RESUCITADOS EN EL MILENIO

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RESUCITADOS EN EL MILENIO

CAPITULO XXXI
RELACIÓN ENTRE LOS SANTOS VIVOS Y LOS SANTOS RESUCITADOS EN EL MILENIO
Ha habido una confusión general, aun entre los premilenaristas, con respecto a la relación que existirá durante la era milenaria entre los santos resucitados y los santos trasladados de la era de la Iglesia, los santos resucitados del Antiguo Testamento, y los santos vivos, judíos y gentiles, todos los cuales tendrán alguna relación con ese período. No ha habido ninguna delineación específica en cuanto a las posiciones que estos diversos grupos ocuparán, sus esferas de actividad, su relación con el gobierno del Rey, su relación con la tierra, ni su relación los unos con los otros. Se ha reconocido que la iglesia reinará como esposa con Cristo. Los santos del Antiguo Testamento, se conviene, serán resucitados y recompensados en esa era. Los judíos salvos, que sean hallados justos en el juicio de Israel, junto con los gentiles salvos, que sean declarados justos en el juicio de los gentiles, en el tiempo del segundo advenimiento, han de ser los súbditos del Rey en el milenio. Pero poco se ha dicho con respecto a su relación específica con ese período. Un escritor ridiculiza toda la posición milenaria diciendo:
Otra cuestión . , . surge de la aseveración de que durante el supuesto milenio, los santos resucitados y los trasladados se mezclarán libremente y harán negocios con aquellos que aún estarán en sus cuerpos mortales. Se presume que los santos resucitados gobernarán la tierra y harán cumplir las leyes de Cristo durante el milenio. Una vez más el premilenarismo no hace aquí ninguna provisión para la reconciliación de tales cosas irreconciliables como son santos resucitados y pecadores mortales en la misma sociedad ... El premilenarismo mezcla en una las dos clases sin considerar el hecho de que una ha pasado por el proceso de la muerte y la resurrección, y la otra no; y que, por lo tanto, sus organismos están adaptados a dos diferentes modos de existencia -uno material y el otro espiritual-. En realidad, el premilenarismo sugiere una sociedad perfectamente normal compuesta de estos dos elementos diferentes durante el milenio, y prevé también que durante este período la población de la tierra aumentará grandemente. Esto causa perpe-jidad cuando recordamos que, según el premilenarismo, la población milenaria de la tierra consistirá en un elevado número de santos resucitados, y que Jesús claramente declaró que no habrá casamiento ni vida sexual en la resurrección ... Si los santos resucitados son como los ángeles, ¿cómo se puede imaginar, mucho menos asegurar, que durante mil años se mezclarán libremente entre los hombres y las mujeres que aún estén en sus cuerpos carnales y mortales, y vivir
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juntos bajo idénticas condiciones? El premilenarismo no resuelve esta cuestión. La Biblia tampoco la resuelve, por la sencilla razón de que la Biblia no la propone. No se originó en
la Biblia.1
A la luz de tales acusaciones, el problema que tenemos en las manos es el de tratar de trazar una clara distinción en cuanto a la relación que cada grupo: los santos del Antiguo Testamento que hayan sido resucitados y trasladados, los santos vivos, judíos y gentiles, que sean introducidos al milenio, tenga con el Rey y su reino. La tarea es algo difícil, por cuanto el problema no es el de reconciliar puntos de vista diferentes, sostenidos por los premilenaristas, sino el de establecer la enseñanza de la Escritura sobre un asunto en el cual los premilenaristas generalmente guardan silencio. No parece suficiente desechar la cuestión como si no existiese ningún problema, señalando que, por cuanto nuestro Señor se mezcló libremente con los discípulos después de la resurrección, sin ninguna dificultad, así, en el milenio, los resucitados se mezclarán libremente con los no resucitados sin ninguna dificultad.
I. NATURALEZA DE LA ESPERANZA DEL ANTIGUO TESTAMENTO Las Escrituras del Antiguo Testamento abundan en descripciones de la gloria y de la bendición
que esperan a los "herederos de la promesa". Una expectativa gloriosa fue claramente presentada como la esperanza de los santos. Para poder presentar la relación entre el santo del Antiguo Testamento y el del Nuevo Testamento, entre el individuo resucitado y el no resucitado en la era milenaria, es necesario distinguir ciertos aspectos de las promesas hechas en el Antiguo Testamento, que constituían la esperanza del santo.
A. Promesas nacionales. El Antiguo Testamento hizo ciertas promesas a la nación de Israel. La vasta mayoría de las promesas de bendición y gloria futuras fueron hechas, no a individuos para que mantuvieran su esperanza, sino que fueron hechas a la nación como base de su confianza y expectativa. Estas promesas descansan en los pactos eternos e incondicionales que Dios hizo con la nación y que encuentran su cumplimiento en la nación misma. El pacto de Dios con Abraham, como originalmente se declaró en Gén_12:1-3, y se reiteró en Gén_13:14-17; Gén_15:1-21 y Gén_17:1-18, aunque incluía ciertas promesas individuales a Abraham, tenía que ver con la posteridad del linaje de Abraham y su posesión de la tierra dada a Abraham por promesa. Todas las promesas de los pactos subsiguientes son reiteraciones, ampliaciones, y clarificaciones de partes de este pacto original hecho a través de Abraham con la nación, y establecen ciertas promesas y esperanzas nacionales.
El pacto davídico, declarado en 2Sa_7:4-17, y reiterado en el , toma las promesas con respecto a la simiente del pacto original de Dios con Abraham, y hace esa simiente objeto de una promesa ampliada, por cuanto se promete a la simiente un reino, una casa, y un trono. Aunque esta promesa fue hecha a David e incluye ciertas promesas individuales a él, sin embargo, el cumplimiento de esta promesa se encuentra en la nación misma, no en los individuos de esa nación.
El pacto palestino, declarado por primera vez en Deu_30:1-10, toma las promesas del pacto de Dios con Abraham. Estas promesas tienen que ver con la tierra y amplían esa porción del pacto. Esta es una promesa de posesión y bendición de la tierra que fue dada a la nación como un todo. Deu_30:6, que dice "Circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia", indica claramente que las promesas declaradas allí eran nacionales.
El nuevo pacto, declarado en Jer_31:31-34, toma las promesas de bendición que se encuentran en el pacto original de Dios con Abraham y hace esas promesas objeto de ampliación. El Nuevo Testamento aclara que esta promesa ha de cumplirse sólo mediante la conversión de la nación en la segunda venida de Cristo.
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Y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados (Rom_11:26-27).
De este modo, se observará que todas las esperanzas de Israel estaban basadas en los cuatro pactos determinantes que Dios hizo con ellos, que estos pactos confirmaban ciertas esperanzas y bendiciones nacionales y requerían la preservación, continuidad y restauración de la nación si habían de cumplirse literalmente.
Chafer observa:
Las Escrituras que tratan acerca del reino, en el Antiguo Testamento, se ocupan mayormente del carácter y de la gloria del reinado del Mesías, las promesas de restauración y gloria terrenal para Israel, las bendiciones universales, para los gentiles y la liberación de la creación misma. Es poco lo que se revela en las Escrituras del Antiguo Testamento con respecto a la responsabilidad del individuo en el reino; es más bien un mensaje a la nación como un todo. Evidentemente, los detalles con respecto a la responsabilidad invididual estaban reservados, a juicio del Espíritu, para la enseñanza personal del Rey, en el tiempo
cuando el reino se haya acercado.2 Vemos así que el Antiguo Testamento se ocupó de las promesas y de los programas nacionales y
no de expectativas primordialmente individuales.
B. Promesas individuales. Sin embargo, es verdad que ciertas esperanzas individuales fueron indicadas en la antigua administración. A los israelitas se les dio la esperanza de una resurrección. Isa_26:19-20; Dan_12:2-3, Dan_12:13; Ose_13:14 y Job_19:25-27 indican esto. A los israelitas se les dio la expectativa de un juicio y de recompensas individuales, como lo testifican pasajes como Isa_40:10; Eze_11:21; Eze_20:33-34; Eze_22:17-22; Dan_12:3; Zac_3:7; Zac_13:9, y Mal_3:16-18; Mal_4:1. A los israelitas se les prometió bendiciones en los cielos nuevos y en la tierra nueva en Isa_65:17-18; Isa_66:22.
No hay duda en la mente del intérprete literal de las Escrituras de que las promesas nacionales hechas a Israel serán cumplidas en la nación misma en la era milenaria, que seguirá a la segunda venida del Mesías. Todas las promesas nacionales pactadas son terrenales en su contenido y se cumplirán en el tiempo del reinado terrenal del Mesías. Con respecto a las promesas individuales, no hay ninguna indicación clara en cuanto a la esfera en la cual se cumplirán. En los pasajes que enseñan la resurrección individual y el juicio y las recompensas individuales, se dice que estas provisiones se cumplirán en la venida del Mesías, pero el Antiguo Testamento no presenta en forma clara la esfera de la expectativa del individuo. Comentando sobre Apo_21:1-8, Ottman escribe:
Los cielos nuevos y la tierra nueva, donde mora la justicia, sucederán a la disolución de los antiguos (cielos y tierra), y son, sin discusión, objeto de la presente visión apocalíptica ...
Refiriéndose a esta visión, Grant dice: "Esto es manifiestamente una referencia a la palabra de Isaías: He aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento". Es sólo una vislumbre, por cuanto los profetas del Antiguo Testamento, aparte de esto, nunca parecen ir más allá de ese reino que nosotros, en verdad, hemos aprendido a llamar milenario, por habérsenos definido sus límites de esa manera. Para Israel, no había tal limitación necesaria; había una clara escena ante ellos en la cual debían reposar sus ojos, seguros de que cualesquiera cosas que
pudieran estar más allá sólo podían ser bendiciones adicionales. . ."3 J.Dwight Pentecost Página 357
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En el Nuevo Testamento es cuando se nos da una delineación más específica de la esperanza del israelita individual. El escritor a los Hebreos dice:
Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios (Heb_11:10).
Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos (Heb_12:22-23).
Parece, por tanto, que mientras las promesas nacionales habían de cumplirse tanto en el tiempo del milenio como en el milenio, las promesas individuales habían de cumplirse en el tiempo del milenio, pero no necesariamente en la tierra milenaria. Los pasajes que enseñan la resurrección indican que la resurrección de Israel se consumará en el tiempo del segundo advenimiento de Cristo, pero no dicen que los individuos serán resucitados para habitar la tierra milenaria. Los pasajes que enseñan el juicio individual y las recompensas indican, asimismo, que el juicio y las recompensas coincidirán con el segundo advenimiento, pero no declaran que las recompensas se disfrutarán en el milenio, sino más bien en el tiempo del milenio.
Se concluye, pues, de la consideración de las promesas hechas en el Antiguo Testamento, que las promesas nacionales se cumplirán sobre la tierra en la era del milenio, pero que las promesas individuales de resurrección se cumplirán en el tiempo del milenio, pero no colocan necesariamente al individuo en el milenio mismo.
II. NATURALEZA DEL MILENIO
Para poder comprender la relación de los santos resucitados, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, con la era milenaria, es necesario tener un claro concepto de la enseñanza de la Escritura en cuanto a la naturaleza y el propósito del milenio. Newell ha hecho un buen resumen:
I. Lo que es el reinado de mil años
El reinado de mil años es la administración directa del gobierno divino en la tierra durante ese tiempo, que estará a cargo de nuestro Señor y sus santos. Su centro terrenal será Jerusalén y la nación de Israel, aunque Cristo y sus santos gobernarán en la Nueva Jerusalén con cuerpos celestiales resucitados, y tomarán el lugar que ahora ocupan los ángeles (Heb_2:5-8) .. .
II. Objeto del reinado de mil años 1. Visto desde el lado de Dios el Padre:
a. Será la honra pública terrenal de su Hijo, justamente donde los hombres lo deshonraron a El en esta tierra ...
b. Será el cumplimiento de las promesas de Dios a su Hrjo, y de las profecías con respecto a El, para darle "el trono de David su padre" ...
c. Será la prueba final divina del hombre pecador en esta tierra antes que la tierra sea destruida...
d. Será la respuesta de Dios (hasta donde sea posible antes de la tierra nueva) a las oraciones de sus santos: "Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también
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en la tierra". 2. Visto desde el lado de Cristo:
a. El recibirá, después de larga paciencia, el reino de este mundo que El ha estado constantemente "esperando", allí a la diestra de Dios ... Y El reinará en justicia ...
b. ¡Al fin El podrá conferir a los humildes de la tierra el lugar y la herencia que El siempre tuvo a bien prometerles! c. ¡El compartirá . . . todos sus honores de Rey con sus santos!
3. Visto desde el lado de los santos: a. ¡El Milenio llevará a las tres clases de santos ... y también al Israel terrenal, a un estado
de felicidad indescriptible! . . .
b. Los cambios físicos mismos efectuados en la tierra . . . revelarán un poco el cuidado amoroso que Dios habrá tenido para proporcionar las comodidades y el gozo a sus santos . . .
4. Visto desde el lado de las naciones, las gentes de la tierra:
a. Serán mil años que estarán bajo el cetro de la vara de hierro . . .
b. Sin embargo, habrá paz al fin entre las naciones; impuesta ciertamente, pero real. . .
c. Todas las naciones estarán obligadas a ir de año en año para adorar al Rey, Jehová de los ejércitos, y a guardar la fiesta de los tabernáculos . . .
5. Visto desde el lado de la "creación": a. ... "la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa
de los hijos de Dios" (Rom_8:20-22). b. Esta liberación se efectuará en la "Manifestación de los hijos de Dios", en la venida de
Cristo otra vez a la tierra ...4
Es evidente que el milenio será el tiempo del cumplimiento de las bendiciones pactadas con Israel, tiempo durante el cual Dios hará un gran despliegue de absoluta autoridad del gobierno divino mediante el mandato del Mesías tiempo durante el cual los hombres vivos estarán sujetos a la autoridad del Rey y serán probados por ella. La era milenaria está designada por Dios para que sea la prueba final de la humanidad caída, en las más ideales circunstancias, rodeada de toda capacidad para obedecer el mandato del rey, y de la cual las fuentes de tentación serán quitadas, de manera que se pueda manifestar y probar que el hombre será un fracaso aun en esta prueba final de la humanidad caída. En ese período, cuando ese programa sea ejecutado es obvio que los individuos resucitados, no necesitarán ser probados, por cuanto ya son justos y no necesitarán someterse a la autoridad del Rey por cuanto están completamente sujetos a El. Por ello no podrán tener un lugar adecuado en la tierra en ese tiempo. Aquellos que colocan a los individuos resucitados en la tierra para que sufran los rigores del reinado del Rey, pasan por alto el propósito de Dios en la era milenaria.
El carácter esencial y el propósito del milenio nos llevan a la conclusión de que los individuos
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resucitados, aunque tendrán parte en el milenio, no estarán en la tierra como súbditos del Rey. III LOS OCUPANTES DE LA JERUSALÉN CELESTIAL
De Abraham se dijo que su esperanza se centraba en la realización de la vida en una ciudad, "Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" (Heb_11:10). Que ésta era la expectativa, no sólo de Abraham, sino también de otros santos del Antiguo Testamento se ve en Heb_11:16, donde se declara: "Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad". Se observa que la esperanza de estos héroes de la fe, de acuerdo con este versículo, era la de una ciudad celestial. Esta misma ciudad celestial se describe aun más en Heb_12:22-24, donde se la llama la Jerusalén celestial. En Gál_4:26, donde se la llama "la Jerusalén de arriba", en Apo_3:12, donde se la llama "la ciudad de mi Dios" (el Dios de Cristo), y "la nueva Jerusalén"; en Apo_21:2, donde se la llama "la santa ciudad, la nueva Jerusalén", y en Apo_21:10, donde se la llama "la gran ciudad santa de Jerusalén", se ve claramente que será el lugar de la realización de todas las esperanzas de los santos de la Iglesia. Sin duda este es el "lugar" que nuestro Señor prometió que El iría a preparar y al cual El vendría a llevarnos, en Jua_14:2. No es problema en realidad, pues, identificar "la congregación de los primogénitos" que ocuparán esta Jerusalén celestial de acuerdo con Heb_12:23. Kelly escribe:
... se dice que los hebreos Cristianos han entrado "a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos". No hay necesidad de vacilar en la identificación de esta compañía celestial. Es la Iglesia de Dios, de la cual oímos hablar tanto y la del más profundo interés en los Hechos de ¡os Apóstoles y en las demás epístolas, así como cuando el Señor habló aquí de que sería edificada (Mat_16:18) de manera que las puertas del Hades no prevalecieran contra ella. El día de Pentecostés (que siguió a su muerte, resurrección y ascensión) vio por primera vez la nueva visión de la Iglesia. Se describe en Hebreos de acuerdo con el designio divino de la epístola. Esto nos explica por qué se dice quiénes son los que la componen, los primogénitos; y no otros símbolos familiares del cuerpo de Cristo,
o del templo de Dios: su habitación por medio del Espíritu.5 No puede haber duda alguna de que esta ciudad celestial está compuesta, en parte, por la
Iglesia, el cuerpo de Cristo en esta era presente.
Saphir nos da unas palabras que nos conducen a esperar que otros hombres redimidos estarán en esa ciudad celestial además de los santos de esta era. El escribe: "El término congregación general . . . (paneguris) implica no meramente un gran número, sino un número completo. Y esta circunstancia, de que todos los miembros serán reunidos, da a la congregación un carácter de
solemne y gozosa festividad".6 La pregunta es: "¿Quiénes se unirán a los ángeles no caídos y a los santos de la Iglesia para reunir el complemento total de los habitantes de aquella ciudad celestial? " La contestación está en la frase "los espíritus de los justos hechos perfectos". Kelly dice:
... Estos son los santos del Antiguo Testamento. Ellos habían tenido que ver con Dios antes que reinara la gracia mediante la justicia para vida eterna por Jesucristo, como lo vemos en el Evangelio. Cuando la fe descansó en las promesas, ellos esperaban a Aquel que había de venir; y ellos tendrán una parte bendita en su reino (), cuando ellos también juzguen al mundo (1Co_6:2). La misma distinción de la palabra "nosotros" podrá verse al final de los versículos de Heb_11:39-40; y es asombroso, como lo prueba este ejemplo, que se ven, no como serán sino como son, "espíritus de los justos hechos perfectos". No estarán en el estado separado cuando "aquel día" haya venido; serán levantados de entre los
muertos a la presencia de Cristo.7 J.Dwight Pentecost Página 360
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Ottman pregunta:
¿No encontrarán Abraham y estos otros de la misma fe lo que esperaban? Ellos no quedarán frustrados. "Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad" (Heb_11:13-16). Otra vez, al cierre de este maravilloso capítulo, dice: "Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros" (Heb_11:39-40). Ellos no podrán ser perfeccionados aparte de
nosotros.8
Parece, entonces, que el escritor a los hebreos nos está mostrando un cuadro de la ciudad celestial, lugar en el cual estarán reunidos con Cristo los ángeles que no cayeron, los santos resucitados y arrebatados de la era de la Iglesia, y todos los santos del Antiguo Testamento y los de la tribulación.
Esta interpretación encuentra apoyo en Apo_21:12-14, donde se describen los muros de la "santa Jerusalén". Aquí se indica la misma triple ocupación, por cuanto en el versículo 12 hay una referencia a los ángeles y a las doce tribus de los hijos de Israel, y en el versículo 14 se hace referencia a los nombres de los doce apóstoles del Cordero. Por tanto, los ángeles los santos de Israel y del Antiguo Testamento, y los santos de la Iglesia se' incluyen dentro del muro.
Al hacer referencia al lugar de morada de los redimidos como una "ciudad", la palabra de Grant es pertinente. El escribe:
La ciudad es la expresión de necesidad humana, y la provisión para ella. En medio de luchas e inseguridad, los hombres se reúnen para buscar protección; pero eso es sólo una pequeña parte de lo que ella implica. Hay otras necesidades más universales que ésta, como las de colaboración, división del trabajo, el resultado de esta disparidad de aptitudes por la cual Dios nos ha hecho mutuamente dependientes. Nuestra naturaleza social es así satisfecha, y se forman y se fortalecen los lazos por los cuales el mundo se une estrechamente; mientras que la relación de mente con mente, de corazón con corazón, estimula y desarrolla cada facultad latente . ..
La ciudad eterna implica para nosotros asociación, comunión, relación, la plenitud de lo que se intimó en el dicho prístino: "No es bueno que el hombre esté solo"; pero que con respecto a la ciudad esposa, que es ésta, tiene un significado aun más profundo. Aquí, la relación de los santos con Cristo, quien como Lámpara de la gloria divina la alumbra, lo explica todo adecuadamente. Jamás podremos estar "solos". "Con El", toda nuestra
naturaleza humana encontrará su respuesta, satisfacción y descanso completos.9 Así, la ciudad tendrá tanta pertinencia para los santos del Antiguo Testamento como para los
creyentes del Nuevo Testamento.
Se debe concluir, por tanto, que es enseñanza consecuente de la Escritura que el Señor recogerá a Sí mismo en la ciudad eterna a los ángeles que no cayeron, a los santos del Antiguo Testamento, y a los creyentes del Nuevo Testamento, donde tomarán parte, con cuerpos resucitados y glorificados, de la ciudad literal y su gloria, lugar al cual sólo podrán entrar mediante la
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resurrección. Debe observarse que esta Jerusalén celestial no es la esfera de los salvos vivos que entren al milenio, por cuanto ellos tendrán a la reconstruida Jerusalén terrenal como su ciudad capital. Más bien será el lugar de habitación de los santos resucitados durante el milenio. Los vivos se darán cuenta del cumplimiento de las promesas nacionales del Antiguo Testamento en el milenio, mientras que los resucitados verán el cumplimiento de la expectativa de una "ciudad que tiene fundamentos" durante la era milenaria.
IV. CONSIDERACIÓN DE LOS PASAJES RELATIVOS
Hay ciertos pasajes que parecen indicar que no habrá un gran abismo entre los salvos de Israel y los salvos de la era de la Iglesia; sino que tendrán una relación directa los unos con los otros en su estado final:
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor (Jua_10:16).
Este pasaje parecería indicar que habrá una relación de todos los salvos unos con otros, por cuanto tienen relación con el mismo pastor. Todos los redimidos aparecen como unidos en un rebaño con un pastor.
Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel (Mat_19:27-28).
¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? (1Co_6:2).
Esta porción indica que los santos que son de la Iglesia no han de estar enteramente disociados de la era milenaria. Si los santos fuesen separados completamente de dicha era, la única manera en que los doce podrían ejercer el privilegio prometido a ellos sería perdiendo su posición en el cuerpo de Cristo. Esto indica que habrá una relación sostenida entre los santos vivos sobre la tierra y los santos resucitados en la Jerusalén celestial. Los santos ejercerán el ministerio que ahora cumplen los ángeles (Heb_2:5-6).
Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de la doce tribus de los hijos de Israel.
Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero (Apo_21:12-14).
Parece claro que los ocupantes de esta ciudad son de la era del Antiguo Testamento, de la era del Nuevo Testamento, así como también los ángeles que no cayeron.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años (Apo_20:6).
La primera resurrección. está compuesta, no de los santos de la era de la Iglesia solamente, sino de todos los individuos, sean de cualquier era, que sean levantados para vida eterna. Aunque esta resurrección sucede en tiempos diferentes con referencia a diferentes grupos, el resultado es el mismo en cada caso: la resurrección para vida eterna. Se dice que estos resucitados son sacerdotes y reinarán con El. Esta primera resurrección de Apo_20:6 no se puede aplicar
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solamente a los santos de la Iglesia, por cuanto los resucitados aquí son aquellos que han pasado por la gran tribulación y de esa manera no estarían incluidos en el cuerpo de Cristo, puesto que la resurrección de la Iglesia habrá precedido a ésta. Y sin embargo, se encuentran en la primera resurrección y reinarán con Cristo. Esto debe significar que todos los que participen de la primera resurrección tienen un destino común: la Nueva Jerusalén, destino en cual estarán asociados con Cristo en su reino, sean santos del Antiguo o del Nuevo Testamento.
Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor (Mat_25:21).
En este pasaje, que enseña el hecho del juicio y la recompensa de Israel, es significativo observar que, aunque se dice que las recompensas son posiciones de privilegio y de responsabilidad en el milenio, no se dice que el individuo será introducido al milenio mismo, sino más bien que ejercerá su autoridad durante el milenio.
Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios (Apo_21:3).
La comparación de la declaración que se hace aquí con la de Eze_37:27, donde se prometió a Israel que Dios establecería su tabernáculo entre los hombres, y con pasajes de la Escritura tales como Isa_65:19 o Isa_25:8, donde Dios prometió libertad del llanto, del dolor y de la muerte, demostrará que lo que se prometió aquí es el cumplimiento de lo que era la expectativa de los santos del Antiguo Testamento. Aunque se podrá discutir que la Iglesia tiene promesas similares, y Apo_21:3 podría referirse al cumplimiento de éstas y no de aquéllas de Israel, sin embargo, el paralelismo parece tan significativo que no se puede afirmar que Israel no está incluido en esta bendición. No podríamos decir que no habrá un cumplimiento de estas promesas a Israel sobre la tierra en la era milenaria; sin embargo, se sugiere que el Israel resucitado podrá experimentar esas promesas en la Jerusalén celestial junto con los santos de la Iglesia. Debe observarse que la palabra que se traduce como "pueblo" es plural, "ellos serán sus pueblos", indica pluralidad.
Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad" (Dan_12:3).
Una comparación de este versículo con Apo_21:11 y Apo_21:18, en cuyo contexto se menciona Israel (versículo Apo_21:12), indicará que la gloria reflejada de Cristo, quien es la fuente de toda luz, era la expectativa de los santos del Antiguo Testamento. Esta esperanza se realizará en la ciudad celestial en la cual los santos del Antiguo Testamento tendrán parte y experimentarán el cumplimiento de esta promesa.
Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros (Heb_11:39-40).
Parece indicarse aquí que Israel no podrá ser hecho perfecto hasta que el cuerpo de Cristo haya sido perfeccionado. Esto tendría un significado adicional si el lugar de perfección de los santos de Israel y el lugar de perfección de los creyentes de esta era fuesen uno y el mismo lugar. Si se discutiera que tal punto de vista privaría a la Iglesia de su herencia celestial, por cuanto la unifica con el Israel resucitado y la coloca en una relación con la tierra durante la era milenaria y la nueva tierra que ha de seguir, veamos la observación de Ottman:
La Iglesia tiene que estar en algún lugar en la eternidad, y si Dios ha decretado que la escena de su conflicto ha de ser el lugar de su eterna gloria, ¿quién hará nulo su propósito?
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La concepción concreta de que la Iglesia estará eternamente relacionada con una ciudad literal que descenderá del cielo puede ser estigmatizada como materialista y apasionada, pero es mejor que la niebla vaga y brumosa que constituye la idea de eternidad acariciada por muchos. Esta ciudad no puede ser el cielo, por cuanto se dice que desciende del cielo. El cielo nada pierde con el descenso de la ciudad, ni la Iglesia pierde su herencia celestial en
su asociación con El que habrá venido en ese tiempo a llenar la tierra con su gloria.10 Si se discutiera que tal punto de vista desocuparía el cielo y sacaría a Dios del lugar de su
morada, concluiríamos con Newell en que:
Varias consideraciones nos conducen a la conclusión de que la Nueva Jerusalén es un lugar de eterno descanso de Dios.
1. Inmediatamente vemos los cielos nuevos y la tierra nueva y la Nueva Jerusalén que desciende a la tierra nueva (Apo_21:1-2). Se nos dice: "He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres" ... El objeto de los cielos y la tierra nuevos es el de llevar a cabo esto: ¡que Dios tendrá su hogar eternamente en esta ciudad capital de la nueva creación!
2. No se ve ninguna otra habitación eterna de Dios, fuera de esta capital de la nueva creación ... 3. Esta ciudad celestial tiene la gloria de Dios (Apo_21:11, Apo_21:23; Apo_22:5)...
4. Tiene también el trono de Dios y, el "servicio" (Apo_22:3), llamado propiamente servicio sacerdotal, o culto espiritual...
5. Ellos verán su rostro . . . Por lo tanto, este debe ser el lugar de descanso de Dios para siempre.
6. Sólo necesitamos recordar que los moradores de la Nueva Jerusalén "reinarán por los siglos de los siglos" (Apo_22:5). Esto no podría decirse de otros, sino de los habitantes de la capital de la
nueva creación.11
La conclusión de esta cuestión sería que el Antiguo Testamento mantenía vigente una esperanza nacional, que se cumplirá plenamente en la era milenaria. La esperanza individual del santo del Antiguo Testamento, de una ciudad eterna, se realizará mediante la resurrección en la Jerusalén celestial, donde, sin perder la distinción o la identidad, Israel se reunirá con los resucitados y trasladados de la era de la Iglesia para participar de la gloria de su reinado de Cristo para siempre. Tanto la naturaleza del milenio, como el período de prueba de la humanidad caída bajo el justo reinado del Rey, excluyen la participación de los individuos resucitados en esa prueba. Así, la era milenaria estará relacionada sólo con los hombres que hayan sido salvos, pero que estén viviendo en sus cuerpos naturales. Esta ciudad celestial será puesta en relación con la tierra al principio del milenio, y quizá se haga visible sobre la tierra. Desde esta ciudad celestial, el Hijo mayor de David ejercerá su gobierno mesiánico, en la cual reinará la Esposa, y desde la cual los santos recompensados del Antiguo Testamento ejercerán su autoridad en el gobierno.
Si tal interpretación es correcta, habrá una solución al intrincado problema que surge al colocar a los santos resucitados sobre la tierra y mezclarlos libremente con los no resucitados durante el milenio. El cumplimiento de las promesas nacionales hechas a Israel se realizará, no en los individuos resucitados, sino más bien en el Israel natural salvado, que esté vivo en la segunda venida de Cristo. La unidad de los propósitos redentores de Dios en Cristo será preservada al reunir al primer grupo de resucitados en un solo lugar, donde la Esposa participará en su reinado y sus siervos le servirán para siempre (Apo_22:3). Tal punto de vista está en armonía con las Escrituras y resuelve algunos de los problemas inherentes del sistema premilenario.
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