LA VERIFICACION DE LAS ESCRITURAS (4)
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LA VERIFICACION DE LAS ESCRITURAS
LA VERIFICACION DE LAS ESCRITURAS
3. LA VERIFICACION DE LAS ESCRITURAS
3.1. Afirman ser Inspiradas
El Antiguo Testamento reclama para sí el haber sido escrito por inspiración especial de Dios.
La frase “y dijo Dios” o su equivalente se emplea más de dos mil veces. La historia, la ley, los salmos y las profecías afirman que todo fue escrito por hombres bajo la inspiración especial de Dios.
(Cf. ; ; ; ; ; ; ; ; ).
Cristo mismo confirmó el Antiguo Testamento, lo citó y vivió en armonía con sus enseñanzas.
Confirmó su verdad y autoridad (Cf. ; ; ; , ; , ; )
y así también lo hicieron los apóstoles (cf. ; ; ; ; ; ; ; ; ).
¿Reclama para sí el Nuevo Testamento una inspiración similar?
En particular, la inspiración de los evangelios está garantizada por la promesa de Cristo de que el Espíritu traería a la memoria de los apóstoles todas las cosas que les había enseñado, y que el mismo Espíritu los guiaría a toda verdad.
En todas partes el Nuevo Testamento afirma que es una revelación más amplia y clara de Dios que la que proporciona el Antiguo Testamento, declarando con autoridad la abrogación de las antiguas leyes.
Por lo tanto, si el Antiguo Testamento es inspirado, también lo es el Nuevo.
Pedro parece colocar los escritos de Pablo a un mismo nivel con aquellos del Antiguo Testamento (, ),
y tanto Pablo como los demás apóstoles afirman hablar con autoridad divina. (Cf. ; ; ; ; ; ; .)
3.2. Tienen toda la apariencia de inspiradas
Las Sagradas Escrituras afirman ser inspiradas, y un examen de ellas revela el hecho de que su carácter sustenta o apoya esa afirmación.
La Biblia se presenta ante el tribunal, por así decirlo, con un buen testimonio.
Con respecto a sus autores, la Biblia fue escrita por hombres cuya honradez e integridad no puede ponerse en tela de juicio.
Con respecto a su contenido, encierra la revelación más sublime de Dios que conoce el mundo; en lo que respecta a influencia, ha proporcionado luz salvadora a naciones e individuos, y posee un poder infalible de conducir hombres a Dios, y transformar su carácter; en lo referente a autoridad, llena los requisitos de tribunal final de apelaciones en religión, de manera que los cultos falsos hallan necesario citar sus palabras con el objeto de hacer impresión en el público.
Para ser específicos, notemos:
(1) Su exactitud. En efecto, se observa en la Biblia una ausencia total de absurdos que aparecen en otros libros sagrados. Lo leemos en ella, por ejemplo, que la tierra naciera de un huevo que necesitó varios años para encubar, que la tierra descansa sobre la caparazón de una tortuga, que está rodeada de siete mares de agua salada, jugo de caña de azúcar, licores espiritosos, manteca pura, leche agria y otras sustancias. El doctor D. S. Clarke escribe al respecto lo siguiente: “Hay una diferencia insondable para el hombre entre la Biblia y cualquier otro libro. La diferencia reside en el origen.”
(2) Su unidad. La Biblia consiste en sesenta y seis libros, escritos por unos cuarenta autores diferentes, durante un periodo de 1.600 años, y abarca una variedad de asuntos, no obstante lo cual mantiene una unidad de tema y de propósito que se puede explicar sólo si se admite que fue dirigida por una mente rectora o superintendente.
(3) ¿Cuántos libros hay que justifican aun dos lecturas? Pero la Biblia se puede leer centenares de veces sin que se logre sondear sus profundidades, o sin que pierda el interés para sus lectores. (
4) Su extraordinaria circulación, habiendo sido traducida a centenares de idiomas, y leída en la mayor parte de los países del mundo.
(5) Su actualidad. Es uno de los libros más antiguos, y sin embargo el más moderno. El alma del hombre jamás dejara de necesitarla. El pan es uno de los alimentos más antiguos, y sin embargo el más moderno. Mientras el hombre sienta hambre, querrá pan para su cuerpo; y mientras el hombre anhele a Dios y aquello que es eterno, querrá la Biblia. (
6) Su extraordinaria preservación frente a la persecución y la oposición de la ciencia. “El martillo se rompe, pero el yunque sigue en pie”.
(7) Sus muchas profecías cumplidas.
3.3. Uno siente que son inspiradas
“¿Pero usted no cree ese libro, no es cierto?”
dijo cierto profesor de una universidad de Nueva York a una señora cristiana que había estado asistiendo a clases bíblicas. “Claro que sí—respondió la señora—, sucede que conozco personalmente al Autor.” Había expresado una de las razones más poderosas para creer que la Biblia es la Palabra de Dios, es decir, el llamado a nuestro fuego interior, ya que la Biblia nos habla en un tono que nos hace sentir que procede de Dios.
La iglesia romana afirma que el origen divino de las Escrituras depende, en el análisis final de las cosas, del testimonio de la iglesia, la cual se considera a sí misma guía infalible en todo asunto de fe y práctica. “¡Como si la verdad eterna e inviolable de Dios dependiera del criterio u opinión del hombre!” declaró Juan Calvino, el gran reformador. Dijo además:
Se afirma que la iglesia decide qué reverencia se le debe a las Escrituras y qué libros deben incluirse en el canon sagrado … La pregunta de “¿cómo podemos saber que proceden de Dios, si ello no se nos asegura por medio de la iglesia?” es tan necia como la pregunta: “¿cómo podemos distinguir la luz de la oscuridad, lo blanco de lo negro, lo amargo de lo dulce?”
El testimonio del Espíritu Santo es superior a todo argumento.
Dios en su Palabra es el único testimonio adecuado con respecto a sí mismo; y de igual manera su Palabra no podrá ser creída verdaderamente por el hombre hasta que no haya sido sellada por el testimonio del Espíritu. El mismo Espíritu que habló por los profetas debe entrar en nuestro corazón para convencernos de que comunicaron fielmente el mensaje que El les dio ().
Ensenados por el Espíritu santo
Que este sea entonces un asunto fijo, establecido: que quienes han sido interiormente enseñados por el Espíritu Santo confían firmemente en las Escrituras y que las Escrituras son su propia evidencia y no se las debe sujetar legalmente a pruebas y argumentos, sino que obtienen, por el testimonio del Espíritu, esa confianza que merecen.
Puesto que este es el caso, ¿por qué aducir evidencia externa con respecto a la exactitud de las Escrituras y al hecho de que son dignas de toda confianza?
Hacemos esto primero, no con el objeto de creer que son la verdad, sino porque percibimos que son la verdad.
En segundo lugar, es natural e inspirador ser capaz de señalar la evidencia o prueba exterior de lo que uno anteriormente creé; finalmente, estas pruebas suministran medios concretos, por así decirlo, por los cuales podemos expresar la convicción de nuestro corazón mediante palabras, y de esa manera estar
“siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” ().
3.4. Demuestran ser inspiradas
El doctor Eugene Stock dijo en cierta oportunidad lo siguiente:
Cuando era niño, leí una historia que me demostró las formas diferentes por las que podemos estar seguros de que esa gran biblioteca de Libros Sagrados que denominamos la Biblia es realmente la Palabra de Dios, su revelación a la humanidad. El autor de la historia había estado explicando tres clases diferentes de evidencia:
tres clases diferentes de evidencia:
la histórica, la interna y la experimental. Luego narró que en cierta oportunidad envió a un joven a la farmacia a comprar fósforo, el cual es un elemento químico. El joven trajo un paquete pequeño. ¿Era fósforo? El joven informó que fue a la farmacia y pidió fósforo, y que el farmacéutico fue a un estante, sacó algo de un frasco, lo envolvió y se lo dio, y que él lo había traído directamente. Esa era la evidencia o prueba histórica de que el paquete contenía fósforo. Luego el caballero abrió el paquete. La sustancia olía a fósforo y se parecía al fósforo. Esa era la evidencia interna. Luego le acercó un fósforo encendido, y el contenido del paquete ardió. Esa era la evidencia experimental.
la histórica,
la interna
y la experimental.
Luego narró que en cierta oportunidad envió a un joven a la farmacia a comprar fósforo, el cual es un elemento químico. El joven trajo un paquete pequeño. ¿Era fósforo? El joven informó que fue a la farmacia y pidió fósforo, y que el farmacéutico fue a un estante, sacó algo de un frasco, lo envolvió y se lo dio, y que él lo había traído directamente. Esa era la evidencia o prueba histórica de que el paquete contenía fósforo. Luego el caballero abrió el paquete. La sustancia olía a fósforo y se parecía al fósforo. Esa era la evidencia interna. Luego le acercó un fósforo encendido, y el contenido del paquete ardió. Esa era la evidencia experimental.
La defensa intelectual de la Biblia tiene su sitio, pero, después de todo, el mejor argumento es el práctico. La Biblia ha influido en las civilizaciones, ha transformado vidas, ha traído luz, inspiración y consuelo a millones de personas. Y su obra continúa.
Pearlman, M. (1992). Teología Bíblica y Sistemática (pp. 17–20). Miami, FL: Editorial Vida.