LA ESTRELLA : Un viaje de Amor

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Introducción:
Lo que la gente gasta en regalos en Navidad

I. Amor desde el principio

Solemos hablar de la Navidad como el tiempo “cuando el amor descendió”. Decimos que el amor de Dios entró al mundo como un bebé. Y eso es totalmente cierto. Pero podríamos confundirnos si no tuviéramos una mirada más amplia. Una mirada atrás en el tiempo hasta el comienzo del mundo. La historia de nuestro mundo, la historia de la Biblia, es una historia de amor desde el primer día de la creación. Es la historia del amor de Dios por su pueblo y su plan de redención para llevarnos de regreso a una relación con él.
Dios no es un pariente lejano que de pronto aparece con un regalo con el que nadie sabe qué hacer. Tampoco es una figura fría, miserable y distante ofreciéndonos a regañadientes una limosna esporádica. Sí, el amor descendió en aquel establo en Belén. Pero el nacimiento de Jesús fue la culminación de una larga historia de amor. Y su amor por nosotros hoy, en esta temporada de Adviento, no es algo nuevo.
Salmo 139.1–6 RVR60
1 Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. 2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. 3 Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. 4 Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. 5 Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano. 6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Alto es, no lo puedo comprender.
El nos relata cómo Dios nos conocía íntimamente antes de que naciéramos.
Examinado y conocido | Ya es un hecho |
relata cómo Dios nos conocía íntimamente antes de que naciéramos. Y el apóstol Pablo escribió en la carta a los Efesios: “… nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” ().
Sentarme y levantarme | Mis pensamientos |Andar y reposo.

Y todos mis caminos te son conocidos

|Dios sabe cómo somos. | Dios nos conoce, él mismo David dice que desde el vientre de nuestra madre Dios nos conoce.
V13-16 | Conocimiento de Dios
David reconoce que este conocimiento es demasiado maravilloso e imposible de comprender
El relata cómo Dios nos conocía íntimamente antes de que naciéramos. Y el apóstol Pablo escribió en la carta a los Efesios: “… nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” ().
Y el apóstol Pablo escribió en ().
Efesios 1.4–6 RVR60
4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
El amor de Dios no depende de nosotros. No es algo que tengamos que adquirir, ni tampoco hacer cosas para mantenerlo. Comienza con Dios, no con nosotros. Dios es amor. Es su naturaleza y carácter. Su amor por nosotros estuvo allí desde el comienzo de los tiempos y continuará a lo largo de la eternidad.
500 Ilustraciones 211. El Amor de Dios: Misterio Glorioso

Un caballero que pensaba que el cristianismo no era más que una colección de problemas difíciles, dijo en cierta ocasión a un anciano ministro: —Es una declaración sumamente extraña: “a Jacob amé, mas a Esaú aborrecí”.

—Muy extraña —replicó el ministro—, pero dígame, ¿qué es lo que en ella le parece más extraño? —Oh —replicó—, eso de que aborreció a Esaú.

—Vea usted —respondió el ministro—, cómo son las cosas, y cuan diferentemente estamos constituidos. Lo que a mí me parece más extraño es que haya podido amar a Jacob. No hay misterio más glorioso que el del amor de Dios

I
Puede ser un concepto inconcebible de asimilar. Pero al continuar el viaje de amor, permíteme animarte a simplemente aceptar que el amor de Dios por nosotros existe más allá de las restricciones del tiempo, el espacio y nuestra comprensión limitada. Es un amor en el que merece la pena enfocarse, meditar y asimilar durante esta temporada de preparación.
Había un hombre que solamente buscaba excusas para no reconocer su necesidad de Dios ¿Conocen a alguien asi?. Y en cierta ocasión le dijo a un anciano pastor : — No puede existir un Dios que diga algo así : “a Jacob amé, mas a Esaú aborrecí”.
Y en cierta ocasión a un anciano pastor : —Este no puede existir un Dios que diga algo así : “a Jacob amé, mas a Esaú aborrecí”.
—¿Porque dice eso replico —replicó el viejo pastor—, pero dígame, ¿qué es lo que no le parece ? —Oh —replicó—, eso de que aborreció a Esaú.
—Vea usted —respondió el pastor—, cómo son las cosas, y cuan diferentemente estamos constituidos. Lo que a mí me parece más extraño es que haya podido amar a Jacob. Sabiendo como él era. No hay misterio más glorioso que el del amor de Dios
Puede ser un concepto inconcebible de asimilar. Pero al continuar el viaje de amor, permíteme animarte a simplemente aceptar que el amor de Dios por nosotros existe más allá de las restricciones del tiempo, el espacio y nuestra comprensión limitada. Es un amor en el que merece la pena enfocarse, meditar y asimilar durante esta temporada de preparación.

II. Amor suficiente

¿Alguna vez te resultó difícil amar a Dios? ¿En algún momento te resultó difícil aceptar su amor por ti? ¿Alguna vez dudaste de que su amor fuera suficiente para cubrir todo el dolor, las heridas, el egoísmo y la maldad del mundo en el que vivimos? ¿O suficiente para cubrir el dolor o las heridas en tu propio corazón? O simplemente tu propia maldad...
Si somos sinceros, creo que la mayoría de nosotros tendría que responder afirmativamente a dichas preguntas y algunos de nosotros más que otros. Pese a lo que tal vez sepamos en nuestra mente o creamos en nuestro corazón, hay una lucha cotidiana por vivir en la realidad del amor de Dios por nosotros. Es tan diferente de nuestra propia capacidad de amar. Puede ser totalmente distinto al amor (o la falta de este) que hayas experimentado en tus relaciones humanas y a lo largo de la vida.
Déjame recordarte algunas de las buenas noticias esta mañana. ¡Las mejores noticias! Dios. Te. Ama.
No por algo que hayas hecho o tengas que hacer. No solo por hoy sino que mañana él habrá de amarte también. No como el padre o la madre o la esposa o exmarido o amigo o enemigo que pueden decepcionarte, o dañarte, o disfrazar el amor para infligir daño o dolor o malestar que pueda parecer demasiado difícil de sanar o dejar ir.
Es difícil de entender para nosotros porque en las relaciones humanas normalmente el amor se gana a través de acciones
Dios te ama puramente, profundamente, perfectamente,. No tienes que ganar puntos para recibir amor de parte de Dios. Él derrama su amor sobre nosotros, sin importar cuán despreciables podamos sentirnos. Y él derrama el amor de manera interminable.
Piensa en los personajes de la historia de Navidad. No encajaban en el casillero de “gente más amable”. Eran una joven pareja común y humilde, una banda de pastores olorosos, un trio de místicos extranjeros. Explora un poco más profundo detrás de las túnicas y los disfraces de animales que los niños llevan en una típica escena navideña y tendrás el cuadro.
Más allá del lugar en que estés en tu viaje, o en el qulugar que te encuentres ahora el amor de Dios es para ti. Es más vasto y perfecto de lo que alguna vez puedas entender y completamente asimilar en este lado del cielo, pero merece la pena abrir tu corazón, tu mente y tu alma para recibir el amor de Dios
Pablo orando por la iglesia en Éfeso: dijo
Efesios 3.17–19 RVR60
17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
El amor de Dios es profundo, amplio, extenso y alto. Y no tiene variación aun cuando los sentimientos cambien. Aunque nos sintamos distantes del amor de Dios, él está allí junto a nosotros.
El pueblo de Israel debe haberse sentido abandonado en muchas ocasiones. Deben haber batallado en cuanto a creer que Dios todavía los amaba cuando tomaba demasiado tiempo que se cumpliera la promesa de un Mesías. Pero aunque estaban cansados de esperar y cuestionaban a Dios, su amor nunca decayó. Estaba allí para llevarlos y sostenerlos a través de la incertidumbre. Y en el momento indicado, el amor de Dios liberó su plena culminación en el nacimiento y la persona de Jesús, Dios hecho carne, el amor descendió entre nosotros. Jesús era el amor de Dios con piel.
Nada puede sacudir ese amor. Nada puede apartarnos de él. Y nunca nos fallará ahora al esperar el regreso de Jesús, figuradamente por medio de la temporada de Adviento y literalmente hasta que él regrese a la tierra a completar su obra máxima.
El libro de Romanos ofrece una descripción digna de aferrarse cuando batallamos, dudamos o simplemente necesitamos un recordatorio esperanzador:  
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Romanos 8.38–39 RVR60
38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Sermones y Bosquejos de Toda la Biblia 1.362. EL AMOR DE DIOS (Romanos 8:38, 39)

I. Su naturaleza. «El amor de Dios.» Dios es amor, por lo que al manifestar su amor se manifiesta a Sí mismo. En esto consiste el amor. Sí, en esto tenemos a Dios. No que nosotros le amáramos a Él, sino que Él nos amó a nosotros. ¡He aquí, que amor!

II. Su canal. «Que es en Cristo Jesús.» Él es el mediador entre Dios y los hombres, la Escalera que llega de la tierra al cielo. En Él se manifestó el amor de Dios para con nosotros, para que nosotros viviéramos por medio de Él. «Yo soy el Camino.»

III. Sus objetos. «Nos(otros).» Él nos amó y se dio a Sí mismo por nosotros (Jn. 3:16). En esto consiste el amor, no en que nosotros amáramos a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo para ser la propiciación por nuestros pecados. Por nosotros, cuando estábamos aún muertos en delitos y pecados.

IV. Su poder. «Ni la muerte», etc. «nos podrá separar del amor de Dios». «Con amor eterno te he amado.» Puede que en ocasiones dejemos que las mezquindades de este mundo separen nuestro amor de Él, pero, bendito sea su Santo Nombre, nada puede separarnos de su amor. Su amor es más fuerte que la muerte.

V. Su certeza. «Estoy persuadido.» Es un gran testimonio cuando podemos decir con verdad: «Hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros» (1 Jn. 4:16). Teniendo el amor de Dios derramado en nuestros corazones, y viviendo día a día como aquellos que creen en el amor infinito y eterno de Dios, éste es el secreto de una vida reposada, gozosa y contenta. «Estoy persuadido de que [nada] nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús nuestro Señor.»

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I. Su naturaleza. «El amor de Dios.» Dios es amor, por lo que al manifestar su amor se manifiesta a Sí mismo. En esto consiste el amor. Sí, en esto tenemos a Dios. No que nosotros le amáramos a Él, sino que Él nos amó a nosotros. ¡He aquí, que amor!
II. Su canal. «Que es en Cristo Jesús.» Él es el mediador entre Dios y los hombres, la Escalera que llega de la tierra al cielo. En Él se manifestó el amor de Dios para con nosotros, para que nosotros viviéramos por medio de Él. «Yo soy el Camino.»
III. Sus objetos. «Nos(otros).» Él nos amó y se dio a Sí mismo por nosotros (.
Juan 3.16 RVR60
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
IV. Su poder. «Ni la muerte», etc. «nos podrá separar del amor de Dios». «Con amor eterno te he amado.» Puede que en ocasiones dejemos que las mezquindades de este mundo separen nuestro amor de Él, pero, bendito sea su Santo Nombre, nada puede separarnos de su amor. Su amor es más fuerte que la muerte.
V. Su certeza. «Estoy persuadido.» Es un gran testimonio cuando podemos decir con verdad: «Hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros» (). Teniendo el amor de Dios derramado en nuestros corazones, y viviendo día a día como aquellos que creen en el amor infinito y eterno de Dios, éste es el secreto de una vida reposada, gozosa y contenta. «Estoy persuadido de que [nada] nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús nuestro Señor.»
1 Juan 4.16 RVR60
16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.
ASI QUE NUNCA DUDES DEL AMOR DE DIOS AUNQUE NO LO ENTIENDAS

III. Amor sin límites

¿Alguno tendrá visitas en esta Navidad? ¿Padres, hermanos, tías, tíos? La Navidad es un tiempo maravilloso para estar juntos. Pero he aquí la cuestión real: ¿Alguno estará harto de sus parientes o invitados luego del tercer día de su visita?
Pero el amor de Dios no tiene Limites.
Si somos sinceros, creo que la mayoría de nosotros tendría que responder afirmativamente a dichas preguntas y algunos de nosotros más que otros. Pese a lo que tal vez sepamos en nuestra mente o creamos en nuestro corazón, hay una lucha cotidiana por vivir en la realidad del amor de Dios por nosotros. Es tan diferente de nuestra propia capacidad de amar. Puede ser totalmente distinto al amor (o la falta de este) que hayas experimentado en tus relaciones humanas y a lo largo de la vida.
La misma naturaleza del amor ilimitado e inagotable de Dios no puede ser contenida. Dios no quiere que sea contenido. La Biblia nos dice que amemos a los demás, aun la gente que parece indigna de amar. Suele ser fácil de decir, y en ocasiones resulta lo más difícil del mundo. De regreso a los huéspedes durante el tiempo festivo, a veces las personas más difíciles de amar son quienes están más cerca de nosotros. Pueden ser personas a las que en verdad amemos, pero que además tienen el mayor poder de enloquecernos, recordándonos nuestras flaquezas e incluso causarnos un dolor más profundo.
De modo que en un nivel práctico, este viaje de amor en Adviento consiste en el amor de Dios en nosotros derramándose hacia los demás. En realidad, no es algo que podamos hacer (o practicar por mucho tiempo) por nuestros esfuerzos. Debe venir de la fuente de amor, y puede. La versión Traducción en Lenguaje Actual expresa la descripción de Pedro del siguiente modo: “Ahora ustedes obedecen el verdadero mensaje de Dios, y Dios los ha limpiado de todo pecado para que se amen unos a otros sinceramente, como hermanos. Así que, ámense mucho unos a otros, con todo su corazón y con todas sus fuerzas” (, TLA).
Déjame recordarte algunas de las buenas noticias esta mañana. ¡Las mejores noticias! Dios. Te. Ama.

22 Ahora ustedes obedecen el verdadero mensaje de Dios, y Dios los ha limpiado de todo pecado para que se amen unos a otros sinceramente, como hermanos. Así que, ámense mucho unos a otros, con todo su corazón y con todas sus fuerzas

Eso no significa que es sencillo, pero cambia nuestro foco de intentar arduamente amar a los demás a experimentar la profundidad del amor de Dios de una forma que permita que desborde en nuestra vida a la gente que nos rodea.
Eso no significa que es sencillo, pero cambia nuestro foco de intentar arduamente amar a los demás a experimentar la profundidad del amor de Dios de una forma que permita que desborde en nuestra vida a la gente que nos rodea.
No por algo que hayas hecho o tengas que hacer. No solo por hoy sino que mañana él habrá de amarte también. No como el padre o la madre o la esposa o exmarido o amigo o enemigo que pueden decepcionarte, o dañarte, o abusarte, o torcer el concepto o disfrazar el amor para infligir daño o dolor o malestar que pueda parecer demasiado difícil de sanar o dejar ir.
Eso no significa que es sencillo, pero cambia nuestro foco de intentar arduamente amar a los demás a experimentar la profundidad del amor de Dios de una forma que permita que desborde en nuestra vida a la gente que nos rodea.
Al aproximarnos al final de nuestro tiempo juntos, leamos un pasaje más extenso de la Escritura tomado de 1 Juan que resume esa conexión entre el amor de Dios y nuestro amor por los demás:
Dios te ama puramente, perfectamente, completamente, profusamente. No tienes que ganar puntos para recibir amor de parte de Dios. Él derrama su amor sobre nosotros, sin importar cuán despreciables podamos sentirnos. Y él derrama el amor de manera interminable.
().
Piensa en los personajes de la historia de Navidad. No encajaban en el casillero de “gente más amable”. Eran una joven pareja común y humilde, una banda de pastores olorosos, un trio de místicos extranjeros. Explora un poco más profundo detrás de las túnicas y los disfraces de animales que los niños llevan en una típica escena navideña y tendrás el cuadro.
“En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.
¿Dónde encajarías tú en la escena de aquella noche de Belén, tanto tiempo atrás? ¿Dónde te encontrarás ahora en esta temporada de largas, oscuras y frías noches invernales? Más allá del lugar en que estés en tu viaje, el amor de Dios es para ti. Es más vasto y perfecto de lo que alguna vez puedas entender y completamente asimilar en este lado del cielo, pero merece la pena abrir tu corazón, tu mente y tu alma para recibir y ser embebido en él.
“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” ().
1 Juan 4.7–19 RVR60
7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 11 Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. 12 Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. 13 En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. 14 Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. 15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. 16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. 17 En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. 18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. 19 Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.
Hay tanto que podríamos explorar en este pasaje, pero hoy quisiera que captemos y nos llevemos tres cosas principales:
Tal vez fue parecida a la oración que el apóstol Pablo ofreció por los Efesios cuando escribió: “… para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” ().
Dios es amor, y él envió a su Hijo como un sacrificio por nosotros. Este era Jesús, el amor de Dios desde el principio y su don para cada uno de nosotros.
El amor de Dios es profundo, amplio, extenso y alto. Y no tiene variación aun cuando los sentimientos cambien. Aunque nos sintamos distantes del amor de Dios, él está allí junto a nosotros.
Podemos saber y descansar en el amor de Dios; el amor de Dios es suficiente para nosotros hoy, mañana, y para siempre.
El pueblo de Israel debe haberse sentido abandonado en muchas ocasiones. Deben haber batallado en cuanto a creer que Dios todavía los amaba cuando tomaba demasiado tiempo que se cumpliera la promesa de un Mesías. Pero aunque estaban cansados de esperar y cuestionaban a Dios, su amor nunca decayó. Estaba allí para llevarlos y sostenerlos a través de la incertidumbre. Y en el momento indicado, el amor de Dios liberó su plena culminación en el nacimiento y la persona de Jesús, Dios hecho carne, el amor descendió entre nosotros. Jesús era el amor de Dios con piel.
Amamos porque Dios nos amó primero. El amor de Dios desborda desde adentro y por medio de nosotros hacia los demás.
Nada puede sacudir ese amor. Nada puede apartarnos de él. Y nunca nos fallará ahora al esperar el regreso de Jesús, figuradamente por medio de la temporada de Adviento y literalmente hasta que él regrese a la tierra a completar su obra máxima.
El amor de Dios es ciertamente la razón principal por la que celebramos esta temporada. Permítanme alentarlos a habitar en él a lo largo de Adviento. Mediten en él. Lean una y otra vez estas Escrituras sobre las que hemos hablado, y dejen que su verdad los envuelva y abrase. 
El libro de Romanos ofrece una descripción digna de aferrarse cuando batallamos, dudamos o simplemente necesitamos un recordatorio esperanzador:  
Pero déjenme desafiarlos también a caminar en el amor de Dios a medida que entra y cambia sus corazones. Este viaje de amor no consiste en palabras ni en sentimientos de aceptación; es también un viaje de acción y verdad. El don del Hijo de Dios que celebramos fue Dios poniendo el amor en acción por medio de Jesús. Su amor es un amor sobreabundante que nos convoca y moviliza hacia una acción similar. En leemos:
1 Juan 3.16 RVR60
16 En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.
“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” ().
De cierto modo, Adviento y Navidad pueden ser una temporada adecuada para poner en práctica este amor similar. De cierta forma, también puede ser aun más difícil. Pero al preparar nuestro corazón de modo expectante y determinado para nuestra celebración de la llegada de Cristo, también pongamos en práctica su amor fluyendo por medio de nosotros. ¿Permitirás que su amor entre y sobreabunde en tu corazón a medida que habitas en la fuente de todo amor durante esta temporada de Adviento?
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Oración Final
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Efesios 3.17–19 RVR60
17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
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