Membresía como Regalo

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Tres aspectos del regalo de Dios

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Introducción

Imagina un niño ante dos situaciones. En la primera, la madre le manda limpiar su cuarto. Tiene que quedar impecable. Posiblemente, «Pablito» deba dedicarle un esfuerzo de varias horas. Si no alcanza la perfección, no será aceptable. Le guste o no, el cuarto deberá estar más limpio que nunca.
En la segunda situación, la madre le dice a Pablito que alguien le ha dado un regalo increíble. Está en su envoltorio, listo para que lo abra. Le asegura que nunca recibió un regalo como ese y que jamás recibirá uno igual; Pablito está cada vez más entusiasmado. Ese regalo le traerá interminables horas de dicha.
Ahora, si Pablito pudiera elegir entre la primera situación y la segunda, ¿cuál escogería?
iQué fácil!. .. Sí, sé que la posibilidad de que se den estas situaciones es remota, pero también sé que elegir entre ellas no entraña ninguna dificultad.
Cada miembro de iglesia enfrenta dos situaciones igual de distintas, y elegir entre ellas es igualmente fácil.
En el primer caso, entendemos que ser miembro de iglesia es semejante a ser miembro de un club, como señalamos en capítulos anteriores. Nos unimos a una iglesia para ver qué podemos obtener de ella. El pastor debería alimentarnos con sus sermones. Hemos especificado un margen aceptable para la duración del sermón. El estilo de música debe ajustarse exactamente a nuestros gustos. Cualquier variación será inaceptable. Los programas y los ministerios son para nuestro beneficio. Nosotros determinaremos qué cosas son de nuestro agrado y cuáles no. Somos miembros y esperamos ventajas, privilegios y servicio.
¿Qué pasa, entonces, cuando a un miembro del «club» de la iglesia se le pide que contribuya a la obra de la congregación? ¿Qué sucede si se le pide que ayude unas semanas con los niños de la guardería? ¿O que dirija una clase de estudio bíblico para varones de quinto grado?
La respuesta es previsible. El miembro del «club» accederá a nuestra solicitud por obligación, porque tiene una idea legalista sobre el servicio. No es lo que desea hacer; al fin de cuentas, ser miembro del club de la iglesia no debería implicar trabajo sino ser servido. Pero como se lo pidieron. .. acepta a regañadientes y comienza el ministerio de mala gana.
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No durará mucho tiempo.
Otros miembros del «club» de la iglesia simplemente se enfurecen cuando se les pide que colaboren. Algunos responden que ya trabajaron bastante cuando eran jóvenes. Parecería que sienten el ministerio como una condena. Otros ni siquiera explican por qué no ayudarán: están simplemente indignados de que les hayan pedido algo semejante. Por último, otro grupo de miembros del «club» de la iglesia se enoja con los pastores. Al fin de cuentas, para eso se les paga: para que trabajen. Esos pastores son simplemente perezosos, quieren trabajar lo menos posible.
Sin embargo, hay otra manera de ser miembro de iglesia. Es la opción bíblica, que entiende la membresía como un regalo, algo para atesorar. Ser miembro de iglesia significa que tenemos la oportunidad de servir y dar, y no lo hacemos por obligación. Nuestra actitud cambia por completo al comprender la membresía según la enseñanza bíblica. —Thom Rainer, Soy Miembro de la Iglesia.
Nuestra actitud cambia por completo al comprender la membresía según la enseñanza bíblica.

La salvación es regalo de Dios.

Por nuestro pecado, no merecíamos nada, y estábamos separados de Dios, .
Romanos 3.23 RVR60
23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
Por nuestro pecado, merecíamos solo la muerte eterna, pero nos dio el regalo de la salvación en Cristo, . La palabra dádiva habla de este regalo.
Romanos 6.23 RVR60
23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Este regalo de Dios fue hecho a través de Jesús, quién tomó nuestro castigo sobre Él, dándonos su justicia, .
2 Corintios 5.21 RVR60
21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
El hecho que podemos ser salvos por medio de la fe en Cristo es un regalo inmerecido de parte de Dios, . La palabra gracia indica el favor inmerecido de parte de Dios.
Efesios 2.8–9 RVR60
8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;9 no por obras, para que nadie se gloríe.

Los dones son regalo de Dios.

Dios le dio a cada uno de sus hijos una expresión de Su gracia, para ser administrado y usado en Su iglesia, , .
1 Corintios 12.4–7 RVR60
4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5 Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. 6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. 7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.
1 Corintios 12.11 RVR60
11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
Estos dones espirituales, un regalo de parte de Dios, un beneficio de la victoria de Cristo en la cruz, .
Efesios 4.7–8 RVR60
7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.8 Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres.
Estos dones de parte de Dios son para el uso en Su iglesia, y deben ser administrados para ser de beneficio a Su Cuerpo, .
1 Pedro 4.10 RVR60
10 Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
El simple hecho de usarlos, es también una gracia de Dios en nuestras vidas, .
2 Corintios 8.1–2 RVR60
1 Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia;2 que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad.

La membresía es regalo de Dios.

Cuando recibimos a Cristo, recibimos el regalo de la salvación.
Cuando recibimos el regalo de la salvación, recibimos entrada a Su cuerpo, que es la Iglesia, . Este bautismo del cual habla se refiere al bautismo espiritual por el cual el Espíritu Santo nos incorpora al cuerpo de Cristo.
Romanos 6.3–4 RVR60
3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
Cuando recibimos ese don espiritual,
Cuando recibimos esta entrada al cuerpo de Cristo, la Iglesia, también recibimos la gracia de Dios en los dones espirituales que Él nos ha dado para expresar Su gracia a otros, a través de nuestro servicio en Su Iglesia, .
1 Corintios 12.27–28 RVR60
27 Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. 28 Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.
¿Entiendes lo que está pasando? Recibiste un regalo, el don de la salvación eterna. Con ese don, recibiste la vida eterna, el perdón de los pecados mediante la muerte de Cristo en la cruz, la adopción por parte de Dios el Padre, y la presencia y comunión del Espíritu Santo. Y también te convertiste en parte del cuerpo de Cristo. Efectivamente: ser miembro del cuerpo de Cristo, la Iglesia, es un regalo de Dios. No es una obligación legalista. No es ninguna ventaja asociada a un club exclusivo. No es una carta de derechos. Es un regalo. Un don de Dios. Un regalo que deberíamos atesorar con alegría y expectativa. —Thom Rainer, Soy Miembro de la Iglesia.
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Ser miembro de una iglesia es un regalo. Los regalos deben ser valorados. No hay que darlos por descontados ni desestimarlos. Como es un presente, deberíamos estar siempre agradecidos. Cuando hay gratitud, tenemos menos tiempo y energía para ser negativos.
Si recibimos un regalo y realmente lo apreciamos, es natural que queramos corresponder al Dador. Por lo tanto, concebimos el servicio a Dios como la respuesta natural del gozo de nuestra salvación y la alegría que conlleva ser miembro de una iglesia. Consideramos que servir al Rey es un privilegio, y procuramos encontrar oportunidades para servir en la iglesia.
Cristo en la cruz, la adopción por parte de Dios el Padre, y la presencia y comunión del Espíritu Santo.
Cuando recibimos un regalo, apreciamos a toda la familia del Dador. Como a ti, Dios ha adoptado a otros hijos e hijas; los demás miembros de la iglesia también han recibido el regalo de salvación. No son perfectos, pero tú tampoco lo eres. Son hipócritas, como tú. Sin embargo, dado el gozo abundante que sientes por haber recibido el don de la salvación, sirves a los demás miembros con el mismo gozo.
Y también te convertiste en parte del cuerpo de Cristo.
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Efectivamente: ser miembro del cuerpo de Cristo, la Iglesia, es un regalo de Dios.
como tú. Sin embargo, dado el gozo abundante que sientes por haber recibido el don de la salvación, sirves a los demás miembros con el mismo gozo.
No es una obligación legalista. No es ninguna ventaja asociada a un club exclusivo. No es una carta de derechos.
Ser un saludable miembro de iglesia significa que te gozas en ser el último, y no buscas siempre ser el primero y salirte con la tuya.
Es un regalo. Un don de Dios. Un regalo que deberíamos atesorar con alegría y expectativa.
Lee el pasaje de . Algunos de los discípulos de Jesús discutían por ser el primero, por mandar. (Nada extraño, ¿no?) El Señor los reunió y les dijo que sus actitudes eran repugnantes. No usó exactamente ese término, pero fue lo que quiso decir.
Entonces, les explicó lo que significa seguirlo de verdad. «Pero entre ustedes no debe ser así. Más bien, aquel de ustedes que quiera hacerse grande será su servidor; y aquel de ustedes que quiera ser el primero, será su esclavo. Imiten al Hijo del Hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos».
¿Se entiende? Ser miembro de una iglesia es un regalo. Agradecemos los presentes que recibimos. Una manera clave de expresar nuestra gratitud es servir como Jesús sirvió y hacer lo que nos mandó.
Seguramente, las iglesias serían mucho más saludables si los miembros se propusieran servir y ser los últimos. Podrías empezar tú mismo.
—Thom Rainer, Soy Miembro de la Iglesia
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