El Evangelio y la Idolatria.

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Romanos 1.16–17 LBLA
16 Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego. 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivira.
Una pregunta surge del breve bosquejo que Pablo hace en los versículos 16 y 17:
Una pregunta surge del breve bosquejo que Pablo hace en los versículos 16 y 17:
¿Por qué el justo debe vivir por fe?
¿Por qué tiene que ser una justicia recibida para estar en buena relación con Dios?
Pablo tomará del 1:18 al 3:20 para mostrarnos por qué necesitamos que Dios nos dé la justicia: porque nosotros no podemos ganarla, merecerla ni alcanzarla por nosotros mismos.
Pablo nos presentará un cuadro oscuro de la humanidad. Sin embargo, este es el telón de fondo sobre el cual la joya radiante del evangelio brilla con mucha más intensidad.

Romanos 1.18–32 LBLA
18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad; 19 porque lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. 20 Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa. 21 Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. 22 Profesando ser sabios, se volvieron necios, 23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. 24 Por consiguiente, Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos; 25 porque cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, que es bendito por los siglos. Amén. 26 Por esta razón Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la función natural por la que es contra la naturaleza; 27 y de la misma manera también los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío. 28 Y así como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen; 29 estando llenos de toda injusticia, maldad, avaricia y malicia; colmados de envidia, homicidios, pleitos, engaños y malignidad; son chismosos, 30 detractores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de lo malo, desobedientes a los padres, 31 sin entendimiento, indignos de confianza, sin amor, despiadados; 32 los cuales, aunque conocen el decreto de Dios que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también dan su aprobación a los que las practican.
romanos 1.18
Una pregunta surge del breve bosquejo que Pablo hace en los versículos 16 y 17:
¿Por qué el justo debe vivir por fe?
¿Por qué tiene que ser una justicia recibida para estar en buena relación con Dios?
Pablo tomará del 1:18 al 3:20 para mostrarnos por qué necesitamos que Dios nos dé la justicia: porque nosotros no podemos ganarla, merecerla ni alcanzarla por nosotros mismos.
Pablo nos presentará un cuadro oscuro de la humanidad. Sin embargo, este es el telón de fondo sobre el cual la joya radiante del evangelio brilla con mucha más intensidad.

La Ira es revelada

Romanos 1.18 LBLA
18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad;
este surge, de los versos 16-17
Romanos 1.16–17 LBLA
16 Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego. 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivira.
Pablo nos está mostrando que el evangelio es necesario no solo para darnos felicidad, sino porque existe algo denominado “la ira de Dios” que debo enfrentar.
La confianza, el gozo y la pasión de Pablo por el evangelio se fundamentan sobre la suposición de que, separados del evangelio, todos los seres humanos estamos bajo la ira de Dios.
Si no entiendes o no crees en la ira de Dios, el evangelio no te impactará, no te fortalecerá ni te conmoverá.
Pablo muestra que la ira de Dios (esta ira decidida, justa y recta) es una realidad presente. La ira de Dios “viene revelándose” (v 18). No dice: La ira de Dios se revelará. Dice: Se ve ahora mismo, hoy.
¿Por qué viene revelándose? y
Romanos 1.18 LBLA
18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad;
¿En qué forma viene revelándose?.
Pablo muestra que la ira de Dios (esta ira decidida, justa y recta) es una realidad presente. La ira de Dios “viene revelándose” (v 18). No dice: La ira de Dios se revelará. Dice: Se ve ahora mismo, hoy. Esto da lugar a dos preguntas: ¿Por qué viene revelándose? y ¿En qué forma viene revelándose? El resto del capítulo da sus respuestas. Obstruyendo la verdad Lo que provoca la ira de Dios es la “impiedad” y la “injusticia”. La primera habla de violar los derechos de Dios: una destrucción de nuestra relación vertical con Él. La segunda se refiere a violar los derechos humanos del amor, la verdad, la justicia, entre otros: una destrucción de las relaciones horizontales con los que nos rodean. Destruyen lo que Jesús dijo que eran los dos más grandes mandamientos: amar a Dios y amar a nuestro prójimo (). Pablo inmediatamente se anticipa a una objeción imaginaria: algunos podrían decir que muchos no saben discernir entre el bien y el mal. ¿Cómo puede Dios culpar a alguien de no conocerlo si nunca ha escuchado de Él? Pero, de hecho, todos los seres humanos saben discernir entre el bien y el mal porque conocen la verdad y, sin embargo, la obstruyen (v 18). llega al punto de decir que todos los seres humanos, en todos los lugares y en todas las épocas, han “conocido a Dios”. Todos lo han conocido porque Dios mismo “se los ha revelado [desde y en] la creación del mundo” (v 19-20). La creación nos muestra que existe un Dios de “eterno poder y […] naturaleza divina”. Todos sabemos, sin importar lo que nos digamos a nosotros mismos, que existe un Creador de quien dependemos totalmente y a quien debemos rendir cuentas. No podemos conocer todo acerca de Dios por medio de la creación (como Su amor y misericordia, por ejemplo), pero podemos deducir y sabemos que quienquiera que haya creado el universo entero es un ser de inimaginable grandeza. Y después obstruimos esa verdad. Esta es una enseñanza contracultural. Los cristianos, a quienes el Espíritu de Dios les ha mostrado la verdad acerca del Creador, muchas veces son acusados de vivir reprimidos al no comportarse como realmente son ni ser francos con el mundo que les rodea tal y como es. Pero Pablo dice que, por naturaleza propia, todos estamos reprimidos mientras obstruyamos la verdad de que existe un Creador. Y mientras obstruyamos esa verdad, nunca entenderemos quiénes somos o por qué el mundo es como es. Reconocer el derecho que el Creador tiene de ser el Gobernante no es una verdad represiva; lo que es represivo es la auto-obstrucción al vivir negando esa verdad.

Obstruyendo la verdad

Lo que provoca la ira de Dios es la “impiedad” y la “injusticia”.
Impiedad:
la impiedad consiste en la negación de Dios como criatura todopoderosa.
Es una actitud rebelde, que se opone a la sujeción y al conocimiento de Dios de una manera consciente, en contra de lo que se le debe como Creador, Sustentador y Salvador.

Es una actitud rebelde, que se opone a la sujeción y al conocimiento de Dios de una manera consciente, en contra de lo que se le debe como Creador, Sustentador y Salvador.

El maltrato innecesario e injustificado de los demás, a través de acusaciones falsas o por medio de la imposición del dolor o el castigo.

Injusticia:
El maltrato innecesario e injustificado de los demás, a través de acusaciones falsas o por medio de la imposición del dolor o el castigo.
La primera habla de violar los derechos de Dios: una destrucción de nuestra relación vertical con Él.
La segunda se refiere a violar los derechos humanos del amor, la verdad, la justicia, entre otros: una destrucción de las relaciones horizontales con los que nos rodean.
Destruyen lo que Jesús dijo que eran los dos más grandes mandamientos: amar a Dios y amar a nuestro prójimo
Marcos 12.29–31 LBLA
29 Jesús respondió: El más importante es: “Escucha, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es; 30 y amaras al Señor tu Dios con todo tu corazon, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza.” 31 El segundo es éste: “Amaras a tu projimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento mayor que éstos.
).
Pablo inmediatamente se anticipa a una objeción imaginaria: algunos podrían decir que muchos no saben discernir entre el bien y el mal. ¿Cómo puede Dios culpar a alguien de no conocerlo si nunca ha escuchado de Él? Pero, de hecho, todos los seres humanos saben discernir entre el bien y el mal porque conocen la verdad y, sin embargo, la obstruyen (v 18).
llega al punto de decir que todos los seres humanos, en todos los lugares y en todas las épocas, han “conocido a Dios”. Todos lo han conocido porque Dios mismo “se los ha revelado [desde y en] la creación del mundo” (v 19-20). La creación nos muestra que existe un Dios de “eterno poder y […] naturaleza divina”. Todos sabemos, sin importar lo que nos digamos a nosotros mismos, que existe un Creador de quien dependemos totalmente y a quien debemos rendir cuentas. No podemos conocer todo acerca de Dios por medio de la creación (como Su amor y misericordia, por ejemplo), pero podemos deducir y sabemos que quienquiera que haya creado el universo entero es un ser de inimaginable grandeza. Y después obstruimos esa verdad. Esta es una enseñanza contracultural. Los cristianos, a quienes el Espíritu de Dios les ha mostrado la verdad acerca del Creador, muchas veces son acusados de vivir reprimidos al no comportarse como realmente son ni ser francos con el mundo que les rodea tal y como es. Pero Pablo dice que, por naturaleza propia, todos estamos reprimidos mientras obstruyamos la verdad de que existe un Creador. Y mientras obstruyamos esa verdad, nunca entenderemos quiénes somos o por qué el mundo es como es. Reconocer el derecho que el Creador tiene de ser el Gobernante no es una verdad represiva; lo que es represivo es la auto-obstrucción al vivir negando esa verdad.
Para poder identifcar nuestro idolo, es que captura nuestros pensamientos, nuestro sueño, que perseguimos en nuestras vidas.
Solo preguntemos esto?
¿Por qué trabajamos?, ¿Cuál es Nuestro Anelo?, ¿Cual es nuestra Pasión?
¿Por qué

Todos adoran algo

Así que Pablo dice: “Nadie tiene excusa”. Todo ser humano conoce a Dios pero ningún ser humano glorifica a Dios ni le da gracias
Romanos 1.21 LBLA
21 Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido.
Esto suena como si la ira de Dios viniera en respuesta a los malos modales, y uno de ellos es olvidar decir “¡gracias!”.
Más bien, Pablo está diciendo que somos estafadores: tomamos lo que Dios ha hecho y lo hacemos pasar como nuestro.
No reconocemos nuestra dependencia a nuestro Creador, sino que declaramos ser independientes.
Preferimos creer la ilusión de que podemos tomar la sartén por el mango y decidir lo que está bien y lo que está mal en vez de aceptar la realidad de la que nos habla la creación.
Esto suena como si la ira de Dios viniera en respuesta a los malos modales, y uno de ellos es olvidar decir “¡gracias!”. Más bien, Pablo está diciendo que somos estafadores: tomamos lo que Dios ha hecho y lo hacemos pasar como nuestro. No reconocemos nuestra dependencia a nuestro Creador, sino que declaramos ser independientes. Preferimos creer la ilusión de que podemos tomar la sartén por el mango y decidir lo que está bien y lo que está mal en vez de aceptar la realidad de la que nos habla la creación. No somos agradecidos porque no aceptamos lo que Él ha hecho por nosotros y a nuestro alrededor. ¿Qué sucede cuando los seres humanos se niegan a reconocer y a depender de Dios como Dios? No es que dejemos de adorar; simplemente cambiamos el objeto de nuestra adoración. Pablo dice que las personas “cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles” (v 23). Vemos esta verdad otra vez en los versículos 25, 26 y (de manera implícita) 27. En vez de adorar al Dios verdadero, las personas adoraron y sirvieron “a los seres creados antes que al Creador” (v 25). Debemos adorar a algo. Fuimos creados para adorar al Creador. Entonces si lo rechazamos, simplemente adoraremos a algo más. Somos criaturas creadas para un fin, con un propósito; tenemos que vivir por algo. Tiene que haber algo que capte nuestro interés, nuestra imaginación y nuestra lealtad, algo donde pongamos nuestras esperanzas más profundas y a lo que acudamos para calmar nuestros miedos más profundos. Sea lo que eso sea, lo adoramos y, por consiguiente, lo servimos. Se convierte en nuestra razón de ser, aquello sin lo cual no podemos vivir, aquello que define y valida todo lo que hacemos. Debido a que Dios creó el mundo “muy bueno” (), todas las cosas creadas llevan este bien implícito. Es bueno cuando las encontramos admirables y las gozamos. El problema surge cuando a cualquier cosa creada se le da un afecto excesivo, el afecto definitivo que solo Dios merece y que solo Él tiene el derecho de demandar. Pablo está diciendo que al corazón humano le encanta convertir algo bueno en su dios. Este cambio en nuestra adoración y servicio deshace el orden creado por Dios. Los seres humanos son hechos de manera única y excepcional a la imagen de Dios para relacionarse con Él en Su mundo y para reflejar Su naturaleza y bondad al mundo (). En vemos que la humanidad le da la espalda a Dios y se vuelve para inclinarse ante las cosas creadas. No adoramos al Inmortal; adoramos a Sus criaturas. No adoramos al Creador; adoramos a lo creado (v 25). Desde la perspectiva de Dios este es el comportamiento de los “necios” (v 22). ¿Por qué ha sucedido esto? Porque según dice Pablo en unas cuantas palabras sumamente reveladoras en el versículo 21, al negarse a tratar a Dios como Dios y no vivir en dependencia a Él ni estar agradecidos con Él, “se extraviaron en sus inútiles razonamientos y se les oscureció su insensato corazón”. Con el fin de reprimir la verdad de que existe un Creador, la gente hace uso de incongruencias (non-sequiturs) y saltos irracionales. Ya que la verdad fundamental acerca de Dios está siendo obstruida e ignorada, la vida no se puede vivir de forma coherente. Tomemos como ejemplo la moralidad. Si no existe un Dios que tenga el derecho de decir qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, ¿cómo podemos definir los absolutos morales? Es muy arrogante decir: Esto está mal porque lo digo yo. Pero en el fondo nadie quiere decir: Esto está mal porque la sociedad lo dice. A fin de cuentas, la mayor parte de la sociedad norteamericana (y europea) pensaba que la esclavitud no era algo malo 300 años atrás. Si la moralidad se define por la mayoría, ¡la esclavitud no era algo incorrecto en ese entonces! Si no existe un Dios, no hay lugar alguno en donde podamos adjudicar la autoridad para declarar un absoluto moral. Sin embargo, nadie vive como si el bien o el mal absoluto no existiera; algunos pueden decir que sí, pero claman por justicia cuando alguien atenta contra ellos o contra sus seres queridos. Greg Bahnsen, filósofo y ministro cristiano del siglo veinte, lo expresó brillantemente en un debate (y en su libro Apologética Presuposicional): Imagina que una persona viene aquí esta noche y argumenta que “el aire no existe”, pero sigue respirando el aire mientras discute. Ahora bien, intelectualmente, los ateos siguen respirando: siguen usando la razón y sacando conclusiones científicas (lo que da por hecho un universo ordenado), siguen haciendo juicios morales (lo que da por hecho los valores absolutos) pero, en teoría, el punto de vista ateo haría imposible tal “respiración”. Están respirando el aire de Dios mientras argumentan en Su contra.
Preferimos creer la ilusión de que podemos tomar la sartén por el mango y decidir lo que está bien y lo que está mal en vez de aceptar la realidad de la que nos habla la creación.
No somos agradecidos porque no aceptamos lo que Él ha hecho por nosotros y a nuestro alrededor.
¿Qué sucede cuando los seres humanos se niegan a reconocer y a depender de Dios como Dios? No es que dejemos de adorar; simplemente cambiamos el objeto de nuestra adoración.
La idolatría es adoración mal enfocada.
Pablo dice que las personas
Romanos 1.23 LBLA
23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.
“cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles” (v 23).
Vemos esta verdad otra vez en los versículos 25, 26 y (de manera implícita) 27.
“cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles” (v 23).
Romanos 1.25–27 LBLA
25 porque cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, que es bendito por los siglos. Amén. 26 Por esta razón Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la función natural por la que es contra la naturaleza; 27 y de la misma manera también los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío.
Vemos esta verdad otra vez en los versículos 25, 26 y (de manera implícita) 27. En vez de adorar al Dios verdadero, las personas adoraron y sirvieron “a los seres creados antes que al Creador” (v 25). Debemos adorar a algo.
En vez de adorar al Dios verdadero, las personas adoraron y sirvieron “a los seres creados antes que al Creador” (v 25). Debemos adorar a algo.
En vez de adorar al Dios verdadero, las personas adoraron y sirvieron “a los seres creados antes que al Creador” (v 25). Debemos adorar a algo.

Fuimos creados para adorar al Creador.

Isaías 43.7 LBLA
7 a todo el que es llamado por mi nombre y a quien he creado para mi gloria, a quien he formado y a quien he hecho.
Entonces si lo rechazamos, simplemente adoraremos a algo más.
Somos criaturas creadas para un fin, con un propósito; tenemos que vivir por algo.
Somos criaturas creadas para un fin, con un propósito; tenemos que vivir por algo.
Somos criaturas creadas para un fin, con un propósito; tenemos que vivir por algo. Tiene que haber algo que capte nuestro interés, nuestra imaginación y nuestra lealtad, algo donde pongamos nuestras esperanzas más profundas y a lo que acudamos para calmar nuestros miedos más profundos. Sea lo que eso sea, lo adoramos y, por consiguiente, lo servimos. Se convierte en nuestra razón de ser, aquello sin lo cual no podemos vivir, aquello que define y valida todo lo que hacemos. Debido a que Dios creó el mundo “muy bueno” (), todas las cosas creadas llevan este bien implícito.
Tiene que haber algo que capte nuestro interés, nuestra imaginación y nuestra lealtad, algo donde pongamos nuestras esperanzas más profundas y a lo que acudamos para calmar nuestros miedos más profundos.
Sea lo que eso sea, lo adoramos y, por consiguiente, lo servimos.
Se convierte en nuestra razón de ser, aquello sin lo cual no podemos vivir, aquello que define y valida todo lo que hacemos.
Las sociedad a dejado de adorar imágenes o figuras, por cosas materiales, posición económica, renombre, mi gloria, mis necesidades, el ídolo más grande de nuestras vidas es el Yo, Orgullo.
Debido a que Dios creó el mundo “muy bueno” (), todas las cosas creadas llevan este bien implícito.
Fuimos creados para adorar al Creador. Entonces si lo rechazamos, simplemente adoraremos a algo más. Somos criaturas creadas para un fin, con un propósito; tenemos que vivir por algo. Tiene que haber algo que capte nuestro interés, nuestra imaginación y nuestra lealtad, algo donde pongamos nuestras esperanzas más profundas y a lo que acudamos para calmar nuestros miedos más profundos. Sea lo que eso sea, lo adoramos y, por consiguiente, lo servimos. Se convierte en nuestra razón de ser, aquello sin lo cual no podemos vivir, aquello que define y valida todo lo que hacemos. Debido a que Dios creó el mundo “muy bueno” (), todas las cosas creadas llevan este bien implícito. Es bueno cuando las encontramos admirables y las gozamos. El problema surge cuando a cualquier cosa creada se le da un afecto excesivo, el afecto definitivo que solo Dios merece y que solo Él tiene el derecho de demandar. Pablo está diciendo que al corazón humano le encanta convertir algo bueno en su dios. Este cambio en nuestra adoración y servicio deshace el orden creado por Dios. Los seres humanos son hechos de manera única y excepcional a la imagen de Dios para relacionarse con Él en Su mundo y para reflejar Su naturaleza y bondad al mundo (). En vemos que la humanidad le da la espalda a Dios y se vuelve para inclinarse ante las cosas creadas. No adoramos al Inmortal; adoramos a Sus criaturas. No adoramos al Creador; adoramos a lo creado (v 25). Desde la perspectiva de Dios este es el comportamiento de los “necios” (v 22). ¿Por qué ha sucedido esto? Porque según dice Pablo en unas cuantas palabras sumamente reveladoras en el versículo 21, al negarse a tratar a Dios como Dios y no vivir en dependencia a Él ni estar agradecidos con Él, “se extraviaron en sus inútiles razonamientos y se les oscureció su insensato corazón”. Con el fin de reprimir la verdad de que existe un Creador, la gente hace uso de incongruencias (non-sequiturs) y saltos irracionales. Ya que la verdad fundamental acerca de Dios está siendo obstruida e ignorada, la vida no se puede vivir de forma coherente. Tomemos como ejemplo la moralidad. Si no existe un Dios que tenga el derecho de decir qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, ¿cómo podemos definir los absolutos morales? Es muy arrogante decir: Esto está mal porque lo digo yo. Pero en el fondo nadie quiere decir: Esto está mal porque la sociedad lo dice. A fin de cuentas, la mayor parte de la sociedad norteamericana (y europea) pensaba que la esclavitud no era algo malo 300 años atrás. Si la moralidad se define por la mayoría, ¡la esclavitud no era algo incorrecto en ese entonces! Si no existe un Dios, no hay lugar alguno en donde podamos adjudicar la autoridad para declarar un absoluto moral. Sin embargo, nadie vive como si el bien o el mal absoluto no existiera; algunos pueden decir que sí, pero claman por justicia cuando alguien atenta contra ellos o contra sus seres queridos. Greg Bahnsen, filósofo y ministro cristiano del siglo veinte, lo expresó brillantemente en un debate (y en su libro Apologética Presuposicional): Imagina que una persona viene aquí esta noche y argumenta que “el aire no existe”, pero sigue respirando el aire mientras discute. Ahora bien, intelectualmente, los ateos siguen respirando: siguen usando la razón y sacando conclusiones científicas (lo que da por hecho un universo ordenado), siguen haciendo juicios morales (lo que da por hecho los valores absolutos) pero, en teoría, el punto de vista ateo haría imposible tal “respiración”. Están respirando el aire de Dios mientras argumentan en Su contra.
Es bueno cuando las encontramos admirables y las gozamos.
El problema surge cuando a cualquier cosa creada se le da un afecto excesivo, el afecto definitivo que solo Dios merece y que solo Él tiene el derecho de demandar.
Pablo está diciendo que al corazón humano le encanta convertir algo bueno en su dios.
Es bueno cuando las encontramos admirables y las gozamos. El problema surge cuando a cualquier cosa creada se le da un afecto excesivo, el afecto definitivo que solo Dios merece y que solo Él tiene el derecho de demandar. Pablo está diciendo que al corazón humano le encanta convertir algo bueno en su dios. Este cambio en nuestra adoración y servicio deshace el orden creado por Dios. Los seres humanos son hechos de manera única y excepcional a la imagen de Dios para relacionarse con Él en Su mundo y para reflejar Su naturaleza y bondad al mundo (). En vemos que la humanidad le da la espalda a Dios y se vuelve para inclinarse ante las cosas creadas. No adoramos al Inmortal; adoramos a Sus criaturas. No adoramos al Creador; adoramos a lo creado (v 25). Desde la perspectiva de Dios este es el comportamiento de los “necios” (v 22). ¿Por qué ha sucedido esto?
Este cambio en nuestra adoración y servicio deshace el orden creado por Dios. Los seres humanos son hechos de manera única y excepcional a la imagen de Dios para relacionarse con Él en Su mundo y para reflejar Su naturaleza y bondad al mundo.
Génesis 1.26–29 LBLA
26 Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. 27 Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra. 29 Y dijo Dios: He aquí, yo os he dado toda planta que da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que tiene fruto que da semilla; esto os servirá de alimento.
Romanos 1.23 LBLA
23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.
).
En vemos que la humanidad le da la espalda a Dios y se vuelve para inclinarse ante las cosas creadas.
No adoramos al Inmortal; adoramos a Sus criaturas.
No adoramos al Creador; adoramos a lo creado (v 25).
Desde la perspectiva de Dios este es el comportamiento de los “necios” (v 22). ¿Por qué ha sucedido esto?
Con el fin de reprimir la verdad de que existe un Creador, la gente hace uso de incongruencias (non-sequiturs) y saltos irracionales. Ya que la verdad fundamental acerca de Dios está siendo obstruida e ignorada, la vida no se puede vivir de forma coherente. Tomemos como ejemplo la moralidad. Si no existe un Dios que tenga el derecho de decir qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, ¿cómo podemos definir los absolutos morales? Es muy arrogante decir: Esto está mal porque lo digo yo. Pero en el fondo nadie quiere decir: Esto está mal porque la sociedad lo dice. A fin de cuentas, la mayor parte de la sociedad norteamericana (y europea) pensaba que la esclavitud no era algo malo 300 años atrás. Si la moralidad se define por la mayoría, ¡la esclavitud no era algo incorrecto en ese entonces! Si no existe un Dios, no hay lugar alguno en donde podamos adjudicar la autoridad para declarar un absoluto moral. Sin embargo, nadie vive como si el bien o el mal absoluto no existiera; algunos pueden decir que sí, pero claman por justicia cuando alguien atenta contra ellos o contra sus seres queridos. Greg Bahnsen, filósofo y ministro cristiano del siglo veinte, lo expresó brillantemente en un debate (y en su libro Apologética Presuposicional): Imagina que una persona viene aquí esta noche y argumenta que “el aire no existe”, pero sigue respirando el aire mientras discute. Ahora bien, intelectualmente, los ateos siguen respirando: siguen usando la razón y sacando conclusiones científicas (lo que da por hecho un universo ordenado), siguen haciendo juicios morales (lo que da por hecho los valores absolutos) pero, en teoría, el punto de vista ateo haría imposible tal “respiración”. Están respirando el aire de Dios mientras argumentan en Su contra.
Romanos 1.22 LBLA
22 Profesando ser sabios, se volvieron necios,
Porque según dice Pablo en unas cuantas palabras sumamente reveladoras en el versículo 21, al negarse a tratar a Dios como Dios y no vivir en dependencia a Él ni estar agradecidos con Él, “se extraviaron en sus inútiles razonamientos y se les oscureció su insensato corazón”. Con el fin de reprimir la verdad de que existe un Creador, la gente hace uso de incongruencias (non-sequiturs) y saltos irracionales. Ya que la verdad fundamental acerca de Dios está siendo obstruida e ignorada, la vida no se puede vivir de forma coherente. Tomemos como ejemplo la moralidad. Si no existe un Dios que tenga el derecho de decir qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, ¿cómo podemos definir los absolutos morales? Es muy arrogante decir: Esto está mal porque lo digo yo. Pero en el fondo nadie quiere decir: Esto está mal porque la sociedad lo dice. A fin de cuentas, la mayor parte de la sociedad norteamericana (y europea) pensaba que la esclavitud no era algo malo 300 años atrás. Si la moralidad se define por la mayoría, ¡la esclavitud no era algo incorrecto en ese entonces! Si no existe un Dios, no hay lugar alguno en donde podamos adjudicar la autoridad para declarar un absoluto moral. Sin embargo, nadie vive como si el bien o el mal absoluto no existiera; algunos pueden decir que sí, pero claman por justicia cuando alguien atenta contra ellos o contra sus seres queridos. Greg Bahnsen, filósofo y ministro cristiano del siglo veinte, lo expresó brillantemente en un debate (y en su libro Apologética Presuposicional): Imagina que una persona viene aquí esta noche y argumenta que “el aire no existe”, pero sigue respirando el aire mientras discute. Ahora bien, intelectualmente, los ateos siguen respirando: siguen usando la razón y sacando conclusiones científicas (lo que da por hecho un universo ordenado), siguen haciendo juicios morales (lo que da por hecho los valores absolutos) pero, en teoría, el punto de vista ateo haría imposible tal “respiración”. Están respirando el aire de Dios mientras argumentan en Su contra.
Porque según dice Pablo en unas cuantas palabras sumamente reveladoras en el versículo 21, al negarse a tratar a Dios como Dios y no vivir en dependencia a Él ni estar agradecidos con Él,
Romanos 1.21 LBLA
21 Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido.
Ya que la verdad fundamental acerca de Dios está siendo obstruida e ignorada, la vida no se puede vivir de forma coherente.
Somos idólatras. Con esa declaración estoy totalmente de acuerdo. Por otra parte, creo junto con Keller, que “la idolatría es siempre la razón por la que nunca hacemos nada malo.” Es la raíz de todos nuestros problemas.
Tomemos como ejemplo la moralidad. Si no existe un Dios que tenga el derecho de decir qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, ¿cómo podemos definir los absolutos morales? Es muy arrogante decir: Esto está mal porque lo digo yo. Pero en el fondo nadie quiere decir: Esto está mal porque la sociedad lo dice. A fin de cuentas, la mayor parte de la sociedad norteamericana (y europea) pensaba que la esclavitud no era algo malo 300 años atrás. Si la moralidad se define por la mayoría, ¡la esclavitud no era algo incorrecto en ese entonces! Si no existe un Dios, no hay lugar alguno en donde podamos adjudicar la autoridad para declarar un absoluto moral. Sin embargo, nadie vive como si el bien o el mal absoluto no existiera; algunos pueden decir que sí, pero claman por justicia cuando alguien atenta contra ellos o contra sus seres queridos. Greg Bahnsen, filósofo y ministro cristiano del siglo veinte, lo expresó brillantemente en un debate (y en su libro Apologética Presuposicional): Imagina que una persona viene aquí esta noche y argumenta que “el aire no existe”, pero sigue respirando el aire mientras discute. Ahora bien, intelectualmente, los ateos siguen respirando: siguen usando la razón y sacando conclusiones científicas (lo que da por hecho un universo ordenado), siguen haciendo juicios morales (lo que da por hecho los valores absolutos) pero, en teoría, el punto de vista ateo haría imposible tal “respiración”. Están respirando el aire de Dios mientras argumentan en Su contra.
Keller, Timothy. para Ti (Spanish Edition) (Posición en Kindle402-444). Poiema Publicaciones. Edición de Kindle.

La ira de darnos lo que queremos

La sentencia de Dios sobre la impiedad y la injusticia es que nos da lo que queremos.
Pero en el versículo 24 nos damos cuenta de qué manera la ira de Dios se está revelando en el presente. La sentencia de Dios sobre la impiedad y la injusticia es que nos da lo que queremos.
Él “los entregó a los malos deseos de sus corazones”.
Las cosas que servimos no nos van a liberar; más bien, nos controlan.
Tenemos que tenerlas. Y ya que nuestros corazones fueron hechos para centrarse en Dios, ya que Él es el único que realmente puede darnos satisfacción y significado, las otras cosas a las que servimos no nos satisfacen.
Siempre sentimos que necesitamos más o algo adicional. La tragedia de la humanidad es que luchamos y fracasamos en encontrar lo que simplemente podríamos recibir y disfrutar.
Obstruimos la verdad que nos daría libertad y satisfacción.
Romanos 1.24 LBLA
24 Por consiguiente, Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos;
La palabra que la Nueva Versión Internacional traduce como “malos deseos” (La Biblia de Las Américas usa “impureza en la lujuria” y la Reina Valera 60 usa “concupiscencia”) es epithumia. Literalmente significa un “sobredeseo”, un estímulo y un anhelo que lo controlan todo.
La palabra que la Nueva Versión Internacional traduce como “malos deseos” (La Biblia de Las Américas usa “impureza en la lujuria” y la Reina Valera 60 usa “concupiscencia”) es epithumia. Literalmente significa un “sobredeseo”, un estímulo y un anhelo que lo controlan todo.
La palabra que la Nueva Versión Internacional traduce como “malos deseos” (La Biblia de Las Américas usa “impureza en la lujuria” y la Reina Valera 60 usa “concupiscencia”) es epithumia. Literalmente significa un “sobredeseo”, un estímulo y un anhelo que lo controlan todo.
Esto es muy revelador. Al pensar que como no anhelamos las cosas “malas” no estamos pecando pero el problema principal de nuestro corazón no es tanto el deseo por las cosas malas, sino nuestro deseo excesivo por las cosas buenas: convertimos en dioses a las cosas buenas creadas; las transformamos en objetos que adoramos y servimos.
Lo peor que nos puede pasar es que Dios nos dé lo que nuestros corazones sobredesean.
Tomemos como ejemplo a un hombre que adora su profesión.
Él sirve a su carrera como algo que hará de él “un alguien”. La carrera impulsa y domina su vida; todo lo demás se amolda en torno a ella. ¡Lo peor que le puede pasar a este hombre es que le den un ascenso en su trabajo! Esto le permitirá seguir pensando que puede encontrar bendición en sus sobredeseos. Su ascenso lo convence de que esto es la “verdadera vida”. Le permite olvidar la destrucción que está haciendo en su matrimonio, en su familia y en sus amistades con el fin de ir tras su dios. Oscar Wilde lo resumió bien: “Cuando los dioses quieren castigarnos, contestan nuestras oraciones”.
Él sirve a su carrera como algo que hará de él “un alguien”. La carrera impulsa y domina su vida; todo lo demás se amolda en torno a ella.
Él sirve a su carrera como algo que hará de él “un alguien”. La carrera impulsa y domina su vida; todo lo demás se amolda en torno a ella. ¡Lo peor que le puede pasar a este hombre es que le den un ascenso en su trabajo! Esto le permitirá seguir pensando que puede encontrar bendición en sus sobredeseos. Su ascenso lo convence de que esto es la “verdadera vida”. Le permite olvidar la destrucción que está haciendo en su matrimonio, en su familia y en sus amistades con el fin de ir tras su dios. Oscar Wilde lo resumió bien: “Cuando los dioses quieren castigarnos, contestan nuestras oraciones”.
¡Lo peor que le puede pasar a este hombre es que le den un ascenso en su trabajo! Esto le permitirá seguir pensando que puede encontrar bendición en sus sobredeseos.
Su ascenso lo convence de que esto es la “verdadera vida”.
Le permite olvidar la destrucción que está haciendo en su matrimonio, en su familia y en sus amistades con el fin de ir tras su dios.
Oscar Wilde (Escritor, poeta y dramaturgo) lo resumió bien: “Cuando los dioses quieren castigarnos, contestan nuestras oraciones”.
Esta es la ira de Dios: darnos lo que deseamos demasiado y entregarnos a la búsqueda de las cosas que hemos puesto en Su lugar.
Lo peor que Dios les puede hacer a los seres humanos en el presente es dejarlos alcanzar sus metas idólatras.
Su sentencia es entregarnos al poder destructivo de la idolatría y del mal.
Cuando pecamos, estiramos y rasgamos el tejido del orden que Dios creó.
En vez de encontrar bendición, nuestro pecado provoca colapsos espirituales, psicológicos, sociales y físicos.
La gran tragedia es que escogemos esto para nosotros mismos. Dios nos permite caminar por la puerta que hemos escogido.

El Evangelio la solución a nuestra Idolatría

La solución es dejar de obstruir la verdad y alabar a Dios como Dios, depender de Él y aceptar Su derecho a gobernar sobre nosotros; es además desearlo a Él más de lo que deseamos cualquier otra cosa que haya creado.
¿En dónde encontramos la motivación, la libertad y el poder para hacer esto? Esto solo se descubre en el evangelio, donde nos damos cuenta de que, aunque por naturaleza somos impíos y malvados, en Cristo somos amados, aceptados y bendecidos.
Es cuando entendemos el evangelio, cuando valoramos que nuestro Señor es también nuestro Salvador, que llegamos a encontrar libertad para alabar al Creador. ¿Cómo sabemos que hemos entendido y recibido ese evangelio? Cuando lo que más anhelamos es alabarlo por toda la eternidad.
Keller, Timothy. para Ti (Spanish Edition) (Posición en Kindle444-468). Poiema Publicaciones. Edición de Kindle.
Keller, Timothy. para Ti (Spanish Edition) (Posición en Kindle471-477). Poiema Publicaciones. Edición de Kindle.
Romanos 1.16–17 LBLA
16 Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego. 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivira.
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