PREOCUPACIÓN TRANSPARENTE
Retratar a un creyente que deseaba ser útil al Señor por encima de todo. Utilizar las cualidades de Nehemías para poner a prueba el nivel espiritual de cada creyente.
INTRODUCCIÓN:
Comienza la lección describiendo el esplendor del palacio del rey Artajerjes en Susa. De entre todos los nobles ricamente ataviados que había en la corte, nuestra “cámara” enfoca al copero del Rey. Explica que Nehemías era, al igual que Daniel, un judío que vivía en el exilio, pero que tenía el privilegio de ser un funcionario al servicio del Rey, y de gozar de su confianza y del respeto de todos. Para este monarca persa, rodeado de personas que conspiraban contra él y planeaban derrocarle, era esencial que su consejero más cercano fuera alguien completamente digno de confianza. El Rey, pues, recurrió a un hombre que amaba y servía al Señor. Por lo general, un extranjero como Nehemías se habría sentido satisfecho y feliz con su posición, disfrutando como lo hacía del favor de un hombre tan poderoso, y viviendo en el esplendor de una corte tan fabulosa. Pero pronto descubriremos que su corazón y sus pensamientos estaban en otro lugar, muy lejos de allí.
Introducción. Comienza la lección describiendo el esplendor del palacio del rey Artajerjes en Susa. De entre todos los nobles ricamente ataviados que había en la corte, nuestra “cámara” enfoca al copero del Rey. Explica que Nehemías era, al igual que Daniel, un judío que vivía en el exilio, pero que tenía el privilegio de ser un funcionario al servicio del Rey, y de gozar de su confianza y del respeto de todos. Para este monarca persa, rodeado de personas que conspiraban contra él y planeaban derrocarle, era esencial que su consejero más cercano fuera alguien completamente digno de confianza. El Rey, pues, recurrió a un hombre que amaba y servía al Señor. Por lo general, un extranjero como Nehemías se habría sentido satisfecho y feliz con su posición, disfrutando como lo hacía del favor de un hombre tan poderoso, y viviendo en el esplendor de una corte tan fabulosa. Pero pronto descubriremos que su corazón y sus pensamientos estaban en otro lugar, muy lejos de allí.
¡Malas noticias! Cuenta cómo llegó a la ciudad de Susa un grupo de judíos procedentes de Jerusalén. Algunos años antes, otro gobernante había permitido que una gran comitiva de cautivos judíos volviera de Babilonia a Jerusalén. Bajo la dirección de Esdras, habían reparado el Templo. Nehemías se había alegrado al enterarse de ello, y esperaba oír que el resto de la ciudad también había sido restaurada, incluidos sus muros y sus puertas. Le dolía profundamente pensar que la ciudad de Dios estaba arrasada, y que sus enemigos insultaran a los habitantes y al mismísimo Dios. Nehemías había soñado con el día en que Dios manifestaría su poder por medio de su pueblo y haría que Jerusalén estuviese a salvo y prosperara de nuevo. Las maravillas del palacio de Susa no significaban nada para él en comparación con el bien de Jerusalén, donde Dios había hablado en tantas ocasiones a la raza humana. Imagina su tristeza cuando oyó de labios de estos visitantes que Jerusalén seguía estando en deshonra, con los muros quemados y reducidos a un montón de escombros. Al terminar la restauración del Templo, los obreros judíos habían perdido el entusiasmo por la obra y se habían establecido en sus casas y granjas. Ahora eran muy pobres y sufrían muchas humillaciones de parte de los babilonios que se habían instalado en la región, que los odiaban.
¡Noches de insomnio! Describe la reacción de Nehemías ante tales noticias. En vez de encogerse de hombros y pensar que esta información se refería a un lugar muy lejano, su corazón se hizo pedazos. Ya no podía comer ni dormir. Derramó su corazón ante Dios en oración y suplicó su ayuda (cf. Nehemías 1:4–11). Muestra a la clase que esta es una señal que demuestra que alguien es un verdadero creyente en Jesús. Un cristiano de verdad ama al Señor y pone su obra muy por encima de su bienestar personal. Los cristianos quieren que el Evangelio se proclame a todas las personas. Se preocupan más por el éxito de la obra de Dios que por sus propios asuntos. Hasta en lo que se refiere a cosas prácticas, pintarían y decorarían la casa del Señor antes que la suya propia.
Explica que uno de los primeros indicios de que el Espíritu de Dios ha comenzado a obrar en nuestro corazón es el sentimiento de que amamos nuestra escuela dominical y queremos estar allí con tanta frecuencia como podamos. Ya no se trata de una tarea o de un deber, sino de algo que deseamos más que ninguna otra cosa. Pregunta a los niños si les ha ocurrido algo así.
¡Oraciones fervientes! Compara la oración de Nehemías con las oraciones literales que se recitan en muchas asambleas escolares. Muestra que Nehemías realmente sentía lo que oraba. Sus lágrimas y su ayuno eran señales verdaderas de ello. Podemos ver que Nehemías oraba por todas sus pruebas. Cuando el Rey le retó a que le explicara por qué se mostraba tan triste en su presencia (algo que se consideraba como un gran insulto para un rey de aquellos días, y que podía implicar un castigo severo), Nehemías comentó al Rey su preocupación por Jerusalén y oró silenciosamente a Dios pidiéndole ayuda
I.- ¡MALAS NOTICIAS!
Cuenta cómo llegó a la ciudad de Susa un grupo de judíos procedentes de Jerusalén. Algunos años antes, otro gobernante había permitido que una gran comitiva de cautivos judíos volviera de Babilonia a Jerusalén. Bajo la dirección de Esdras, habían reparado el Templo. Nehemías se había alegrado al enterarse de ello, y esperaba oír que el resto de la ciudad también había sido restaurada, incluidos sus muros y sus puertas. Le dolía profundamente pensar que la ciudad de Dios estaba arrasada, y que sus enemigos insultaran a los habitantes y al mismísimo Dios. Nehemías había soñado con el día en que Dios manifestaría su poder por medio de su pueblo y haría que Jerusalén estuviese a salvo y prosperara de nuevo. Las maravillas del palacio de Susa no significaban nada para él en comparación con el bien de Jerusalén, donde Dios había hablado en tantas ocasiones a la raza humana. Imagina su tristeza cuando oyó de labios de estos visitantes que Jerusalén seguía estando en deshonra, con los muros quemados y reducidos a un montón de escombros. Al terminar la restauración del Templo, los obreros judíos habían perdido el entusiasmo por la obra y se habían establecido en sus casas y granjas. Ahora eran muy pobres y sufrían muchas humillaciones de parte de los babilonios que se habían instalado en la región, que los odiaban.
II.- ¡NOCHES DE INSOMNIO!
Describe la reacción de Nehemías ante tales noticias. En vez de encogerse de hombros y pensar que esta información se refería a un lugar muy lejano, su corazón se hizo pedazos. Ya no podía comer ni dormir. Derramó su corazón ante Dios en oración y suplicó su ayuda (cf. Nehemías 1:4–11). Muestra a la clase que esta es una señal que demuestra que alguien es un verdadero creyente en Jesús. Un cristiano de verdad ama al Señor y pone su obra muy por encima de su bienestar personal. Los cristianos quieren que el Evangelio se proclame a todas las personas. Se preocupan más por el éxito de la obra de Dios que por sus propios asuntos. Hasta en lo que se refiere a cosas prácticas, pintarían y decorarían la casa del Señor antes que la suya propia.
Explica que uno de los primeros indicios de que el Espíritu de Dios ha comenzado a obrar en nuestro corazón es el sentimiento de que amamos nuestra escuela dominical y queremos estar allí con tanta frecuencia como podamos. Ya no se trata de una tarea o de un deber, sino de algo que deseamos más que ninguna otra cosa. Pregunta a los niños si les ha ocurrido algo así.
III.- !ORACIONES FERVIENTES¡
Compara la oración de Nehemías con las oraciones literales que se recitan en muchas asambleas escolares. Muestra que Nehemías realmente sentía lo que oraba. Sus lágrimas y su ayuno eran señales verdaderas de ello. Podemos ver que Nehemías oraba por todas sus pruebas. Cuando el Rey le retó a que le explicara por qué se mostraba tan triste en su presencia (algo que se consideraba como un gran insulto para un rey de aquellos días, y que podía implicar un castigo severo), Nehemías comentó al Rey su preocupación por Jerusalén y oró silenciosamente a Dios pidiéndole ayuda.
El Rey dio permiso a Nehemías para volver a Jerusalén, y le brindó apoyo material. Dio una hermosa respuesta a Nehemías, que supo que esto se debía a que el Señor había anulado la mente del Rey, y atribuyó el gesto a “la benéfica mano de mi Dios sobre mí” (Nehemías 2:8). Di a la clase que todos los cristianos reciben respuestas a sus oraciones, y que con frecuencia quedan abrumados por la forma en que Dios influye sobre todo tipo de circunstancias a favor de ellos
IV.- ¡UNA TAREA INMENSA!
Una vez llegó a Jerusalén armado con cartas y materiales, Nehemías no perdió tiempo e inspeccionó cuidadosamente las ruinas del muro de la ciudad (cf. CV 10, p. 168). Luego reunió a todo el pueblo y los estimuló a que todos se pusieran a trabajar con urgencia (cf. Nehemías 2:17–18). Inmediatamente después de haber conseguido convencer a los habitantes y a los líderes de que debían comenzar con la obra, el enemigo empezó a protestar. Pero la reedificación prosiguió, y tenemos (en el capítulo 3) un relato detallado de cómo todos y cada uno, desde los sacerdotes hasta los joyeros, y desde los gobernantes hasta los perfumistas, se pusieron manos a la obra.
V.- ¡TRABAJO DURO!
Comenta a la clase que a menudo en el transcurso de la Historia Dios ha empujado a su pueblo a emprender grandes obras. En sus incesantes esfuerzos por el Evangelio, muchos hombres han trabajado durante más horas y han recorrido muchos más kilómetros de los que la gente del mundo creería posible. Da ejemplos de hombres como John Wesley, que visitó a caballo prácticamente todas las ciudades de Gran Bretaña. Asimismo, háblales del extraordinario Dr. Baedeker, quien, a pesar de padecer una enfermedad de pulmón y una grave desviación de columna, viajó miles de kilómetros a través de Siberia a finales del siglo XIX, para predicar el Evangelio a los prisioneros rusos que vivían en una situación de pobreza desesperada. Una de las características de los verdaderos creyentes es que desean agradar al Señor sirviéndole con energía.
VI.- CONCLUSIÓN:
Da una pista a la clase con respecto al drama que veremos en la lección de la próxima semana, cuando los enemigos lanzarán un ataque tras otro en un intento de impedir que la obra prosiga. Revisa los puntos principales de la lección de la próxima semana, aplicando cada uno de ellos al corazón del individuo.
(1) Nehemías era distinto. Aun estando en una rica corte extranjera, destacó como un hombre en el que se podía confiar. Aunque estaba lejos de la casa de Dios, fue fiel al Señor. ¿Ha cambiado el Señor tu carácter y te ha convertido, de modo que le seas fiel dondequiera que te encuentres? ¿Eres capaz, con su ayuda, de representarle en casa, en la escuela, y aun en los casos en que, como a Nehemías, la idea te llene de temor?
(2) El corazón de Nehemías era del Señor. Los verdaderos cristianos aman al Señor porque Él los amó primero y dio su vida por ellos (cf. 1 Juan 4:19). Están mucho más preocupados por su casa y su obra que por su propio bienestar. ¿Te sientes tú de ese modo? De no ser así, pide al Señor que te ayude, como hizo Nehemías.
(3) Nehemías oró de verdad. ¿Has aprendido a orar? ¿Significan tus palabras realmente lo que dices? ¿Son tus oraciones rápidas, informales y egoístas? ¿O quizá, al igual que Nehemías, oras sincera y fervientemente pidiendo cosas espirituales importantes, como el perdón de tus pecados y la ayuda de Dios para poder representarle? ¿Oras por tus padres y amigos, para que puedan llegar a conocer al Señor?
Algunas lecciones acerca de la oración. Con las clases de los más mayores, lee la oración de Nehemías y señala:
(a) Cómo se preparó Nehemías para orar.
(b) Que Nehemías recordó que estaba orando a un gran Dios poderoso que odia y castiga el pecado. Pero también recordó que el Señor es bueno y misericordioso, dispuesto a perdonar a todos los que sienten verdadero pesar por su pecado y le entregan su vida a Él. Recuerda a los niños que deberían acordarse siempre de cómo es Dios cuando le hablen: grande y santo, pero también amoroso y misericordioso.
(c) Cómo se arrepintió Nehemías de su pecado: le dijo al Señor cuánto le afligía su pecado y cómo le dolían sus consecuencias. Cuando oremos, también debemos mostrar una tristeza real por nuestro pecado y por el daño que ha causado.
(d) Que Nehemías reclamó las bondadosas promesas de Dios reflejadas en su Palabra (dada a Moisés) en cuanto a que Él volvería a bendecir y a ayudar a su pueblo si este volvía a Él arrepentido. La promesa divina de perdonarnos se cumplió en una persona, el Señor Jesucristo, que vino a morir por nuestro pecado. Podemos estar seguros de que, si venimos en el nombre de Cristo, Dios nos oirá, y responderá nuestras oraciones por amor a Él.
(e) Nehemías acudió al Señor en busca de ayuda. Sabía que solo Dios podía influir sobre los actos del poderoso Artajerjes, y se limitó a explicar simple y brevemente su gran necesidad, confiando en que el Señor actuaría. Exhorta a tus alumnos para que vayan al Señor en busca de ayuda cuando necesiten valor para dar testimonio delante de personas que tal vez los amenacen o se burlen de ellos. Asegura a los niños que, si oran en este espíritu, el Señor, que “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (Efesios 3:20), responderá sus oraciones como hizo con la de Nehemías.