Un año para Cristo
Introducción
Una mente digna
No debemos hacer de nosotros la finalidad de nuestra vida y acciones, sino a Cristo. La vida del cristiano debe ser dedicada a Cristo. ¡Ay, cuántos muestran la nulidad de la fe y del amor que profesan viviendo para sí mismos y para el mundo!
Esta sección termina advirtiendo a los corintios que la meta de los cristianos, no importa si ya han muerto o todavía viven durante la segunda venida, es agradar al Señor en todo, pues el tiempo llegará cuando tengamos que dar cuentas delante de él de lo que hemos hecho
Un lema adecuado
21. Porque—en todo caso (v. 20) yo saldré aventajado, “Porque para mí …” el vivir es Cristo—Todo cuanto tengo de vida, tiempo y fuerza, es de Cristo; Cristo es el solo propósito de mi vida (Gálatas 2:20). el morir es ganancia—No el acto de morir, sino como el griego lo expresa (“el haber muerto”), el estado después de la muerte. Además de la glorificación de Cristo mediante mi muerte, que es mi fin primordial (v. 20), el cambio de estado causado por la muerte, antes de ser asunto de vergüenza, confusión (v. 20), o de pérdida, como mis enemigos suponen, será una “ganancia” positiva para mí.
Una regla segura
31. Si pues coméis, o bebéis—Comp. con Zacarías 7:6, donde se presenta un cuadro de mundanos. El piadoso puede “comer y beber;” y le ha de ir bien (Jeremías 22:15, 16). hacedlo todo a gloria de Dios—(Colosenses 3:17; 1 Pedro 4:11)—Lo que implica nuestra consideracion en cuanto a la edificación de nuestro hermano en la fe.
Una Promesa que inspira
La respuesta inmediata vino cuando el Señor dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso (v. 14). La frase inicial se traduce literalmente mi rostro irá contigo. Tal como había sido prometido meses antes en frente de la zarza que ardía, Dios le aseguró que su presencia seguiría acompañándole (v. 14; ver 3:12; 24:6;). La promesa era un paso adelante sobre la presencia de un ángel.
Además de la seguridad de la presencia divina, el Señor agregó que daría descanso a Moisés. Esto no significa que Moisés iba a dejar de trabajar, sino que el Señor iba a darle reposo. Era un resultado de la entrega de la vida a la voluntad del Señor y una confirmación de que iba a cumplir con la tarea encomendada. En este sentido el Señor le daba un descanso interior más bien que una vida externa tranquila.