La Iglesia y sus Propósitos
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La Iglesia y sus Propósitos
La Iglesia y sus Propósitos
Hoy en dia no tenemos ni la mas remota idea de lo que es la iglesia, por muchos años hemos creído que la iglesia es la parte física donde nos reunimos, es el lugar donde estamos reunidos, la iglesia es el lugar donde podemos fingir que nos portamos bien, son algunas ideas erroneas que tenemos, es el lugar donde habita Dios, es donde no podemos hacer mucha bulla, donde debemos comportarnos bien.
¿Pero realmente esta es la iglesia? Un lugar era lo que Jesús tenia en mente cuando, dijo que vendria por ella, “un lugar” (pura y sin mancha).
27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada.
La iglesia no es un edificio o denominación. De acuerdo a la Biblia, la iglesia es el Cuerpo de Cristo – todos aquellos que han depositado su fe en Jesucristo para salvación
16 »Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
; ).
).
13 Entre nosotros hay algunos que son judíos y otros que son gentiles; algunos son esclavos, y otros son libres. Pero todos fuimos bautizados en un solo cuerpo por un mismo Espíritu, y todos compartimos el mismo Espíritu.
La iglesia es una comunidad de creyentes que reconocen a Cristo como Salvador y le sirven como Señor, y que se han unido entre sí para un gran fin y misión.
Pablo escribió sobre la decisión de Dios de hacer a los creyentes su pueblo:
16 ¿Y qué clase de unión puede haber entre el templo de Dios y los ídolos? Pues nosotros somos el templo del Dios viviente. Como dijo Dios:
«Viviré en ellos
y caminaré entre ellos.
Yo seré su Dios,
y ellos serán mi pueblo.
La iglesia se compone del pueblo de Dios. Ellos le pertenecen y él les pertenece a ellos.
La iglesia es una comunidad de creyentes que reconocen a Cristo como Salvador y le sirven como Señor, y que se han unido entre sí para un gran fin y misión. La iglesia es el pueblo de Dios en misión. El pueblo de Dios es (o debe ser) el pueblo misionero de Dios, porque la misión es la esencia de la iglesia. La única razón de ser para la existencia de la iglesia en el mundo es la misión. La razón de ser de la iglesia es la misión. Este es el propósito fundamental por el cual Cristo constituyó a su iglesia en el mundo. Se trata básicamente de un propósito de carácter misionológico.
La Iglesia es la comunidad de todos los verdaderos creyentes de todos los tiempos.
Esta definición considera que la Iglesia está compuesta por todos los que han sido verdaderamente salvos. Pablo dice: «Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella» ().
25 Para los maridos, eso significa: ame cada uno a su esposa tal como Cristo amó a la iglesia. Él entregó su vida por ella
Aquí la expresión «la iglesia» se usa para aplicarla a todos los redimidos por la muerte de Cristo, a los que son salvos por la muerte de Cristo.
Pero eso debe incluir por igual a los verdaderos creyentes de todos los tiempos, tanto los de la edad del Nuevo Testamento como los de la edad del Antiguo Testamento.
Tan grande es el plan de Dios para la Iglesia que ha exaltado a Cristo a una posición de suprema autoridad para bien de la Iglesia: «Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la Iglesia.
Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo»
22 Dios ha puesto todo bajo la autoridad de Cristo, a quien hizo cabeza de todas las cosas para beneficio de la iglesia. 23 Y la iglesia es el cuerpo de Cristo; él la completa y la llena, y también es quien da plenitud a todas las cosas en todas partes con su presencia.
). Jesús mismo edificó la Iglesia llamando a las personas a ir a él. Él prometió: «Yo edificaré mi iglesia» (). Pero este proceso por el cual Cristo edifica la Iglesia es simplemente una continuación del patrón establecido por Dios en el Antiguo Testamento por el cual llama a las personas a sí mismo para que sean una asamblea que le adore a él. Hay varias indicaciones en el Antiguo Testamento de que para Dios su pueblo era una «iglesia», un pueblo reunido con el propósito de adorar a Dios. Cuando Moisés le dice al pueblo que el Señor le dijo: «Convoca al pueblo para que se presente ante mí y oiga mis palabras, para que aprenda a temerme todo el tiempo que viva en la tierra» (), la Septuaginta traduce las palabras «convoca» (heb. cajal) con el término griego ekklesiazo, «convocar a una asamblea», que es el verbo cognado del sustantivo ekklesia, «iglesia», del Nuevo Testamento.
Jesús mismo edificó la Iglesia llamando a las personas a ir a él.
Él prometió: «Yo edificaré mi iglesia» ().
18 Ahora te digo que tú eres Pedro (que quiere decir “roca”), y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no la conquistará.
10 Jamás te olvides del día que estuviste ante el Señor tu Dios en el monte Sinaí, donde él me dijo: “Convoca al pueblo para que se presente ante mí, y yo mismo lo instruiré. Entonces ellos aprenderán a temerme toda su vida y les enseñarán a sus hijos que también me teman”.
Pero este proceso por el cual Cristo edifica la Iglesia es simplemente una continuación del patrón establecido por Dios en el Antiguo Testamento por el cual llama a las personas a sí mismo para que sean una asamblea que le adore a él. Hay varias indicaciones en el Antiguo Testamento de que para Dios su pueblo era una «iglesia», un pueblo reunido con el propósito de adorar a Dios. Cuando Moisés le dice al pueblo que el Señor le dijo: «Convoca al pueblo para que se presente ante mí y oiga mis palabras, para que aprenda a temerme todo el tiempo que viva en la tierra» (), la Septuaginta traduce las palabras «convoca» (heb. cajal) con el término griego ekklesiazo, «convocar a una asamblea», que es el verbo cognado del sustantivo ekklesia, «iglesia», del Nuevo Testamento.
(), la Septuaginta traduce las palabras «convoca» (heb. cajal) con el término griego ekklesiazo, «convocar a una asamblea», que es el verbo cognado del sustantivo ekklesia, «iglesia», del Nuevo Testamento.
2 No sorprende, entonces, que los autores del Nuevo Testamento puedan hablar del pueblo de Israel del Antiguo Testamento como una «iglesia» (ekklesia). Por ejemplo, Esteban habla del pueblo de Israel en el desierto como «la iglesia [ekklesia] en el desierto» (, traducción del autor). El autor de Hebreos cita a Cristo diciendo que debe entonar alabanzas al Dios en medio de la gran asamblea del pueblo de Dios en el cielo: «En medio de la iglesia [ekklesia] te cantaré alabanzas» (, traducción del autor, citando ). Por consiguiente, el autor de Hebreos entiende que los creyentes del día presente, que constituyen la Iglesia en la tierra, están rodeados de una gran «nube de testigos» () que se remonta hasta la edad más temprana del Antiguo Testamento e incluye a Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sara, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas (). Todos estos «testigos» rodean al pueblo de Dios del día presente, y parece apropiado que los consideremos, junto con el pueblo de Dios del Nuevo Testamento, como la gran «asamblea» o «iglesia» espiritual de Dios.3 Por tanto, aunque hay ciertamente nuevos privilegios y nuevas bendiciones que se dan al pueblo de Dios en el Nuevo Testamento, el uso del término iglesia en la Biblia y el hecho de que en todas las Escrituras Dios siempre ha llamado a su pueblo a reunirse para adorarle indican que es apropiado decir que la Iglesia está constituida por todo el pueblo de Dios de todos los tiempos, lo mismo los creyentes del Antiguo Testamento que los del Nuevo Testamento.
Grudem, Wayne A.. Doctrina Bíblica: Enseñanzas esenciales de la Fe cristiana (Spanish Edition) . Vida. Edición de Kindle.
La razón de ser de la iglesia es la misión.
La iglesia es el pueblo de Dios en misión. El pueblo de Dios es (o debe ser) el pueblo misionero de Dios, porque la misión es la esencia de la iglesia.
15 Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Noticia a todos.16 El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que se niegue a creer, será condenado. 17 Estas señales milagrosas acompañarán a los que creen: expulsarán demonios en mi nombre y hablarán nuevos idiomas. 18 Podrán tomar serpientes en las manos sin que nada les pase y, si beben algo venenoso, no les hará daño. Pondrán sus manos sobre los enfermos, y ellos sanarán».
15 Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Noticia a todos.
15 Entonces les preguntó:
—Y ustedes, ¿quién dicen que soy?
16 Simón Pedro contestó:
—Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente.
17 Jesús respondió:
—Bendito eres, Simón hijo de Juan, porque mi Padre que está en el cielo te lo ha revelado. No lo aprendiste de ningún ser humano. 18 Ahora te digo que tú eres Pedro (que quiere decir “roca”), y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no la conquistará.
La única razón de ser para la existencia de la iglesia en el mundo es la misión.
mateo 16.15
Este es el propósito fundamental por el cual Cristo constituyó a su iglesia en el mundo. Se trata básicamente de un propósito de carácter misionológico.
La única razón de ser para la existencia de la iglesia en el mundo es la misión. La razón de ser de la iglesia es la misión. Este es el propósito fundamental por el cual Cristo constituyó a su iglesia en el mundo. Se trata básicamente de un propósito de carácter misionológico.
Evangelización
El tema en el que se hace hincapié en ambos relatos de las últimas palabras de Jesús a sus discípulos es el de la evangelización.
19 Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
dice: “pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”. Este fue el énfasis final que Jesús hizo a sus discípulos. Parece que consideraba que la evangelización era la razón misma de su existencia.
8 pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra.
En dice: “pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”. Este fue el énfasis final que Jesús hizo a sus discípulos. Parece que consideraba que la evangelización era la razón misma de su existencia.
Este fue el énfasis final que Jesús hizo a sus discípulos.
Este fue el énfasis final que Jesús hizo a sus discípulos. Parece que consideraba que la evangelización era la razón misma de su existencia.
Parece que consideraba que la evangelización era la razón misma de su existencia.
La llamada a la evangelización es un mandato. Habiendo aceptado a Jesús como Señor, los discípulos se habían puesto bajo su mando y estaban obligados a hacer lo que pedía. Porque él les había dicho: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (); “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama” (v. 21a); y “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando” (). Si los discípulos amaban de verdad a su Señor, llevarían a cabo su llamamiento de evangelizar. Para ellos no era una opción.
Sin embargo, los discípulos no fueron enviados sin ayuda. Jesús precedió su comisión con esta declaración: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” ().
Teniendo toda la autoridad, comisionó a sus discípulos como agentes. Por lo tanto, tenían el derecho de ir y evangelizar a todas las naciones.
Además, Jesús prometió a sus discípulos que el Espíritu Santo vendría a ellos y ellos recibirían el poder. Por lo tanto estaban autorizados y capacitados para realizar la tarea.
Es más, se les aseguró que no estarían solos. Aunque él estaría alejado corporalmente de ellos, no obstante estaría con ellos espiritualmente hasta el fin del mundo ().
19 Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
En Jesús habla de “todas las naciones,” y en hace una enumeración específica: “recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.” Hay distintos temas implicados en los diferentes niveles de este mandamiento.
Jerusalén, por supuesto, era la vecindad inmediata. Aunque no era el territorio natal del círculo más íntimo de los discípulos (estos eran de Galilea), era el lugar de Pentecostés.
Como los primeros convertidos tenían muchos contactos cercanos en Jerusalén, fue algo natural que la iglesia diera testimonio y se extendiera allí.
Sin embargo, Jerusalén era también el lugar más difícil para dar testimonio, porque era el lugar en el que se había producido el escándalo de los últimos días de Cristo, y especialmente su muerte humillante por crucifixión.
Habría una desconfianza natural e incluso quizá un rechazo a la presentación del mensaje del Salvador.
Por otra parte, una ventaja de dar testimonio en Jerusalén era que la gente vivían lo suficientemente cerca unos de otros como para unirse en una congregación si es que decidían hacerlo.
Más allá de Jerusalén, los discípulos tenían que dar testimonio en “toda Judea.” Esta área básicamente era homogénea en pensamiento y costumbres, porque sus habitantes eran judíos, y judíos de Judea además. Sin embargo, muchos de ellos estaban demasiado alejados del centro de Jerusalén como para reunirse allí. En consecuencia, el cumplimiento de esta parte de la comisión traería consigo el establecimiento de congregaciones adicionales.
Quizá la parte más “desagradable” de la comisión para los discípulos fuera la tercera: la de “en Samaria.” Esto les conducía hacia la gente que más difícil les resultaba amar, y que probablemente menos receptiva estaría al mensaje porque lo llevaban los judíos. Los judíos y los samaritanos habían estado en conflicto durante mucho tiempo. El desacuerdo se remontaba al tiempo en que los judíos regresaron de su cautiverio en Babilonia. Los samaritanos eran el producto de la unión entre los israelitas que no habían sido deportados por los asirios y varios colonizadores extranjeros a quienes los asirios después enviaron para repoblar la zona. Cuando los judíos regresaron de Babilonia y empezaron a reconstruir el templo, los samaritanos se ofrecieron a ayudar, pero su oferta fue rechazada. Desde ese momento, hubo desencuentros entre ambos grupos. Esto es evidente en los relatos de los evangelios sobre el ministerio de Jesús. Cuando Jesús pidió agua a la samaritana, ella respondió: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?” Juan comenta “porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí” (). Este fue un encuentro inusual, porque Jesús y sus discípulos normalmente no pasaban por Samaria; preferían cruzar el río Jordán y viajar a través de Perea cuando iban de Galilea en el norte a Judea en el sur. Jesús proporciona fuerza adicional a su parábola sobre amar al prójimo haciendo que su héroe sea un samaritano (). Los judíos pretendían insultar a Jesús cuando preguntaron: “¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano y que tienes demonio?” (). Es posible que pretendiesen que el primer insulto (al cual Jesús no respondió) fuera el más humillante de los dos. Seguramente los samaritanos eran la gente con la que los judíos menos querían verse incluidos en una iglesia, sin embargo, Jesús dijo: “Me seréis testigos.… en Samaria.”
Finalmente los discípulos tenían que dar testimonio “hasta lo último de la tierra.” No había restricción geográfica para su comisión. Tenían que llevar el mensaje del evangelio a todo el mundo, a todas las naciones y a todo tipo de gente. Por supuesto, esto no podían hacerlo por sí solos. A medida que iban convirtiendo gente, estos convertidos irían a su vez evangelizando a otras personas. Por lo tanto, el mensaje se iría extendiendo en círculos cada vez más amplios, y la tarea al final se completaría.
Por lo tanto, para que la iglesia sea fiel a su Señor y traiga gozo a su corazón, debe tratar de llevar el evangelio a todos. Esto incluye a gente que por naturaleza no suele agradarnos. Se extiende a las personas que son diferentes a nosotros. Y va más allá de nuestra esfera inmediata de contactos e influencia. En un sentido verdaderamente auténtico, la evangelización local, la extensión de la iglesia o la fundación de iglesias, y la misión mundial son la misma cosa. La única diferencia reside en la longitud de su radio de acción. La iglesia debe obrar en todas estas áreas. Si no lo hace, se volverá espiritualmente enferma, porque intentará funcionar de una manera que nunca fue la que el Señor pretendía
Así, pues, volvamos a levantar el interrogante general de este capítulo: ¿Para qué constituyó Jesús a la iglesia cristiana? Es claro que la finalidad suprema para haber creado a la iglesia fue que ésta llegara a ser el objeto y el medio por el cual Dios fuese glorificado para siempre