Dios todavía nos ama y nos perdona
¿Qué es el perdón?
A. ¿Qué es el perdón?
Suponga por un momento que usted necesita pedir prestados cien dólares para pagar una cuenta médica. Usted le pide a un amigo que le preste el dinero y le promete que se lo pagará al final del mes. Pero cuando llega el momento de pagar la deuda, usted no cuenta con el dinero. De hecho, no consigue juntar el dinero en los tres meses siguientes. Entonces de manera inesperada ¡su amigo decide “perdonarle” la deuda por la bondad de su corazón! Esa es una de las facetas del perdón. La Biblia dice: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley”. (Romanos 13:8)
• Perdonar es descartar una deuda.
En el Nuevo Testamento, el sustantivo griego aphesis denota “descartar” o “soltar”.
— Cuando usted ofrece perdón, retira la deuda que le debían.
— Cuando usted recibe perdón, su deuda se elimina. (Usted es liberado de cualquier obligación de pago).
— Cuando usted otorga el perdón, usted aparta la deuda de su mente.
Jesús expresó la clave del perdón cuando dijo, “Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen”. (Lucas 6:27).
• Perdonar es desechar la demanda de que los demás le paguen, especialmente cuando han fallado en cumplir sus expectativas… en cumplir una promesa… en darle un trato justo.
Jesús dijo: “Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra”. (Mateo 5:39).
• Perdonar es retirar, cancelar o liberar de alguien las consecuencias de no cumplir las normas divinas.
— La norma santa de Dios es la perfección, pero todos hemos pecado.
— La paga de nuestros pecados es la muerte espiritual (separación de Dios).
—La paga de nuestros pecados (nuestra deuda) fue cancelada por Jesús a través de su muerte sacrificial en la cruz. Por lo tanto, en vez de estar separados de Dios, él ha desechado nuestras deudas y podemos experimentar la vida eterna en el cielo.
“Todos los que en él [Jesús] creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre”.
(Hechos 10:43)
PREGUNTA: “¿Hay algún pecado que rebase la capacidad del perdón de Dios?”
RESPUESTA: No hay ningún pecado, aparte de la blasfemia contra el Espiritú Santo (Mr.3:29), que Dios no pueda perdonar. Dios promete purificarnos de toda injusticia, no solamente de los pecados específicos. Sin embargo, es necesario que primero los confesemos. (Confesar significa literalmente “estar de acuerdo”, estar de acuerdo con Dios). Si estamos de acuerdo con él acerca de nuestro pecado, no solamente reconoceremos que hemos pecado, sino que también desearemos alejarnos de nuestras maldades para volvernos a Jesús, confiando nuestras vidas en las manos de Aquel que murió por nuestras faltas.
“Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado”. (Salmos 32:5)
B. Lo que no es el perdón
Cuando se menciona la palabra perdón, muchas personas la mal interpretan. Algunos piensan que el perdón es equivalente a justificar el pecado… diciendo que lo que una vez estuvo mal, ahora está bien. Sin embargo, ese no es el ejemplo del perdón que Jesús mostró. Cuando se encontró con la multitud de hombres dispuestos a apedrear a la mujer sorprendida en adulterio, él decidió que no debían lapidarla; sin embargo, él nunca la justificó. El la conminó diciendo: “Vete, y no peques más” (Juan 8:11). Para ayudarnos a salir de esta confusión respecto al perdón, necesitamos saber exactamente ¡lo que no es!
“Oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo”.
(Proverbios 1:5)
• El perdón no es burlar la justicia de Dios.…
—Es permitir que Dios lleve a cabo su justicia en su tiempo y a su manera.
• El perdón no es esperar el “tiempo para sanar toda herida”…
— Es obvio que el tiempo no sana las heridas, algunas personas no permiten que la sanidad se logre.
• El perdón no es dejar que el culpable “se salga con la suya”…
—Es colocar la culpabilidad de la otra persona sobre Dios.
• El perdón no es lo mismo que la reconciliación…
—Se requiere de dos personas para que haya reconciliación, pero de una sola para perdonar.
• El perdón no es justificar un comportamiento pecaminoso…
—Es reconocer que un comportamiento incorrecto no tiene excusa, pero aún así perdonamos.
• El perdón no es tratar de desplazar el dolor…
—Es trabajar a través del dolor.
• El perdón no se basa sobre lo que es justo…
—No fue “justo” que Jesús fuera crucificado, pero él lo hizo para que nosotros pudiéramos recibir el perdón.
• El perdón no es ser un mártir debilucho…
—Es ser lo suficientemente fuerte como para asemejarnos a Cristo.
• El perdón no es reprimir y almacenar la ira…
—Es resolver la ira entregando la ofensa a Dios.
• El perdón no es una respuesta natural…
—Es una respuesta sobrenatural que se toma en las fuerzas de Dios.
• El perdón no es negar el dolor…
—Es sentir ese dolor y soltarlo.
• El perdón no es ponerse como tapete de los demás…
—Eso equivale a pensar, que si fuera posible, entonces Jesús fue el tapete ¡más grande de todos!
• El perdón no es condicional…
—Es incondicional, es un mandato de Dios para todos.
• El perdón no es olvidar…
—Es necesario recordar antes de poder perdonar.
• El perdón no es un sentimiento…
—Es un acto de la voluntad, es una decisión.
La mujer adúltera fue sorprendida “en el acto” y los hombres tenían listas las piedras para apedrearla hasta la muerte. El castigo para el adulterio era claro: debían matar a los adúlteros por medio de la lapidación. Jesús desafió a los verdugos pidiéndoles que examinaran sus corazones antes de condenar el comportamiento de aquella mujer. El miró más allá de la falta, vio su necesidad. Ella necesitaba conocer el amor de Dios que transforma vidas. De manera inesperada Jesús le otorgó un regalo invaluable, su misericordia y perdón. (Véase Juan 8:3–11).
Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”.
(Juan 8:11)
PREGUNTA: “No tengo ganas de perdonar, ¿cómo me pueden pedir que perdone? Eso no me parece correcto”.
RESPUESTA: El perdón no está basado en un sentimiento, sino en el hecho de que a nosotros, todos nosotros, Dios nos ha llamado a perdonar. El perdón no es una emoción, sino un acto de la voluntad. Por lo tanto, si lo que “parece correcto” está basado en los sentimientos, ¡puede equivocarse fácilmente!
“Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”. (Proverbios 14:12)
C. ¿Qué significa perdonar a los demás?
Imagínese que usted es un atleta y debe competir en una carrera de las Olimpiadas. Usted tiene puestos los zapatos correctos, los pantalones cortos correctos y la playera correcta. Sin embargo, hay algo que está muy mal. En su tobillo lleva puesta una ¡bola de acero y una cadena negra muy pesadas! El peso es grande, no se puede correr así y ni siquiera podría calificar para la carrera. Sería muy bueno encontrar la manera de liberarse de ese peso… pero usted no tiene la llave para abrir la cadena.
De pronto, el día de la carrera para clasificar usted recibe la noticia de que ya tiene la llave que le abrirá paso a la libertad. Rápidamente, se libera de aquel peso y ¡qué sensación de libertad! Es como si aquella bola negra se convirtiera de manera milagrosa en un enorme globo de helio. La carga está liberada… El globo se suelta… El peso es enviado lejos. Antes de ese momento nadie le había dicho que la falta de perdón era como aquella bola negra que lo tenía atado. Ahora que ya sabe que el perdón es una de las claves principales de la libertad, puede correr la carrera… y de hecho, terminarla con toda libertad.
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”.
(Hebreos 12:1)
• Perdonar significa soltar el resentimiento que se siente por el ofensor.
En el Nuevo Testamento, el verbo griego aphiemi significa principalmente “enviar lejos”, en otras palabras es “perdonar, enviar lejos o soltar el castigo cuando alguien nos hace algún daño”. Eso implica que necesitamos…
—Dejar ir nuestro derecho a que nos pidan perdón
—Dejar ir nuestro derecho a amargarnos
—Dejar ir nuestro derecho de vengarnos
“No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres”.
(Romanos 12:17)
• Perdonar significa renunciar a los derechos sin importar el tipo de ofensa.
—Renunciar al derecho de seguir sintiendo la ofensa
—Renunciar al derecho de aferrarnos a la ofensa
—Renunciar al derecho de volver a hablar una y otra vez de la ofensa
“El que ama la disputa, ama la transgresión; y el que abre demasiado la puerta busca su ruina”.
(Proverbios 17:9)
• Perdonar es reflexionar en el carácter de Dios. Así como Dios nos perdona, él nos llama a perdonar a los demás.
—Perdonar es otorgar misericordia.
—Perdonar es dar el regalo de la gracia.
—Perdonar es liberar al ofensor.
Jesús enseñó a sus discípulos a orar así:
“Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”
(Mateo 6:12).
PREGUNTA: “¿Qué puedo hacer cuando no tengo ganas de perdonar?”
RESPUESTA: Cuando no tenga ganas de hacer algo que sabe que debe hacer, haga una evaluación de sus pensamientos. Ciertamente usted no puede controlar a su ofensor, pero sí puede controlar lo que piensa acerca de quienes lo ofenden. Dios nos da muchos consejos acerca de los pensamientos que debemos erradicar de nuestra mente. Imagínese que la Biblia es como un “colador de pensamientos”, es decir, como una herramienta que nos ayuda a filtrar las cosas que no debemos permitir que entren a nuestra mente. Evalúe sus pensamientos acerca de los que lo ofenden. Recuerde: Sus pensamientos producen sus sentimientos. ¿Acaso sus pensamientos fluyen naturalmente a través del “colador de pensamientos” en el texto siguiente? Si no, atrápelos antes de que se cuelen y ¡erradíquelos! Cuando escoge con cuidado aquello en lo cual va a pensar, sus emociones comienzan a alinearse y de manera gradual comenzará a sentir el deseo de perdonar.
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. (Filipenses 4:8)
D. ¿Es lo mismo el perdón que la reconciliación?
No. El perdón no es lo mismo que la reconciliación. El perdón se enfoca en la ofensa, mientras que la reconciliación tiene su enfoque en la relación. El perdón no requiere de una relación. Sin embargo, la reconciliación sí requiere de una relación en la que dos personas, de común acuerdo, caminan juntas hacia una misma meta. La Biblia dice:
“¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”
(Amós 3:3)
• El perdón puede producirse con una sola persona.
—La reconciliación requiere de al menos dos personas.
• El perdón es de una sola vía.
—La reconciliación es recíproca… de dos vías.
• El perdón es una decisión de liberar al ofensor.
—La reconciliación es un esfuerzo por reunirse con el ofensor.
• El perdón involucra un cambio de pensar acerca del ofensor.
—La reconciliación involucra un cambio en el comportamiento del ofensor.
• El perdón es un regalo para el que ha traicionado su confianza.
—La reconciliación es una relación restaurada basada en la confianza recuperada.
• El perdón se otorga inmerecidamente.
—La reconciliación se ofrece al ofensor porque éste se la ha ganado.
• El perdón es incondicional haya o no arrepentimiento.
—La reconciliación está condicionada al arrepentimiento.
PREGUNTA: “Después de haber perdonado a alguien, ¿se tiene que buscar la reconciliación?”
RESPUESTA: La respuesta es a veces sí y a veces no. La mayoría del tiempo Dios desea que nos reconciliemos. Segunda Corintios 5:18 dice: “Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo… nos dio el ministerio de la reconciliación”.
Sin embargo, en ocasiones no es prudente buscar la restauración de la relación, como en el caso de un adúltero o con alguien que cometió abuso sexual. Primera de Corintios 15:33 dice: “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”. Por ejemplo, si un esposo está descontrolado por la ira y rechaza cualquier ayuda para controlar su temperamento violento, la esposa necesita hacer suyo este versículo y salir de esa peligrosa situación hasta que él busque consejería o que haya cambios duraderos en su estilo de vida.
“No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos”. (Proverbios 22:24)
Una gran pregunta
Nos cuenta una historia de un hombre que le debía una cantidad enorme de dinero a su señor, y “no podía pagar”; no obstante, llegada la hora de hacer cuentas, su señor tuvo compasión de él y “le soltó y le perdonó la deuda”. Nos cuenta que este mismo hombre, después de haber sido perdonado, se negó a perdonarle a un consiervo una deuda de una cantidad irrisoria; llegó hasta a meterlo en prisión, y no quiso reducir su demanda en lo más mínimo. Nos cuenta cómo se libró del castigo este hombre perverso y cruel, quien, tras haber recibido misericordia, sin duda debiera haber mostrado misericordia a los demás. Finalmente, termina la parábola con las impactantes palabras: “Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas”.
no podrían apreciar un hogar cuyo único título de propiedad es “la misericordia”, y donde “la misericordia” es el tema de los cánticos eternamente. Sin duda, si deseamos ser puestos a la derecha de Jesús cuando se siente en el trono de su gloria, debemos aprender, mientras estemos sobre la Tierra, a perdonar.