El Espíritu Santo y La Salvación
En el curso de una de nuestras cruzadas en Londres, un noble ruso acudió una noche. No hablaba una palabra de inglés. Sin embargo, cuando se hizo la invitación pública a recibir a Cristo, respondió con los demás que pasaron al frente. El consejero en idioma ruso con que contaba la cruzada le preguntó cómo era que no sabiendo el inglés, había tomado una decisión tan inteligente. “Cuando entré a este lugar”, replicó el noble, “me sentí abrumado de una tremenda ansia por Dios. Dígame, ¿cómo puedo hallarlo?”
“Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7).
(Juan 3:7).
La necesidad de un renacer espiritual
Vivimos en un mundo revolucionario, un mundo de cambio. Los principios morales del hombre han quedado rezagados con respecto a sus logros y capacidades tecnológicas. Y esto puede redundar en un desastre para la raza humana. A la luz de lo que ocurre, la más apremiante necesidad del mundo es lograr una transformación de la naturaleza humana. Muchos de nuestros técnicos nos dicen que hay urgencia por una nueva estirpe de hombres. Hasta los políticos radicales y los humanistas hablan del “nuevo hombre”. Queda claro, de lo antedicho, que reconocen que el hombre, tal como es, no es suficientemente bueno. También ellos esperan el arribo del nuevo hombre que, según dicen, se hará presente cuando cambie la sociedad y surja como producto de un nuevo ambiente.