Privilegios de ser adoptados por Dios

Al ser hijos espirituales de Dios, y habiendo recibido de parte de Él, el espíritu de adopción, podemos disfrutar de los beneficios que nuestro Padre celestial tiene para todos sus hijos. En este pasaje de las escrituras veremos los siguientes cinco privilegios al recibir la adopción de Dios:

La adopción de Dios nos da el privilegio de tener el Espíritu de Dios v.9

En el momento en que recibimos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, Él ha prometido la permanencia de su Santo Espíritu en nosotros. No hay otra forma de recibir el Espíritu de Dios si no es por medio de recibir a Cristo.

La adopción de Dios nos da el privilegio de la resurrección v.11

El poder del Espíritu Santo fue el que levanto de la muerte a nuestro Señor Jesucristo. Cuando aceptamos a Cristo y recibimos su Espíritu podemos tener la esperanza que nuestro cuerpo (que está muerto por el pecado) será resucitado nuevo y purificado.

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La adopción de Dios nos da el privilegio de ser guiados por el Espíritu de Dios v.14

El ser hijos adoptados por Dios, nos garantiza una dirección para nuestra vida. No somos resultado de la casualidad sino del plan perfecto de Dios. Los que son guiados por el Espíritu de Dios no ven conveniencias humanas, sino que ven propósitos de Dios en sus vidas.

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La adopción de Dios nos da el privilegio de clamar y comunicarnos con el Padre v.15

Una de las grandes diferencias entre el pacto de Dios con Israel, y el pacto de Dios con sus hijos por medio de Jesús, es que podemos acercarnos al Padre, ante su presencia sin ningún sacrificio, costo, ni persona. Tenemos el gran beneficio de clamar (del griego krazo) quiere decir gritar, dar voces, llamar. Quiere decir que en nuestra necesidad, angustia, en nuestras penas, nos podemos acercar a nuestro Papá.

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La adopción de Dios nos da el privilegio de tener herencia v.17

Cuando alguien esta en la condición de huerfano, quiere decir que se encuentra sin un amparo o respaldo en su vida. El diccionario lo describe como falto de alguna cosa, en especial de afecto y protección. Cuando recibimos a Cristo, somos adoptados por Dios, por lo tanto ya no estamos en condición de huerfanos, sino de hijos. Hay garantías de que contamos con protección, afecto, cuidados, y en este caso además, somos participantes de una herencia eterna, la Gloria de Dios para nosotros en la vida eterna.

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