ARREBATAMIENTO ANTES DE LA TRIBULACION

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EL ARREBATAMIENTO ANTES DE LA TRIBULACION

CAPITULO XIII TEORÍA DEL TRASLADO ANTES DE LA TRIBULACIÓN
La tercera interpretación prevaleciente en la cuestión del tiempo del traslado en relación con el período de la tribulación es la interpretación que sostiene que la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, en toda su extensión, será, por resurrección y traslación, removida de la tierra antes que comience cualquier parte de la septuagésima semana de Daniel.
I. BASE ESENCIAL DE ESTA POSICIÓN
La teoría del traslado antes de la tribulación descansa esencialmente sobre una premisa mayor: el método literal de interpretación de las Escrituras. Como algo accesorio necesario a esto, el partidario del traslado antes de la tribulación cree en una interpretación dispensacional de la Palabra de Dios. La Iglesia e Israel son dos grupos distintos con los cuales Dios tiene un plan divino. La Iglesia es un misterio, no revelado en el Antiguo Testamento. Esta edad presente de misterio interviene en el programa de Dios para Israel, debido al rechazamiento del Mesías por Israel en su primera venida. Este programa de misterio debe cumplirse antes que Dios pueda reanudar su programa para con Israel y llevarlo a término. Todas estas consideraciones surgen del método literal de interpretación.
II. ARGUMENTOS ESENCIALES DEL PARTIDARIO DEL TRASLADO ANTES DE LA TRIBULACIÓN
Se puede presentar un número de argumentos para sostener esta posición. Aunque no todos son de igual peso, la evidencia acumulativa es fuerte.
A. El método literal de interpretación. Es admitido franca y libremente por los amilenarios que el problema básico en la controversia entre los premilenarios y ellos es el del método de interpretación que debe emplearse en la profecía. Allis dice, "La cuestión de la interpretación literal en oposición a la figurada es, por lo tanto, la que tiene que encararse desde el principio".' El admite que si el método literal de interpretación de las Escrituras es el método correcto, entonces el premilenarismo es la interpretación correcta.
Vemos así que nuestra doctrina del retorno premilenario de Cristo para instituir un reino literal es el resultado "del método literal de interpretación de las promesas y profecías del Antiguo Testamento. Es natural, por tanto, que el mismo método básico de interpretación deba emplearse en nuestra interpretación de la cuestión del traslado. Sería sumamente ilógico construir un sistema premilenario sobre un método literal y después apartarse de ese método, en la consideración de las cuestiones relativas. Se puede fácilmente ver que el método literal de interpretación demanda el traslado de la Iglesia antes de la tribulación. El partidario del traslado después de la tribulación tiene que interpretar el libro de Apocalipsis históricamente, que básicamente es un método de espiritualización, o bien tratarlo como aún futuro, pero eliminando espiritualmente lo literal de los
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eventos, en un esfuerzo para armonizar estos eventos con otras Escrituras, a la luz de su interpretación. Ambas explicaciones violan el principio de interpretación literal. Los partidarios del traslado durante la tribulación aplican el método literal de interpretación a la última mitad de la septuagésima semana, pero espiritualizan los eventos de la primera mitad de la semana, para permitir que la Iglesia se encuentre en ellos. Esto es, una vez más, una inconsecuencia básica. No se puede emplear un método para establecer el premilenarismo y otro método para la interpretación de las promesas del traslado. El método literal de interpretación, empleado consecuentemente, no puede conducir a otra conclusión que no sea que la Iglesia será arrebatada antes de la septuagésima semana.
Debe notarse, de paso, que este método no nos conduce al ultradispen-sacionalismo, por cuanto ese sistema no es consecuencia del uso de la mayor exactitud literal, sino que está basado más bien en consideraciones exegéticas.
B. Naturaleza de la septuagésima semana. Hay un número de palabras que se usan tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento, para describir el período de la septuagésima semana, las cuales, cuando son consideradas en conjunto, nos dan la naturaleza esencial o carácter de este período:
(1) ira (Apo_6:16-17; Apo_11:18; Apo_14:19; Apo_15:1, Apo_15:7; Apo_16:1, Apo_16:19; 1Ts_1:9-10; 1Ts_5:9; Sof_1:15, Sof_1:18); (2) juicio (Apo_14:7 ; Apo_15:4; Apo_16:5-7; Apo_19:2); (3) indignación (Isa_26:20-21; Isa_34:1-3); (4) castigo (Isa_24:20-21); (5) hora de prueba (Apo_3:10); (6) hora de angustia (Jer_30:7); (7) destrucción (Joe_1:15); (8) tinieblas (Joe_2:2; Sof_1:14-18; Amó_5:18). Debe notarse que estas referencias describen el período en toda su extensión, no solamente una porción de él, de manera que todo el período tiene esta caracterización. En cuanto a la naturaleza de la tribulación (aunque la limita a la última mitad de la semana) dice Harrison:
Tengamos claro en la mente que la naturaleza de la tribulación es ira divina (Apo_11:18; Apo_14:8 , Apo_14:10 , Apo_14:19; Apo_15:1 , Apo_15:7; Apo_16:1, Apo_16:19-obsérvese que él omite Apo_6:16-17-) y juicio divino (Apo_14:7; Apo_15:4; Apo_16:7; Apo_17:1; Apo_18:10; Apo_19:2). Sabemos que nuestro bendito Señor sufrió por nosotros la ira de Dios y su juicio; por lo tanto nosotros, los que estamos en El no estaremos a juicio. La antítesis de 1Ts_5:9 es evidencia concluyen te: "Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo". Ira para los otros, pero salvación para nosotros en el traslado,
"ya sea que velemos, o que durmamos" (versículo 10).2
C. El alcance de la septuagésima semana. No hay duda de que este período verá la ira de Dios derramada sobre toda la tierra. Apo_3:10; Isa_34:2; Isa_24:1, Isa_24:4-5, Isa_24:16-17, Isa_24:18-21, y muchos otros pasajes explican muy claro esto. Y sin embargo, aunque toda la tierra está comprendida, este período es particularmente en relación con Israel. Jer_30:7, que llama a este período "el tiempo de angustia de Jacob", hace esto cierto. Los eventos de la septuagésima semana son eventos del "día del Señor" o "día de Jehová". Este uso del nombre de la Deidad enfatiza la relación peculiar de Dios con esa nación. Cuando se prevé este período en , Dios dice al profeta, "Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad" (versículo Dan_9:24). Todo este período, por tanto, hace referencia especial al pueblo de Daniel, Israel, y a la ciudad santa de Daniel, Jerusalén.
Ya que tantos pasajes en el Nuevo Testamento como Efe_3:1-6; Col_1:25-27 dicen claramente que la Iglesia es un misterio, y que su naturaleza como cuerpo compuesto de judíos y gentiles por igual no estaba revelada en el Antiguo Testamento, la Iglesia no podía estar comprendida en ésta o cualquiera otra profecía del Antiguo Testamento. Por cuanto la Iglesia no entró en existencia sino después de la muerte de Cristo (Efe_5:25-26), después de la resurrección de Cristo (Rom_4:25;
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Col_3:1-3), después de la ascensión (Efe_1:19-20), y después del descenso del Espíritu Santo en Pentecostés con la iniciación de todos sus ministerios en el creyente (), la Iglesia no podía estar en las primeras sesenta y nueve semanas de esta profecía. Por cuanto no tenía parte en las primeras sesenta y nueve semanas, que se relacionan solamente con el programa de Dios para con Israel, no puede tener parte alguna de la septuagésima semana, la cual se relaciona otra vez con el programa de Dios para con Israel, después que el programa de misterio para con la Iglesia haya concluido.
En un tratado extenso de cada uno de los pasajes mayores de la Palabra sobre el tema de la
tribulación,3 en el cual trata pasajes como , , , , Jeremías 30, , Kelly concluye diciendo:
... el punto de vista sostenido aquí es resultado de una estrecha investigación de cada pasaje distinto de que dispone la Escritura sobre el tema de la gran tribulación. Estaré muy agradecido de cualquiera que me muestre otros pasajes que se refieran a ella; pero no estoy enterado de ellos. Les pregunto ... si pueden señalar una palabra que indique que algún cristiano o la Iglesia han de estar en la tierra cuando llegue la gran tribulación. ¿No hemos visto que la doctrina del Antiguo y del Nuevo Testamentos -de Jeremías, de Daniel, del Señor Jesús, y del apóstol Juan- es ésta? Que, justamente antes que el Señor aparezca en gloria, vendrá la última e inigualable angustia de Israel, aunque Jacob será librado de ella; que habrá. .. una gran tribulación, de la cual emerge una multitud de gentiles; pero que tanto Jacob como los gentiles son totalmente distintos de los cristianos o la Iglesia. En cuanto al cristiano, la promesa positiva del Señor es que aquellos que han guardado la palabra de su paciencia, El los guardará de la hora de la prueba, que ha de venir sobre la
tierra entera, para probar a los que moran sobre la tierra.4
Se debe concluir con el autor citado diciendo: por cuanto todos los pasajes que tratan de la tribulación la relacionan con el programa de Dios para con Israel, el alcance de la tribulación impide que la Iglesia participe de ella.
D. El propósito de la septuagésima semana. Las Escrituras indican que hay dos propósitos mayores que serán realizados en la septuagésima semana.
1. El primer propósito se declara en , "Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra". Aparte de la cuestión en cuanto a quiénes estarán en este tiempo de prueba, hay otras varias consideraciones importantes en este versículo.
(1) Primero que todo vemos que este período tiene en mira "a los que moran sobre la tierra" y no a la Iglesia.
Esta misma expresión ocurre en Apo_6:10; Apo_11:10; Apo_13:8, Apo_13:12, Apo_13:14; Apo_14:6 y Apo_17:8. Al usarse, no nos está dando una descripción geográfica sino más bien una clasificación moral. Thiessen escribe:
Ahora bien, la palabra moran que se usa aquí (katoikeo) es una palabra fuerte. Se usa para describir la plenitud de la Deidad que moraba en Cristo (Col_2:9); se usa para expresar la institución de la morada permanente de Cristo en el corazón del creyente (Efe_3:17), y de los demonios que regresan para tomar absoluta posesión del hombre (Mat_12:45; Luc_11:26). Debe distinguirse de la palabra oikeo, que es un término general que también significa morar, y de paroikeo, que da la idea de transitoriedad, residir temporalmente. Thayer observa que el término katoikeo tiene la idea de permanencia en sí. Por tanto el juicio a que se refiere Apo_3:10 es dirigido contra los moradores de la tierra de ese día,
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contra aquellos que se han establecido en la tierra como su verdadero hogar, que se han identificado a sí mismos con el comercio y la religión de la tierra.5
Por cuanto este período se relaciona con los "moradores de la tierra", con aquellos que se han establecido para ocuparla permanentemente, no puede referirse a la iglesia, que estaría sujeta a las mismas experiencias si estuviera aquí. (2) La segunda consideración que debe notarse aquí es el uso del infinitivo peirasai (probar) para expresar propósito. Thayer define esta palabra, cuando Dios es el sujeto, así: "infligir males sobre
uno para poder probar su carácter y la constancia de su fe".6 Por cuanto el Padre nunca ve a la Iglesia excepto en Cristo, perfeccionada en El, este período no puede tener ninguna relación con la Iglesia, ya que la verdadera Iglesia no necesita ser probada para ver si su fe es genuina.
2. El segundo propósito mayor de la septuagésima semana está relacionado con Israel. En Mal_4:5-6 se declara:
He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los lujos hacia los padres no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.
El profeta declara que el ministerio de este Elías era un ministerio para preparar al pueblo para el Rey que pronto había de venir. En Luc_1:17 se promete que el hijo que le nacería a Zacarías "iría delante de él con el espíritu y el poder de Elías", para llevar a cabo este mismo ministerio y "para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto". Con respecto a la venida de Elías, que debía haber sido una señal para Israel, el Señor declara:
Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; ¿y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada? Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él (Mar_9:12-13).
El Señor estaba mostrando a sus discípulos que Juan el Bautista tenía este ministerio de preparar un pueblo para El. Y para quitar toda duda, la palabra en Mat_11:14 es terminante: "si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir". El ministerio de Juan era el de preparar la nación de Israel para la venida del Rey. Solo se puede concluir, pues, diciendo que el Elías, que había de venir antes del grande y terrible día del Señor, sólo puede tener un ministerio: el de preparar un remanente en Israel para la venida del Señor. Es evidente que ningún ministerio de esa índole es necesario para la Iglesia ya que ella por naturaleza es sin mancha ni arruga, ni cosa semejante, sino que es santa.
Estos dos propósitos, la prueba de los moradores de la tierra, y la preparación de Israel para el Rey, no tienen absolutamente ninguna relación con la Iglesia. Esta es prueba evidente de que la Iglesia no estará en la septuagésima semana.
E. Unidad de la septuagésima semana. Debe observarse en las tres consideraciones anteriores que toda la septuagésima semana está contemplada cuando se describe y se predice en la profecía. Aunque todos estarán de acuerdo, en base a Dan_9:27; Mat_24:15; y , que la semana está dividida en dos partes de tres años y medio cada una, sin embargo la naturaleza y el carácter de la semana es uno, y penetra en ambas partes en su totalidad. Llega a ser imposible la existencia de la Iglesia en la semana como una unidad, y es igualmente imposible adoptar la posición de que la Iglesia esté; aunque exenta de una porción de la septuagésima semana, probablemente en la primera mitad de ella, por cuanto su naturaleza es la misma hasta el fin. La imposibilidad de incluir a la Iglesia en la última mitad hace igualmente imposible incluirla en la primera mitad, porque aunque la Escritura divide el tiempo de la semana, no hace ninguna
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distinción en cuanto a la naturaleza y el carácter de sus dos partes.
F. Naturaleza de la Iglesia. Tenemos que observar cuidadosamente ciertas distinciones entre la Iglesia e Israel, que están claramente establecidas en la Escritura, pero frecuentemente descuidadas en la consideración que tenemos a mano. (1) Hay una diferencia entre la iglesia profesante y el Israel nacional. Debe observarse que la iglesia profesante está compuesta de aquellos que hacen profesión de fe en Cristo. Para algunos, esta profesión se basa en la realidad, y para otros, en ninguna realidad en absoluto. Este último grupo pasará por el período de la tribulación, ya que Apo_2:22 indica claramente que la iglesia profesante no salvada experimentará esta visitación de ira. La filiación del grupo llamado el Israel nacional se basa en un nacimiento físico, y todos los de este grupo que no son salvos ni tomados en el traslado, y estén vivos para ese tiempo, estarán con la iglesia profesante, sujetos a la ira de la tribulación.
(2) Hay una diferencia entre la verdadera Iglesia y la iglesia profesante. La Iglesia verdadera está compuesta de todos aquellos que en esta era han recibido a Cristo como Salvador. Por encima de ésta, y en contraste con ella, tenemos la iglesia profesante compuesta de aquellos que hacen profesión de recibir a Cristo sin que realmente lo reciban. Sólo la verdadera Iglesia será arrebatada.
(3) Hay una diferencia entre la verdadera Iglesia y el Israel verdadero o espiritual. Antes de Pentecostés había individuos salvados, pero no había Iglesia, y ellos eran parte del Israel espiritual, no de la Iglesia. Después del día de Pentecostés y hasta el traslado, encontramos a la Iglesia que es su cuerpo, pero no encontramos a ningún Israel espiritual. Después del traslado no encontramos ninguna Iglesia, sino un Israel verdadero o espiritual otra vez. Estas diferencias deben tenerse claramente en cuenta.
El traslado levantará, no a todos los que hacen profesión de fe en Cristo, sino sólo a aquellos que hayan nacido de nuevo y hayan recibido su vida. La parte incrédula de la iglesia visible, junto con los incrédulos de la nación de Israel, pasarán por el período de la tribulación.
1. Por cuanto la Iglesia es el cuerpo, del cual Cristo es la Cabeza (Efe_1:22; Efe_5:23; Col_1:18), la esposa, de la cual El es el Esposo (1Co_11:2; Efe_5:23), el objeto de Su amor (Efe_5:25), la rama de la cual El es la Raíz y el Tronco (Jua_15:5), el edificio, del cual El es el Fundamento y la Piedra Angular (1Co_3:9; Efe_2:19-22), existe entre el creyente y el Señor unión y unidad. El creyente ya no está separado de El, sino que ha sido hecho estrechamente uno con El. Si la Iglesia está en la septuagésima semana, estaría sujeta a la ira, al juicio, y a la indignación que caracterizan a este período, y debido a su unidad con Cristo, El también estaría sujeto a la misma indignación. Esto es imposible de acuerdo con 1Jn_4:17, porque El no puede ser llevado otra vez a juicio. Por cuanto la Iglesia ha sido perfeccionada y librada de todo juicio (Rom_8:1; Jua_5:24; 1Jn_4:17), si estuviera sujeta otra vez a juicio, las promesas de Dios no tendrían ningún efecto y la muerte de Cristo sería ineficaz. ¿Quién se atrevería a asegurar que la muerte de Cristo pueda dejar de cumplir su propósito? Aunque los miembros puedan ser experimentalmente imperfectos y necesiten una limpieza experimental, sin embargo, la Iglesia, la cual es su cuerpo, tiene una posición perfecta en Cristo y no necesitaría tal limpieza. La naturaleza de la prueba de la septuagésima semana, como se indica en Apo_3:10, no es para conducir al individuo a la limpieza, sino para revelar la degradación y la necesidad del corazón no regenerado. La naturaleza de la Iglesia impide tal prueba.
2. Otra vez, Apo_13:7 explica claramente que todos los que están incluidos en la septuagésima semana estarán sujetos a la bestia, y por medio de ella a Satanás, quien le da a la bestia el poder. Si la Iglesia estuviera en este período, estaría sujeta a Satanás, y Cristo perdería su lugar como Cabeza, o El mismo, debido a la unión con la Iglesia, estaría sujeto a la autoridad de Satanás. Tal cosa no se puede ni pensar. Por tanto, se concluye que la naturaleza de la Iglesia y lo completo de su salvación le impiden estar incluida en la septuagésima semana.
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G. El concepto de la Iglesia como misterio. Estrechamente relacionado con la consideración anterior está el concepto que se nos da en el Nuevo Testamento de que la Iglesia es un misterio. No era ningún misterio que Dios iba a proveer salvación para los judíos, ni que los gentiles serían bendecidos en la salvación. El hecho de que Dios iba a formar un cuerpo de judíos y gentiles por igual nunca fue revelado en el Antiguo Testamento, y constituye el misterio del cual habla Pablo en Efe_3:1-7; Rom_16:25-27; Col_1:26-29. Todo el programa relacionado con este misterio no fue revelado sino después del rechazamiento de Cristo por parte de Israel. Fue después del rechazamiento que se narra en Mat_12:23-24 que el Señor pronunció por primera vez una profecía sobre la Iglesia venidera, en Mat_16:18. Fue después del rechazamiento de Cristo en la cruz que la Iglesia tuvo sus comienzos, en . Fue después del rechazamiento final por parte de Israel que Dios llamó a Pablo para que fuese el Apóstol de los gentiles, mediante el cual este misterio de la naturaleza de la Iglesia es revelado. La Iglesia es manifiestamente una interrupción del programa de Dios para con Israel, y no entra en existencia hasta el rechazamiento del ofrecimiento del Reino por parte de Israel. Debe lógicamente concluirse que el mismo programa de misterio debe ser llevado a conclusión antes que Dios pueda reanudar su trato con la nación de Israel, como previamente se ha indicado que El lo hará. El programa de misterio, que era tan distinto desde sus comienzos, ciertamente estará separado en su conclusión. Este programa debe concluir antes que Dios reanude y culmine su programa para con Israel. Este concepto de misterio de la Iglesia hace del traslado antes de la tribulación una necesidad.
H. Diferencias entre Israel y la Iglesia. Chafer ha establecido veinticuatro contrastes entre Israel y la Iglesia, que nos muestran concluyentemente que estos dos grupos no pueden unirse, sino que deben distinguirse como dos entidades separadas con las cuales Dios está tratando mediante un
programa especial.7 Estos contrastes puede reseñarse de la siguiente manera:
(1) La extensión de la revelación bíblica: Israel ocupa casi cuatro quintas partes de la Biblia; la Iglesia sólo ocupa como una quinta parte. (2) El propósito divino: Israel recibe las promesas terrenales en los pactos; la Iglesia recibe las promesas celestiales en el Evangelio.
(3) La simiente de Abraham: Israel es la simiente física, de la cual algunos se convierten en simiente espiritual; la Iglesia es una simiente espiritual. (4) Nacimiento: Israel tuvo nacimiento físico que produce parentesco; la Iglesia tuvo nacimiento espiritual que conduce a un parentesco.
(5) Supremacía: en Israel, Abraham; en la Iglesia, Cristo. (6) Pactos: con Israel, el Abrahámico y todos los pactos siguientes; la Iglesia está indirectamente relacionada con el Abrahámico y los nuevos pactos. (7) Nacionalidad: Israel es una nación; la Iglesia es de todas las naciones. (8) Trato Divino: Israel disfruta un trato nacional e individual; la Iglesia, trato individual solamente. (9) Dispensaciones: Israel existió a través de los siglos desde Abraham; la Iglesia existe solamente en este presente siglo. (10) Ministerio: Israel no tiene ninguna actividad misionera y ningún Evangelio que predicar; la Iglesia tiene una comisión que cumplir. (11) La muerte de Cristo: Israel es condenado nacionalmente, para ser salvo por ella; la Iglesia está perfectamente salvada actualmente por ella. (12) El Padre: En Israel, por una relación peculiar, Dios era Padre de la nación; en la Iglesia estamos relacionados individualmente con Dios como Padre. (13) Cristo: Para Israel, El es Mesías, Emmanuel, Rey; para la Iglesia, El es Salvador, Señor, Esposo, Cabeza. (14) El Espíritu Santo: en Israel vino sobre algunos temporalmente; en la Iglesia mora en todos. (15) Principio de gobierno: Israel tuvo el sistema de la ley Mosaica; la Iglesia tiene el sistema de la gracia.
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(16) Capacidad divina: Israel no tiene ninguna; la Iglesia es morada del Espíritu Santo. (17) Dos discursos de despedida: para Israel el discurso del Olivete; para la Iglesia, el discurso del Aposento Alto. (18) La promesa del retorno de Cristo: para Israel vendrá en poder y gloria para hacer juicio; para la Iglesia vendrá con el fin de llevamos consigo. (19) Posición: Israel es un siervo; la Iglesia se compone de miembros de la familia. (20) Reino terrenal de Cristo: Israel es subdito; la Iglesia es corregente. (21) Sacerdocio: Israel tuvo un sacerdocio; la Iglesia es un sacerdocio. (22) Matrimonio: Israel fue esposa infiel; la Iglesia es la esposa. (23) Juicios: Israel debe enfrentarse al juicio; la Iglesia es librada de todo juicio. (24) Posición en la eternidad: Israel será los espíritus de los justos hechos perfectos en la tierra nueva; la Iglesia será la congregación de los primogénitos en los cielos nuevos. Estos claros contrastes, que muestran la distinción entre Israel y la Iglesia, hacen imposible identificar las dos en un solo programa, lo cual sería necesario si la Iglesia pasa por la septuagésima semana. Estas distinciones dan fuerza adicional a la posición del traslado antes de la tribulación.
I. Doctrina de la inminencia. Muchas señales fueron dadas a Israel, que precederían a la segunda venida, de manera que la nación pudiera vivir en expectativa cuando el tiempo de su venida se acercara. Aunque Israel no podía saber el día ni la hora en que el Señor vendrá, sin embargo, ellos pueden saber que su redención se acerca mediante el cumplimiento de estas señales. Ninguna de esas señales fue jamás dada a la Iglesia. A la Iglesia se le dijo que viviese en la luz de la inminente venida del Señor a trasladarla a su presencia (Jua_14:2-3; Hch_1:11; 1Co_15:51-52 ; Flp_3:20 ; Col_3:4 ; 1Ts_1:10 ; 1Ti_6:14 ; Stg_5:8 ; 1Pe_3:3-4). Pasajes como 1Ts_5:6 ; Tit_2:13 ; Apo_3:3 , todos advierten al creyente que debe estar esperando al Señor mismo, no señales que preceden a su venida. Es verdad que los eventos de la septuagésima semana tendrán su presagio antes del traslado, pero el objeto de la atención del creyente es dirigido siempre a Cristo, nunca a estos portentos.
Esta doctrina de la inminencia, o venida en cualquier momento, no es una nueva doctrina originada con Darby, como algunas veces se ha dicho, aunque él si la clarificó, la sistematizó, y la popularizó. Tal creencia en la inminencia caracterizó el premilenarismo de los padres de la iglesia primitiva así como a los escritores del Nuevo Testamento. En relación con esto, escribe Thiessen:
. . . ellos sostuvieron no sólo el punto de vista premilenario de la venida de Cristo, sino que también consideraron esa venida inminente. El Señor les había enseñado a esperar su regreso en cualquier momento, y por lo tanto ellos esperaban que El llegase en los días en que vivían. No solo eso, sino que ellos también enseñaban su regreso personal como inmediato. Sólo los alejandrinos se oponían a esta verdad; pero estos padres también rechazaron otras doctrinas fundamentales. Podríamos decir, por tanto, que la iglesia primitiva vivió en una constante expectativa de la venida de su Señor, y en consecuencia no
estaban interesados en la posibilidad de un período de tribulación en el futuro.8
Aunque quizá la escatología de la iglesia primitiva no esté del todo clara en todos sus puntos, ya que ese tema no era de seria consideración, sin embargo, la evidencia de que ellos creían en el inminente regreso de Cristo es clara. Este mismo punto de vista de la inminencia se ve claramente en los escritos de los reformadores, aun cuando ellos hayan tenido diferencias en cuestiones escatológicas. Chafer cita a algunos de los reformadores para indicar que ellos creían en la inminencia del regreso de Cristo.
. . . Lutero escribió: "Yo creo que todas las señales que han de preceder a los postreros días ya han aparecido. No pensemos que la venida de Cristo está muy lejana; miremos hacia
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arriba con las cabezas levantadas; esperemos la venida de nuestro Redentor con una mente anhelante y alegre".... Calvino también declara: . . . "La Escritura nos ordena de una manera uniforme esperar el advenimiento de Cristo". A esto puede agregarse el testimonio de Juan Knox: "El Señor Jesús regresará, y esto con prontitud. ¿Para qué otra cosa, sino para reformar la faz de toda la tierra, como nunca lo fue ni lo será, hasta que aparezca el justo Rey y Juez para restaurar todas las cosas? "De la misma manera, las palabras de Latimer: "Todos aquellos excelentes hombres instruidos, que sin duda Dios ha enviado al mundo en estos últimos días para dar la advertencia, todos infieren de las Escrituras que los postreros días, no pueden estar muy lejos. Por ventura pueden venir en mis días, aun viejo
como estoy, o en los días de mis hijos.. ."9
La doctrina de la inminencia prohíbe la participación de la Iglesia en alguna parte de la septuagésima semana. De otro modo, la multitud de señales dadas a Israel para moverlo a la expectativa, serían por lo tanto también para la Iglesia, y la Iglesia no podría esperar a Cristo hasta que estas señales se hayan cumplido. El hecho de que no se le hayan dado señales a la Iglesia, sino que más bien se le ha ordenado esperar a Cristo, excluye su partipación en la septuagésima semana.
J. La obra del que impide en el capítulo dos de 2 Tesalonicenses. Los cristianos tesalonicenses estaban preocupados, temiendo que el traslado ya había sucedido y que ellos estaban en el día del Señor. Las persecuciones que estaban sufriendo, a las cuales se refiere el primer capítulo, les habían dado base para esta errónea consideración. Pablo escribe para mostrarles que tal cosa era imposible. Primero, les muestra en el versículo 2Ts_2:3 que el día del Señor no podía cumplirse hasta tanto no hubiese una separación. Si esta separación era un apartamiento de la fe o una salida de los santos de la tierra, como ya lo había mencionado en el versículo 1, es una discusión que está fuera de lugar aquí. Segundo, él revela que había de manifestarse el hombre de pecado, o el inicuo, descrito más ampliamente en . El argumento de Pablo, en el versículo 7, es que aunque el misterio de iniquidad era operante en sus días, esto es, el sistema ilícito que había de culminar en la persona del inicuo se estaba manifestando, sin embargo, este inicuo no podía manifestarse hasta tanto el que lo detenía no fuese quitado de en medio. En otras palabras. Alguien está impidiendo que el propósito de Satanás llegue a su culminación y seguirá llevando a cabo este ministerio hasta que sea removido (versículos 2Ts_2:7-8 ). Las explicaciones en cuanto a quién es el que impide, tales como el gobierno humano, las leyes, la iglesia visible, no satisfacen, por cuanto todos éstos continuarán, en cierta medida, después de la manifestación de este hombre inicuo. Aun cuando este es esencialmente un problema exegético, parecería que el Único que podría llevar a cabo tal ministerio de impedimento sería el Espíritu Santo. Este problema será considerado en detalle más adelante. Sin embargo, la indicación aquí es que mientras el Espíritu Santo resida en la Iglesia, que es su templo, esta obra de impedimento continuará, y el hombre de pecado no podrá manifestarse. Sólo cuando la Iglesia, el templo, sea quitada, este ministerio de impedimento cesará y la iniquidad producirá al inicuo. Debe notarse que el Espíritu Santo no cesa en su ministerio con la remoción de la Iglesia, ni deja de ser omnipresente, con la remoción de ella; pero el ministerio de impedimento sí cesará.
De esta manera, el ministerio del que impide, que continuará mientras su templo esté en la tierra, y que debe cesar antes que el inicuo pueda ser manifestado, requiere el traslado de la Iglesia antes de la tribulación, ya que Dan_9:27 revela que el inicuo se manifestará al principio de la semana.
K. Necesidad de un intervalo. La palabra apantesis (encuentro) se usa en Hch_28:15 con la idea de "encontrarse para regresar con". Con frecuencia se discute que esa
misma palabra usada en 1Ts_4:17 tiene la misma idea y por lo tanto la Iglesia debe ser arrebatada
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para regresar instantánea e inmediatamente con el Señor a la tierra, y así se niega y se hace imposible cualquier intervalo entre el traslado y el retorno. La palabra griega no requiere tal interpretación, y además ciertos eventos predichos en relación con la Iglesia después de su traslación hacen tal interpretación imposible. Estos eventos son:
(1) el tribunal de Cristo; (2) la presentación de la Iglesia a Cristo, y (3) las bodas del Cordero.
1. Pasajes como 2Co_5:9; 1Co_3:11-16; Apo_4:4; Apo_19:8, Apo_19:14, indican que la Iglesia ha sido probada en cuanto a su mayordomía y ha recibido su recompensa en el momento de la segunda venida de Cristo. Es imposible concebir que este evento suceda sin que haya pasado algún período de tiempo.
2. La iglesia tiene que ser presentada como una dádiva del Padre al Hijo. Scofield escribe:
Este es el momento del supremo gozo de nuestro Señor, la consumación de toda su obra redentora.
"Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entrego a si mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, A FIN DE PRESENTÁRSELA A SI MISMO, una iglesia gloriosa, Que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha"(Efe_5:25-27).
"Y aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha DELANTE DE SU GLORIA con gran alegría" (Jue_1:24).")
3. En Apo_19:7-9 se revela que la consumación de la unión entre Cristo y la Iglesia precede a la segunda venida. En muchos pasajes, como Mat_25:1-13; Mat_22:1-14; y Luc_12:35-41, se ve al Rey haciendo el papel de Esposo en su venida, con lo cual se indica que las bodas han sucedido ya. Este evento, asimismo, requiere que haya pasado un período de tiempo y hace que el punto de vista del traslado y la manifestación como eventos simultáneos sea imposible. Aunque el lapso de tiempo no se indica en esta consideración, sin embargo, se requiere un intervalo entre el rapto y la manifestación.
L. Distinción entre el traslado y la segunda venida. Hay un número de contrastes que se pueden trazar entre el traslado y la segunda venida, que mostrarán que no se consideran sinónimos en la Escritura. El hecho de que haya dos programas separados se entiende mejor mediante un número de contrastes trazados en la Escritura entre los dos eventos.
(1) La traslación envuelve la remoción de todos los creyentes, mientras que la segunda venida envuelve la aparición o manifestación del Hijo. (2) La traslación se refiere a los santos arrebatados en el aire, y en la segunda venida, El regresa a la tierra.
(3) En la traslación, Cristo viene a reclamar una esposa, pero en la segunda venida, El regresa con la esposa. (4) La traslación conduce a la remoción de la Iglesia y a la iniciación de la tribulación, y la segunda venida conduce al establecimiento del reino milenario.
(5) La traslación es inminente, mientras que la segunda venida es precedida por una multitud de señales. (6) La traslación trae un mensaje de consuelo, mientras que la segunda venida está acompañada por un mensaje de juicio.
(7) La traslación está relacionada con el programa para la Iglesia, mientras que la segunda venida está relacionada con el programa para Israel y el mundo. (8) La traslación es un misterio, mientras que la segunda venida es predicha en ambos Testamentos.
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(9) En la traslación, los creyentes serán juzgados, pero en la segunda venida, los gentiles, e Israel serán juzgados. (10) La traslación deja la creación inalterada, mientras que la segunda venida envuelve el cambio de la creación.
(11) En la traslación los gentiles no serán afectados, mientras que en la segunda venida los gentiles serán juzgados. (12) En la traslación los pactos con Israel no se cumplen, pero en la segunda venida todos sus pactos se cumplen.
(13) La traslación no tiene ninguna relación particular con el programa de Dios con respecto al mal, mientras que en la segunda venida el mal será juzgado. (14) Se dice que la traslación tendrá lugar antes del día de la ira, pero la segunda venida le sigue. (15) La traslación es para los creyentes solamente, pero la segunda venida tiene su efecto sobre todos los hombres.
(16) La expectativa de la iglesia con respecto a la traslación es que "El Señor está cerca" Flp_4:5), mientras que la expectativa de Israel en la segunda venida es la de ser introducido al reino." Estos y otros contrastes que puedan presentarse, sostienen el argumento de que éstos son dos programas diferentes y no pueden unificarse en un solo evento.
M. Los veinticuatro ancianos. En Apo_4:4, a Juan, se le da una visión de veinticuatro ancianos que están sentados sobre tronos, vestidos de ropas blancas, ceñidos con coronas de oro, y en el cielo en la presencia de Dios. Varias contestaciones se dan en cuanto a la cuestión de la identidad de estos veinticuatro. Debido a que están asociados con los cuatro seres vivientes en este libro, algunos insisten en que son ángeles. Esto parece un intento de evadir la implicación de tomar la identificación literal, porque es contraria a su sistema. Lo que se dice de los veinticuatro ancianos no podría ser verdad en cuanto a los ángeles, porque los ángeles no son coronados con coronas (stephanos) de vencedores recibidas como recompensas, ni están sentados sobre tronos (thronos), los cuales hablan de dignidad y prerrogativas reales, ni están los ángeles vestidos de blanco como resultado del juicio. La imposibilidad de este punto de vista sostiene el segundo punto, que los ve como hombres redimidos resucitados, que están vestidos, coronados, y sentados sobre tronos en relación con la realeza en el cielo. Scofield presenta evidencias para sostener el punto de vista de que éstos son los representantes de la Iglesia. El escribe:
Cinco señales inequívocas identifican a los ancianos como representantes de la Iglesia. Estas son: (1) Suposición. Ellos están entronizados alrededor del trono central que está circundado por un arco iris. A la Iglesia, y sólo a la Iglesia com¬puesta de todos los grupos de redimidos, se le ha prometido que será entronizada con Cristo (Apo_3:21). Todavía Cristo no se ha sentado sobre su propio trono en la tierra, pero éstos que pertenecen a la realeza, habiendo sido presentados sin falta, con el sumo gozo del Señor, tienen que estar con El (Jua_17:24; 1Ts_4:17).
(2) El número de estos ancianos representantes, en el libro donde los números son parte tan importante del simbolismo, es significativo. Porque veinticuatro es el número de los grupos en los cuales el sacerdocio Levítico fue dividido (1Cr_24:1-19)¡ y de todos los grupos de redimidos, sólo la Iglesia es un sacerdocio (1Pe_2:5-9 ; Apo_1:6).
(3) El testimonio de los ancianos entronizados los señala como representantes de la Iglesia: "Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra" (Apo_5:9-10). La Iglesia, y sólo la Iglesia, puede testificar de esa manera.
(4) El presbiterado es un oficio representativo (Hch_5:2; Hch_20:17). (5) La inteligencia espiritual de los ancianos los señala como copartícipes de los más íntimos consejos divinos (véanse Apo_5:5; Apo_7:13). ¿Y a quienes entre los redimidos deben darse a conocer esos consejos sino a aquellos a quienes nuestro Señor dijo: "Ya no os
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llamaré siervos;. . . pero os he llamado amigos ..." (Jua_15:15)? Los ancianos son, simbólicamente, la Iglesia, y se ven en el cielo en el lugar que las Escrituras asignan a la Iglesia antes que ni siquiera uno de los sellos se haya abierto, ni se haya pronunciado un ay, y antes que alguna de las copas de la ira de Dios se haya derramado. Y en todo lo que sigue, hasta el capítulo veinte, no se menciona ni una sola vez que la Iglesia esté en la
tierra.12
Puesto que, según Apo_5:8, estos veinticuatro están asociados en un acto sacerdotal, lo cual nunca se asocia con los ángeles, tienen que ser sacerdotes creyentes en Cristo, asociados con el gran Sumo Sacerdote. Por cuanto Israel no es resucitado sino hasta el fin de la septuagésima semana, ni juzgado, ni recompensado hasta la venida del Señor, de acuerdo con Isa_26:19-21 y Dan_12:1-2, éstos deben ser representantes de los santos de este presente siglo. Como quiera que se ven resucitados, en el cielo, juzgados, recompensados, y entronizados al principio de la septuagésima semana, se concluye que la Iglesia debe haber sido arrebatada antes del comienzo de la septuagésima semana. Si la Iglesia no es resucitada y trasladada aquí, como insisten algunos, sino hasta Apo_20:4, ¿ cómo puede estar la Iglesia en el cielo en Apo_7:1-11? Dedicaremos un estudio más amplio a este asunto, pero estas consideraciones dan mayor apoyo a la posición del traslado antes de la tribulación.
N. El problema de 1Ts_4:13-18. Los cristianos tesalonicenses no estaban ignorantes del hecho de la resurrección. Esto estaba demasiado bien establecido y no requería presentación ni defensa alguna. Lo que esta revelación de Pablo había producido en ellos era un mal entendimiento de la relación entre la resurrección y los santos que estarían dormidos en Cristo hasta el traslado. Luego, Pablo escribe, no para enseñar el hecho de la resurrección, sino más bien el hecho de que en el traslado de los vivos no tendrán ventajas sobre los muertos en Cristo. Si los tesalonicenses hubieran creído que la Iglesia tenía que pasar por la septuagésima semana, se hubieran regocijado porque algunos de sus hermanos se habían salvado de pasar por este período de sufrimiento, y porque estaban con el Señor sin experimentar el derramamiento de la ira. Si la Iglesia iba a tener que pasar por la tribulación, mejor sería estar con el Señor y no tener que esperar los eventos de la septuagésima semana. Hubieran estado alabando al Señor porque a sus hermanos se les había salvado de estos eventos en vez de pensar que aquellos habían perdido algo de las bendiciones del Señor. Estos Cristianos evidentemente creyeron que la Iglesia no pasaría por la septuagésima semana y en su previsión del retorno de Cristo se lamentaban por sus hermanos, los cuales, pensaban ellos, habían perdido la bendición de este evento.
O. El anuncio de paz y seguridad. En 1Ts_5:3 , Pablo le dice a la Iglesia de Tesalónica que el Día del Señor vendrá después del anuncio de "paz y seguridad". Esta falsa seguridad hará caer a muchos en un estado de letargo en relación con el Día del Señor, de manera que ese día vendría como ladrón. Este anuncio que ha producido el letargo precede al Día del Señor. Si la Iglesia estuviera en la septuagésima semana, no habría ninguna posibilidad de que tal mensaje pudiera predicarse y encontrar aceptación, durante ese período en que los creyentes serán perseguidos por la bestia hasta un punto sin precedentes, para que los hombres se adormezcan en la complacencia. Todas las señales indican el hecho de que no estarán en el tiempo de "paz y seguridad". El hecho de que el derramamiento de la ira, el juicio y las tinieblas es precedido por el anuncio de tal mensaje, indica que la Iglesia tiene que ser arrebatada antes de que ese período pueda comenzar.
P. Relación de la Iglesia con los gobiernos. En el Nuevo Testamento se instruye a la iglesia para que ore por las autoridades gubernamentales, por cuanto son ordenadas por Dios, para que aquellos que están en autoridad puedan ser salvos, y para que los santos vivan en paz como resultado de ello. Tales son las instrucciones en 1Ti_2:1-4. La iglesia es, además, instruida a estar en sujeción a tales poderes de acuerdo con 1Pe_2:13-16; Tit_3:1; Rom_1:1-7, debido a que estos gobiernos son representantes de Dios para cumplir su voluntad. De acuerdo con Apo_13:4, el
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gobierno, durante la septuagésima semana, es dominado por Satanás y lleva a cabo su voluntad y su propósito con la manifestación de la impiedad. Debido a la relación de la Iglesia con los gobiernos en esta era, y debido al dominio satánico sobre los gobiernos en la septuagésima semana, la Iglesia tiene que ser liberada antes que este gobierno satánico se manifieste. La Iglesia no podría sujetarse a tal gobierno.' Durante la septuagésima semana, Israel invocará con justicia el juicio de Dios sobre tales hombres impíos, y clamará para que Dios se vindique a Sí mismo, como se ve en los Salmos imprecatorios. No es ese el ministerio ni la relación de la Iglesia con los gobiernos en esta era.
Q. El silencio con respecto a la tribulación en las epístolas. Las epístolas de Santiago, 1 Pedro y, en cierta medida, 2 Tesalonicenses fueron escritas específicamente debido a la persecución que amenazaba a la iglesia. Muchos pasajes, como Jua_15:18-25; Jua_16:1-4; 1Pe_2:19-25; 1Pe_4:12; Stg_1:2-4; Stg_5:10-11; 2Ts_1:4-10; 2Ti_3:10-14; 1ti 4:5, fueron escritos para hacer una revelación concerniente a la persecución, dar las razones de ella, y dar ayuda y asistencia para que el creyente pudiera resistir. Evidente mente los escritores de las epístolas no tenían conocimiento de que la Iglesia pasaría por la septuagésima semana, porque ciertamente hubieran dado ayuda y dirección para enfrentarse a la más severa persecución que los hombres jamás hayan conocido, ya que ellos estaban interesados en dar ayuda para persecuciones de una época ya pasada. No se prepararían para las persecuciones comunes a todos y dejarían de tomar en cuenta el derramamiento de la ira en la cual el creyente necesitaría ayuda especial y asistencia si tuviera que pasar por ella. En relación con esto escribe Scofield:
No sólo que no hay una sola sílaba en la Escritura que afirme que la Iglesia entrará a la gran tribulación, sino que tampoco el discurso del Aposento Alto, ni la nueva promesa, ni las epístolas que explican esa promesa, mencionan siquiera la gran tribulación.
Ni una sola vez en ese gran cuerpo de las inspiradas Escrituras, escritas expresamente para la Iglesia, se encuentra la expresión.13
Por cuanto las persecuciones de esta era y la ira de la septuagésima semana varían en clase y carácter, no solo en intensidad, no es suficiente decir que si uno está preparado para lo menor lo estaría también para lo mayor. El silenció en las epístolas, que dejaría a la Iglesia sin preparación para la tribulación, sostiene la ausencia de ella de ese período completamente.
R. El mensaje de los dos testigos. En Apo_11:3 dos emisarios especiales son enviados a Israel. Su ministerio está acompañado de señales para confirmar el origen divino de su mensaje de acuerdo con el uso profético de las señales en el Antiguo Testamento. La sustancia de su predicación no es revelada, pero su contenido se podrá ver por la manera de vestir de esos mensajeros. Se dice que están vestidos de saco (sakkos), que es definido por Thayer como sigue:
una tela gruesa, un material grueso y oscuro hecho especialmente de pelos de animales: un vestido de ese material, y adherido a la persona como un saco, que acostumbraban usar los dolientes, los penitentes, los suplicantes ... y también aquellos que, como los profetas
hebreos, vivían una vida austera.14
Cuando comparamos el ministerio de Elías en 2Re_1:8 y el de Juan el Bautista en Mat_3:4, cuyos ministerios eran paralelos por cuanto ellos fueron enviados a Israel en un tiempo de apostasía para llamar a la nación a arrepentimiento, con el ministerio de los dos testigos, vemos que la señal de su mensaje en cada caso es el mismo, el vestido de tela de pelos, que era la señal de duelo nacional y arrepentimiento. Se puede concluir diciendo, por su vestido característico, que los dos testigos están anunciando el mismo mensaje de Juan, el mensaje de arrepentimiento porque el Rey viene. Sus buenas nuevas son "el Evangelio del reino" de Mat_24:14. Ellos no
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descuidan la predicación de la cruz, ya que Apo_7:14 y Zac_13:8-9 indican que la predicación del Evangelio del reino en la septuagésima semana estará acompañada de la predicación de la cruz. El mensaje encomendado a la Iglesia es el mensaje de la gracia. La Iglesia no tiene otro mensaje. El hecho de que el mensaje anunciado es de juicio, de arrepentimiento, y de preparación en vista de la venida del Rey, indica que la Iglesia ya no estará presente, por cuanto tal mensaje no le ha sido encomendado a ella.
S. El destino de la Iglesia. Nadie negará que el destino de la Iglesia es un destino celestial. Todas sus promesas y expectativas son celestiales en carácter. Cuando estudiamos el destino de los salvados en la septuagésima semana encontramos que su expectativa y sus promesas no son celestiales sino terrenales. Mat_25:34 lo aclara mejor. Si la Iglesia estuviese en la tierra durante la septuagésima semana, todos los que sean salvos durante ese período serían salvos para ocupar un lugar en el cuerpo. Si el traslado no sucede sino hasta el fin de la septuagésima semana, y parte de los salvados entran a una bendición terrenal y parte a un destino celestial, el cuerpo de Cristo se desmembraría y la unidad sería destruida. Tal desmembramiento es imposible. Esto sólo puede indicar que los salvados durante esta septuagésima semana, que entrarán al milenio, deben haber sido salvos después de terminado el programa para con la Iglesia.
T. El mensaje a Laodicea. En Apo_3:14-22, Juan escribe un mensaje a la iglesia en Laodicea. Esta iglesia representa la forma final de la iglesia profesante, que es rechazada por el Señor y vomitada de su boca debido a la irrealidad de su profesión. Si la iglesia en toda su extensión entra en la septuagésima semana y no solamente la porción profesante de ella, se tendría que concluir diciendo que esta iglesia laodicense es la imagen de la verdadera Iglesia. Por lo tanto, varias cosas son obvias. La verdadera Iglesia no podría sufrir las persecuciones de la septuagésima semana y estar aún tibia ante su Señor. La persecución avivaría el fuego y convertiría la tibieza en un intenso calor, o extinguiría el fuego completamente. Tal ha sido siempre el ministerio de las persecuciones. Lo que hace más obvio aún el hecho de que ésta representa a la verdadera Iglesia, es que esta iglesia es vomitada por el Señor, rechazada completamente por El. Esto sólo podría enseñar que uno puede ser parte de la verdadera Iglesia y luego finalmente ser echado fuera completamente. Eso es una imposibilidad. La única alternativa es considerar que la verdadera Iglesia termina con la iglesia de Filadelfia, que es quitada de la tierra de acuerdo con la promesa de Apo_3:10, antes que la tribulación comience, y la falsa iglesia profesante, de la cual la verdadera ha sido separada por el traslado, es dejada atrás, rechazada por el Señor y vomitada dentro de la septuagésima semana para que se revele la verdadera naturaleza de su profesión, de manera que pueda ser rechazada con justicia por el Señor.
U. Los tiempos de los gentiles. En Luc_21:24, el Señor indica que Jerusalén continuaría en poder de los gentiles "hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan". Zac_12:2; Zac_14:2-3, indican que esto no sería sino hasta la segunda venida, cuando los ejércitos de la bestia sean destruidos por el Señor, como se ve que sucede en Apo_19:17-19. En Apo_11:2, en el paréntesis entre la sexta y la séptima trompetas, hay una referencia a los tiempos de los gentiles. Juan indica que Jerusalén aún está en poder de los gentiles y que desde el principio de la serie de juicios, que este paréntesis interrumpe, hasta el fin del dominio gentil hay tres años y medio. Esto es importante observar porque, de acuerdo con el punto de vista del traslado en la tribulación, las trompetas son eventos de los primeros tres años y medio de esa septuagésima semana. Si su punto de vista es correcto, el tiempo de los gentiles tendría que terminar a mediados de la semana, o al menos antes de la terminación de la septuagésima semana, y Jerusalén tendría entonces que ser liberada mediante algún otro evento o persona que no sea el Señor que regresa. Este elemento tiempo que se indica en Apo_11:2 hace que ese punto de vista sea insostenible.
V. El remanente que espera en la segunda venida. Pasajes como Mal_3:16; Eze_20:33-38; Eze_37:11-28; Zac_13:8-9; Apo_7:1-8, y muchos más, indican claramente que cuando el Señor regrese a la tierra habrá un remanente creyente en Israel esperando su regreso. Junto con éstos,
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hay pasajes como Mat_25:31-40 y parábolas como Mat_22:1-13 y Luc_14:16-24 que indican que habrá una multitud de creyentes entre los gentiles que creerán y esperarán su regreso. Para que el Señor cumpla las promesas hechas en los pactos Abrahámico, Davídico, Palestino, y los nuevos pactos, en su segunda venida, es necesario que haya un remanente creyente sobre el cual El pueda reinar y en el cual los pactos puedan cumplirse. Debe haber también un grupo de creyentes gentiles que pueda recibir, por la fe, los beneficios de los pactos en su reinado. Estos grupos entran al milenio con sus cuerpos naturales, salvados, pero sin haber experimentado la muerte y la resurrección. Si la Iglesia estuviese en la tierra hasta el tiempo de la segunda venida, estos individuos salvados serían salvos para ocupar una posición en la Iglesia, serían arrebatados en ese momento, y por consiguiente no quedaría ni una sola persona salva sobre la tierra. ¿Quiénes entonces estarían esperando encontrarse con Cristo a su regreso? ¿ Con quiénes podría Cristo cumplir literalmente los pactos hechos con Israel? Estas consideraciones hacen necesario el traslado de la Iglesia antes de la tribulación, de manera que Dios pueda llamar y preservar un remanente durante la tribulación en el cual y mediante el cual puedan cumplirse sus promesas.
W. Los 144.000 sellados de Israel. Mientras la Iglesia esté en la tierra no hay ningunos salvados para una relación especial con los judíos. Todos los que son salvados, son salvados para ocupar una posición en el cuerpo de Cristo, como se indica en Col_1:26-29; Col_3:11; Efe_2:14-22; Efe_3:1-7. La Iglesia tiene que estar ausente durante la septuagésima semana, porque del remanente salvado de Israel, Dios sella a 144.000 judíos, 12.000 de cada tribu, de acuerdo con Apo_7:14. El hecho de que Dios está tratando otra vez con Israel en esta relación nacional, poniéndolos aparte en identidades nacionales, y enviándolos como representantes especiales a las naciones, en lugar del testimonio de la Iglesia, indica que la iglesia ya no debe estar sobre la tierra.
X. Cronología del libro de Apocalipsis. Al tratar tanto con la posición del traslado durante la tribulación como con la del traslado después de la tribulación, se ha examinado la cronología del Apocalipsis. Se menciona en este lugar sólo como evidencia adicional. Los capítulos 1-3 presentan el desarrollo de la Iglesia en esta edad presente. Los capítulos 4-11 cubren los eventos de todo el período de la septuagésima semana y concluyen con el retorno de Cristo a la tierra para reinar (11:15-18). Por tanto, los sellos son los eventos de los primeros tres años y medio, y las trompetas, eventos de los últimos tres años y medio. De acuerdo con las instrucciones que le fueron dadas a Juan (Apo_10:11), los capítulos 12-19 presentan la septuagésima semana por segunda vez, esta vez con miras a revelar los actores en el escenario del drama. Esta cronología hace que el punto de vista del traslado, en la tribulación sea imposible, por cuanto se considera que Apo_11:15-18 se refiere al retorno a la tierra después de la tribulación, y no al traslado en absoluto. Esto da evidencia de apoyo adicional a la posición del traslado antes de la tribulación.
Y. El gran objeto del ataque satánico. De acuerdo con , el objeto del ataque satánico durante el período de la tribulación es "la mujer" que dio a luz a un niño. Puesto que este niño es nacido para "regir con vara de hierro a todas las naciones" (Apo_12:5), solo puede referirse a Cristo, aquel cuyo derecho es el de regir. El salmista confirma esta interpretación en el Sal_2:9, que es admitido como mesiánico. La única nación de quien Cristo podía venir era de Israel. En el momento en que Satanás es arrojado del cielo (Apo_12:9), él sale "con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo" (Apo_12:12). La Iglesia no puede estar aquí, porque, por cuanto ella es el cuerpo de Cristo y la esposa de Cristo, y por consiguiente preciosa para Cristo, sería entonces objeto del ataque satánico como lo ha sido a través de todos los siglos (Efe_6:12), si estuviera presente. La razón por la cual Satanás se vuelve contra Israel sólo puede explicarse por la ausencia de la Iglesia de esa escena.
Z. La apostasia de ese periodo. La completa apostasía de ese período, por parte de la iglesia profesante, impide a la Iglesia estar en el mundo. Las únicas iglesias organizadas que se mencionan en el período de la tribulación son el sistema de Jezabel (Apo_2:22) y el sistema de la ramera (Apo_17:18). Si la verdadera Iglesia estuviera en la tierra, puesto que no se menciona
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como separada del sistema apóstata, tendría que formar parte de esa apostasía. Tal conclusión es imposible. Los testigos creyentes, convertidos durante ese período, se dice específicamente que se han guardado de contaminarse con este sistema apóstata (Apo_14:4). Por cuanto no se menciona que la Iglesia también se ha guardado a sí misma de ese sistema, debe concluirse diciendo que la Iglesia no estará allí.
AA. Las promesas a la verdadera Iglesia. Hay ciertos pasajes de la Escritura que prometen definidamente a la Iglesia su remoción antes de la septuagésima semana.
1. Apo_3:10. "Yo te guardaré de la hora de la prueba". Juan usa la palabra téréo. Thayer dice que cuando se usa este verbo con en, significa "hacer que uno persevere o permanezca firme en alguna cosa"; mientras que cuando se usa con ek, significa "guardar para que uno escape con seguridad
de ella".15 Puesto que aquí se usa ek, indicaría que Juan está prometiendo la remoción de la esfera de la prueba, no la preservación a través de ella. Esto se confirma aún más por el uso de las palabras "la hora". Dios no sólo guardará a la Iglesia de las pruebas, sino de la misma hora en que estas pruebas vendrán sobre aquellos moradores de la tierra. Thiessen comenta sobre este pasaje: . . . queremos saber cuál es el significado del verbo guardaré (tereso) y de la preposición de (ek). Alford dice que la preposición ek, significa "de en medio de: pero si es por inmunidad de, o por ser traído con seguridad a través de, la preposición no lo define claramente" . . . Así él señala que gramaticalmente los dos términos pueden tener el mismo significado, de manera que Apo_3:10 no puede significar "pasar ileso por el mal, sino perfecta inmunidad contra él". . . la gramática permite la interpretación de la inmunidad absoluta contra ese período, otros eruditos dicen la misma cosa en cuanto a la preposición ek (de en medio de, de). Buttmann y Thayer refiriéndose a Jua_17:15; Hch_15:29; Apo_3:10 como ejemplos de este uso dicen que ek y apo frecuentemente sirven para denotar una y la misma relación. Abbott duda "si en la LXX y en Juan, ek siempre implica previa existencia de los males de los cuales uno es librado cuando se usa con sozo y tereso (esto es, con los verbos salvar y guardar). Wescott dice con referencia a ek sozo (salvar de) que "no necesariamente implica que sea realmente cumplido, aquello de lo cual es concedida la liberación "(comp. 2Co_1:10); aunque así se haga comúnmente (Jua_12:27). Asimismo leemos en 1Ts_1:10 que Jesús nos libra de (ek) la ira que ha de venir. Esto difícilmente puede significar protección dentro de ella; debe significar exención de ella. Parece, pues, perfectamente claro que la preposición de podría significar completa exención de aquello que es predicho. Es claro que el contexto, y otras declaraciones en las Escrituras, requieren que ésta sea la interpretación. En cuanto al contexto, nótese que la promesa no es simplemente la de ser guardado de la prueba, sino de la hora de la prueba, esto es, del mismo período de la prueba, no sólo de la prueba durante el período. Y, además, ¿por qué escribiría el Apóstol ek tes horas (de la hora), como lo hizo, cuando fácilmente pudo haber escrito en te hora (en la hora), si eso fue lo que él quiso decir?
Ciertamente el Espíritu de Dios lo guió hasta en el mismo lenguaje que empleó.16 2. 1Ts_5:9. "Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo". El contraste en este pasaje es entre la luz y las tinieblas, entre la ira y la salvación de esa ira. 1Ts_5:2 indica que esta ira y estas tinieblas son las del Día del Señor. La comparación de este pasaje con Joe_2:2; Sof_1:14-18; Amó_5:18 describirá las tinieblas mencionadas aquí como las tinieblas de la septuagésima semana. La comparación con Apo_6:17; Apo_11:18; Apo_14:10, Apo_14:19; Apo_15:1, Apo_15:7; Apo_16:1, Apo_16:19 describirá la ira del Día del Señor. Pablo claramente enseña en el versículo 9 que nuestra expectativa y nuestro encuentro no es para ira y tinieblas, sino más bien para salvación, y el versículo 10 indica el método de esa salvación, es a saber, para que "vivamos juntamente con él".
3.1Ts_1:9-10. Otra vez Pablo indica claramente que nuestra expectativa no es la ira, sino la manifestación de "su Hijo de los cielos". Esto no podría ser a menos que el Hijo se manifieste antes que la ira de la septuagésima semana caiga sobre la tierra.
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BB. Acuerdo del simbolismo. Aunque el argumento de analogía es débil en sí mismo, sin embargo, si alguna enseñanza es contraria a todo el simbolismo no puede ser la verdadera interpretación. La Escritura abunda en símbolos que enseñan que aquellos que caminaron por la fe fueron librados de las manifestaciones de juicio que alcanzaron a los incrédulos. Tales símbolos se ven en las experiencias de Noé y de Rahab, pero quizá la más clara ilustración es la de Lot. En 2Pe_2:6-9, Lot es llamado un hombre justo. Este comentario divino arrojará luz sobre Gén_19:22, donde el ángel se esforzó por apresurar la partida de Lot con las palabras: "Date prisa, escápate allá; porque nada podré hacer hasta que hayas llegado allí". Si la presencia de un hombre justo impidió el derramamiento del juicio merecido sobre la ciudad de Sodoma, ¡cuánto más la presencia de la Iglesia en la tierra impediría el derramamiento de la ira divina hasta después de su remoción!
Se ha presentado un número de razones que nos hacen creer en la posición del traslado antes de la tribulación. Algunas de ellas son aplicables particularmente a la posición del traslado en el tiempo de la tribulación y otras a la posición del traslado después de la tribulación. Debe tenerse en cuenta que no se pretende que todos los argumentos tengan la misma importancia de peso. La doctrina del traslado antes de la tribulación no se basa en estos argumentos por separado, sino que más bien se consideran como evidencia acumulativa de que la Iglesia será librada mediante el arrebatamiento antes del comienzo de la septuagésima semana de Daniel.
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