INTERPRETACION DE LA PALABRA
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INTERPRETACION DE LAS PALABRAS
CAPITULO III
CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA INTERPRETACIÓN
La historia de la interpretación nos ha mostrado que la adopción del método correcto de interpretación no garantiza necesariamente conclusiones correctas por parte de aquellos que mantienen este método. El rabinismo, que usó el método literal, produjo una hueste de puntos de vista e interpretaciones erróneos por el mal uso del método. Es por lo tanto necesario establecer algunos principios de interpretación, aun después de establecer el método correcto, de manera que el método no sea mal aplicado como para producir falsas conclusiones.
I. INTERPRETACIÓN DE LAS PALABRAS
Se reconoce sin lugar a dudas que las palabras forman el medio de comunicación del pensamiento. Toda exégesis ortodoxa necesariamente debe, pues, comenzar con una interpretación de las palabras mismas. Home, en su valiosa Introducción al estudio crítico y al conocimiento de las Sagradas Escrituras, ha dado un resumen excelente de los principios que deben ser empleados en la interpretación de las palabras.
1. Estar seguro del usus loquendi, o noción que las personas que hablaron o que hablan esa lengua tienen de la palabra, especialmente en relación particular con la noción que se tiene de ella.
2. El significado recibido de una palabra debe ser retenido a menos que razones necesarias y de peso requieran que sea abandonado u omitido.
3. Donde una palabra tiene varios significados en su uso común, debe seleccionarse aquél que mejor se ajuste al pasaje en cuestión, y que sea consecuente con el carácter, los sentimientos y la situación conocidos del autor, y las circunstancias conocidas bajo las cuales escribió.
4. Aunque la fuerza de algunas palabras en particular solo puede derivarse de la etimología, sin embargo no debe ponerse demasiada confianza en esa ciencia frecuentemente incierta; porque el significado primario de una palabra es con frecuencia muy diferente de su significado común.
5. Las diferencias entre palabras que aparentemente son sinónimas deben examinarse y considerarse cuidadosamente.
6. Los epítetos introducidos por los escritores sagrados también deben ser cuidadosamente pesados y considerados, ya que todos ellos tienen una fuerza bien sea declarativa o explicativa, o sirven para distinguir una cosa de otra, o para unir estos dos caracteres.
7. A veces se usan términos generales en toda su extensión, y a veces en un sentido restringido, y, si han de entenderse de una manera u otra depende del alcance, asunto o materia, contexto, y pasajes paralelos.
8. El sentido más sencillo de cualquier pasaje en particular -o el que más fácilmente le sugiere el mismo pasaje al lector atento e inteligente que posea un conocimiento competente— es, con toda
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probabilidad, el sentido o significado genuino.
9. Como quiera que el propósito de la interpretación es el de dar en nuestro propio lenguaje el mismo pensamiento que los escritores sagrados escribieron en hebreo o griego, es evidente que nuestra interpretación o versión, para que sea correcta, no debe afirmar o negar más de lo que los escritores inspirados afirmaron o negaron en el tiempo en que escribieron; por consiguiente, deberíamos estar más dispuestos a aceptar el sentido de la Escritura que a introducir alguno a ella. 10. Antes de concluir sobre cuál es el sentido de un texto, como para probar alguna cosa de él,
debemos estar seguros de que tal sentido no sea repugnante a la razón natural.1 Angus y Green complementan a Home diciendo:
Las palabras de la Escritura deben tomarse en su significado común a menos que ese significado se muestre inconsecuente con otras palabras en la oración, con el argumento o contexto, o con otras partes de la Escritura. De dos significados, debe preferirse generalmente el que parece que fue más obvio para la comprensión de los oyentes o lectores originales del pasaje inspirado, dando lugar a las maneras de pensar prevalecientes en la época propia "de ellos, así como las expresiones figuradas que eran tan familiares que no podían ser la excepción de la regla general.
El verdadero significado de cualquier pasaje de la Escritura, pues no es todo sentido que las palabras pueden tolerar, ni es todo sentido que sea verdadero en sí mismo, sino aquel que fue determinado por los escritores inspirados, es decir, por el Espíritu Santo, aunque comprendido de
una manera imperfecta por los escritores mismos . .2
Las palabras deben ser interpretadas, pues, en el sentido usual, natural, literal.
II. INTERPRETACIÓN DEL CONTEXTO
El segundo gran asunto de consideración debe ser el contexto en que aparece cualquier pasaje. Hay ciertas reglas que servirán de guía en la interpretación del contexto. Estas son resumidas por Horne:
1. la consideración cuidadosa de las partes precedentes y subsecuentes nos permitirán determinar el significado, sea literal o figurado, que mejor se adapte al pasaje en cuestión.
2. El contexto de un discurso o libro en las Escrituras, podrá comprender un solo versículo, unos pocos versículos, secciones o trozos enteros, capítulos enteros, o libros completos.
3. A veces algún libro de la Escritura comprende solo un asunto o argumento, en el cual casi todo el libro debe referirse a contextos precedentes y subsecuentes, y ser considerado como un todo.
Al examinar el contexto de un pasaje, será conveniente,
1. Investigar cada palabra de cada pasaje: y como la conexión se forma con partículas, a éstas siempre debe dárseles el significado que el asunto o materia y el contexto requieran.
2. Examinar todo el pasaje con minuciosa atención.
3. Un versículo o pasaje no debe estar relacionado con un contexto remoto, a menos que éste último concuerde mejor con él que con un contexto más inmediato.
4. Examinar si el escritor continúa su discurso, no sea que supongamos que él está haciendo la transición a otro argumento, cuando en realidad está prosiguiendo el mismo asunto.
5. Los paréntesis que ocurren en los escritos sagrados deben tomarse particularmente en cuenta: pero no debe interponerse ningún paréntesis sin razón suficiente.
6. No debe admitirse ninguna explicación sino aquella que cuadra con el contexto.
7. Donde no se encuentre ninguna relación con las partes precedente y subsecuente del libro, no
debe buscarse ninguna.3
III. INTERPRETACIÓN HISTÓRICA
La tercera consideración en cualquier interpretación debe ser la interpretación histórica, en la que se pesan cuidadosamente el ambiente y la influencia históricos inmediatos. Berkhof nos da un
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excelente resumen de consideraciones en esta fase de la interpretación.
1. Suposiciones básicas para la interpretación histórica.
a. La Palabra de Dios se originó de una manera histórica, y por lo tanto, puede comprenderse sólo a la luz de la historia.
b. La palabra nunca es comprendida plenamente hasta tanto no se perciba como una palabra viva, esto es, cómo se originó en el alma del autor.
c. Es imposible comprender a un autor e interpretar sus palabras correctamente a menos que sea visto a la luz del fondo histórico apropiado.
d. El lugar, el tiempo, las circunstancias, y el punto de vista prevaleciente del mundo y de la vida en general, naturalmente darán color a los escritos que son producidos bajo aquellas condiciones de tiempo, lugar y circunstancias.
2. Demandas al exégeta. En vista de estas presuposiciones, la interpretación histórica hace las siguientes demandas al exégeta:
a. Debe tratar de conocer al autor cuya obra ha de explicar: su ascendencia, su carácter y temperamento, sus características intelectuales, morales y religiosas, así como las circunstancias externas de su vida ...
b. Pesará sobre él la obligación de reconstruir, hasta donde sea posible, con los datos históricos a su alcance, y con la ayuda de hipótesis históricas, el medio ambiente en que determinados escritos que estén en consideración se originaron; en otras palabras, el mundo del autor. Tendrá que informarse con respecto a los aspectos físicos de la tierra donde los libros fueron escritos, y acerca del carácter e historia, las costumbres, moral y religión de las gentes entre las cuales o para las cuales fueron redactados.
c. Se dará cuenta de que es de suma importancia que considere las varias influencias que determinaron más directamente el carácter de los escritos que estén en consideración, tales como: los lectores originales, el propósito que el autor tenía en mente, la edad del autor, su estado de ánimo, y las circunstancias especiales bajo las cuales redactó su libro.
d. Además, tendrá que trasladarse mentalmente al primer siglo d. de J.C., y a las condiciones orientales. Debe colocarse sobre el punto de vista del autor, y tratar de penetrar su alma misma, hasta vivir, por decirlo así, su vida y pensar como él pensaba. Esto significa que tendrá que guardarse cuidadosamente contra el error, más bien común, de
trasladar el autor al tiempo presente y hacerlo hablar el lenguaje del siglo veinte . . .4
IV. INTERPRETACIÓN GRAMATICAL
La cuarta consideración en cualquier interpretación debe ser la interpretación de la gramática de la lengua en que el pasaje fue originalmente escrito. Esto, desde luego, no puede hacerse aparte de un conocimiento de las lenguas originales: Elliott y Harsha, traduciendo a Cellerier, formulan la regla básica:
El intérprete debe comenzar su trabajo estudiando el sentido gramatical del texto, con la ayuda de la filología sagrada. Como en todos los escritos, el sentido gramatical debe convertirse en el punto de partida. El significado de las palabras debe determinarse de acuerdo con el uso lingüístico y su
relación.5 Terry agrega:
"La interpretación gramatical y la histórica, cuando se comprenden correctamente, —dice Davidson—, son sinónimas. Las leyes especiales de la gramática, en conformidad con la lengua empleada por los escritores sagrados fueron el resultado de circunstancias peculiares; y sólo la historia nos hace volver a estas circunstancias. No fue creado un lenguaje nuevo para los autores de la Escritura; ellos se conformaron al lenguaje corriente del país y a la época. De otra manera sus escritos no hubieran sido inteligibles. Ellos tomaron el usus loquendi tal como lo encontraron, en medio de lo que pensaron y escribieron". El mismo autor también observa: "El sentido gramático-histórico se formula mediante la aplicación de consideraciones gramaticales e
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históricas. El gran objetivo que debe determinarse es el usus loquendi, que abarca las leyes o principios de la gramática universal que forma la base de toda lengua ... El usus loquendi de los autores inspirados constituyen el tema de los principios gramaticales reconocidos y seguidos por el expositor .. . llegamos a un conocimiento del usus loquendi peculiar mediante la
investigación histórica.. ."6
Terry describe bien la metodología y el intento del método gramático-histórico. El dice:
V.
. . . podríamos decir que el método gramático-histórico es el que más completamente se encomienda al juicio y a la consciencia de los estudiantes cristianos. Su principio fundamental es el de sacar de las Escrituras mismas el significado preciso que los escritores trataron de comunicar. Aplica a los libros sagrados los mismos principios, el mismo proceso gramatical y el ejercicio del mismo sentido común y de la razón, que aplicamos a otros libros. El exégeta gramático-histórico, capacitado con cualidades apropiadas, intelectuales, culturales y morales, aceptará las demandas de la Biblia sin prejuicio o predisposición adversa, y sin ninguna ambición de probar su veracidad o falsedad, investigará el lenguaje y el valor de cada libro con independencia absoluta. Dominará la lengua del escritor, el dialecto particular que usó y, su estilo y manera peculiares de expresión. Averiguará las circunstancias bajo las cuales escribió, la cultura y las costumbres de su época y el propósito u objeto que tenía en mente. Tiene el derecho de suponer que ningún autor sensato sería conscientemente inconsecuente consigo
mismo, ni tratarla de aturdir y desviar a sus lectores.7 INTERPRETACIÓN DEL LENGUAJE FIGURADO
Uno de los problemas mayores que enfrenta el intérprete es el problema de interpretar el lenguaje figurado. Ya que las Escrituras proféticas hacen uso frecuentemente del lenguaje figurado, esta forma de comunicación debe estudiarse en detalle.
A. Uso del lenguaje figurado. Es generalmente reconocido que el lenguaje figurado se usa tanto para embellecer la lengua por medio de adornos como para comunicar ideas abstractas por medio de la transferencia.
Es una necesidad del intelecto humano que los hechos relacionados con la mente, o con verdades espirituales, deben ser revestidos con lenguaje tomado de cosas materiales. No podemos agregar ningún concepto definido a palabras exclusivamente espirituales o abstractas.
Y a Dios le place condescender con nuestra necesidad. El nos guía a un conocimiento nuevo por
medio de lo que ya se conoce. El se revela a Sí mismo en términos familiares conocidos.8
B. ¿Cuándo es el lenguaje literal o figurado? El primer problema que enfrenta el intérprete es el de determinar cuándo el lenguaje es literal y cuándo es figurado. Las implicaciones de este problema son formuladas por Horne:
Para poder, pues, entender plenamente el lenguaje figurado de las Escrituras, es requisito, primero, asegurar y determinar lo que realmente es figurado, no sea que tomemos lo que es figurado como literal, como hicieron los discípulos de nuestro Señor y los judíos frecuentemente, o que pervirtamos el significado literal de las palabras por medio de la interpretación figurada; y, segundo, cuando hayamos determinado lo que es realmente
figurado, debemos interpretarlo correctamente, y darle su verdadero sentido.9
Una regla sencilla que se puede seguir para determinar lo que es literal y figurado la da Lockhart, quien dice:
Si el significado literal de cualquier palabra o expresión tiene buen sentido en su ilación, es
literal; pero si el significado literal no tiene buen sentido, es figurado.10 Más adelante el mismo autor agrega:
Ya que el literal es el significado más usual de las palabras, y por lo tanto, ocurre mucho más frecuentemente que el figurado, cualquier término, debe considerarse como literal hasta tanto haya una buena razón para entenderlo de modo diferente ... El significado literal
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o más usual de una palabra, si es consecuente, debe preferirse al significado figurado o
menos usual.11
De esta manera, el intérprete procederá con la presuposición de que la palabra es literal a menos que haya una buena razón para decidir lo contrario. Hamilton, quien defiende el uso de la interpretación alegórica en la profecía, confirma esta misma suposición:
... una buena regla de trabajo que se puede seguir es la de aceptar la interpretación literal de la profecía a menos que
(a) los pasajes contengan obviamente lenguaje figurado, o
(b) que el Nuevo Testamento dé autoridad para interpretarlos en otro sentido que no sea el literal, o
(c) que la interpretación literal produzca una contradicción con las verdades, principios o declaraciones reales contenidos en libros simbólicos del Nuevo Testamento. Otra regla obvia es la de que los pasajes más claros del Nuevo Testamento, en libros no simbólicos, deben ser la norma de la interpretación de la profecía, en vez de revelaciones oscuras o parciales contenidas en el Antiguo Testamento. En otras palabras, debemos aceptar las partes claras y sencillas de la Escritura como la base para obtener el verdadero significado de las partes más difíciles de la
Escritura.12
Generalmente es bastante obvio cuando el lenguaje es figurado. Fairbairn dice:
. . . Podrá notarse que en un gran número de casos, casi en el mayor número de los casos donde el lenguaje es tropológico, el hecho de que sea así procede de la misma naturaleza del lenguaje o de la conexión en que permanece. Otra clase de pasajes en la cual la figura es también, en la mayor parte de las veces, bastante fácil de descubrir, es en aquellos en
los cuales prevalece lo que se llama sinécdoque.13
El mismo autor continúa dándonos algunos principios por los cuales podemos determinar si un pasaje es literal o figurado:
El primero de éstos es que, cuando se dice alguna cosa con la cual, si se toma de acuerdo con la letra, varía la naturaleza esencial del asunto del cual se habla, el lenguaje debe ser tropológico. Un segundo principio aplicable a tales casos es que, si el lenguaje tomado literalmente envuelve algo incongruente o moralmente impropio, el sentido figurado y no el literal debe ser el correcto. La tercera regla es ésta: que donde todavía tenemos razón para dudar si el lenguaje es literal o figurado debemos tratar de resolver la duda consultando pasajes paralelos (si es que hay tales pasajes) que traten del mismo asunto en términos
más explícitos o más extensamente.14 Resolviendo este problema escribe Cellerier:
Esta investigación no se puede llevar a cabo con éxito por medio de la ciencia intelectual solamente. Juicio y buena fe, tacto crítico e imparcialidad son también necesarios. Unas pocas indicaciones generales es todo lo que se puede dar en relación con esto,
(a) A priori. La probabilidad de que el lenguaje sea figurado es fuerte en los escritos poéticos o sentenciosos y también en los discursos oratorios y populares. Generalmente esta probabilidad se aumenta cuando hay la suposición justa de que el escritor ha sido inducido por su situación, su asunto, o su objeto a hacer uso de tal lenguaje. Hay una probabilidad de la misma naturaleza, pero más fuerte, cuando el pasaje que se examina es animado y altamente forjado, y parece hacer alusión a objetos de otra naturaleza,
(b) A posteriori. Hay una probabilidad aún mayor cuando el sentido literal sea absurdo ... Todas estas probabilidades, sin embargo, son aún insuficientes. Es, además, necesario examinar el pasaje en todos sus detalles, crítica, exegética y fielmente. El sentido figurado debe someterse a todos estos procesos antes de poder depender de él para la verdadera
interpretación. 15
Todo el problema de cuándo es figurado el lenguaje y cuándo es literal ha sido bien resumido? por Terry, quien comenta:
Raramente es necesario y, desde luego, casi impracticable, establecer reglas específicas
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para determinar cuándo es usado el lenguaje figuradamente y cuándo literalmente. Es un antiguo y frecuentemente repetido principio hermenéutico que las palabras deben ser comprendidas en su sentido literal a menos que tal interpretación literal envuelva una contradicción manifiesta o un absurdo. Debe observarse, sin embargo, que este principio, cuando es reducido a la práctica, llega a ser simplemente una apelación al juicio racional de todo hombre. Y lo que a uno le parece muy absurdo e improbable puede serie a otro completamente sencillo y consecuente en sí mismo . . . Debe haber referencia al carácter general y al estilo del libro en particular, al plan y propósito del autor, y al contexto y alcance del pasaje específico en cuestión. Debe haber especialmente una estricta consideración del uso de las palabras por los escritores sagrados, según se determine por medio de un cotejo adecuado y la comparación de todos los pasajes paralelos. Los mismos principios generales, por los cuales nos aseguramos del sentido gramático-histórico, se aplican también a la interpretación del lenguaje figurado, y nunca se debe olvidar que las porciones figuradas de la Biblia son tan ciertas y verdaderas como la mayor parte de los capítulos prosaicos. Las metáforas, alegorías, parábolas y símbolos son formas escogidas divinamente para exponer los oráculos de Dios, y no debemos suponer que su significado sea tan vago e incierto como para dejar de averiguarlo. En lo principal, creemos que las partes figuradas de las Escrituras no son tan difíciles de comprender como muchos se imaginan. Por medio de una discriminación cuidadosa y juiciosa el intérprete debe procurar determinar el carácter y significado de cada metáfora en particular, y explicarla en armonía
con las leyes comunes del lenguaje y del contexto, del alcance y del plan del autor.16
Una regla que puede guiarnos a saber cuándo interpretar literalmente y cuándo figuradamente ha sido cuidadosamente expresada por Cooper. El dice:
Cuando el significado sencillo de la Escritura tiene sentido común, no hay que buscar otro sentido; por lo tanto, hay que tomar cada palabra en su significado primario, ordinario, usual y literal, a menos que los hechos del contexto inmediato estudiados a la luz de pasajes relativos, y verdades axiomáticas y fundamentales indiquen claramente lo
contrario.17
Este bien puede llegar a ser el axioma del intérprete.
C. Interpretación del lenguaje figurado. El segundo problema que se desprende del uso del lenguaje figurado es el método que debe usarse en la interpretación de aquello que es figurado. Debe observarse desde el principio mismo que el propósito del lenguaje figurado es el de impartir alguna verdad literal, que puede ser más claramente comunicada por medio del uso de figuras que de cualquiera otra manera. El significado literal es de mayor importancia que las palabras literales. Chafer lo expresa:
El sentido literal de las palabras empleadas en una figura literaria no debe tomarse como el significado de la figura, sino más bien, el sentido determinado por el uso de la figura. En todos estos casos, por lo tanto, hay sólo un significado. En tales casos el sentido no es el literal. En relación con esto dice Cellerier: "La revelación ... ha sido vestida de formas populares fuertemente impresasen las costumbres del Oriente, es decir, con formas metafóricas, poéticas y parabólicas, que comunican un significado diferente del sentido literal de las palabras. Pero aún así no hay dos sentidos, el literal y el metafórico. El metafórico es en sí el sentido real, el literal no existe como sentido; es sólo el vehículo del anterior; no contiene en sí mismo ningún resultado, ninguna verdad. Solo hay, por lo tanto,
un verdadero sentido" (Ma. d'Hermen., pág. 41).18
Horne ha dado una colección extensa de reglas para determinar correctamente el sentido de cualquier figura:
1. El significado literal de las palabras debe retenerse, más en los libros históricos de la Escritura que en aquellos que son poéticos.
2. El significado literal de las palabras debe abandonarse, si es impropio o envuelve una imposibilidad, o donde las palabras, tomadas correctamente, contienen cualquier cosa contraria a los preceptos doctrinales o morales dados en otras partes de la Escritura.
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3. Que averigüemos en qué respecto la cosa comparada y aquella con la cual es comparada concuerdan respectivamente, y también en qué respecto tienen ellas alguna afinidad o semejanza.
(1) El sentido de un pasaje figurado se conocerá, si la semejanza entre las cosas u objetos comparados es tan clara que pueda percibirse inmediatamente.
(2) Como en las metáforas sagradas generalmente lo que más se exhibe es algún detalle, el sentido de una metáfora se ilustrará si estudiamos el contexto del pasaje en el cual ocurre.
(3) El sentido de una expresión figurada se conoce con frecuencia por la propia explicación del autor.
(4) El sentido de una expresión figurada también puede determinarse consultando pasajes paralelos; en los cuales la misma cosa se expresa correcta y literalmente, o en los cuales ocurre la misma palabra, de manera que el sentido pueda ser comprendido fácilmente.
(5) Considérese la historia.
(6) Considérese la conexión que existe con la doctrina, así como el contexto del pasaje figurado. (7) Al fijar el sentido presentado por una metáfora, la comparación nunca debe extenderse demasiado, ni pasar a cualquier cosa que no se pueda aplicar a la persona o cosa representada.
(8) Generalmente, en la interpretación de expresiones figuradas y en aquellas que particularmente ocurren en las partes morales de la Escritura, el significado deben ser regulado por el de aquellas que son claras y sencillas.
4. Por último, al explicar el lenguaje figurado de la Escritura, debemos tener cuidado de no juzgar la aplicación de caracteres desde el punto de vista del uso moderno; ya que los habitantes del Oriente, han unido con mucha frecuencia el carácter con la idea expresada, en forma muy diferente
de aquella que generalmente se presenta a nuestro modo de ver.19
Se observará en estas reglas que se aplican a la interpretación del lenguaje figurado los mismos principios fundamentales que se emplean en cualquier otro lenguaje. El uso del lenguaje figurado no necesita la interpretación no literal. La misma exégesis sana requerida en cualquier parte se requiere en este campo.