1 Semana Breviario

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Primera semana

DOMINGO I

 

I vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Los pueblos que marchan y luchan

con firme tesón

aclamen al Dios de la vida.

Cantemos hosanna que viene el Señor.

Agiten laureles y olivos,

es Pascua de Dios,

mayores y niños repitan:

«Cantemos hosanna que viene el Señor.»

Jesús victorioso y presente

ofrece su don

a todos los justos del mundo.

Cantemos hosanna que viene el Señor.  

Resuenen en todo camino

de paz y de amor

alegres canciones que digan:

«Cantemos hosanna que viene el Señor.»

Que Dios, Padre nuestro amoroso,

el Hijo y su Don

a todos protejan y acojan,

Cantemos hosanna que viene el Señor. Amén.

 

SALMODIA

Ant. 1. Suba mi oración, Señor, como incienso en tu presencia.

Salmo 140, 1‑9

ORACIÓN ANTE EL PELIGRO

El humo del incienso subió a la presencia de Dios, de mano del ángel, en representación de las oraciones de los santos. (Ap 8, 4)

Señor, te estoy llamando, ven de prisa,

escucha mi voz cuando te llamo.

Suba mi oración como incienso en tu presencia,

el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.

Coloca, Señor, una guardia en mi boca,

un centinela a la puerta de mis labios;

no dejes inclinarse mi corazón a la maldad,

a cometer crímenes y delitos;

ni que con los hombres malvados

participe en banquetes.

Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda,

pero que el ungüento del impío no perfume

mi cabeza;

yo opondré mi oración a su malicia.

Sus jefes cayeron despeñados,

aunque escucharon mis palabras amables;

como una piedra de molino, rota por tierra,

están esparcidos nuestros huesos a la boca de

la tumba.

Señor, mis ojos están vueltos a ti,

en ti me refugio, no me dejes indefenso;

guárdame del lazo que me han tendido,

de la trampa de los malhechores.

Ant. Suba mi oración, Señor, como incienso en tu presencia.

Ant. 2. Tú eres mi refugio y mi heredad, Señor, en el país de la vida.

Salmo 141

ORACIÓN DEL HOMBRE ABANDONADO: TÚ ERES MI REFUGIO

Todo lo que describe el salmo se realizó en el Señor durante su pasión. (S. Hilario)

A voz en grito clamo al Señor,

a voz en grito suplico al Señor;

desahogo ante él mis afanes,

expongo ante él mi angustia,

mientras me va faltando el aliento.

Pero tú conoces mis senderos,

y que en el camino por donde avanzo

me han escondido una trampa.

Me vuelvo a la derecha y miro:

nadie me hace caso;

no tengo adónde huir,

nadie mira por mi vida.

A ti grito, Señor;

te digo: «Tú eres mi refugio

Y mi heredad en el país de la vida.»

Atiende a mis clamores,

que estoy agotado;

líbrame de mis perseguidores,

que son más fuertes que yo.

Sácame de la prisión,

y daré gracias a tu nombre:

me rodearán los justos

cuando me devuelvas tu favor.

Ant. Tú eres mi refugio y mi heredad, Señor, en el país de la vida.

Ant. 3. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre  todo, por los siglos de los siglos.

Cántico                      Flp 2, 6‑11

CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL

Cristo, a pesar de su condición divina,

no hizo alarde de su categoría de Dios,

al contrario, se anonadó a sí mismo,

y tomó la condición de esclavo,

pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,

se rebajó hasta someterse incluso a la muerte

y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo

y le concedió el «Nombre‑ sobre‑todo‑nombre»;

de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble

en el cielo, en la tierra, en el abismo

y toda lengua proclame:

Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Ant. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo, por los siglos de los siglos.

 

LECTURA BREVE               Rm 11, 33‑36

¡Qué abismo de riqueza es la sabiduría y ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus juicios y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién ha conocido jamás la mente del Señor? ¿Quién ha sido su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? É1 es origen, camino y término de todo. A él la gloria por los siglos. Amén.

 

RESPONSORIO BREVE

V.    Cuántas son tus obras, Señor.  

R.    Cuántas son tus obras, Señor.  

V.    Y todas las hiciste con sabiduría.

R.    Tus obras, Señor.  

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R.    Cuántas son tus obras, Señor.  

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Proclama mi alma la grandeza del señor, porque Dios ha mirado mi humillación.

.

Cántico de la Santísima Virgen María

Lc 1, 46-55

ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

PRECES

Glorifiquemos a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y supliquémosle diciendo:

                     Escucha a tu pueblo, Señor.  

Padre todopoderoso, haz que abunde en la tierra la justicia

y que tu pueblo se alegre en la paz.

Que todos los pueblos entren a formar parte de tu reino

y que el pueblo judío sea salvado.

Que los esposos cumplan tu voluntad, vivan en concordia

y que sean siempre fieles a su mutuo amor.

Recompensa, Señor, a nuestros bienhechores

y concédeles la vida eterna.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Acoge con amor a los que han muerto víctimas del odio, de la violencia o de la guerra

y dales el descanso eterno.

Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro.

Oración

Señor, atiende benignamente las súplicas de tu pueblo; danos luz para reconocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén

 

CONCLUSIÓN

V.    El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R.    Amén.

 

 

oficio de lectura

Si el Oficio de lectura es la primera celebración del día:

V.    Señor, abre mis labios.

R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

A continuación se dice el salmo del Invitatorio:

Salmo 94

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las cimas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes.

Suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:

"No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto:

cuando vuestros padres me pusieron a prueba,

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras."

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

"Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Si antes del Oficio de lectura se ha celebrado ya alguna otra hora:

V.   Dios mío, ven en mi auxilio.

R.   Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Primicias son del sol de su Palabra

las luces fulgurantes de este día;

despierte el corazón, que es Dios quien llama,

y su presencia es la que ilumina.

Jesús es el que viene y el que pasa

en Pascua permanente entre los hombres,

resuena en cada hermano su palabra,

revive en cada vida sus amores.

Abrid el corazón, es él quien llama

con voces apremiantes de ternura;

venid: habla, Señor, que tu palabra

es vida y salvación de quien la escucha.

El día del Señor, eterna Pascua,

que nuestro corazón inquieto espera,

en ágape de amor ya nos alcanza,

solemne memorial en toda fiesta.

Honor y gloria al Padre que nos ama,

y al Hijo que preside esta asamblea,

cenáculo de amor le sea el alma,

su Espíritu por siempre sea en ella. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.

Salmo 1

LOS DOS CAMINOS DEL HOMBRE

Felices los que poniendo su esperanza en la cruz, se sumergieron en las aguas del bautismo.

Dichoso el hombre

que no sigue el consejo de los impíos,

ni entra por la senda de los pecadores,

ni se sienta en la reunión de los cínicos;

sino que su gozo es la ley del Señor,

y medita su ley día y noche.

Será como un árbol

plantado al borde de la acequia:

da fruto en su sazón

y no se marchitan sus hojas;

y cuanto emprende tiene buen fin.

No así los impíos, no así;

serán paja que arrebata el viento.

En el juicio los impíos no se levantarán,

ni los pecadores en la asamblea de los justos;

porque el Señor protege el camino de los justos,

pero el camino de los impíos acaba mal.

Ant. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.

Ant. 2. Yo mismo he establecido a mi rey en Sión, mi monte santo.

Salmo 2

¿POR QUÉ SE AMOTINAN LAS NACIONES?

Verdaderamente se aliaron contra su santo siervo Jesús, tu Ungido. (Hch 4, 27)

¿Por qué se amotinan las naciones,

y los pueblos planean un fracaso?

Se alían los reyes de la tierra,

los príncipes conspiran

contra el Señor y contra su Mesías:

"rompamos sus coyundas,

sacudamos su yugo".

El que habita en el cielo sonríe,

el Señor se burla de ellos.

Luego les habla con ira,

los espanta con su cólera:

"yo mismo he establecido a mi Rey

en Sión, mi monte santo".

Voy a proclamar el decreto del Señor;

El me ha dicho:

"Tú eres mi hijo:

yo te he engendrado hoy.

Pídemelo:

te daré en herencia las naciones,

en posesión, los confines de la tierra:

los gobernarás con cetro de hierro,

los quebrarás como jarro de loza".

Y ahora, reyes, sed sensatos;

escarmentad, los que regís la tierra:

servid al Señor con temor,

rendidle homenaje temblando;

no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,

porque se inflama de pronto su ira.

¡Dichosos los que se refugian en él!

Ant. Yo mismo he establecido a mi rey en Sión, mi monte santo.

Ant. 3. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.

Salmo 3

CONFIANZA EN MEDIO DE LA ANGUSTIA

Durmió el Señor el sueño de la muerte y resucitó del sepulcro porque el Padre fue su ayuda. (S. Ireneo)

Señor, cuántos son mis enemigos,

cuántos se levantan contra mí;

cuántos dicen de mí:

"ya no lo protege Dios".

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,

tú mantienes alta mi cabeza.

Si grito invocando al Señor,

El me escucha desde su monte santo.

Puedo acostarme y dormir y despertar:

el Señor me sostiene.

No temeré al pueblo innumerable

que acampa a mi alrededor.

Levántate, Señor;

sálvame, Dios mío:

tú golpeaste a mis enemigos en la mejilla,

rompiste los dientes de los malvados.

De ti, Señor, viene la salvación

y la bendición sobre tu pueblo.

Ant. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.

 

VERSÍCULO

V. La palabra de Cristo habite con toda riqueza en vosotros.

R. Exhortándoos mutuamente con toda sabiduría.

 

LECTURAS

HIMNO FINAL

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,

a ti nuestra alabanza,

a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran

y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,

Dios del universo;

llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,

la multitud de los profetas te enaltece,

y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,

por todos los confines extendida

con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,

Hijo eterno, unigénito de Dios,

Santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,

tú el Hijo y Palabra del Padre,

tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,

tornaste la condición de esclavo

en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte

y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,

inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,

como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor

de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,

con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,

y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,

y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos

y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,

guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,

ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,

no quede yo nunca defraudado.

 

Oración

La oración se toma del Oficio del día

 

CONCLUSIÓN

V.   Bendigamos al Señor.  

R.   Demos gracias a Dios.

laudes

Si Laudes es la primera celebración del día:

V.   Señor, abre mis labios.

R.   Y mi boca proclamará tu alabanza.

Si antes de Laudes se ha celebrado ya el Oficio de lectura:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Es verdad que las luces del alba

del día de hoy

son más puras, radiantes y bellas,

por gracia de Dios.

Es verdad que yo siento en mi vida,

muy dentro de mí,

que la gracia de Dios es mi gracia,

que no merecí.

Es verdad que la gracia del Padre,

en Cristo Jesús,

es la gloria del hombre y del mundo

bañados en luz.

Es verdad que la Pascua de Cristo

es pascua por mí,

que su muerte v victoria me dieron

eterno vivir.

Viviré en alabanzas al Padre,

que al Hijo nos dio,

y que el Santo Paráclito inflame

nuestra alma en amor. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.

Salmo 62, 2‑9

EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,

mi alma está sedienta de ti;

mi carne tiene ansia de ti,

como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario

viendo tu fuerza y tu gloria!

Tu gracia vale más que la vida,

te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré

y alzaré las manos invocándote.

Me saciaré de manjares exquisitos,

y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti

y velando medito en ti,

porque fuiste mi auxilio,

y a la sombra de tus alas canto con júbilo;

mi alma está unida a ti,

y tu diestra me sostiene.

Ant. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.

Ant. 2. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.

Cántico              Dn 3, 57‑88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor, sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;

cielos, bendecid al Señor,

Aguas del espacio, bendecid al Señor;

ejércitos del Señor, bendecid al Señor.  

Sol y luna, bendecid al Señor;

astros del cielo, bendecid al Señor.  

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;

vientos todos, bendecid al Señor.  

Fuego y calor, bendecid al Señor;

fríos y heladas, bendecid al Señor.  

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;

témpanos y hielos, bendecid al Señor.  

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;

noche y día, bendecid al Señor.  

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;

rayos y nubes, bendecid al Señor.  

Bendiga la tierra al Señor,

ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;

cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor,

Manantiales, bendecid al Señor;

mares y ríos, bendecid al Señor.  

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;

aves del cielo, bendecid al Señor.  

Fieras y ganados, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;

bendiga Israel al Señor.   

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;

siervos del Señor, bendecid al Señor.  

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;

santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.  

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,

ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,

alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.

Ant. 3. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.

Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor. (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,

resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;

que se alegre Israel por su Creador,

los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,

cantadle con tambores y cítaras;

Porque el Señor ama a su pueblo

y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria

y canten jubilosos en filas:

con vítores a Dios en la boca

y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos

y aplicar el castigo a las naciones,

sujetando a los reyes con argollas,

a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada

es un honor para todos sus fieles.

Ant. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.

LECTURA BREVE                  Ap 7, 10. 12

¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero! La bendición, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor, y el poder, y la fuerza son de nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.

 

RESPONSORIO BREVE

V.   Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

R.   Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

V.   Tú que estás sentado a la derecha del Padre.

R.   Ten piedad de nosotros.

V.   Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R.   Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a nuestros padres.

Benedictus            Lucas 1, 68-79

EL  MESÍAS  Y  SU  PRECURSOR

 

+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo,

por poca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

realizando la misericordia

que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tinieblas

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

PRECES

Glorifiquemos al Señor Jesús, luz que alumbra a todo hombre y sol de justicia que no conoce el ocaso, y digámosle:

Tú que eres nuestra vida y nuestra salvación, Señor, ten piedad.

Señor del universo, al darte gracias por el nuevo día que ahora empieza,

te pedimos que el recuerdo de tu santa resurrección sea nuestro gozo durante este domingo.

Que tu Espíritu Santo nos enseñe a cumplir tu voluntad,

y que tu sabiduría dirija hoy todas nuestras acciones.

Que al celebrar la eucaristía de este domingo tu palabra nos llene de gozo,

y que la participación en el banquete de tu amor haga crecer nuestra esperanza.

Que sepamos contemplar las maravillas que tu generosidad nos concede,

y vivamos durante todo el día en acción de gracias.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Digamos ahora todos juntos la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro.

 

Oración

Señor Jesús, al finalizar nuestra oración vespertina consagramos a tu santa majestad los afectos e inspiraciones que nos concediste a lo largo del día para que enriquecidos bajo la luz de tu mirada alcancen nuevos beneficios. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

hora intermedia

TERCIA, SEXTA, NONA

INVOCACIÓN INICIAL

V.   Dios mío, ven en mi auxilio.

R.   Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

SALMODIA

Ant. 1. Es bueno refugiarse en el Señor, porque es eterna su misericordia. Aleluya.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4, 11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:

eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:

eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:

eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,

y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;

¿qué podrá hacerme el hombre?

El Señor está conmigo y me auxilia,

veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor

que fiarse de los hombres,

mejor es refugiarse en el Señor

que fiarse de los jefes.

Ant. Es bueno refugiarse en el Señor, porque es eterna su misericordia. Aleluya.

Ant. 2. El Señor es mi fuerza y mi energía. Aleluya.

II

Todos los pueblos me rodeaban,

en el nombre del Señor los rechacé;

me rodeaban cerrando el cerco,

en el nombre del Señor los rechacé;

me rodeaban como avispas,

ardiendo como fuego en las zarzas,

en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,

pero el Señor me ayudó;

el Señor es mi fuerza y mi energía,

El es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria

en las tiendas de los justos:

"la diestra del Señor es poderosa,

la diestra del Señor es excelsa,

la diestra del Señor es poderosa".

No he de morir, viviré

para contar las hazañas del Señor.

Me castigó, me castigó el Señor,

pero no me entregó a la muerte.

Ant. El Señor es mi fuerza y mi energía. Aleluya.

Ant. 3. Te doy gracias,  Señor,  porque me escuchaste. Aleluya.

III

Abridme las puertas del triunfo,

y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:

los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste

y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos

es ahora la piedra angular.

Es el Señor quien lo hecho,

ha sido un milagro patente.

Este es el día en que actuó el Señor:

sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Señor, danos la salvación;

Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,

os bendecimos desde la casa del Señor;

el Señor es Dios, El nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos

hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;

Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia.

Ant. Te doy gracias,  Señor,  porque me escuchaste. Aleluya.

TERCIA

LECTURA BREVE                     1 Jn 4, 16

Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.

V. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.

R. Dame vida con tu palabra.

La oración conclusiva se toma del domingo correspondiente:

Oremos:

SEXTA

LECTURA BREVE                         Ga 6, 8

Lo que uno siembre, eso cosechará. El que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.

V. Tu palabra, Señor, es eterna.

R. Tu fidelidad de generación en generación.

La oración conclusiva se toma del domingo correspondiente

Oremos:

NONA

LECTURA BREVE                    Ga 6, 9-10

No nos cansemos de practicar el bien; que a su tiempo cosecharemos si no desmayamos. Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a los miembros de la Iglesia.

V. Te invoco de todo corazón; respóndeme, Señor.

R. Y guardaré tus leyes.

La oración conclusiva se toma del domingo correspondiente:

Oremos:

CONCLUSIÓN

V.    Bendigamos al Señor.  

R.    Demos gracias a Dios.

II vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Dios de la luz, presencia ardiente

sin meridiano ni frontera:

vuelves la noche mediodía,

ciegas al sol con tu derecha.

Como columna de la aurora,

iba en la noche tu grandeza;

te vio el desierto, y destellaron

luz de tu gloria las arenas.

Cerró la noche sobre Egipto

como cilicio de tinieblas;

para tu pueblo amanecías

bajo los techos de las tiendas.

Eres la luz, pero en tu rayo

lanzas el día o la tiniebla:

ciegas los ojos del soberbio,

curas al pobre su ceguera.

Cristo Jesús, tú que trajiste

fuego a la entraña de la tierra,

guarda encendida nuestra lámpara

hasta la aurora de tu vuelta. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará eternamente. Aleluya.

Salmo 109, 1‑5. 7

EL MESIAS, REY Y SACERDOTE

Él debe reinar hasta poner todos sus enemigos bajo sus pies. (1 Co 15, 25)

Oráculo del Señor a mi Señor:

«Siéntate a mi derecha,

y haré de tus enemigos

estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor

el poder de tu cetro:

somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,

entre esplendores sagrados;

yo mismo te engendré, como rocío,

antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:

«Tú eres sacerdote eterno

según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,

quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,

por eso levantará la cabeza.

Ant. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará eternamente. Aleluya.

Ant. 2. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.

Salmo 113 A

ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO

Reconoced que también vosotros, los que renunciasteis al mundo, habéis salido de Egipto. (S. Agustín)

Cuando Israel salió de Egipto,

los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,

Judá fue su santuario,

Israel fue su dominio.

El mar, al verlos, huyó,

el Jordán se echó atrás;

los montes saltaron como carneros;

las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes,

y a ti, Jordán, que te echas atrás?

¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;

colinas, que saltáis como corderos?

En presencia del Señor se estremece la tierra,

en presencia del Dios de Jacob;

que transforma las peñas en estanques,

el pedernal en manantiales de agua.

Ant. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.

Ant. 3. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.

  El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el Oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

Cántico                Cf. Ap 19, 1‑7

LAS BODAS DEL CORDERO

Aleluya.

La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios.

(R. Aleluya.)

Porque sus juicios son verdaderos y justos.

R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.

Alabad al Señor, sus siervos todos.

(R. Aleluya.)

Los que le teméis, pequeños y grandes.

R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.

Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.

(R. Aleluya.)

Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.

R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.

Llegó la boda del Cordero.

(R. Aleluya.)

Su esposa se ha embellecido.

R. Aleluya, (aleluya).

Ant. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.

LECTURA BREVE                   2 Co 1, 3‑4

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios.

 

RESPONSORIO BREVE

V.    Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.

R.    Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.

V.    Digno de gloria y alabanza por los siglos.

R.    En la bóveda del cielo.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R.    Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a nuestros padres.

 

PRECES

Adoremos a Cristo, Señor nuestro y cabeza de la Iglesia, y digámosle confiadamente:

                              Venga a nosotros tu reino, Señor.  

Señor, amigo de los hombres, haz de tu Iglesia instrumento de concordia y unidad entre ellos

y signo de salvación para todos los pueblos.

Protege con tu brazo poderoso al Papa y a todos los obispos

y concédeles trabajar en unidad, amor y paz.

A los cristianos concédenos vivir íntimamente unidos a ti, nuestro Maestro,

y dar testimonio en nuestras vidas de la llegada de tu reino.

Concede, Señor, al mundo el don de la paz

y haz que en todos los pueblos reine la justicia y el bienestar.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Otorga, a los que han muerto, una resurrección gloriosa

y haz que los que aún vivimos en este mundo gocemos un día con ellos de la felicidad eterna.

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor: Padre nuestro.

Oración

Señor Jesús, al finalizar nuestra oración vespertina consagramos a tu santa majestad los afectos e inspiraciones que nos concediste a lo largo del día para que enriquecidos bajo la luz de tu mirada alcancen nuevos beneficios. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 

CONCLUSIÓN

V.    El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R.    Amén.

 

LUNES I

 

oficio de lectura

Si el Oficio de lectura es la primera celebración del día:

V.    Señor, abre mis labios.

R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant. Entremos a la presencia del Señor dándole gracias.

Si antes del Oficio de lectura se ha celebrado ya alguna otra hora:

V.   Dios mío, ven en mi auxilio.

R.   Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Dios de la tierra y del cielo,

que, por dejarlas más claras,

las grandes aguas separas,

pones un límite al cielo.

Tú que das cauce al riachuelo

y alzas la nube a la altura,

tú que, en cristal de frescura,

sueltas las aguas del río

sobre las tierras de estío,

sanando su quemadura,

danos tu gracia, piadoso,

para que el viejo pecado

no lleve al hombre engañado

a sucumbir a su acoso.

Hazlo en la fe luminoso,

alegre en la austeridad,

y hágalo tu claridad

salir de sus vanidades;

dale, Verdad de verdades,

el amor a tu verdad. Amén.

 

SALMODIA

Ant. 1. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Salmo 6

ORACIÓN DEL AFLIGIDO QUE ACUDE A DIOS

Ahora mi alma está agitada... Padre, líbrame de esta hora. Un 12, 27)

Señor, no me corrijas con ira,

no me castigues con cólera.

Misericordia, Señor, que desfallezco;

cura, Señor, mis huesos dislocados.

Tengo el alma en delirio,

y tú, Señor, ¿hasta cuando?

Vuélvete, Señor, liberta mi alma,

sálvame por tu misericordia.

Porque en el reino de la muerte nadie te invoca,

y en el abismo, ¿quién te alabará?

Estoy agotado de gemir:

de noche lloro sobre el lecho,

riego mi cama con lágrimas.

Mis ojos se consumen irritados,

envejecen por tantas contradicciones.

Apartaos de mí, los malvados,

porque el Señor ha escuchado mis sollozos;

el Señor ha escuchado mi súplica,

el Señor ha aceptado mi oración.

Que la vergüenza abrume a mis enemigos,

que avergonzados huyan al momento.

Ant. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Ant. 2. El Señor es el refugio del oprimido en los momentos de peligro.

Salmo 9 A

ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA

De nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos.

I

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,

proclamando todas tus maravillas;

me alegro y exulto contigo,

y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo.

Porque mis enemigos retrocedieron,

cayeron y perecieron ante tu rostro.

Defendiste mi causa y mi derecho,

sentado en tu trono como juez justo.

Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío

y borraste para siempre su apellido.

El enemigo acabó en ruina perpetua,

arrasaste sus ciudades y se perdió su nombre.

Dios está sentado por siempre

en el trono que ha colocado para juzgar.

El juzgará el orbe con justicia

y regirá las naciones con rectitud.

El será refugio del oprimido,

su refugio en los momentos de peligro.

Confiarán en ti los que conocen tu nombre,

porque no abandonas a los que te buscan.

Ant. El Señor es el refugio del oprimido en los momentos de peligro.

Ant. 3. Narraré tus hazañas en las puertas de Sión.

II

Tañed en honor del Señor, que reside en Sión;

narrad sus hazañas a los pueblos;

él venga la sangre, él recuerda

y no olvida los gritos de los humildes.

Piedad, Señor; mira como me afligen mis enemigos;

levántame del umbral de la muerte,

para que pueda proclamar tus alabanzas

y gozar de tu salvación en las puertas de Sión.

Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,

su pie quedó prendido en la red que escondieron.

El Señor apareció para hacer justicia,

y se enredó el malvado en sus propias acciones.

Vuelvan al abismo los malvados,

los pueblos que olvidan a Dios.

El no olvida jamás al pobre,

ni la esperanza del humilde perecerá.

Levántate, Señor, que el hombre no triunfe:

sean juzgados los gentiles en tu presencia.

Señor, infúndeles terror,

y aprendan los pueblos que no son más que hombres.

Ant. Narraré tus hazañas en las puertas de Sión.

 

VERSÍCULO

V. Enséñame a cumplir tu voluntad.

R. Y a guardarla de todo corazón.

 

LECTURAS

Las lecturas se toman del Oficio del día

 

Oración

La oración se toma del Oficio del día

 

CONCLUSIÓN

V.   Bendigamos al Señor.  

R.   Demos gracias a Dios.

 

 

laudes

Si Laudes es la primera celebración del día:

V.    Señor abre mis labios.

R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.

Si antes de Laudes se ha celebrado ya el Oficio de lectura:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Dejado ya el descanso de la noche,

despierto en la alegría de tu amor,

concédeme tu luz que me ilumine

como ilumina el sol.

No sé lo que será del nuevo día

que entre luces y sombras viviré,

pero sé que, si tú vienes conmigo,

no fallará mi fe.

Tal vez me esperen horas de desierto

amargas y sedientas, mas yo sé

que, si vienes conmigo de camino,

jamás yo tendré sed.

Concédeme vivir esta jornada

en paz con mis hermanos y mi Dios,

al sentarnos los dos para la cena,

párteme el pan, Señor.  

Recibe, Padre santo, nuestro ruego,

acoge por tu Hijo la oración

que fluye del Espíritu en el alma

que sabe de tu amor. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.

Salmo 5, 2‑10. 12‑13

ORACIÓN DE LA MAÑANA DE UN JUSTO PFRSEGUIDO

«Por la mañana escucharás mi voz» debe entenderse de la resurrección de Cristo.

Señor, escucha mis palabras,

atiende a mis gemidos,

haz caso de mis gritos de auxilio,

Rey mío Y Dios mío.

A ti te suplico, Señor;

por la mañana escucharás mi voz,

por la mañana te expongo mi causa,

y me quedo aguardando.

Tú no eres un Dios que ame la maldad,

ni el malvado es tu huésped,

ni el arrogante se mantiene en tu presencia.

Detestas a los malhechores,

destruyes a los mentirosos;

al hombre sanguinario y traicionero

lo aborrece el Señor.  

Pero yo, por tu gran bondad,

entraré en tu casa,

me postraré ante tu templo santo

con toda reverencia.

Señor, guíame con tu justicia,

porque tengo enemigos;

alláname tu camino.

En su boca no hay sinceridad,

su corazón es perverso;

su garganta es un sepulcro abierto,

mientras halagan con la lengua.

Que se alegren los que se acogen a ti,

con júbilo eterno;

protégelos, para que se llenen de gozo

los que aman tu nombre.

porque tú, Señor, bendices al justo,

y como un escudo lo rodea tu favor.

Ant. A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.

Ant. 2. Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.

Cántico               l Cro 29, 10‑13

SÓLO A DIOS HONOR Y GLORIA

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. (Ef 1, 3)

Bendito eres, Señor,

Dios de nuestro padre Israel,

por los siglos de los siglos.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,

la gloria, el esplendor, la majestad,

Porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra,

tú eres rey y soberano de todo.

De ti viene la riqueza y la gloria,

tú eres señor del universo,

en tu mano está el poder y la fuerza,

tú engrandeces y confortas a todos.

Por eso, Dios nuestro,

nosotros te damos gracias,

alabando tu nombre glorioso.

Ant. Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.

Ant. 3. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.

Salmo 28

MANIFESTACIÓN DE DIOS EN LA TEMPESTAD

Vino una voz del cielo que decía «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto.» (Mt 3, 17)

Hijos de Dios, aclamad al Señor,

aclamad la gloria y el poder del Señor,

aclamad la gloria del nombre del Señor,

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.

La voz del Señor sobre las aguas,

el Dios de la gloria hace oír su trueno,

el Señor sobre las aguas torrenciales.

La voz del Señor es potente,

la voz del Señor es magnífica,

la voz del Señor descuaja los cedros,

el Señor descuaja los cedros del Líbano.

Hace brincar al Líbano como a un novillo,

al Sarión como a una cría de búfalo.

La voz del Señor lanza llamas de fuego,

la voz del Señor sacude el desierto,

el Señor sacude el desierto de Cadés.

La voz del Señor retuerce los robles,

el Señor descorteza las selvas.

En su templo un grito unánime: ¡Gloria!

El trono del Señor está encima de la tempestad,

el Señor se sienta como rey eterno.

El Señor da fuerza a su pueblo,

el Señor bendice a su pueblo con la paz.

Ant. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.

LECTURA BREVE              2 Ts 3, 10b‑13

Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma. Por­que nos hemos enterado que hay entre vosotros algunos que viven desconcertados, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo. A éstos les mandamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo a que trabajen con sosiego para comer su propio pan. Vosotros, hermanos, no os canséis de hacer el bien.

RESPONSORIO BREVE

V.    Bendito el Señor ahora y por siempre.

R.    Bendito el Señor ahora y por siempre.

V.    Sólo él hizo maravillas.

R.    Ahora Y por siempre.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R.    Bendito el Señor ahora y por siempre.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

En el tiempo ordinario:

Ant. Bendito sea el Señor, Dios nuestro.

 

PRECES

Proclamemos la grandeza de Cristo, lleno de gracia y del Espíritu Santo, y acudamos a él diciendo:

                    Concédenos, Señor, tu Espíritu.

Concédenos, Señor, un día lleno de paz, de alegría y de inocencia

para que, al llegar a la noche, podamos alabarte con gozo y limpios de pecado.

Que baje hoy a nosotros tu bondad

y haga prósperas las obras de nuestras manos.

Muéstranos tu rostro propicio y danos tu paz

para que durante todo el día sintamos cómo tu mano nos protege.

Mira con bondad a cuantos se han encomendado a nuestras oraciones

y enriquécelos con toda clase de bienes.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Terminemos nuestra oración con la plegaria que Cristo nos enseñó: Padre nuestro.

Oración

En el tiempo ordinario:

Tu gracia, Señor, inspire nuestras obras, las sostenga y acompañe; para que todo nuestro trabajo brote de ti como de su fuente, y tienda a ti, como a su fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

hora intermedia

TERCIA, SEXTA, NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

V.   Dios mío, ven en mi auxilio.

R.   Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

SALMODIA

Ant. 1. La ley del Señor alegra el corazón y da luz a los ojos.

Salmo 18 B

HIMNO A DIOS, AUTOR DE LA LEY

Sed perfectos como vuestro padre celestial es perfecto. (Mt 5, 48)

La ley del Señor es perfecta

y es descanso del alma;

el precepto del Señor es fiel

e instruye al ignorante;

los mandatos del Señor son rectos

y alegran el corazón;

la norma del Señor es límpida

y da luz a los ojos;

la voluntad del Señor es pura

y eternamente estable;

los mandamientos del Señor son verdaderos

y enteramente justos;

más preciosos que el oro,

más que el oro fino;

más dulces que la miel

de un panal que destila.

Aunque tu siervo vigila

para guardarlos con cuidado,

¿quién conoce sus faltas?

Absuélveme de lo que se me oculta.

Preserva a tu siervo de la arrogancia,

para que no me domine:

así quedaré libre e inocente

del gran pecado.

Que te agraden las palabras de mi boca,

y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,

Señor, roca mía, redentor mío.

Ant. La ley del Señor alegra el corazón y da luz a los ojos.

Ant. 2. Se levantará el Señor para regir a los pueblos con justicia.

Salmo 7

ORACIÓN DEL JUSTO CALUMNIADO

Mirad que el juez está a las puertas. (St 5, 9)

I

Señor, Dios mío, a ti me acojo,

líbrame de mis perseguidores y sálvame,

que no me atrapen como leones

y me desgarren sin remedio.

Señor, Dios mío: si soy culpable,

si hay crímenes en mis manos,

si he causado daño a mi amigo,

si he protegido a un opresor injusto,

que el enemigo me persiga y me alcance,

que me pisotee vivo por tierra,

apretando mi vientre contra el polvo.

Levántate, Señor, con tu ira,

álzate contra el furor de mis adversarios,

acude, Dios mío, a defenderme

en el juicio que has convocado.

Que te rodee la asamblea de las naciones,

y pon tu asiento en lo más alto de ella.

El Señor es juez de los pueblos.

Júzgame, Señor, según mi justicia,

según la inocencia que hay en mí.

Cese la maldad de los culpables,

y apoya tú al inocente,

tú que sondeas el corazón y las entrañas,

tú, el Dios justo.

Ant. Se levantará el Señor para regir a los pueblos con justicia.

Ant. 3. Dios, juez justo, salva a los rectos de corazón.

II

Mi escudo es Dios,

que salva a los rectos de corazón.

Dios es un juez justo,

Dios amenaza cada día:

si no se convierten, afilará su espada,

tensará el arco y apuntará.

Apunta sus armas mortíferas,

prepara sus flechas incendiarias.

Mirad: concibió el crimen, está preñado de maldad,

y da a luz el engaño.

Cavó y ahondó una fosa,

caiga en la fosa que hizo,

recaiga su maldad sobre su cabeza,

baje su violencia sobre su cráneo.

Yo daré gracias al Señor por su justicia,

tañendo para el nombre del Señor altísimo.

Ant. Dios, juez justo, salva a los rectos de corazón.

TERCIA

 

 

LECTURA BREVE                 Rm 13, 8. 10

No tengáis deuda con nadie, a no ser en amaros los unos a los otros. Porque quien ama al prójimo ya ha cumplido la ley. La caridad no hace nada malo al prójimo. Así que amar es cumplir la ley entera.

V. No rechaces a tu siervo, que tú eres mi auxilio.

R. No me abandones, Dios de mi salvación.

Oremos:

Padre óptimo, Dios nuestro, tú has querido que los hombres trabajemos de tal modo, que, cooperando unos con otros, alcancemos éxitos cada vez mejor logrados; ayúdanos, pues, a vivir en medio de nuestros trabajos, sintiéndonos siempre hijos tuyos y hermanos de todos los hombres. Por Cristo nuestro Señor.

SEXTA

 

 

LECTURA BREVE              St 1, 19-20. 26

Sea todo hombre pronto para escuchar, tardo para hablar, remiso para la cólera. El hombre encolerizado no obra lo que agrada a Dios. Quien piensa que sirve a Dios y no refrena su lengua se engaña a sí mismo. No vale nada su religión.

V. Bendigo al Señor en todo momento.

R. Su alabanza está siempre en mi boca.

Oremos:

Señor, tú eres el dueño de la viña y de los sembrados, tú el que repartes las tareas Y distribuyes el justo salario a los trabajadores: ayúdanos a soportar el peso del día y el calor de la jornada sin quejarnos nunca de tus planes. Por Cristo nuestro Señor.

NONA

 

LECTURA BREVE                1 Pe 1, 17-19

Tomad en serio vuestro proceder en esta vida. Ya sabéis con qué os rescataron, no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha.

V. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

R. En la asamblea te bendeciré, Señor.

Oremos:

Tú nos has convocado, Señor, en tu presencia en esta misma hora en que los apóstoles subían al templo para la oración de la tarde: concédenos que las súplicas que ahora te dirigimos en nombre de Jesús, tu Hijo, alcancen la salvación a cuantos lo invocan. Por Cristo nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

V.    Bendigamos al Señor.  

R.    Demos gracias a Dios.

 

 

vísperas

 

 

V.   Dios mío, ven en mi auxilio.

R.  Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya

HIMNO

Libra mis ojos de la muerte;

dales la luz, que es su destino,

Yo, como el ciego del camino,

pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos

una herramienta constructiva,

cura su fiebre posesiva

y ábrela al bien de mis hermanos.

Haz que mi pie vaya ligero.

Da de tu pan y de tu vaso

al que te sigue, paso a paso,

por lo más duro del sendero.

Que Yo comprenda, Señor mío,

al que se queja y retrocede;

que el corazón no se me quede

desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo.

¡Tantos me dicen que estás muerto!

Y entre la sombra y el desierto

dame tu mano y ven conmigo. Amén.

 

SALMODIA

Ant. 1. El Señor se complace en los justos.

Salmo 10

EL SEÑOR, ESPERANZA DEL JUSTO

Dichosos los que tienen hambre y sed de ser justos, porque ellos quedarán saciados. (Mt 5, 6)

Al Señor me acojo, ¿por qué me decís:

«Escapa como un pájaro al monte,

Porque los malvados tensan el arco,

ajustan las saetas a la cuerda

para disparar en la sombra contra los buenos?

Cuando fallan los cimientos,

¿qué podrá hacer el justo?»

Pero el Señor está en su templo santo,

el Señor tiene su trono en el cielo;

sus ojos están observando,

sus pupilas examinan a los hombres.

El Señor examina a inocentes y culpables,

y al que ama la violencia, él lo detesta.

Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre,

les tocará en suerte un viento huracanado.

Porque el Señor es justo y ama la justicia:

los buenos verán su rostro.

Ant. El Señor se complace en los justos.

Ant. 2. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Salmo 14

¿QUIÉN ES JUSTO ANTE EL SEÑOR?

Os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo. (Hb 12,22)

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda

y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente

y practica la justicia,

el que tiene intenciones leales

y no calumnia con su lengua,

el que no hace mal a su prójimo

ni difama al vecino,

el que considera despreciable al impío

y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró

aun en daño propio,

el que no presta dinero a usura

ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Ant. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos ve­rán a Dios.

Ant. 3. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

Cántico                       Ef 1, 3‑10

EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN

Bendito sea Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo

con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,

antes de crear el mundo,

para que fuésemos consagrados

e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,

por pura iniciativa suya,

a ser sus hijos,

para que la gloria de su gracia,

que tan generosamente nos ha concedido

en su querido Hijo,

redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,

hemos recibido la redención,

el perdón de los pecados.

El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia

ha sido un derroche para con nosotros,

dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan

que había proyectado realizar por Cristo

cuando llegase el momento culminante:

hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,

las del cielo y las de la tierra.

Ant. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

LECTURA BREVE                 Col 1, 9b. 11

Llegad a la plenitud en el conocimiento de la voluntad de Dios, con toda sabiduría e inteligencia espiritual. Así caminaréis según el Señor se merece y le agradaréis enteramente, dando fruto en toda clase de obras buenas y creciendo en el conocimiento de Dios. Fortalecidos en toda fortaleza, según el poder de su gloria, podréis resistir y perseverar en todo con alegría.

RESPONSORIO BREVE

V.   Sáname, porque he pecado contra ti.

R.   Sáname, porque he pecado contra ti.

V.   Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

R.   Porque he pecado contra ti.

V.   Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R.   Sáname, porque he pecado contra ti.

CÁNTICO EVANGÉLICO

En el tiempo ordinario:

Ant. Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque Dios ha mirado mi humillación.

 

PRECES

Demos gracias a Dios, nuestro Padre, que recordando siempre su santa alianza, no cesa de bendecirnos, y digámosle con ánimo confiado:

          

Favorece a tu pueblo, Señor.  

Salva a tu pueblo, Señor,

y bendice a tu heredad.

Congrega en la unidad a todos los cristianos:

para que el mundo crea en Cristo, tu enviado.

Derrama tu gracia sobre nuestros familiares y amigos:

que encuentren en ti, Señor, su verdadera felicidad.

Muestra tu amor a los agonizantes:

que puedan contemplar tu salvación.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Ten piedad de los que han muerto

y acógelos en el descanso de Cristo.

Terminemos nuestra oración con las palabras que nos enseñó Cristo: Padre nuestro.

Oración

En el tiempo ordinario:

Nuestro humilde servicio, Señor, proclame tu grandeza, y ya que por nuestra salvación te dignaste mirar la humillación de la Virgen María, te rogamos nos enaltezcas llevándonos a la plenitud de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 

CONCLUSIÓN

V.    El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R.    Amén.

 

 

MARTES I

 

 

oficio de lectura

Si el Oficio de lectura es la primera celebración del día:

V.    Señor, abre mis labios.

R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant. Al Señor, al gran Rey, venid, adorémosle.

Si antes del Oficio de lectura se ha celebrado ya alguna otra hora:

V.   Dios mío, ven en mi auxilio.

R.   Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Alabemos a Dios que, en su Palabra,

nos revela el designio salvador,

y digamos en súplica confiada:

«Renuévame por dentro, mi Señor.»

No cerremos el alma a su llamada

ni dejemos que arraigue el desamor;

aunque dura es la lucha, su palabra

será bálsamo suave en el dolor.

Caminemos los días de esta vida

como tiempo de Dios y de oración;

él es fiel a la alianza prometida:

«Si eres mi pueblo, yo seré tu Dios.»

Tú dijiste, Jesús, que eras camino

para llegar al Padre sin temor;

concédenos la gracia de tu Espíritu

que nos lleve al encuentro del Señor. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El Señor hará justicia a los pobres.

Salmo 9 B

CANTO DE ACCIÓN DE GRACIAS

Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. (Lc 6, 20)

I

¿Por qué te quedas lejos, Señor,

y te escondes en el momento del aprieto?

La soberbia del impío oprime al infeliz

y lo enreda en las intrigas que ha tramado.

El malvado se gloría de su ambición,

el codicioso blasfema y desprecia al Señor.

El malvado dice con insolencia:

«No hay Dios que me pida cuentas.»

La intriga vicia siempre su conducta,

aleja de su mente tus juicios

y desafía a sus rivales.

Piensa: «No vacilaré,

nunca jamás seré desgraciado.»

Su boca está llena de maldiciones,

de engaños y de fraudes;

su lengua encubre maldad y opresión;

en el zaguán se sienta al acecho

para matar a escondidas al inocente.

Sus ojos espían al pobre;

acecha en su escondrijo como león en su guarida,

acecha al desgraciado para robarle,

arrastrándolo a sus redes;

se agacha y se encoge

y con violencia cae sobre el indefenso.

Piensa: «Dios lo olvida,

se tapa la cara para no enterarse.»

Ant. El Señor hará justicia a los pobres.

Ant. 2. Tú, Señor, ves las penas y los trabajos.

II

Levántate, Señor, extiende tu mano,

no te olvides de los humildes;

¿por qué ha de despreciar a Dios el malvado,

pensando que no le pedirá cuentas?

Pero tú ves las penas y los trabajos,

tú miras y los tomas en tus manos.

A ti se encomienda el pobre,

tú socorres al huérfano.

Rómpele el brazo al malvado,

pídele cuentas de su maldad, y que desaparezca.

El Señor reinará eternamente

y los gentiles desaparecerán de su tierra.

Señor, tú escuchas los deseos de los humildes,

les prestas oído y los animas;

tú defiendes al huérfano y al desvalido:

que el hombre hecho de tierra

no vuelva a sembrar su terror.

Ant. Tú, Señor, ves las penas y los trabajos.

Ant. 3. Las palabras del Señor son palabras sinceras, como plata refinada siete veces.

Salmo 11

INVOCACIÓN A LA FIDELIDAD DE DIOS CONTRA LOS ENEMIGOS MENTIROSOS

Porque éramos pobres, el Padre nos ha mandado a su Hijo (San Agustín)

Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos,

que desaparece la lealtad entre los hombres:

no hacen más que mentir a su prójimo,

hablan con labios embusteros

y con doblez de corazón.

Extirpe el Señor los labios embusteros

y la lengua fanfarrona

de los que dicen: "la lengua es nuestra fuerza,

nuestros labios nos defienden,

¿quién será nuestro amor?"

El Señor responde: "por la opresión del humilde,

por el gemido del pobre,

yo me levantaré,

y pondré a salvo al que lo ansía".

Las palabras del Señor son palabras auténticas,

como plata limpia de ganga,

refinada siete veces.

Tú nos guardarás, Señor,

nos librarás para siempre de esa gente:

de los malvados que merodean

para chupar como sanguijuelas sangre humana.

Ant. 3. Las palabras del Señor son palabras sinceras, como plata refinada siete veces.

VERSÍCULO

V. El Señor hace caminar a los humildes con rectitud.

R. Enseña su camino a los humildes.

LECTURAS

Las lecturas se toman del Oficio del día

Oración

La oración se toma del Oficio del día

CONCLUSIÓN

V.   Bendigamos al Señor.  

R.   Demos gracias a Dios.

 

 

laudes

Si Laudes es la primera celebración del día:

V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Si antes de Laudes se ha celebrado ya el Oficio de lectura:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Al canto de los gallos

viene la aurora;

los temores se alejan

como las sombras.

¡Dios, Padre nuestro,

en tu nombre dormimos

y amanecemos!

Como luz nos visitas,

Rey de los hombres,

como amor que vigila

siempre de noche;

cuando el que duerme

bajo el signo del sueño

prueba la muerte.

Del sueño del pecado

nos resucitas,

y es señal de tu gracia

la luz amiga.

¡Dios que nos velas!,

tú nos sacas por gracia

de las tinieblas.

Gloria al Padre y al Hijo,

gloria al Espíritu,

al que es paz, luz y vida,

al Uno y Trino;

gloria a su nombre

y al misterio divino

que nos lo esconde. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.

Salmo 23

ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que como hombre sube al cielo. (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,

el orbe y todos sus habitantes:

él la fundó sobre los mares,

él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?

¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes

y puro corazón,

que no confía en los ídolos

ni jura contra el prójimo en falso.

Ése recibirá la bendición del Señor,

le hará justicia el Dios de salvación.

Este es el grupo que busca al Señor,

que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,

levantaos, puertas antiguas:

va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?

El Señor, héroe valeroso;

el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,

levantaos, puertas antiguas:

va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?

El Señor, Dios de los ejércitos.

Él es el Rey de la gloria.

Ant. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.

Ant. 2. Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos.

Cántico                     Tb 13, 1‑10

ESPERANZA DE ISRAEL EN BABILONIA

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva. (l Pe 1, 3)

Bendito sea Dios, que vive eternamente,

y cuyo reino dura por los siglos:

él azota y se compadece,

hunde hasta el abismo y saca de él,

y no hay quien escape de su mano.

Dadle gracias, israelitas, ante los gentiles,

porque él nos dispersó entre ellos.

Proclamad allí su grandeza,

ensalzadlo ante todos los vivientes:

que él es nuestro Dios y Señor,

nuestro padre por todos los siglos.

Él nos azota por nuestros delitos,

pero se compadecerá de nuevo,

y os congregará de entre todas las naciones

por donde estáis dispersados.

Si volvéis a él de todo corazón

y con toda el alma,

siendo sinceros con él,

él volverá a vosotros

y no os ocultará su rostro.

Veréis lo que hará con vosotros,

le daréis gracias a boca llena,

bendeciréis al Señor de la justicia

y ensalzaréis al rey de los siglos.

Yo le doy gracias en mi cautiverio,

anuncio su grandeza y su poder

a un pueblo pecador.

Convertíos, pecadores,

obrad rectamente en su presencia:

quizá os mostrará benevolencia

y tendrá compasión.

Ensalzaré a mi Dios, al rey del cielo,

y me alegraré de su grandeza.

Anuncien todos los pueblos sus maravillas

y alábenle sus elegidos en Jerusalén.

Ant. Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos.

Ant. 3. El Señor merece la alabanza de los buenos.

Salmo 32

HIMNO AL PODER Y A LA PROVIDENCIA DE DIOS

Por la Palabra empezaron a existir todas las cosas. (Jn 1, 3)

Aclamad, justos, al Señor,

que merece la alabanza de los buenos.

Dad gracias al Señor con la cítara,

tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;

cantadle un cántico nuevo,

acompañando vuestra música con aclamaciones:

que la palabra del Señor es sincera,

y todas sus acciones son leales,

él ama la justicia y el derecho,

y su misericordia llena la tierra.

La palabra del Señor hizo el cielo;

el aliento de su boca, sus ejércitos;

encierra en un odre las aguas marinas,

mete en un depósito el océano.

Tema al Señor la tierra entera,

tiemblen ante él los habitantes del orbe:

porque él lo dijo, y existió;

él lo mandó, y surgió.

El Señor deshace los planes de las naciones,

frustra los proyectos de los pueblos;

pero el plan del Señor subsiste por siempre,

los proyectos de su corazón, de edad en edad.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,

el pueblo que él se escogió como heredad.

El Señor mira desde el cielo,

se fija en todos los hombres;

desde su morada observa

a todos los habitantes de la tierra:

él modeló cada corazón,

y comprende todas sus acciones.

No vence el rey por su gran ejército,

no escapa el soldado por su mucha fuerza,

nada valen sus caballos para la victoria,

ni por su gran ejército se salva.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,

en los que esperan en su misericordia,

para librar sus vidas de la muerte

y reanimarlos en tiempo de hambre.

Nosotros esperamos en el Señor:

él es nuestro auxilio y escudo,

con él se alegra nuestro corazón,

en su santo nombre confiamos.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti.

Ant. El Señor merece la alabanza de los buenos.

LECTURA BREVE      Rm 13, 11b. 12‑13a

Ya es hora que despertéis del sueño. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz. Andemos como en pleno día, con dignidad.

RESPONSORIO BREVE

V. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.

R. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.

V. Mi alcázar, mi libertador.

R. En que me amparo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Nos ha suscitado el Señor una fuerza de salvación, según  lo había predicho por boca de sus santos profetas.

 

PRECES

Ya que hemos sido llamados a participar de una vocación celestial, bendigamos por ello a Jesús, el pontífice de nuestra fe, y supliquémosle diciendo:

                   Escúchanos, Señor.

Señor Jesús, que por el bautismo has hecho de nos otros un sacerdocio real,

haz que nuestra vida sea un continuo sacrificio de alabanza.

Ayúdanos, Señor, a guardar tus mandatos

para que por la fuerza del Espíritu Santo nosotros permanezcamos en ti y tú en nosotros.

Danos tu sabiduría eterna

para que permanezca con nosotros y con nosotros trabaje.

Concédenos ser la alegría de cuantos nos rodean

y fuente de esperanza para los decaídos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro.

 

Oración

En el tiempo ordinario:

Escucha, Señor, nuestra oración matutina y con la luz de tu misericordia alumbra la oscuridad de nuestro corazón: para que, habiendo sido iluminados por tu claridad, no andemos nunca tras las obras de las tinieblas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

 

hora intermedia

TERCIA, SEXTA, NONA

INVOCACIÓN INICIAL

V.   Dios mío, ven en mi auxilio.

R.   Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Se dice el himno propio de la Hora

SALMODIA

Ant. 1. Dichoso el que anda por sus senderos del Señor.

Salmo 118. 1-8

MEDITACIÓN SOBRE LA PALABRA DE DIOS REVELADA EN LA LEY

El amor de Dios consiste en guardar sus mandamientos. (1 Jn 5, 3)

Dichoso el que, con vida intachable,

camina en la voluntad del Señor;

dichoso el que, guardando sus preceptos,

lo busca de todo corazón;

el que, sin cometer iniquidad,

anda por sus senderos.

Tú promulgas tus decretos

para que se observen exactamente.

Ojalá esté firme mi camino,

para cumplir tus consignas;

entonces no sentiré vergüenza

al mirar tus mandatos.

Te alabaré con sincero corazón

cuando aprenda tus justos mandamientos.

Quiero guardar tus leyes exactamente,

tú, no me abandones.

Ant. Dichoso el que anda por sus senderos del Señor.

Ant. 2. Se alegra mi corazón con tu auxilio.

Salmo 12

SÚPLICA DEL JUSTO QUE CONFÍA EN EL SEÑOR

El Dios de la esperanza os colme de todo gozo. (Rm 15, 13)

¿Hasta cuando, Señor, seguirás olvidándome?

¿Hasta cuando me esconderás tu rostro?

¿Hasta cuando he de estar preocupado,

con el corazón apenado todo el día?

¿Hasta cuando va a triunfar mi enemigo?

Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío;

da luz a mis ojos

para que no me duerma en la muerte,

para que no diga mi enemigo: "le he podido",

ni se alegre mi adversario de mi fracaso.

Porque yo confío en tu misericordia:

alegra mi corazón con tu auxilio,

y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.

Ant. Se alegra mi corazón con tu auxilio.

Ant. 3. Dios lo incluyó todo bajo el dominio del pecado para poder compadecerse de nosotros.

Salmo 13

CORRUPCIÓN Y NECEDAD DEL IMPÍO

Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia. (Rm 5, 20)

Dice el necio para sí:

"No hay Dios".

Se han corrompido cometiendo execraciones,

no hay quien obre bien.

El Señor observa desde el cielo

a los hijos de Adán,

para ver si hay alguno sensato

que busque a Dios.

Todos se extravían

igualmente obstinados,

no hay uno que obre bien,

ni uno solo.

Pero ¿no aprenderán los malhechores,

que devoran a mi pueblo como pan

y no invocan al Señor?

Pues temblarán de espanto,

porque Dios está con los justos.

Podéis burlaros de los planes del desvalido,

pero el Señor es su refugio.

¡Ojalá venga desde Sión

la salvación de Israel!

Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblos,

se alegrará Jacob y gozará Israel.

Ant. 3. Dios lo incluyó todo bajo el dominio del pecado para poder compadecerse de nosotros.

TERCIA

LECTURA BREVE                      Jr 17,7-8

Bendito quien confía en el Señor, y pone en el Señor su confianza: será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.

V. El Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable.

R. Señor de los ejércitos, dichoso el hombre que confía en ti.

Oremos:

Dios todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu Paráclito a los apóstoles, derrama también sobre nosotros ese Espíritu de amor para que demos siempre fiel testimonio ante los hombres de aquel amor que es el distintivo de los discípulos de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

SEXTA

LECTURA BREVE                   Pr 3, 13-15

Dichoso el que encuentra sabiduría, el que alcanza inteligencia: adquirirla vale más que la plata y su renta más que el oro, es más valiosa que las perlas ni se le comparan las joyas.

V. Te gusta un corazón sincero.

R. En mi interior me inculcas sabiduría.

Oremos:

Dios nuestro, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones, danos tu gracia para que todas nuestras acciones sean agradables a tus ojos y útiles a tu designio de amor y salvación universal. Por Cristo nuestro Señor.

NONA

LECTURA BREVE                  Jb 5, 17-18

Dichoso el hombre a quien corrige Dios: no rechaces el escarmiento del Todopoderoso, porque él hiere y venda la herida, golpea y cura con su mano.

V. Trata con misericordia a tu siervo.

R. Enséñame tus leyes.

Oremos:

Dios nuestro, que enviaste un ángel al centurión Cornelio para que le revelara el camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos, incorporados a la Iglesia de tu Hijo, podamos llegar a ti, Por Cristo nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

V.    Bendigamos al Señor.  

R.    Demos gracias a Dios.

 

 

vísperas

V.     Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Nos dijeron de noche

que estabas muerto,

y la fe estuvo en vela

junto a tu cuerpo;

la noche entera,

la pasamos queriendo

mover la piedra.

Con la vuelta del sol,

volverá a ver la tierra

la gloria del Señor.

No supieron contarlo

los centinelas,

nadie supo la hora

ni la manera;

antes del día,

se cubrieron de gloria

tus cinco heridas.

Con la vuelta del sol,

volverá a ver la tierra

la gloria del Señor.

Si los cinco sentidos

buscan el sueño,

que la fe tenga el suyo

vivo y despierto;

la fe velando,

para verte de noche

resucitando.

Con la vuelta del sol,

volverá a ver la tierra

la gloria del Señor. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El Señor da la victoria a su Ungido.

Salmo 19

ORACIÓN POR LA VICTORIA DEL REY

Cuantos invoquen el nombre del Señor se salvarán. (Hch 2, 21)

Que te escuche el Señor el día del peligro,

que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;

que te envíe auxilio desde el santuario,

que te apoye desde el monte Sión:

que se acuerde de todas tus ofrendas,

que le agraden tus sacrificios;

que cumpla el deseo de tu corazón,

que dé éxito a todos tus planes.

Que podamos celebrar tu victoria

y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;

que el Señor te conceda todo lo que pides.

Ahora reconozco que el Señor

da la victoria a su Ungido,

que lo ha escuchado desde su santo cielo,

con los prodigios de su mano victoriosa.

Unos confían en sus carros,

otros en su caballería;

nosotros invocamos el nombre

del Señor, Dios nuestro.

Ellos cayeron derribados,

nosotros nos mantenemos en pie.

Señor, da la victoria al rey

y escúchanos cuando te invocamos.

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido.

Ant. 2. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Salmo 20, 2‑8. 14

ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORTA DEL REY

El Señor resucitado recibió la vida, años que se prolongan sin término, (S. Ireneo)

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,

¡y cuánto goza con tu victoria!

Le has concedido el deseo de su corazón,

no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,

Y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.

Te pidió vida, y se la has concedido,

años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,

lo has vestido de honor y majestad.

Le concedes bendiciones incesantes,

lo colmas de gozo en tu presencia:

porque el rey confía en el Señor

y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,

y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Ant. 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Cántico               Ap 4, 11; 5, 9‑10. 12

HIMNO A DIOS CREADOR

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,

el honor y el poder,

porque tú has creado el universo;

porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,

porque fuiste degollado

y por tu sangre compraste para Dios

hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;

y has hecho de ellos para nuestro Dios

un reino de sacerdotes

y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado

de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,

la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacer­dotes para nuestro Dios.

LECTURA BREVE                 1 Jn 3, 1a. 2

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabernos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

RESPONSORIO BREVE

V. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el ciclo.

R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

V. Tu fidelidad de generación en generación.

R. Más estable que el cielo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el ciclo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

En el tiempo ordinario:

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

PRECES

Alabemos a Cristo, que mora en medio de nosotros, su pueblo adquirido, y supliquémosle diciendo:

                    Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.

Dueño y Señor de los pueblos, acude en ayuda de todas las naciones y de los que las gobiernan:

que todos los hombres sean fieles a tu voluntad y trabajen por el bien y la paz.

Tú que al subir al cielo llevaste contigo una gran multitud de cautivos,

devuelve la libertad de los hijos de Dios a nuestros hermanos que sufren esclavitud en el cuerpo o en el espíritu.

Concede, Señor, a los jóvenes la realización de sus esperanzas

y que sepan responder a tus llamadas en el transcurso de su vida.

Que los niños imiten tu ejemplo

y crezcan siempre en sabiduría y en gracia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres,

Acoge a los difuntos en tu reino,

donde también nosotros esperamos reinar un día contigo.

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre: Padre nuestro.

 

Oración

En el tiempo ordinario:

Te damos gracias, Señor Dios todopoderoso, porque has permitido que lleguemos a esta noche; te pedimos aceptes con agrado el alzar de nuestras manos como ofrenda de la tarde. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 

CONCLUSIÓN

V.    El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R.    Amén.


MIÉRCOLES I

 

 

oficio de lectura

Si el Oficio de lectura es la primera celebración del día:

V.    Señor, abre mis labios.

R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.

Si antes del Oficio de lectura se ha celebrado ya alguna otra hora:

V.   Dios mío, ven en mi auxilio.

R.   Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Con entrega, Señor, a ti venimos,

escuchar tu palabra deseamos;

que el Espíritu ponga en nuestros labios

la alabanza al Padre de los cielos.

Se convierta en nosotros la palabra

en la luz que a los hombres ilumina,

en la fuente que salta hasta la vida,

en el pan que repara nuestras fuerzas;

en el himno de amor y de alabanza

que se canta en el cielo eternamente,

y en la carne de Cristo se hizo canto

de la tierra y del cielo juntamente.

Gloria a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo,

el Señor Jesucristo, nuestro hermano,

y al Espíritu Santo, que, en nosotros,

glorifica tu nombre por los siglos. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Salmo 17, 2-30

ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

En aquella hora ocurrió un violento terremoto (Ap 11, 13)

I

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;

Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,

mi fuerza salvadora, mi baluarte.

Invoco al Señor de mi alabanza

y quedo libre de mis enemigos.

Me cercaban olas mortales,

torrentes destructores me aterraban,

me envolvían las redes del abismo,

me alcanzaban los lazos de la muerte.

En el peligro invoqué al Señor,

grité a mi Dios:

desde su templo él escuchó mi voz,

y mi grito llegó a sus oídos.

Entonces tembló y retembló la tierra,

vacilaron los cimientos de los montes,

sacudidos por su cólera;

de su nariz se alzaba una humareda,

de su boca un fuego voraz.

y lanzaba carbones ardiendo.

Ant. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Ant. 2. El Señor me libró porque me amaba.

II

Inclinó el cielo y bajó

con nubarrones debajo de sus pies;

volaba a caballo de un querubín

cerniéndose sobre las alas del viento,

envuelto en un manto de oscuridad;

Como un toldo, lo rodeaban

oscuro aguacero y nubes espesas;

al fulgor de su presencia, las nubes

se deshicieron en granizo y centellas;

y el Señor tronaba desde el cielo,

el Altísimo hacía oír su voz:

disparando sus saetas, los dispersaba,

y sus continuos relámpagos los enloquecían.

El fondo del mar apareció,

y se vieron los cimientos del orbe,

cuando tú, Señor, lanzaste un bramido,

con tu nariz resoplando de cólera.

Desde el cielo alargó la mano y me agarró,

me sacó de las aguas caudalosas,

me libró de un enemigo poderoso,

de adversarios más fuertes que yo.

Ant. El Señor me libró porque me amaba.

Ant. 3. Señor; tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.

III

Me acosaban el día funesto,

pero el Señor fue mi apoyo:

me sacó a un lugar espacioso,

me libró porque me amaba.

El Señor retribuyó mi justicia,

retribuyó la pureza de mis manos,

porque seguí los caminos del Señor

y no me rebelé contra mi Dios;

porque tuve presentes sus mandamientos

y no me aparté de sus preceptos;

Le fui enteramente fiel,

guardándome de toda culpa;

el Señor retribuyó mi justicia,

la pureza de mis manos en su presencia.

Con el fiel, tú eres fiel;

con el íntegro, tú eres íntegro;

con el sincero, tú eres sincero;

con el astuto, tú eres sagaz.

Tú salvas al pueblo afligido

y humillas los ojos soberbios.

Señor, tú eres mi lámpara;

Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.

Fiado en ti, me meto en la refriega,

fiado en mi Dios, asalto la muralla.

Ant. Señor; tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.

VERSÍCULO

V. Todos quedaban maravillados.

R. De las palabras que salían de la boca de Dios.

LECTURAS

Las lecturas se toman del Oficio del día

Oración

La oración se toma del Oficio del día

CONCLUSIÓN

V.   Bendigamos al Señor.  

R.   Demos gracias a Dios.

 

 

laudes

Si Laudes es la primera celebración del día:

V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Si antes de Laudes se ha celebrado ya el Oficio de lectura:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Sentencia de Dios al hombre

antes que el día comience:

«Que el pan no venga a tu mesa

sin el sudor de tu frente.

Ni el sol se te da de balde,

ni el aire por ser quien eres:

las cosas son herramientas

y buscan quien las maneje.

El mar les pone corazas

de sal amarga a los peces;

el hondo sol campesino

madura a fuego las mieses.

La piedra, con ser la piedra,

guarda una chispa caliente;

y en el rumor de la nube

combaten el rayo y la nieve.

A ti te inventé las manos

y un corazón que no duerme;

puse en tu boca palabras

y pensamiento en tu frente.

No basta con dar las gracias

sin dar lo que las merece:

a fuerza de gratitudes

se vuelve la tierra estéril.» Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.

Salmo 35

DEPRAVACIÓN DEL MALVADO Y BONDAD DE DIOS

El que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Jn 8, 12)

El malvado escucha en su interior

un oráculo del pecado:

«No tengo miedo a Dios,

ni en su presencia.»

Porque se hace la ilusión de que su culpa

no será descubierta ni aborrecida.

Las palabras de su boca son maldad y traición,

renuncia a ser sensato y a obrar bien;

acostado medita el crimen,

se obstina en el mal camino,

no rechaza la maldad.

Señor, tu misericordia llega al cielo,

tu fidelidad hasta las nubes,

tu justicia hasta las altas cordilleras;

tus sentencias son como el océano inmenso.

Tú socorres a hombres y animales;

¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!;

los humanos se acogen a la sombra de tus alas;

se nutren de lo sabroso de tu casa,

les das a beber del torrente de tus delicias,

porque en ti está la fuente viva

y tu luz nos hace ver la luz.

Prolonga tu misericordia con los que te reconocen,

tu justicia con los rectos de corazón;

que no me pisotee el pie del soberbio,

que no me eche fuera la mano del malvado.

Han fracasado los malhechores;

derribados, no se pueden levantar.

Ant. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.

Ant. 2. Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.

Cántico           Jdt 16, 2.3. 15-19

HIMNO A DIOS, CREADOR DEL MUNDO Y PROTECTOR DE SU PUEBLO

Cantaban un cántico nuevo. (Ap 5,9)

¡Alabad a mi Dios con tambores,

elevad cantos al Señor con cítaras,

ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza,

ensalzad e invocad su nombre!

Porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras,

su nombre es el Señor.

Cantaré a mi Dios un cántico nuevo:

Señor, tú eres grande y glorioso,

admirable en tu fuerza, invencible.

Que te sirva toda la creación,

porque tú lo mandaste y existió;

enviaste tu aliento y la construiste,

nada puede resistir a tu voz.

Sacudirán las olas los cimientos de los montes

las peñas en tu presencia se derretirán como cera,

pero tú serás propicio a tus fieles.

Ant. Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.

Ant. 3. Aclamad a Dios con gritos de júbilo.

Salmo 46

ENTRONIZACIÓN DEL DIOS DE ISRAEL

Está sentado a la derecha del Padre y su reino no tendrá fin.

Pueblos todos, batid palmas,

aclamad a Dios con gritos de júbilo;

porque el Señor es sublime y terrible,

emperador de toda la tierra.

El nos somete los pueblos

y nos sojuzga las naciones;

él nos escogió por heredad suya:

gloria de Jacob, su amado.

Dios asciende entre aclamaciones;

el Señor, al son de trompetas:

tocad para Dios, tocad,

tocad para nuestro Rey, tocad.

Porque Dios es el rey del mundo:

tocad con maestría.

Dios reina sobre las naciones

Dios se sienta en su trono sagrado.

Los príncipes de los gentiles se reúnen

con el pueblo del Dios de Abraham;

porque de Dios son los grandes de la tierra,

y él es excelso.

Ant. Aclamad a Dios con gritos de júbilo.

LECTURA BREVE        Tb 4, 16‑17. 19‑20

No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan. Da de tu pan al hambriento y da tus vestidos al desnudo. Busca el consejo de los prudentes. Bendice al Señor en toda circunstancia, pídele que sean rectos todos tus caminos y que lleguen a buen fin todas tus sendas y proyectos.

RESPONSORIO BREVE

V. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.

R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.

V. Dame vida con tu palabra.

R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

En el tiempo ordinario:

Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.

 

PRECES

Demos gracias a Cristo y alabémoslo porque ha querido santificarnos y llamarnos hermanos suyos; digámosle, pues, confiados:

           Santifica, Señor, a tus hermanos.

Concédenos, Señor, consagrar el principio de este día en honor de tu resurrección

y haz que todos los trabajos que realicemos durante esta jornada te sean agradables.

Haz que sepamos descubrirte a ti en todos nuestros hermanos,

sobre todo en los tristes, en los más pobres y en los que son menos útiles a los ojos del mundo.

Tú que para aumentar nuestra alegría y afianzar nuestra salvación nos das el nuevo día, signo de tu amor,

renuévanos hoy y siempre para gloria de tu nombre.

Haz que durante este día estemos en paz con todo el mundo

y que a nadie devolvamos mal por mal.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tal como Cristo nos enseñó, terminemos nuestra oración diciendo: Padre nuestro.

Oración

En el tiempo ordinario:

Señor Dios, salvador nuestro, danos tu ayuda para que siempre deseemos las obras de la luz y realicemos la verdad: así, los que de ti hemos nacido en el bautismo, seremos tus testigos ante los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

 

hora intermedia

TERCIA, SEXTA, NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

V.    Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

HIMNO

Se dice el himno propio de la Hora

SALMODIA

Ant. 1. Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes.

Salmo 118, 9-16

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?

Cumpliendo tus palabras.

Te busco de todo corazón,

no consientas que me desvíe de tus mandamientos.

En mi corazón escondo tus consignas,

así no pecaré contra ti.

Bendito eres, Señor,

enséñame tus leyes.

Mis labios van enumerando

los mandamientos de tu boca;

mi alegría es el camino de tus preceptos,

más que todas las riquezas.

Medito tus decretos,

y me fijo en tus sendas;

tu voluntad es mi delicia,

no olvidaré tus palabras.

Ant. Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes.

Ant. 2. Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, Señor.

Salmo 16

DIOS, ESPERANZA DEL INOCENTE PERSEGUIDO

En los días de su vida mortal presentó oraciones y súplicas y fue escuchado. (Hb5, 7)

I

Señor, escucha mi apelación

atiende a mis clamores,

presta oído a mi súplica,

que en mis labios no hay engaño:

emane de ti la sentencia,

miren tus ojos la rectitud.

Aunque sondees mi corazón,

visitándolo de noche,

aunque me pruebes al fuego,

no encontrarás malicia en mí.

Mi boca no ha faltado

como suelen los hombres;

según tus mandatos, yo me he mantenido

en la senda establecida.

Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,

y no vacilaron mis pasos.

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;

inclina el oído y escucha mis palabras.

Muestra las maravillas de tu misericordia,

tú que salvas de los adversarios

a quien se refugia a tu derecha.

Guárdame como a las niñas de tus ojos,

a la sombra de tus alas escóndeme

de los malvados que me asaltan,

del enemigo mortal que me cerca.

Ant. Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, Señor.

Ant. 3. Levántate, Señor, y líbrame.

II

Han cerrado sus entrañas

y hablan con boca arrogante;

ya me rodean sus pasos,

se hacen guiños para derribarme,

como un león ávido de presa,

como un cachorro agazapado en su escondrijo.

Levántate, Señor, hazle frente, doblégalo,

que tu espada me libre del malvado,

y tu mano, Señor, de los mortales;

mortales de este mundo:

sea su lote esta vida;

de tu despensa les llenarás el vientre,

se saciarán sus hijos

y dejarán a sus pequeños lo que sobra.

Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia,

y al despertar me saciaré de tu semblante.

Ant. Levántate, Señor, y líbrame.

TERCIA

LECTURA BREVE                1 Pe 1, 13-14

Con ánimo dispuesto y vigilante poned toda vuestra esperanza en la gracia que os llegará cuando Jesucristo se manifieste. Como hijos obedientes no os amoldéis a las pasiones que teníais cuando estabais en vuestra ignorancia.

V. Enséñame, Señor, tus caminos.

R. Instrúyeme en tus sendas.

Oremos:

Señor, Padre santo, Dios fiel, tú que enviaste el Espíritu Santo prometido para que congregara a los hombres que el pecado había disgregado: ayúdanos a ser, en medio de nuestros hermanos, fermento de unidad y de paz. Por Cristo nuestro Señor.

SEXTA

LECTURA BREVE                1 Pe 1, 15-16

Como es santo el que os llamó, sed también santos en toda vuestra conducta, porque está escrito: «Sed santos, porque yo soy santo.»

V. Que tus sacerdotes se vistan de justicia.

R. Que tus fieles te aclamen con júbilo.

Oremos:

Dios todopoderoso y lleno de amor, que a la mitad de nuestra jornada concedes un descanso a nuestra fatiga, contempla complacido el trabajo empezado, remedia nuestras deficiencias, y haz que nuestras obras te sean agradables. Por Cristo nuestro Señor.

NONA

LECTURA BREVE                St 4, 7-8a. 10

Vivid sometidos a Dios. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. Humillaos en la presencia del Señor y él os ensalzará.

V. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles.

R. En los que esperan en su misericordia.

Oremos:

Señor Jesucristo, que por la salvación de los hombres extendiste tus brazos en la cruz: haz que todas nuestras acciones te sean agradables y sirvan para manifestar al mundo tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

CONCLUSIÓN

V.    Bendigamos al Señor.  

R.    Demos gracias a Dios.

 

 

vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

 

HIMNO

Hora de la tarde,

fin de las labores,

Amo de las viñas,

paga los trabajos

de tus viñadores.

Al romper el día

nos apalabraste.

Cuidamos tu viña

del alba a la tarde.

Ahora que nos pagas,

nos lo das de balde,

que a jornal de gloria

no hay trabajo grande.

Das al de la tarde

lo que al mañanero.

Son tuyas las horas

y tuyo el viñedo.

A lo que sembramos

dale crecimiento.

Tú que eres la viña,

cuida los sarmientos. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?

Salmo 26

CONFIANZA ANTE EL PELIGRO

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?,

¿quién podrá apartarnos del amor de Cristo? (Rm 8, 31. 35)

I

El Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién temeré?

El Señor es la defensa de mi vida,

¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados

para devorar mi carne,

ellos, enemigos y adversarios,

tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,

mi corazón no tiembla;

si me declaran la guerra,

me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,

eso buscaré:

habitar en la casa del Señor

por los días de mi vida;

gozar de la dulzura del Señor

contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda

el día del peligro;

me esconderá en lo escondido de su morada,

me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza

sobre el enemigo que me cerca;

en su tienda sacrificaré

sacrificios de aclamación:

cantaré y tocaré para el Señor.

Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?

Ant. 2. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

II

Algunos, poniéndose de pie, daban testimonio contra Jesús. (Mc 14, 57)

Escúchame, Señor, que te llamo;

ten piedad, respóndeme.

oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»

Tu rostro buscaré, Señor,

no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,

que tú eres mi auxilio;

no me deseches, no me abandones,

Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,

el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino,

guíame por la senda llana,

porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario,

porque se levantan contra mí testigos falsos,

que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor

en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,

ten ánimo, espera en el Señor.

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

Ant. 3. Él es el primogénito de toda creatura, es el Primero en todo.

Cántico                   Col 1, 12‑20

HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA

Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS

Damos gracias a Dios Padre,

que nos ha hecho capaces de compartir

la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,

y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,

por cuya sangre hemos recibido la redención,

el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,

primogénito de toda creatura;

pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:

celestes y terrestres, visibles e invisibles,

Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;

todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.

Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.

Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,

y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.

Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:

haciendo la paz por la sangre de su cruz

con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Ant. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.

LECTURA BREVE        St 1, 22. 25

Llevad a la práctica la palabra y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. El que se concentra en el estudio de la ley perfecta (la que hace libre) y es constante no como oyente olvidadizo, sino para ponerla por obra, éste encontrará la felicidad en practicarla.

RESPONSORIO BREVE

V. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

V. No arrebates mi alma con los pecadores.

R. Ten misericordia de mí.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

En el tiempo ordinario:

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

PRECES

Oremos, hermanos, a Dios Padre, que en su amor nos mira como hijos, y digámosle:

                    Muéstranos, Señor, la abundancia de tu amor.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia: guárdala de todo mal

y haz que crezca en tu amor.

Que todos los pueblos, Señor, te reconozcan como al único Dios verdadero,

y a Jesucristo como al Salvador que tú has enviado.

A nuestros parientes y bienhechores concédeles tus bienes

y que tu bondad les dé la vida eterna.

Te pedimos, Señor, por los trabajadores que sufren: alivia sus dificultades

y haz que todos los hombres reconozcan su dignidad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

En tu misericordia acoge a los que hoy han muerto

y dales posesión de tu reino.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro Padre común: Padre nuestro.

Oración

En el tiempo ordinario:

Escucha, Señor, nuestras súplicas y protégenos durante el día y durante la noche: tú que eres siempre inmutable, da firmeza a los que vivimos sujetos a la sucesión de los tiempos y de las horas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN

V.    El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R.    Amén.


 

JUEVES I

 

 

oficio de lectura

Si el Oficio de lectura es la primera celebración del día:

V.    Señor, abre mis labios.

R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.

Si antes del Oficio de lectura se ha celebrado ya alguna otra hora:

V.   Dios mío, ven en mi auxilio.

R.   Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

 

Con gozo el corazón cante la vida,

presencia y maravilla del Señor,

de luz y de color bella armonía,

sinfónica cadencia de su amor.

Palabra esplendorosa de su Verbo,

cascada luminosa de verdad,

que fluye en todo ser que en él fue hecho

imagen de su ser y de su amor.

La fe cante al Señor, y su alabanza,

palabra mensajera del amor,

responda con ternura a su llamada

en himno agradecido a su gran don.

Dejemos que su amor nos llene el alma

en íntimo diálogo con Dios,

en puras claridades cara a cara,

bañadas por los rayos de su sol:

Al Padre subirá nuestra alabanza

por Cristo, nuestro vivo intercesor,

en alas de su Espíritu que inflama

en todo corazón su gran amor. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.

Salmo 17, 31-51

EL SEÑOR REVELA SU PODER SALVADOR

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Rm 8, 31)

IV

Perfecto es el camino de Dios,

acendrada es la promesa del Señor;

El es escudo para los que a El se acogen.

¿Quién es dios fuera del Señor?

¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios?

Dios me ciñe de valor

y me enseña un camino perfecto;

El me da pies de ciervo,

y me coloca en las alturas;

El adiestra mis manos para la guerra,

y mis brazos para tensar la ballesta.

Ant. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.

Ant. 2. Tu diestra, Señor, me sostuvo.

V

Me dejaste tu escudo protector,

tu diestra me sostuvo,

multiplicaste tus cuidados conmigo.

Ensanchaste el camino a mis pasos,

y no flaquearon mis tobillos;

yo perseguía al enemigo hasta alcanzarlo,

y no me volvía sin haberlo aniquilado:

los derroté, y no pudieron rehacerse,

cayeron bajo mis pies.

Me ceñiste de valor para la lucha,

doblegaste a los que me resistían;

hiciste volver a la espalda a mis enemigos,

rechazaste a mis adversarios.

Pedían auxilio, pero nadie los salvaba;

gritaban al Señor, pero no les respondía.

Los reduje a polvo, que arrebataba el viento;

los pisoteaba como barro de las calles.

Me libraste de las contiendas de mi pueblo,

me hiciste cabeza de naciones,

un pueblo extraño fue mi vasallo.

Los extranjeros me adulaban,

me escuchaban y me obedecían.

Los extranjeros palidecían

y salían temblando de sus baluartes.

Ant. Tu diestra, Señor, me sostuvo.

Ant. 3. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.

VI

Viva el Señor, bendita sea mi Roca,

sea ensalzado mi Dios y Salvador:

el Dios que me dio el desquite

y me sometió los pueblos;

que me libró de mis enemigos,

me levantó sobre los que resistían

y me salvó del hombre cruel.

Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor,

y tañeré en honor de tu nombre:

tu diste gran victoria a tu rey,

tuviste misericordia de tu Ungido,

de David y su linaje por siempre.

Ant. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.

 

VERSÍCULO

V. Ábreme, Señor, los ojos.

R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.

 

LECTURAS

Las lecturas se toman del Oficio del día

Oración

La oración se toma del Oficio del día

 

CONCLUSIÓN

V.   Bendigamos al Señor.  

R.   Demos gracias a Dios.

 

 

laudes

Si Laudes es la primera celebración del día:

V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Si antes de Laudes se ha celebrado ya el Oficio de lectura:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Crece la luz bajo tu hermosa mano,

Padre celeste, y suben

los hombres matutinos al encuentro

de Cristo primogénito.

Él hizo amanecer ante tus ojos

y enalteció la aurora,

cuando aún no estaba el hombre sobre el mundo

para poder cantarla.

Él es principio y fin del universo,

y el tiempo, en su caída,

se acoge al que es la fuerza de las cosas

y en él rejuvenece.

Él es quien nos reanima y fortalece,

y hace posible el himno

que, ante las maravillas de tus manos,

cantamos jubilosos.

He aquí la nueva luz que asciende y busca

su cuerpo misterioso;

he aquí, en la claridad de la mañana,

el signo de tu rostro.

Envía, Padre eterno, sobre el mundo

el soplo de tu Hijo,

potencia de tu diestra y primogénito

de todos los que mueren. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.

Salmo 56

ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO

Este salmo canta la pasión del Señor. (S. Agustín)

Misericordia, Dios mío, misericordia,

que mi alma se refugia en ti;

me refugio a la sombra de tus alas

mientras pasa la calamidad.

Invoco al Dios Altísimo,

al Dios que hace tanto por mí:

desde el cielo me enviará la salvación,

confundirá a los que ansían matarme,

enviará su gracia y su lealtad.

Estoy echado entre leones

devoradores de hombres;

sus dientes son lanzas y flechas,

su lengua es una espada afilada.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,

y llene la tierra tu gloria.

Han tendido una red a mis pasos

para que sucumbiera;

me han cavado delante una fosa,

pero han caído en ella.

Mi corazón está firme, Dios mío.

mi corazón está firme.

Voy a cantar y a tocar:

despierta, gloria mía;

despertad, cítara y arpa;

despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;

tocaré para ti ante las naciones:

por tu bondad, que es más grande que los cielos;

por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,

y llene la tierra tu gloria.

Ant. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.

Ant. 2. «Mi pueblo se saciará de mis bienes, dice el Señor.

Cántico                        Jr 31, 10‑14

FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO

Jesús iba a morir... para reunir a los hijos de Dios dispersos. (Jn 11, 51. 52)

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,

anunciadla en las islas remotas:

«El que dispersó a Israel lo reunirá,

lo guardará como un pastor a su rebaño;

porque el Señor redimió a Jacob,

lo rescató de una mano más fuerte.»

Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,

afluirán hacia los bienes del Señor:

hacia el trigo y el vino y el aceite,

y los rebaños de ovejas y de vacas;

su alma será como un huerto regado,

y no volverán a desfallecer.

Entonces se alegrará la doncella en la danza,

gozarán los jóvenes y los viejos;

convertiré su tristeza en gozo,

los alegraré y aliviaré sus penas;

alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos,

y mi pueblo se saciará de mis bienes.

Ant. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.

Ant. 3. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.

Salmo 47

HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN

Me transportó en espíritu a un monte altísimo y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén. (Ap 21, 10)

Grande es el Señor y muy digno de alabanza

en la ciudad de nuestro Dios,

su monte santo, altura hermosa,

alegría de toda la tierra:

el monte Sión, vértice del cielo,

ciudad del gran rey;

entre sus palacios,

Dios descuella como un alcázar.

Mirad: los reyes se aliaron

para atacarla juntos;

pero, al verla, quedaron aterrados

y huyeron despavoridos;

allí los agarró un temblor

y dolores como de parto;

como un viento del desierto,

que destroza las naves de Tarsis.

Lo que habíamos oído lo hemos visto

en la ciudad del Señor de los ejércitos,

en la ciudad de nuestro Dios:

que Dios la ha fundado para siempre.

¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia

en medio de tu templo:

como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza

llega al confín de la tierra;

tu diestra está llena de justicia:

el monte Sión se alegra,

las ciudades de Judá se gozan

con tus sentencias.

Dad la vuelta en torno a Sión,

contando sus torreones;

fijaos en sus baluartes,

observad sus palacios,

para poder decirle a la próxima generación:

«Éste es el Señor, nuestro Dios.»

Él nos guiará por siempre jamás.

Ant. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.

LECTURA BREVE                                Is 66, 1‑2

Así dice el Señor: «El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies: ¿Qué templo podréis construirme?; ¿o qué lugar para mi descanso? Todo esto lo hicieron mis manos, todo es mío ‑oráculo del Señor‑. En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.»

 

RESPONSORIO BREVE

V. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.

R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.

V. Guardaré tus leyes.

R. Respóndeme, Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

En el tiempo ordinario:

Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.

 

PRECES

Demos gracias a Cristo que nos ha dado la luz del día y supliquémosle diciendo:

Bendícenos y santifícanos, Señor.

Tú que te entregaste como víctima por nuestros pecados,

acepta los deseos y las acciones de este día.

Tú que nos alegras con la claridad del nuevo día,

sé tú mismo el lucero brillante de nuestros corazones.

Haz que seamos bondadosos y comprensivos con los que nos rodean

para que logremos así ser imágenes de tu bondad.

En la mañana haznos escuchar tu gracia

y que tu gozo sea hoy nuestra fortaleza.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Fieles a la recomendación del Salvador, digamos llenos de confianza filial: Padre nuestro.

Oración

En el tiempo ordinario:

Dios todopoderoso y eterno, humildemente acudimos a ti, al empezar el día, a media jornada y al atardecer, para pedirte que, alejando de nosotros las tinieblas del pecado, nos hagas alcanzar la luz verdadera que es Cristo. Que vive y reina contigo.

 

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

 

hora intermedia

TERCIA, SEXTA, NONA

INVOCACIÓN INICIAL

V.   Dios mío, ven en mi auxilio.

R.   Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

HIMNO

SALMODIA

Ant. 1. Ábreme los ojos, Señor, y contemplaré las maravillas de tu voluntad.

Salmo 118, 17-24

Haz bien a tu siervo: viviré

y cumpliré tus palabras;

ábreme los ojos, y contemplaré

las maravillas de tu voluntad;

soy un forastero en la tierra:

no me ocultes tus promesas.

Mi alma se consume, deseando

continuamente tus mandamientos;

reprendes a los soberbios,

malditos los que se apartan de tus mandatos.

Aleja de mí las afrentas y el desprecio,

porque observo tus preceptos;

aunque los nobles se sienten a murmurar de mí,

tu siervo medita tus leyes;

tus preceptos son mi delicia,

tus decretos son mis consejeros.

Ant. Ábreme los ojos, Señor, y contemplaré las maravillas de tu voluntad.

Ant. 2. Haz, Señor,  que camine con lealtad.

Salmo 24

ORACIÓN POR TODA CLASE DE NECESIDADES

La esperanza no defrauda. (Rm 5, 5)

I

A ti, Señor, levanto mi alma;

Dios mío, en ti confío

no quede yo defraudado,

que no triunfen de mí mis enemigos,

pues los que esperan en ti no quedan defraudados,

mientras que el fracaso malogra a los traidores.

Señor, enséñame tus caminos,

instrúyeme en tus sendas:

haz que camine con lealtad;

enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,

y todo el día te estoy esperando.

Recuerda, Señor, que tu ternura

y tu misericordia son eternas;

no te acuerdes de los pecados

ni de las maldades de mi juventud;

acuérdate de mí con misericordia,

por tu bondad, Señor.

El Señor es bueno y es recto,

y enseña el camino a los pecadores;

hace caminar a los humildes con rectitud,

enseña su camino a los humildes.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad

para los que guardan su alianza y sus mandatos.

Por el honor de tu nombre, Señor,

perdona mis culpas, que son muchas.

Ant. Haz, Señor,  que camine con lealtad.

Ant. 3. Mírame, oh Dios, y sácame de mis tribulaciones, que estoy solo y afligido.

II

¿Hay alguien que tema al Señor

El le enseñará el camino escogido:

su alma vivirá feliz,

su descendencia poseerá la tierra.

El Señor se confía con sus fieles,

y les da a conocer su alianza.

Tengo los ojos puestos en el Señor,

porque El saca mis pies de la red.

Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí,

que estoy solo y afligido.

Ensancha mi corazón oprimido

y sácame de mis tribulaciones.

Mira mis trabajos y mis penas

y perdona todos mis pecados;

mira cuántos son mis enemigos,

que me detestan con odio cruel.

Guarda mi vida y líbrame,

no quede yo defraudado de haber acudido a ti.

La inocencia y la rectitud me protegerán,

porque espero en ti.

Salva, oh Dios, a Israel

de todos sus peligros.

Ant. Mírame, oh Dios, y sácame de mis tribulaciones, que estoy solo y afligido.

TERCIA

LECTURA BREVE                      Am 4, 13

El Señor formó las montañas, creó el viento, descubre al hombre su pensamiento, hace la aurora y la oscuridad, camina sobre el dorso de la tierra. Su nombre es el Señor de los ejércitos.

V. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor.

R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Oremos:

Señor Dios, que a la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos en oración, concédenos también a nosotros participar de los dones de ese mismo Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.

SEXTA

LECTURA BREVE                        Am 5, 8

El Señor creó las Pléyades y Orión, convierte la sombra en aurora, oscurece el día en noche; convoca las aguas del mar y las derrama sobre la superficie de la tierra. Su nombre es el Señor.

V. Honor y majestad lo preceden.

R. Fuerza y esplendor están en su templo.

Oremos:

Dios todopoderoso y eterno, ante ti no existe ni la oscuridad ni las tinieblas, haz, pues, brillar sobre nosotros la claridad de tu luz, para que, guardando tus preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el corazón jubiloso. Por Cristo nuestro Señor.

NONA

LECTURA BREVE                        Am 9, 6

El Señor construye en el cielo su morada, cimenta sobre la tierra su bóveda; convoca las aguas del mar y las derrama sobre la superficie de la tierra. Su nombre es el Señor.

V. El cielo proclama la gloria de Dios.

R. El firmamento pregona la obra de sus manos.

Oremos:

Contempla, Señor, a tu familia en oración, y haz que imitando los ejemplos de paciencia de tu Hijo no decaiga nunca ante la adversidad. Por Cristo nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

V.    Bendigamos al Señor.  

R.    Demos gracias a Dios.

 

 

 

vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

 

HIMNO

Vengo, Señor, cansado;

¡cuánta fatiga

van cargando mis hombros

al fin del día!

Dame tu fuerza

y una caricia tuya

para mis penas.

Salí por la mañana

entre los hombres,

¡y encontré tantos ricos

que estaban pobres!

La tierra llora,

porque sin ti la vida

es poca cosa.

¡Tantos hombres maltrechos,

sin ilusiones!;

en ti buscan asilo

sus manos torpes.

Tu amor amigo,

todo tu santo fuego,

para su frío.

Yo roturé la tierra

y puse trigo;

tú diste el crecimiento

para tus hijos.

Así, en la tarde,

con el cansancio a cuestas,

te alabo, Padre.

Quiero todos los días

salir contigo,

y volver a la tarde

siendo tu amigo.

Volver a casa

Y extenderte las manos,

dándote gracias. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

Salmo 29

ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO

EN PELIGRO DE MUERTE

Cristo, después de su gloriosa resurrección, da gracias al Padre. (Casiano)

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, Dios mío, a ti grité,

y tú me sanaste.

Señor, sacaste mi vida del abismo,

me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos,

dad gracias a su nombre santo;

su cólera dura un instante;

su bondad, de por vida;

al atardecer nos visita el llanto,

por la mañana, el júbilo.

Yo pensaba muy seguro:

«No vacilaré jamás.»

Tu bondad, Señor, me aseguraba

el honor y la fuerza;

pero escondiste tu rostro,

y quedé desconcertado.

A ti, Señor, llamé,

supliqué a mi Dios:

«¿Qué ganas con mi muerte,

con que yo baje a la fosa?

¿Te va a dar gracias el polvo,

o va a proclamar tu lealtad?

Escucha, Señor, y ten piedad de mí.

Señor, socórreme.»

Cambiaste mi luto en danzas,

me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;

te cantará mi alma sin callarse.

Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

Ant. 2. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Salmo 31

ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO

David proclama dichoso al hombre a quien Dios confiere la justificación haciendo caso omiso de las obras. (Rm 4, 6)

Dichoso el que está absuelto de su culpa,

a quien le han sepultado su pecado;

dichoso el hombre a quien el Señor

no le apunta el delito.

Mientras callé se consumían mis huesos,

rugiendo todo el día,

porque día y noche tu mano

pesaba sobre mí;

mi savia se me había vuelto

un fruto seco.

Había pecado, lo reconocí,

no te encubrí mi delito;

propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,

y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique

en el momento de la desgracia:

la crecida de las aguas caudalosas

no lo alcanzará.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,

me rodeas de cantos de liberación.

Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,

fijaré en ti mis ojos.

No seáis irracionales como caballos y mulos,

cuyo brío hay que domar con freno y brida;

si no, no puedes acercarte.

Los malvados sufren muchas penas;

al que confía en el Señor,

la misericordia lo rodea.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor,

aclamadlo, los de corazón sincero.

Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Ant. 3. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Cántico        Ap 11, 17‑18; 12, 10b‑12a

EL JUICIO DE DIOS

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,

el que eres y el que eras,

porque has asumido el gran poder

y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las naciones,

llegó tu cólera,

y el tiempo de que sean juzgados los muertos,

y de dar el galardón a tus siervos los profetas,

y a los santos y a los que temen tu nombre,

y a los pequeños y a los grandes,

y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,

y el reinado de nuestro Dios,

y la potestad de su Cristo;

porque fue precipitado

el acusador de nuestros hermanos,

el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero

y por la palabra del testimonio que dieron,

y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.

Por esto, estad alegres, cielos,

y los que moráis en sus tiendas.

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

LECTURA BREVE                   1 Pe 1, 6‑9

Saltad de júbilo, aunque de momento tengáis que sufrir un poco en diversas pruebas. Así la pureza de vuestra fe resultará más preciosa que el oro (que, aun después de acrisolado por el fuego, perece) y será para vuestra alabanza y gloria y honor en el día de la manifestación de Jesucristo. A él no lo habéis visto, y lo amáis; en él creéis ahora, aunque no lo veis; y os regocijaréis con un gozo inefable y radiante, al recibir el fruto de vuestra fe, la salud de vuestras almas.

RESPONSORIO BREVE

V. Nos alimentó el Señor con flor de harina.

R. Nos alimentó el Señor con flor de harina.

V. Nos sació con miel silvestre.

R. Con flor de harina.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Nos alimentó el Señor con flor de harina.

CÁNTICO EVANGÉLICO

En el tiempo ordinario:

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

PRECES

Invoquemos a Dios, nuestro refugio y nuestra fortaleza, y digámosle:

           Escucha, Señor, nuestra oración.

Dios de amor que has hecho alianza con tu pueblo,

haz que recordemos siempre tus maravillas.

Que los sacerdotes, Señor, crezcan en la caridad

y que los fieles vivan en la unidad del Espíritu y en el vínculo de la paz.

Que el mundo prospere y avance según tus designios

y que los que lo construyen no trabajen en vano.

Envía, Señor, operarios a tu mies

para que tu nombre sea conocido en el mundo.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

A nuestros familiares y bienhechores difuntos dales un lugar entre los santos

y haz que nosotros un día nos encontremos con ellos en tu reino.

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, nos atrevemos a decir: Padre nuestro.

 

Oración

En el tiempo ordinario:

Tú, Señor, que iluminas la noche y haces que después de las tinieblas amanezca nuevamente la luz, haz que, durante la noche que ahora comienza, nos veamos exentos de toda culpa y que, al clarear el nuevo día, podamos reunirnos otra vez en tu presencia para darte gracias nuevamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN

V.    El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R.    Amén.


 

VIERNES I

 

 

oficio de lectura

Si el Oficio de lectura es la primera celebración del día:

V.    Señor, abre mis labios.

R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

Si antes del Oficio de lectura se ha celebrado ya alguna otra hora:

V.   Dios mío, ven en mi auxilio.

R.   Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Delante de tus ojos

Ya no enrojecemos

a causa del antiguo

pecado de tu pueblo.

Arrancarás de cuajo

el corazón soberbio

y harás un pueblo humilde

de corazón sincero.

En medio de los pueblos

nos guardas como un resto,

para cantar tus obras

y adelantar tu reino.

Seremos raza nueva

para los cielos nuevos;

sacerdotal estirpe,

según tu Primogénito.

Caerán los opresores

y exultarán los siervos;

los hijos del oprobio

serán tus herederos.

Señalarás entonces

el día del regreso

para los que comían

su pan en el destierro.

¡Exulten mis entrañas!

¡Alégrese mi pueblo!

Porque el Señor, que es justo,

revoca sus decretos:

la salvación se anuncia

donde acechó el infierno,

porque el Señor habita

en medio de su pueblo. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

Salmo    34, 1-2. 3c. 9-19. 22-24a. 27-28

SÚPLICA CONTRA LOS PERSEGUIDORES INJUSTOS

Se reunieron... y se pusieron de acuerdo para detener a Jesús con engaño y matarlo. (Mt 26, 34)

I

Pelea, Señor, contra los que me atacan,

guerrea contra los que me hacen guerra;

empuña el escudo y la adarga,

levántate y ven en mi auxilio;

di a mi alma:

"yo soy tu victoria".

Y yo me alegraré con el Señor,

gozando de su victoria;

todo mi ser proclamará:

"Señor, ¿quién como tú,

que defiendes al débil del poderoso,

al pobre y humilde del explotador?".

Se presentaban testigos violentos:

me acusaban de cosas que ni sabía,

me pagaban mal por bien,

dejándome desamparado.

Ant. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

Ant. 2. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.

II

Yo, en cambio, cuando estaban enfermos,

me vestía de saco,

me mortificaba con ayunos

y desde dentro repetía mi oración.

Como por un amigo o por un hermano,

andaba triste;

cabizbajo y sombrío,

como quien llora a su madre.

Pero, cuando yo tropecé, se alegraron,

se juntaron contra mí

y me golpearon por sorpresa;

me laceraban sin cesar.

Cruelmente se burlaban de mí,

rechinando los dientes de odio.

Ant. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.

Ant. 3. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.

III

Señor, ¿cuándo vas a mirarlo?

Defiende mi vida de los que rugen,

mi único bien, de los leones,

y te daré gracias en la gran asamblea,

te alabaré entre la multitud del pueblo.

Que no canten victoria mis enemigos traidores,

que no hagan guiños a mi costa

los que me odian sin razón.

Señor, tú lo has visto, no te calles,

Señor, no te quedes a distancia;

despierta, levántate, Dios mío,

Señor mío, defiende mi causa.

Que canten y se alegren

los que desean mi victoria,

que repitan siempre: "Grande es el Señor"

los que desean la paz a tu siervo.

Mi lengua anunciará tu justicia,

todos los días te alabaré.

Ant. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.

VERSÍCULO

V. Hijo mío, conserva mis palabras.

R. Conserva mis mandatos y vivirás.

LECTURAS

Las lecturas se toman del Oficio del día

Oración

La oración se toma del Oficio del día

CONCLUSIÓN

V.   Bendigamos al Señor.  

R.   Demos gracias a Dios.

 

 

laudes

Si Laudes es la primera celebración del día:

V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Si antes de Laudes se ha celebrado ya el Oficio de lectura:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Edificaste una torre

para tu huerta florida;

un lagar para tu vino

y, para el vino, una viña.

Y la viña no dio uvas,

ni el lagar buena bebida:

sólo racimos amargos

y zumos de amarga tinta.

Edificaste una torre,

Señor, para tu guarida;

un huerto de dulces frutos,

una noria de aguas limpias,

un blanco silencio de horas

y un verde beso de brisas.

Y esta casa que es tu torre,

este mi cuerpo de arcilla,

esta sangre que es tu sangre

esta herida que es tu herida

te dieron frutos amargos,

amargas uvas y espinas.

¡Rompe, Señor, tu silencio,

rompe tu silencio y grita!

Que mi lagar enrojezca

cuando tu planta lo pise,

y que tu mesa se endulce

con el vino de tu viña. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.

Salmo 50

CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO

Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana. (Cf. Ef 4, 23‑24)

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;

por tu inmensa compasión borra mi culpa;

lava del todo mi delito,

limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,

tengo siempre presente mi pecado:

contra ti, contra ti solo pequé,

cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,

en el juicio brillará tu rectitud.

Mira, que en la culpa nací,

pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,

y en mi interior me inculcas sabiduría.

Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;

lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,

que se alegren los huesos quebrantados.

Aparta de mi pecado tu vista,

borra en mí toda culpa.

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,

renuévame por dentro con espíritu firme;

no me arrojes lejos de tu rostro,

no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,

afiánzame con espíritu generoso:

enseñaré a los malvados tus caminos,

los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,

Dios, Salvador mío!,

y cantará mi lengua tu justicia.

Señor, me abrirás los labios,

y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen;

si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:

un corazón quebrantado y humillado

tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,

reconstruye las murallas de Jerusalén:

entonces aceptarás los sacrificios rituales,

ofrendas y holocaustos,

sobre tu altar se inmolarán novillos.

Ant. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.

Ant. 2. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.

Cántico                    Is 45, 15‑26

QUE LOS PUEBLOS TODOS SE CONVIERTAN AL SEÑOR

Al nombre de Jesús toda rodilla se doble. (Flp 2, 10)

Es verdad: tú eres un Dios escondido,

el Dios de Israel, el Salvador.

Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,

se van avergonzados los fabricantes de ídolos;

mientras el Señor salva a Israel

con una salvación perpetua,

para que no se avergüencen ni se sonrojen

nunca jamás.

Así dice el Señor, creador del cielo

—él es Dios—,

él modeló la tierra,

la fabricó y la afianzó;

no la creó vacía,

sino que la formó habitable:

«Yo soy el Señor y no hay otro.»

No te hablé a escondidas,

en un país tenebroso,

no dije a la estirpe de Jacob:

«Buscadme en el vacío.»

Yo soy el Señor que pronuncia sentencia

y declara lo que es justo.

Reuníos, venid, acercaos juntos,

supervivientes de las naciones.

No discurren los que llevan su ídolo de madera,

y rezan a un dios que no puede salvar.

Declarad, aducid pruebas,

que deliberen juntos:

¿Quién anunció esto desde antiguo,

quién lo predijo desde entonces?

¿No fui yo, el Señor?

—No hay otro Dios fuera de mí—

Yo soy un Dios justo y salvador,

y no hay ninguno más.

Volveos hacia mí para salvaros,

confines de la tierra,

pues yo soy Dios y no hay otro.

Yo juro por mi nombre,

de mi boca sale una sentencia,

una palabra irrevocable:

«Ante mí se doblará toda rodilla,

por mí jurará toda lengua»,

dirán: «Sólo el Señor

tiene la justicia y el poder.»

A él vendrán avergonzados

los que se enardecían contra él,

con el Señor triunfará y se gloriará

la estirpe de Israel.

Ant. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.

Ant. 3. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

Salmo 99

ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO

Los redimidos deben entonar un canto de victoria. (S. Atanasio)

Aclama al Señor, tierra entera,

servid al Señor con alegría,

entrad en su presencia con aclamaciones.

Sabed que el Señor es Dios:

que él nos hizo y somos suyos,

su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,

por sus atrios con himnos,

dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,

su misericordia es eterna,

su fidelidad por todas las edades.»

Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

LECTURA BREVE                Ef 4, 29‑32

           No salga de vuestra boca palabra desedificante, sino la que sirva para la necesaria edificación, comunicando la gracia a los oyentes. Y no provoquéis más al Santo Espíritu de Dios, con el cual fuisteis marcados para el día de la redención. Desterrad de entre vosotros todo exacerbamiento, animosidad, ira, pendencia, insulto y toda clase de maldad. Sed, por el contrario, bondadosos y compasivos unos con otros, y perdonaos mutuamente como también Dios os ha perdonado en Cristo.

RESPONSORIO BREVE

V. En la mañana hazme escuchar tu gracia.

R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.

V. Indícame el camino que he de seguir.

R. Hazme escuchar tu gracia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

En el tiempo ordinario:

Ant. El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.

PRECES

Adoremos a Cristo, que salvó al mundo con su cruz, y supliquémosle diciendo:

           Señor, ten misericordia de nosotros.

Señor Jesucristo, cuya claridad es nuestro sol y nuestro día,

haz que, desde el amanecer, desaparezca de nosotros todo sentimiento malo.

Vela, Señor, sobre nuestros pensamientos, palabras y obras,

a fin de que nuestro día sea agradable ante tus ojos.

Aparta de nuestros pecados tu vista,

y borra en nosotros toda culpa.

Por tu cruz y tu resurrección,

llénanos del gozo del Espíritu Santo.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Ya que somos hijos de Dios, oremos a nuestro Padre como Cristo nos enseñó: Padre nuestro.

Oración

En el tiempo ordinario:

Dios misericordioso, que has iluminado las tinieblas de nuestra ignorancia con la luz de tu palabra: acrecienta en nosotros la fe que tú mismo nos has dado; que ninguna tentación pueda nunca destruir el ardor de la fe y de la caridad que tu gracia ha encendido en nuestro espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

 

hora intermedia

TERCIA, SEXTA, NONA

INVOCACIÓN INICIAL

V.   Dios mío, ven en mi auxilio.

R.  Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

HIMNO

 

SALMODIA

Ant. 1. Correré por el camino de tus mandatos cuando me ensanches el corazón.

Salmo 118, 25-32

Mi alma está pegada al polvo:

reanímame con tus palabras;

te expliqué mi camino, y me escuchaste:

enséñame tus leyes;

instrúyeme en el camino de tus decretos,

y meditaré tus maravillas.

Mi alma llora de tristeza,

consuélame con tus promesas;

apártame del camino falso,

y dame la gracia de tu voluntad;

escogí el camino verdadero,

deseé tus mandamientos.

Me apegué a tus preceptos,

Señor, no me defraudes;

correré por el camino de tus mandatos

cuando me ensanches el corazón.

Ant. Correré por el camino de tus mandatos cuando me ensanches el corazón.

Ant. 2. Confiando en el Señor, no me he desviado.

Salmo 25

ORACIÓN CONFIADA DEL INOCENTE

Nos eligió para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor. (Ef 1, 4)

Hazme justicia, Señor, que camino en la inocencia;

confiando en el Señor, no me he desviado.

Escrútame, Señor, ponme a prueba,

sondea mis entrañas y mi corazón,

porque tengo ante los ojos tu bondad,

y camino en tu verdad.

No me siento con gente falsa,

no me junto con mentirosos;

detesto las bandas de malhechores,

no tomo asiento con los impíos.

Lavo en la inocencia mis manos,

y rodeo tu altar, Señor,

proclamando tu alabanza,

enumerando tus maravillas.

Señor, yo amo la belleza de tu casa,

el lugar donde reside tu gloria.

No arrebates mi alma con los pecadores,

ni mi vida con los sanguinarios,

que en su izquierda llevan infamias,

y su derecha está llena de sobornos.

Yo, en cambio, camino en la integridad;

sálvame, ten misericordia de mí.

Mi pie se mantiene en el camino llano;

en la asamblea bendeciré al Señor.

Ant. Confiando en el Señor, no me he desviado.

Ant. 3. En el Señor confía mi corazón, él me socorrió.

Salmo 27, 1-3. 6-9

SÚPLICA Y ACCIÓN DE GRACIAS

Padre, te doy gracias porque me has escuchado. (Jn 11, 41)

A ti, Señor, te invoco;

Roca mía, no seas sordo a mi voz;

que, si no me escuchas, seré igual

que los que bajan a la fosa.

Escucha mi voz suplicante

cuando te pido auxilio,

cuando alzo las manos

hacia tu santuario.

No me arrebates con los malvados

ni con los malhechores,

que hablan de paz con el prójimo,

pero llevan la maldad en el corazón.

Bendito el Señor, que escuchó

mi voz suplicante;

el Señor es mi fuerza y mi escudo:

en él confía mi corazón;

me socorrió, y mi corazón se alegra

y le canta agradecido.

El Señor es fuerza para su pueblo,

apoyo y salvación para su Ungido.

Salva a tu pueblo y bendice tu heredad,

sé su pastor y llévalos siempre.

Ant. En el Señor confía mi corazón, él me socorrió.

TERCIA

LECTURA BREVE                   Flp 2, 2b-4

Manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por envidia ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.

V. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad.

R. Para los que guardan su alianza y sus mandatos.

Oremos:

Señor Jesucristo, tú que en la hora de tercia fuiste llevado al suplicio de la cruz por la salvación del mundo; ayúdanos a llorar nuestros pecados y a evitar las faltas en lo porvenir. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

SEXTA

LECTURA BREVE                     2 Co 13, 4

Aunque por su condición de debilidad humana Cristo fue crucificado, ahora tiene vida por la omnipotencia de Dios. Y nosotros, aunque débiles ahora con su debilidad, por la omnipotencia de Dios tendremos vida con él.

V. Mi alma está pegada al polvo.

R. Reanímame, Señor, con tus palabras.

Oremos:

Señor Jesucristo, tú que a la hora de sexta subiste a la cruz por nuestra salvación mientras el mundo vivía sumergido en las tinieblas; concédenos que tu luz nos ilumine siempre para que, guiados por ella, podamos alcanzar la vida eterna. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

NONA

LECTURA BREVE                 Col 3, 12-13

Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado; haced vosotros lo mismo.

V. El Señor es compasivo y misericordioso.

R. Lento a la ira y rico en clemencia.

Oremos:

Señor Jesucristo, tú que, crucificado a la hora de nona, diste al ladrón arrepentido el reino eterno; míranos a nosotros, que como él confesamos nuestras culpas, y concédenos poder entrar, también como él, d pues de la muerte, en tu paraíso. Tú que vives y reina por los siglos de los siglos.

CONCLUSIÓN

V.    Bendigamos al Señor.  

R.    Demos gracias a Dios.

 

 

vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Calor de Dios en sangre redentora,

y un río de piedad en tu costado;

bajo tu cruz quédeme arrodillado,

con ansia y gratitud siempre deudora.

Conózcate, oh Cristo, en esta hora

de tu perdón; mi beso apasionado,

de ardientes labios en tu pie clavado,

sea flecha de amor y paz de aurora.

Conózcame en tu vía dolorosa

y conozca, Señor, en los fulgores

de tus siete palabras, mi caída;

que en esta cruz pujante y misteriosa

pongo, sobre el amor de mis amores,

el amor entrañable de mi vida. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Salmo 40

ORACIÓN DE UN ENFERMO

Uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo. (Mc 14, 18)

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;

en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,

para que sea dichoso en la tierra,

y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,

calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: «Señor, ten misericordia,

sáname, porque he pecado contra ti.»

Mis enemigos me desean lo peor:

«A ver si se muere y se acaba su apellido.»

El que viene a verme habla con fingimiento,

disimula su mala intención,

y cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,

hacen cálculos siniestros:

«Padece un mal sin remedio,

se acostó para no levantarse.»

incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,

que compartía mi pan,

es el primero en traicionarme.

pero tú, Señor, apiádate de mí,

haz que pueda levantarme,

para que yo les de su merecido.

En esto conozco que me amas:

en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud,

me mantienes siempre en tu presencia.

Bendito el Señor, Dios de Israel,

ahora y por siempre. Amén, amén.

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Ant. 2. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Salmo 45

DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO

Le pondrán por nombre Emmanuel, que significa «Dios‑con-nosotros». (Mt 1, 23)

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,

Poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra

Y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,

que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,

el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;

Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los, pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;

pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,

las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,

rompe los arcos, quiebra las lanzas,

prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:

más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Ant. 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Cántico                      Ap 15, 3‑4

CANTO DE LOS VENCEDORES

Grandes y maravillosas son tus obras,

Señor, Dios omnipotente,

justos y verdaderos tus caminos,

¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,

y glorificará tu nombre?

Porque tú solo eres santo,

porque vendrán todas las naciones

y se postrarán en tu acatamiento,

porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

LECTURA BREVE                   Rm 15, 1‑3

Los fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles, sin complacernos a nosotros mismos. Cada uno cuide de complacer al prójimo para su bien, para su edificación; que Cristo no buscó su propia complacencia, según está escrito: «Sobre mí cayeron los ultrajes de quienes te ultrajaron.»

RESPONSORIO BREVE

V. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.

R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.

V. Y ha hecho de nosotros reino y sacerdotes para el Dios y Padre suyo.

R. Por la virtud de su sangre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

En el tiempo ordinario:

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

PRECES

Bendigamos a Dios que escucha con amor la oración de los humildes y a los hambrientos los colma de bienes; digámosle confiados:

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Señor, Padre lleno de amor, te pedimos por todos los miembros de la Iglesia que sufren:

acuérdate que por ellos, Cristo, cabeza de la Iglesia, ofreció en la cruz el verdadero sacrificio vespertino.

Libra a los encarcelados, ilumina a los que viven en tinieblas, sé la ayuda de las viudas y de los huérfanos,

y haz que todos nos preocupemos de los que sufren.

Concede a tus hijos la fuerza necesaria

para resistir 1as tentaciones del Maligno.

Acude en nuestro auxilio, Señor, cuando llegue la hora de nuestra muerte:

que seamos fieles hasta el fin y dejemos este mundo en tu paz.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Conduce a los difuntos a la luz donde tú habitas

para que puedan contemplarte eternamente.

Fieles a la recomendación del Salvador, nos atrevemos a decir: Padre nuestro.

Oración

En el tiempo ordinario:

Te pedimos, Señor, que los que hemos sido aleccionados con los ejemplos de la pasión de tu Hijo estemos siempre dispuestos a cargar con su yugo llevadero y con su carga ligera. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 

CONCLUSIÓN

V.    El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R.    Amén.


 

SÁBADO I

 

 

oficio de lectura

Si el Oficio de lectura es la primera celebración del día:

V.    Señor, abre mis labios.

R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant. Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.

Si antes del Oficio de lectura se ha celebrado ya alguna otra hora:

V.   Dios mío, ven en mi auxilio.

R.   Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

Señor, tú que llamaste

del fondo del no ser todos los seres,

prodigios del cincel de tu palabra,

imágenes de ti resplandecientes;

Señor, tú que creaste

la bella nave azul en que navegan

los hijos de los hombres, entre espacios

repletos de misterio y luz de estrellas;

Señor, tú que nos diste

la inmensa dignidad de ser tus hijos,

no dejes que el pecado y que la muerte

destruyan en el hombre el ser divino.

Señor, tú que salvaste

al hombre de caer en el vacío,

recréanos de nuevo en tu Palabra

y llámanos de nuevo al paraíso.

Oh Padre, tú que enviaste

al mundo de los hombres a tu Hijo,

no dejes que se apague en nuestras almas

la luz esplendorosa de tu Espíritu. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Quien se haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.

Salmo 130

ABANDONO CONFIADO EN LOS BRAZOS DE DIOS

Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón. (Mt 11, 29)

Señor, mi corazón no es ambicioso,

ni mis ojos altaneros;

no pretendo grandezas

que superan mi capacidad;

sino que acallo y modero mis deseos,

como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor

ahora y por siempre.

Ant. Quien se haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.

Ant. 2. Dios mío, con alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.

Salmo 131

PROMESAS A LA CASA DE DAVID

El Señor Dios le dará el trono de David, su padre. (Lc 1, 32)

I

Señor, tenle en cuenta a David

todos sus afanes:

cómo juró al Señor

e hizo voto al Fuerte de Jacob:

"No entraré bajo el techo de mi casa,

no subiré al lecho de mi descanso,

no daré sueño a mis ojos,

ni reposo a mis párpados,

hasta que encuentre un lugar para el Señor,

una morada para el fuerte de Jacob".

Oímos que estaba en Éfrata,

lo encontramos en el Soto de Jaar:

entremos en su morada,

postrémonos ante el estrado de sus pies.

Levántate, Señor, ven a tu mansión,

ven con el arca de tu poder:

que tus sacerdotes se vistan de gala,

que tus fieles vitoreen.

Por amor a tu siervo David,

no niegues audiencia a tu Ungido.

Ant. Dios mío, con alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.

Ant. 3. El Señor ha jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»

II

El Señor ha jurado a David

una promesa que no retractará:

"A uno de tu linaje

pondré sobre tu trono.

Si tus hijos guardan mi alianza

y los mandatos que les enseño,

también sus hijos, por siempre,

se sentarán sobre tu trono".

Porque el Señor ha elegido a Sión,

ha deseado vivir en ella:

"Esta es mi mansión por siempre,

aquí viviré, porque la deseo.

Bendeciré sus provisiones,

a sus pobres los saciaré de pan,

vestiré a sus sacerdotes de gala,

y sus fieles aclamarán con vítores.

Haré germinar el vigor de David,

enciendo una lámpara para mi Ungido.

A sus enemigos los vestiré de ignominia,

sobre él brillará mi diadema".

Ant. El Señor ha jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»

VERSÍCULO

V. Venid a ver las obras del Señor.

R. Las maravillas que hace en la tierra.

LECTURAS

Las lecturas se toman del Oficio del día

Oración

La oración se toma del Oficio del día

CONCLUSIÓN

V.   Bendigamos al Señor.  

R.   Demos gracias a Dios.

laudes

Si Laudes es la primera celebración del día:

V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Si antes de Laudes se ha celebrado ya el Oficio de lectura:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era. Aleluya.

HIMNO

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu,

salimos de la noche y estrenamos la aurora;

saludamos el gozo de la luz que nos llega

resucitada y resucitadora.

Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría,

y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia;

silabeas el alba igual que una palabra,

tú pronuncias el mar como sentencia.

Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,

acude a su trabajo, madruga a sus dolores;

le confías la tierra, y a la tarde la encuentras

rica de pan y amarga de sudores.

Y tú te regocijas, oh Dios, y tú prolongas

en sus pequeñas manos tus manos poderosas,

y estáis de cuerpo entero los dos así creando,

los dos así velando por las cosas.

¡Bendita la mañana que trae la noticia

de tu presencia joven, en gloria y poderío,

la serena certeza con que el día proclama

que el sepulcro de Cristo está vacío! Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.

Salmo 118, 145‑152

Te invoco de todo corazón;

respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;

a ti grito: sálvame,

y cumpliré tus decretos;

me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,

esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,

meditando tu promesa;

escucha mi voz por tu misericordia,

con tus mandamientos dame vida;

ya se acercan mis inicuos perseguidores,

están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca,

y todos tus mandatos son estables;

hace tiempo comprendí que tus preceptos

los fundaste para siempre.

Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.

Ant. 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.

Cántico            Ex 15, 1‑4. 8‑13. 17‑18

HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO

Los que habían vencido a la bestia cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios. (Ap 15, 2. 3)

Cantaré al Señor, sublime es su victoria,

caballos y carros ha arrojado en el mar.

Mi fuerza y mi poder es el Señor,

él fue mi salvación.

Él es mi Dios: yo lo alabaré;

el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.

El Señor es un guerrero,

su nombre es «El Señor».

Los carros del Faraón los lanzó al mar,

ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.

Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,

las corrientes se alzaron corno un dique,

las olas se cuajaron en el mar.

Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,

repartiré el botín, se saciará mi codicia,

empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»

Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,

se hundieron como plomo en las aguas formidables.

¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?

¿Quién como tú, terrible entre los santos,

temible por tus proezas, autor de maravillas?

Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;

guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,

los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.

Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,

lugar del que hiciste tu trono, Señor;

santuario, Señor, que fundaron tus manos.

El Señor reina por siempre jamás.

Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.

Ant. 3. Alabad al Señor, todas las naciones.

Salmo 116

INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA

Así es: los gentiles glorifican a Dios por su misericordia. (Rm 15, 8. 9)

Alabad al Señor, todas las naciones,

aclamadlo, todos los pueblos:

Firme es su misericordia con nosotros,

su fidelidad dura por siempre.

Ant. Alabad al Señor, todas las naciones.

LECTURA BREVE                2 Pe 1, 10‑11

Hermanos, poned más empeño todavía en consolidar vuestra vocación y elección. Si hacéis así, nunca jamás tropezaréis; de este modo se os concederá generosamente la entrada en el reino eterno de nuestro Señor v Salvador Jesucristo.

RESPONSORIO BREVE

V. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.

R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.

V. Mi heredad en el país de la vida.

R. Tú eres mi refugio.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

En el tiempo ordinario:

Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.

PRECES

Bendigamos a Cristo que para ser ante Dios el pontífice misericordioso y fiel de los hombres se hizo en todo semejante a nosotros, y supliquémosle diciendo:

Muéstranos, Señor, los tesoros de tu amor.

Señor, sol de justicia, que nos iluminaste en el bautismo,

te consagramos este nuevo día.

Que sepamos bendecirte en cada uno de los momentos de nuestra jornada

y glorifiquemos tu nombre con cada una de nuestras acciones.

Tú que tuviste por madre a María, siempre dócil a tu palabra,

   encamina hoy nuestros pasos para que obremos también como ella según tu voluntad.

Haz que mientras vivimos aún en este mundo que pasa anhelemos la vida eterna

y por la fe, la esperanza y el amor vivamos va contigo en tu reino.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Con la misma confianza que tienen los hijos con su padre, acudamos nosotros a nuestro Dios, diciéndole: Padre nuestro.

Oración

En el tiempo ordinario:

Te pedimos, Señor, que la claridad de la resurrección de tu Hijo ilumine las dificultades de nuestra vida; que no temamos ante la oscuridad de la muerte y podamos llegar un día a la luz que no tiene fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

hora intermedia

TERCIA, SEXTA, NONA

INVOCACIÓN INICIAL

V.   Dios mío, ven en mi auxilio.

R.   Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

HIMNO

SALMODIA

Ant. 1. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.

Salmo 118, 33-40

Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes,

y lo seguiré puntualmente;

enséñame a cumplir tu voluntad

y a guardarla de todo corazón;

guíame por la senda de tus mandatos,

porque ella es mi gozo.

Inclina mi corazón a tus preceptos,

y no al interés;

aparta mis ojos de las vanidades,

dame vida con tu palabra;

cumple a tu siervo la promesa

que hiciste a tus fieles.

Aparta de mí la afrenta que temo,

porque tus mandamientos son amables;

mira cómo ansío tus decretos:

dame vida con tu justicia.

Ant. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.

Ant. 2. Los que buscan al Señor no carecen de nada.

Salmo 33

EL SEÑOR, SALVACIÓN DE LOS JUSTOS

Habéis saboreado lo bueno que es el Señor. (1 Pe 2, 3)

I

 

Bendigo al Señor en todo momento,

su alabanza está siempre en mi boca;

mi alma se gloría en el Señor:

que los humildes lo escuchen

y se alegren.

Proclamad conmigo

la grandeza del Señor,

ensalcemos juntos su nombre.

Yo consulté al Señor, y me respondió,

me libró de todas mis ansias.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,

vuestro rostro no se avergonzará.

Si el afligido invoca al Señor,

El lo escucha

y lo salva de sus angustias.

El ángel del Señor acampa

en torno a sus fieles y los protege.

Gustad y ved que bueno es el Señor,

dichoso el que se acoge a El.

Todos sus santos, temed al Señor,

porque nada les falta

a los que le temen;

los ricos empobrecen y pasan hambre,

los que buscan al Señor

no carecen de nada.

Ant. Los que buscan al Señor no carecen de nada.

Ant. 3. Busca la paz y corre tras ella.

III

Venid, hijos, escuchadme:

os instruiré en el temor del Señor;

¿Hay alguien que ame la vida

y desee días de prosperidad?

Guarda tu lengua del mal,

tus labios de la falsedad;

apártate del mal, obra el bien,

busca la paz y corre tras ella.

Los ojos del Señor miran a los justos,

sus oídos escuchan sus gritos;

pero el Señor se enfrenta

con los malhechores,

para borrar de la tierra su memoria.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha

y lo libra de sus angustias;

el Señor está cerca de los atribulados,

salva a los abatidos.

Aunque el justo sufra muchos males,

de todos lo libra el Señor;

El cuida de todos sus huesos,

y ni uno sólo se quebrará.

La maldad da muerte al malvado,

los que odian al justo serán castigados.

El Señor redime a sus siervos,

no será castigado quien se acoge a El.

Ant. Busca la paz y corre tras ella.

TERCIA

LECTURA BREVE                   Jr 8, 60-61

Sepan todos los pueblos de la tierra que el Señor es Dios y no hay otro. Que vuestro corazón sea todo para el Señor, nuestro Dios, como lo es hoy, para seguir sus leyes y guardar sus mandamientos.

V. Señor, enséñame tus caminos.

R. Instrúyeme en tus sendas.

Oremos:

Señor Dios, Padre todopoderoso, infúndenos la luz del Espíritu Santo para que, libres de toda adversidad, podamos alegrarnos siempre en tu alabanza. Por Cristo nuestro Señor.

SEXTA

LECTURA BREVE                  Jr 17, 9-10

Nada más falso y enfermo que el corazón, ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas; para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones.

V. Absuélveme, Señor, de lo que se me oculta.

R. Preserva a tu siervo de la arrogancia.

Oremos:

Señor, fuego ardiente de amor eterno, haz que, inflamados en tu amor, te amemos a ti sobre todas las cosas y a nuestro prójimo por amor tuyo. Por Cristo nuestro Señor.

NONA

LECTURA BREVE               Sb 7, 27a; 8, 1

La sabiduría de Dios, aun siendo sola, lo puede todo; sin salir de sí misma, todo lo renueva. Se despliega vigorosamente de un confín al otro del mundo y gobierna de excelente manera todo el universo.

V. Qué magníficas son tus obras, Señor.

R. Qué profundos tus designios.

Oremos:

Escucha, Señor, nuestra oración y danos la abundancia de tu paz, para que, por intercesión de la santísima Virgen María, después de haberte servido durante toda nuestra vida, podamos presentarnos ante ti sin temor alguno. Por Cristo nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

V.    Bendigamos al Señor.  

R.    Demos gracias a Dios.

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