La iglesia de Cristo, un solo Cuerpo
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Transcript
Introducción
Desarrollo
Es muy interesante lo que Pablo escribe en estos versículos, pues lo ha estado preparando desde los capítulos anteriores. Pablo dividió toda la carta en cinco secciones, en las cuales desglosa todas las doctrinas referentes a nuestra salvación:
· Condición humana (1.18-3.20)
· Justificación por la fe (3.21-5.21)
· Santificación (6.1-8.39)
· Restauración del pueblo de Israel (9.1-11.36)
· Aplicación (12.1-15.13)
Y es en este contexto en donde nuestro pasaje entra: la vida cristiana y su práctica. Dice en el verso 1 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.”. En otras palabras, está diciendo: “Ya que Dios ha mostrado su bondad (cap. 1-11) preséntense cada uno de ustedes como sacrificio al Señor. Entréguense completamente a Él, pues esa es la correcta manera de adorarlo. Y continua en el verso dos, diciendo: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Es decir, no adopten la forma de vivir del mundo, sino que dejen que su manera de pensar sea transformada por Dios para que comprueben cuál es su voluntad para con ustedes.
Y teniendo en mente esto, es que pasa al versículo 3 al 8, los cuales vamos a estudiar el día de hoy. He puesto como título al sermón “La Iglesia de Cristo, un solo cuerpo” porque pienso que como creyentes en el Señor hemos llegado a olvidar nuestra identidad como comunidad cristiana. Es probable que hemos tenido una idea equivocada de lo que la Iglesia significa. Y por no saber lo que significa la iglesia, es por lo que la iglesia no crece. Por eso, mi oración es que podamos entender el plan del Señor para la iglesiam, y nuestra responsabilidad como ciudadanos del reino de Dios.
En primer lugar, veremos que, por ser un cuerpo, debe de haber humildad en los miembros.
1. Un cuerpo: Humildad en los miembros (v. 3)
1. Un cuerpo: Humildad en los miembros (v. 3)
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”
Es interesante cómo el apóstol Pablo, después de haber mandado a que vivamos para el Señor, mencione que no debe de haber orgullo en la vida de los hermanos.
a. “La autoridad que me ha sido dada”
Notemos que hace referencia a la “gracia que me es dada”. Esta palabra “gracia” hace referencia a algo que no es merecido. En este caso, “especialmente en el favor el cual alguien inferior encuentra a los ojos de su superior”. Me gusta como lo traduce la NTV, “Basado en el privilegio y la autoridad que Dios me ha dado” (NTV, énfasis añadido).
Pablo habla severamente acerca de su llamado, y noten cómo lo expresa la Nueva Traducción Viviente:
“Les escribo, yo, el apóstol Pablo. No fui nombrado apóstol por ningún grupo de personas ni por ninguna autoridad humana, sino por Jesucristo mismo y por Dios Padre, quien levantó a Jesús de los muertos...” (y más adelante lo retoma) “Pero aun antes de que yo naciera, Dios me eligió y me llamó por su gracia maravillosa. Luego le agradó revelarme a su Hijo para que yo proclamara a los gentiles la Buena Noticia acerca de Jesús. Cuando esto sucedió, no me apresuré a consultar con ningún ser humano... Declaro delante de Dios que no es mentira lo que les escribo.” (v. 15, 20)
Que interesante. Pablo, defendiendo su posición ante la gente. Y podríamos pensar que por esta manera de hablar, Pablo estaba siendo un poco arrogante por la defensa que está poniendo. Hace tiempo conocí a un hermano en mi iglesia que conocía mucho de la Palabra. Yo admiraba mucho a ese hermano por su inteligencia y capacidad de enseñar; incluso podíamos hablar como amigos y bromear. Pero cuando lo nombraron pastor de una congregación su actitud hacia la gente cambió. Incluso pedía que ya no bromearan como antes con el porque era una falta de respeto para con él, porque era pastor. Qué triste.
Hace tiempo conocí a un hermano en mi iglesia que conocía mucho de la Palabra. Yo admiraba mucho a ese hermano por su inteligencia y capacidad de enseñar; incluso podíamos hablar como amigos y bromear. Pero cuando lo nombraron pastor de una congregación su actitud hacia la gente cambió. Incluso pedía que ya no bromearan como antes con el porque era una falta de respeto para con él, porque era pastor. Qué triste.
Bueno, pero Pablo no está haciendo eso. Sino que nos enseña la verdadera manera de vernos a nosotros mismos como miembros de la congregación.
“pensar con cordura”
Pablo les exhorta a los hermanos romanos a que piensen con humildad. Manda que cada miembro en la congregación “no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura” (v. 3). John McArthur lo dijo de esta manera:
“El liderazgo en la iglesia no es un manto de posición elevada que se confiere a la aristocracia de la iglesia. Tampoco se obtiene por antigüedad, se compra con dinero o se hereda por medio de lazos familiares.”
No. Como creyentes, como miembros del cuerpo de Cristo no debemos considerarnos como importantes o superiores. De nuevo, ni siquiera por ser creyentes tendremos que jactarnos. Hemos sido salvados por la gracia de Dios, porque a Dios le plació salvarnos. No es que haya visto algo bueno en nosotros, ni porque sabía que íbamos a creer en Él.
Lo mismo sucede al estar dentro de una iglesia. No debemos tener un “concepto” más elevado de nosotros mismos, que del que debemos tener. Como dijo Pablo: “por la gracia de Dios soy lo que soy” (). ¿Acaso por ser seminarista he de pensar que soy más importante que ustedes? ¿Es porque oramos más y leemos más la Biblia que merecemos un trato más especial? ¿Porque eres quien ha estado más tiempo en la iglesia eres más importante o tienes más autoridad? No es así como funciona. Así como Jesús le dijo a Pedro: “Sobre esta piedra (la declaración de Pedro) edificaré mi iglesia” ().
Mas bien, como creyentes debemos pensar de nosotros “según la medida de fe que Dios repartió a cada uno”.
“según la medida de fe”
[1] John McArthur, El plan del Señor para la iglesia, trad. por José Luis Martínez, (Gran Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2005), 13.
Esto es muy importante porque como seres humanos, nuestra tendencia es querer sentirnos autosuficientes, o importantes. El corazón nuestro, totalmente depravado, busca robarle la gloria a Dios, y exaltarse a sí mismo. Vemos esto en el Edén, cuando Eva “quiso la sabiduría que (el fruto) le daría” (, NTV), y prefirió la mentira de Satanás en lugar de la gloria de Dios. Es por ello que la “medida de fe” que se menciona en el versículo 3 se refiere a un “parámetro con el cual medirnos” (John Sttot, El mensaje de Romanos, 378); un espejo por medio del cual sepamos quiénes somos realmente. Para que mirando y entendiendo la gracia de Dios, nuestro orgullo quede destruido.
Es por ello por lo que el evangelio es “poder de Dios para salvación” (), porque a través de él, el Espíritu Santo convence a nuestro corazón de nuestra condición perdida, y nos muestra la gloriosa cruz de Cristo. Un escritor lo explicó de esta manera:
Cuando los cristianos se miden a sí mismos por sí solos (o comparándose con otros cristianos, o con sus vecinos paganos), evidencian su falta de entendimiento, y con seguridad que van a adquirir una opinión demasiado alta (o demasiado baja) de sí mismos; en cambio, cuando se miden por las normas que Dios les ha proporcionado en su fe, entonces adquieren... una estimación sobria y real de sí mismos como... pecadores revelados en su verdadera dimensión por el juicio de la cruz, y también como objetos de la inmerecida y triunfante misericordia de Dios en Jesucristo.[1]
Como cristianos esa debe ser nuestra mentalidad. Debemos pensar de nosotros como la Biblia lo muestra: criaturas caídas y corrompidas por el pecado, inmerecidos del perdón de Dios, pero redimidas por la sangre de Cristo en la cruz. ¿Piensas tú así de ti, o crees que eres alguien importante en la iglesia del Señor?
Hermanos, somos un cuerpo, y por ello debe de haber humildad entre sus miembros. Pero también, al igual que debe haber humildad, debe de haber unidad en los miembros.
2. Un cuerpo: Unidad en los miembros (v. 4-5)
2. Un cuerpo: Unidad en los miembros (v. 4-5)
Los pingüinos Emperador son criaturas sumamente increíbles. Cuando pequeño vi una película que se llama “La marcha de los pingüinos”, el cual era un documental que mostraba la vida de ese pingüino en particular. Me impactó mucho notar el espíritu unido que tiene este animal. En la Antártica solo existen dos estaciones en el año, invierno y verano. Durante el verano hay luz las 24 horas, y durante el invierno hay oscuridad durante 6 meses. Durante el invierno, con temperaturas extremadamente bajas, los machos están cuidando sus huevos mientras las hembras van a conseguir alimento. Lo impactante de ellos es que cuando llegan el frío, los pingüinos se juntan y hacen una gran masa de pingüinos para mantener el calor entre ellos. Si algún pingüino se sale del grupo el frío entra, y vuelven a formar el grupo para evitar que los huevos se congelen.
“todos los miembros”
De la misma manera, como iglesia de Cristo, debemos actuar así unos con otros y para con todos. Pablo hace una comparación de la iglesia con el cuerpo humano. Es decir, un organismo que está unido por diferentes órganos que coexisten y colaboran para ayudarse mutuamente para su crecimiento. Esta idea no está únicamente en Romanos, sino que también nos dice que Cristo es “la cabeza del cuerpo, que es la iglesia”; declara que nosotros somos “el cuerpo de Cristo”. Pero en Pablo describe que “ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo”.
Esto significa que tanto tú, amado hermano, que estás en Estados Unidos, como yo que soy mexicano, como aquel que vive en Colombia, India o África, por la fe en Cristo, venimos a ser parte del cuerpo de Cristo. La iglesia universal de Cristo. Como decía un escritor:
“Los cristianos, como los diversos miembros de un solo cuerpo, si bien difieren entre sí y tienen funciones diversas, todos se necesitan mutuamente y tienen la misma obligación de servirse mutuamente, por cuanto todos pertenecen a un mismo todo único.”
Es a través del evangelio que somos más que conocidos, más que amigos. Somos hermanos en Cristo, de igual forma aquellos que en este mismo momento están alabando y adorando al mismo Dios en Europa o Asia. ¡Bendito evangelio que nos une! Nosotros somos UN cuerpo EN CRISTO
Ahora bien, ¿qué significa esa frase “en Cristo”?
“en Cristo”
Voy a hacer más énfasis en esto, puesto que, si somos un cuerpo en Cristo, debemos entender que implica esto. Esta frase habla de nuestra unidad a Cristo, de nuestra identificación con Cristo. ¿Qué significa esto? Tú y yo estábamos en una miserable condición a causa del pecado de Adán, y por nuestro pecado. Cuando Adán decidió desobedecer a Dios y comer del fruto, tú y yo en Adán decidimos lo mismo. ¿Cómo funciona esto? Es como si Adán fuera representante ante Dios. Lo que hizo él, fue como si nosotros lo hubiésemos hecho. Por eso, cuando Adán pecó, nosotros pecamos también.
Ahora bien, lo mismo sucedió con el segundo Adán: Cristo. Como nosotros no cumplimos las demandas de Dios, Él envió a Jesucristo para que fuera nuestra representante ante Dios. Entonces, cuando Jesús murió en la cruz, es como si nosotros hubiésemos muerto en la cruz por nuestro pecado, y pagado la enorme deuda que teníamos ante Dios. Así, pues, cuando Jesús resucitó, nosotros también resucitamos y tenemos la deuda completamente pagada. Somos inocentes delante de Dios (justificación).
De manera que, hemos sido unidos a Él en su muerte en el momento Él murió (), ya que no somos más enemigos de Dios, sino que, en Cristo, somos adoptados como hijos suyos (; ; c.f. ), unidos a Él en una sola carne (; ).
3. Un cuerpo: Responsabilidad de los miembros v. 6-8
3. Un cuerpo: Responsabilidad de los miembros v. 6-8
REPRODUCIR VIDEO
Qué maravilloso es observar la sincronía de una orquesta sinfónica. No sé si han participado, o asistido a una, pero es realmente asombroso lo que se hace en esos lugares. Lo que me llama más la atención es que cada uno de los integrantes de la orquesta tiene una función en específico. Por ejemplo, en el video se puede ver que había una persona tocando el pandero a un ritmo y un volumen diferente. Podríamos pensar que aquella persona no es importante como los que tocan los violines porque no hace mucho. Pero, les puedo asegurar que sin esa persona tocando el pandero así, la orquesta no estaría completa. Es también como el bajo en las canciones de la alabanza. De manera irónica se dice que el bajo es el que menos se escucha, y es cierto. Musicalmente no debe escucharse tan fuerte. Sin embargo, al igual que el pandero en el video, si el bajo, aunque no se escucha en las canciones, sin él la canción estaría vacía.
[1] Cranfield, C. E. B. (1993). La Epistola a los Romanos (p. 284). Buenos Aires; Grand Rapids, MI: Nueva Creación; William B. Eerdmans Publishing Company.
Lo mismo sucede en la iglesia del Señor, hay “muchos miembros” (v. 4), no todos realizan la misma función. Pero, aunque no todos tienen las mismas habilidades, todos somos parte de un todo. Como Juan Calvino escribió en su comentario sobre este pasaje, y dijo:
“Creo que la sociedad y comunidad entre los cristianos no subsistiría si no fuese porque entre ellos la ayuda recíproca, haciéndose evidente, obliga a compartir con los demás lo que cada uno ha recibido.[1]
a. “Teniendo diferentes dones”
Ahora bien, notemos algo más que nos dice el pasaje. Notemos que dice “teniendo” diferentes dones. Esto significa que es algo continuo, algo que todos los oyentes (incluso Pablo) poseían. Esto es una verdad fundamental porque cada uno de nosotros, por la gracia de Dios poseemos un don para que la iglesia crezca. Gregory Ogden habla sobre la condición de la iglesia, y escribe:
“Si todos los esos millones de personas que dicen haber nacido de nuevo fueran verdaderos seguidores de Jesucristo, no viviríamos en una sociedad tan alejada de Dios”.[2]
Y más adelante cita a otro escritor, y dice que
“el problema de la sociedad estadounidense...no son los abortistas, sino la Iglesia de Cristo que no conoce la Biblia, que es desobediente, indisciplinada, y no discipula a sus miembros”[3]
Pablo, al notar que la iglesia estaba viviendo en un orgullo ministerial, escribe explicando los diferentes dones que existen, y la manera en que deberían de ejercerse dentro de la iglesia. Da una lista de ocho dones, y cómo deben desempeñarse.
i. Profecía
En primer lugar, habla acerca del don de profecía. Los profetas eran personas que Dios había utilizado desde la antigüedad para comunicar a su pueblo palabra por parte del Señor. A lo largo del tiempo del tiempo de los reyes, el Señor en su gracia mandó profetas para que hablaran al pueblo, y los exhortara por el pecado del pueblo, así como animar en los tiempos de prueba. En el Nuevo Testamento se deja de mencionar el trabajo de los profetas, puesto que Jesús era la Palabra viva de Dios, y la última revelación de Dios para su pueblo. nos dice que “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.
Pablo no se está refiriendo a lo que ahora entendemos por profecía. La comunidad neopentecostal, y los grupos pseudocristianos han distorsionado lo que el don de profecía aquí mencionado se refiere. Muchos cristianos piensan que por profecía la Biblia se refiere a cosas ocultas o que han de suceder, y que solamente se les daba a unos cuantos. Sin embargo, en .29ss nos explica Pablo que el don de profecía se podía dar en varias personas, y que es para la edificación. Es un mensaje de parte de Dios para su pueblo, con el fin de mostrarnos nuestro pecado y que volvamos a Cristo. En otras palabras, aquel que tiene el don de la profecía, es aquel que está dedicado la predicación de la Palabra.
Dice el pasaje de Romanos que, si alguno tiene el don de profecía, debía hacerlo “conforme a la medida de la fe”. Es decir, como dice en , que cuando uno esté profetizando, los demás estén juzgando lo que dice, y que dicha profecía debe de estar “de acuerdo con la revelación ya existente”[4] Y como lo dijo Juan Calvino:
“toda doctrina que no esté de acuerdo con esto debe ser declarada falsa y reprobada.”[5]
ii. Servicio
En segundo lugar, está el don del servicio. Esta palabra en griego es diakonían, de la cual se deriva la palabra diácono, que se refiere a todo aquel servidor en la iglesia.
“Originalmente se refería al trabajo del mozo que prestaba su servicio a los comensales. En el NT designa el servicio de manera muy general, desde el servicio más simple hasta el servicio que se ofrece a Dios”[6].
De manera que, aquel que tenía este don era el que estaba atento a las necesidades de la iglesia, y de la congregación.
Vayamos a y notemos algo. Lo que debe llamarnos la atención aquí es que, la misma palabra utilizada aquí para “ministerio” (διακονίᾳ) de la palabra, es la que se usa en Romanos para “servir” (διακονίᾳ). Lo que nos quiere decir que, aquel tiene el don de ver por las necesidades de los hermanos en la congregación deben enfocarse en eso, sea cual sea su función.
iii. Enseñanza
Este don me llamó la atención porque era común en la cultura judía que hubiera maestros, tanto de la Ley como aquellos maestros particulares o tutores llamados “ayos”, que estaban para preparar a los niños e instruirlos para su iniciación. Lo interesante de este don en especial es que, Pablo dice que “si eres maestro, enseña bien” (v. 4, NTV). Unas versiones traducen este pasaje agregando la palabra “doctrina” al final, dando a entender que aquel que enseña debe estar enfocado en la sana doctrina.
iv. Exhortación
A muchos les gusta este don, y muchos quisieran tenerlo. Otros más piensan que lo tienen, pero la realidad es que pocos saben lo que significa. En el idioma original dice παρακαλῶν – “el que ruega, alienta, pide, suplica, infunde aliento”. De manera que una exhortación no es otra cosa más que una palabra de aliento, suplica o animo para la persona cuando está en pecado. Y por eso, el que tiene este don, debe enfocarse en eso, en la estimulación de los hermanos.
v. Repartir
Este don específicamente se refiere compartir a través de contribuir con las necesidades[1]. ¿Cuántas necesidades hay dentro de la iglesia? ¿Cuántas personas que han pasado por diferentes situaciones han tenido apoyo por parte de nosotros, como iglesia? Hay muchas necesidades, y necesitamos de hermanos que tengan este don. Dice Pablo que se debe hacer con liberalidad. Dice Trenchard, con “una dosis especialmente fuerte de gracia y de humildad, pues al «yo carnal» le gusta destacarse y mandar”[2]
vi. Presidir
Tenía mucha duda de lo que esto significaba, pero al estudiar la palabra προϊστάμενο – (Tener autoridad sobre, cuidar, ayudar, ocuparse en, practicar, dirigir)[3] “Esto demuestra que hay líderes de iglesia («ancianos», considerado como «oficio») que no pastorean con la predicación o la enseñanza de la Palabra, pero Dios les ha capacitado con intuición, dotes de gobierno, iniciativa, discernimiento y sentido común para el gobierno de la comunidad, por lo que son muy útiles para compartir el liderato.”[4]
v. Repartir
vii. Hacer misericordia
Por último tenemos el don de la misericordia, o como lo traduce la Nueva Traducción Viviente, “el don de mostrar bondad”. Esto se ve más en aquellas personas que “tienen contacto directo y personal con los necesitados y afligidos”[5]. Vemos por ejemplo aquellas personas que con tanta facilidad y dedicación se acercan y apoyan a la gente necesitada, como enfermos o los ancianos. La condición de realizar esto es que se debe hacer “con alegría”.
Ahora, podemos acerca de la razón por la que Dios da de su gracia, y nos concede dones. Para ello debemos ir a , porque aquí nos explica la responsabilidad que tenemos como miembros de la iglesia.
Todo lo que Dios da a su iglesia es para la iglesia crezca, y se prepare para ser la novia perfecta y pura por la que Cristo ha de venir. Pero, desafortunadamente hemos descuidado lo que el Señor ha dado, y no hemos puesto en práctica los dones que el Señor nos ha dado. ¿Qué estas haciendo, amado hermano, para que la iglesia sea edificada? Hermano, si tu has creído en Jesucristo, tienes la responsabilidad y el mandato de poner en práctica. Si no lo estás haciendo, el Señor viene pronto, hermano. ¿Será hallado como aquel buen siervo fiel, que administró sabiamente lo que su Señor le había dado? ¿O será como aquel siervo malo que escondió lo que le dieron y recibió la retribución por su negligencia?
[1] Swanson, J. (1997). Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo testamento) (Edición electrónica.). Bellingham, WA: Logos Bible Software.
vi. Presidir
[2] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1595). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
[3] Tuggy, A. E. (2003). Lexico griego-español del Nuevo Testamento (p. 814). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
[4] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1595). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
vii. Hacer misericordia
[5] Cranfield, C. E. B. (1993). La Epistola a los Romanos (p. 289). Buenos Aires; Grand Rapids, MI: Nueva Creación; William B. Eerdmans Publishing Company.
Conclusión
No olviden que ustedes, los gentiles, antes estaban excluidos. Eran llamados «paganos incircuncisos» por los judíos, quienes estaban orgullosos de la circuncisión, aun cuando esa práctica sólo afectaba su cuerpo, no su corazón. En esos tiempos, ustedes vivían apartados de Cristo. No se les permitía ser ciudadanos de Israel, y no conocían las promesas del pacto que Dios había hecho con ellos. Ustedes vivían en este mundo sin Dios y sin esperanza, pero ahora han sido unidos a Cristo Jesús. Antes estaban muy lejos de Dios, pero ahora fueron acercados por medio de la sangre de Cristo.
Pues Cristo mismo nos ha traído la paz. Él unió a judíos y a gentiles en un solo pueblo cuando, por medio de su cuerpo en la cruz, derribó el muro de hostilidad que nos separaba. Lo logró al poner fin al sistema de leyes de mandamientos y ordenanzas. Hizo la paz entre judíos y gentiles al crear de los dos grupos un nuevo pueblo en él. Cristo reconcilió a ambos grupos con Dios en un solo cuerpo por medio de su muerte en la cruz, y la hostilidad que había entre nosotros quedó destruida.
Cristo les trajo la Buena Noticia de paz tanto a ustedes, los gentiles, que estaban lejos de él, como a los judíos, que estaban cerca. Ahora todos podemos tener acceso al Padre por medio del mismo Espíritu Santo gracias a lo que Cristo hizo por nosotros. (, NTV).
Aplicación
Los dones que tenemos los recibimos por la gracia de Dios. Debemos aceptarlos y ejercerlos por la fe. Somos salvos “por gracia, por medio de la fe” (), y debemos vivir y servir “por gracia, por medio de la fe”. Ya que nuestros dones son de Dios, no debemos gloriarnos en ellos. Todo lo que podemos hacer es aceptarlos y usarlos para honor de su nombre.[7]
[1] Calvino, J. (2005). Comentario a la Epístola a los Romanos (p. 322). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
[2] Gregory Ogden, Discipulado que transforma: El modelo de Jesús, traducido por Dorcas González, (Barcelona, España: Editorial Clie, 2006), 33.
[3] Entrevista con Cal Thomas, Chirstianity Today, 25 de abril, 1994, citado en Gregory Ogden, Discipulado que transforma: El modelo de Jesús, traducido por Dorcas González, (Barcelona, España: Editorial Clie, 2006), 33.
[4] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1595). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
[5] Calvino, J. (2005). Comentario a la Epístola a los Romanos (p. 324). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
[6] Cevallos, J. C. (2006). Comentario Bíblico Mundo Hispano tomo 19: Romanos. (p. 207). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
[7] Wiersbe, W. W. (1983). Justos en Cristo: Estudio Expositivo de la Epístola a los Romanos (p. 124). Sebring, FL: Editorial Bautista Independiente.