y a su culpa. Esto es algo decisivo, irrepetible e inmutable. Este es el fundamento de nuestra batalla contra el pecado y de nuestro viaje hacia la santidad.
Colección de sermones sobre Romanos de John Piper Unidos a Cristo en la muerte y en la vida, parte 1

Nuestra muerte con Cristo y nuestra libertad del pecado

Así que, he aquí mi conclusión sobre estos dos aspectos: nuestra muerte con Cristo y nuestra libertad del pecado.

1) En Cristo, es decir, en la unión que tenemos con El y que Dios ha establecido según el versículo 5, somos muertos al pecado, lo que significa que: nuestra verdadera identidad, nuestra verdadera posición delante de Dios es que estamos total y rotundamente muertos al pecado, muertos a su poder y a su culpa. Esto es algo decisivo, irrepetible e inmutable. Este es el fundamento de nuestra batalla contra el pecado y de nuestro viaje hacia la santidad.

2) La vida cristiana se vive paso a paso, en desarrollo. Es una experiencia que refleja esa identidad donde no reina el pecado y de la que hemos estado hablando, en perfecta unión con Cristo. Lo que le sucedió a Cristo (y a nosotros con El) fue histórico, definitivo e inmutable. Esto se nos administra gradual y progresivamente en los anos por venir mientras crecemos en unión con Cristo.

Solamente por la fe hemos sido totalmente perdonados, justificados, absueltos y declarados justos en nuestra unión con Cristo. Ya hemos sido liberados de la esclavitud del pecado, o lo que es lo mismo, de su poder como patrón rector de nuestras vidas. Todo esto nos impulsa a vencer cada día sobre el pecado, triunfantes y creciendo por la fe.

Sin embargo, aun no somos perfectos en esta experiencia terrenal de cada día. Debemos pelear la batalla de la fe y experimentar, por la fe, lo que verdaderamente somos en nuestra perfecta unión con Cristo. Pablo lo expresa de esta manera en Filipenses 3:12: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.” Aquí vemos que se trata de un proceso que todavía no ha terminado. Cristo se ha aferrado a Pablo para regalarle su perfección y su bendición eternas. Esa es la confianza del apóstol. Ahora Pablo confirma esa gran obra de Dios en Cristo al tratar de asir aquello para lo cual fue también asido por Cristo Jesús.

2) La vida cristiana se vive paso a paso, en desarrollo. Es una experiencia que refleja esa identidad donde no reina el pecado y de la que hemos estado hablando, en perfecta unión con Cristo. Lo que le sucedió a Cristo (y a nosotros con El) fue histórico, definitivo e inmutable. Esto se nos administra gradual y progresivamente en los anos por venir mientras crecemos en unión con Cristo.
Solamente por la fe hemos sido totalmente perdonados, justificados, absueltos y declarados justos en nuestra unión con Cristo. Ya hemos sido liberados de la esclavitud del pecado, o lo que es lo mismo, de su poder como patrón rector de nuestras vidas. Todo esto nos impulsa a vencer cada día sobre el pecado, triunfantes y creciendo por la fe.
Sin embargo, aun no somos perfectos en esta experiencia terrenal de cada día. Debemos pelear la batalla de la fe y experimentar, por la fe, lo que verdaderamente somos en nuestra perfecta unión con Cristo. Pablo lo expresa de esta manera en
Filipenses 3.12 NTV
12 No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo.
Aquí vemos que se trata de un proceso que todavía no ha terminado. Cristo se ha aferrado a Pablo para regalarle su perfección y su bendición eternas. Esa es la confianza del apóstol. Ahora Pablo confirma esa gran obra de Dios en Cristo al tratar de asir aquello para lo cual fue también asido por Cristo Jesús.

conclusión

Colección de sermones sobre Romanos de John Piper Unidos a Cristo en la muerte y en la vida, parte 1

Si usted es cristiano, Dios creó una unión inquebrantable entre usted y Jesucristo, al decir del versículo 5.

Debido a esta unión, usted murió con Cristo cuando El murió. Y porque usted murió, es ahora libre de la culpa y el poder del pecado. Esa es su total y verdadera identidad es su unión con Cristo. Y debido a esta posición y a esta identidad inconmovible, usted ya ha sido justificado; e incluso estoy seguro que también está siendo santificado, pero todavía no es perfecto. Por tanto, confirmemos cada día en nuestras vidas lo que ha sucedido, reconociendo lo que verdaderamente somos en Cristo.

Si usted es cristiano, Dios creó una unión inquebrantable entre usted y Jesucristo, como vemos en el versículo.
Romanos 6.5 NTV
5 Dado que fuimos unidos a él en su muerte, también seremos resucitados como él.
Debido a esta unión, usted murió con Cristo cuando El murió. Y porque usted murió, es ahora libre de la culpa y el poder del pecado. Esa es su total y verdadera identidad es su unión con Cristo. Y debido a esta posición y a esta identidad inconmovible, usted ya ha sido justificado; e incluso estoy seguro que también está siendo santificado, pero todavía no es perfecto. Por tanto, confirmemos cada día en nuestras vidas lo que ha sucedido, reconociendo lo que verdaderamente somos en Cristo.
Debido a esta unión, usted murió con Cristo cuando El murió. Y porque usted murió, es ahora libre de la culpa y el poder del pecado. Esa es su total y verdadera identidad es su unión con Cristo. Y debido a esta posición y a esta identidad inconmovible, usted ya ha sido justificado; e incluso estoy seguro que también está siendo santificado, pero todavía no es perfecto. Por tanto, confirmemos cada día en nuestras vidas lo que ha sucedido, reconociendo lo que verdaderamente somos en Cristo.
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