EL SILENCIO NO ES UNA RESPUESTA

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Podemos hacer nuestros propios planes,

pero la respuesta correcta viene del SEÑOR.

2 La gente puede considerarse pura según su propia opinión,

pero el SEÑOR examina sus intenciones.

3 Pon todo lo que hagas en manos del SEÑOR,

y tus planes tendrán éxito.

El hombre propone

y Dios dispone.

2 A cada uno le parece correcto su proceder,

pero el SEÑOR juzga los motivos.

3 Pon en manos del SEÑOR todas tus obras,

y tus proyectos se cumplirán

Del hombre son las disposiciones del corazón;

Mas de Jehová es la respuesta de la lengua.

2 Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión;

Pero Jehová pesa los espíritus.

3 Encomienda a Jehová tus obras,

Y tus pensamientos serán afirmados.

Los planes son del hombre; la palabra final la tiene el Señor.
Al hombre le parece bueno todo lo que hace, pero el Señor es quien juzga las intenciones.
Pon tus actos en las manos del Señor y tus planes se realizarán.

I Corriendo sin Destino

I Corriendo sin Destino

I Corriendo sin Destino

A. Debemos comprender que Dios tiene un plan Perfecto para Nosotros
B. Y dentro de este plan perfecto, Dios tiene un trayecto, un camino, una dirección perfecta
C. Mi mayor desafío es comprender y obedecer el Plan, y para obedecer el plan necesito conocer el camino
12
12 Delante de cada persona hay un camino que parece correcto,
pero termina en muerte.
12 Hay cosas que hacemos
Hay cosas que hacemos
que nos parecen correctas,
pero que al fin de cuentas
nos llevan a la tumba.
D. Cuando no encuentro el camino, corro una carrera que no es mía
a- Cansancio, desanimo
b- Estoy en un lugar que Dios no ha proyectado para mi
c- No consigo encontra sentido en lo que hago
II Todo Destino tiene un Punto de Partida
A. El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré.
El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré.
B. Gente con Historia - 13:2 Abram se había hecho muy rico en ganado, plata y oro
Abram se había hecho muy rico en ganado, plata y oro
C. Gente con Propósito -  Han llegado a mis oídos los gritos desesperados de los israelitas, y he visto también cómo los oprimen los egipcios. 10 Así que dispónte a partir. Voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo.
9 Han llegado a mis oídos los gritos desesperados de los israelitas, y he visto también cómo los oprimen los egipcios. 10 Así que dispónte a partir. Voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo.
D. Gente con Promesa -  —Yo estaré contigo—le respondió Dios—. Y te voy a dar una señal de que soy yo quien te envía: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes me rendirán culto en esta montaña.
12 —Yo estaré contigo—le respondió Dios—. Y te voy a dar una señal de que soy yo quien te envía: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes me rendirán culto en esta montaña.
13 Pero Moisés insistió:
—Supongamos que me presento ante los israelitas y les digo: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes.” ¿Qué les respondo si me preguntan: “¿Y cómo se llama?”
14 —Yo soy el que soy—respondió Dios a Moisés—. Y esto es lo que tienes que decirles a los israelitas: “Yo soy me ha enviado a ustedes.”
Abrahan 12:1-3 Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición.
Haré de ti una nación grande,
y te bendeciré;
haré famoso tu nombre,
y serás una bendición.
3 Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!»
y maldeciré a los que te maldigan;
¡por medio de ti serán bendecidas
todas las familias de la tierra!»
III El peligro de tomar mis propias decisiones y elegir mi ruta
A.  Sansón descendió a Timnat y vio allí a una joven filistea. 2 Cuando él volvió, les dijo a sus padres:
14 Sansón descendió a Timnat y vio allí a una joven filistea. 2 Cuando él volvió, les dijo a sus padres:
—He visto en Timnat a una joven filistea; pídanla para que sea mi esposa.
3 Pero sus padres le dijeron:
—¿Acaso no hay ninguna mujer aceptable entre tus parientes, o en todo nuestro pueblo, que tienes que ir a buscar una esposa entre esos filisteos incircuncisos?
Sansón le respondió a su padre:
—¡Pídeme a ésa, que es la que a mí me gusta!
B. Mis decisiones involucran los míos Jueces 14

8 Pasado algún tiempo, cuando regresó para casarse con ella, se apartó del camino para mirar el león muerto, y vio que había en su cadáver un enjambre de abejas y un panal de miel. 9 Tomó con las manos un poco de miel y comió, mientras proseguía su camino. Cuando se reunió con sus padres, les ofreció miel, y también ellos comieron, pero no les dijo que la había sacado del cadáver del león.

C. Pacto, Alianza,
Que fue una insensatez enamorarse de una filistea. ¿Cómo es posible que un israelita, más aún, un nazareo, dedicado enteramente a Dios, desee hacerse una carne con una adoradora de Dagón?
D. Consejo - No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos?» (v. 3)
No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos?» (v. 3)
IV En el año de superación mi mayor desafío será no salir de la Ruta
A. 9 Se había perdido mucho tiempo, y era peligrosa la navegación por haber pasado ya la fiesta del ayuno. Así que Pablo les advirtió: 10 «Señores, veo que nuestro viaje va a ser desastroso y que va a causar mucho perjuicio tanto para el barco y su carga como para nuestras propias vidas.» 11 Pero el centurión, en vez de hacerle caso, siguió el consejo del timonel y del dueño del barco. 12 Como el puerto no era adecuado para invernar, la mayoría decidió que debíamos seguir adelante, con la esperanza de llegar a Fenice, puerto de Creta que da al suroeste y al noroeste, y pasar allí el invierno.
9 Se había perdido mucho tiempo, y era peligrosa la navegación por haber pasado ya la fiesta del ayuno. Así que Pablo les advirtió: 10 «Señores, veo que nuestro viaje va a ser desastroso y que va a causar mucho perjuicio tanto para el barco y su carga como para nuestras propias vidas.» 11 Pero el centurión, en vez de hacerle caso, siguió el consejo del timonel y del dueño del barco. 12 Como el puerto no era adecuado para invernar, la mayoría decidió que debíamos seguir adelante, con la esperanza de llegar a Fenice, puerto de Creta que da al suroeste y al noroeste, y pasar allí el invierno.
La tempestad
13 Cuando comenzó a soplar un viento suave del sur, creyeron que podían conseguir lo que querían, así que levaron anclas y navegaron junto a la costa de Creta. 14 Poco después se nos vino encima un viento huracanado, llamado Nordeste, que venía desde la isla. 15 El barco quedó atrapado por la tempestad y no podía hacerle frente al viento, así que nos dejamos llevar a la deriva. 16 Mientras pasábamos al abrigo de un islote llamado Cauda, a duras penas pudimos sujetar el bote salvavidas. 17 Después de subirlo a bordo, amarraron con sogas todo el casco del barco para reforzarlo. Temiendo que fueran a encallar en los bancos de arena de la Sirte, echaron el ancla flotante y dejaron el barco a la deriva. 18 Al día siguiente, dado que la tempestad seguía arremetiendo con mucha fuerza contra nosotros, comenzaron a arrojar la carga por la borda. 19 Al tercer día, con sus propias manos arrojaron al mar los aparejos del barco. 20 Como pasaron muchos días sin que aparecieran ni el sol ni las estrellas, y la tempestad seguía arreciando, perdimos al fin toda esperanza de salvarnos.
21 Llevábamos ya mucho tiempo sin comer, así que Pablo se puso en medio de todos y dijo: «Señores, debían haber seguido mi consejo y no haber zarpado de Creta; así se habrían ahorrado este perjuicio y esta pérdida. 22 Pero ahora los exhorto a cobrar ánimo, porque ninguno de ustedes perderá la vida; sólo se perderá el barco. 23 Anoche se me apareció un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo, 24 y me dijo: “No tengas miedo, Pablo. Tienes que comparecer ante el emperador; y Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo.” 25 Así que ¡ánimo, señores! Confío en Dios que sucederá tal y como se me dijo. 26 Sin embargo, tenemos que encallar en alguna isla.»
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