La Esperanza Cristiana

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Los ultimos tiempos

El siglo 21 se ha concentrado en la doctrina de los últimos tiempos. Si vamos a las redes hay cientos de videos, de angeles, de cosas finales, de eventos que asustan, de igual manera ocurre en donde quiera que nos paramos y vemos algo atroz. No tardamos en decir que estamos viviendo los últimos días. Esa expresión de manera técnica se llama “escatología” y esta es la rama de la teología que se ocupa de las últimas cosas. Este es un elemento central de la vida cristiana.

El siglo 21 se ha concentrado en la doctrina de los últimos tiempos. Si vamos a las redes hay cientos de videos, de angeles, de cosas finales, de eventos que asustan, de igual manera ocurre en donde quiera que nos paramos y vemos algo atroz. No tardamos en decir que estamos viviendo los últimos días. Esa expresión de manera técnica se llama “escatología” y esta es la rama de la teología que se ocupa de las últimas cosas. Este es un elemento central de la vida cristiana.

Jesús mismo anunció las buenas nuevas del reino de Dios y mucho de su predicación fue escatológica. Dicho sea de paso, el principal punto de desacuerdo entre los judíos que se convirtieron al cristianismo y los que no, fue si Jesús era o no el cumplimiento de la esperanza de Israel.
En otras palabras, si su vida, muerte y resurrección eran o no acontecimientos escatológicos.
En la mayoría de los primeros documentos cristianos, se expresa la esperanza y expectativa de que Dios establecería un nuevo orden, un reino de abundancia, paz, amor y justicia. En esos documentos cristianos, esa expectativa no era ir a otro lugar llamado “cielo”.
Mas bien, se trataba de un nuevo orden, de un “nuevo cielo y una nueva tierra” que Dios establecería. La expectativa tiene como metáfora una ciudad y un reino. Por eso vemos que la salvación no era de la creación sino hacia una nueva creación. No es un simple pasar de este valle de lágrimas a una vida puramente espiritual. La salvación se cumplirá en una nueva ciudad, en un nuevo reino, en una resurrección final del cuerpo.
Ya ese elemento de esperanza era subversivo. Anunciar que se esperaba otro reino era algo que no le caía muy bien a los reyes o emperadores de entonces. Roma que se consideraba la gran civilizadora de la cuenca del Mediterráneo y se enorgullecía por la paz que había traído a la región. Acuerde que el emperador decía haber recibido su autoridad de los dioses y al morir también se esperaba que se convirtiera en un dios. Luego se levanta un pequeño grupo diciendo que hay un solo Dios y un solo reino por lo que ese cristianismo se hizo subversivo y peligroso.
Después el imperio se hace cristiano. Se objetó el Apocalipsis por ser tan crítico a Roma. Había una escatología que planteaba un nuevo reino y un nuevo orden que substituiría todos los régimenes humanos. Así se comenzó a concentrar en la esperanza cristiana en la salvación.
Durante la edad media, pocas veces se habló del reino venidero de Dios, porque mas bien se concentraron en el estudio del alma como algo que está más allá de la materia.
La Reforma cambió muy poco esta visión, ya que la discrepancia entre Lutero y la tradición católica romana fue con la manera en que se alcanzaba la salvación, más que las preguntas sobre qué era la salvación.
Todo esto cambió en tiempos recientes. Ahora la gente no cree en los gobiernos, no cree en los sistemas, no cree en lo que ve, pero el cristiano sigue creyendo en lo que no ve, porque afirmamos la esperanza en el final de la creación.
Hemos de tener la esperanza en Dios y este momento, este peregrinar, es oportunidad de prepararnos para la patria.
Hebreos 11.13–14 RVR60
Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
Aquellos que murieron estaban buscando una patria. Estamos buscando un reino de abundancia, de paz y justicia.
Nos aferramos a la esperanza contra esperanza.
Por lo tanto la escatología, más que la doctrina de las últimas cosas, es la doctrina de la esperanza.
Es por eso que usted y yo pertenecemos al proyecto de Dios:
La escatología que está surgiendo, una vez más afirmará la continuidad entre la creación y la redención, y su plena realización. El cielo nuevo y la nueva tierra será obra del mismo Dios que también hizo el primer cielo y la primera tierra. Es por ello que la escatología no es una negación de la creación, sino más bien su afirmación; pero la afirmación de una creación liberada de su esclavitud al pecado y la corrupción.
La escatología trata sobre la esperanza y no pretende tener un “programa” para los acontecimientos futuros. NO es como una guía de televisión, que anuncia la lista de los programas futuros. La escatología no trata de averiguar en qué “trompeta” o en qué “copa de la ira” estamos. La gran afirmación de la escatología no es decir quiénes serán “dejados atrás” (como dice por ahí una serie), sino proclamar la victoria final del Dios que hizo todas las cosas y vio que eran buenas.
La escatología tampoco trata sobre cómo podemos traer el reino de Dios a esta tierra. Aquí tanto liberales como conservadores han errado. Los liberales porque creen que ellos han de traer el reino de Dios mediante el progreso social y los conservadores porque creen que Dios está esperando que cumplamos ciertos requisitos (como predicar a todas las naciones del mundo, restaurar el estado de Israel a sus antiguas fronteras, u otras cosas parecidas), antes que traer el reino.
Esa esperanza escatológica no solamente consiste en el sentido de que todo saldrá bien. La Esperanza escatológica es la confianza y la seguridad de que el futuro está en las manos de Dios y, por lo tanto, es tan seguro como presente.
Esa escatología de la esperanza le da forma a la vida que vivimos. NO se trata de una esperanza pasiva, como cuando uno se sienta a esperar a que algo suceda. Es una esperanza activa, como cuando nos preparamos para un futuro que sabemos que ha de venir.
El profeta Jeremías se queja de que el pueblo haya dejado a Dios, que es la fuente de agua vivas, para cavarse cisternas agrietadas que no pueden retener el agua.
Jeremías 2.13 RVR60
Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
Si quiere ser un vencedor y vivir en la escatología de la esperanza viva sin alejarse de la fuente de agua viva.
Dios le dijo al Profeta Isaías:
Isaías 65.
Isaías 65.17 RVR60
Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.
Hay un texto extrabíblico que dice que la luz del cielo será siete veces más brillante; la nueva creación será para siempre.
Henoc 91.16
Juan nos da una descripción triple de los ciudadanos de la ciudad.
Son pueblo de Dios (vs. 1–5). El primer cielo y la primera tierra fueron preparados para el primer hombre y la primera mujer y sus descendientes. Dios había alistado todo para ellos cuando los colocó en el huerto. Desdichadamente nuestros primeros padres pecaron, trayendo muerte y decadencia al mundo hermoso de Dios. La creación está en esclavitud y dolores de parto (), y “ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos” ().
Dios ha prometido a los suyos un nuevo cielo y una nueva tierra (; ). La vieja creación debe dar paso a la nueva creación para que Dios sea glorificado. Jesús llamó a este suceso “la regeneración” de la tierra (), y Pedro la explicó como una limpieza y renovación por fuego (). Los que estudian la Biblia no concuerdan en si los viejos elementos serán renovados o si lo viejo será destruido y dará paso a una creación totalmente nueva. El hecho de que la palabra griega que se traduce “nuevo” quiere decir nuevo en carácter (, ) puede dar credibilidad a la primera explicación.
“El mar ya no existía más” no quiere decir ya no hay agua. Simplemente indica que la nueva tierra tendrá un arreglo diferente en lo que tiene que ver con el agua. Tres cuartas partes de nuestro globo consisten de agua, pero no será ese el caso en el estado eterno. En los días de Juan, el mar significaba peligro, tormentas y separación (el mismo Juan estaba en una isla en ese tiempo); así que tal vez Juan estaba dándonos más que una lección de geografía.
A pesar de la descripción que da la Biblia, es difícil imaginarnos cómo será la ciudad eterna. Juan la caracteriza como una ciudad santa (ve ) una ciudad preparada (ve ), y una ciudad hermosa, tan hermosa como una novia en el día de su boda. Él amplía estas características en .
Pero lo más importante en cuanto a la ciudad es que Dios mora allí con su pueblo. La Biblia da un registro interesante de los lugares de morada de Dios. Primero, Dios andaba con el hombre en el huerto del Edén. Luego moraba con Israel en el tabernáculo y más adelante en el templo. Cuando Israel pecó, Dios tuvo que salir de esas moradas. Más tarde, Jesucristo vino a la tierra y “habitó” entre nosotros (). Hoy Dios no vive en templos hechos por manos humanas () sino en los cuerpos de su pueblo () y en la iglesia ().
Tanto en el tabernáculo como en el templo, el velo estaba entre los hombres y Dios. Ese velo se rasgó en dos cuando Jesús murió, abriendo así “camino nuevo y vivo” para el pueblo de Dios ( en adelante). Aunque Dios mora en los creyentes hoy por su Espíritu, ni siquiera hemos empezado a entender a Dios o tener comunión con él como quisiéramos; pero un día moraremos en la presencia de Dios y disfrutaremos con él para siempre.
La ciudad eterna es tan maravillosa que la mejor manera que Juan halló para describirla fue el contraste: “nunca más”. Los creyentes que leyeron primero este libro inspirado deben haberse regocijado al saber que en el cielo ya no habrá dolor, lágrimas, tristeza ni muerte; porque muchos de ellos habían sido torturados y muertos. En toda edad, la esperanza del cielo ha animado al pueblo de Dios en tiempos de sufrimiento.
Los ciudadanos de los cielos son personas satisfechas (v. 6). Las personas que viven en ciudades modernas no piensan mucho en el agua, pero esto era una preocupación principal en los días de Juan. Sin duda el mismo Juan, trabajando en las minas romanas, sabía lo que era sentir sed. Los santos torturados en todas las épocas por cierto se identifican con esta promesa maravillosa del Señor. ¡Agua viva, libre y abundante para todos!
Estos ciudadanos celestiales son vencedores (vs. 7–8). “El que venciere” es una frase clave en este libro (, , , ; , , ; nota también 12:11). Como Juan destacó en su primera epístola, todos los verdaderos creyentes son vencedores (), así que esta promesa no es sólo para la “élite espiritual”. Debido a que somos hijos de Dios, heredaremos todas las cosas.
Después del gran incendio de Chicago en 1871, el evangelista Dwight L. Moody fue a contemplar las ruinas de su casa. Un amigo pasó por allí y le dijo a Moody: “Oí que lo perdiste todo”.
“Pues bien”, dijo Moody, “entendiste mal. Me ha quedado mucho más de lo que he perdido”.
“¿Qué quieres decir?” preguntó el inquisitivo amigo. “No sabía que eras así de rico”.
Moody entonces abrió su Biblia y le leyó : “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios”.
En contraste con los vencedores, describe a las personas que se dejaron vencer por el pecado y no confiaron en el Señor. ¿Cuál es su destino? ¡El lago de fuego! El mundo considera a los creyentes como “perdedores”, ¡pero son los incrédulos los que son los perdedores!
Los miedosos son los cobardes, los que no tienen el valor de permanecer firmes por Cristo (ve ). La palabra “abominable” quiere decir contaminado, y se refiere a los que se entregaron al pecado y así quedaron contaminados en su mente, espíritu y cuerpo (). Las otras características mencionadas en no necesitan explicación especial, excepto para indicar que todas ellas se aplicarán a los seguidores de la bestia (nota , ; , ; ).
Wiersbe, W. W. (2013). Victoriosos en Cristo: Estudio Expositivo de Apocalipsis (pp. 171–174). Sebring, FL: Editorial Bautista Independiente.
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