Consagrando nuestras vidas
Presentar
Esta persona completa o entera ha de volverse un sacrificio vivo a Dios. Crisóstomo elocuentemente pregunta:
¿Cómo puede el cuerpo volverse un sacrificio? Que el ojo no vea nada malo, y se ha vuelto un sacrificio; que la lengua no diga nada vergonzoso, y se ha vuelto una ofrenda; que la mano no haga nada ilícito, y se ha vuelto una ofrenda quemada. No, pero aun esto no es suficiente, pues necesitamos la práctica activa del bien—la mano debe hacer caridades, la boca debe bendecir a los que maldicen, el oído debe dar atención sin cesar a las lecciones divinas. Pues un sacrificio no tiene nada impuro, un sacrificio es la primicia de otras cosas. Y por lo tanto, con nuestras manos, y nuestra boca, y todos nuestros demás miembros, traigamos primicias a Dios.
Presentar a Dios la voluntad (12:2b). La mente controla el cuerpo, y la voluntad controla la mente. Muchos creen que pueden controlar su voluntad con fuerza de voluntad, pero normalmente fracasan. (Esta fue la experiencia que tuvo Pablo en Romanos 7:15–21.) Sólo cuando rendimos la voluntad a Dios, su poder domina y nos da la fuerza de voluntad para hacer lo bueno y resistir lo malo. Así, seremos creyentes victoriosos.
Rendimos nuestra voluntad a Dios a través de la disciplina de la oración. Mientras pasamos tiempo orando, rendimos nuestra voluntad a Dios y oramos como el Señor: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Debemos llevar todo a Dios en oración, pidiendo que él haga su voluntad en todo.
Por muchos años he tratado de empezar cada día rindiendo mi cuerpo al Señor. Luego paso tiempo en su Palabra y le permito que transforme mi mente y prepare mis pensamientos para ese nuevo día. En seguida oro, y presento ante él los planes del día y le pido que obre como le parezca mejor. En particular oro por aquellas cosas que me molestan o me preocupan—y él siempre vela por mí. Para tener una buena relación con Dios, tenemos que empezar cada día rindiéndole nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra voluntad
La palabra traducida como comprobar puede significar (1) “examinar”, (2) “probar, demostrar”, (3) “aprobar” (después de examinar). En este contexto el sentido “comprobar” o “verificar” parece mejor. ¿Cuál es el resultado de la renovación constante de nuestra manera de pensar por el Espíritu? Es la comprobación o la verificación de la voluntad de Dios en nuestras vidas. No es meramente la capacidad de distinguir o discernir la voluntad de Dios sino de comprobarla en experiencia.
La voluntad de Dios se caracteriza mediante tres expresiones: buena, agradable y perfecta. Es buena en el sentido de que es lo mejor para los propósitos de Dios y, en última instancia, para nosotros mismos. Es agradable (es el mismo término que aparece en el versículo anterior para describir la ofrenda de nuestras personas a Dios) por que es lo que complace a Dios. Es perfecta porque Dios nunca se equivoca en lo que él hace en nuestra vida y en lo que permite que ocurra en la vida de su hijo.