PRINCIPIOS DE LIDERAZGO
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2 Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. 3 Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
INTRODUCCION
INTRODUCCION
El objetivo de esta exposición es... Para que aprenda y desarrolle las actitudes y habilidades necesarias para servir al Señor en la iglesia.
Para que aprenda y desarrolle las actitudes y habilidades necesarias para servir al Señor en la iglesia.
Para que aprenda y desarrolle las actitudes y habilidades necesarias para servir al Señor en la iglesia.
Aldo Broda y Alberto Samuel Valdés, Administración: Principios gerenciales para líderes cristianos (Guía de estudio) (Miami, FL: Editorial Unilit, 2001), 199.
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Problemas en el liderazgo cristiano contemporáneo
Estudiar el liderazgo cristiano en América Latina me ha llevado a identificar por lo menos cuatro problemas que afectan negativamente el desarrollo ministerial en nuestro contexto, a saber:
Formación deficiente.
Mi propia observación es que el liderazgo contemporáneo revela una desesperada necesidad de desarrollo personal. Un pastor para ser un líder efectivo debe poseer los suficientes y necesarios conocimientos bíblicos, teológicos, culturales y científicos. Hay líderes que son poco efectivos debido a que no han sido debidamente capacitados, carecen de sentido de identidad y de capacidad para relacionarse con su tarea vocacional.
La formación para el liderazgo cristiano no solo consiste de la adquisición de conocimiento; sino también de formación espiritual, la preparación interna es la más dura. La formación del líder cristiano debe prepararlo a tal profundidad que sea capaz de sobrevivir a las tentaciones de la deshonestidad, sentimientos de desesperación, de fracaso, y de los síntomas del agotamiento físicoemocional.
Comunicación inadecuada. Adicionalmente al desarrollo de las habilidades y los talentos en forma apropiada, existe la necesidad en el liderazgo de mejorar sus técnicas de comunicación, especialmente en este nuevo siglo. La correcta articulación de los valores centrales y de la visión-misión es vital para los líderes contemporáneos. Algunos de nuestros ex alumnos del seminario, que graduaron con honores, no funcionaron bien en la pastoral debido a que no supieron comunicar lo aprendido a las demás personas. Por otro lado, algunos estudiantes que no mostraron gran capacidad en el salón de clases, han tenido éxito en el ministerio debido a que han sabido cómo comunicarse y relacionarse bien con las demás personas.
El liderazgo cristiano de este nuevo siglo debe saber cómo conectarse con la gente secular o no cristiana. A pesar de vivir en sociedades que emigran y cambian con rapidez, la tarea básica de todo líder cristiano nunca cambia, es esta la de comunicar el significado eterno de la vida, estimular, informar y guiar el diálogo entre Dios y el ser humano. Su tarea es ayudar a las personas a descubrir el significado de la vida; pero desde una perspectiva teológica y bíblica en el marco cultural en que estas se encuentren.
Irrelevancia cultural. Aunque las condiciones sociales estén cambiando, el liderazgo cristiano no debe ceder los absolutos bíblicos por libertades falsas. Si bien es cierto que las aplicaciones de la fe cristiana varían con el tiempo con relación a los nuevos contextos de misión, su principio básico nunca cambia; este debe esperarse en el aspecto formal, pero no en lo sustancial.
La mayoría de las organizaciones cristianas no están encarando con la rapidez necesaria los cambios que ocurren en el mundo y están más bien siendo redundantes e insensibles a las necesidades del momento. Iglesias locales en América Latina están experimentando dificultades en cuanto a permanecer relevantes a las necesidades humanas que les rodean. Generalmente uno encuentra la vitalidad del liderazgo más bien en los niveles más bajos. Muchos líderes fracasan en dirigir, otros y otras no saben cómo hacerlo. David Rambo, un ejecutivo de la Alianza Cristiana Misionera que coordina el Programa Internacional de Liderazgo del Seminario Asbury en Kentucky, hace la siguiente observación:
La Iglesia a escala mundial se encuentra en medio de un problema crítico de liderazgo que está al borde de una crisis. Si como dice Ralph Winter, que hay 60,000 congregaciones en América Latina que están siendo dirigidas por un liderazgo que no ha sido capacitado en forma adecuada probablemente hay más de un cuarto de millón de esas iglesias alrededor del mundo.
Dependencia en las modas eclesiásticas. Los líderes cristianos que experimentan dificultades con el crecimiento de la iglesia tienden a depender de los últimos avances de las técnicas gerenciales y aspectos sociológicos del liderazgo, en la búsqueda del éxito en su ministerio. Por lo general, el liderazgo fracasa al darse cuenta cuánto daño les han hecho a la congregación los cambios experimentales; estos, mayormente, producen inseguridad en la congregación y afectan la credibilidad del líder.
Imágenes de liderazgo
Todos tenemos imágenes en nuestra mente; imágenes de Dios, del mundo, de la iglesia y de la familia, y a dónde deberíamos ir. Usar las que traten con el liderazgo cristiano nos ayuda a aclarar la confusión que por lo general se forma alrededor de este tema. Encuentro que las imágenes son útiles para comprender con mayor precisión una idea abstracta.
En primer lugar, la Biblia no nos ofrece una definición de liderazgo cristiano ni provee bases doctrinales para entenderlo. Más bien esta depende de imágenes y narrativas para revelar el significado del liderazgo cristiano. En segundo lugar el lenguaje simbólico de las imágenes introduce riqueza y variedad al concepto. La Biblia emplea docenas de imágenes diferentes de liderazgo, esto aporta una figura compuesta, que como un mosaico nos da el sentido, al ser completado con un significado exhaustivo. La tercera razón que favorece este abordaje es que las imágenes tienen una singular atracción y validez. Las mismas son totalmente trasladables y ayudan a exponer las motivaciones culturales erróneas y los puntos ciegos que todos tenemos cuando se nos invita a repensar en la contextualización del mensaje bíblico en nuestro tiempo y cultura.
Hay razones específicas para buscar imágenes contemporáneas de liderazgo. Estoy convencido que una parte esencial de nuestros problemas dentro de la iglesia y su liderazgo hoy, tiene que ver con nuestra necesidad de descubrir y apropiarnos de las imágenes contemporáneas de ministerio, que sean fieles al evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
Messer menciona por lo menos tres razones por las que debemos buscar imágenes contemporáneas de liderazgo cristiano.
a. Las imágenes pueden inflamar la imaginación otorgando identidades que están más allá de la expectativa de los oficios y roles. Es peligroso definirnos solamente en relación con lo que se hace. No confundamos los roles funcionales con el asunto de quiénes somos como personas.
b. Para recuperar un sentido de urgencia. Muchos de los problemas que encontramos en las congregaciones pequeñas, débiles y raquíticas, tal vez tengan que ver con su propio sistema y estructura. Hasta que la iglesia no cuente con un liderazgo cristiano que “arda” con el espíritu del compromiso y esté en “llamas” con una competencia sin igual, el ministerio del laico no tendrá el sentido de urgencia que con desesperación se necesita.
c. Encontrar un sentido de dirección o motivo organizacional para nuestras comunidades de fe en el mundo. La pregunta no es si tenemos el impacto de un rey, más bien es si tenemos clara nuestra tarea y si somos fieles a ella.
Conscientes de una amplia gama de imágenes de liderazgo en las Sagradas Escrituras tales como: mensajero (, ; ; ; ), pescador (; ; ), pastor (), vaso (), siervo ( y otros), colaboradores (; , el término aquí es sunergos), arquitecto (architeckton), mayordomo de los misterios de Dios (), atleta (), embajador de Cristo (), director técnico (), prisionero de Jesús (), soldado (), esposo (), y otras. En este estudio nos enfocamos en cuatro imágenes novotestamentarias clave. La integración de las cuatro indica un liderazgo trascendental, vital para el trabajo apostólico de fundar nuevas iglesias. Estas imágenes son las siguientes, a saber:
El líder como apóstol. En el presente siglo, el ministerio de plantación de nuevas obras enfrentará el gran desafío de abrir camino por donde la iglesia no ha transitado antes y esto demandará de una generación de líderes con un claro espíritu o llamado apostólico que le permita, entre otras cosas, ir a lugares nuevos, conectarse con una generación postmoderna y alcanzar a los grupos hasta ahora no alcanzados en el mundo, con pasión misionera. En otras palabras, personas que se atrevan a caminar en lo desconocido como peregrinos en la tierra incógnita.
El líder como siervo. Las Sagradas Escrituras ilustran con claridad el valor de humildad y servicio que debe caracterizar al líder cristiano. Su ejemplo principal lo vemos en la persona de Jesús, que teniendo todos los recursos en su haber decidió no aferrarse a ellos y convertirse en un fiel y obediente siervo del Padre. Él no vino a hacer su propia voluntad; sino la del Padre que lo había enviado. Él no vino a ser servido, vino a servir. Este valor de servicio y de humildad poco común y atractivo en nuestra sociedad moderna y postmoderna se está convirtiendo en un valor fundamental, no sólo para la iglesia; sino también para las empresas y corporaciones que desean sobrevivir a los tiempos en el cumplimiento de su misión.
Para muchos estudiosos del tema, la imagen del líder corporativo más importante en el siglo veintiuno, es la humildad. Hammer manifiesta lo siguiente:
Yo hago una simple observación que está basada en algo que he visto en muchas compañías: Si tú piensas que eres bueno, estás muerto.
La esencia de una proyección exitosa es la humildad, un reconocimiento de que el éxito del pasado no tiene implicación para el triunfo del futuro. El mundo ha cambiado tanto que las fórmulas del éxito de ayer están casi garantizadas para fracasar hoy. Pienso que será una humildad de pensamiento abierto y un reconocimiento de tener que reinventarnos otra vez para lograr la tarea. Esa será la diferencia entre los que sobrevivan y se proyecten en el siglo veintiuno y los que se conviertan en notas a pie de página en los libros de historia.
Los desafíos del futuro requieren de un liderazgo de servicio y humildad. No serán los presidentes o las personas con los títulos más distinguidos, sino el que modele un desempeño efectivo. No será la persona más bien pagada del grupo, sino el que asuma los riesgos. No será quien tiene la casa más grande o el auto más nuevo, sino el siervo. No será el que se promueva a sí mismo, sino el que promueve a otros. No será el administrador, sino el pionero. No será el que adquiere, sino el que dé. No será el que habla más, sino el que es capaz de escuchar.
El líder siervo se caracteriza por su alto nivel de compromiso, por su capacidad de escuchar y aprender de aquellos a quienes dirige, hacen que las cosas ocurran, son generosos en vez de acaparadores, promueven la diversidad reconociendo que las diferencias en las personas pueden enriquecer y fortalecer al grupo. Son personas que se dejan guiar por los valores y se orientan al logro. Este es el tipo de liderazgo que se requiere para la plantación de iglesias urbanas y contemporáneas.
Los modelos de liderazgo de mayor vigencia en el siglo pasado no son necesariamente, los que garantizarán el logro de la tarea. El modelo autoritario y jerárquico se ha institucionalizado en nuestros países y se expresa con claridad especialmente en nuestras comunidades evangélicas carismáticas y pentecostales. Solíamos ser ejemplo de un liderazgo más informal como modelo alternativo de este; pero lamentablemente hemos perdido esa virtud ajustando nuestros modelos a los estilos que fueron populares en las dictaduras militares y administraciones de corte jerárquico. Hoy en día se habla más de la persona del líder informal, conductor de los denominados “terceros espacios”, que son aquellos ámbitos en los que la gente puede canalizar sus ansias de participación ahogadas por los espacios formales.
Es importante rescatar la convicción de que toda la iglesia ha sido llamada para que en Cristo sea el sacerdocio real, cada miembro del cuerpo es llamado para ejercer ese sacerdocio que debe ser ejercitado por los cristianos cada día en todas las esferas de la vida. También es importante entender que esto no ocurrirá si no hay un sacerdocio ministerial que sirva, nutra, sostenga y guíe este trabajo sacerdotal. No somos ordenados para retirar el ministerio de los miembros del cuerpo, sino al contrario, nuestra comisión es ser facilitadores de ministerios y empoderadores (dar libertad al uso de los dones que hay en la iglesia) de los dones espirituales. La participación integral de los miembros del cuerpo en sus actividades ministeriales no ocurrirá sin liderazgo. Clericalismo y anticlericalismo son simplemente los dos lados de un mismo error.
Robert Greenleaf, que escribió un trabajo fundamental sobre el liderazgo de servicio, subrayó que el líder no está al servicio de los deseos y metas de las organizaciones, sino que es un siervo de la misión de la organización, esto marca al líder efectivo. El líder es el siervo de la misión del pueblo de Dios y debe ser percibida como la visión que informa las metas y estrategias de la gente.
El tipo de líder siervo que será efectivo en la plantación de la iglesia y su respectivo desarrollo debe tener las siguientes características:
• Ser capaz de articular mejor que nadie la visión de la gente de Dios como una interpretación contemporánea de su misión.
• Estar más alineado con las promesas que dirigen a la voluntad de Dios y ser capaz de insertar estas en el proceso de planificación.
• Dirigir a otros para que sean responsables de implementar el proceso de planificación de la promesa, visión y metas, de acuerdo a lo que considera esencial en el proceso.
• Ejercitar poder empoderando a otros para que vean la visión, trabajen en el plan y cosechen los beneficios y bendiciones por hacer la voluntad de Dios.
• Ser, ante todo, defensor de quienes caigan heridos por otros, y de los efectos del fracaso a través del proceso.
El líder como visionario. La ideología central de una compañía o de una empresa surge de la misión o propósito y de los principios o valores centrales de la misma. No todas las compañías expresan explícitamente su ideología central; pero aquellas que sí lo hacen tienden a beneficiarse de esa declaración. La visión se convierte en un recordatorio constante y en un marco referencial para evitar acciones que desvíen la atención de la compañía. Esfuerzos y direcciones que poco a poco van separando a la institución de su foco fundamental. La visión establece lo que la corporación desea ser en el futuro, la posición que desea tener en la sociedad. Mientras que la misión define lo que la corporación es en el presente y para qué está desarrollando su actividad, la visión apunta a un sentido ideal de cómo quiere ser vista, valorada y percibida en el futuro. De la misma manera ocurre con la visión de la iglesia a través de su exponente principal. La persona líder debe distinguirse por su habilidad de articular con claridad su visión, creando así un futuro deseado para la iglesia, que es inspirado por el Espíritu Santo. Lamentablemente muchas iglesias que se han establecido carecen de un sentido claro de misión y visión. Esto las lleva a ambular por el desierto del tiempo sin lograr los objetivos y propósitos establecidos para ella en las Sagradas Escrituras, insensibles a la dirección fresca del Espíritu Santo.
El líder como empoderador y equipador. Kouzes y Posner argumentan que uno de los aspectos más importantes del liderazgo es la habilidad de “permitir que otros actúen”. En su investigación de 2,500 casos de estudio, se desarrolló una prueba simple para detectar cuándo una persona está en la ruta de llegar a ser líder. La prueba consistía en la frecuencia del uso de la palabra “nosotros”. Los individuos en este estudio reconocieron que los sueños grandes no llegan a ser realidades significativas a través de las acciones de un individuo. El liderazgo es el esfuerzo de un equipo. El término empoderamiento, puede ser definido por lo que hace y por sus efectos. Empoderamiento es una influencia mutua en la distribución creativa de poder y la responsabilidad compartida. Es vital y lleno de energía; es global, participativo y duradero. Permite a los individuos el uso de sus respectivos talentos y capacidades, facilita el logro, invierte en el aprendizaje, revela el espíritu de la organización y crea relaciones efectivas. Informa, guía, aconseja, genera ideas y libera. Entonces el empoderamiento permite tomar más responsabilidad y autoridad a través de la formación, confianza y apoyo emocional.
El liderazgo pastoral que valora el modelo basado en el trabajo de equipo, anima al diálogo, le da permiso al equipo para arriesgarse a pesar de la posibilidad de un fracaso, dirige para influirlos, usa un lenguaje colectivo, que ayuda a los equipos de trabajo a mantener un ambiente de aprendizaje en la iglesia.
El liderazgo cristiano debe proceder desde dentro de la misión de Dios. Esta es la vocación o el llamado de toda la comunidad de fe; cada cristiano recibe un llamado para participar en la misión como apóstoles, siervos, visionarios, empoderadores y equipadores del mismo cuerpo de Cristo.
Antes que la Iglesia cristiana pueda proyectar el tipo de líder que necesitará para la plantación y el desarrollo de nuevas obras, debe regresar a las Sagradas Escrituras con el fin de encontrar los principios y valores necesarios de un liderazgo trascendental.
A pesar de que Dios ha usado y usa una variedad de personas en su misión y ministerio, su principal líder en el Antiguo Testamento debía ser la nación de Israel. El llamamiento de Abraham se encuentra en el contexto de traer a toda una nación para que a través de ella toda la tierra sea bendecida (). Cuando pensamos acerca del ministerio en la Biblia, nos basamos en los individuos como: los patriarcas, Moisés, los jueces, los reyes, los profetas, Pablo y los otros apóstoles. No obstante Dios tenía en mente a un grupo de personas, una nación, su pueblo como ministro y líder. Esto es claramente evidente en la liberación de Egipto y en la entrega de la ley en el Sinaí.
El Contexto. Debemos revisar en nuestras mentes el tipo de mundo y la situación en la que estamos viviendo. En primer lugar estamos viviendo en un mundo de contrastes; por un lado avance tecnológico, desarrollo industrial y crecimiento en las zonas urbanas, y un acelerado proceso de secularización. Por otro lado hay pobreza en las masas, cuyos millones de personas están desempleadas o subempleadas. Desdichadamente, aunque hay una aceleración de la modernización en el mundo de hoy, la iglesia ha permanecido como una entidad conservadora y tradicional. En algunos casos, aun cuando vivimos en los inicios de un nuevo siglo, nuestras imágenes de liderazgo, nuestras prácticas eclesiásticas y nuestra teología responden a los inicios del siglo pasado.
Liderazgo de Salomón
Cualidades de un buen liderazgo
Referencias
Trabajo duro
12.34
Buena comunicación
13.17
No penaliza la buena conducta
17.26
No recompensa a las personas malas
17.26
Conoce los hechos antes de tomar decisiones
18.13
Receptivo a las ideas nuevas
18.15
Escucha los dos lados de la historia
18.17
Sobrevive a la adversidad
24.3–4
Sobrevive a los elogios
27.21
Beneficios de un buen liderazgo
Seguridad
11.14
Fort aleza; beneficia a todos
24.3
La gente se goza
29.2
Con un mal liderazgo
La gente sólo sufre y experimenta el dolor
25.19
Se elogia a la gente equivocada
26.8
El liderazgo de un mal líder es peligroso
28.15
Así que necesitamos preguntarnos a nosotros mismos: ¿Qué tipo de liderazgo cristiano necesita el mundo de hoy? Seguramente responderíamos: Uno que tenga la voluntad y la capacidad de hacer una reflexión y experimentación radical; un liderazgo que ayude a determinar nuevas imágenes de ministerio, patrones, programas y una nueva integración de las imágenes de liderazgo bíblico con las generales que nos ofrecen las ciencias humanas; un liderazgo que trabaje en una teología práctica de ministerio y de liderazgo. Necesitamos de una fe que sea relevante al tiempo que nos toca vivir, de una perspectiva dinámica del ministerio de servicio de Cristo en nuestros días; entonces para este milenio necesitamos generaciones de líderes cristianos que conozcan y entiendan el tipo de mundo y sociedad en la que viven.
La vida e historia de Jesús (siervo ungido), Nehemías (líder visionario), y Pablo (empoderador y equipador) pasan a ser paradigmas de un liderazgo trascendental (líder enviado, siervo, visionario, empoderador y equipador) buscando ser dirigidos por el Espíritu Santo en su labor de servicio, articulación de la visión, empoderamiento y capacitación de la iglesia para el cumplimiento de su misión.
El rey Salomón disemina en el libro de Proverbios su percepción de liderazgo, como lo muestra la siguiente ilustración.
Identidad del liderazgo cristiano. Toda persona que entra al liderazgo cristiano debe conocerse a sí misma, debe conocer sus motivaciones, ¿qué piensa de los demás?, y ¿cuáles son sus tentaciones más comunes?
Purkiser menciona algunas imágenes básicas que se requieren del líder cristiano: El ministerio es un llamamiento, es un pacto con Dios, es un compromiso, es una comisión, es una consagración y es un desafío.
Arquímedes dijo: “Dame una plataforma y moveré al mundo”. Una teología de liderazgo nos da la plataforma desde la que podemos influir —bajo la dirección del Espíritu Santo—, para transformar con su gracia y poder nuestro mundo languidecido y fragmentado en comunidades de fe que vivan el propósito divino.
Cuatro principios clave para el futuro del liderazgo en América Latina
1. El liderazgo cristiano trascendental del futuro tendrá una clara identidad apostólica. El liderazgo apostólico es un llamado claro de Dios para la continuación del ministerio de Cristo a través del Espíritu Santo. Esto significa que los líderes futuros asumirán formas y métodos relevantes a las formas sociales y culturales contemporáneas. Este espíritu apostólico desafiará la cultura; pero al mismo tiempo la usará en forma creativa para tocar las vidas de las personas.
2. El servicio será la acción trascendente del liderazgo futuro. Un líder siervo es un hombre o mujer que ha recibido un llamado de parte de Dios para servirle a través del poder y la guianza del Espíritu Santo. Las marcas del líder siervo son la humildad, integridad y fidelidad a las Sagradas Escrituras. Jesucristo es el modelo de acciones, actitudes y atributos del líder siervo.
3. Equipar a otras personas distinguirá al líder trascendental del futuro. El liderazgo es una relación basada en la confianza y en la credibilidad. Sin estos elementos, la gente no tomará ningún tipo de riesgos y no habrá cambio alguno. Sin cambio las organizaciones y movimientos mueren. La iglesia latinoamericana está consciente de que los estilos de liderazgo caudillistas, populistas, individualista y autoritarios deben cambiar en este nuevo siglo, si toda la Iglesia de Cristo desea concretar el mandato del Señor. Las instituciones religiosas tienen sus días contados, si cambios radicales no ocurren en los estilos de liderazgo y en los enfoques administrativos de las mismas.
4. La visión-misión guiará al liderazgo trascendental del futuro. Mi observación es que el liderazgo cristiano sufre de una falta de visión personal y corporativa institucional. Esto surge por su profundo sentido de dependencia que no permite que la gente asuma las responsabilidades de diseñar su propio destino. El sueño global de la iglesia es que un día el liderazgo cristiano pueda actuar en forma interdependiente en la búsqueda de soluciones para sus propios problemas y disfrute la libertad necesaria para crear un futuro distinto que nos lleve a terminar la misión de Dios.
Conclusiones
Hay una necesidad crítica de aceptar a los innovadores, gente que se arriesgue a tratar nuevas formas de hacer misión. Es importante que la iglesia permita que estos innovadores se equivoquen, sin que por eso se pierda la credibilidad en ellos, ni sean rechazados y marginados.
Debemos pensar en nuevas maneras más eficaces de plantar y desarrollar iglesias. Nuestras comunidades están buscando micromodelos de comunidades alternas que funcionen. Las comunidades eclesiales deben convertirse en modelos de vida que sean dignos de imitar; solidarias, sensibles al dolor y a las necesidades más profundas de la gente.
David E. Ramírez, «Liderazgo en la plantación de nuevas iglesias», en Sembremos iglesias saludables: Un acercamiento bíblico y práctico a la plantación de iglesias (Miami, FL: Universidad FLET, 2004), 620–629.