LEVÁNTATE Y EDIFICA
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18 Y les conté cómo la mano de mi Dios había sido bondadosa conmigo, y también las palabras que el rey me había dicho. Entonces dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Y esforzaron sus manos en la buena obra.
MUCHAS VECES EN NUESTRO CAMINAR EN DECIMOS :
MUCHAS VECES EN NUESTRO CAMINAR EN DECIMOS :
LO QUE LA IGLESIA NECESITA ES??
LO QUE EL GOBIERNO NECESITA ES ??
NUESTRAS ESCUELAS ANDAN MAL DEBERÍAN HACER ??
ES FÁCIL ANALIZAR Y HABLAR ACERCA DE LOS PROBLEMAS DEL MUNDO.. PERO LO QUE REALMENTE NECESITAMOS SON PERSONAS QUE HAGAN ALGO AL RESPECTO.
ES FÁCIL ANALIZAR Y HABLAR ACERCA DE LOS PROBLEMAS DEL MUNDO.. PERO LO QUE REALMENTE NECESITAMOS SON PERSONAS QUE HAGAN ALGO AL RESPECTO.
ESTOS ECHOS SUCEDIERON 500 ANOS ANTES DE CRISTO.
ESTOS ECHOS SUCEDIERON 500 ANOS ANTES DE CRISTO.
LOS JUDÍOS REGRESABAN A JERUSALEM DESPUÉS DE 700 ANOS DE ESCLAVITUD EN BABILONIA ...... POR DESOBEDIENCIA Y IDOLATRÍA
LOS JUDÍOS REGRESABAN A JERUSALEM DESPUÉS DE 700 ANOS DE ESCLAVITUD EN BABILONIA ...... POR DESOBEDIENCIA Y IDOLATRÍA
NEHEMIAS ERA UN HOMBRE LEAL
NEHEMIAS ERA UN HOMBRE LEAL
LEALTAD: ES EL CUMPLIMIENTO DE AQUELLO QUE EXIGEN LAS LEYES DE LA FIDELIDAD Y EL HONOR …
LEALTAD: ES EL CUMPLIMIENTO DE AQUELLO QUE EXIGEN LAS LEYES DE LA FIDELIDAD Y EL HONOR …
2 vino Hananí, uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá, y les pregunté por los judíos, los que habían escapado y habían sobrevivido a la cautividad, y por Jerusalén.
2 vino Hananí, uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá, y les pregunté por los judíos, los que habían escapado y habían sobrevivido a la cautividad, y por Jerusalén.
3 Y me dijeron: El remanente, los que sobrevivieron a la cautividad allí en la provincia, están en gran aflicción y oprobio, y la muralla de Jerusalén está derribada y sus puertas quemadas a fuego.
2 vino Hananí, uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá, y les pregunté por los judíos, los que habían escapado y habían sobrevivido a la cautividad, y por Jerusalén.
3 Y me dijeron: El remanente, los que sobrevivieron a la cautividad allí en la provincia, están en gran aflicción y oprobio, y la muralla de Jerusalén está derribada y sus puertas quemadas a fuego.
2 vino Hananí, uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá, y les pregunté por los judíos, los que habían escapado y habían sobrevivido a la cautividad, y por Jerusalén.
3 Y me dijeron: El remanente, los que sobrevivieron a la cautividad allí en la provincia, están en gran aflicción y oprobio, y la muralla de Jerusalén está derribada y sus puertas quemadas a fuego.
4 Y cuando oí estas palabras, me senté y lloré, e hice duelo algunos días, y estuve ayunando y orando delante del Dios del cielo.
5 Y dije: Te ruego, oh Señor, Dios del cielo, el grande y temible Dios, que guarda el pacto y la misericordia para con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos,
RECONOCIÓ LA SANTIDAD DE JEHOVA
RECONOCIÓ LA SANTIDAD DE JEHOVA
PIDIO SER ESCUCHADO
PIDIO SER ESCUCHADO
CONFESO EL PECADO
CONFESO EL PECADO
INCLUYO A DIOS EN SUS PLANES Y EN SUS PREOCUPACIONES
INCLUYO A DIOS EN SUS PLANES Y EN SUS PREOCUPACIONES
PREPARO SU CORAZON Y LE DIO ESPACIO PARA OBRAR
PREPARO SU CORAZON Y LE DIO ESPACIO PARA OBRAR
COLOCO LOS RESULTADOS EN LA MANO DE DIOS
COLOCO LOS RESULTADOS EN LA MANO DE DIOS
HOY EN DÍA PODEMOS SABER POR MEDIO DEL INTERNET, TEXTO , TELEVICION LO QUE ESTA PASANDO ALREDEDOR DE NOSOTROS
HOY EN DÍA PODEMOS SABER POR MEDIO DEL INTERNET, TEXTO , TELEVICION LO QUE ESTA PASANDO ALREDEDOR DE NOSOTROS
ESTAMOS OCUPADOS CON NUESTRAS FAMILIAS.. IGLESIA.. TRABAJO.. Y CON EL MUNDO QUE NO QUEREMOS SER MOLESTADOS CON LOS SUFRIMIENTOS DE OTROS...
ESTAMOS OCUPADOS CON NUESTRAS FAMILIAS.. IGLESIA.. TRABAJO.. Y CON EL MUNDO QUE NO QUEREMOS SER MOLESTADOS CON LOS SUFRIMIENTOS DE OTROS...
NEHEMIAS ESTABA MUY CÓMODO EN EL PALACIO DEL REY, PERO NO CAYO EN COMPLACENCIA
NEHEMIAS ESTABA MUY CÓMODO EN EL PALACIO DEL REY, PERO NO CAYO EN COMPLACENCIA
1 Aconteció que en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, estando ya el vino delante de él, tomé el vino y se lo di al rey. Yo nunca había estado triste en su presencia,
2 y el rey me dijo: ¿Por qué está triste tu rostro? Tú no estás enfermo; eso no es más que tristeza de corazón. Entonces tuve mucho temor,
3 y dije al rey: Viva para siempre el rey. ¿Cómo no ha de estar triste mi rostro cuando la ciudad, lugar de los sepulcros de mis padres, está desolada y sus puertas han sido consumidas por el fuego?
4 El rey me dijo: ¿Qué es lo que pides? Entonces oré al Dios del cielo,
5 y respondí al rey: Si le place al rey, y si tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, para que yo la reedifique.
1 Aconteció que en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, estando ya el vino delante de él, tomé el vino y se lo di al rey. Yo nunca había estado triste en su presencia,
2 y el rey me dijo: ¿Por qué está triste tu rostro? Tú no estás enfermo; eso no es más que tristeza de corazón. Entonces tuve mucho temor,
3 y dije al rey: Viva para siempre el rey. ¿Cómo no ha de estar triste mi rostro cuando la ciudad, lugar de los sepulcros de mis padres, está desolada y sus puertas han sido consumidas por el fuego?
4 El rey me dijo: ¿Qué es lo que pides? Entonces oré al Dios del cielo,
5 y respondí al rey: Si le place al rey, y si tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, para que yo la reedifique.
6 Entonces el rey me dijo, estando la reina sentada junto a él: ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y le agradó al rey enviarme, y yo le di un plazo fijo.
7 Y dije al rey: Si le agrada al rey, que se me den cartas para los gobernadores de las provincias más allá del río, para que me dejen pasar hasta que llegue a Judá,
8 y una carta para Asaf, guarda del bosque del rey, a fin de que me dé madera para hacer las vigas de las puertas de la fortaleza que está junto al templo, para la muralla de la ciudad y para la casa a la cual iré. Y el rey me lo concedió, porque la mano bondadosa de mi Dios estaba sobre mí.
11 Y llegué a Jerusalén y estuve allí tres días.
12 Y me levanté de noche, yo y unos pocos hombres conmigo, pero no informé a nadie lo que mi Dios había puesto en mi corazón que hiciera por Jerusalén, y no había ningún animal conmigo excepto el animal sobre el cual iba yo montado.
13 Salí de noche por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón y hacia la puerta del Muladar, inspeccionando las murallas de Jerusalén que estaban derribadas y sus puertas que estaban consumidas por el fuego.
17 Entonces les dije: Vosotros veis la mala situación en que estamos, que Jerusalén está desolada y sus puertas quemadas a fuego. Venid, reedifiquemos la muralla de Jerusalén para que ya no seamos un oprobio.
DESDICHADAMENTE LAS MURALLAS DE PROTECCIÓN QUE RODEAN LA VIDA DE MUCHOS CRISTIANOS SE ENCUENTRAN EN LA MISMA CONDICIÓN QUE LAS MURALLAS DE JERUSALEM..
DESDICHADAMENTE LAS MURALLAS DE PROTECCIÓN QUE RODEAN LA VIDA DE MUCHOS CRISTIANOS SE ENCUENTRAN EN LA MISMA CONDICIÓN QUE LAS MURALLAS DE JERUSALEM..
ESTO SUCEDE CUANDO PONEMOS MAS ÉNFASIS O ESFUERZO EN LA PLANEASION O CONSTRUCCIÓN DE UN PROYECTO QUE EN LA MANTENSION DEL MISMO
ESTO SUCEDE CUANDO PONEMOS MAS ÉNFASIS O ESFUERZO EN LA PLANEASION O CONSTRUCCIÓN DE UN PROYECTO QUE EN LA MANTENSION DEL MISMO
LA META DE SATANÁS ES DERIVAR LAS MURALLAS DE PROTECCIÓN ESPIRITUAL ESPIRITUAL Y DE BENDICIÓN ALREDEDOR NOSOTROS
LA META DE SATANÁS ES DERIVAR LAS MURALLAS DE PROTECCIÓN ESPIRITUAL ESPIRITUAL Y DE BENDICIÓN ALREDEDOR NOSOTROS
TENEMOS QUE CONSTRUIR UNA ESTRUCTURA QUE PROPORCIONE EL AMBIENTE PROPICIO Y LA SEGURIDAD NECESARIA PARA UN DESPERTAR ESPIRITUAL
TENEMOS QUE CONSTRUIR UNA ESTRUCTURA QUE PROPORCIONE EL AMBIENTE PROPICIO Y LA SEGURIDAD NECESARIA PARA UN DESPERTAR ESPIRITUAL
TENEMOS QUE EDIFICAR Y CONSTRUIR MURALLAS DE PROTECCIÓN PARA NUESTRAS FAMILIAS , TRABAJOS, HOGARES, Y EVITAR QUE SATANÁS DESTRUYA LO QUE DIOS TE HA ENTREGADO
TENEMOS QUE EDIFICAR Y CONSTRUIR MURALLAS DE PROTECCIÓN PARA NUESTRAS FAMILIAS , TRABAJOS, HOGARES, Y EVITAR QUE SATANÁS DESTRUYA LO QUE DIOS TE HA ENTREGADO
TENEMOS QUE EDIFICAR MURALLAS DE FE Y CE MENTARLOS CON LA PALABRA DE DIOS
TENEMOS QUE EDIFICAR MURALLAS DE FE Y CE MENTARLOS CON LA PALABRA DE DIOS
NUESTROS CORAZONES DEBEN DE ESTAR CEMENTADOS CON LA PALABRA DE DIOS
NUESTROS CORAZONES DEBEN DE ESTAR CEMENTADOS CON LA PALABRA DE DIOS
1 Visión que tuvo Isaías, hijo de Amoz, concerniente a Judá y Jerusalén, en los días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.
2 Oíd, cielos, y escucha, tierra, porque el Señor habla: Hijos crié y los hice crecer, mas ellos se han rebelado contra mí.
3 El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; pero Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento.
4 ¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, generación de malvados, hijos corrompidos! Han abandonado al Señor, han despreciado al Santo de Israel, se han apartado de El.
5 ¿Dónde más seréis castigados? ¿Continuaréis en rebelión? Toda cabeza está enferma, y todo corazón desfallecido.
6 De la planta del pie a la cabeza no hay en él nada sano, sino golpes, verdugones y heridas recientes; no han sido curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.
7 Vuestra tierra está desolada, vuestras ciudades quemadas por el fuego, vuestro suelo lo devoran los extraños delante de vosotros, y es una desolación, como destruida por extraños.
8 Y la hija de Sion ha quedado como cobertizo en una viña, como choza en un pepinar, como ciudad sitiada.
9 Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado algunos sobrevivientes, seríamos como Sodoma, y semejantes a Gomorra.
10 Oíd la palabra del Señor, gobernantes de Sodoma; escuchad la instrucción de nuestro Dios, pueblo de Gomorra:
11 ¿Qué es para mí la abundancia de vuestros sacrificios? —dice el Señor. Harto estoy de holocaustos de carneros, y de sebo de ganado cebado; y la sangre de novillos, corderos y machos cabríos no me complace.
12 Cuando venís a presentaros delante de mí, ¿quién demanda esto de vosotros, de que pisoteéis mis atrios?
13 No traigáis más vuestras vanas ofrendas, el incienso me es abominación. Luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas: ¡no tolero iniquidad y asamblea solemne!
14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas señaladas las aborrece mi alma; se han vuelto una carga para mí, estoy cansado de soportarlas.
15 Y cuando extendáis vuestras manos, esconderé mis ojos de vosotros; sí, aunque multipliquéis las oraciones, no escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre.
16 Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras obras de delante de mis ojos; cesad de hacer el mal,
17 aprended a hacer el bien, buscad la justicia, reprended al opresor, defended al huérfano, abogad por la viuda.
18 Venid ahora, y razonemos —dice el Señor— aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán.
19 Si queréis y obedecéis, comeréis lo mejor de la tierra;
20 pero si rehusáis y os rebeláis, por la espada seréis devorados. Ciertamente, la boca del Señor ha hablado.
21 ¡Cómo se ha convertido en ramera la ciudad fiel, la que estaba llena de justicia! Moraba en ella la rectitud, mas ahora, asesinos.
22 Tu plata se ha vuelto escoria, tu vino está mezclado con agua.
23 Tus gobernantes son rebeldes y compañeros de ladrones; cada uno ama el soborno y corre tras las dádivas. No defienden al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.
24 Por tanto, declara el Señor, Dios de los ejércitos, el Poderoso de Israel: ¡Ah!, me libraré de mis adversarios, y me vengaré de mis enemigos.
25 También volveré mi mano contra ti, te limpiaré de tu escoria como con lejía, y quitaré toda tu impureza.
26 Entonces restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como al comienzo; después de lo cual serás llamada ciudad de justicia, ciudad fiel.
27 Sion será redimida con juicio, y sus arrepentidos con justicia.
28 Pero los transgresores y los pecadores serán aplastados a una, y los que abandonan al Señor perecerán.
29 Ciertamente os avergonzaréis de las encinas que habéis deseado, y os abochornaréis de los jardines que habéis escogido.
30 Porque seréis como encina cuya hoja está marchita, y como jardín en que no hay agua.
31 El fuerte se convertirá en estopa, y su trabajo en chispa. Arderán ambos a una, y no habrá quien los apague.
1 Lo que vio Isaías, hijo de Amoz, concerniente a Judá y Jerusalén.
2 Y acontecerá en los postreros días, que el monte de la casa del Señor será establecido como cabeza de los montes; se alzará sobre los collados, y confluirán a él todas las naciones.
3 Vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob; para que nos enseñe acerca de sus caminos, y andemos en sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor.
4 Juzgará entre las naciones, y hará decisiones por muchos pueblos. Forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.
5 Casa de Jacob, venid y caminemos a la luz del Señor.
6 Ciertamente has abandonado a tu pueblo, la casa de Jacob, porque están llenos de costumbres del oriente, son adivinos como los filisteos, y hacen tratos con hijos de extranjeros.
7 Se ha llenado su tierra de plata y de oro, y no tienen fin sus tesoros; su tierra se ha llenado de caballos, y no tienen fin sus carros.
8 También su tierra se ha llenado de ídolos; adoran la obra de sus manos, lo que han hecho sus dedos.
9 Ha sido humillado el hombre común, y ha sido abatido el hombre de importancia; pero no los perdones.
10 Métete en la roca, y escóndete en el polvo del terror del Señor y del esplendor de su majestad.
11 La mirada altiva del hombre será abatida, y humillada la soberbia de los hombres; el Señor solo será exaltado en aquel día.
12 Porque el día del Señor de los ejércitos vendrá contra todo el que es soberbio y altivo, contra todo el que se ha ensalzado, y será abatido.
13 Y esto será contra todos los cedros del Líbano altos y erguidos, contra todas las encinas de Basán,
14 contra todos los montes encumbrados, contra todos los collados elevados,
15 contra toda torre alta, contra toda muralla fortificada,
16 contra todas las naves de Tarsis y contra toda obra de arte preciada.
17 Será humillado el orgullo del hombre y abatida la altivez de los hombres; el Señor solo será exaltado en aquel día,
18 y los ídolos desaparecerán por completo.
19 Se meterán los hombres en las cuevas de las rocas y en las hendiduras de la tierra, ante el terror del Señor y ante el esplendor de su majestad, cuando se levante para hacer temblar la tierra.
20 Aquel día el hombre arrojará a los topos y a los murciélagos, sus ídolos de plata y sus ídolos de oro que se había hecho para adorarlos;
21 y se meterá en las cavernas de las rocas y en las hendiduras de las peñas, ante el terror del Señor y ante el esplendor de su majestad, cuando El se levante para hacer temblar la tierra.
22 Dejad de considerar al hombre, cuyo soplo de vida está en su nariz; pues ¿en qué ha de ser él estimado?
1 Porque he aquí, el Señor, Dios de los ejércitos, quitará de Jerusalén y de Judá el sustento y el apoyo: todo sustento de pan y todo sustento de agua;
2 al poderoso y al guerrero, al juez y al profeta, al adivino y al anciano,
3 al capitán de cincuenta y al hombre respetable, al consejero, al diestro artífice y al hábil encantador.
4 Les daré muchachos por príncipes, y niños caprichosos gobernarán sobre ellos.
5 Y el pueblo será oprimido, el uno por el otro y cada cual por su prójimo; el joven se alzará contra el anciano, y el indigno contra el honorable.
6 Cuando un hombre eche mano a su hermano en la casa de su padre, diciendo: Tú tienes manto, serás nuestro jefe, y estas ruinas estarán bajo tu mando,
7 ese día el otro se indignará, diciendo: No seré vuestro sanador, porque en mi casa no hay ni pan ni manto; no debéis nombrarme jefe del pueblo.
8 Pues Jerusalén ha tropezado y Judá ha caído, porque su lengua y sus obras están contra el Señor, rebelándose contra su gloriosa presencia.
9 La expresión de su rostro testifica contra ellos, y como Sodoma publican su pecado; no lo encubren. ¡Ay de ellos!, porque han traído mal sobre sí mismos.
10 Decid a los justos que les irá bien, porque el fruto de sus obras comerán.
11 ¡Ay del impío! Le irá mal, porque lo que él merece se le hará.
12 ¡Oh pueblo mío! Sus opresores son muchachos, y mujeres lo dominan. Pueblo mío, los que te guían te hacen desviar y confunden el curso de tus sendas.
13 El Señor se levanta para contender, está en pie para juzgar a los pueblos.
14 El Señor entra en juicio con los ancianos de su pueblo y con sus príncipes: Pues vosotros habéis devorado la viña, el despojo del pobre está en vuestras casas.
15 ¿Qué pensáis al aplastar a mi pueblo y al moler la cara de los pobres? —declara el Señor, Dios de los ejércitos.
16 Además, dijo el Señor: Puesto que las hijas de Sion son orgullosas, andan con el cuello erguido y los ojos seductores, y caminan con paso menudo haciendo tintinear las ajorcas en sus pies,
17 el Señor herirá con tiña el cráneo de las hijas de Sion, y el Señor desnudará su frente.
18 Aquel día el Señor les quitará el adorno de las ajorcas, los tocados y las lunetas,
19 los pendientes, los brazaletes y los velos,
20 las redecillas, las cadenillas de los pies, las cintas, las cajitas de perfume y los amuletos,
21 los anillos y aretes de nariz,
22 las ropas de gala, las túnicas, los mantos y las bolsas,
23 los espejos, la ropa interior, los turbantes y los velos.
24 Y sucederá que en vez de perfume aromático habrá podredumbre; en vez de cinturón, cuerda; en vez de peinado artificioso, calvicie; en vez de ropa fina, ceñidor de cilicio; cicatriz en vez de hermosura.
25 Tus hombres caerán a espada, y tus poderosos en batalla.
26 Sus puertas se lamentarán y estarán de luto; y ella, desolada, se sentará en tierra.
1 Porque siete mujeres echarán mano de un hombre en aquel día, diciendo: Nuestro pan comeremos y con nuestra ropa nos vestiremos; tan sólo déjanos llevar tu nombre, quita nuestro oprobio.
2 Aquel día el Renuevo del Señor será hermoso y lleno de gloria, y el fruto de la tierra será el orgullo y adorno de los sobrevivientes de Israel.
3 Y acontecerá que el que sea dejado en Sion y el que quede en Jerusalén será llamado santo: todos los que estén inscritos para vivir en Jerusalén.
4 Cuando el Señor haya lavado la inmundicia de las hijas de Sion y haya limpiado la sangre derramada de en medio de Jerusalén con el espíritu del juicio y el espíritu abrasador,
5 entonces el Señor creará sobre todo lugar del monte Sion y sobre sus asambleas, una nube durante el día, o sea humo, y un resplandor de llamas de fuego por la noche; porque sobre toda la gloria habrá un dosel;
6 será un cobertizo para dar sombra contra el calor del día, y refugio y protección contra la tormenta y la lluvia.
1 Cantaré ahora a mi amado, el canto de mi amado acerca de su viña. Mi bien amado tenía una viña en una fértil colina.
2 La cavó por todas partes, quitó sus piedras, y la plantó de vides escogidas. Edificó una torre en medio de ella, y también excavó en ella un lagar; y esperaba que produjera uvas buenas, pero sólo produjo uvas silvestres.
3 Y ahora, moradores de Jerusalén y hombres de Judá, juzgad entre mí y mi viña.
4 ¿Qué más se puede hacer por mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Por qué, cuando esperaba que produjera uvas buenas, produjo uvas silvestres?
5 Ahora pues, dejad que os diga lo que yo he de hacer a mi viña: quitaré su vallado y será consumida; derribaré su muro y será hollada.
6 Y haré que quede desolada; no será podada ni labrada, y crecerán zarzas y espinos. También mandaré a las nubes que no derramen lluvia sobre ella.
7 Ciertamente, la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá su plantío delicioso. El esperaba equidad, pero he aquí derramamiento de sangre; justicia, pero he aquí clamor.
8 ¡Ay de los que juntáis casa con casa, y añadís campo a campo hasta que no queda sitio alguno, para habitar vosotros solos en medio de la tierra!
9 A mis oídos el Señor de los ejércitos ha jurado: Ciertamente muchas casas serán desoladas, grandes y hermosas, pero sin moradores.
10 Porque diez yugadas de viña producirán sólo un bato de vino, y un homer de semilla producirá sólo un efa de grano.
11 ¡Ay de los que se levantan muy de mañana para ir tras la bebida, de los que trasnochan para que el vino los encienda!
12 En sus banquetes hay lira y arpa, pandero y flauta, y vino, y no contemplan las obras del Señor, ni ven la obra de sus manos.
13 Por eso va cautivo mi pueblo por falta de discernimiento; sus notables están muertos de hambre y su multitud reseca de sed.
14 Por tanto el Seol ha ensanchado su garganta y ha abierto sin medida su boca; y a él desciende el esplendor de Jerusalén, su multitud, su alboroto y el que se divertía en ella.
15 El hombre común será humillado y el hombre de importancia abatido, y los ojos de los altivos serán abatidos.
16 Pero el Señor de los ejércitos será exaltado por su juicio, y el Dios santo se mostrará santo por su justicia.
17 Entonces pacerán los corderos como en su pastizal, y en los lugares desolados de los ricos, forasteros comerán.
18 ¡Ay de los que arrastran la iniquidad con cuerdas de falsedad y el pecado como con coyundas de carretas!
19 Los que dicen: Que se dé prisa, que apresure su obra, para que la veamos; que se acerque y venga el propósito del Santo de Israel, para que lo sepamos.
20 ¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!
21 ¡Ay de los sabios a sus propios ojos e inteligentes ante sí mismos!
22 ¡Ay de los héroes para beber vino y valientes para mezclar bebidas,
23 que justifican al impío por soborno y quitan al justo su derecho!
24 Por tanto, como consume el rastrojo la lengua de fuego, y la hierba seca cae ante la llama, su raíz como podredumbre se volverá y su flor como polvo será esparcida; porque desecharon la ley del Señor de los ejércitos, y despreciaron la palabra del Santo de Israel.
25 Por esta causa se ha encendido la ira del Señor contra su pueblo, y ha extendido su mano contra ellos y los ha herido; los montes temblaron y sus cadáveres yacen como desecho en medio de las calles. Con todo esto, no se ha agotado su ira, y aún está extendida su mano.
26 Alzará estandarte a la nación lejana, y le silbará desde los confines de la tierra, y he aquí, vendrá muy pronto, con rapidez.
27 En ella nadie está cansado ni nadie se tambalea, ninguno dormita ni duerme; a ninguno se le ha desatado el cinturón de la cintura, ni se le ha roto la correa de su sandalia.
28 Sus flechas están afiladas y todos sus arcos entesados; los cascos de sus caballos son como pedernal y las ruedas de sus carros como torbellino.
29 Su rugido es como de leona, ruge como leoncillos; gruñe y atrapa la presa, y se la lleva sin que nadie la libre.
30 En aquel día gruñirá sobre ella como el bramido del mar. Si se mira hacia la tierra, he aquí, hay tinieblas y angustia; aun la luz es oscurecida por sus nubes.
1 En el año de la muerte del rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de su manto llenaba el templo.
2 Por encima de El había serafines; cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban.
3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, Santo, Santo, es el Señor de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria.
4 Y se estremecieron los cimientos de los umbrales a la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.
5 Entonces dije: ¡Ay de mí! Porque perdido estoy, pues soy hombre de labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito, porque han visto mis ojos al Rey, el Señor de los ejércitos.
6 Entonces voló hacia mí uno de los serafines con un carbón encendido en su mano, que había tomado del altar con las tenazas;
7 y con él tocó mi boca, y dijo: He aquí, esto ha tocado tus labios, y es quitada tu iniquidad y perdonado tu pecado.
8 Y oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí: Heme aquí; envíame a mí.
9 Y El dijo: Ve, y di a este pueblo: “Escuchad bien, pero no entendáis; mirad bien, pero no comprendáis.”
10 Haz insensible el corazón de este pueblo, endurece sus oídos, y nubla sus ojos, no sea que vea con sus ojos, y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se arrepienta y sea curado.
11 Entonces dije yo: ¿Hasta cuándo, Señor? Y El respondió: Hasta que las ciudades estén destruidas y sin habitantes, las casas sin gente, y la tierra completamente desolada;
12 hasta que el Señor haya alejado a los hombres, y sean muchos los lugares abandonados en medio de la tierra.
13 Pero aún quedará una décima parte en ella, y ésta volverá a ser consumida como el terebinto o la encina, cuyo tronco permanece cuando es cortado: la simiente santa será su tronco.
1 Y aconteció que en los días de Acaz, hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Judá, subió Rezín, rey de Aram, con Peka, hijo de Remalías, rey de Israel, a Jerusalén para combatir contra ella, pero no pudieron tomarla.
2 Y se dio aviso a la casa de David, diciendo: Los arameos han acampado en Efraín. Y se estremeció el corazón del rey y el corazón de su pueblo como se estremecen los árboles del bosque ante el viento.
3 Entonces el Señor dijo a Isaías: Sal ahora al encuentro de Acaz, tú, y tu hijo Sear-jasub, al extremo del acueducto del estanque superior, en la calzada del campo del Batanero,
4 y dile: “Estate alerta, y ten calma; no temas ni desmaye tu corazón ante estos dos cabos de tizones humeantes, a causa de la ira encendida de Rezín de Aram y del hijo de Remalías.
5 “Porque Aram ha tramado mal contra ti, junto con Efraín y el hijo de Remalías, diciendo:
6 ‘Subamos contra Judá y aterroricémosla, hagamos una brecha en sus murallas y pongamos por rey en medio de ella al hijo de Tabeel.’
7 “Así dice el Señor Dios: ‘No prevalecerá ni se cumplirá,
8 porque la cabeza de Aram es Damasco, y la cabeza de Damasco es Rezín (y dentro de otros sesenta y cinco años Efraín será destrozado, dejando de ser pueblo),
9 y la cabeza de Efraín es Samaria, y la cabeza de Samaria es el hijo de Remalías. Si no creéis, de cierto no permaneceréis.’ ”
10 El Señor habló de nuevo a Acaz, diciendo:
11 Pide para ti una señal del Señor tu Dios que sea tan profunda como el Seol o tan alta como el cielo.
12 Pero Acaz respondió: No pediré, ni tentaré al Señor.
13 Entonces Isaías dijo: Oíd ahora, casa de David: ¿Os parece poco cansar a los hombres, que también cansaréis a mi Dios?
14 Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel.
15 Comerá cuajada y miel hasta que sepa lo suficiente para desechar lo malo y escoger lo bueno.
16 Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, será abandonada la tierra cuyos dos reyes tú temes.
17 El Señor hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días como nunca han venido desde el día en que Efraín se apartó de Judá, es decir, al rey de Asiria.
18 Y sucederá en aquel día que el Señor silbará a la mosca que está en lo más remoto de los ríos de Egipto, y a la abeja que está en la tierra de Asiria;
19 y todas ellas vendrán y se posarán en los precipicios de las barrancas, en las hendiduras de las peñas, en todos los espinos y en todos los abrevaderos.
20 En aquel día el Señor afeitará con navaja alquilada en las regiones más allá del Eufrates, es decir, con el rey de Asiria, la cabeza y el pelo de las piernas, y también quitará la barba.
21 En aquel día cada uno criará una novilla y un par de ovejas;
22 y por la abundancia de leche que darán, comerá cuajada, porque todo el que quede en la tierra comerá cuajada y miel.
23 En aquel día, en todo lugar donde había mil vides valoradas en mil siclos de plata, habrá zarzas y espinos.
24 Se irá allá con arcos y flechas, porque toda la tierra será zarzas y espinos.
25 Y en cuanto a todas las colinas que eran cultivadas con la azada, no irás allá por temor de las zarzas y espinos; se convertirán en lugar para soltar los bueyes y para ser hollado por las ovejas.
1 Entonces el Señor me dijo: Toma para ti una tabla grande y escribe sobre ella en caracteres comunes: Veloz es el botín, rápida la presa.
2 Y tomé conmigo como testigos fieles al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo de Jeberequías.
3 Me acerqué a la profetisa, y ella concibió y dio a luz un hijo. Y el Señor me dijo: Ponle por nombre Maher-shalal-hash-baz;
4 porque antes que el niño sepa clamar “padre mío” o “madre mía”, la riqueza de Damasco y el botín de Samaria serán llevados ante el rey de Asiria.
5 Y volvió el Señor a hablarme de nuevo, diciendo:
6 Por cuanto este pueblo ha rehusado las aguas de Siloé que corren mansamente, y se ha regocijado en Rezín y en el hijo de Remalías,
7 por tanto, he aquí, el Señor va a traer sobre ellos las aguas impetuosas y abundantes del Eufrates, es decir, al rey de Asiria con toda su gloria, que se saldrá de todos sus cauces y pasará sobre todas sus riberas.
8 Fluirá con ímpetu en Judá, inundará y seguirá adelante, hasta el cuello llegará, y la extensión de sus alas llenará la anchura de tu tierra, oh Emmanuel.
9 Quebrantaos, pueblos, que seréis destrozados; prestad oído, confines todos de la tierra; ceñíos, que seréis destrozados; ceñíos, que seréis destrozados.
10 Trazad un plan, y será frustrado; proferid una palabra, y no permanecerá, porque Dios está con nosotros.
11 Pues así me habló el Señor con gran poder y me instruyó para que no anduviera en el camino de este pueblo, diciendo:
12 No digáis: “Es conspiración”, a todo lo que este pueblo llama conspiración, ni temáis lo que ellos temen, ni os aterroricéis.
13 Al Señor de los ejércitos es a quien debéis tener por santo. Sea El vuestro temor, y sea El vuestro terror.
14 Entonces El vendrá a ser santuario; pero piedra de tropiezo y roca de escándalo para ambas casas de Israel, y lazo y trampa para los habitantes de Jerusalén.
15 Muchos tropezarán allí, y caerán y serán quebrantados; serán enlazados y apresados.
16 Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos.
17 Aguardaré al Señor que esconde su rostro de la casa de Jacob; sí, a El esperaré.
18 He aquí, yo y los hijos que el Señor me ha dado estamos por señales y prodigios en Israel, de parte del Señor de los ejércitos que mora en el monte Sion.
19 Y cuando os digan: Consultad a los médium y a los adivinos que susurran y murmuran, decid: ¿No debe un pueblo consultar a su Dios? ¿Acaso consultará a los muertos por los vivos?
20 ¡A la ley y al testimonio! Si no hablan conforme a esta palabra, es porque no hay para ellos amanecer.
21 Y pasarán por la tierra oprimidos y hambrientos; y sucederá que cuando tengan hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, volviendo el rostro hacia arriba.
22 Después mirarán hacia la tierra, y he aquí, tribulación y tinieblas, lobreguez y angustia, y serán lanzados a la oscuridad.
1 Pero no habrá más lobreguez para la que estaba en angustia. Como en tiempos pasados El trató con desprecio a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí, pero después la hará gloriosa por el camino del mar al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.
2 El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz; a los que habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos.
3 Multiplicaste la nación, aumentaste su alegría; se alegran en tu presencia como con la alegría de la cosecha, como se regocijan los hombres cuando se reparten el botín.
4 Porque tú quebrarás el yugo de su carga, el báculo de sus hombros, y la vara de su opresor, como en la batalla de Madián.
5 Porque toda bota que calza el guerrero en el fragor de la batalla, y el manto revolcado en sangre, serán para quemar, combustible para el fuego.
6 Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
7 El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto.
8 El Señor envía mensaje contra Jacob, y cae sobre Israel.
9 Y todo el pueblo lo sabe, es decir, Efraín y los habitantes de Samaria, los que con arrogancia y altivez de corazón afirman:
10 Los ladrillos han caído, pero con piedras labradas reedificaremos; los sicómoros han sido cortados, pero con cedros los reemplazaremos.
11 Por tanto el Señor levanta adversarios de Rezín contra ellos, e incita a sus enemigos,
12 los arameos en el oriente y los filisteos en el occidente, que devoran a Israel a boca llena. Con todo eso no se aparta su ira, y aún está su mano extendida.
13 Pero el pueblo no ha vuelto al que los hirió, no han buscado al Señor de los ejércitos.
14 El Señor, pues, corta de Israel la cabeza y la cola, la hoja de palmera y el junco en un mismo día.
15 El anciano y venerable es la cabeza, y el profeta que enseña la mentira, es la cola.
16 Porque los que guían a este pueblo lo extravían; y los guiados por ellos son confundidos.
17 Por eso no se complace el Señor en sus jóvenes, ni se compadece de sus huérfanos ni de sus viudas; porque todos ellos son impíos y malhechores, y toda boca habla necedades. Con todo eso no se aparta su ira, y aún está su mano extendida.
18 Porque arde como fuego la impiedad, zarzas y espinos consume, y enciende la espesura del bosque; como remolino suben en columna de humo.
19 Por el furor del Señor de los ejércitos es quemada la tierra, y el pueblo es como combustible para el fuego; el hombre no perdona a su hermano.
20 Cortan de un tajo lo que está a la derecha, pero aún tienen hambre, y comen lo que está a la izquierda, pero no se sacian; cada cual come la carne de su propio brazo.
21 Manasés devora a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos están contra Judá. Con todo eso no se ha apartado su ira, y aún está su mano extendida.
1 ¡Ay de los que decretan estatutos inicuos, y de los que constantemente escriben decisiones injustas,
2 para privar de justicia a los necesitados, para robar de sus derechos a los pobres de mi pueblo, para hacer de las viudas su botín, y despojar a los huérfanos!
3 ¿Y que haréis en el día del castigo, en la devastación que vendrá de lejos? ¿A quién huiréis por auxilio? ¿Y dónde dejaréis vuestra riqueza?
4 Sólo queda encorvarse entre los cautivos o caer entre los muertos. Con todo eso no se aparta su ira, y aún está su mano extendida.
5 ¡Ay de Asiria, vara de mi ira y báculo en cuyas manos está mi indignación!
6 Contra una nación impía la envío y contra el pueblo de mi furor la mandaré, para que capture botín y tome despojos y los pisotee como el lodo de las calles.
7 Pero ella no tiene tal intento, ni piensa así en su corazón, sino que su intención es destruir y exterminar no pocas naciones.
8 Porque dice: ¿No son mis príncipes todos ellos reyes?
9 ¿No es Calno como Carquemis? ¿No es Hamat como Arfad? ¿No es Samaria como Damasco?
10 Como alcanzó mi mano los reinos de los ídolos, cuyas imágenes talladas excedían a las de Jerusalén y Samaria,
11 como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré así también a Jerusalén y a sus imágenes?
12 Y sucederá que cuando el Señor haya terminado toda su obra en el monte Sion y en Jerusalén, dirá: Castigaré el fruto del corazón orgulloso del rey de Asiria y la ostentación de su altivez.
13 Porque ha dicho: Con el poder de mi mano lo hice, y con mi sabiduría, pues tengo entendimiento; quité las fronteras de los pueblos, saqueé sus tesoros, y como hombre fuerte abatí a sus habitantes.
14 Alcanzó mi mano las riquezas de los pueblos como a un nido; como se recogen los huevos abandonados, yo junté toda la tierra, y no hubo quien aleteara ni abriera el pico ni gorgojeara.
15 ¿Ha de enaltecerse el hacha sobre el que corta con ella? ¿Ha de engrandecerse la sierra sobre el que la maneja? ¡Como si un báculo manejara a los que lo levantan, como si una vara levantara al que no es madera!
16 Por eso el Señor, Dios de los ejércitos, enviará una enfermedad extenuante entre sus robustos guerreros; y debajo de su gloria encenderá una hoguera como fuego abrasador.
17 La luz de Israel se convertirá en fuego y su Santo en llama, y quemará y consumirá sus espinos y sus zarzas en un solo día.
18 El destruirá la gloria de su bosque y de su fértil huerto, tanto el alma como el cuerpo, y será como cuando un enfermo languidece;
19 y los árboles que queden de su bosque serán tan pocos que un niño podrá contarlos.
20 Sucederá en aquel día que el remanente de Israel y los de la casa de Jacob que hayan escapado, no volverán a apoyarse más en el que los hirió, sino que en verdad se apoyarán en el Señor, el Santo de Israel.
21 Un remanente volverá, el remanente de Jacob, al Dios poderoso.
22 Pues aunque tu pueblo, oh Israel, sea como la arena del mar, sólo un remanente de él volverá; la destrucción está decidida, rebosando justicia.
23 Pues una destrucción completa, ya decretada, ejecutará el Señor, Dios de los ejércitos, en medio de toda la tierra.
24 Por tanto, así dice el Señor, Dios de los ejércitos: Pueblo mío que moras en Sion, no temas al asirio que te hiere con vara y levanta su báculo contra ti a la manera de Egipto.
25 Porque dentro de muy poco mi indignación contra ti terminará, y mi ira la dirigiré a su destrucción.
26 Y el Señor de los ejércitos levantará un azote contra él como la matanza de Madián en la peña de Oreb; su báculo estará sobre el mar y lo levantará de la manera que lo hizo en Egipto.
27 Y sucederá en aquel día que su carga será quitada de tus hombros y su yugo de tu cerviz, y el yugo será quebrado a causa de la grosura.
28 El ha venido contra Ajat, ha pasado por Migrón; en Micmas dejó su bagaje.
29 Han pasado por el desfiladero, diciendo: Geba será nuestro alojamiento. Ramá está aterrada, y Guibeá de Saúl ha huido.
30 ¡Clama a gran voz, oh hija de Galim! ¡Pon atención, Lais; desdichada de ti, Anatot!
31 Ha huido Madmena. Los habitantes de Gebim han buscado refugio.
32 Hoy mismo se detendrá él en Nob, agitará su mano contra el monte de la hija de Sion, la colina de Jerusalén.
33 He aquí, el Señor, Dios de los ejércitos, desgajará el ramaje con terrible crujido; los árboles de gran altura serán cortados, los elevados serán abatidos.
34 El cortará la espesura del bosque con hacha de hierro, y el Líbano caerá ante el Poderoso.
1 Y brotará un retoño del tronco de Isaí, y un vástago de sus raíces dará fruto.
2 Y reposará sobre El el Espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del Señor.
3 Se deleitará en el temor del Señor, y no juzgará por lo que vean sus ojos, ni sentenciará por lo que oigan sus oídos;
4 sino que juzgará al pobre con justicia, y fallará con equidad por los afligidos de la tierra; herirá la tierra con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios matará al impío.
5 La justicia será ceñidor de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.
6 El lobo morará con el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito; el becerro, el leoncillo y el animal doméstico andarán juntos, y un niño los conducirá.
7 La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas, y el león, como el buey, comerá paja.
8 El niño de pecho jugará junto a la cueva de la cobra, y el niño destetado extenderá su mano sobre la guarida de la víbora.
9 No dañarán ni destruirán en todo mi santo monte, porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar.
10 Acontecerá en aquel día que las naciones acudirán a la raíz de Isaí, que estará puesta como señal para los pueblos, y será gloriosa su morada.
11 Entonces acontecerá en aquel día que el Señor ha de recobrar de nuevo con su mano, por segunda vez, al remanente de su pueblo que haya quedado de Asiria, de Egipto, de Patros, de Cus, de Elam, de Sinar, de Hamat y de las islas del mar.
12 Alzará un estandarte ante las naciones, reunirá a los desterrados de Israel, y juntará a los dispersos de Judá de los cuatro confines de la tierra.
13 Entonces se disipará la envidia de Efraín, y los que hostigan a Judá serán exterminados; Efraín no envidiará a Judá, y Judá no hostigará a Efraín.
14 Y ellos se lanzarán sobre el costado de los filisteos al occidente, juntos despojarán a los hijos del oriente; Edom y Moab estarán bajo su dominio, y los hijos de Amón les estarán sujetos.
15 Y el Señor destruirá la lengua del mar de Egipto; agitará su mano sobre el río con su viento abrasador, lo partirá en siete arroyos y hará que se pueda pasar en sandalias.
16 Y habrá una calzada desde Asiria para el remanente que quede de su pueblo, así como la hubo para Israel el día que subieron de la tierra de Egipto.
1 Y dirás en aquel día: A ti doy gracias, oh Señor, porque aunque estabas airado conmigo, se ha apartado tu ira, y me has consolado.
2 He aquí, Dios es mi salvador, confiaré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es el Señor Dios, El ha sido mi salvación.
3 Con gozo sacarás agua de los manantiales de salvación.
4 Y aquel día dirás: Dad gracias al Señor, invocad su nombre, haced conocer entre los pueblos sus obras, haced recordar que su nombre es enaltecido.
5 Cantad alabanzas al Señor, porque ha hecho cosas maravillosas; sea conocido esto por toda la tierra.
6 Clama y grita de júbilo, habitante de Sion, porque grande es en medio de ti el Santo de Israel.
1 Profecía sobre Babilonia que tuvo en visión Isaías, hijo de Amoz:
2 Levantad estandarte sobre la colina pelada, alzad a ellos la voz, agitad la mano para que entren por las puertas de los nobles.
3 Yo he dado órdenes a mis consagrados, también he llamado a mis guerreros, a los que se regocijan de mi gloria para ejecutar mi ira.
4 Ruido de tumulto en los montes, como de mucha gente. Ruido de estruendo de reinos, de naciones reunidas. El Señor de los ejércitos pasa revista al ejército para la batalla.
5 Vienen de una tierra lejana, de los más lejanos horizontes, el Señor y los instrumentos de su indignación, para destruir toda la tierra.
6 Gemid, porque cerca está el día del Señor; vendrá como destrucción del Todopoderoso.
7 Por tanto todas las manos se debilitarán, el corazón de todo hombre desfallecerá,
8 y se aterrarán; dolores y angustias se apoderarán de ellos, como mujer de parto se retorcerán; se mirarán el uno al otro con asombro, rostros en llamas serán sus rostros.
9 He aquí, el día del Señor viene, cruel, con furia y ardiente ira, para convertir en desolación la tierra y exterminar de ella a sus pecadores.
10 Pues las estrellas del cielo y sus constelaciones no destellarán su luz; se oscurecerá el sol al salir, y la luna no irradiará su luz.
11 Castigaré al mundo por su maldad y a los impíos por su iniquidad; también pondré fin a la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los despiadados.
12 Haré al mortal más escaso que el oro puro, y a la humanidad más que el oro de Ofir.
13 Por tanto, haré estremecer los cielos, y la tierra será removida de su lugar ante la furia del Señor de los ejércitos, en el día de su ardiente ira.
14 Y será como gacela perseguida, o como ovejas que nadie reúne; cada uno volverá a su pueblo, y cada uno huirá a su tierra.
15 Cualquiera que sea hallado será traspasado, y cualquiera que sea capturado caerá a espada.
16 También sus pequeños serán estrellados delante de sus ojos; serán saqueadas sus casas y violadas sus mujeres.
17 He aquí, incitaré contra ellos a los medos, que no estiman la plata ni se deleitan en el oro;
18 con arcos barrerán a los jóvenes, no tendrán compasión del fruto del vientre, ni de los niños tendrán piedad sus ojos.
19 Y Babilonia, hermosura de los reinos, gloria del orgullo de los caldeos, será como cuando Dios destruyó a Sodoma y a Gomorra;
20 nunca más será poblada ni habitada de generación en generación; no pondrá tienda allí el árabe, ni los pastores harán descansar allí sus rebaños;
21 sino que allí descansarán los moradores del desierto, y llenas estarán sus casas de búhos; también habitarán allí los avestruces, y allí brincarán las cabras peludas.
22 Aullarán las hienas en sus torres fortificadas y los chacales en sus lujosos palacios. Está próximo a llegar su tiempo, y sus días no se prolongarán.
1 Cuando el Señor tenga compasión de Jacob, escoja de nuevo a Israel y los establezca en su propia tierra, entonces se les juntarán extranjeros que se unirán a la casa de Jacob.
2 Los tomarán los pueblos y los llevarán a su lugar, y la casa de Israel los poseerá como siervos y siervas en la tierra del Señor. Tomarán cautivos a los que los habían llevado cautivos, y dominarán sobre sus opresores.
3 Y el día en que el Señor te dé descanso de tu dolor, de tu desesperación y de la dura servidumbre a la que fuiste sometido,
4 pronunciarás esta burla contra el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo se ha acabado el opresor, y cómo ha cesado el furor!
5 El Señor ha quebrado el báculo de los impíos, el cetro de los gobernantes
6 que golpeaba con furia a los pueblos con golpes incesantes, que sometía con ira a las naciones en persecución incesante.
7 Toda la tierra está en reposo, está quieta; prorrumpe en gritos de júbilo.
8 Aun los cipreses y los cedros del Líbano se alegran a causa de ti, diciendo: “Desde que fuiste derribado, no ha subido talador contra nosotros.”
9 El Seol, desde abajo, se estremece por ti al recibirte en tu venida; por ti despierta a los espíritus de los muertos, a todos los jefes de la tierra; levanta de sus tronos a todos los reyes de las naciones.
10 Todos ellos responderán y te dirán: “También tú has sido debilitado como nosotros, has venido a ser semejante a nosotros.
11 “Han sido derribadas al Seol tu ostentación y la música de tus arpas; debajo de ti las larvas se extienden como cama, y los gusanos son tu cobertura.”
12 ¡Cómo has caído del cielo, oh lucero de la mañana, hijo de la aurora! Has sido derribado por tierra, tú que debilitabas a las naciones.
13 Pero tú dijiste en tu corazón: “Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono, y me sentaré en el monte de la asamblea, en el extremo norte.
14 “Subiré sobre las alturas de las nubes, me haré semejante al Altísimo.”
15 Sin embargo, has sido derribado al Seol, a lo más remoto del abismo.
16 Los que te ven te observan, te contemplan, y dicen: “¿Es éste aquel hombre que hacía temblar la tierra, que sacudía los reinos,
17 que puso al mundo como un desierto, que derribó sus ciudades, que a sus prisioneros no abrió la cárcel?”
18 Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con gloria, cada uno en su sepulcro.
19 Pero tú has sido echado de tu sepulcro como vástago desechado, como ropa de muertos traspasados a espada, que descienden a las piedras de la fosa, como cadáver pisoteado.
20 No estarás unido con ellos en el sepelio, porque has destruido tu tierra, has matado a tu pueblo. Que no se nombre jamás la descendencia de los malhechores.
21 Preparad para sus hijos el matadero a causa de la iniquidad de sus padres; que no se levanten y tomen posesión de la tierra, y llenen de ciudades la faz del mundo.
22 Yo me levantaré contra ellos—declara el Señor de los ejércitos—y cortaré de Babilonia nombre y sobrevivientes, descendencia y posteridad—declara el Señor.
23 La convertiré en posesión de erizos y en aguas estancadas, y la barreré con la escoba de la destrucción—declara el Señor de los ejércitos.
24 Ha jurado el Señor de los ejércitos, diciendo: Ciertamente, tal como lo había pensado, así ha sucedido; tal como lo había planeado, así se cumplirá:
25 Quebrantaré a Asiria en mi tierra, y la pisotearé sobre mis montes. Entonces su yugo se les quitará de encima, y su carga será quitada de sus hombros.
26 Este es el plan acordado contra toda la tierra, y esta es la mano que está extendida contra todas las naciones.
27 Si el Señor de los ejércitos lo ha determinado, ¿quién puede frustrarlo? Y en cuanto a su mano extendida, ¿quién puede volverla atrás?
28 El año en que murió el rey Acaz, vino esta profecía:
29 No te alegres, toda tú, Filistea, porque la vara que te hirió esté quebrada; pues de la raíz de la serpiente saldrá una víbora, y su fruto será serpiente voladora.
30 Los más débiles comerán, y los necesitados se acostarán seguros; pero haré morir de hambre tu raíz, y ésta matará tus sobrevivientes.
31 Gime, puerta; clama, ciudad; derrítete, toda tú, Filistea; porque del norte viene humo, y nadie se rezaga de sus filas.
32 ¿Cómo, pues, se responderá a los mensajeros de la nación?: Que el Señor ha fundado a Sion, y en ella buscarán refugio los afligidos de su pueblo.
1 Profecía sobre Moab. Ciertamente en una noche Ar de Moab fue devastada y destruida, ciertamente en una noche Kir de Moab fue devastada y destruida.
2 Han subido al templo y a Dibón, a los lugares altos a llorar. Sobre Nebo y sobre Medeba gime Moab; en todas sus cabezas, calvicie; toda barba, rasurada.
3 En sus calles se han ceñido de cilicio; en sus terrados y en sus plazas todos gimen, deshechos en lágrimas.
4 También claman Hesbón y Eleale, se oye su voz hasta Jahaza. Por tanto, los hombres armados de Moab gritarán, su alma tiembla dentro de él.
5 Mi corazón clama por Moab; sus fugitivos se extienden hasta Zoar y Eglat-selisiya, y suben la cuesta de Luhit llorando; ciertamente en el camino a Horonaim dan gritos de angustia por su ruina.
6 Porque las aguas de Nimrim se han agotado, ciertamente la hierba está seca, la hierba tierna ha muerto, no hay nada verde.
7 Por tanto, la abundancia que han adquirido y almacenado se la llevan al otro lado del arroyo Arabim.
8 Porque el clamor ha dado vuelta por el territorio de Moab; hasta Eglaim llega su gemir, hasta Beer-elim su gemido.
9 Porque las aguas de Dimón están llenas de sangre; ciertamente añadiré más sobre Dimón: un león sobre los fugitivos de Moab y sobre el remanente de la tierra.
1 Enviad el cordero del tributo al gobernante de la tierra, desde Sela en el desierto al monte de la hija de Sion.
2 Y como aves fugitivas o nidada dispersa, serán las hijas de Moab en los vados del Arnón.
3 Danos consejo, toma una decisión; da tu sombra como la noche en pleno mediodía; esconde a los desterrados, no entregues al fugitivo.
4 Quédense contigo los desterrados de Moab; sé para ellos escondedero ante el destructor. Porque ha llegado a su fin el explotador, ha cesado la destrucción, han desaparecido los opresores de la tierra.
5 Se establecerá en la misericordia un trono, y en él se sentará con fidelidad, en la tienda de David, un juez que busque lo justo y esté presto a la justicia.
6 Hemos oído del orgullo de Moab, un gran orgullo, de su arrogancia, de su altivez y de su furor; son falsas sus vanas jactancias.
7 Por tanto Moab gemirá por Moab; todo él gemirá. Por las tortas de pasas de Kir-hareset os lamentaréis, abatidos por completo.
8 Porque los campos de Hesbón se han marchitado, también las vides de Sibma; los señores de las naciones pisotearon sus mejores racimos, hasta Jazer alcanzaban y se extendían por el desierto; sus sarmientos se extendían y pasaban el mar.
9 Por eso lloraré amargamente por Jazer, por la viña de Sibma; te bañaré con mis lágrimas, oh Hesbón y Eleale, porque sobre tus frutos de verano y sobre tu cosecha se ha extinguido el clamor,
10 y se han retirado la alegría y el regocijo del campo fértil. En las viñas nadie canta de júbilo ni grita de alegría. No pisa vino en los lagares el pisador, pues he hecho cesar el clamor.
11 Por eso mis entrañas vibran por Moab como un arpa, y mi interior por Kir-hareset.
12 Y sucederá que cuando Moab se presente, cuando se fatigue sobre su lugar alto, y venga a su santuario para orar, no prevalecerá.
13 Esta es la palabra que el Señor habló antes acerca de Moab.
14 Pero ahora el Señor habla, diciendo: Dentro de tres años, como los contaría un jornalero, la gloria de Moab será despreciada con toda su gran muchedumbre, y su remanente será muy pequeño y débil.
1 Profecía sobre Damasco. He aquí, Damasco dejará de ser ciudad, y vendrá a ser un montón de ruinas.
2 Abandonadas están las ciudades de Aroer; serán para los rebaños, para que se echen en ellas, y no habrá quien los espante.
3 Desaparecerá la fortaleza de Efraín y la soberanía de Damasco, y el resto de Aram vendrá a ser como la gloria de los hijos de Israel —declara el Señor de los ejércitos.
4 Acontecerá en aquel día que la gloria de Jacob menguará, y enflaquecerá la gordura de su carne.
5 Será como cuando el segador recoge la mies, y su brazo cosecha las espigas; o será como el que recoge espigas en el valle de Refaim.
6 Pero quedarán en él rebuscos como cuando se varea el olivo: dos o tres aceitunas en la rama más alta, cuatro o cinco en las ramas de un árbol fructífero —declara el Señor, Dios de Israel.
7 Aquel día el hombre tendrá en estima a su Hacedor, y sus ojos mirarán al Santo de Israel.
8 Y no tendrá en estima los altares, obra de sus manos, ni mirará a lo que sus dedos hicieron: las Aseras y los altares de incienso.
9 Aquel día sus ciudades fuertes serán como lugares abandonados en el bosque, o como ramas que fueron abandonadas delante de los hijos de Israel; la tierra será una desolación.
10 Porque te olvidaste del Dios de tu salvación y no te acordaste de la roca de tu refugio. Por tanto, siembras plantas deleitosas y les injertas sarmientos de un dios extraño.
11 El día que las plantes las cercarás con cuidado, y por la mañana harás que florezca tu semilla; pero la cosecha será un montón inservible en el día de enfermedad y de dolor incurable.
12 ¡Ay!, bramar de muchos pueblos que braman como el bramido de los mares; rugir de naciones que rugen como el rugido de violentas aguas.
13 Las naciones rugen como el rugido de muchas aguas, pero El las reprenderá y huirán lejos; serán perseguidas como el tamo de los montes delante del viento, y como polvo de torbellino delante del vendaval.
14 Al tiempo de la tarde, he aquí, hay terror. Antes de la mañana ya no existen. Tal será la porción de los que nos despojan, y la suerte de los que nos saquean.
1 ¡Ay de la tierra del zumbido de alas que está más allá de los ríos de Etiopía,
2 la que envía por el mar embajadores en naves de juncos sobre la superficie de las aguas! Id, veloces mensajeros, a una nación de alta estatura y de piel brillante, a un pueblo temido por todas partes, una nación poderosa y opresora cuya tierra surcan los ríos.
3 Todos vosotros, habitantes del mundo y moradores de la tierra, tan pronto como se alce la bandera sobre los montes, la veréis, y tan pronto como la trompeta sea tocada, la oiréis.
4 Porque así me ha dicho el Señor: Me estaré quieto y miraré desde mi morada, como calor resplandeciente al sol, como nube de rocío en el calor de la cosecha.
5 Pues antes de la cosecha, tan pronto como el botón se abra y la flor se convierta en uva madura, El cortará los pámpanos con podaderas y podará y quitará los sarmientos.
6 Juntos serán dejados para las aves de rapiña de los montes, y para las bestias de la tierra; pasarán allí el verano las aves de rapiña, y todas las bestias de la tierra allí invernarán.
7 En aquel tiempo será traído un obsequio al Señor de los ejércitos de parte de un pueblo de alta estatura y de piel brillante, de un pueblo temido por todas partes, de una nación poderosa y opresora, cuya tierra surcan los ríos, al lugar del nombre del Señor de los ejércitos, el monte Sion.
1 Visión que tuvo Isaías, hijo de Amoz, concerniente a Judá y Jerusalén, en los días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.
2 Oíd, cielos, y escucha, tierra, porque el Señor habla: Hijos crié y los hice crecer, mas ellos se han rebelado contra mí.
3 El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; pero Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento.
4 ¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, generación de malvados, hijos corrompidos! Han abandonado al Señor, han despreciado al Santo de Israel, se han apartado de El.
5 ¿Dónde más seréis castigados? ¿Continuaréis en rebelión? Toda cabeza está enferma, y todo corazón desfallecido.
6 De la planta del pie a la cabeza no hay en él nada sano, sino golpes, verdugones y heridas recientes; no han sido curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.
7 Vuestra tierra está desolada, vuestras ciudades quemadas por el fuego, vuestro suelo lo devoran los extraños delante de vosotros, y es una desolación, como destruida por extraños.
8 Y la hija de Sion ha quedado como cobertizo en una viña, como choza en un pepinar, como ciudad sitiada.
9 Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado algunos sobrevivientes, seríamos como Sodoma, y semejantes a Gomorra.
10 Oíd la palabra del Señor, gobernantes de Sodoma; escuchad la instrucción de nuestro Dios, pueblo de Gomorra:
11 ¿Qué es para mí la abundancia de vuestros sacrificios? —dice el Señor. Harto estoy de holocaustos de carneros, y de sebo de ganado cebado; y la sangre de novillos, corderos y machos cabríos no me complace.
12 Cuando venís a presentaros delante de mí, ¿quién demanda esto de vosotros, de que pisoteéis mis atrios?
13 No traigáis más vuestras vanas ofrendas, el incienso me es abominación. Luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas: ¡no tolero iniquidad y asamblea solemne!
14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas señaladas las aborrece mi alma; se han vuelto una carga para mí, estoy cansado de soportarlas.
15 Y cuando extendáis vuestras manos, esconderé mis ojos de vosotros; sí, aunque multipliquéis las oraciones, no escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre.
16 Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras obras de delante de mis ojos; cesad de hacer el mal,
17 aprended a hacer el bien, buscad la justicia, reprended al opresor, defended al huérfano, abogad por la viuda.
18 Venid ahora, y razonemos —dice el Señor— aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán.
19 Si queréis y obedecéis, comeréis lo mejor de la tierra;
20 pero si rehusáis y os rebeláis, por la espada seréis devorados. Ciertamente, la boca del Señor ha hablado.
21 ¡Cómo se ha convertido en ramera la ciudad fiel, la que estaba llena de justicia! Moraba en ella la rectitud, mas ahora, asesinos.
22 Tu plata se ha vuelto escoria, tu vino está mezclado con agua.
23 Tus gobernantes son rebeldes y compañeros de ladrones; cada uno ama el soborno y corre tras las dádivas. No defienden al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.
24 Por tanto, declara el Señor, Dios de los ejércitos, el Poderoso de Israel: ¡Ah!, me libraré de mis adversarios, y me vengaré de mis enemigos.
25 También volveré mi mano contra ti, te limpiaré de tu escoria como con lejía, y quitaré toda tu impureza.
26 Entonces restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como al comienzo; después de lo cual serás llamada ciudad de justicia, ciudad fiel.
27 Sion será redimida con juicio, y sus arrepentidos con justicia.
28 Pero los transgresores y los pecadores serán aplastados a una, y los que abandonan al Señor perecerán.
29 Ciertamente os avergonzaréis de las encinas que habéis deseado, y os abochornaréis de los jardines que habéis escogido.
30 Porque seréis como encina cuya hoja está marchita, y como jardín en que no hay agua.
31 El fuerte se convertirá en estopa, y su trabajo en chispa. Arderán ambos a una, y no habrá quien los apague.
1 Lo que vio Isaías, hijo de Amoz, concerniente a Judá y Jerusalén.
2 Y acontecerá en los postreros días, que el monte de la casa del Señor será establecido como cabeza de los montes; se alzará sobre los collados, y confluirán a él todas las naciones.
3 Vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob; para que nos enseñe acerca de sus caminos, y andemos en sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor.
4 Juzgará entre las naciones, y hará decisiones por muchos pueblos. Forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.
5 Casa de Jacob, venid y caminemos a la luz del Señor.
6 Ciertamente has abandonado a tu pueblo, la casa de Jacob, porque están llenos de costumbres del oriente, son adivinos como los filisteos, y hacen tratos con hijos de extranjeros.
7 Se ha llenado su tierra de plata y de oro, y no tienen fin sus tesoros; su tierra se ha llenado de caballos, y no tienen fin sus carros.
8 También su tierra se ha llenado de ídolos; adoran la obra de sus manos, lo que han hecho sus dedos.
9 Ha sido humillado el hombre común, y ha sido abatido el hombre de importancia; pero no los perdones.
10 Métete en la roca, y escóndete en el polvo del terror del Señor y del esplendor de su majestad.
11 La mirada altiva del hombre será abatida, y humillada la soberbia de los hombres; el Señor solo será exaltado en aquel día.
12 Porque el día del Señor de los ejércitos vendrá contra todo el que es soberbio y altivo, contra todo el que se ha ensalzado, y será abatido.
13 Y esto será contra todos los cedros del Líbano altos y erguidos, contra todas las encinas de Basán,
14 contra todos los montes encumbrados, contra todos los collados elevados,
15 contra toda torre alta, contra toda muralla fortificada,
16 contra todas las naves de Tarsis y contra toda obra de arte preciada.
17 Será humillado el orgullo del hombre y abatida la altivez de los hombres; el Señor solo será exaltado en aquel día,
18 y los ídolos desaparecerán por completo.
19 Se meterán los hombres en las cuevas de las rocas y en las hendiduras de la tierra, ante el terror del Señor y ante el esplendor de su majestad, cuando se levante para hacer temblar la tierra.
20 Aquel día el hombre arrojará a los topos y a los murciélagos, sus ídolos de plata y sus ídolos de oro que se había hecho para adorarlos;
21 y se meterá en las cavernas de las rocas y en las hendiduras de las peñas, ante el terror del Señor y ante el esplendor de su majestad, cuando El se levante para hacer temblar la tierra.
22 Dejad de considerar al hombre, cuyo soplo de vida está en su nariz; pues ¿en qué ha de ser él estimado?
1 Porque he aquí, el Señor, Dios de los ejércitos, quitará de Jerusalén y de Judá el sustento y el apoyo: todo sustento de pan y todo sustento de agua;
2 al poderoso y al guerrero, al juez y al profeta, al adivino y al anciano,
3 al capitán de cincuenta y al hombre respetable, al consejero, al diestro artífice y al hábil encantador.
4 Les daré muchachos por príncipes, y niños caprichosos gobernarán sobre ellos.
5 Y el pueblo será oprimido, el uno por el otro y cada cual por su prójimo; el joven se alzará contra el anciano, y el indigno contra el honorable.
6 Cuando un hombre eche mano a su hermano en la casa de su padre, diciendo: Tú tienes manto, serás nuestro jefe, y estas ruinas estarán bajo tu mando,
7 ese día el otro se indignará, diciendo: No seré vuestro sanador, porque en mi casa no hay ni pan ni manto; no debéis nombrarme jefe del pueblo.
8 Pues Jerusalén ha tropezado y Judá ha caído, porque su lengua y sus obras están contra el Señor, rebelándose contra su gloriosa presencia.
9 La expresión de su rostro testifica contra ellos, y como Sodoma publican su pecado; no lo encubren. ¡Ay de ellos!, porque han traído mal sobre sí mismos.
10 Decid a los justos que les irá bien, porque el fruto de sus obras comerán.
11 ¡Ay del impío! Le irá mal, porque lo que él merece se le hará.
12 ¡Oh pueblo mío! Sus opresores son muchachos, y mujeres lo dominan. Pueblo mío, los que te guían te hacen desviar y confunden el curso de tus sendas.
13 El Señor se levanta para contender, está en pie para juzgar a los pueblos.
14 El Señor entra en juicio con los ancianos de su pueblo y con sus príncipes: Pues vosotros habéis devorado la viña, el despojo del pobre está en vuestras casas.
15 ¿Qué pensáis al aplastar a mi pueblo y al moler la cara de los pobres? —declara el Señor, Dios de los ejércitos.
16 Además, dijo el Señor: Puesto que las hijas de Sion son orgullosas, andan con el cuello erguido y los ojos seductores, y caminan con paso menudo haciendo tintinear las ajorcas en sus pies,
17 el Señor herirá con tiña el cráneo de las hijas de Sion, y el Señor desnudará su frente.
18 Aquel día el Señor les quitará el adorno de las ajorcas, los tocados y las lunetas,
19 los pendientes, los brazaletes y los velos,
20 las redecillas, las cadenillas de los pies, las cintas, las cajitas de perfume y los amuletos,
21 los anillos y aretes de nariz,
22 las ropas de gala, las túnicas, los mantos y las bolsas,
23 los espejos, la ropa interior, los turbantes y los velos.
24 Y sucederá que en vez de perfume aromático habrá podredumbre; en vez de cinturón, cuerda; en vez de peinado artificioso, calvicie; en vez de ropa fina, ceñidor de cilicio; cicatriz en vez de hermosura.
25 Tus hombres caerán a espada, y tus poderosos en batalla.
26 Sus puertas se lamentarán y estarán de luto; y ella, desolada, se sentará en tierra.
1 Porque siete mujeres echarán mano de un hombre en aquel día, diciendo: Nuestro pan comeremos y con nuestra ropa nos vestiremos; tan sólo déjanos llevar tu nombre, quita nuestro oprobio.
2 Aquel día el Renuevo del Señor será hermoso y lleno de gloria, y el fruto de la tierra será el orgullo y adorno de los sobrevivientes de Israel.
3 Y acontecerá que el que sea dejado en Sion y el que quede en Jerusalén será llamado santo: todos los que estén inscritos para vivir en Jerusalén.
4 Cuando el Señor haya lavado la inmundicia de las hijas de Sion y haya limpiado la sangre derramada de en medio de Jerusalén con el espíritu del juicio y el espíritu abrasador,
5 entonces el Señor creará sobre todo lugar del monte Sion y sobre sus asambleas, una nube durante el día, o sea humo, y un resplandor de llamas de fuego por la noche; porque sobre toda la gloria habrá un dosel;
6 será un cobertizo para dar sombra contra el calor del día, y refugio y protección contra la tormenta y la lluvia.
1 Cantaré ahora a mi amado, el canto de mi amado acerca de su viña. Mi bien amado tenía una viña en una fértil colina.
2 La cavó por todas partes, quitó sus piedras, y la plantó de vides escogidas. Edificó una torre en medio de ella, y también excavó en ella un lagar; y esperaba que produjera uvas buenas, pero sólo produjo uvas silvestres.
3 Y ahora, moradores de Jerusalén y hombres de Judá, juzgad entre mí y mi viña.
4 ¿Qué más se puede hacer por mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Por qué, cuando esperaba que produjera uvas buenas, produjo uvas silvestres?
5 Ahora pues, dejad que os diga lo que yo he de hacer a mi viña: quitaré su vallado y será consumida; derribaré su muro y será hollada.
6 Y haré que quede desolada; no será podada ni labrada, y crecerán zarzas y espinos. También mandaré a las nubes que no derramen lluvia sobre ella.
7 Ciertamente, la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá su plantío delicioso. El esperaba equidad, pero he aquí derramamiento de sangre; justicia, pero he aquí clamor.
8 ¡Ay de los que juntáis casa con casa, y añadís campo a campo hasta que no queda sitio alguno, para habitar vosotros solos en medio de la tierra!
9 A mis oídos el Señor de los ejércitos ha jurado: Ciertamente muchas casas serán desoladas, grandes y hermosas, pero sin moradores.
10 Porque diez yugadas de viña producirán sólo un bato de vino, y un homer de semilla producirá sólo un efa de grano.
11 ¡Ay de los que se levantan muy de mañana para ir tras la bebida, de los que trasnochan para que el vino los encienda!
12 En sus banquetes hay lira y arpa, pandero y flauta, y vino, y no contemplan las obras del Señor, ni ven la obra de sus manos.
13 Por eso va cautivo mi pueblo por falta de discernimiento; sus notables están muertos de hambre y su multitud reseca de sed.
14 Por tanto el Seol ha ensanchado su garganta y ha abierto sin medida su boca; y a él desciende el esplendor de Jerusalén, su multitud, su alboroto y el que se divertía en ella.
15 El hombre común será humillado y el hombre de importancia abatido, y los ojos de los altivos serán abatidos.
16 Pero el Señor de los ejércitos será exaltado por su juicio, y el Dios santo se mostrará santo por su justicia.
17 Entonces pacerán los corderos como en su pastizal, y en los lugares desolados de los ricos, forasteros comerán.
18 ¡Ay de los que arrastran la iniquidad con cuerdas de falsedad y el pecado como con coyundas de carretas!
19 Los que dicen: Que se dé prisa, que apresure su obra, para que la veamos; que se acerque y venga el propósito del Santo de Israel, para que lo sepamos.
20 ¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!
21 ¡Ay de los sabios a sus propios ojos e inteligentes ante sí mismos!
22 ¡Ay de los héroes para beber vino y valientes para mezclar bebidas,
23 que justifican al impío por soborno y quitan al justo su derecho!
24 Por tanto, como consume el rastrojo la lengua de fuego, y la hierba seca cae ante la llama, su raíz como podredumbre se volverá y su flor como polvo será esparcida; porque desecharon la ley del Señor de los ejércitos, y despreciaron la palabra del Santo de Israel.
25 Por esta causa se ha encendido la ira del Señor contra su pueblo, y ha extendido su mano contra ellos y los ha herido; los montes temblaron y sus cadáveres yacen como desecho en medio de las calles. Con todo esto, no se ha agotado su ira, y aún está extendida su mano.
26 Alzará estandarte a la nación lejana, y le silbará desde los confines de la tierra, y he aquí, vendrá muy pronto, con rapidez.
27 En ella nadie está cansado ni nadie se tambalea, ninguno dormita ni duerme; a ninguno se le ha desatado el cinturón de la cintura, ni se le ha roto la correa de su sandalia.
28 Sus flechas están afiladas y todos sus arcos entesados; los cascos de sus caballos son como pedernal y las ruedas de sus carros como torbellino.
29 Su rugido es como de leona, ruge como leoncillos; gruñe y atrapa la presa, y se la lleva sin que nadie la libre.
30 En aquel día gruñirá sobre ella como el bramido del mar. Si se mira hacia la tierra, he aquí, hay tinieblas y angustia; aun la luz es oscurecida por sus nubes.
1 En el año de la muerte del rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de su manto llenaba el templo.
2 Por encima de El había serafines; cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban.
3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, Santo, Santo, es el Señor de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria.
4 Y se estremecieron los cimientos de los umbrales a la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.
5 Entonces dije: ¡Ay de mí! Porque perdido estoy, pues soy hombre de labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito, porque han visto mis ojos al Rey, el Señor de los ejércitos.
6 Entonces voló hacia mí uno de los serafines con un carbón encendido en su mano, que había tomado del altar con las tenazas;
7 y con él tocó mi boca, y dijo: He aquí, esto ha tocado tus labios, y es quitada tu iniquidad y perdonado tu pecado.
8 Y oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí: Heme aquí; envíame a mí.
9 Y El dijo: Ve, y di a este pueblo: “Escuchad bien, pero no entendáis; mirad bien, pero no comprendáis.”
10 Haz insensible el corazón de este pueblo, endurece sus oídos, y nubla sus ojos, no sea que vea con sus ojos, y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se arrepienta y sea curado.
11 Entonces dije yo: ¿Hasta cuándo, Señor? Y El respondió: Hasta que las ciudades estén destruidas y sin habitantes, las casas sin gente, y la tierra completamente desolada;
12 hasta que el Señor haya alejado a los hombres, y sean muchos los lugares abandonados en medio de la tierra.
13 Pero aún quedará una décima parte en ella, y ésta volverá a ser consumida como el terebinto o la encina, cuyo tronco permanece cuando es cortado: la simiente santa será su tronco.
1 Y aconteció que en los días de Acaz, hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Judá, subió Rezín, rey de Aram, con Peka, hijo de Remalías, rey de Israel, a Jerusalén para combatir contra ella, pero no pudieron tomarla.
2 Y se dio aviso a la casa de David, diciendo: Los arameos han acampado en Efraín. Y se estremeció el corazón del rey y el corazón de su pueblo como se estremecen los árboles del bosque ante el viento.
3 Entonces el Señor dijo a Isaías: Sal ahora al encuentro de Acaz, tú, y tu hijo Sear-jasub, al extremo del acueducto del estanque superior, en la calzada del campo del Batanero,
4 y dile: “Estate alerta, y ten calma; no temas ni desmaye tu corazón ante estos dos cabos de tizones humeantes, a causa de la ira encendida de Rezín de Aram y del hijo de Remalías.
5 “Porque Aram ha tramado mal contra ti, junto con Efraín y el hijo de Remalías, diciendo:
6 ‘Subamos contra Judá y aterroricémosla, hagamos una brecha en sus murallas y pongamos por rey en medio de ella al hijo de Tabeel.’
7 “Así dice el Señor Dios: ‘No prevalecerá ni se cumplirá,
8 porque la cabeza de Aram es Damasco, y la cabeza de Damasco es Rezín (y dentro de otros sesenta y cinco años Efraín será destrozado, dejando de ser pueblo),
9 y la cabeza de Efraín es Samaria, y la cabeza de Samaria es el hijo de Remalías. Si no creéis, de cierto no permaneceréis.’ ”
10 El Señor habló de nuevo a Acaz, diciendo:
11 Pide para ti una señal del Señor tu Dios que sea tan profunda como el Seol o tan alta como el cielo.
12 Pero Acaz respondió: No pediré, ni tentaré al Señor.
13 Entonces Isaías dijo: Oíd ahora, casa de David: ¿Os parece poco cansar a los hombres, que también cansaréis a mi Dios?
14 Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel.
15 Comerá cuajada y miel hasta que sepa lo suficiente para desechar lo malo y escoger lo bueno.
16 Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, será abandonada la tierra cuyos dos reyes tú temes.
17 El Señor hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días como nunca han venido desde el día en que Efraín se apartó de Judá, es decir, al rey de Asiria.
18 Y sucederá en aquel día que el Señor silbará a la mosca que está en lo más remoto de los ríos de Egipto, y a la abeja que está en la tierra de Asiria;
19 y todas ellas vendrán y se posarán en los precipicios de las barrancas, en las hendiduras de las peñas, en todos los espinos y en todos los abrevaderos.
20 En aquel día el Señor afeitará con navaja alquilada en las regiones más allá del Eufrates, es decir, con el rey de Asiria, la cabeza y el pelo de las piernas, y también quitará la barba.
21 En aquel día cada uno criará una novilla y un par de ovejas;
22 y por la abundancia de leche que darán, comerá cuajada, porque todo el que quede en la tierra comerá cuajada y miel.
23 En aquel día, en todo lugar donde había mil vides valoradas en mil siclos de plata, habrá zarzas y espinos.
24 Se irá allá con arcos y flechas, porque toda la tierra será zarzas y espinos.
25 Y en cuanto a todas las colinas que eran cultivadas con la azada, no irás allá por temor de las zarzas y espinos; se convertirán en lugar para soltar los bueyes y para ser hollado por las ovejas.
1 Entonces el Señor me dijo: Toma para ti una tabla grande y escribe sobre ella en caracteres comunes: Veloz es el botín, rápida la presa.
2 Y tomé conmigo como testigos fieles al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo de Jeberequías.
3 Me acerqué a la profetisa, y ella concibió y dio a luz un hijo. Y el Señor me dijo: Ponle por nombre Maher-shalal-hash-baz;
4 porque antes que el niño sepa clamar “padre mío” o “madre mía”, la riqueza de Damasco y el botín de Samaria serán llevados ante el rey de Asiria.
5 Y volvió el Señor a hablarme de nuevo, diciendo:
6 Por cuanto este pueblo ha rehusado las aguas de Siloé que corren mansamente, y se ha regocijado en Rezín y en el hijo de Remalías,
7 por tanto, he aquí, el Señor va a traer sobre ellos las aguas impetuosas y abundantes del Eufrates, es decir, al rey de Asiria con toda su gloria, que se saldrá de todos sus cauces y pasará sobre todas sus riberas.
8 Fluirá con ímpetu en Judá, inundará y seguirá adelante, hasta el cuello llegará, y la extensión de sus alas llenará la anchura de tu tierra, oh Emmanuel.
9 Quebrantaos, pueblos, que seréis destrozados; prestad oído, confines todos de la tierra; ceñíos, que seréis destrozados; ceñíos, que seréis destrozados.
10 Trazad un plan, y será frustrado; proferid una palabra, y no permanecerá, porque Dios está con nosotros.
11 Pues así me habló el Señor con gran poder y me instruyó para que no anduviera en el camino de este pueblo, diciendo:
12 No digáis: “Es conspiración”, a todo lo que este pueblo llama conspiración, ni temáis lo que ellos temen, ni os aterroricéis.
13 Al Señor de los ejércitos es a quien debéis tener por santo. Sea El vuestro temor, y sea El vuestro terror.
14 Entonces El vendrá a ser santuario; pero piedra de tropiezo y roca de escándalo para ambas casas de Israel, y lazo y trampa para los habitantes de Jerusalén.
15 Muchos tropezarán allí, y caerán y serán quebrantados; serán enlazados y apresados.
16 Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos.
17 Aguardaré al Señor que esconde su rostro de la casa de Jacob; sí, a El esperaré.
18 He aquí, yo y los hijos que el Señor me ha dado estamos por señales y prodigios en Israel, de parte del Señor de los ejércitos que mora en el monte Sion.
19 Y cuando os digan: Consultad a los médium y a los adivinos que susurran y murmuran, decid: ¿No debe un pueblo consultar a su Dios? ¿Acaso consultará a los muertos por los vivos?
20 ¡A la ley y al testimonio! Si no hablan conforme a esta palabra, es porque no hay para ellos amanecer.
21 Y pasarán por la tierra oprimidos y hambrientos; y sucederá que cuando tengan hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, volviendo el rostro hacia arriba.
22 Después mirarán hacia la tierra, y he aquí, tribulación y tinieblas, lobreguez y angustia, y serán lanzados a la oscuridad.
1 Pero no habrá más lobreguez para la que estaba en angustia. Como en tiempos pasados El trató con desprecio a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí, pero después la hará gloriosa por el camino del mar al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.
2 El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz; a los que habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos.
3 Multiplicaste la nación, aumentaste su alegría; se alegran en tu presencia como con la alegría de la cosecha, como se regocijan los hombres cuando se reparten el botín.
4 Porque tú quebrarás el yugo de su carga, el báculo de sus hombros, y la vara de su opresor, como en la batalla de Madián.
5 Porque toda bota que calza el guerrero en el fragor de la batalla, y el manto revolcado en sangre, serán para quemar, combustible para el fuego.
6 Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
7 El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto.
8 El Señor envía mensaje contra Jacob, y cae sobre Israel.
9 Y todo el pueblo lo sabe, es decir, Efraín y los habitantes de Samaria, los que con arrogancia y altivez de corazón afirman:
10 Los ladrillos han caído, pero con piedras labradas reedificaremos; los sicómoros han sido cortados, pero con cedros los reemplazaremos.
11 Por tanto el Señor levanta adversarios de Rezín contra ellos, e incita a sus enemigos,
12 los arameos en el oriente y los filisteos en el occidente, que devoran a Israel a boca llena. Con todo eso no se aparta su ira, y aún está su mano extendida.
13 Pero el pueblo no ha vuelto al que los hirió, no han buscado al Señor de los ejércitos.
14 El Señor, pues, corta de Israel la cabeza y la cola, la hoja de palmera y el junco en un mismo día.
15 El anciano y venerable es la cabeza, y el profeta que enseña la mentira, es la cola.
16 Porque los que guían a este pueblo lo extravían; y los guiados por ellos son confundidos.
17 Por eso no se complace el Señor en sus jóvenes, ni se compadece de sus huérfanos ni de sus viudas; porque todos ellos son impíos y malhechores, y toda boca habla necedades. Con todo eso no se aparta su ira, y aún está su mano extendida.
18 Porque arde como fuego la impiedad, zarzas y espinos consume, y enciende la espesura del bosque; como remolino suben en columna de humo.
19 Por el furor del Señor de los ejércitos es quemada la tierra, y el pueblo es como combustible para el fuego; el hombre no perdona a su hermano.
20 Cortan de un tajo lo que está a la derecha, pero aún tienen hambre, y comen lo que está a la izquierda, pero no se sacian; cada cual come la carne de su propio brazo.
21 Manasés devora a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos están contra Judá. Con todo eso no se ha apartado su ira, y aún está su mano extendida.
1 ¡Ay de los que decretan estatutos inicuos, y de los que constantemente escriben decisiones injustas,
2 para privar de justicia a los necesitados, para robar de sus derechos a los pobres de mi pueblo, para hacer de las viudas su botín, y despojar a los huérfanos!
3 ¿Y que haréis en el día del castigo, en la devastación que vendrá de lejos? ¿A quién huiréis por auxilio? ¿Y dónde dejaréis vuestra riqueza?
4 Sólo queda encorvarse entre los cautivos o caer entre los muertos. Con todo eso no se aparta su ira, y aún está su mano extendida.
5 ¡Ay de Asiria, vara de mi ira y báculo en cuyas manos está mi indignación!
6 Contra una nación impía la envío y contra el pueblo de mi furor la mandaré, para que capture botín y tome despojos y los pisotee como el lodo de las calles.
7 Pero ella no tiene tal intento, ni piensa así en su corazón, sino que su intención es destruir y exterminar no pocas naciones.
8 Porque dice: ¿No son mis príncipes todos ellos reyes?
9 ¿No es Calno como Carquemis? ¿No es Hamat como Arfad? ¿No es Samaria como Damasco?
10 Como alcanzó mi mano los reinos de los ídolos, cuyas imágenes talladas excedían a las de Jerusalén y Samaria,
11 como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré así también a Jerusalén y a sus imágenes?
12 Y sucederá que cuando el Señor haya terminado toda su obra en el monte Sion y en Jerusalén, dirá: Castigaré el fruto del corazón orgulloso del rey de Asiria y la ostentación de su altivez.
13 Porque ha dicho: Con el poder de mi mano lo hice, y con mi sabiduría, pues tengo entendimiento; quité las fronteras de los pueblos, saqueé sus tesoros, y como hombre fuerte abatí a sus habitantes.
14 Alcanzó mi mano las riquezas de los pueblos como a un nido; como se recogen los huevos abandonados, yo junté toda la tierra, y no hubo quien aleteara ni abriera el pico ni gorgojeara.
15 ¿Ha de enaltecerse el hacha sobre el que corta con ella? ¿Ha de engrandecerse la sierra sobre el que la maneja? ¡Como si un báculo manejara a los que lo levantan, como si una vara levantara al que no es madera!
16 Por eso el Señor, Dios de los ejércitos, enviará una enfermedad extenuante entre sus robustos guerreros; y debajo de su gloria encenderá una hoguera como fuego abrasador.
17 La luz de Israel se convertirá en fuego y su Santo en llama, y quemará y consumirá sus espinos y sus zarzas en un solo día.
18 El destruirá la gloria de su bosque y de su fértil huerto, tanto el alma como el cuerpo, y será como cuando un enfermo languidece;
19 y los árboles que queden de su bosque serán tan pocos que un niño podrá contarlos.
20 Sucederá en aquel día que el remanente de Israel y los de la casa de Jacob que hayan escapado, no volverán a apoyarse más en el que los hirió, sino que en verdad se apoyarán en el Señor, el Santo de Israel.
21 Un remanente volverá, el remanente de Jacob, al Dios poderoso.
22 Pues aunque tu pueblo, oh Israel, sea como la arena del mar, sólo un remanente de él volverá; la destrucción está decidida, rebosando justicia.
23 Pues una destrucción completa, ya decretada, ejecutará el Señor, Dios de los ejércitos, en medio de toda la tierra.
24 Por tanto, así dice el Señor, Dios de los ejércitos: Pueblo mío que moras en Sion, no temas al asirio que te hiere con vara y levanta su báculo contra ti a la manera de Egipto.
25 Porque dentro de muy poco mi indignación contra ti terminará, y mi ira la dirigiré a su destrucción.
26 Y el Señor de los ejércitos levantará un azote contra él como la matanza de Madián en la peña de Oreb; su báculo estará sobre el mar y lo levantará de la manera que lo hizo en Egipto.
27 Y sucederá en aquel día que su carga será quitada de tus hombros y su yugo de tu cerviz, y el yugo será quebrado a causa de la grosura.
28 El ha venido contra Ajat, ha pasado por Migrón; en Micmas dejó su bagaje.
29 Han pasado por el desfiladero, diciendo: Geba será nuestro alojamiento. Ramá está aterrada, y Guibeá de Saúl ha huido.
30 ¡Clama a gran voz, oh hija de Galim! ¡Pon atención, Lais; desdichada de ti, Anatot!
31 Ha huido Madmena. Los habitantes de Gebim han buscado refugio.
32 Hoy mismo se detendrá él en Nob, agitará su mano contra el monte de la hija de Sion, la colina de Jerusalén.
33 He aquí, el Señor, Dios de los ejércitos, desgajará el ramaje con terrible crujido; los árboles de gran altura serán cortados, los elevados serán abatidos.
34 El cortará la espesura del bosque con hacha de hierro, y el Líbano caerá ante el Poderoso.
1 Y brotará un retoño del tronco de Isaí, y un vástago de sus raíces dará fruto.
2 Y reposará sobre El el Espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del Señor.
3 Se deleitará en el temor del Señor, y no juzgará por lo que vean sus ojos, ni sentenciará por lo que oigan sus oídos;
4 sino que juzgará al pobre con justicia, y fallará con equidad por los afligidos de la tierra; herirá la tierra con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios matará al impío.
5 La justicia será ceñidor de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.
6 El lobo morará con el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito; el becerro, el leoncillo y el animal doméstico andarán juntos, y un niño los conducirá.
7 La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas, y el león, como el buey, comerá paja.
8 El niño de pecho jugará junto a la cueva de la cobra, y el niño destetado extenderá su mano sobre la guarida de la víbora.
9 No dañarán ni destruirán en todo mi santo monte, porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar.
10 Acontecerá en aquel día que las naciones acudirán a la raíz de Isaí, que estará puesta como señal para los pueblos, y será gloriosa su morada.
11 Entonces acontecerá en aquel día que el Señor ha de recobrar de nuevo con su mano, por segunda vez, al remanente de su pueblo que haya quedado de Asiria, de Egipto, de Patros, de Cus, de Elam, de Sinar, de Hamat y de las islas del mar.
12 Alzará un estandarte ante las naciones, reunirá a los desterrados de Israel, y juntará a los dispersos de Judá de los cuatro confines de la tierra.
13 Entonces se disipará la envidia de Efraín, y los que hostigan a Judá serán exterminados; Efraín no envidiará a Judá, y Judá no hostigará a Efraín.
14 Y ellos se lanzarán sobre el costado de los filisteos al occidente, juntos despojarán a los hijos del oriente; Edom y Moab estarán bajo su dominio, y los hijos de Amón les estarán sujetos.
15 Y el Señor destruirá la lengua del mar de Egipto; agitará su mano sobre el río con su viento abrasador, lo partirá en siete arroyos y hará que se pueda pasar en sandalias.
16 Y habrá una calzada desde Asiria para el remanente que quede de su pueblo, así como la hubo para Israel el día que subieron de la tierra de Egipto.
1 Y dirás en aquel día: A ti doy gracias, oh Señor, porque aunque estabas airado conmigo, se ha apartado tu ira, y me has consolado.
2 He aquí, Dios es mi salvador, confiaré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es el Señor Dios, El ha sido mi salvación.
3 Con gozo sacarás agua de los manantiales de salvación.
4 Y aquel día dirás: Dad gracias al Señor, invocad su nombre, haced conocer entre los pueblos sus obras, haced recordar que su nombre es enaltecido.
5 Cantad alabanzas al Señor, porque ha hecho cosas maravillosas; sea conocido esto por toda la tierra.
6 Clama y grita de júbilo, habitante de Sion, porque grande es en medio de ti el Santo de Israel.
1 Profecía sobre Babilonia que tuvo en visión Isaías, hijo de Amoz:
2 Levantad estandarte sobre la colina pelada, alzad a ellos la voz, agitad la mano para que entren por las puertas de los nobles.
3 Yo he dado órdenes a mis consagrados, también he llamado a mis guerreros, a los que se regocijan de mi gloria para ejecutar mi ira.
4 Ruido de tumulto en los montes, como de mucha gente. Ruido de estruendo de reinos, de naciones reunidas. El Señor de los ejércitos pasa revista al ejército para la batalla.
5 Vienen de una tierra lejana, de los más lejanos horizontes, el Señor y los instrumentos de su indignación, para destruir toda la tierra.
6 Gemid, porque cerca está el día del Señor; vendrá como destrucción del Todopoderoso.
7 Por tanto todas las manos se debilitarán, el corazón de todo hombre desfallecerá,
8 y se aterrarán; dolores y angustias se apoderarán de ellos, como mujer de parto se retorcerán; se mirarán el uno al otro con asombro, rostros en llamas serán sus rostros.
9 He aquí, el día del Señor viene, cruel, con furia y ardiente ira, para convertir en desolación la tierra y exterminar de ella a sus pecadores.
10 Pues las estrellas del cielo y sus constelaciones no destellarán su luz; se oscurecerá el sol al salir, y la luna no irradiará su luz.
11 Castigaré al mundo por su maldad y a los impíos por su iniquidad; también pondré fin a la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los despiadados.
12 Haré al mortal más escaso que el oro puro, y a la humanidad más que el oro de Ofir.
13 Por tanto, haré estremecer los cielos, y la tierra será removida de su lugar ante la furia del Señor de los ejércitos, en el día de su ardiente ira.
14 Y será como gacela perseguida, o como ovejas que nadie reúne; cada uno volverá a su pueblo, y cada uno huirá a su tierra.
15 Cualquiera que sea hallado será traspasado, y cualquiera que sea capturado caerá a espada.
16 También sus pequeños serán estrellados delante de sus ojos; serán saqueadas sus casas y violadas sus mujeres.
17 He aquí, incitaré contra ellos a los medos, que no estiman la plata ni se deleitan en el oro;
18 con arcos barrerán a los jóvenes, no tendrán compasión del fruto del vientre, ni de los niños tendrán piedad sus ojos.
19 Y Babilonia, hermosura de los reinos, gloria del orgullo de los caldeos, será como cuando Dios destruyó a Sodoma y a Gomorra;
20 nunca más será poblada ni habitada de generación en generación; no pondrá tienda allí el árabe, ni los pastores harán descansar allí sus rebaños;
21 sino que allí descansarán los moradores del desierto, y llenas estarán sus casas de búhos; también habitarán allí los avestruces, y allí brincarán las cabras peludas.
22 Aullarán las hienas en sus torres fortificadas y los chacales en sus lujosos palacios. Está próximo a llegar su tiempo, y sus días no se prolongarán.
1 Cuando el Señor tenga compasión de Jacob, escoja de nuevo a Israel y los establezca en su propia tierra, entonces se les juntarán extranjeros que se unirán a la casa de Jacob.
2 Los tomarán los pueblos y los llevarán a su lugar, y la casa de Israel los poseerá como siervos y siervas en la tierra del Señor. Tomarán cautivos a los que los habían llevado cautivos, y dominarán sobre sus opresores.
3 Y el día en que el Señor te dé descanso de tu dolor, de tu desesperación y de la dura servidumbre a la que fuiste sometido,
4 pronunciarás esta burla contra el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo se ha acabado el opresor, y cómo ha cesado el furor!
5 El Señor ha quebrado el báculo de los impíos, el cetro de los gobernantes
6 que golpeaba con furia a los pueblos con golpes incesantes, que sometía con ira a las naciones en persecución incesante.
7 Toda la tierra está en reposo, está quieta; prorrumpe en gritos de júbilo.
8 Aun los cipreses y los cedros del Líbano se alegran a causa de ti, diciendo: “Desde que fuiste derribado, no ha subido talador contra nosotros.”
9 El Seol, desde abajo, se estremece por ti al recibirte en tu venida; por ti despierta a los espíritus de los muertos, a todos los jefes de la tierra; levanta de sus tronos a todos los reyes de las naciones.
10 Todos ellos responderán y te dirán: “También tú has sido debilitado como nosotros, has venido a ser semejante a nosotros.
11 “Han sido derribadas al Seol tu ostentación y la música de tus arpas; debajo de ti las larvas se extienden como cama, y los gusanos son tu cobertura.”
12 ¡Cómo has caído del cielo, oh lucero de la mañana, hijo de la aurora! Has sido derribado por tierra, tú que debilitabas a las naciones.
13 Pero tú dijiste en tu corazón: “Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono, y me sentaré en el monte de la asamblea, en el extremo norte.
14 “Subiré sobre las alturas de las nubes, me haré semejante al Altísimo.”
15 Sin embargo, has sido derribado al Seol, a lo más remoto del abismo.
16 Los que te ven te observan, te contemplan, y dicen: “¿Es éste aquel hombre que hacía temblar la tierra, que sacudía los reinos,
17 que puso al mundo como un desierto, que derribó sus ciudades, que a sus prisioneros no abrió la cárcel?”
18 Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con gloria, cada uno en su sepulcro.
19 Pero tú has sido echado de tu sepulcro como vástago desechado, como ropa de muertos traspasados a espada, que descienden a las piedras de la fosa, como cadáver pisoteado.
20 No estarás unido con ellos en el sepelio, porque has destruido tu tierra, has matado a tu pueblo. Que no se nombre jamás la descendencia de los malhechores.
21 Preparad para sus hijos el matadero a causa de la iniquidad de sus padres; que no se levanten y tomen posesión de la tierra, y llenen de ciudades la faz del mundo.
22 Yo me levantaré contra ellos—declara el Señor de los ejércitos—y cortaré de Babilonia nombre y sobrevivientes, descendencia y posteridad—declara el Señor.
23 La convertiré en posesión de erizos y en aguas estancadas, y la barreré con la escoba de la destrucción—declara el Señor de los ejércitos.
24 Ha jurado el Señor de los ejércitos, diciendo: Ciertamente, tal como lo había pensado, así ha sucedido; tal como lo había planeado, así se cumplirá:
25 Quebrantaré a Asiria en mi tierra, y la pisotearé sobre mis montes. Entonces su yugo se les quitará de encima, y su carga será quitada de sus hombros.
26 Este es el plan acordado contra toda la tierra, y esta es la mano que está extendida contra todas las naciones.
27 Si el Señor de los ejércitos lo ha determinado, ¿quién puede frustrarlo? Y en cuanto a su mano extendida, ¿quién puede volverla atrás?
28 El año en que murió el rey Acaz, vino esta profecía:
29 No te alegres, toda tú, Filistea, porque la vara que te hirió esté quebrada; pues de la raíz de la serpiente saldrá una víbora, y su fruto será serpiente voladora.
30 Los más débiles comerán, y los necesitados se acostarán seguros; pero haré morir de hambre tu raíz, y ésta matará tus sobrevivientes.
31 Gime, puerta; clama, ciudad; derrítete, toda tú, Filistea; porque del norte viene humo, y nadie se rezaga de sus filas.
32 ¿Cómo, pues, se responderá a los mensajeros de la nación?: Que el Señor ha fundado a Sion, y en ella buscarán refugio los afligidos de su pueblo.
1 Profecía sobre Moab. Ciertamente en una noche Ar de Moab fue devastada y destruida, ciertamente en una noche Kir de Moab fue devastada y destruida.
2 Han subido al templo y a Dibón, a los lugares altos a llorar. Sobre Nebo y sobre Medeba gime Moab; en todas sus cabezas, calvicie; toda barba, rasurada.
3 En sus calles se han ceñido de cilicio; en sus terrados y en sus plazas todos gimen, deshechos en lágrimas.
4 También claman Hesbón y Eleale, se oye su voz hasta Jahaza. Por tanto, los hombres armados de Moab gritarán, su alma tiembla dentro de él.
5 Mi corazón clama por Moab; sus fugitivos se extienden hasta Zoar y Eglat-selisiya, y suben la cuesta de Luhit llorando; ciertamente en el camino a Horonaim dan gritos de angustia por su ruina.
6 Porque las aguas de Nimrim se han agotado, ciertamente la hierba está seca, la hierba tierna ha muerto, no hay nada verde.
7 Por tanto, la abundancia que han adquirido y almacenado se la llevan al otro lado del arroyo Arabim.
8 Porque el clamor ha dado vuelta por el territorio de Moab; hasta Eglaim llega su gemir, hasta Beer-elim su gemido.
9 Porque las aguas de Dimón están llenas de sangre; ciertamente añadiré más sobre Dimón: un león sobre los fugitivos de Moab y sobre el remanente de la tierra.
1 Enviad el cordero del tributo al gobernante de la tierra, desde Sela en el desierto al monte de la hija de Sion.
2 Y como aves fugitivas o nidada dispersa, serán las hijas de Moab en los vados del Arnón.
3 Danos consejo, toma una decisión; da tu sombra como la noche en pleno mediodía; esconde a los desterrados, no entregues al fugitivo.
4 Quédense contigo los desterrados de Moab; sé para ellos escondedero ante el destructor. Porque ha llegado a su fin el explotador, ha cesado la destrucción, han desaparecido los opresores de la tierra.
5 Se establecerá en la misericordia un trono, y en él se sentará con fidelidad, en la tienda de David, un juez que busque lo justo y esté presto a la justicia.
6 Hemos oído del orgullo de Moab, un gran orgullo, de su arrogancia, de su altivez y de su furor; son falsas sus vanas jactancias.
7 Por tanto Moab gemirá por Moab; todo él gemirá. Por las tortas de pasas de Kir-hareset os lamentaréis, abatidos por completo.
8 Porque los campos de Hesbón se han marchitado, también las vides de Sibma; los señores de las naciones pisotearon sus mejores racimos, hasta Jazer alcanzaban y se extendían por el desierto; sus sarmientos se extendían y pasaban el mar.
9 Por eso lloraré amargamente por Jazer, por la viña de Sibma; te bañaré con mis lágrimas, oh Hesbón y Eleale, porque sobre tus frutos de verano y sobre tu cosecha se ha extinguido el clamor,
10 y se han retirado la alegría y el regocijo del campo fértil. En las viñas nadie canta de júbilo ni grita de alegría. No pisa vino en los lagares el pisador, pues he hecho cesar el clamor.
11 Por eso mis entrañas vibran por Moab como un arpa, y mi interior por Kir-hareset.
12 Y sucederá que cuando Moab se presente, cuando se fatigue sobre su lugar alto, y venga a su santuario para orar, no prevalecerá.
13 Esta es la palabra que el Señor habló antes acerca de Moab.
14 Pero ahora el Señor habla, diciendo: Dentro de tres años, como los contaría un jornalero, la gloria de Moab será despreciada con toda su gran muchedumbre, y su remanente será muy pequeño y débil.
1 Profecía sobre Damasco. He aquí, Damasco dejará de ser ciudad, y vendrá a ser un montón de ruinas.
2 Abandonadas están las ciudades de Aroer; serán para los rebaños, para que se echen en ellas, y no habrá quien los espante.
3 Desaparecerá la fortaleza de Efraín y la soberanía de Damasco, y el resto de Aram vendrá a ser como la gloria de los hijos de Israel —declara el Señor de los ejércitos.
4 Acontecerá en aquel día que la gloria de Jacob menguará, y enflaquecerá la gordura de su carne.
5 Será como cuando el segador recoge la mies, y su brazo cosecha las espigas; o será como el que recoge espigas en el valle de Refaim.
6 Pero quedarán en él rebuscos como cuando se varea el olivo: dos o tres aceitunas en la rama más alta, cuatro o cinco en las ramas de un árbol fructífero —declara el Señor, Dios de Israel.
7 Aquel día el hombre tendrá en estima a su Hacedor, y sus ojos mirarán al Santo de Israel.
8 Y no tendrá en estima los altares, obra de sus manos, ni mirará a lo que sus dedos hicieron: las Aseras y los altares de incienso.
9 Aquel día sus ciudades fuertes serán como lugares abandonados en el bosque, o como ramas que fueron abandonadas delante de los hijos de Israel; la tierra será una desolación.
10 Porque te olvidaste del Dios de tu salvación y no te acordaste de la roca de tu refugio. Por tanto, siembras plantas deleitosas y les injertas sarmientos de un dios extraño.
11 El día que las plantes las cercarás con cuidado, y por la mañana harás que florezca tu semilla; pero la cosecha será un montón inservible en el día de enfermedad y de dolor incurable.
12 ¡Ay!, bramar de muchos pueblos que braman como el bramido de los mares; rugir de naciones que rugen como el rugido de violentas aguas.
13 Las naciones rugen como el rugido de muchas aguas, pero El las reprenderá y huirán lejos; serán perseguidas como el tamo de los montes delante del viento, y como polvo de torbellino delante del vendaval.
14 Al tiempo de la tarde, he aquí, hay terror. Antes de la mañana ya no existen. Tal será la porción de los que nos despojan, y la suerte de los que nos saquean.
1 ¡Ay de la tierra del zumbido de alas que está más allá de los ríos de Etiopía,
2 la que envía por el mar embajadores en naves de juncos sobre la superficie de las aguas! Id, veloces mensajeros, a una nación de alta estatura y de piel brillante, a un pueblo temido por todas partes, una nación poderosa y opresora cuya tierra surcan los ríos.
3 Todos vosotros, habitantes del mundo y moradores de la tierra, tan pronto como se alce la bandera sobre los montes, la veréis, y tan pronto como la trompeta sea tocada, la oiréis.
4 Porque así me ha dicho el Señor: Me estaré quieto y miraré desde mi morada, como calor resplandeciente al sol, como nube de rocío en el calor de la cosecha.
5 Pues antes de la cosecha, tan pronto como el botón se abra y la flor se convierta en uva madura, El cortará los pámpanos con podaderas y podará y quitará los sarmientos.
6 Juntos serán dejados para las aves de rapiña de los montes, y para las bestias de la tierra; pasarán allí el verano las aves de rapiña, y todas las bestias de la tierra allí invernarán.
7 En aquel tiempo será traído un obsequio al Señor de los ejércitos de parte de un pueblo de alta estatura y de piel brillante, de un pueblo temido por todas partes, de una nación poderosa y opresora, cuya tierra surcan los ríos, al lugar del nombre del Señor de los ejércitos, el monte Sion.
18 Venid ahora, y razonemos —dice el Señor— aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán.
JERUSALEM ESTABA RODEADA DE SUS ENEMIGOS:
JERUSALEM ESTABA RODEADA DE SUS ENEMIGOS:
19 Pero cuando se enteraron Sanbalat horonita, Tobías el oficial amonita y Gesem el árabe, se burlaron de nosotros, nos despreciaron y dijeron: ¿Qué es esto que estáis haciendo? ¿Os rebeláis contra el rey?
19 Pero cuando se enteraron Sanbalat horonita, Tobías el oficial amonita y Gesem el árabe, se burlaron de nosotros, nos despreciaron y dijeron: ¿Qué es esto que estáis haciendo? ¿Os rebeláis contra el rey?
20 Y yo les respondí, y les dije: El Dios del cielo nos dará éxito; por tanto, nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos, pero vosotros no tenéis parte ni derecho ni memorial en Jerusalén.
2 habló en presencia de sus hermanos y de los ricos de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿La restaurarán para sí mismos? ¿Podrán ofrecer sacrificios? ¿Terminarán en un día? ¿Harán revivir las piedras de los escombros polvorientos, aun las quemadas?
2 habló en presencia de sus hermanos y de los ricos de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿La restaurarán para sí mismos? ¿Podrán ofrecer sacrificios? ¿Terminarán en un día? ¿Harán revivir las piedras de los escombros polvorientos, aun las quemadas?
3 Tobías el amonita estaba cerca de él, y dijo: Aun lo que están edificando, si un zorro saltara sobre ello, derribaría su muralla de piedra.
EN MEDIO DE LOS PROBLEMAS PROCLAMEMOS ( ESTE DÍA COLOCO MUROS DE PROTECCIÓN QUE GUARDEN MI VIDA DE TODO ATAQUE ESPIRITUAL, FÍSICO Y MENTAL DE MIS ENEMIGOS
EN MEDIO DE LOS PROBLEMAS PROCLAMEMOS ( ESTE DÍA COLOCO MUROS DE PROTECCIÓN QUE GUARDEN MI VIDA DE TODO ATAQUE ESPIRITUAL, FÍSICO Y MENTAL DE MIS ENEMIGOS
14 Cuando vi su temor, me levanté y dije a los nobles, a los oficiales y al resto del pueblo: No les tengáis miedo; acordaos del Señor, que es grande y temible, y luchad por vuestros hermanos, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestras mujeres y vuestras casas.
LOS LIDERES ESPIRITUALES NO SOLO DEBEN GUIAR DE PALABRA SI NO TAMBIÉN DE ACCIONES
12 Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos, constituyen un solo cuerpo, así también es Cristo.
TENEMOS QUE ESTAR DONDE DIOS QUIERE
TENEMOS QUE ESTAR DONDE DIOS QUIERE
1 El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente.
2 Diré yo al Señor: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío.
DEBEMOS MEDITAR E INSPECCIONAR LAS MURALLAS DE PROTECCIÓN DE NUESTRA FAMILIA..
16 Y sucedió que desde aquel día la mitad de mis hombres trabajaban en la obra mientras que la otra mitad portaba las lanzas, los escudos, los arcos y las corazas; y los capitanes estaban detrás de toda la casa de Judá.
QUE AREA DE MI VIDA NECESITA ATENCIO
QUE PUEDO HACER PARA RECONSTRUIR ESA AREA
COMO PUEDO AYUDAR A OTRAS PERSONAS A EDIFICAR SUS VIDAS..
PEDIRLE A DIOS QUE LAS ÁREAS DÉBILES DE NUESTRA VIDA SEAN RECONSTRUIDAS