Resumen de hebreos

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I. Su singular puesto en el Canon
La Epístola a los Hebreos es singular en el NT por varias razones. Aunque no comienza como carta, sí termina como tal, y está claramente dirigida a o desde Italia () a un grupo específico, probablemente de cristianos hebreos. Se ha sugerido que fue originalmente dirigida a una pequeña iglesia que se reunía en una casa y que por ello no hubo un vínculo con una congregación grande y famosa para mantener viva la tradición de su origen y destino. El estilo es el más literario del NT. Es poético y lleno de citas de la Septuaginta. Tiene un gran vocabulario y emplea la lengua griega de una manera muy precisa en tiempos verbales y otros detalles.
Aunque es muy judaica en ciertos sentidos (ha sido comparada con Levítico), las advertencias en contra de deslizarse de la realidad de la muerte de Cristo a un mero ritual religioso es siempre una necesidad en la cristiandad. De ahí la gran importancia del libro.
II. Paternidad
Hebreos es anónimo, aunque algunas antiguas ediciones de la Biblia de Reina-Valera imprimían el nombre de Pablo como parte del encabezamiento del libro. La antigua Iglesia Oriental (Dionisio y Clemente, ambos de Alejandría) sugirieron a Pablo como autor. Después de muchas vacilaciones, este punto de vista prevaleció de Atanasio en adelante, de modo que al final Occidente se manifestó de acuerdo. Pero pocos en la actualidad mantienen la paternidad paulina. Orígenes se mostraba de acuerdo en que el contenido era paulino, y que hay algunas pinceladas paulinas en él, pero el estilo en el original es muy diferente del de Pablo. (Esto no excluye la posibilidad de la paternidad paulina, porque un genio literario puede alterar su estilo.)
Se han sugerido varios posibles autores a lo largo de los años: Lucas, cuyo estilo es similar, y que estaba familiarizado con la predicación de Pablo; Bernabé, Silas, Felipe, e incluso Aquila y Priscila.
Por la razón que fuere, el Señor ha considerado oportuno mantener anónimo el autor. Una sugerencia es que Pablo escribió Hebreos, pero que veló a propósito su paternidad debido a los prejuicios judíos contra él. Aunque esto es posible, difícilmente pueden mejorarse las antiguas palabras de Orígenes: «Pero sólo Dios sabe de cierto quién escribió la Epístola».
III. Fecha
A pesar de su paternidad humana anónima, es posible datar la epístola de manera bastante rigurosa.
Internamente, parece que el escritor es un cristiano de segunda generación (; ), de modo que no sería muy temprana, como Santiago o 1 Tesalonicenses (cf. ). Por cuanto no hay mención de las Guerras Judías (que comenzaron en el 66 d.C.), y los sacrificios del templo aparentemente seguían ofreciéndose (; ; ; ), quizá sea preciso asignar una fecha antes del 66 y ciertamente antes de la destrucción de Jerusalén (70 d.C.). Las persecuciones se mencionan (), pero los creyentes todavía no habían «resistido hasta la sangre». Si Italia es el destino de la carta, la cruenta persecución de Nerón allí (64 d.C.) la retrotraería como mínimo hasta mediados del 64 d.C. Una fecha de 63 - 65 es muy probable.
IV. Trasfondo y Tema
En un sentido general, Hebreos trata con la tremenda lucha involucrada en dejar un sistema religioso por otro. Hay la violenta rotura de viejos vínculos, las tiranteces y tensiones del distanciamiento, y las formidables presiones ejercidas sobre los «desleales» para que volviesen.
Pero en esta Epístola el problema no era sólo cuestión de dejar un viejo sistema por uno nuevo de igual valor. Más bien, se trataba de abandonar el judaísmo por Cristo, y, como muestra el escritor, esto implicaba dejar las sombras por el cuerpo, el ritual por la realidad, lo provisional por lo definitivo, lo temporal por lo permanente -en una palabra, lo bueno por lo mejor.
Este problema involucraba también abandonar lo popular por lo impopular, la mayoría por la minoría, los opresores por los oprimidos. Y esto abocaba a toda una serie de graves problemas.
Este problema involucraba también abandonar lo popular por lo impopular, la mayoría por la minoría, los opresores por los oprimidos. Y esto abocaba a toda una serie de graves problemas.
Esta carta fue escrita a personas de trasfondo judaico. Estos hebreos habían oído el evangelio predicado por los apóstoles y otros durante los primeros días de la iglesia, y habían visto los poderosos milagros del Espíritu Santo que confirmaban el mensaje. Y habían respondido a las buenas nuevas de una de estas tres maneras:
Unos creyeron en el Señor Jesucristo y fueron genuinamente convertidos.
Algunos profesaron el cristianismo, fueron bautizados y tomaron su puesto en las asambleas locales. Sin embargo, nunca habían nacido de nuevo por el Espíritu Santo de Dios.
Otros rechazaron de plano el mensaje de la salvación.
Nuestra Epístola confronta a estas dos clases -hebreos verdaderamente salvados y aquellos que no tenían más que una cubierta superficial de cristianismo.
Ahora bien, cuando un judío abandonaba la fe de sus antepasados, se consideraba un renegado y apóstata (meshummed), y era frecuentemente castigado de una o varias de las siguientes maneras:
•Era desheredado por su familia.
•Era excomulgado de la congregación de Israel.
•Perdía su trabajo.
•Era desposeído de sus bienes.
•Recibía torturas mentales y malos tratos físicos.
•Escarnio público.
•Encarcelamiento.
•Martirio.
Naturalmente, siempre había la manera de escapar. Si renunciaba a Cristo y volvía al judaísmo, se le eximía de adicionales persecuciones. Como vemos entre líneas en esta carta, podemos detectar algunos de los poderosos argumentos empleados para persuadirles a volver al judaísmo:
•La rica herencia de los profetas.
•El destacado ministerio de los ángeles en la historia del antiguo pueblo de Dios.
•La asociación con el ilustre legislador Moisés.
•Vínculos nacionales con el brillante caudillo militar Josué.
•La gloria del sacerdocio aarónico.
•El sagrado santuario donde Dios eligió morar entre Su pueblo.
•El pacto de la ley dada por Dios por medio de Moisés.
•El mobiliario dispuesto por Dios en el santuario, y el magnífico velo.
•Los servicios en el santuario, y en especial el ritual del Gran Día de la Expiación (Yom Kippur, el más importante día en el calendario judío).
Casi podemos oír a los judíos del primer siglo presentando todas estas glorias de su antigua religión ritual, y luego preguntando con sorna: «¿Y qué tenéis vosotros los cristianos? Nosotros tenemos todo eso. ¿Y vosotros, qué? ¡Nada más que un aposento alto, una mesa, y algo de pan y vino sobre la mesa! ¿Queréis decir que habéis dejado todo lo nuestro por eso?
La Epístola a los Hebreos es en realidad una respuesta a la pregunta «¿Qué tenéis?». En una palabra, la respuesta es Cristo.
En Él tenemos:
•Uno mayor que los profetas.
•Uno mayor que los ángeles.
•Uno mayor que Moisés.
•Uno mayor que Josué.
•Uno con un sacerdocio superior al de Aarón.
•Uno que sirve en un mejor santuario.
•Uno que introduce un mejor pacto.
•Uno que es el antitipo del mobiliario y del velo típicos.
•Uno cuya ofrenda de Sí mismo una vez por todas por el pe cado es superior a los repetidos sacrificios de toros y cabras.
Así como las estrellas se desvanecen de la vista bajo la mayor gloria del sol, así los tipos y las sombras del judaísmo se eclipsan y desvanecen en la insignificancia ante la más excelsa gloria de la Persona y obra del Señor Jesús.
Pero seguía habiendo el problema de la persecución. Los que profesaban ser seguidores del Señor Jesús hacían frente a una acerba y fanática oposición. Para los verdaderos creyentes, eso podía llevar al peligro del desaliento y de la desesperanza. Por ello, necesitaban ser alentados a tener fe en las promesas de Dios. Necesitaban paciencia con vistas a la recompensa venidera.
Para los que eran sólo cristianos nominales, había el peligro de apostasía. Después de profesar recibir a Cristo, podrían renunciar totalmente a Él y volver a la religión ritualista. Esto equivalía en la práctica a pisotear al Hijo de Dios, a profanar Su sangre y ultrajar al Espíritu Santo. Para este pecado voluntario no había arrepentimiento ni perdón. En la Carta a los Hebreos podemos ver repetidas advertencias contra este pecado. En se describe como ir a la deriva apartándose del mensaje de Cristo. En es el pecado de rebelión o de endurecimiento de corazón. En se describe como recaer o cometer apostasía. En es dejar de congregarse. En es pecar voluntariamente, pecado deliberado. En es descrito como vender la primogenitura por una sola comida. Finalmente, en es designado como desechar al que habla desde el cielo. Pero todas estas advertencias hacen frente a diferentes aspectos del mismo pecado -el pecado de apostasía.
El mensaje de Hebreos es tan oportuno hoy como lo fue en el primer siglo de la iglesia. Tenemos necesidad de recordar constantemente los eternos privilegios y bendiciones que tenemos en Cristo. Necesitamos aliento para soportar a pesar de oposición y dificultades, y todos los profesos creyentes necesitan ser advertidos en contra de volver a una religión ceremonial después de haber gustado y visto que el Señor es bueno.
BOSQUEJO
CRISTO, SUPERIOR EN SU PERSONA ( )
 Primero, contrasta la revelación de Dios por los profetas con Su revelación en Su Hijo. Los profetas eran portavoces inspirados de Dios. Eran siervos distinguidos siervos de Jehová. La riqueza espiritual de su ministerio se preserva en el AT.
Pero su ministerio fue parcial y fragmentario. A cada uno le fue encomendada una cierta medida de revelación, pero en cada caso fue incompleta.
No sólo les fue dada la verdad a plazos, sino que emplearon muchas maneras en su comunicación de esta revelación al pueblo. Fue presentada como ley, como historia, como poesía y como profecía. A veces de manera oral; otras, escrita. A veces era por medio de visiones, sueños, símbolos o pantomimas. Fuese cual fuese el método empleado, lo cierto es que las anteriores revelaciones de Dios al pueblo judío fueron preliminares, progresivas y diversas en las maneras de su presentación.
Cristo, superior a los profetas ()
B. Cristo, superior a los ángeles ()
Cristo ha sido hecho tanto más superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. Esto se refiere primero a una superioridad adquirida, y luego a una superioridad inherente.
 Su superioridad inherente tiene que ver con Su eterna relación como Hijo de Dios. El más excelente nombre es el nombre de Hijo.
C. Cristo, superior a Moisés y a Josué (19)
Moisés era uno de los más grandes héroes nacionales de Israel. Por ello, el tercer escalón principal en la estrategia del escritor es demostrar la infinita superioridad de Cristo sobre Moisés.
Cristo es mayor como Hijo. Moisés fue fielcomo criado en toda la casa de Dios(Núm_12:7), señalando a los hombres adelante, al Mesías venidero. Él testificó de lo que había de anunciarse después, es decir, de las buenas nuevas de salvación en Cristo. Por eso Jesús dijo en una ocasión: «Si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él» (). En Su discurso a los discípulos en el camino a Emaús, Jesús comenzó por Moisés y siguió por todos los profetas, y «se puso a explicarles en todas las Escrituras todo lo referente a él» ().
II. CRISTO, SUPERIOR EN SU SACERDOCIO ()
El mensaje se dirige a los hermanos santos, participantes del llamamiento celestial. Los verdaderos creyentes son santos en cuanto a posición, y deberían ser santos en cuanto a práctica. En Cristo, son santos; y debieran ser santos en sí mismos.
Su llamamiento celestial está en contraste con el llamamiento celestial de Israel. Los santos del Antiguo Testamento habían sido llamados a bendiciones materiales en una tierra de promisión (aunque tenían también una esperanza celestial). En la Era de la Iglesia, los creyentes son llamados a bendiciones espirituales en lugares celestiales ahora, y a una herencia celestial en el futuro.
Considerad a Jesús. Él es eminentemente digno de nuestra consideración como el apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión. Al confesarlo a Él como apóstol, significamos que Él representa a Dios delante de nosotros. Al confesarlo como Sumo Sacerdote, significamos que Él nos representa delante de Dios.
    El escritor ha completado su argumento de que Cristo es supremamente mejor que los ángeles por cuanto Él es el Hijo de Dios. Antes de mostrar que como Hijo también es superior a Moisés, se detiene para interponer la primera de las varias solemnes advertencias que se encuentran en la Epístola. Ésta es una advertencia en contra de marchar a la deriva apartándonos del mensaje del evangelio.
    Las profecías periódicas, parciales y diferenciales del AT han quedado ahora eclipsadas por la preeminente y definitiva revelación de Dios en la persona de Su Hijo. Los profetas fueron sólo canales por medio de los que fue comunicada la palabra divina. El Señor Jesucristo es Él mismo la revelación definitiva de Dios a los hombres. Como dijo Juan: «A Dios nadie le ha visto jamás. El unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer» (). El Señor Jesús dijo acerca de Sí mismo: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (). Cristo habla no sólo de parte de Dios, sino como Dios.
Para destacar la infinita superioridad del Hijo de Dios sobre los profetas, el escritor lo presenta primero como heredero de todo. Esto significa que el universo le pertenece por designación divina, y que pronto reinará sobre ello.
Fue por medio de Él que Dios hizo también el universo. Jesucristo fue el Agente activo en la creación. Él dio ser a los cielos estrellados, a los cielos atmosféricos, a la tierra, a la raza humana y al plan divino para las edades. Todo lo creado, espiritual o físico, fue hecho por Él.
Estos versículos reemprenden la intensa corriente del pensamiento del escritor que introdujo en : Cristo como el gran sumo sacerdote de Su pueblo. Lo presentan como el gran recurso de Su pueblo necesitado, poderoso para guardarlos de caída. También cambian el énfasis «desde la palabra como escrutadora al Señor como Simpatizante». Cuando la palabra nos ha denunciado de una manera absoluta (vv. ), podemos acudir a Él para misericordia y gracia. Veamos las excelencias del Señor:
1. Él es un gran sumo sacerdote. Había muchos sumos sacerdotes bajo la economía mosaica, pero ninguno de ellos fue jamás llamado grande.
2. Él pasó a través de los cielos atmosféricos y de los estelares hasta el tercer cielo, la morada de Dios. Esto se refiere, naturalmente, a Su ascensión y glorificación a la diestra del Padre.
3. Él es humano. Jesús es el nombre que le fue dado al nacer, y es este nombre que está particularmente vinculado con Su humanidad.
4. Él es divino. Cuando se emplea acerca de Cristo, el título de el Hijo de Dios habla de Su absoluta igualdad con Dios Padre. Su humanidad lo hacía idóneo desde nuestro lado; Su deidad, desde el lado de Dios. No es de extrañar que reciba el nombre de un gran sumo sacerdote
    Punto importante. Si los que quebrantaban la ley eran castigados, ¿cuál será la suerte de los que descuidan el evangelio? La ley dice a los hombres lo que deben hacer; el evangelio dice a los hombres lo que Dios ha hecho. Por la ley es el conocimiento del pecado; por el evangelio es el conocimiento de la salvación.
Descuidar una salvación tan grande es más grave que transgredir la ley. La ley fue dada por medio de ángeles, a Moisés y luego al pueblo. Pero la palabra del evangelio fue dada directamente por el mismo Señor Jesús. Y no sólo esto: fue confirmada a los primitivos cristianos por los apóstoles y otros que oyeron al Salvador.

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    El escritor pasa ahora a Cristo, y demuestra Su aptitud como sacerdote debido a Su designación divina, Su humanidad manifiesta y Sus requisitos adquiridos.
En cuanto a Su designación, su origen fue en el mismo Dios. Fue un llamamiento soberano, y no tuvo nada que ver con la genealogía humana. Involucraba una mejor relación que cualquier sacerdote terrenal jamás hubiese tenido. Nuestro sacerdote es el unigénito Hijo de Dios, eternamente engendrado, engendrado en la encarnación.
   La advertencia que comenzó en
el lenguaje del v. 6 indica una completa renuncia de Cristo, un abandono deliberado y definitivo de la fe cristiana. La gente aludida aquí no son arrepentidos sino apóstatas. No sólo han caído en pecado, sino han renunciado a Cristo. Existen varias interpretaciones a estos versos:
1- Que un creyente puede perder su salvación y en ese caso es imposible recuperarla.
2- Que estas personas profesan creer pero que en realidad no son salvas.
3- Es una hipótesis que nunca ha ocurrido.
4- Que son creyentes hebreos que por causa del sufrimiento y la persecución están a punto de volverse al judaísmo.
prosigue a lo largo de este capítulo. Éste es uno de los pasajes más polémicos del Nuevo Testamento. Por cuanto tantos piadosos cristianos han estado en desacuerdo acerca de su interpretación, no debemos hablar con dogmatismo.
Primero, se exhorta a los lectores a dejar la enseñanza primaria acerca de Cristo, literalmente, «la palabra del principio de Cristo o la palabra inicial de Cristo».
las doctrinas fundamentales del cristianismo, sino más bien de aquellas enseñanzas de naturaleza elemental que formaron el fundamento para desarrollos posteriores. No alcanzaban al Cristo resucitado y glorificado. La exhortación es a dejar estos puntos básicos, no en el sentido de abandonarlos como carentes de valor, sino más bien a avanzar desde ellos hacia la madurez. La implicación es que el periodo del judaísmo fue un tiempo de infancia espiritual. El cristianismo representa el crecimiento pleno.

    La sección final del capítulo unida a la exhortación en el versículo persistir con confianza y paciencia. Se da como estímulo el ejemplo de Abraham y se afirma la certidumbre de la esperanza del creyente.
Jesús ha pasado también al interior del santuario como nuestro precursor. Su presencia allí asegura la final entrada de todos los que le pertenecen. No es ninguna exageración decir que el más sencillo creyente sobre la tierra está tan seguro del cielo como los santos que ya están allí.
(1) anunció nuestra futura llegada allá;
(2) tomó posesión de las glorias del cielo en nuestro favor; y
(3) ha ido para poder dar la bienvenida a Su pueblo cuando lleguen y a presentarlos ante la Majestad del cielo.
El sacerdocio de Cristo, superior al de Aarón ( )
B. El ministerio de Cristo, superior al de Aarón (Cap. )
C. La ofrenda de Cristo, superior a los sacrificios del Antiguo Testamento ()
III. ADVERTENCIA Y OBSERVACIONES ()
A. Advertencia a no menospreciar a Cristo ()
B. Exhortación a la fe mediante ejemplos del Antiguo Testamento (Cap. )
C. Exhortación a la esperanza en Cristo (Cap. )
D. Exhortación a varias gracias cristianas ()
IV. BENDICIÓN FINAL ()
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