UNA IGLESIA EJEMPLAR (2)
INTRODUCCIÓN
Ora por todos
1. Ora por todos 1-7
Quieta se refiere a las circunstancias que rodeaban a los cristianos. Reposadamente señala la paz interna que experimenta una persona.
Por supuesto, hay otras razones para interceder por las personas que están en puestos de autoridad. La oración es una de las respuestas cristianas a los problemas políticos y socioeconómicos. Para el cristiano, la oración sustituye a la reacción de odio y frustración que los humanos generalmente sienten frente a las injusticias y sufrimientos.
En el mundo griego la palabra piedad significaba la devoción y reverencia que producen las actitudes y conducta que agradan a Dios. La honestidad significa “dignidad” y “honor”, es la calidad de vida que surge de la excelencia moral y por eso, merece el respeto de los hombres (comp. 3:4 y Tito 2:7). Por eso, debemos orar por los líderes, no sólo para que haya seguridad personal, sino para dar testimonio de devoción y santidad en medio de un mundo que tiene hambre de Dios.
C.¿POR QUÉ DEBEMOS ORAR POR TODOS? 2:3–7
2. Vive en santidad y humildad 8-15
El autor de la carta concluye dando las razones para el liderazgo de los varones en la iglesia. La primera se encuentra en el v. 13 y se basa en la creación: el hombre fue creado primero. Este argumento podría significar sólo que el orden cronológico de la creación indica el orden de responsabilidad y liderazgo. Sin embargo, también el argumento podría incluir el hecho de que la mujer fue creada después de él para ser ayuda idónea para el hombre.
El concepto de la ayuda idónea enseña que una función de la mujer es complementar al hombre. Es importante notar que no por eso el hombre es superior, sino que estaba incompleto. El hombre no tiene las características y cualidades que llenan todas las funciones de la humanidad. La mujer contribuye con elementos imprescindibles por medio de su naturaleza, personalidad y valores. Ella suple lo que el varón no está preparado para hacer. Este concepto dignifica a la mujer y señala su papel imprescindible en el orden divino.