La llegada del Salvador al Mundo
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· 204 viewsDará a luz un hijo, su mombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
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Una Nueva Creación en Jesucristo
Una Nueva Creación en Jesucristo
Entre toda doctrina cristiana la de la redención es la más importante. Lo que afirmamos tras ella es que Dios no nos abandona. El Dios de la creación no abandona su creación. Es como la parábola del hijo pródigo, Dios espera nuestro retorno con los brazos abiertos.
La doctrina de la redención afirma que, a pesar de nuestros pecados y de los torcidos caminos que seguimos, Dios nos sigue amando y sigue amando esta creación caída.
Lo digo porque hay quienes consideran que Dios ha abandonado una parte de la creación. Parece que Dios abandonó la material y la espiritual no. Esto no tiene base bíblica alguna, sino que proviene del primer siglo, de los que pensaban que lo importante era lo espiritual y que lo material es malo o de poca importancia.
Cuando Dios creó al mundo dijo que era bueno. Ese mismo Dios responde con amor restaurador al pecado humano.
Esto lo afirmamos porque el centro de la redención es la encarnación de Dios en Jesucristo.
A través de los siglos, la iglesia ha proclamado que:
que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
El evangelio de Juan lo destaca diciendo que “el Verbo era Dios” y que:
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Eso quiere decir que Jesús no es un simple maestro, ni un ejemplo de virtud, ni un hacedor de milagros. Cristo es el mismo Dios que dijo al principio “sea la Luz”. Tampoco, Jesucristo es un ser etéreo, fantasmagórico y unicamente espiritual.
Jesús es tan humano como cualquiera de nosotros “y darás a luz”. Es decir, como nosotros nació, creció, comió y bebió.
La encarnación es la más alta manifestación del amor de Dios. Para rescatar a la humanidad caída, Dios no se contenta con pronunciar palabras majestuosas desde los cielos, ni con enviar mensajeros que nos pudieran llamar a la obediencia, sino que Dios mismo se presenta entre nosotros -Emanuel- haciendose parte de esta creación caída y corrompida por el pecado, por la violencia y la muerte.
Ese Dios mismo hace algo que trasciende nuestras capacidades de bondad, empatía y solidaridad porque habrá de llamarse redención el acto:
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
2 corintios
Para restaurar esta creación caída Dios se hace parte de ella. ¡Eso es Amor! Es por eso que decimos que Jesucristo es la más clara revelación de Dios, de ese Dios que ante todo es Amor.
Ese mismo Jesucristo - el verbo- es el mismo desde el principio, por quien todas las cosas fueron hechas y que es la luz que ilumina a todo ser humano que viene a este mundo. Por ello es que dice “y dará a luz”, como un elemento de vida en medio de la mortandad, de luz, en medio de las tinieblas de esperanza en medio de la desesperanza de redención en medio del pecado.
Es importante esta redención. No negamos que sea una creación caída y sujeta al pecado, pero sigue siendo obra de Dios que debemos amar, no solo pertenece a los ecologistas, sino que se supone que todos lo seamos y lo seamos porque es parte nuestra.
Seguimos siendo mayordomos de la creación desde la antigüedad.
Sin embargo, no es que seamos solo mayordomos de la creación sino de nosotros mismos, nuestras acciones y pensamientos contienen una medida de violencia, maldad, y corrupción.
En cuanto a las acciones, basta con mencionar la violencia doméstica, el maltrato, el abuso, la desigualdad injusta, y la corrupción. Hombres quitandole la vida a sus esposas, hombres maltratando a sus esposas, hijos, familia, que luego dicen que aman.
En cuanto a los pensamientos, basta no solo con mencionar lo que llamamos “malos pensamientos”, sino todos los errores que cometemos constantemente, la idolatría, el ateísmo, el cinismo y desesperanza. El egoísmo de quienes creen que todo debe ser como digan. Ese egoísmo que se ha insertado en la iglesia porque queremos bendiciones y bendiciones y bendiciones pero no somos capaces de darle a Dios las gracias.
Ese mismo Dios que vino al mundo para salvarnos del pecado, sea salvándonos hasta de nuestros propios pensamientos.
Queremos afirmar la presencia y la acción de Dios en este mundo caído, y reconocer al que nació en Belén en nuestros corazones.
Utilizando el evangelio de Juan creemos que ese Verbo encarnado es la luz que alumbra a todo ser humano, donde quiera que alumbre sean las vidas transformadas.
Eso es lo que diferencia al cristianismo de cualquier filosofía:
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Todo lo que tengamos que cambiar y rechazar de nuestra vieja creación tendrá lugar por lo que sepamos del amor y la voluntad de Dios en Jesucristo.
El mundo que nos rodea sigue siendo objeto dle amor de Dios, quien lo creó, que al mismo tiempo no debemos amarlo de tal modo que se nos oculten sus injusticias y corrupción.
El debate ha sido, a través de los tiempos ¿cómo es que Dios se ha hecho humano?
El primer obstáculo para entender esto es creer que sabemos lo que significa ser Dios, y lo entendemos en un contraste radical con lo que es ser humano. Decimos que Dios es omnipresente, omnipotente y nos preguntamos cómo puede estar presente en un ser humano. Eso resulta contradictorio.
Entonces, si queremos saber qué es Dios y quién es Dios, nuestro mejor punto de partida no son las especulaciones, sino este hombre, concreto, Jesucristo el Señor. “Llamárás su nombre Jesús”. Si tiene nombre es para que podamos llamarle, es para poder conocerle, es para saber quién es. Así nos damos cuenta que no es un enigama insoluble, sino que la encarnación nos enseña la comunión absoluta entre Dios y el ser humano.
Dios que nos hizo a su imagen nos invita a tener una comunión creciente, siguiendo el ejemplo de la persona de Jesucristo. Nació y creció.
El verdadero conocimiento de Dios no se alcanza a traves de las más excelsas elucubraciones intelectuales sino a través del “seguir a Jesucristo”.
Es por eso que lo que estaba aconteciendo en Belén era más que un simple parto, era más que una noche de alumbramiento, era la encarnación de Dios en Jesucristo con propósito. “porque salvará a su pueblo de sus pecados”. Entonces, el nacimiento de Jesús no es tema de especulación o de discusión, sino de admiración y gratitud. Es por medio del que nació en Belén que nos topamos con Dios.
Entre las muchas imágenes que nos podemos encontrar a lo largo de todo el Nuevo Testamento sobre Jesús, hay una que es fundamental para nuestra vida y para nuestra fe y es la de ese Jesús como Salvador. Con ello lo que estamos diciendo es que ha venido a rescatarnos de una condición de perdición y esclavitud al pecado y a la muerte.
El Señor es el Salvador
Por lo tanto, para ello Jesús es maestro y nos muestra el camino al Padre - camino de fe y obediencia.
En consecuencia Jesús es nuestro Señor, eso lo que implica es que Jesús es nuestro nuestro dueño soberano de todo cuanto somos y todo cuanto nos rodea.
Jesús es el cordero de Dios, que quita los pecados el mundo, es el nuevo Adán y el principio de la nueva creación:
Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?
Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.
Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo.
Aquel en quien nuestra vida está escondida, el primogenito de toda creación y primogénito tambien de entre los muertos y cabeza de la Iglesia, el autor de nuestra salvación.
Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.
He 2.1
Este conglomerado de descripciones solo indican que Jesús no puede ser resumido, mucho menos descrito con dos o tres expresiones.
El nacimiento de Jesús tiene consigo dimensiones cósmicas. Ese nacimiento es la Señal del Amor de Dios. Es por ese amor que Dios irrumpe en el pesebre - es decir - en la creación para librarla de sus ataduras de pecado.
Entonces, lo que celebramos en Navidad no es solamente el nacimiento de un niño. Es la victoria de Dios sobre los poderes del mal. Victoria que empieza en el Pesebre.
Mirar al pesebre siempre provocará luz en nuestras tinieblas y salvación a nuestros pecados.