Membresía en Familia
Membresía en la iglesia local • Sermon • Submitted
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Introducción
Introducción
La historia de Roberto (tomado de Soy Miembro de la Iglesia, edición digital. Thom Rainer, cap. 5).
“Se llamaba Roberto.
Murió hace unos años, pero si influyó en otras personas tanto como lo hizo en mí, este hombre relativamente desconocido y callado cambió el mundo.
Roberto siempre parecía estar en la iglesia. Me consta que algunos van al templo cada vez que se abren las puertas, por obligación o porque si no lo hicieran se sentirían culpables. Pero Roberto no era así. Siempre estaba alegre, siempre dispuesto a servir, siempre amable. Era evidente que amaba servir en la iglesia.
Lo mismo se podría decir de su esposa y sus dos hijos. Ellos también parecían amar a la iglesia y alegrarse de poder servir. Toda la familia era... pues, diferente. Pero distinta en el buen sentido... no sé si me entienden.
Yo era un joven hombre de negocios, de unos veinte y tantos años. Hacía tres años que me había casado y acababa de ser padre. La paternidad me cayó encima como una tonelada de ladrillos. Quería ser un buen esposo y un buen padre. Eso significaba participar en la iglesia, de verdad.
En aquel momento no lo sabía, pero Roberto me estaba observando. Estaba preocupado por mí. Le encantaba mi entusiasmo juvenil, pero sabía lo que me esperaba. Cuanto más participara, más vería las imperfecciones de la iglesia, el pastor, el personal y los demás miembros. Roberto conocía el proceso, lo había visto varias veces. Entusiasmarse con la iglesia. Participar más activamente. Descubrir las imperfecciones de la congregación. Desanimarse. Dejar la iglesia.
Roberto me tomó bajo sus alas. Cuando comenzaba a irritarme, frustrarme o desanimarrne por algo que había sucedido en la iglesia, él venía a hablar conmigo. Me explicaba que ninguna congregación es perfecta. Ningún pastor es perfecto. Ningún miembro de iglesia es perfecto. Entonces, me recordaba cariñosamente que yo también distaba mucho de la perfección.
Me explicó que debíamos descubrir el gozo de servir a la iglesia y a quienes pertenecen a ella. No se trataba de ver qué podíamos obtener de la congregación. Pertenecíamos allí para servir y cuidar a los demás. Nuestra perspectiva debería estar siempre en dar, no en recibir. Y si alguien llegaba a defraudarnos o nos hacía sentir frustrados, entonces Dios nos recordaba que debíamos orar por esa persona.
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entonces Dios nos recordaba que debíamos orar por esa persona.
Roberto me mostró que nunca alcanzaríamos la perfección de Cristo, pero que podíamos procurar asemejarnos a Él. Me recordó que Jesús murió en la cruz para salvar a los que se rebelaron contra Él. Por lo tanto, deberíamos ser capaces de amar justamente a quienes parecen más imposibles de amar en nuestra iglesia.
Gracias a la paciente enseñanza bíblica de este hombre, aprendí a amar a la iglesia local. Aprendí a amar a la gente, a pesar de sus imperfecciones. Roberto me enseñó a ver «la viga» en mi ojo (mis propias imperfecciones) antes de juzgar «la paja» en el ojo ajeno ().
Ojalá mis propios padres me hubieran enseñado a amar a la congregación local. Pero Roberto fue un gran padre espiritual para mí.
Sus dos hijos son adultos hoy y, por supuesto, sirven en sus iglesias locales y las aman, igual que su padre.
Al fin de cuentas, les enseñó bien.”
1. La Iglesia y la Familia.
1. La Iglesia y la Familia.
Encontramos en la Palabra de Dios que la familia es semejante a la iglesia.
Pablo instruye al matrimonio en su trato el uno con el otro, .
22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
Luego, Pablo clarifica la relación análogo entre la familia y la iglesia, .
32 Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.
Pablo continua su enseñanza, pero enfocando en otra relación de familia, los padres e hijos, .
1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa;3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.
La iglesia es también referida como “familia”, demostrando esta dinámica en la iglesia.
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10 Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.
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19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,
15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
“Estos pasajes nos recuerdan que, así como se supone que debemos sacrificarnos incondicionalmente por nuestras familias y amarlas, también debemos amar a la iglesia donde Dios nos haya puesto. Los integrantes de nuestra familia no son perfectos; los miembros de la iglesia, tampoco. Debemos gozarnos en servir tanto a nuestras familias como a la congregación.
Estos pasajes también nos recuerdan la importancia de la familia para la iglesia. Debemos alentar a toda la familia a ser fiel a la iglesia. Deberíamos orar en familia por nuestras iglesias. En realidad, así como nos empeñamos en amar a nuestras familias, deberíamos exhortar a cada miembro a amar intensamente a la iglesia.”
—Thom Rainer, Soy Miembro de la Iglesia, edición digital.
2. La Oración en la Familia por la Iglesia.
2. La Oración en la Familia por la Iglesia.
Pablo exhorta a siempre orar:
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18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
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17 Orad sin cesar.
1 Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba.2 Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche;3 que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán.4 Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón.5 Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.6 Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.7 Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.8 Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.9 Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,10 quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.11 Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis. 12 Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan;13 y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros.14 También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos.15 Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos.16 Estad siempre gozosos.17 Orad sin cesar.18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.19 No apaguéis al Espíritu.20 No menospreciéis las profecías.21 Examinadlo todo; retened lo bueno.22 Absteneos de toda especie de mal. 23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 24 Fiel es el que os llama, el cual también lo hará. 25 Hermanos, orad por nosotros. 26 Saludad a todos los hermanos con ósculo santo. 27 Os conjuro por el Señor, que esta carta se lea a todos los santos hermanos. 28 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. Amén.
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1 Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;2 por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.
Con nuestras familias debemos orar por la iglesia en las siguientes áreas:
protección espiritual.
protección para no caer en inmoralidad.
por la predicación de la Palabra.
por sus familias.
animo.
fortaleza física.
valor.
discernimiento.
sabiduría en la conducción de la iglesia.
“Mientras orábamos juntos por nuestra iglesia, mis tres hijos crecieron amándola. No eran ciegos a los problemas y desafíos que conlleva cualquier grupo humano congregado. Sin embargo, aprendieron a amar incondicionalmente a las personas. Así aprendieron a amar a la iglesia. Ser miembro de una congregación nos brinda la oportunidad y el honor de enseñar a nuestra familia a amar a la iglesia. Esa instrucción comienza a menudo cuando la familia se reúne para orar por la iglesia donde Dios nos ha puesto.”
—Thom Rainer, Soy Miembro de la Iglesia, edición digital.
3. La Adoración en Familia.
3. La Adoración en Familia.
Si nuestra familia esta involucrada en la iglesia, somos responsables por animarlos y guiarlos en adorar a Dios en toda área de la vida, no sólo en la iglesia, ; .
6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
17 Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.
17 Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.
o tiene familia, debe recordar que siempre hay alguno a quién le está influenciado, aún sin saberlo, .
Si uno no tiene familia, debe recordar que siempre hay alguno a quién le está influenciado, aún sin saberlo, ; .
12 Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.
6 Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes;7 presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad,8 palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros.
Si uno tiene cónyuge incrédulo, o apartado, no debe tomar la iniciativa en dejar la relación, sino de ser un testimonio de Cristo a su cónyuge, .
10 Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; 11 y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer. 12 Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. 13 Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. 14 Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos.
“Amar sin condiciones no siempre es fácil. Cuando alguien es perfecto y satisface todas nuestras necesidades aparentes, es fácil pensar que lo amamos. Pero es un amor unilateral. Lo único que importa soy yo y mis necesidades. El amor incondicional, en cambio, no depende de la respuesta. Significa que mi amor por la iglesia aumentará aun cuando no esté de acuerdo con algo o tenga que tratar con gente desagradable.
A medida que me enamoro más de mi congregación, haré todo lo posible, con el poder de Dios, para que mi familia me acompañe. Oraremos juntos por los líderes de la iglesia. Adoraremos juntos. Serviremos juntos.
Si nuestra familia se desanima o se siente insatisfecha en nuestra iglesia, nos recordaremos que el amor incondicional no siempre es fácil. Y que una persona fue el ejemplo perfecto del amor incondicional: Jesús. Él nos ama a pesar de nuestros pecados e insuficiencias, y murió en la cruz por nosotros.
«Pero Dios muestra su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros» ().”
—Thom Rainer, Soy Miembro de la Iglesia, edición digital.