Hijos de Dios (Gálatas XV)

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Hijos de Dios

Gálatas 3.29 NTV
29 Y ahora que pertenecen a Cristo, son verdaderos hijos de Abraham. Son sus herederos, y la promesa de Dios a Abraham les pertenece a ustedes.
galatas 3.29
Galatas 3.29-4.
Gálatas 3.29–4.7 NTV
29 Y ahora que pertenecen a Cristo, son verdaderos hijos de Abraham. Son sus herederos, y la promesa de Dios a Abraham les pertenece a ustedes. 1 Piénsenlo de la siguiente manera: si un padre muere y deja una herencia a sus hijos pequeños, esos niños no están en mejor situación que los esclavos hasta que se hagan mayores de edad, aunque son los verdaderos dueños de todas las posesiones de su padre. 2 Tienen que obedecer a sus tutores hasta que cumplan la edad establecida por su padre. 3 Eso mismo sucedía con nosotros antes de que viniera Cristo. Éramos como niños; éramos esclavos de los principios espirituales básicos de este mundo. 4 Sin embargo, cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la ley. 5 Dios lo envió para que comprara la libertad de los que éramos esclavos de la ley, a fin de poder adoptarnos como sus propios hijos; 6 y debido a que somos sus hijos, Dios envió al Espíritu de su Hijo a nuestro corazón, el cual nos impulsa a exclamar «Abba, Padre». 7 Ahora ya no eres un esclavo sino un hijo de Dios, y como eres su hijo, Dios te ha hecho su heredero.
Gálatas 3.26–29 NTV
26 Pues todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. 27 Y todos los que fueron unidos a Cristo en el bautismo se han puesto a Cristo como si se pusieran ropa nueva. 28 Ya no hay judío ni gentil, esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús. 29 Y ahora que pertenecen a Cristo, son verdaderos hijos de Abraham. Son sus herederos, y la promesa de Dios a Abraham les pertenece a ustedes.
Hemos llegado al punto culminante de todo lo que Pablo ha dicho hasta aquí. De hecho, hemos llegado al punto culminante del evangelio:
“La noción de que somos hijos de Dios, Sus propios hijos e hijas… es la causa principal de la vida cristiana… Nuestra filiación a Dios es la cúspide de la creación y la meta de la redención”.
(Sinclair Ferguson, Hijos del Dios Viviente, pp. 5-6)
Si queremos entender quién es un cristiano, y porqué ser un cristiano es un privilegio, tenemos que entender y apreciar la adopción divina.
Gálatas 3.19 NVI
19 Entonces, ¿cuál era el propósito de la ley? Fue añadida por causa de las transgresiones hasta que viniera la descendencia a la cual se hizo la promesa. La ley se promulgó por medio de ángeles, por conducto de un mediador.
Si Jesús, como “la descendencia” (3:19), obtiene todas las bendiciones que se le prometieron a Abraham, entonces cualquiera que pertenezca a Cristo por medio de la fe automáticamente se vuelve un heredero de las promesas hechas a Abraham (v 29).
Si Jesús, como “la descendencia” (3:19), obtiene todas las bendiciones que se le prometieron a Abraham, entonces cualquiera que pertenezca a Cristo por medio de la fe automáticamente se vuelve un heredero de las promesas hechas a Abraham (v 29).
Gálatas 3.29 NVI
29 Y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa.
¿Cómo nos llega esta herencia? Por medio del Hijo llegamos a ser hijos de Dios legalmente (4:4-5) y recibimos un nuevo estatus; y por medio del Espíritu llegamos a ser hijos de Dios experiencialmente (v 6-7).
Gálatas 4.4–5 NTV
4 Sin embargo, cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la ley. 5 Dios lo envió para que comprara la libertad de los que éramos esclavos de la ley, a fin de poder adoptarnos como sus propios hijos;
Gálatas 4.6–7 NTV
6 y debido a que somos sus hijos, Dios envió al Espíritu de su Hijo a nuestro corazón, el cual nos impulsa a exclamar «Abba, Padre». 7 Ahora ya no eres un esclavo sino un hijo de Dios, y como eres su hijo, Dios te ha hecho su heredero.
galatas

Hijos de Dios

Gálatas 3.26 NTV
26 Pues todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
El corazón de la vida cristiana es 3:26: “Todos ustedes son hijos de Dios”.
El corazón de la vida cristiana es 3:26: “Todos ustedes son hijos de Dios”. Ya somos hijos. No es algo a lo que estemos aspirando; no es un logro futuro. Es algo que ya tenemos en nuestro estado presente. Pero esta filiación no es un hecho universal. No somos “hijos de Dios” de alguna manera general en virtud de haber sido creados por Él. Sí hay un sentir de que todos los seres humanos son descendencia de Dios porque todos han sido creados por Él (). Pero aquí Pablo está hablando de una clase de relación mucho más profunda. Esta filiación viene “por medio de la fe en Jesucristo”. Solo somos Sus hijos cuando tenemos fe en el Hijo. Es por medio de la fe que Dios nos adopta. Muchos toman como ofensa que se use la palabra “hijos” en masculino para referirse a todos los cristianos, hombres y mujeres. Últimamente está de moda decir “hijos e hijas”, y algunos lo agregarían aquí. Pero si somos demasiado rápidos para “corregir” el lenguaje bíblico, nos perdemos la naturaleza revolucionaria (y radicalmente igualitaria) de lo que Pablo está diciendo. En la mayoría de las culturas antiguas, las hijas no podían heredar propiedades. Por lo tanto, “hijo” significaba un “heredero legal”; lo que era un estatus prohibido para las mujeres. Pero el evangelio nos dice que todos somos hijos de Dios en Cristo. Todos somos herederos. De manera similar, la Biblia describe de forma conjunta a todos los cristianos, incluyendo a los hombres, como la “novia de Cristo” (). Dios es imparcial en Sus metáforas de género. Los hombres son parte de la novia de Su Hijo; y las mujeres son Sus hijos, sus herederos. Si no dejamos que Pablo llame a las mujeres cristianas “hijos de Dios”, perdemos lo radical y maravillosa que es esta afirmación. Revestidos de Cristo ¿De qué manera la fe en Cristo significa que somos tratados como hijos de Dios? En el versículo 27: por medio de la fe (la señal pública de esta es ser “bautizado en Cristo”), Pablo les dice a estos creyentes que ellos “se han revestido de Cristo”. Esta imagen de la ropa es una de las metáforas favoritas de Pablo (ver ; ; ). Aquí compara a Cristo mismo con un vestido. Y este concepto de revestirnos de Cristo implica cuatro cosas asombrosas: 1. Nuestra identidad principal está en Cristo. Nuestra ropa les dice a los demás quiénes somos. Casi cualquier clase de ropa es realmente un uniforme que muestra que nos identificamos con otros del mismo género, clase social o grupo nacional. Pero decir que Cristo es nuestra vestimenta, es decir que nuestra identidad esencial se encuentra, no en ninguna de estas clasificaciones, sino en Cristo. 2. La cercanía de nuestra relación con Cristo. Tu ropa se mantiene muy cerca de ti, más que cualquier otra posesión. Cada momento dependes de ella para que te proteja. Va a todos lados contigo. Así que decir que Cristo es nuestra ropa, es llamarnos a depender y ser conscientes de Cristo momento a momento. Debemos espiritualmente “practicar Su presencia”. 3. La imitación de Cristo. Practicar la presencia de Cristo implica que continuamente pensemos y actuemos como si estuviéramos directamente ante Su rostro. Una frase bíblica parecida es “caminar delante de Él” (ver, por ejemplo, , ). Quiere decir llevar a Jesús a cada área de la vida y cambiarla de acuerdo con Su voluntad y con Su Espíritu. Debemos “ponernos” Sus virtudes y acciones. Nos debemos “vestir como Jesús”. 4. Nuestra aceptabilidad ante Dios. Por último, la ropa se usa como adorno. Cubre nuestra desnudez; y Dios ha estado proveyendo ropa para cubrir nuestra vergüenza desde la caída (ver , ). Decir que Cristo es nuestra ropa, es decir que a la vista de Dios somos amados por la obra y la salvación de Jesús. Cuando Dios nos ve, Él nos ve como Sus hijos porque Él ve a Su Hijo. Jesús el Señor nos ha dado Su justicia y Su perfección para que las usemos. Así que es una metáfora audaz y exhaustiva que describe una vida completamente nueva. Significa pensar en Cristo constantemente, dejar que Su Espíritu y Su carácter infundan e impregnen todo lo que piensas, dices y haces. Esto va mucho más allá de guardar reglas y normas. Inclusive va más allá de la simple obediencia. Significa estar enamorado de Él, bañado en Él, inundado por Él. A un cristiano nunca se le puede demandar algún compromiso adicional a la ley de Moisés para recibir o mantener la plena aceptación con Dios. Él o ella están revestidos de Cristo. Uno en Cristo El versículo 26 nos revela la sorprendente intimidad que existe entre los cristianos y el Dios Creador, nuestro Padre. El versículo 27 resume la maravillosa cercanía entre los cristianos y Dios Hijo, nuestro Salvador. El versículo 28 fluye de estos dos versículos y nos muestra la unidad entre cristianos. No hay división entre diferentes razas, estratos sociales o géneros. Esto no significa que ya no existe ninguna distinción dentro de la iglesia. No quiere decir, por ejemplo, que los griegos deben abandonar su cultura y conocimiento propios, para volverse idénticos a los judíos (¡este es uno de los puntos principales de toda la carta!). No puede significar, por lo tanto, que no debe haber distinciones entre hombres y mujeres en la manera que vivimos. La enseñanza de Pablo en y muestra que él no hizo esta declaración para anular los deberes y prácticas característicos de las diferentes culturas, clases y géneros. No somos todos idénticos o intercambiables, pero todos sí somos “uno”. El evangelio tiene implicaciones sociales radicales. Significa que soy cristiano por encima de cualquier otro rol en mi vida. Significa que todas las barreras, que en el mundo separan a las personas en facciones rivales, se derrumban en Cristo. Pablo se percata de tres barreras que por lo general dividen a la gente: 1. La barrera cultural: “ni judío ni griego”. Las divisiones culturales no deben existir en la iglesia de Cristo. Las personas de una cultura no tienen que volverse como las de otra cultura para poder ser aceptadas por Dios. Por esto nos debemos aceptar el uno al otro sin que un grupo sienta o declare la superioridad de sus hábitos culturales sobre otro. Dentro de la iglesia nos debemos asociar unos con otros y amarnos unos a otros, superando barreras raciales y culturales. 2. La barrera de la clase social: “esclavo ni libre”. Una vez más, el estrato económico no se debe extender a la iglesia. Las personas no se deben asociar (como en el mundo) según la clase, sino por encima de tales barreras. Al pobre, o al trabajador humilde, de ninguna manera se le debe hacer sentir inferior. Por otro lado, no podemos esquivar a ni sentirnos resentidos contra los adinerados. 3. La barrera del género: “hombre ni mujer”. Esta era quizá la barrera más fuerte en los tiempos de Pablo. Se consideraba a las mujeres absolutamente inferiores a los hombres. Incluso hoy la aplicación de este principio es de lo más explosiva y controversial. Pero en cualquier caso, es claramente revolucionaria. Y, puesto que las mujeres son iguales en Cristo ante Dios, se les debe ver igualmente dotadas y capaces que los hombres. Es natural preguntar: ¿cuál era el entendimiento de Pablo de las implicaciones del versículo 28 para la sociedad en general? ¿Era “esclavo ni libre” un llamado para abolir la esclavitud? Si así es, ¿por qué en y les dice a los esclavos que sean diligentes en su trabajo? Observa que su tesis en es que esta igualdad radical es para los que están en Cristo. Las implicaciones de esto para la sociedad en general eran solo eso: implicaciones que tuvieron que desarrollarse a través de los años. Por ejemplo, la mayor parte de la sociedad antigua seguía la ley de la “primogenitura”: el hijo mayor heredaba virtualmente todo el patrimonio de la familia. En este pasaje, Pablo usa esta costumbre para decirle a cada cristiano, hombre y mujer, que él o ella es, por igual, un heredero de Dios, heredero de todo lo que Jesús es heredero. Obviamente Pablo no está prohibiendo la ley de la primogenitura en este texto. Esa no es su preocupación principal. Pero, evidentemente, las familias cristianas que empezaban a pensar de esta manera, tan subversiva a las actitudes sociales paganas, tendían a dejar la práctica de la primogenitura. A la larga, esta verdad de Pablo tenía que influenciar la forma en que los cristianos vivían en la sociedad en general. La libertad del evangelio tiene que cambiar nuestra actitud hacia todo en la vida. Pero el cambio social general no es el principal asunto de interés de Pablo aquí. Él quiere que el evangelio derribe las barreras dentro de la comunidad cristiana. Solo las verdades de los versículos 26-27 conducen a esta clase de unidad. ¿Cómo? En primer lugar, las buenas noticias del evangelio crean una unidad. Los privilegios que obtenemos en el evangelio (la filiación, v 26; el Espíritu, v 14; la justicia perfecta, v 10; todo por nuestra unión con Cristo, v 27) son tan estupendos que tienen que superar las más grandes ventajas terrenales, merecidas o heredadas. ¿Cómo puedo menospreciar a alguien que está revestido de Cristo? ¿Cómo podría estar celoso de alguien si yo soy un hijo de Dios? En segundo lugar, las malas noticias del evangelio crean una unidad. Como beneficiarios de la gracia sabemos que nuestras bendiciones son inmerecidas; así que el orgullo por nuestra raza, estatus o género se elimina. Sabemos que somos pecadores como todos los demás. No hay razón para pensar que somos mejores o para excluir a otros. Somos pecadores, adoptados por gracia. Herederos por medio de Cristo Cada versículo de esta sección extiende nuestros horizontes y conmueve nuestros corazones con todo lo que somos por medio de la fe. El versículo 26 tiene alcance hacia arriba: ¡somos hijos del Creador! El versículo 28 abarca el mundo entero: estamos unidos con todos los demás cristianos; somos uno en Cristo sin importar cualquier cosa que el mundo sugiera que debería dividirnos. El versículo 29 mira atrás, a través de la historia. Al revestirnos de Cristo por medio de la fe, ustedes “son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa”. Todo lo que Dios le prometió a Abraham lo ha cumplido y lo cumplirá en Su Hijo, Jesús; y también todo lo que Dios prometió, nosotros lo disfrutaremos como Sus hijos adoptados.
El corazón de la vida cristiana es 3:26: “Todos ustedes son hijos de Dios”. Ya somos hijos. No es algo a lo que estemos aspirando; no es un logro futuro. Es algo que ya tenemos en nuestro estado presente. Pero esta filiación no es un hecho universal. No somos “hijos de Dios” de alguna manera general en virtud de haber sido creados por Él. Sí hay un sentir de que todos los seres humanos son descendencia de Dios porque todos han sido creados por Él (). Pero aquí Pablo está hablando de una clase de relación mucho más profunda. Esta filiación viene “por medio de la fe en Jesucristo”. Solo somos Sus hijos cuando tenemos fe en el Hijo. Es por medio de la fe que Dios nos adopta. Muchos toman como ofensa que se use la palabra “hijos” en masculino para referirse a todos los cristianos, hombres y mujeres. Últimamente está de moda decir “hijos e hijas”, y algunos lo agregarían aquí. Pero si somos demasiado rápidos para “corregir” el lenguaje bíblico, nos perdemos la naturaleza revolucionaria (y radicalmente igualitaria) de lo que Pablo está diciendo. En la mayoría de las culturas antiguas, las hijas no podían heredar propiedades. Por lo tanto, “hijo” significaba un “heredero legal”; lo que era un estatus prohibido para las mujeres. Pero el evangelio nos dice que todos somos hijos de Dios en Cristo. Todos somos herederos. De manera similar, la Biblia describe de forma conjunta a todos los cristianos, incluyendo a los hombres, como la “novia de Cristo” (). Dios es imparcial en Sus metáforas de género. Los hombres son parte de la novia de Su Hijo; y las mujeres son Sus hijos, sus herederos. Si no dejamos que Pablo llame a las mujeres cristianas “hijos de Dios”, perdemos lo radical y maravillosa que es esta afirmación. Revestidos de Cristo ¿De qué manera la fe en Cristo significa que somos tratados como hijos de Dios? En el versículo 27: por medio de la fe (la señal pública de esta es ser “bautizado en Cristo”), Pablo les dice a estos creyentes que ellos “se han revestido de Cristo”. Esta imagen de la ropa es una de las metáforas favoritas de Pablo (ver ; ; ). Aquí compara a Cristo mismo con un vestido. Y este concepto de revestirnos de Cristo implica cuatro cosas asombrosas: 1. Nuestra identidad principal está en Cristo. Nuestra ropa les dice a los demás quiénes somos. Casi cualquier clase de ropa es realmente un uniforme que muestra que nos identificamos con otros del mismo género, clase social o grupo nacional. Pero decir que Cristo es nuestra vestimenta, es decir que nuestra identidad esencial se encuentra, no en ninguna de estas clasificaciones, sino en Cristo. 2. La cercanía de nuestra relación con Cristo. Tu ropa se mantiene muy cerca de ti, más que cualquier otra posesión. Cada momento dependes de ella para que te proteja. Va a todos lados contigo. Así que decir que Cristo es nuestra ropa, es llamarnos a depender y ser conscientes de Cristo momento a momento. Debemos espiritualmente “practicar Su presencia”. 3. La imitación de Cristo. Practicar la presencia de Cristo implica que continuamente pensemos y actuemos como si estuviéramos directamente ante Su rostro. Una frase bíblica parecida es “caminar delante de Él” (ver, por ejemplo, , ). Quiere decir llevar a Jesús a cada área de la vida y cambiarla de acuerdo con Su voluntad y con Su Espíritu. Debemos “ponernos” Sus virtudes y acciones. Nos debemos “vestir como Jesús”. 4. Nuestra aceptabilidad ante Dios. Por último, la ropa se usa como adorno. Cubre nuestra desnudez; y Dios ha estado proveyendo ropa para cubrir nuestra vergüenza desde la caída (ver , ). Decir que Cristo es nuestra ropa, es decir que a la vista de Dios somos amados por la obra y la salvación de Jesús. Cuando Dios nos ve, Él nos ve como Sus hijos porque Él ve a Su Hijo. Jesús el Señor nos ha dado Su justicia y Su perfección para que las usemos. Así que es una metáfora audaz y exhaustiva que describe una vida completamente nueva. Significa pensar en Cristo constantemente, dejar que Su Espíritu y Su carácter infundan e impregnen todo lo que piensas, dices y haces. Esto va mucho más allá de guardar reglas y normas. Inclusive va más allá de la simple obediencia. Significa estar enamorado de Él, bañado en Él, inundado por Él. A un cristiano nunca se le puede demandar algún compromiso adicional a la ley de Moisés para recibir o mantener la plena aceptación con Dios. Él o ella están revestidos de Cristo. Uno en Cristo El versículo 26 nos revela la sorprendente intimidad que existe entre los cristianos y el Dios Creador, nuestro Padre. El versículo 27 resume la maravillosa cercanía entre los cristianos y Dios Hijo, nuestro Salvador. El versículo 28 fluye de estos dos versículos y nos muestra la unidad entre cristianos. No hay división entre diferentes razas, estratos sociales o géneros. Esto no significa que ya no existe ninguna distinción dentro de la iglesia. No quiere decir, por ejemplo, que los griegos deben abandonar su cultura y conocimiento propios, para volverse idénticos a los judíos (¡este es uno de los puntos principales de toda la carta!). No puede significar, por lo tanto, que no debe haber distinciones entre hombres y mujeres en la manera que vivimos. La enseñanza de Pablo en y muestra que él no hizo esta declaración para anular los deberes y prácticas característicos de las diferentes culturas, clases y géneros. No somos todos idénticos o intercambiables, pero todos sí somos “uno”. El evangelio tiene implicaciones sociales radicales. Significa que soy cristiano por encima de cualquier otro rol en mi vida. Significa que todas las barreras, que en el mundo separan a las personas en facciones rivales, se derrumban en Cristo. Pablo se percata de tres barreras que por lo general dividen a la gente: 1. La barrera cultural: “ni judío ni griego”. Las divisiones culturales no deben existir en la iglesia de Cristo. Las personas de una cultura no tienen que volverse como las de otra cultura para poder ser aceptadas por Dios. Por esto nos debemos aceptar el uno al otro sin que un grupo sienta o declare la superioridad de sus hábitos culturales sobre otro. Dentro de la iglesia nos debemos asociar unos con otros y amarnos unos a otros, superando barreras raciales y culturales. 2. La barrera de la clase social: “esclavo ni libre”. Una vez más, el estrato económico no se debe extender a la iglesia. Las personas no se deben asociar (como en el mundo) según la clase, sino por encima de tales barreras. Al pobre, o al trabajador humilde, de ninguna manera se le debe hacer sentir inferior. Por otro lado, no podemos esquivar a ni sentirnos resentidos contra los adinerados. 3. La barrera del género: “hombre ni mujer”. Esta era quizá la barrera más fuerte en los tiempos de Pablo. Se consideraba a las mujeres absolutamente inferiores a los hombres. Incluso hoy la aplicación de este principio es de lo más explosiva y controversial. Pero en cualquier caso, es claramente revolucionaria. Y, puesto que las mujeres son iguales en Cristo ante Dios, se les debe ver igualmente dotadas y capaces que los hombres. Es natural preguntar: ¿cuál era el entendimiento de Pablo de las implicaciones del versículo 28 para la sociedad en general? ¿Era “esclavo ni libre” un llamado para abolir la esclavitud? Si así es, ¿por qué en y les dice a los esclavos que sean diligentes en su trabajo? Observa que su tesis en es que esta igualdad radical es para los que están en Cristo. Las implicaciones de esto para la sociedad en general eran solo eso: implicaciones que tuvieron que desarrollarse a través de los años. Por ejemplo, la mayor parte de la sociedad antigua seguía la ley de la “primogenitura”: el hijo mayor heredaba virtualmente todo el patrimonio de la familia. En este pasaje, Pablo usa esta costumbre para decirle a cada cristiano, hombre y mujer, que él o ella es, por igual, un heredero de Dios, heredero de todo lo que Jesús es heredero. Obviamente Pablo no está prohibiendo la ley de la primogenitura en este texto. Esa no es su preocupación principal. Pero, evidentemente, las familias cristianas que empezaban a pensar de esta manera, tan subversiva a las actitudes sociales paganas, tendían a dejar la práctica de la primogenitura. A la larga, esta verdad de Pablo tenía que influenciar la forma en que los cristianos vivían en la sociedad en general. La libertad del evangelio tiene que cambiar nuestra actitud hacia todo en la vida. Pero el cambio social general no es el principal asunto de interés de Pablo aquí. Él quiere que el evangelio derribe las barreras dentro de la comunidad cristiana. Solo las verdades de los versículos 26-27 conducen a esta clase de unidad. ¿Cómo? En primer lugar, las buenas noticias del evangelio crean una unidad. Los privilegios que obtenemos en el evangelio (la filiación, v 26; el Espíritu, v 14; la justicia perfecta, v 10; todo por nuestra unión con Cristo, v 27) son tan estupendos que tienen que superar las más grandes ventajas terrenales, merecidas o heredadas. ¿Cómo puedo menospreciar a alguien que está revestido de Cristo? ¿Cómo podría estar celoso de alguien si yo soy un hijo de Dios? En segundo lugar, las malas noticias del evangelio crean una unidad. Como beneficiarios de la gracia sabemos que nuestras bendiciones son inmerecidas; así que el orgullo por nuestra raza, estatus o género se elimina. Sabemos que somos pecadores como todos los demás. No hay razón para pensar que somos mejores o para excluir a otros. Somos pecadores, adoptados por gracia. Herederos por medio de Cristo Cada versículo de esta sección extiende nuestros horizontes y conmueve nuestros corazones con todo lo que somos por medio de la fe. El versículo 26 tiene alcance hacia arriba: ¡somos hijos del Creador! El versículo 28 abarca el mundo entero: estamos unidos con todos los demás cristianos; somos uno en Cristo sin importar cualquier cosa que el mundo sugiera que debería dividirnos. El versículo 29 mira atrás, a través de la historia. Al revestirnos de Cristo por medio de la fe, ustedes “son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa”. Todo lo que Dios le prometió a Abraham lo ha cumplido y lo cumplirá en Su Hijo, Jesús; y también todo lo que Dios prometió, nosotros lo disfrutaremos como Sus hijos adoptados.
Ya somos hijos. No es algo a lo que estemos aspirando; no es un logro futuro. Es algo que ya tenemos en nuestro estado presente. Pero esta filiación no es un hecho universal.
No somos “hijos de Dios” de alguna manera general en virtud de haber sido creados por Él. Sí hay un sentir de que todos los seres humanos son descendencia de Dios porque todos han sido creados por Él ().
Hechos de los Apóstoles 17.29 NVI
29 »Por tanto, siendo descendientes de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea como el oro, la plata o la piedra: escultura hecha como resultado del ingenio y de la destreza del ser humano.
Pero aquí Pablo está hablando de una clase de relación mucho más profunda. Esta filiación viene “por medio de la fe en Jesucristo”.
Pero aquí Pablo está hablando de una clase de relación mucho más profunda. Esta filiación viene “por medio de la fe en Jesucristo”. Solo somos Sus hijos cuando tenemos fe en el Hijo. Es por medio de la fe que Dios nos adopta. Muchos toman como ofensa que se use la palabra “hijos” en masculino para referirse a todos los cristianos, hombres y mujeres. Últimamente está de moda decir “hijos e hijas”, y algunos lo agregarían aquí. Pero si somos demasiado rápidos para “corregir” el lenguaje bíblico, nos perdemos la naturaleza revolucionaria (y radicalmente igualitaria) de lo que Pablo está diciendo. En la mayoría de las culturas antiguas, las hijas no podían heredar propiedades.
Solo somos Sus hijos cuando tenemos fe en el Hijo. Es por medio de la fe que Dios nos adopta.
Muchos toman como ofensa que se use la palabra “hijos” en masculino para referirse a todos los cristianos, hombres y mujeres. Últimamente está de moda decir “hijos e hijas”, y algunos lo agregarían aquí. Pero si somos demasiado rápidos para “corregir” el lenguaje bíblico, nos perdemos la naturaleza revolucionaria (y radicalmente igualitaria) de lo que Pablo está diciendo. En la mayoría de las culturas antiguas, las hijas no podían heredar propiedades.
Por lo tanto, “hijo” significaba un “heredero legal”; lo que era un estatus prohibido para las mujeres. Pero el evangelio nos dice que todos somos hijos de Dios en Cristo. Todos somos herederos. De manera similar, la Biblia describe de forma conjunta a todos los cristianos, incluyendo a los hombres, como la “novia de Cristo” ().
Dios es imparcial en Sus metáforas de género. Los hombres son parte de la novia de Su Hijo; y las mujeres son Sus hijos, sus herederos.
Si no dejamos que Pablo llame a las mujeres cristianas “hijos de Dios”, perdemos lo radical y maravillosa que es esta afirmación.

Revestidos de Cristo

Gálatas 3.27 NVI
27 porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo.
¿De qué manera la fe en Cristo significa que somos tratados como hijos de Dios? En el versículo 27: por medio de la fe (la señal pública de esta es ser “bautizado en Cristo”), Pablo les dice a estos creyentes que ellos “se han revestido de Cristo”.
Esta imagen de la ropa es una de las metáforas favoritas de Pablo
¿De qué manera la fe en Cristo significa que somos tratados como hijos de Dios? En el versículo 27: por medio de la fe (la señal pública de esta es ser “bautizado en Cristo”), Pablo les dice a estos creyentes que ellos “se han revestido de Cristo”. Esta imagen de la ropa es una de las metáforas favoritas de Pablo (ver ; ; ).
(ver ; ; ).
Romanos 13.12 NTV
12 La noche ya casi llega a su fin; el día de la salvación amanecerá pronto. Por eso, dejen de lado sus actos oscuros como si se quitaran ropa sucia, y pónganse la armadura resplandeciente de la vida recta.
Efesios 4.24 NTV
24 Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo.
Colosenses 3.12 NTV
12 Dado que Dios los eligió para que sean su pueblo santo y amado por él, ustedes tienen que vestirse de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia.
Aquí compara a Cristo mismo con un vestido. Y este concepto de revestirnos de Cristo implica cuatro cosas asombrosas:
1. Nuestra identidad principal está en Cristo. Nuestra ropa les dice a los demás quiénes somos. Casi cualquier clase de ropa es realmente un uniforme que muestra que nos identificamos con otros del mismo género, clase social o grupo nacional. Pero decir que Cristo es nuestra vestimenta, es decir que nuestra identidad esencial se encuentra, no en ninguna de estas clasificaciones, sino en Cristo.
2. La cercanía de nuestra relación con Cristo. Tu ropa se mantiene muy cerca de ti, más que cualquier otra posesión. Cada momento dependes de ella para que te proteja. Va a todos lados contigo. Así que decir que Cristo es nuestra ropa, es llamarnos a depender y ser conscientes de Cristo momento a momento. Debemos espiritualmente “practicar Su presencia”.
Va a todos lados contigo. Así que decir que Cristo es nuestra ropa, es llamarnos a depender y ser conscientes de Cristo momento a momento. Debemos espiritualmente “practicar Su presencia”.
3. La imitación de Cristo. Practicar la presencia de Cristo implica que continuamente pensemos y actuemos como si estuviéramos directamente ante Su rostro. Una frase bíblica parecida es “caminar delante de Él”
Génesis 17.1 NVI
1 Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: —Yo soy el Dios Todopoderoso. Vive en mi presencia y sé intachable.
genesis 17.
Salmo 56.13 NTV
13 Pues me rescataste de la muerte; no dejaste que mis pies resbalaran. Así que ahora puedo caminar en tu presencia, oh Dios, en tu luz que da vida.
salmo 56.13
Quiere decir llevar a Jesús a cada área de la vida y cambiarla de acuerdo con Su voluntad y con Su Espíritu. Debemos “ponernos” Sus virtudes y acciones. Nos debemos “vestir como Jesús”.
4. Nuestra aceptabilidad ante Dios. Por último, la ropa se usa como adorno. Cubre nuestra desnudez; y Dios ha estado proveyendo ropa para cubrir nuestra vergüenza desde la caída (ver , ).
Génesis 3.7 NTV
7 En ese momento, se les abrieron los ojos, y de pronto sintieron vergüenza por su desnudez. Entonces cosieron hojas de higuera para cubrirse.
Génesis 3.21 NTV
21 Y el Señor Dios hizo ropa de pieles de animales para Adán y su esposa.
genesis
Decir que Cristo es nuestra ropa, es decir que a la vista de Dios somos amados por la obra y la salvación de Jesús. Cuando Dios nos ve, Él nos ve como Sus hijos porque Él ve a Su Hijo. Jesús el Señor nos ha dado Su justicia y Su perfección para que las usemos.
Gálatas 3.27 NTV
27 Y todos los que fueron unidos a Cristo en el bautismo se han puesto a Cristo como si se pusieran ropa nueva.
Así que es una metáfora audaz y exhaustiva que describe una vida completamente nueva.
Significa pensar en Cristo constantemente, dejar que Su Espíritu y Su carácter infundan e impregnen todo lo que piensas, dices y haces.
Esto va mucho más allá de guardar reglas y normas. Inclusive va más allá de la simple obediencia.
Significa estar enamorado de Él, bañado en Él, inundado por Él. A un cristiano nunca se le puede demandar algún compromiso adicional a la ley de Moisés para recibir o mantener la plena aceptación con Dios.
Él o ella están revestidos de Cristo.

Uno en Cristo

Gálatas 3.26 NTV
26 Pues todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
galatas
El versículo 26 nos revela la sorprendente intimidad que existe entre los cristianos y el Dios Creador, nuestro Padre.
Gálatas 3.27 NTV
27 Y todos los que fueron unidos a Cristo en el bautismo se han puesto a Cristo como si se pusieran ropa nueva.
El versículo 27 resume la maravillosa cercanía entre los cristianos y Dios Hijo, nuestro Salvador.
El versículo 26 nos revela la sorprendente intimidad que existe entre los cristianos y el Dios Creador, nuestro Padre. El versículo 27 resume la maravillosa cercanía entre los cristianos y Dios Hijo, nuestro Salvador. El versículo 28 fluye de estos dos versículos y nos muestra la unidad entre cristianos. No hay división entre diferentes razas, estratos sociales o géneros. Esto no significa que ya no existe ninguna distinción dentro de la iglesia. No quiere decir, por ejemplo, que los griegos deben abandonar su cultura y conocimiento propios, para volverse idénticos a los judíos (¡este es uno de los puntos principales de toda la carta!). No puede significar, por lo tanto, que no debe haber distinciones entre hombres y mujeres en la manera que vivimos. La enseñanza de Pablo en y muestra que él no hizo esta declaración para anular los deberes y prácticas característicos de las diferentes culturas, clases y géneros. No somos todos idénticos o intercambiables, pero todos sí somos “uno”. El evangelio tiene implicaciones sociales radicales. Significa que soy cristiano por encima de cualquier otro rol en mi vida. Significa que todas las barreras, que en el mundo separan a las personas en facciones rivales, se derrumban en Cristo. Pablo se percata de tres barreras que por lo general dividen a la gente:
Gálatas 3.28 NTV
28 Ya no hay judío ni gentil, esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús.
El versículo 27 resume la maravillosa cercanía entre los cristianos y Dios Hijo, nuestro Salvador. El versículo 28 fluye de estos dos versículos y nos muestra la unidad entre cristianos. No hay división entre diferentes razas, estratos sociales o géneros. Esto no significa que ya no existe ninguna distinción dentro de la iglesia. No quiere decir, por ejemplo, que los griegos deben abandonar su cultura y conocimiento propios, para volverse idénticos a los judíos (¡este es uno de los puntos principales de toda la carta!). No puede significar, por lo tanto, que no debe haber distinciones entre hombres y mujeres en la manera que vivimos. La enseñanza de Pablo en y muestra que él no hizo esta declaración para anular los deberes y prácticas característicos de las diferentes culturas, clases y géneros. No somos todos idénticos o intercambiables, pero todos sí somos “uno”. El evangelio tiene implicaciones sociales radicales. Significa que soy cristiano por encima de cualquier otro rol en mi vida. Significa que todas las barreras, que en el mundo separan a las personas en facciones rivales, se derrumban en Cristo. Pablo se percata de tres barreras que por lo general dividen a la gente:
El versículo 28 fluye de estos dos versículos y nos muestra la unidad entre cristianos. No hay división entre diferentes razas, estratos sociales o géneros. Esto no significa que ya no existe ninguna distinción dentro de la iglesia.
El versículo 28 fluye de estos dos versículos y nos muestra la unidad entre cristianos. No hay división entre diferentes razas, estratos sociales o géneros. Esto no significa que ya no existe ninguna distinción dentro de la iglesia. No quiere decir, por ejemplo, que los griegos deben abandonar su cultura y conocimiento propios, para volverse idénticos a los judíos (¡este es uno de los puntos principales de toda la carta!). No puede significar, por lo tanto, que no debe haber distinciones entre hombres y mujeres en la manera que vivimos. La enseñanza de Pablo en y muestra que él no hizo esta declaración para anular los deberes y prácticas característicos de las diferentes culturas, clases y géneros. No somos todos idénticos o intercambiables, pero todos sí somos “uno”. El evangelio tiene implicaciones sociales radicales. Significa que soy cristiano por encima de cualquier otro rol en mi vida. Significa que todas las barreras, que en el mundo separan a las personas en facciones rivales, se derrumban en Cristo. Pablo se percata de tres barreras que por lo general dividen a la gente:
No quiere decir, por ejemplo, que los griegos deben abandonar su cultura y conocimiento propios, para volverse idénticos a los judíos (¡este es uno de los puntos principales de toda la carta!).
No puede significar, por lo tanto, que no debe haber distinciones entre hombres y mujeres en la manera que vivimos.
No somos todos idénticos o intercambiables, pero todos sí somos “uno”.
El evangelio tiene implicaciones sociales radicales. Significa que soy cristiano por encima de cualquier otro rol en mi vida.
significa que todas las barreras, que en el mundo separan a las personas en facciones rivales, se derrumban en Cristo. Pablo se percata de tres barreras que por lo general dividen a la gente:
1. La barrera cultural: “ni judío ni griego”. Las divisiones culturales no deben existir en la iglesia de Cristo. Las personas de una cultura no tienen que volverse como las de otra cultura para poder ser aceptadas por Dios. Por esto nos debemos aceptar el uno al otro sin que un grupo sienta o declare la superioridad de sus hábitos culturales sobre otro. Dentro de la iglesia nos debemos asociar unos con otros y amarnos unos a otros, superando barreras raciales y culturales.
2. La barrera de la clase social: “esclavo ni libre”. Una vez más, el estrato económico no se debe extender a la iglesia. Las personas no se deben asociar (como en el mundo) según la clase, sino por encima de tales barreras. Al pobre, o al trabajador humilde, de ninguna manera se le debe hacer sentir inferior. Por otro lado, no podemos esquivar a ni sentirnos resentidos contra los adinerados.
3. La barrera del género: “hombre ni mujer”. Esta era quizá la barrera más fuerte en los tiempos de Pablo. Se consideraba a las mujeres absolutamente inferiores a los hombres. Incluso hoy la aplicación de este principio es de lo más explosiva y controversial. Pero en cualquier caso, es claramente revolucionaria. Y, puesto que las mujeres son iguales en Cristo ante Dios, se les debe ver igualmente dotadas y capaces que los hombres.
Es natural preguntar: ¿cuál era el entendimiento de Pablo de las implicaciones del versículo 28 para la sociedad en general? ¿Era “esclavo ni libre” un llamado para abolir la esclavitud? Si así es, Observa que su tesis en es que esta igualdad radical es para los que están en Cristo.
Las implicaciones de esto para la sociedad en general eran solo eso: implicaciones que tuvieron que desarrollarse a través de los años. Por ejemplo, la mayor parte de la sociedad antigua seguía la ley de la “primogenitura”: el hijo mayor heredaba virtualmente todo el patrimonio de la familia.
En este pasaje, Pablo usa esta costumbre para decirle a cada cristiano, hombre y mujer, que él o ella es, por igual, un heredero de Dios, heredero de todo lo que Jesús es heredero.
La libertad del evangelio tiene que cambiar nuestra actitud hacia todo en la vida. Pero el cambio social general no es el principal asunto de interés de Pablo aquí.
La libertad del evangelio tiene que cambiar nuestra actitud hacia todo en la vida. Pero el cambio social general no es el principal asunto de interés de Pablo aquí. Él quiere que el evangelio derribe las barreras dentro de la comunidad cristiana. Solo las verdades de los versículos 26-27 conducen a esta clase de unidad. ¿Cómo? En primer lugar, las buenas noticias del evangelio crean una unidad. Los privilegios que obtenemos en el evangelio (la filiación, v 26; el Espíritu, v 14; la justicia perfecta, v 10; todo por nuestra unión con Cristo, v 27) son tan estupendos que tienen que superar las más grandes ventajas terrenales, merecidas o heredadas. ¿Cómo puedo menospreciar a alguien que está revestido de Cristo? ¿Cómo podría estar celoso de alguien si yo soy un hijo de Dios? En segundo lugar, las malas noticias del evangelio crean una unidad. Como beneficiarios de la gracia sabemos que nuestras bendiciones son inmerecidas; así que el orgullo por nuestra raza, estatus o género se elimina. Sabemos que somos pecadores como todos los demás. No hay razón para pensar que somos mejores o para excluir a otros. Somos pecadores, adoptados por gracia.
Él quiere que el evangelio derribe las barreras dentro de la comunidad cristiana.
Gálatas 3.26–27 NTV
26 Pues todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. 27 Y todos los que fueron unidos a Cristo en el bautismo se han puesto a Cristo como si se pusieran ropa nueva.
galatas 3.
Solo las verdades de los versículos 26-27 conducen a esta clase de unidad.
¿Cómo?
En primer lugar, las buenas noticias del evangelio crean una unidad. Los privilegios que obtenemos en el evangelio (la filiación, v 26; el Espíritu, v 14; la justicia perfecta, v 10; todo por nuestra unión con Cristo, v 27) son tan estupendos que tienen que superar las más grandes ventajas terrenales, merecidas o heredadas.
¿Cómo puedo menospreciar a alguien que está revestido de Cristo? ¿Cómo podría estar celoso de alguien si yo soy un hijo de Dios?
En segundo lugar, las malas noticias del evangelio crean una unidad. Como beneficiarios de la gracia sabemos que nuestras bendiciones son inmerecidas; así que el orgullo por nuestra raza, estatus o género se elimina. Sabemos que somos pecadores como todos los demás. No hay razón para pensar que somos mejores o para excluir a otros. Somos pecadores, adoptados por gracia.

Herederos por medio de Cristo

Cada versículo de esta sección extiende nuestros horizontes y conmueve nuestros corazones con todo lo que somos por medio de la fe.
El versículo 26 tiene alcance hacia arriba: ¡somos hijos del Creador! El versículo 28 abarca el mundo entero: estamos unidos con todos los demás cristianos; somos uno en Cristo sin importar cualquier cosa que el mundo sugiera que debería dividirnos.
El versículo 29 mira atrás, a través de la historia. Al revestirnos de Cristo por medio de la fe, ustedes “son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa”. Todo lo que Dios le prometió a Abraham lo ha cumplido y lo cumplirá en Su Hijo, Jesús; y también todo lo que Dios prometió, nosotros lo disfrutaremos como Sus hijos adoptados.
Keller, Timothy. Gálatas para Ti (La Palabra de Dios para Ti nº 1) (Spanish Edition) . Poiema Publicaciones. Edición de Kindle.
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