Sermón sin título (23)
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¿Cómo se relaciona la teología sistemática con la mente de uno?
¿Cómo se relaciona la teología sistemática con la mente de uno?
La mente redimida. La mente renovada. La mente iluminada. La mente como la de Cristo. La mente probada.
La mente provechosa. La mente equilibrada,
La teología sistemática trata totalmente sobre la mente de Dios tal como se encuentra en las Escrituras. No se ocupa de lo que los seres humanos piensan de manera independiente, al margen de la Biblia.
Las características necesarias de la mente cristiana se exponen a continuación porque garantiza el aprendizaje y la enseñanza de la teología cristiana, cuya fuente es la Palabra y la pieza central el Dios trino.
La mente redimida Como resultado de la salvación, la mente de la persona que acaba de ser redimida sabe y comprende la gloria de Dios ().
Considerando que esta persona estaba cegada anteriormente por Satanás (), la misma posee ahora “el yelmo de salvación” () para proteger la mente contra las “intrigas” (término relacionado con la mente en griego []) de Satanás.
Ya no está solo y vulnerable ante el diablo como antes de la salvación. Esta nueva persona () tiene ahora conocimiento de Dios y la voluntad de la que antes carecía ().
La mente renovada Cuando una persona entra en una relación personal con Jesucristo, se convierte en una nueva creación () que canta “un cántico nuevo” ().
La mente adquiere una nueva forma de pensar y la capacidad de dejar las antiguas y pecaminosas formas de pensar. Indiscutiblemente, Dios se dedica a renovar la mente de los cristianos (; ; ).
La Biblia aconseja que “pon[gamos] la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” ().
Pablo expresa este concepto en términos militares: “…derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” ().
¿Cómo hacemos esto? Las Escrituras revelan la mente de Dios (), no toda ella, claro está, pero todo lo que Dios determinó revelarnos en su sabiduría.
Para pensar como Dios hay que hacerlo según las Escrituras. Por esta razón, Pablo alentó a los colosenses a permitir que la Palabra de Cristo morara en ellos en abundancia ().
Harry Blamires, un inglés de extraordinario entendimiento sobre la mente cristiana, lo expresa muy bien: Pensar de forma cristiana es hacerlo en términos de Revelación.
Para el secularista, Dios y la teología son los juguetes de la mente.
Para el cristiano, Dios es real y la teología cristiana describe su verdad revelada a nosotros.
Para la mente secular, la religión es básicamente una cuestión de teoría.
Para la mente cristiana, el cristianismo es una cuestión de actos y hechos; actos y hechos que son la base de nuestra fe y están recogidos en la Biblia.[21]
En el momento de la salvación, los cristianos reciben una capacidad mental regenerada para comprender la verdad espiritual. Después, necesitan reajustar su forma de pensar,
principalmente mediante una renovación de la mente, usando la Biblia como medio para ello.
El objetivo supremo consiste en tener un conocimiento pleno de Dios y de su voluntad (Ef. 1:1718; ).
La mente iluminada La Biblia afirma que los creyentes necesitan la ayuda de Dios para entender su Palabra ().
Por consiguiente, el Espíritu de Dios ilumina la mente de los creyentes para que puedan comprender, aceptar y obedecer las verdades reveladas en las Escrituras.
Los teólogos lo denominan iluminación. Una gran oración que se puede ofrecer al estudiar las Escrituras es: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” ().
Reconoce la necesidad indispensable de la luz de Dios en las Escrituras. También lo hacen textos como : “Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin. Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón” (véase también ).
Dios quiere que los cristianos sepan, entiendan y obedezcan, de modo que les proporciona la ayuda que necesitan por medio de su Espíritu Santo.
Los creyentes, como los hombres a los que Jesús habló en el camino de Emaús, requieren la ayuda de Dios: “Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras” ().
El ministerio de iluminación por el cual Él arroja luz sobre el significado de la Biblia se afirma en textos como ; y . La verdad de que Dios ilumina las Escrituras para los cristianos debería alentar enormemente al creyente. Aunque no elimina la necesidad del hombre de talento para enseñar (; ) o la dura tarea del estudio bíblico serio (), promete que no es necesario esclavizarse al dogma de la iglesia ni dejarse llevar por el mal camino de los falsos maestros. La dependencia principal para aprender las Escrituras tiene que estar en el autor de las Escrituras: Dios mismo. La mente como la de Cristo Cuando uno piensa y actúa como Dios quiere, recibirá la bendición divina por la obediencia (). En lo espiritual, el cristiano será ese hijo obediente, esa novia pura y esa oveja sana del rebaño de Cristo que experimenta la mayor intimidad con Dios. Rechazar la mente de Dios en las Escrituras y adorar en el altar del pensamiento independiente propio es descarada idolatría. La mayor intimidad del creyente con el Señor se produce cuando los pensamientos de este último prevalecen y la conducta de la persona toma modelo de la de Cristo. Los cristianos deberían alegrarse por completo y aceptar la mente cierta y verdadera de Dios Padre (), Dios Hijo (), y Dios Espíritu (). Al contrario que Pedro, quien fue tentado por Satanás para poner su mente en las cosas del hombre, los creyentes deben establecer la suya en los asuntos de Dios (; ). Esto no tiene tanto que ver con distintas categorías o disciplinas de pensamiento, sino más bien con la forma en que se ven
las cosas desde la perspectiva divina. Los cristianos deberían sentirse abrumados ante la mente de Dios, como le ocurrió al apóstol Pablo (). La visión de Dios es la única verdadera que corresponde con precisión a toda realidad. Su mente establece el estándar por el que los creyentes han de esforzarse, pero que no lograrán jamás del todo. Dicho de otro modo, los pensamientos del hombre nunca excederán, igualarán ni se aproximarán siquiera a los de Dios. Hace más de dos mil quinientos años, el profeta Isaías afirmó esto mismo (). El patrón supremo de la mente cristiana es el Señor Jesucristo. Pablo declara: “Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (). ¿Cómo puede ser esto? La tenemos con la Biblia, que es la revelación suficiente y especial de Dios (; ). En , Pablo da la siguiente instrucción: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. El apóstol está señalando, de forma específica, la mentalidad de sacrificio de Cristo para gloria de Dios () y de sumisión a la voluntad divina (). Al seguir el modelo de Cristo, los cristianos pueden ejercitar su mente para que llegue a parecerse más como la de Cristo. La mente probada La mente cristiana debería ser un repositorio de la verdad revelada de Dios. No debería temblar, flaquear, transigir ni inclinarse frente a las ideas opuestas ni los argumentos aparentemente superiores (). La verdad no se origina en los seres humanos, sino en Dios. Por tanto, los cristianos deberían ser los héroes de la verdad en un mundo lleno de mentiras disfrazadas, con engaño, de verdad y falsamente declaradas como tal. Fue Dios quien invitó a la nación de Israel, diciendo: “Venid luego… y estemos a cuenta” (). El asunto que se debía considerar era el arrepentimiento del pecado y la salvación (). La misma invitación se extiende, por aplicación, a cada persona viva. Pero no se librará de los obstáculos de Satanás. Debemos estar prevenidos, aunque el compromiso de pensar de forma cristiana honra a Cristo, no está exenta de oposición. Satanás querría que los creyentes pensaran de manera contraria a la Palabra de Dios y, a continuación, actuaran en desobediencia a su voluntad. Recuerde que antes de que uno se convierta en cristiano, la mente está cegada por el diablo: “…en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (). Incluso después de la salvación, Satanás sigue provocando su desorden intelectual. Así, Pablo estaba sumamente preocupado por la iglesia corintia: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (). Eva había permitido que Satanás pensara un poco por ella. A continuación, tuvo su propia reflexión independiente de Dios. Cuando sus conclusiones resultaron ser distintas a las de Él, escogió actuar basándose en las propias y no en los mandamientos de Dios, y esto es pecado (). Satanás apunta sus dardos ardientes () a la mente de los creyentes (), convirtiendo a su pensamiento en el campo de batalla para la conquista espiritual. Abundan los
relatos bíblicos de aquellos que sucumbieron, como Eva () y Pedro (). Otros salieron victoriosos de la lucha, como Job () y Cristo (). Cuando los cristianos caen, lo más probable es que hayan olvidado llevar el yelmo de la salvación o blandir la espada de la verdad (). Pablo advierte a los creyentes, en dos ocasiones, sobre la batalla constante e incesante contra Satanás, y les advierte sobre las intrigas o las intenciones del diablo. Utiliza dos palabras griegas, pero ambas están relacionadas con la mente (; ). Como nadie es inmune a estos ataques, el cristiano necesita prestar de verdad atención al firme estímulo de Pedro: “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado” (; véase 3:15). Hasta aquí, esta explicación se ha centrado en una postura militar preventiva o defensiva respecto a la mente. La mayor parte de las Escrituras trata con la protección personal. Sin embargo, Pablo también aborda cómo seguir adelante con la ofensiva intelectual (). Estas “armas” ofensivas (10:4) presentan la Palabra de Dios, blandida por la mente del cristiano en el contexto de la guerra de cosmovisiones. En este contexto de la batalla de la mente, las “fortalezas” (10:4) son “argumentos” (10:5) y “toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios” (10:5). En otras palabras, se debe afrontar sin dudarlo y con un agresivo y ofensivo plan de batalla cualquier filosofía, cosmovisión, apologética u otro tipo de enseñanza que socave, minimice, contradiga o intente eliminar la cosmovisión cristiana o alguna parte de ella. El fin que Dios pretende es la destrucción (“destruir” se usa dos veces en 10:4-5) de aquello que no corresponde a la clara enseñanza de las Escrituras respecto a Dios y su mundo creado. En el contexto histórico de 2 Corintios, Pablo se opuso a cualquier enseñanza sobre cualquier tema relativo a la iglesia que no correspondiera a su instrucción apostólica. Fuera responsabilidad de un incrédulo o de un creyente, procediera de la idea de eruditos o de ignorantes, tuviera una amplia aceptación o no, todos los pensamientos u opiniones que no fueran para el conocimiento de Dios debían considerarse en su contra. Por tanto, debían ser considerados objetivos para la batalla intelectual y para su eliminación total. Así, en el contexto de hoy, todas las actividades intelectuales (por ej. leer, escuchar la radio, ver televisión y películas, estudiar en una academia formal, entablar conversaciones informales) deben siempre ejercerse usando la lente de filtrado de la cosmovisión teológica cristiana, para determinar si son aliadas de la verdad de las Escrituras o son enemigas de las que hay que desconfiar. La mente provechosa El proporciona una visión detallada de la nueva relación del cristiano con la Biblia, que revela la mente de Cristo. En primer lugar, el creyente desarrollará un gran amor por las Escrituras y un tremendo deleite en ellas (119:47-48). En segundo lugar, el creyente en Cristo
tendrá el firme deseo de conocer la Palabra de Dios como la mejor forma de conocer a Dios (119:16, 93, 176). En tercer lugar, conocer a Dios llevará al cristiano a obedecerle (119:44-45).
LA MEDITACIÓN Para la mayoría de las personas no basta con escuchar algo una sola vez. Considerar brevemente algo profundo no concede el tiempo suficiente para captar y entender por completo su significado. Esto demuestra ser cierto en las Escrituras respecto a la mente de Dios. El testifica de la importancia y de la bendición de pasar largo tiempo estudiando la Palabra de Dios. La idea de la meditación se presta, en ocasiones, a equívoco. La meditación implica el pensamiento o la reflexión prolongados. La figura retórica estadounidense para la meditación es “masticar” un pensamiento. Algunos lo han comparado al proceso de rumia del sistema digestivo de cuatro estómagos de las vacas. La cafetera también nos proporciona una imagen gráfica. El agua sube por un pequeño tubo y va goteando a través del café molido. Después de varios ciclos, el sabor de los granos de café se ha transferido al agua, que en ese momento se denomina café. Tanto es así que los cristianos necesitan reciclar sus pensamientos a través del fundamento de la Palabra de Dios hasta empezar a pensar como Dios y, a continuación, a actuar de forma piadosa. Las Escrituras ordenan a los creyentes que mediten en tres ámbitos: 1. Dios (; ) 2. La Palabra de Dios (; ) 3. Las obras de Dios (; ) Los 176 versículos del ensalzan la virtud de vivir la mente de Dios. Se menciona la meditación, al menos siete veces, como la costumbre de alguien que ama a Dios y desea una intimidad más estrecha con Él: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación… Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos” (119:97, 148; véase también 119:15, 23, 27, 48, 78, 99). En contraposición, un aspecto del pecado de Eva puede atribuirse a que no meditara de la forma adecuada en la palabra clara y suficiente de Dios (). Meditar en la Palabra de Dios purificará la mente de viejos pensamientos que no son de Dios y reforzarán nuevos pensamientos de las Escrituras. Pone, asimismo, un escudo protector alrededor de la mente para bloquear y rechazar las ideas entrantes que contradicen a Dios. Ese es el proceso bíblico de la renovación de la mente.
PIENSE EN ESTAS COSAS Alguien ha sugerido que la mente es la raíz principal del alma. Siendo esto así, uno necesita alimentar su alma con cuidado y de forma nutricional hundiendo la raíz principal en profundidad en la mente de Dios en las Escrituras. Se podría preguntar: “¿Qué comida alimentará mi alma?”. El menú gastronómico de Pablo para la mente incluye entradas de pensamiento que son (1) “verdaderos”, (2) “honestos”, (3) “justos”, (4) “puros”, (5) “amables”,
(6) “recomendables”, (7) “excelentes”, y (8) “dignos de alabanza” (). Al meditar en la Palabra de Dios y pensar en estas cosas, los cristianos evitarán poner su mente en las cosas terrenales () e impedirán tener doble ánimo (). La mente equilibrada ¿Acaso son la revelación divina y la razón humana como el aceite y el agua? ¿No se mezclan jamás? Los cristianos han alcanzado en ocasiones dos extremos erróneos al tratar con la revelación divina y la razón humana. En un extremo del espectro está el antintelectualismo que concluye, básicamente, que si un asunto no se trata en la Biblia, no es digno de un estudio o un pensamiento serios. Este planteamiento no bíblico de aprender y pensar conduce al retraimiento cultural e intelectual. En el extremo opuesto está el hiperintelectualismo, que acepta la revelación natural en un nivel más alto de valor y credibilidad que la revelación especial de Dios en las Escrituras; cuando ambas están en conflicto, la revelación natural es la fuente preferida de la verdad. Este acercamiento no bíblico resulta en retraimiento bíblico. Ambos errores deben ser rechazados. El creyente debe adueñarse del conocimiento desde la revelación especial y general. Sin embargo, nuestras facultades para razonar y deducir, a través de las cuales estudiamos la creación (es decir, la revelación general), están caídas, son falibles y están corrompidas por el pecado. Por otra parte, las Escrituras son infalibles e inerrantes y, por tanto, deben tener prioridad sobre la revelación general. Donde la Biblia habla sobre una disciplina, su verdad es superior. Donde la Biblia no habla, Dios nos ha dado todo el mundo de la creación para que lo exploremos en busca de conocimiento, pero con la advertencia de que la capacidad del hombre para sacar conclusiones de la naturaleza no es infalible como la Palabra de Dios. Esto es especialmente verdad respecto a los pensadores que rechazan continuamente su necesidad de la salvación de Cristo. Esto no significa, de manera necesaria, que sus hechos sean erróneos o incluso que sus ideas básicas estén equivocadas. Sin embargo, no garantiza que su cosmovisión no sea según la perspectiva de Dios y, por tanto, sus conclusiones deberían estar sujetas a una valoración crítica de acuerdo con las Escrituras. Sin lugar a duda, desde la perspectiva de una cosmovisión cristiana, los creyentes deben implicar su propia mente y la de los demás de la mejor forma posible y según lo permita la oportunidad. Sin embargo, se sugieren varias precauciones sabias: 1. Convertirse en un erudito e intentar cambiar la forma de pensar de su generación es secundario a convertirse en cristiano y cambiar la forma de pensar personal respecto a Cristo. 2. La educación formal en un abanico de disciplinas es secundaria a la educación del evangelio: a saber, obedecer la Gran Comisión () y llevar el evangelio a los confines de la tierra, a toda criatura. 3. La revelación general apunta a un poder superior, mientras que la revelación especial presenta de forma personal a este poder superior como el Dios trino de las Escrituras, que creó el mundo y todo lo que hay en él (véase , donde Yahvé le recuerda a Israel esta verdad crítica) y que proveyó al único Redentor en el Señor Jesucristo.
4. Saber la verdad no es ni cercanamente tan importante a estar en comunión, de forma personal y redentora, con la Verdad, Jesucristo (), que es la única fuente de vida eterna. 5. A la iglesia del Nuevo Testamento no se le mandó que intelectualizara su mundo ni tampoco fue esta su práctica. Más bien lo “evangelizaron” mediante la proclamación de la gracia salvífica de Jesucristo a todos, sin distinción, desde los líderes políticos claves como el rey Agripa (), hasta los humildes esclavos encarcelados como Onésimo (). 6. Moralizar, politizar o intelectualizar a la sociedad sin ver antes la conversión espiritual es garantizar tan solo un cambio breve y generalmente irregular que es superficial, no profundo; temporal, no duradero; y totalmente condenatorio, no salvífico. Cabe repetir que tanto la revelación especial como la general son necesarias para cultivar una mentalidad bíblica. Sin embargo, el estudio de la revelación especial es la prioridad, seguida en segundo lugar por aprender de la revelación natural. Salomón, el hombre más sabio que vivió jamás (; ), escribió el mismo consejo hace casi tres mil años. Sus declaraciones son las más autoritativas sobre el tema de la mente y el conocimiento, ya que forman parte de las Escrituras (; ; véase también ). El alfa y la omega de la teología cristiana es el conocimiento de Dios (; ; ; ; , ; ) y el conocimiento de la verdad (; ; ). Por encima de todo, en el centro mismo de la cosmovisión cristiana está el Señor Jesucristo, “en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (). Nada puede entenderse por completo si no se conoce primero a Dios. ¿