CAPACITACION PARA PREDICADORES

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CAPACITACION PARA PREDICADORES

BIENVENIDOS
El predicador debe cuidar su vida
RESUMEN PARA EL PREDICADOR
1. La predicación, su significado y su lugar bíblico
2. La predicación y la tarea del predicador como comunicador
3. La preparación del sermón
4. La elaboración y empleo del bosquejo
5. La entrega del sermón
6. Las técnicas para comunicar con éxito
I. La predicación
La predicación es divina-humana. Esta viene de Dios, a través de los hombres o mujeres, para hombres y mujeres. Esta dicotomía divina-humana se descubre a lo largo de toda la historia bíblica. Dios por medio de instrumentos humanos entró y entra en diálogo con sus criaturas racionales.
Primero: La autoridad de la predicación “es de parte de Dios”. Lo que distingue a la predicación cristiana de cualquier otra clase de discurso es esa realidad. El predicador no se apoya en sus argumentos persuasivos, lógicos o retóricos para dar base autoritaria a la predicación. Más bien expone el mensaje respaldado por la autoridad que Dios le ha conferido. La predicación sin la autorización divina es hueca, sin propósito, un simple discurso vacío o un ejercicio homilético.
Segundo: De acuerdo a Costas “esa autoridad se desprende del hecho de que es un mensaje que está arraigado en lo que Dios ha dicho”. Predicar no es otra cosa sino dar un mensaje de parte de Dios.
Tercero: El predicador es un medio, “el que predica no es el predicador, sino Dios a través del predicador”. Si los predicadores reconocieran que no es su predicación sino la predicación del Señor …
Cuarto: El propósito es que la palabra predicada y la palabra de Dios sean lo mismo. Costas afirma: “de modo que la palabra predicada viene a ser verdaderamente palabra de Dios.
. Muchos fracasos en la predicación se deben al hecho de no tener en mente las necesidades espirituales y convivenciales de la audiencia. El evangelio es pregunta y es respuesta
Éxodo 3.11–12 RV1909
Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo, para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? Y él le respondió: Ve, porque yo seré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: luego que hubieres sacado este pueblo de Egipto, serviréis a Dios sobre este monte.
; ; ; ). Cada predicación debe contestar a preguntas y necesidades de la audiencia..
Isaías 6.8 RV1909
Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién nos irá? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.
; ; ). Cada predicación debe contestar a preguntas y necesidades de la audiencia..
Hechos de los Apóstoles 9.4–5 RV1909
Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y él dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues: dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
; ). Cada predicación debe contestar a preguntas y necesidades de la audiencia..
Hechos de los Apóstoles 16.30–31 RV1909
Y sacándolos fuera, le dice: Señores, ¿qué es menester que yo haga para ser salvo? Y ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú, y tu casa.
). Cada predicación debe contestar a preguntas y necesidades de la audiencia..
Cada predicación debe contestar a preguntas y necesidades de la audiencia..
En leemos
Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo predicarán si no fueran enviados? ¿Y cómo oirán sin saber quien les predique? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz de los que anuncian buenas nuevas!
En leemos
Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
ïLa predicación es para muchos una locura. Pero en medio de esa locura la teocentralidad y la bibliocentralidad se transforman en milagros irrefutables que convencen al mundo de que Dios es real y lo que se predica es verdad. ïDios usa y usará la predicación en su propósito divino para llegar a los corazones humanos. Además en la predicación los creyentes son nutridos por medio de la exposición bíblica en la fe cristiana. ïLa Biblia no presenta substitutos para la predicación. Los programas que se desarrollan en las congregaciones son para complementar la predicación. Ninguna actividad eclesiástica debe tomar el lugar céntrico de la predicación. Las congregaciones tienen que dejar de ser “clubes eclesiásticos” y dar la primacía a la predicación. ïSon muchas las denominaciones en la actualidad que están convertidas en “cementerios eclesiásticos”. Lo único visible en ellas es su lápida histórica. Sencillamente se han olvidado de la predicación bibliocéntrica de sus fundadores. ïLa Biblia, para sus pastores, ha dejado de ser la Palabra de Dios. La predicación tiene que retornar a nuestros púlpitos y nuestros ministros tienen que volver a ser predicadores.
A.La autoridad de la predicación “es de parte de Dios”.
B.“Esa autoridad se desprende del hecho de que es un mensaje que está arraigado en lo que Dios ha dicho”.
C.El predicador es un medio, “el que predica no es el predicador, sino Dios a través del predicador”.
D.El propósito es que la palabra predicada y la palabra de Dios sean lo mismo. Costas afirma: “de modo que la palabra predicada viene a ser verdaderamente palabra de Dios”.
La predicación y la tarea del predicador como comunicador
I.Su personalidad
Con nuestra personalidad atraemos o repelemos, interesamos o desinteresamos, damos credibilidad o despertamos dudas.
1.Un buen comunicador es sincero ïUn predicador debe ser sincero en lo que dice, cómo lo dice, lo que hace y cómo vive. Al pueblo de Dios no se le debe engañar con cifras infladas de conversión, poniéndose el predicador como el héroe de las predicaciones. Hay que huir del exhibicionismo clerical y evangelístico. ïSpurgeon decía: “Llegar a parecer muy fervientes en el púlpito, no significa gran cosa a menos que vivamos mucho más intensamente cuando estamos a solas con Dios”
2.Un buen comunicador es emocionalmente maduro
Aquellos que poseen personalidades quebrantadas no están capacitados ni maduros para predicar el evangelio a grupos de oyentes. Por personalidades quebrantadas me refiero a la falta de estabilidad emocional. Las depresiones agudas, el mal genio, el temor continuo, el sentido de culpa irreal, el complejo de inferioridad, el miedo a la crítica, el no aceptar la oposición, el abuso de autoridad, el miedo al fracaso, el no aceptar retos y muchas otras cosas más
3.Un buen comunicador es aquel que tiene autocontrol de sus sentimientos
Sobre esto Spurgeon dice: “Sin embargo no permitamos que nuestra predicación directa y fiel degenere en regaños a la congregación. Algunos llaman al púlpito “castillo de los cobardes”. Tal nombre es propio en algunos casos, especialmente cuando los necios suben e insultan impúdicamente a sus oyentes, exponiendo al escarnio público sus faltas o flaquezas de carácter. Hay una personalidad ofensiva, licenciosa e injustificable que se debe evitar escrupulosamente, es terrena y debe ser condenada explícitamente: Pero hay otra que es prudente, espiritual y celestial, que se debe buscar siempre que prediquemos”
4. Un buen comunicador es aquel que da atención a ciertos factores de su personalidad
“El predicador necesita, por tanto, preocuparse por lo que va a decir y por la manera cómo lo ha de decir; de lo contrario puede que predique una cosa y comunique otra”
4 FACTORRES QUE EL PREDICADOR DEBE CUIDAR
***** El primer factor es su relación con Dios. Aquel que ha sido llamado a la tarea de la predicación tiene que haber tenido una experiencia verdadera de salvación. Su ministerio se caracterizará por la sumisión voluntaria al señorío de Cristo. Jesús tiene que ser Rey y Señor de la vida del predicador. No se puede predicar un evangelio a otros que no ha sido experimentado por el que lo predica. Aquellos que son proclamadores del evangelio tienen que haber sido transformados por el contenido del mismo. De lo contrario ese predicador será “como metal que resuena, o címbalo que retiñe” ().
***** El segundo factor es su relación con el yo
en nosotros un yo abierto, ciego, escondido y desconocido. A medida que una persona confía más en otra su yo se hace más vulnerable al revelar más de sí misma.
***** El tercer factor es su relación con la Escritura. El estudio sistemático y directo de la Biblia no se puede substituir con la lectura de libros que traten sobre ésta.
El predicador debe leer más la Biblia y conocerla, que el creyente promedio de la congregación. Es una tragedia el encontrarnos con tantos predicadores que bíblicamente son analfabetos. No conocen su Biblia, ni tampoco la saben emplear. A éstos se refirió Pablo cuando dijo:
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
2 Timoteo 2.15 RV1909
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad.
, RV-77
El cuarto factor es su relación con el mundo. El creyente está en el mundo pero no es del mundo
Juan 17.12–18 RV1909
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición; para que la Escritura se cumpliese. Mas ahora vengo a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, también los he enviado al mundo.
; ). De manera más clara, el creyente aunque coexiste con el mundo, no convive con el mundo.
Santiago 4.4 RV1909
Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
). De manera más clara, el creyente aunque coexiste con el mundo, no convive con el mundo.
De manera más clara, el creyente aunque coexiste con el mundo, no convive con el mundo.
La gran diferencia entre un teólogo y un predicador radica en ese hecho de identificación. El teólogo se encierra en su cuarto de estudio o en la bibioteca y desde allí comienza a hacer teología. En cambio el predicador se sienta en medio del pueblo, y a la luz de su situación existencial reflexiona en la Biblia.
Las cinco congregaciones a las cuales se enfrenta un predicador son según él:
1. La que es apática
Es totalmente neutral al escuchar el mensaje. El predicador tiene que llamar la atención de ésta con la variación y con un mensaje del día.
2. La que es crédula
No rechaza la predicación porque cree en lo que dice el predicador. El tiene que vivir los diferentes personajes que predica y revelarlos ante la congregación.
3. La que es hostil
Desconfía tanto del predicador como de lo que está predicando. El predicador no puede ser agresivo, dogmático, controversial o entrar en polémicas. Debe evitar el hablar con el pastor antes del culto en la oficina. Tampoco debe dialogar con el ministro o con ningún otro en la plataforma.
4. La que duda
Le da trabajo aceptar lo que el predicador dice sobre esto o aquello. El debe estar bien preparado, documentar y dar pruebas de lo que dice.
5. La que es mixta
Es apática, crédula, dudosa y hostil. Esta es por lo general la congregación más común. El predicador necesita tener un estilo bastante variado, ser enérgico, estar bien documentado y tener gracia ante los oyentes.
La voz del predicador
1. No se debe pensar mucho en la voz
El hecho de tener voz y de carecer de contenido en la predicación es como tener un automóvil sin gasolina. El buen predicador no sólo necesita tener voz, tiene que tener algo qué decir y saberlo decir.
2. No se puede dejar de pensar debidamente en la voz
La voz contribuirá en alcanzar los buenos resultados de la predicación en los corazones de los que escuchan. Dijo Spurgeon: “Hermanos, en el nombre de todo lo sagrado, repicad con todas las campanas de vuestra torre y no fastidies a vuestros oyentes con el ruido disonante de una pobre y cuarteada campana”.
3. Hay que cuidarse de las afectaciones habituales y comunes
El lenguaje empleado por el predicador en el púlpito debe ser real, natural y con un tono verdadero. Al particular, dijo Spurgeon: “Estoy persuadido de que estos tonos y semitonos, y monótonos, son babilónicos, y que no pertenecen al dialecto de Jerusalén, porque éste tiene un distintivo especial que es a saber: que cada hombre tiene su propio modo de hablar, y que habla de la misma manera en el púlpito o fuera de él.”
4. Hay que corregir las idiosincrasias de lenguaje desagradables al oído
Debe hablarse con la boca y no con la garganta. Hay que tener la boca bien abierta al predicar y no medio cerrada. Deben pronunciarse las palabras completas y no entrecortadas o pronunciadas en sílabas.
5. Hay que hablar para ser oídos
Debe hablarse con fuerza, con claridad, sin demasiada lentitud, tampoco con mucha rapidez y sin estar asfixiados. El predicador debe saber respirar entre pausas de manera natural sin que nadie se dé cuenta.
6. No debe usarse toda la voz en la predicación
El gritar mucho afecta los pulmones y la laringe. Las palabras de Spurgeon son apropiadas: “No hagáis doler a vuestros oyentes la cabeza, cuando lo conveniente sería hacer que les doliera el corazón. Cierto es que debéis procurar conservarlos despiertos, pero recordad que para esto no es necesario romperles el tímpano del oído”.
ïEl predicador no debe esforzar su voz. Si predica a cien personas, no necesita gritar para hablarle a mil. Muchos predicadores predican un sermón y luego por toda la semana no pueden predicar nuevamente. La razón es que ellos mismos trataron mal a su garganta. ïNo hace mucho un joven predicador ministró a nuestra congregación. Al final hizo un llamamiento al altar según nuestra tradición religiosa. ¿sabe qué pasó? Me tuvo que entregar a mí el púlpito porque se había quedado sin voz. El que llamó a los enfermos para orar por ellos, ahora necesitaba la oración de sanidad por su garganta. ïHay muchos predicadores que se creen que la unción en la predicación está en los muchos gritos o en las carreras que den por la plataforma. Cuando el hombre o la mujer tiene un mensaje de Dios y lo ha preparado para entregarlo, no necesita la unción de la gritería sino la unción del Espíritu Santo.
7. Debe variarse la voz
El predicador debe bajar y subir la voz según lo sienta hacer durante la predicación. Personalmente yo subo y bajo la voz conforme a como lo voy sintiendo. Nunca ensayo cuándo, dónde y cómo subir o bajar la voz. Spurgeon decía:
“Y estoy seguro de que la enfermedad a que se le llama el dolor clerical de garganta, se puede atribuir generalmente al modo de hablar de los ministros, y no al tiempo empleado por ellos en predicar, ni a la violencia de los esfuerzos hechos por ellos”.
8. Debe acomodarse la voz a la naturaleza del asunto
La voz debe estar en armonía con la predicación o la situación. Spurgeon mismo admitía que al viajar por Escocia o Gales, por algunas semanas, su pronunciación se afectaba. Existe la tendencia natural en el ser humano de imitar lo que otros hacen y su manera de hablar. El predicador debe ser original. Antiguamente decíamos que las copias nunca salen claras. Hoy día las máquinas copiadoras ofrecen un mejor servicio, pero siempre las copias pierden su calidad.
9. Debe educar la voz
El predicador debe hacer ejercicios para tener más fuerza en su voz y mantenerla más clara. Los pulmones y el pecho son importantes para dar fuerza y volumen a la voz, ciertos ejercicios son provechosos para lograr este fin. Por ejemplo, el leer en voz alta enfrente de un espejo ayuda mucho a lograr una buena adición, modulación y proñunciación.
10. Debe cuidar la garganta
El predicador antes de predicar debe higienizar bien la garganta. Un enemigo de la garganta mientras se predica son los ventiladores, un aire frío que entre por alguna ventana, o beber agua fría. Los antisépticos bucales ayudan mucho al cuidado de la garganta, ya que eliminan las bacterias que se desarrollan en las membranas de la misma.
A. El buen predicador se esforzará por mejorar su estilo. Procurará hablar un buen español.
B. El buen predicador se esforzará por hablar gramaticalmente correcto.
C. El buen predicador se esforzará por ser claro en su dicción e ideas, escogerá figuras adecuadas de la retórica, modulará su voz y por medio de las palabras transmitirá a sus oyentes lo que él en ese momento está experimentando.
PASO UNO: PRESENTACION
Los elementos del sermón
Primero: El ve en la predicación la tarea de LOCALIZAR. Lo cual tiene que ver con “la selección del texto que se usará como base y marco del sermón”.
Esta primera fase de la predicación se determinará por el criterio selectivo del predicador según el referido homileta.
Segundo: Señala la fase continua a la primera que es INVADIR. Según Arrastía es una “invasión en dos frentes. Uno el del texto; otro, el del contexto”. Emplea aquí una imagen bélica para explicar lo que quiere decir por INVASION. Luego Arrastía nos aclara: “La invasión del texto es solo la mitad del empeño. En cierta forma esto es el medio; el fin es la invasión del texto, del problema, de la situación, humana, individual o colectiva con el mensaje del texto”.
Tercero: Ahora nos dice: “del choque de una invasión—texto y contexto—brota luz. Esta luz produce el tercer paso del proceso: ILUMINACION. Y este es el climax”. Esta iluminación se aplica a la mente y a la situación del ser humano, de Dios al predicador y de éste al oyente.
1. El pasaje bíblico
Ya sabemos que un sermón para ser bíblico no tiene que estar basado en un pasaje bíblico particular, sino en la revelación bíblica. No obstante, lo tradicional y más correcto sería saltar a la aventura de la predicación sobre una base bíblica o escrituraria.
2. El tema
En un pasaje bíblico por lo general se descubre un asunto particular, pero muchos temas. Es innegable que un predicador por más homileta que sea no podrá jamás evitar pisar en el territorio de varios temas secundarios. Es difícil, por no decir imposible, que prediquemos sobre un solo tema. Haga usted mismo la prueba. Busque un pasaje bíblico y cuente los temas.
Primero: El tema en sí. Este responderá al “aspecto partícular del asunto que ha de ser desarrollado en el transcurso del mensaje” El tema es la columna vertebral que sostiene sobre la base del texto bíblico, el armazón o esqueleto del sermón. En la tarea de la predicación lo que hace el predicador es descubrir un tema, demostrarlo, aplicarlo e ilustrarlo
Segundo: El asunto. Nos dice Costas: “el asunto depende de la clase de pasaje que se esté estudiando. El pasaje puede tener un carácter biográfico, narrativo (un incidente tal como una conversación, una batalla o un milagro), doctrinal o ético, o doctrinal y biográfico, en cuyo caso el predicador deberá optar por el que tenga más fuerza”
Tercero: La proposición. Volvamos a citar a Costas: “La proposición es el tema expresado en una oración gramatical completa, clara y concisa, que resume el contenido del mensaje y anuncia el curso a seguir o el propósito que se quiere alcanzar
3. El título
El título y el tema en propósito cumplen dos objetivos diferentes. El tema es la viga principal del andamiaje homilético. Pero no todos los temas son atractivos y despiertan curiosidad a la vista u oído de los oyentes. De ahí que el título tiene un propósito especial de dar promoción o de anunciar el sermón.
Primero: El título debe ser interesante.
Segundo: El título debe ser fácil de recordar.
Tercero: El título debe estar relacionado con el tema.
Cuarto: No se debe abusar del título.
PASO DOS: INTRODUCCION DEL TEMA
I.El sermón como discurso
La introducción es un puente entre el predicador y la audiencia, y pone en diálogo al oyente con el discurso.
Dale Carnegie ofrece algunas sugerencias para que un orador gane la atención inmediata de la audiencia:
(a) Despertando la curiosidad.
(b) Relacionando una historia de interés humano.
(c) Empezando con una ilustración específica.
(d) Usando alguna exhibición.
(e) Preguntando.
(f) Abriendo con una citación chocante.
(g) Mostrando cómo el tema afecta el interés vital de la audiencia.
(h) Empezando con hechos chocantes
1. La introducción debe ser breve. Una introducción en un sermón de treinta minutos, no debe ser más de una sexta parte del mismo. Lo más aconsejable es que sea de dos a tres minutos. Por lo tanto debe estar escrita en el plan, bosquejo o notas del predicador. Eso evitará que el predicador comience a divagar antes de presentar su tema. Aunque la introducción esté escrita, el predicador la debe decir de memoria. El contacto visual en esos primeros minutos con la audiencia es muy importante.
2. La introducción es transicional. Su propósito es establecer un puente de comunicación entre el predicador y los oyentes. Hay que evitar la tentación de que la introducción se convierta en desarrollo del sermón. O que, se convierta en otra predicación. Muchos predicadores utilizan en la introducción casi una tercera parte del sermón lo cual presenta desproporción homilética.
3. La introducción debe ser llamativa. Busca la atención de los oyentes. Muchas predicaciones han perdido el interés porque la introducción es latosa, ambigua y sin propósito alguno. Aquellos predicadores que gustan de estar excusando su falta de preparación en la introducción no saben que le están metiendo una daga por la espalda al sermón. Sencillamente el predicador que no está preparado para predicar, en vez de estar excusándose no debe predicar.
4. La introducción debe ser como un prólogo. En ella el predicador puede anunciar al auditorio acerca de qué va a predicar. En el cuerpo del sermón le dice lo que le dijo que le iba a decir. En la conclusión le dice lo que le dijo que le iba a decir y le dijo. La introducción dice de qué se predicará, en la presentación y aplicación se predica lo que se anunció, en la conclusión se resume lo que se predicó.
5. La introducción pone al predicador en contacto con el auditorio. Tanto el predicador como la audiencia se ponen en tensión en relación con la predicación. La introducción calma esa tensión. Lo que esperamos los predicadores es el disparo para arrancar a correr. La congregación también espera la detonación para vernos arrancar.
Entre el predicador y los oyentes a veces se levantan ciertas barreras que con la introducción se deben remover. Algunas de estas barreras son:
(a) La persona que predica es mujer.
(b) El predicador es muy joven.
(c) El predicador viene de otra denominación y se le mira con sospechas.
(d) El predicador es muy amigo del pastor o de los líderes.
(e) La apariencia física del predicador no es atractiva.
Conviene que ahora le añada un nuevo detalle. Todo predicador, si me permite la generalización, y yo me incluyo, tiene dos introducciones. Primero, la escrita que está anexada al sermón. Segundo, la que nace en la ocasión. Me permito ser más claro con la segunda. El predicador antes de entrar de lleno a introducir su tema, se toma algunos minutos para saludar a la audiencia y quizás hacerle algunos encomios. Esto es lo que le llamo el saludo del predicador a la audiencia.
6. La introducción del sermón muchas veces tiene que ser modificada y hasta cambiada. Esa ha sido mi experiencia y la de otros predicadores. En el púlpito, o momento antes, sentimos substituir la introducción ya formulada por otra. Si el predicador lo siente así, lo debe hacer. Pero cuidado con no construir un puente demasiado ancho para un río angosto. Es decir, ser tentado a predicar otro sermón. Que en vez de uno sean dos sermones los predicados.
7. La introducción es lo último que debe escribir el predicador. Aunque será lo primero que dirá. En un sermón improvisado la introducción surge primero, pero en un sermón ya preparado, la introducción es lo último que se escribe, aunque en el bosquejó aparece primero y es lo primero que se dice. Si usted se fijó este libro que usted está leyendo tiene un prólogo, no piense que yo escribí el mismo primero. Este prólogo fue escrito después de haberse completado los capítulos. ¿Por qué se debe escribir la introducción última? La razón es que para introducir el tema, las divisiones del sermón o la proposición se necesita saber de qué va a tratar el sermón y qué puntos se enfatizarán.
8. La introducción según Costas al predicar sin notas se debe bosquejar. No estoy de acuerdo con el referido homileta. Para mí la introducción se debe escribir a la manera de párrafo, se debe estudiar bien y luego el predicador la debe decir de memoria. Si se predica sin notas no hay necesidad de tener que escribir una introducción. Y si se predica con notas, ¿para qué se necesita bosquejar la introducción?
TERCER PASO: CUERPO O DEMOSTRACION
Consideremos el cuerpo del sermón como discurso
Para mí las tres cosas más importantes en el cuerpo de un sermón son: La presentación, las aplicaciones y las ilustraciones.
1. En la presentación está la parte exegética, analítica, narrativa, argumentativa e informativa. El predicador nos confronta con los hechos y argumentos según él los ve y los interpreta. El los expondrá con el propósito de convencer a la audiencia dando credibilidad y razón lógica a los argumentos.
En la presentación da definiciones, explica el texto o pasaje bíblico, familiariza el texto con el contexto histórico, documenta lo que se necesite, expone la historia bíblica o dramatiza algún personaje o varios de la historia que se está considerando. Esta parte de la predicación es didáctica, ya que el predicador enseña, demuestra e informa.
2. En la aplicación, el predicador relaciona lo dicho con el oyente. Por decirlo así, la aplicación es práctica, experimental y espiritual. Su enfoque es persuasivo. La historia bíblica de David y Goliat, de Sansón y Dalila son en esta parte de la predicación, nuestras propias historias. Lo que Pablo escribió a los Gálatas o a los Tesalonicenses, ahora mediante la aplicación es para nosotros.
3. La demostracion y la aplicación son tan unidas que es difícil separar la una de la otra. En el mismo bosquejo se ven entrelazadas. Muchas veces el predicador hace su presentación y luego aplica. Pero las mayoría de las veces a medida que va haciendo la presentación surgen las aplicaciones.
La aplicación es algo delicado. Es ahí donde el predicador le da el golpe final a alguna verdad con el propósito de que se grabe en el corazón del oyente. La aplicación y las exhortaciones son lo mismo en la tarea de la predicación.
Muchas veces la aplicación puede ser más eficiente si se hace indirectamente. Por ejemplo en vez de decir: “Usted tiene que consagrarse más”. Se puede decir: “Como iglesia tenemos que consagrarnos más”. En vez de predicar a uno o dos individuos, se le debe predicar a toda la congregación. Pero como si el Señor estuviera tratando personalmente con uno solo.
En el otro extremo la predicación pastoral es única. El pastor es directo, tajante y va al grano. Esto no sólo confronta al creyente con sus faltas, sino que demuestra el cuidado pastoral por él. “¿Ha dicho alguno de ustedes a su congregación que la ama?” Los pastores debemos sacar tiempo para decirle desde el púlpito a la iglesia que la amamos.
CUARTO PASO: APLICACION
Las aplicaciones se pueden formular basadas en cuatro formas de leer e interpretar la Biblia.
A. El criterio literalista. Aquí están aquellos que se acercan al texto, pero se quedan en la superficie del mismo y comienzan a aplicar textos bíblicos a esto o aquello. Con este grupo se identifican aquellos que muy a menudo los escuchamos declarar: “Si no está en la Biblia no lo acepto”. “Partiendo de esta premisa, repetir es más importante que predicar; grabar el texto en la mente y oído del oyente, es más productivo que analizarlo y explicarlo”.
B. La forma alegórica. Los que se identifican con esta forma profundizan el texto bíblico, diferente a los literalistas, pero para inyectar en el mismo sus propias ideas y espiritualizaciones. En todo ven una aplicación espiritual. Por ejemplo en se nos habla de la arquilla de juncos donde fue puesto el niño Moisés con tres meses de nacido. Esta arquilla estaba calafateada con asfalto y brea. Los que siguen el método alegórico de interpretar y aplicar la Biblia, dirían que hay un significado espiritual en la arquilla, el asfalto y la brea. Con toda probabilidad predicarían un sermón basado sobre estas tres palabras.
C. El criticismo formal. Su intento es desmitologizar la Biblia. Sus exponentes son objetivos al mensaje bíblico. Ellos niegan lo milagroso y miran muchas narraciones e historias en la Biblia con sospechas. Cuando la crítica formal tiene equilibrio no es tan dañina, pero cuando toma extremos, hace de sus intérpretes “carniceros” del texto bíblico.
D. Una forma existencial que une al ser humano con Dios dando a la Biblia toda su credibilidad. En el drama de la Biblia nosotros somos invitados a participar. El Dios de la Biblia es el mismo Dios nuestro. Los personajes de la Biblia, refiriéndome a los seres humanos que participan, y nosotros, tenemos muchas cosas en común.
QUINTO PASO: CONCLUSION O CULMINACION
Consideremos finalmente, la conclusión del sermón como discurso
Llegamos ahora a la parte más difícil de un sermón: la conclusión. El predicador debe esmerarse en preparar su conclusión con la misma efectividad que la introducción. La misma debe ser corta. No más de tres minutos. Debe escribirse en el bosquejo o notas. No debe leerse sino memorizarse o decirse en las propias palabras del predicador.
1. La conclusión no debe ser abrupta. No debe tomar por sorpresa a la congregación o audiencia. El predicador debe anunciarla. Es como un piloto que anuncia a la tripulación cuando va a despegar el avión y cuando se prepara para aterrizar. Cuando el predicador dice: “para concluir ….”, debe asegurarse de que está terminando. No hay algo que moleste más a los oyentes que esos predicadores que dicen, “estoy por terminar”, y terminan media hora después.
2. La conclusión no debe ser ocasión para pedir clemencia a la audiencia. Por ejemplo: “Hermanos, perdonen que no predique mejor, pero es …”. Esto lo que hace es mostrar la incapacidad del predicador.
3. La conclusión no es para tomar la oportunidad de mencionar algo que se le quedó al predicador. Lo que se quedó no hay que mencionarlo. Déjelo para otro sermón. A todos los predicadores siempre se nos queda algo por decir, pero para eso tuvimos la oportunidad.
4. La conclusión lleva el sermón a su clímax, lleva a una decisión de parte del oyente y da el último golpe. Las palabras empleadas deben ser bien precisas y al grano. Es aquí cuando el predicador da el “jaque mate” final.
5. La conclusión puede ser:
(a) Una recapitulación.
(b) Una aplicación general.
(c) Algunas preguntas de reflexión personal.
(d) Un llamado a la acción inmediata.
(e) Un pensamiento importante.
(f) Una ilustración interesante.
(g) Una estrofa de un himno o poema.
(h) Una mención de la proposición del sermón.
(i) Una oración.
(j) Una apelación a la conciencia.
La elaboración y empleo del bosquejo
La necesidad del bosquejo
Primero: El bosquejo ayuda al predicador a comunicar el sermón organizadamente y en secuenciaLa única manera de poder organizar los pensamientos con más efectividad es escribiéndolos.
1. El predicador “perdido”
Estos son aquellos que desde que anuncian el título o el tema del sermón hasta que terminan han estado perdidos. Ellos mismos no saben de qué han predicado. Su predicación en vez de ser tres o cuatro puntos coherentes, son veinte o más puntos sin coherencia.
2. El predicador “alabanza”
En la predicación lo más que hace es predicar estos tres puntos: I. ¡Gloria a Dios!; II. ¡Amén! y III. ¡Aleluya! Lo menos que hace es predicar del texto que ha citado, de comentarlo y de aplicarlo. Por no emplear bosquejos recurre las alabanzas para rellenar su sermón. La razón es que nunca se preparó para predicar.
3. El predicador “experiencia”
El contenido de sus sermones son sus experiencias. No menoscabamos el valor de las experiencias del predicador en la tarea de la predicación. Pero Dios no nos ha llamado a predicar nuestras experiencias sino a predicar de Su Palabra. Muchas predicaciones no pasan de ser aplausos que el mismo predicador se está dando a sí mismo.
4. El predicador “visionario”
Aunque cita un pasaje bíblico, le pone un título al sermón. Predica no de lo que Dios está revelando en la Palabra, sino de lo que en su experiencia extática él ve en la congregación.
ïEmplea el tiempo de la predicación en llevar mensajes aislados a diferentes personas. ïNo deseo que el lector tenga la impresión de que rechazo el que Dios pueda usar a un siervo suyo revelándole la necesidad de alguna persona. ïPero ésta es la excepción y no la regla en la predicación. ïDios, por medio de la predicación y por intermedio del siervo que está predicando habla a su pueblo y a los necesitados.
El bosquejo es de gran ayuda cuando el predicador expone un sermón de carácter ético-moral, doctrinal y apologético.
Por la falta de bosquejos muchos “disparates” se han dicho desde un púlpito. Las palabras que salen jamás se vuelven a recoger.
Por eso hay que pensar antes de hablar y hablar después de haber pensado. En la preparación del bosquejo el predicador piensa.
Segundo: El bosquejo le ofrece al predicador ciertas libertades al comunicar.
1. La experiencia de seguridad
La inseguridad en el púlpito es algo que el predicador no puede disimular. Una persona que se ha preparado bien no se siente inseguro cuando le toca predicar.
2. La experiencia de confianza
La confianza es triple en la tarea de la predicación:
ïPrimero, el predicador confía en el Señor. Si lo ha buscado y si ha recibido un mensaje del Señor, si se ha tomado el tiempo para entenderlo y saber cómo explicarlo a otros, eso le dará confianza. ïSegundo, el predicador necesita confiar en que la congregación recibirá el mensaje que Dios le ha encomendado a él para dar a otros. El necesita tener esa confianza de que no chocará contra paredes de acero. La preparación del bosquejo le ayudará no sólo a tener la piedra del mensaje divino sino a saber cómo usar la honda de la homilética. ïTercero, el predicador necesita tener confianza en sí mismo. El haber sacado tiempo para preparar el bosquejo, el haber orado, le dará esa confianza de que Dios lo usará.
3. La experiencia de haber estado en diálogo con Dios
Mientras se prepara el bosquejo se experimenta una intimidad espiritual con el Espíritu Santo. En cada punto se siente la presencia del Señor. Es como si Dios mismo nos tomara de la mano y nos llevara a pasear por las hermosas praderas bíblicas.
Tercero: El bosquejo ayuda al predicador a recordar ideas que de otra manera las hubiera olvidado. Pocas personas poseen una buena memoria o una mente fotográfica. En su preparación para predicar, aterrizan en la mente del predicador muchos buenos pensamientos que de no enjaularlos volarán como palomas. Con el bosquejo, los predicadores bajamos de la plataforma con el vacío de que dijimos algo que no debimos decir, y que no dijimos todo lo que queríamos decir.
Cuarto: Le permite al predicador mantenerse en su tema, asunto o pasaje bíblico. No hay cosa que canse más a un oyente que escuchar a un predicador “machina”.
Esta clase de predicadores da vueltas y vueltas y no llega nunca al punto, habla mucho y dice muy poco. El clavo está, él tiene el martillo, pero da en todos los lugares menos en la cabeza del clavo. En la predicación se debe tratar un solo asunto principal a la vez. Algunos predicadores hablan de toda la Biblia menos del texto bíblico que citaron y que oraron para que Dios hablara.
Quinto: El bosquejo le será de ayuda al predicador en caso de que éste se exponga a alguna interrupción. Algunas de estas interrupciones son:
1. Un recién nacido o en niño llorando
Muchas veces en las congregaciones se escuchan a los niños llorando, lo cual interrumpe la predicación. El predicador tiene que detenerse y un diácono o alguien tratará con esta situación. Un bosquejo se puede interrumpir y comenzar en donde se detuvo.
2. Niños inquietos o jugando
El controlar a los niños es muy difícil especialmente durante la edad de dos a cinco años. Se les escapan a los padres y al rato los vemos corriendo, lo cual es una interrupción. Un predicador que usa bosquejo no pierde el hilo.
3. Creyentes conversando en el templo
Esto no debiera ocurrir, pero a menudo sucede. Muchas veces los creyentes comentan algo dicho por el predicador que les ha llamado la atención. Aquellos que predican sin bosquejos pueden sentirse descontrolados por algo así. El que emplea bosquejos sigue hacia adelante.
4. La inquietud por el factor tiempo
Son muchas las congregaciones, especialmente aquellas que son de avivamiento, que al predicador se le entrega el púlpito después que se le da parte a una gran mayoría de hermanos y de visitas. Lo tradicional es escuchar: “Ahora, hermanos, preparémonos para la mejor parte. Dios ahora nos va a hablar”. Este preámbulo es quizás escuchado a la hora cuando la congregación debe estar en pie escuchando la oración de despedida. No bien comienza el predicador, ya a los quince minutos muchos hermanos comienzan a enviarle mensajes para que termine pronto. Por ejemplo se ponen a mirar el reloj, a levantarse de los asientos, a mostrar preocupación por el factor tiempo, a ponerse abrigos o sobretodos y el ministro comienza a dar señales de impaciencia.
5. Un derramamiento del Espíritu Santo
En las iglesias de avivamiento siempre es de esperarse que el Espíritu Santo pueda dar una bendición especial. Lo dicho en se repite muy a menudo en medio del pueblo de Dios:
Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso.
El bosquejo ayuda al predicador a continuar desarrollando el sermón una vez terminado el derramamiento espontáneo del Espíritu Santo.
Sexto: Le ayudará al predicador a desarrollar un sermón completo. La falta de notas contribuye a que el predicador a veces se detenga en un solo punto, sin tratar otros puntos coherentes al asunto. El bosquejo siempre le recuerda que no se puede detener mucho en un solo punto, que necesita moverse a otros pensamientos.
II. Las características del bosquejo
Todo bosquejo se debe caracterizar por ciertos principios. En la homilética siempre se ha usado el esqueleto imagen del bosquejo. No creo que haya otra figura más apropiada que ésta. En el esqueleto se descubre unidad, proporción, simetría, progreso y propósito. Ningún hueso del esqueleto humano está donde está por ocupar un lugar. Lo mismo tenemos que decir de las divisiones de un sermón o bosquejo. Para ser más específico describiré cada una de las características del bosquejo.
1. Unidad
Aunque un bosquejo pueda tener dos divisiones, tres o más, en realidad el sermón es un solo asunto. Cada división tiene que unirse a la otra en el texto o asunto bajo consideración. Predicadores sin experiencia homilética hacen de las divisiones del bosquejo minisermones lo cual no debe ser. Cada división debe arrojar luz al asunto considerado.
Nos dice Sweazey:
“Aguantar un tema o texto no da necesariamente unidad”.
Muchos predicadores creen que por repetir el tema, el título o pasaje bíblico tienen unidad en su predicación.
2. Proporción
El bosquejo le permite al predicador distribuir su tiempo de manera proporcionada a cada división. A menudo encontramos predicadores que le dan mucho énfasis a una división a expensas de las otras. La proporción le da lucidez a la predicación.
3. Simetría
La simetría no aplica al hecho de tener en cada división el mismo número de subdivisiones. El homileta Juan A. Broadus nos dice:
“Y deben ser las divisiones simétricas. Aun predicadores hábiles reúnen a veces materiales tan incongruentes como lo serían una cabeza humana, un pescuezo de caballo y un cuerpo compuesto de partes de diferentes procedencia y cubierto con plumas de todas clases, y terminado en cola de pescado, según el decir de Homero. Las divisiones todas deben guardar la misma clase de relación con el asunto”.
Por simetría se quiere decir que una división sea hermana de la otra e hijas de un mismo asunto. Una división no debe ser extraña a la otra sino parecida pero no idéntica. Si el lector consulta mis libros “Bosquejos para predicadores” verá muchos ejemplos de simetría homilética. Sin embargo deseo presentar algunos ejemplos para aclarar lo que he expresado.
Ejemplo #1
Diez Leprosos
San
I. La misma enfermedad -“… le salieron al encuentro diez hombres leprosos” (verso 12).
II. La misma distancia -“… los cuales se pararon de lejos” (verso 12).
III. La misma petición -“Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros” (verso 13).
IV. La misma receta -“Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.
V. No hubo la misma gratitud -“Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz” (verso 15).
III. La elaboración del bosquejo
Los sermones se clasifican dependiendo del texto, textos y asunto temático. Su clasificación conforme a la homilética tradicional es:
* Textual. Estos son aquellos que tratan de un solo pasaje bíblico o texto. Aunque bajo esta clasificación entran aquellos sermones que consideran más de un texto, pero bajo una misma unidad. De ese mismo pasaje “emergen” las divisiones, el plan o el bosquejo.
* Temático. Estos son aquellos donde las divisiones “emergen” no del pasaje bíblico en su análisis inmediato, sino del tema o asunto que se infiere del mismo.
* Expositivo. La homilética tradicional considera el sermón expositivo como aquel que toma en consideración una porción extensa de las Sagradas Escrituras. En este caso las divisiones nacerán de la manera como el predicador desee considerar el pasaje. Muchos homiletas consideran el sermón expositivo como el de más contenido bíblico.
* Mixto. En esta clase de sermón hay una combinación de cualquiera de las clasificaciones ya mencionadas. Es decir, se puede predicar un sermón textual-temático, textual expositivo, expositivo-temático.
LOS SERMONES
Por otro lado los sermones se pueden clasificar por su contenido histórico, doctrinal, evangelístico, didáctico, ético-moral, biográfico, apologético, de puntos, de análisis, etcétera. Consideramos algunos de éstos:
* Sermón biográfico. Es aquel cuyo propósito está en señalar parcial o completamente los rasgos característicos de algún personaje bíblico. Los muchos personajes bíblicos ofrecen bastante material homilético para los predicadores. Aquellos predicadores que poseen la habilidad natural para dramatizar son muy usados por Dios en este tipo de sermón. Ya que los personajes bíblicos cobran vida delante de una audiencia.
* Sermón evangelístico. Es conocido también como el sermón “kerygmático”. Su propósito es más bien el de evangelizar al oyente confrontándolo con la realidad del plan salvador de Dios en la persona del Logos eterno, Jesucristo. Todo sermón debe ser evangelístico en su aplicación.
* Sermón ético-moral. Es de un carácter situacional en cuanto a la conducta y deberes morales. El creyente es retado a vivir en un estado moral en armonía con los principios divinos y en su trato con su prójimo.
* Sermón doctrinal. Todo sermón de una manera u otra, resalta una o.más doctrinas cristianas. Pero el sermón doctrinal se enfoca exclusivamente en el análisis y aplicación de alguna doctrina cristiana, tal como está revelada por Dios en la Biblia.
* Sermón apologético. En los siglos II y III la apología caracterizaba la tarea de la predicación. El propósito de este tipo de sermón es argumentar lógica y bíblicamente en favor de los principios fe y doctrinas cristianas, con la finalidad de presentarlas y defenderlas.
* Sermón didáctico. Es de un carácter pedagógico. La verdadera predicación es también enseñanza. Pero esta clase de sermón es analítico, exegético e informativo. Está bien documentado y lógico en su exposición.
* Sermón de puntos. Muchos han tratado de clasificar los sermones por el número de puntos. A eso se deba a que hablen del sermón de dos puntos, tres y cuatro puntos. Considero que el número de puntos es algo arbitrario con el estilo del predicador, el asunto a ser tratado, la porción bíblica y la habilidad homilética del predicador.
* Sermón mixto. Este es aquel que combina las características de dos o más de los ya explicados. Muy rara vez un sermón será de una caracterización independiente y única. Por decirlo así, un sermón biográfico se puede combinar con un sermón evangelístico. Aunque es un solo sermón goza de una doble caracterización en su contenido. Un sermón apologético se puede combinar con uno didáctico y aun con otro doctrinal.
LA HOMILETICA

HOMILÉTICA

La homilética tradicional ha complicado tanto la tarea de la predicación, que en vez de ser ésta una llave para los predicadores, se ha convertido en un candado de combinaciones. Sin embargo en la tarea de preparar bosquejos es imprescindible echar mano de las etiquetas empleadas para la clasificación de los sermones conforme a su base textual y a su contenido.
Se denomina homilética a la aplicación de las nociones de la retórica en el marco de la predicación.
Puede considerarse como un arte o una disciplina que apunta a transmitir un discurso religioso o un sermón de manera efectiva.
La homilética tradicional ha complicado tanto la tarea de la predicación, que en vez de ser ésta una llave para los predicadores, se ha convertido en un candado de combinaciones. Sin embargo en la tarea de preparar bosquejos es imprescindible echar mano de las etiquetas empleadas para la clasificación de los sermones conforme a su base textual y a su contenido.
Los bosquejos nacen del pasaje bíblico mismo, del tema o asunto, o de alguna palabra, frase o frases del mismo texto.
Las divisiones se pueden expresar en forma de preguntas o interrogaciones, a manera de retórica y de manera lógica. La forma más corriente es la consideración directa del pasaje, citando palabras o frases del mismo texto.
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