El Poder de Una Decisión
I El Dios de Israel
habría buscado primero la ayuda de su dios sirio (cf. el intento de Ocozías de consultar a Baal-sebub
La exasperación de Naamán ante la suciedad del Jordán se debió quizás en parte a una correcta comparación de los ríos (12). Pero la verdadera cuestión era su falta de disposición para humillarse como correspondía y seguir el camino de Dios para sanarse. El había imaginado de antemano la forma en que debería hacerse (11). Debido a que su necesidad era tan grande, sus sirvientes lo persuadieron a que se humillara, y Dios lo sanó maravillosamente (13–14).
El relato de la curación de Naamán es una atractiva narración de “La Cura del Leproso”. Hay aquí un cuadro sorprendente. (1) La grandeza reducida a la nada —hombre valeroso en extremo, pero leproso, 1; (2) El testimonio de la fe de una doncella, 2–4; (3) Una exigencia inesperada y humillante, 9–11; (4) Alternativas más atractivas, 12; (5) Finalmente, obediencia y una curación completa, 13–14.
El relato de la curación de Naamán es una atractiva narración de “La Cura del Leproso”. Hay aquí un cuadro sorprendente. (1) La grandeza reducida a la nada —hombre valeroso en extremo, pero leproso, 1; (2) El testimonio de la fe de una doncella, 2–4; (3) Una exigencia inesperada y humillante, 9–11; (4) Alternativas más atractivas, 12; (5) Finalmente, obediencia y una curación completa, 13–14.
c. La conversión de Naamán (5:15–19). Naamán declaró: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel (15). Afirmó que en adelante sólo ofrecería sacrificios a Dios (17). Al parecer iba a emplear la tierra de Israel que pidió (17) para hacer en Siria un lugar sagrado para adorar a Dios. Esto refleja la idea de que Dios debe ser adorado en un lugar determinado o en relación con una determinada tierra. No hay razón para condenarlo por esto, pues muchos de los israelitas parecían compartir un punto de vista similar, que los profetas tenían que combatir continuamente. Naamán resolvió adorar a Dios aunque por razones de estado tuviera que acompañar al rey de Siria en ciertas ocasiones al culto en el templo de Rimón (18). Este nombre aparece como Ramanu en textos asirios, donde es un título de Hadad.
d. Giezi castigado con la lepra de Naamán (5:20–27). Naamán había ofrecido un presente a Eliseo, pero éste lo había rechazado (15–16). Tan grande era la gratitud de Naamán, que gustosamente le dio a Giezi dos talentos (23) de plata (4.000 dólares—Berk.), casi seguramente para dos profetas necesitados. Eliseo hizo que la lepra de Naamán pasara a Giezi, no sólo por haber mentido por conveniencia personal, sino lo que era peor, porque su interés egoísta en el dinero perjudicaba la efectividad del ministerio de Eliseo (26–27). El incidente constituye una severa advertencia para todos los siervos de Dios que quieren poner su interés personal por encima de la causa del Señor.
El relato de la curación de Naamán es una atractiva narración de “La Cura del Leproso”. Hay aquí un cuadro sorprendente. (1) La grandeza reducida a la nada —hombre valeroso en extremo, pero leproso, 1; (2) El testimonio de la fe de una doncella, 2–4; (3) Una exigencia inesperada y humillante, 9–11; (4) Alternativas más atractivas, 12; (5) Finalmente, obediencia y una curación completa, 13–14.