La Iglesia y su Proposito (II)

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La Iglesia y su propósito (II)

La iglesia es una comunidad de creyentes que reconocen a Cristo como Salvador y le sirven como Señor, y que se han unido entre sí para un gran fin y misión. La iglesia es el pueblo de Dios en misión.
La única razón de ser para la existencia de la iglesia en el mundo es la misión. La razón de ser de la iglesia es la misión. Este es el propósito fundamental por el cual Cristo constituyó a su iglesia en el mundo. Se trata básicamente de un propósito de carácter misionológico.
La iglesia es una comunidad de creyentes que reconocen a Cristo como Salvador y le sirven como Señor, y que se han unido entre sí para un gran fin y misión. La iglesia es el pueblo de Dios en misión. El pueblo de Dios es (o debe ser) el pueblo misionero de Dios, porque la misión es la esencia de la iglesia. La única razón de ser para la existencia de la iglesia en el mundo es la misión. La razón de ser de la iglesia es la misión. Este es el propósito fundamental por el cual Cristo constituyó a su iglesia en el mundo. Se trata básicamente de un propósito de carácter misionológico.
¿Para qué constituyó Jesús a la iglesia cristiana? Es claro que la finalidad suprema para haber creado a la iglesia fue que ésta llegara a ser el objeto y el medio por el cual Dios fuese glorificado para siempre.
DAR A CONOCER LA VERDAD

¿Para qué constituyó Jesús a la iglesia cristiana? Es claro que la finalidad suprema para haber creado a la iglesia fue que ésta llegara a ser el objeto y el medio por el cual Dios fuese glorificado para siempre

Lo primero que podemos decir en respuesta a la pregunta sobre el propósito de la iglesia es que Jesús constituyó la iglesia para dar a conocer la verdad. Esta verdad no es cualquiera, sino la verdad de Dios tal como se nos ha dado a conocer a través de Cristo Jesús.
La verdad es el mensaje de la iglesia
La verdad es el tema central del mensaje de la iglesia. Bien lo expresó Jesús en aquellas famosas palabras suyas:
Juan 14.6 LBLA
6 Jesús le dijo*: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.
Es, pues, a Cristo, a quien la iglesia proclama en términos indubitables e inequívocos.
La iglesia no se proclama a sí misma ni anuncia un evangelio que ella misma ha fabricado.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida” (). Es, pues, a Cristo, a quien la iglesia proclama en términos indubitables e inequívocos. La iglesia no se proclama a sí misma ni anuncia un evangelio que ella misma ha fabricado. No es la misión de la iglesia presentarse ella misma al mundo como puerta de salvación o sus enseñanzas y prácticas religiosas como las fórmulas efectivas para cambiar al mundo
No es la misión de la iglesia presentarse ella misma al mundo como puerta de salvación o sus enseñanzas y prácticas religiosas como las fórmulas efectivas para cambiar al mundo, Es y será solo el evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
1 Corintios 1.23 LBLA
23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles;
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Manuel Gutiérrez-Marín: “La iglesia no dispone, … de un mensaje propio al cual ella pudiera añadir o quitar por propia voluntad. El contenido de la predicación de la iglesia ha sido ya prescrito y concretamente determinado por la revelación de Dios. De la iglesia no se espera otra cosa en los cielos, sino que sea fiel.
La verdad es el mensaje que debe ser proclamado por la iglesia. Esta verdad es Jesucristo, y él es la Palabra que debe ser predicada. Esta verdad es la Persona que debe ser presentada a fin de que el mundo crea y sea salvo. La realidad es que por haber presentado verdades humanas, muchas veces los perdidos se han quedado sin conocer a la única verdad que les puede dar una vida nueva: Jesucristo.
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La iglesia da a conocer la verdad cuando evangeliza
Es por esto que la evangelización, después de la adoración, es la tarea suprema de la iglesia y el centro mismo de todo su trabajo en el mundo.
La misión primaria de la iglesia en todos los tiempos y en todos los contextos es dar testimonio de la obra de Jesucristo.
La implementación de esta misión constituye el tema principal del libro de los Hechos.
Sin embargo, nótese que se trata de evangelización y no de cristianización o educación.
No es cualquier comunicación de información, ni siquiera de carácter religioso. Más bien se trata del testimonio integral de la experiencia que el creyente y la iglesia tiene de Jesucristo. No es, pues, sólo lo que se dice o la verdad que se pronuncia, sino también lo que se vive, es decir, la verdad que se encarna.
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El ejemplo de todos los días de ese testimonio vivido por cristianos obedientes en todas las esferas de vida es quizás la forma de testimonio más poderosa y más persuasiva.
La iglesia evangeliza en obediencia al claro mandato de su Señor, que indicó:
Marcos 16.15 LBLA
15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El mandato de ir con el mensaje de la verdad tal como se dio a conocer en Jesús es ineludible para la iglesia. Si no obedecemos, nuestra propia existencia como iglesia está amenazada.
Hechos de los Apóstoles 4.12 NTV
12 »¡En ningún otro hay salvación! Dios no ha dado ningún otro nombre bajo el cielo, mediante el cual podamos ser salvos».
La iglesia responde a su deber de evangelizar de diversas maneras. Lo hace a través del testimonio personal y colectivo de los creyentes. Lo hace mediante la oración y la ofrenda. La proclamación del evangelio del reino no está confinada solamente a las palabras.
OFRECER ADORACIÓN A DIOS
Jesús constituyó la iglesia para ofrecer a Dios adoración. El pueblo de Dios es llamado a ser una comunidad adoradora.
En realidad, más que una adoración mejor o más abundante, lo que Dios está buscando son más adoradores, hombres y mujeres que lo adoren
Juan 4.24 LBLA
24 Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad.
A lo largo de todo el Nuevo Testamento el énfasis es el mismo. Los cristianos hemos sido redimidos por Cristo con este propósito: ser un pueblo adorador.
Pablo reconoció esta verdad fundamental cuando nos dice:
Efesios 1.4–6 LBLA
4 según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de El. En amor 5 nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado.
).
Sin embargo, debemos admitir que en la experiencia concreta de la iglesia no siempre nos hemos caracterizado por una adoración que esté a la altura del Señor a quien reverenciamos y servimos.
Sin embargo, debemos admitir que en la experiencia concreta de la iglesia no siempre nos hemos caracterizado por una adoración que esté a la altura del Señor a quien reverenciamos y servimos. Muchas veces la adoración se ha llevado a cabo no con la actitud de agradar a Dios, sino con miras a la satisfacción de quienes adoran o la gratificación de quienes dirigen el culto. La pregunta tantas veces repetida al término de un culto: “¿Te gustó el culto de hoy?” no hace más que poner en evidencia el carácter espurio de mucho de lo que llamamos “adoración.”
Muchas veces la adoración se ha llevado a cabo no con la actitud de agradar a Dios, sino con miras a la satisfacción de quienes adoran o la gratificación de quienes dirigen el culto.
La pregunta tantas veces repetida al término de un culto: “¿Te gustó el culto de hoy?” no hace más que poner en evidencia el carácter espurio de mucho de lo que llamamos “adoración.”
El significado de la adoración
La palabra griega para adoración es proskuneo, que literalmente significa “besar la mano de alguien que es reverenciado” o “reverenciar a alguien.”
Si un miembro de la iglesia primitiva iba a tener una audiencia con Jesús, y quería adorar a su Señor, él se acercaría lo suficiente como para besar su mano.
Notemos que el concepto neotestamentario de adoración involucra proximidad e intimidad.
El Dios que era remoto e inalcanzable bajo el viejo pacto, ahora en el nuevo pacto está cerca y puede ser alcanzado con confianza, y sin el menor temor de ser rechazado
Hebreos 4.14–16 LBLA
14 Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. 16 Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.
Esta es la razón por la que la verdadera adoración es la expresión de una relación de amor.
Esta es la razón por la que la verdadera adoración es la expresión de una relación de amor. La adoración cristiana presupone una relación, lo cual implica que quien no tiene una relación personal con Dios, no puede adorarlo. Además, la adoración requiere también de una expresión pública, precisamente por ser una relación de amor y no una asociación provocada por la conveniencia, el acuerdo o la negociación.
La adoración cristiana presupone una relación, lo cual implica que quien no tiene una relación personal con Dios, no puede adorarlo.
Además, la adoración requiere también de una expresión pública, precisamente por ser una relación de amor y no una asociación provocada por la conveniencia, el acuerdo o la negociación.
William Temple: “Adoración es la sumisión de toda nuestra naturaleza a Dios. Es la perturbación de la conciencia por su santidad; el nutrimento de la mente con su verdad; la purificación de la imaginación por su belleza; la apertura del corazón a su amor; la rendición de la voluntad a su propósito—y todo esto reunido en adoración, la emoción más abnegada de la que nuestra naturaleza es capaz y por lo tanto el remedio principal para ese egocentrismo que es nuestro pecado original y la fuente de todo pecado real.
La prioridad de la adoración
La prioridad de la adoración
Ningún otro tipo de actividad, ni siguiera evangelizadora o social, puede ser un substituto de la adoración que debemos rendir a Dios por Jesucristo.
Si descuidamos esta vocación suprema, fácilmente nos transformaremos en una comunidad espiritualmente árida, careceremos de todo valor perdurable para compartir con el mundo, y deshonraremos a Dios.
Así, pues, una razón básica por la cual la iglesia existe es rendir adoración y servicio a Dios.
La adoración de la iglesia es fundamental para que ésta pueda cumplir con efectividad su misión, especialmente su tarea de evangelización y edificación
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