LA REBELDÍA DE ISRAEL Y AARÓN
Recordemos la verdadera naturaleza de los hombres a pesar de tener la vigilancia y dirección divina. Sirvase de advertencia para todo creyente en éste tiempo, al ver las acciones pasadas que tomaron como pueblo de Dios; y de ésta menera evitemos revelarnos contra el Dios que solo bien nos ha hecho. Una advertencia para el Pueblo y una advertencia para el Líder.
I.- El pueblo se dirigió tumultuosamente a Aarón, a quien le había sido confiado el Gobierno del pueblo en ausencia de Moisés: “Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros.” (V. 1)
II.- En respuesta a esto, Aarón les pide sus joyas: “Apartad los zarcillos de oro… y traédmelos” (V. 2)
III.- A continuación leemos la fabricación del becerro de oro (Vs. 3-4)
¡Con cuánta rapidez el corazón carnal retrocede de la adoración verdadera de Dios!
IV.- Después de hacer un becerro en Horeb, se postraron ante una imagen de fundición. Sal. 106: 19.
CONCLUSIONES:
Dios cumple su voluntad en el tiempo adecuado. En ocasiones el hombre no puede esperar el tiempo de Dios. La impaciencia espiritual puede llegar a ser un pecado
El peligro del culto del becerro en Sinaí se multiplicaría aun más cuando el pueblo llegara finalmente a Canaán, y Aarón, el líder religioso, no quiso oponérsele. ¿Están dispuestos los líderes hoy en día de oponerse al culto moderno de fertilidad que florece?
La tendencia hacia el sincretismo seguiría en Israel: el pueblo, buscando una fuente de revelación sensible, substituiría con una imagen creada por el hombre al Dios viviente y después lamentaría la ausencia de la dirección divina
Cuando se pierde de vista Deuteronomio 6:4–5, el resultado es infidelidad y sincretismo (cp. 1 R. 18:21).
Su acción recuerda uno de los intentos para retener la forma de la piedad sin apreciar la eficacia de ella (2 Ti. 3:5) y el sincretismo que se halla en muchos cristianos nominales.
Pero cualesquiera que haya sido su propósito, Aarón no logró ofrecer una adoración aceptable a Dios. La gente dio rienda suelta a una explosión emocional que los condujo a la idolatría y apostasía. Al día siguiente madrugaron (6) a comer y a beber… y a regocijarse. Aunque el comer y beber durante el culto era parte del plan de Dios, en este caso no hubo adoración espiritual—sólo la satisfacción de apetitos carnales.