Saludos a Filemon
Introduccion
C.S. Lewis calificó a la carta a Filemón como “la expresión humana más bella e intensa de todas las epístolas de Pablo, llena de encanto y belleza”. Otros la han descrito como la “carta más caballerosa que jamás se haya escrito”.
En una ocasión Lutero dijo enfáticamente que “Somos los Onésimos de Cristo, restaurados por Cristo, quien al renunciar a sus derechos, obligó al Padre a que desistiera de su ira.”
Verso 1
Ella también había sido agraviada cuando Onésimo se les escapó, de modo que era necesario que ella también estuviera dispuesta a hacer una buena recepción al esclavo que iba a regresar.
La esposa de Filemón, ciertamente, necesitaba ser de la misma mente que su marido en cuanto a recibir al siervo fugitivo; de otra manera, habría sido un gran obstáculo en cuanto a esta reconciliación.
En nuestra generación, con frecuencia se le acusa a Pablo de machista, cuando no de misógino. Se dice de él que no era sensible a las mujeres ni las apreciaba debidamente. Pero aquí hay una pequeña evidencia de que tenía una gran sensibilidad en cuanto a la situación de la mujer. Habría sido normal en aquella época que él hubiese escrito a Filemón sin mencionar siquiera a su esposa. Lejos de eso, no solamente la saluda sino parece ser consciente de las heridas que Apia podría haber recibido por causa de Onésimo y la incluye como alguien que, como Filemón, necesita practicar el amor y el perdón.
El problema del esclavo fugitivo debía ser resuelto por Filemón, pero la congregación no era ajena a la actitud de un miembro prominente. Si su acción hubiera resultado escandalosa, la iglesia debería haber salido de la casa que la alojaba. El saludo de Pablo implicaba cierto grado de participación de todo el grupo en los actos de sus líderes.
En la iglesia de Cristo incluso los asuntos personales tienen siempre una dimensión comunitaria.