La importancia de la Oracion
El pasaje más directo sobre la cuestión de la oración colectiva es la gran promesa de Cristo que se recoge en Mateo 18:19–20. Aunque se expresa como una promesa, en realidad es un mandamiento y una instrucción. En realidad, no es ni más ni menos que una ordenanza. El Señor dijo: “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Cuando el Señor pronunció esas palabras, estaba instruyendo a los discípulos sobre los asuntos de la Iglesia, en particular sobre cómo tratar la mala conducta dentro de la misma.
por qué muchos creyentes no llegan a comprender la trascendental importancia de la reunión de oración?
Hasta el día de hoy, el culto de oración es la reunión menos considerada en el programa de la iglesia. Los pastores suelen quejarse, con frecuencia, de que un gran número de miembros no asisten nunca a ella mientras otros se ausentan con más frecuencia de lo que acuden. Es, sin lugar a dudas, la reunión menos importante y menos popular en muchas iglesias. En el plano teórico, muchos creyentes están de acuerdo con el hecho de que la reunión de oración es la “central eléctrica” de la iglesia. ¿Pero cuántos lo piensan realmente? Si todos lo creyeran, así todos los cultos de oración estarían abarrotados.
En Isaías 56:7 hay un texto profético sobre este tema. Dios declara que la Iglesia de la era futura del evangelio se caracterizará por la oración común. Dice: “… porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos”. Esto habla claramente del tiempo en que los gentiles escucharan la Palabra y se convirtieran. Ellos —dice el Señor— se regocijarán “en mi casa de oración”. La voluntad de nuestro Señor y Redentor es que su pueblo se distinga por orar juntos. Esta es la razón por que las iglesias de los antiguos países soviéticos llaman a sus capillas “casas de oración”.
El pasaje más directo sobre la cuestión de la oración colectiva es la gran promesa de Cristo que se recoge en Mateo 18:19–20. Aunque se expresa como una promesa, en realidad es un mandamiento y una instrucción. En realidad, no es ni más ni menos que una ordenanza. El Señor dijo: “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Cuando el Señor pronunció esas palabras, estaba instruyendo a los discípulos sobre los asuntos de la Iglesia, en particular sobre cómo tratar la mala conducta dentro de la misma.
la reunión de oración es necesaria y ordenada por Dios porque entrena a la iglesia en el desarrollo de la fe, la confianza y las expectativas de grandes cosas. El Señor dijo a los discípulos cuando estaban en el pozo de Sicar: “Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Jn. 4:35). La reunión de oración tiene el mismo efecto que la exhortación. Hace que levantemos nuestros ojos hacia la cosecha. Piensa por un momento en lo que consigue la oración en unidad. Centra las mentes de las personas en una escala más amplia de bendiciones, a saber, las relaciones de Dios con toda una congregación. Alza nuestros horizontes a una esfera más alta y esto, casualmente, nos da una mejor perspectiva para nuestras circunstancias personales.
Qué tipo de oraciones son adecuadas para las reuniones de oración? Las palabras de Cristo nos indican la dirección correcta. Él dijo: “… si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que PIDIEREN…”. La reunión ordenada por Cristo es, ante todo, una reunión de petición. Para mantener este punto vital en mente, las pasadas generaciones de cristianos la han llamado “reunión de petición”. La palabra griega pedir significa esto exactamente. Quiere decir implorar, rogar, desear ardientemente, anhelar, suplicar y pedir. La reunión de oración es principalmente para centrarnos en las cosas que necesitamos.
Por obvio que esto pueda parecer, a menudo se esfuma de nuestra mente. En vez de pedir por la solución de las necesidades específicas (“cosas” es la palabra que el Señor utiliza), los amigos bien intencionados se concentran a veces en exaltar su grande y glorioso nombre, y en adorarle por sus atributos y hechos poderosos. De esta manera, la reunión se convierte más bien en una reunión de adoración en lugar de un culto de petición
Es importante que repasemos algunos aspectos de cómo orar en una reunión de oración. En primer lugar, deberíamos orar creyendo y con fervor. Deberíamos creer en la oración como medio real y en su eficacia, como ya hemos visto anteriormente. Debemos orar como personas que verdaderamente creen que Cristo está presente y que el Padre está escuchando. Sin grandes dramas, pero con un verdadero deseo debemos orar como niños que anhelan convencer a su Padre.
En cuarto lugar, la oración colectiva debería dirigirse siempre al Padre y se tendría que ofrecer en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, nuestro Salvador, porque este es el ejemplo y la regla que tenemos en las Escrituras. En Mateo 6 el Salvador dice varias veces que deberíamos dirigir nuestras oraciones al Padre y el modelo que tenemos comienza así: “Padre nuestro”. En la reunión de oración de Hechos 4:24–30 oraron al Padre en el nombre del Hijo. En Efesios 5:20 se nos da la regla: “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. (Esta instrucción se repite en Colosenses 3:17). En 1 Pedro 2:5,