Padres de la Iglesia
D. Testimonio de los “Padres de la Iglesia”. El término “Padres de la Iglesia” o “Padres Apostólicos” se aplica a los líderes de la iglesia, inmediatamente después de los apóstoles. Los escritos de estos hombres no son considerados inspirados, pero dan o presentan un cuadro de la iglesia, tal y como era después del tiempo de los apóstoles. Uno de estos hombres fue Justino Mártir, que escribió por el año 150 d.C. y fue discípulo de Policarpo, quien a su vez, lo fue de Juan, el apóstol. Estando íntimamente relacionado con el apóstol, es de esperarse que sus enseñanzas estén de acuerdo con los apóstoles. Justino hace un relato de la adoración de la iglesia de su tiempo, de esta manera:
Y el día llamado domingo, los que viven en las ciudades y en las afueras se reúnen en un lugar donde leen las memorias de los apóstoles o los escritos de los profetas, tanto como el tiempo lo permita. Entonces, cuando el lector ha cesado de leer, el presidente instruye oralmente y exhorta a la imitación de las buenas cosas; después nos levantamos todos, oramos y, como dijimos antes, terminada nuestra oración, se trae pan, vino y agua; y el presidente ofrece oraciones y acción de gracias, y el pueblo responde, diciendo: amén. Enseguida se distribuye a cada uno y participan de aquello por lo que dieron gracias. A los ausentes se les envía una parte con los diáconos (A. Cleveland Moxe, Los Padres Apostólicos con Justino Mártir y Irenaeus, pp. 185, 186).
Se podría citar a otros padres de la iglesia pero esto es suficiente. Es evidente que la iglesia primitiva tomó la Cena del Señor cada semana, por espacio de 200 años.
Robert Milligan dice: “Durante los primeros doscientos años la práctica de la comunión semanal fue universal, y continuó en la iglesia griega hasta el año 700; de tal manera que el que no la tomara por tres semanas consecutivas, era excomulgado”. (Esquema de la Redención, p. 440)
PADRES DE LA IGLESIA—Lo mismo que padres apostólicos. Son los teólogos y pensadores cristianos de los seis primeros siglos de nuestra era. Se les considera los sucesores inmediatos de los apóstoles en la dirección de la Iglesia y en el mantenimiento de la unidad y pureza de las doctrinas evangélicas.
Los padres post-apostólicos
Clemente de Roma: Un pastor preocupado
Ignacio: Un mártir dispuesto
Policarpo: Un enlace con los apóstoles
Sabemos muy poco sobre la vida de Clemente de Roma. Algunos estudiosos dicen que él es aquel cuyo nombre se menciona en Filipenses 4:3. Él era el líder de la iglesia en Roma cuando escribió una larga carta a la iglesia de Corinto fechada cerca del año 97 d.C. Esta carta es importante porque indicó que muchos de los mismos problemas que movieron a Pablo a escribir a esta iglesia no se habían resuelto aún muchos años más tarde. Su valor, sin embargo, es aun mayor porque es el ejemplo más antiguo de la literatura post-apostólica.
Ignacio (c. 50–115), el obispo de la iglesia en Antioquía de Siria, fue arrestado por ser cristiano. Esto ocurrió en el tiempo en que Plinio estaba persiguiendo a los cristianos en Bitinia al noroeste de allí. Ignacio tenía que dejarse llevar a Roma bajo guardia armada y ser muerto allí. Aunque era prisionero, se le permitió escribir a varias iglesias e individuos a lo largo del camino. A causa de estas cartas, tenemos otra visión de los problemas y oportunidades que la iglesia tuvo en los primeros años después que los apóstoles murieron.
Ignacio estaba preocupado respecto del vivir y morir santamente. Él estaba dispuesto, aun ansioso, de morir por Cristo. En su carta a la iglesia en Roma, pidiendo que ellos no hicieran nada para evitar que muriera como mártir, él dijo: “Yo prefiero morir por Cristo que gobernar en toda la tierra. Dejadme a las bestias, para que yo, por ellos, sea partícipe de Dios.” Su coraje ha sido y aún es una inspiración para muchos creyentes que enfrentan persecución.
En sus cartas, Ignacio contribuyó a un número de nuevas ideas sobre la organización de la comunidad de la iglesia. Por ejemplo, él fue el primero en referirse a la iglesia como “católica”, significando la iglesia universal.
Un hombre que recibió una carta de Ignacio fue el obispo de Esmirna, Policarpo (c. 70–156). ¿Se acuerda usted haber leído acerca de su juicio en la lección 3? Policarpo no sólo fue un amigo de Ignacio sino también un discípulo del apóstol Juan. Él había hablado con varias personas que habían conocido a Jesucristo cuando vivió en Galilea. Policarpo es, entonces, un enlace importante entre la iglesia apostólica y la iglesia posterior.
Policarpo escribió una carta a la iglesia en Filipos. Él los alentó a permanecer firmes en la fe y a hacer buenas obras. Enfatizó el orden de justificación que se cumple en la vida “conducida por el amor a Dios, a Cristo, y a nuestro prójimo”. También escribió sobre los papeles de las esposas, viudas, los diáconos, y presbíteros (ancianos). Sobre los presbíteros él dijo:
También los presbíteros deben ser compasivos, misericordiosos con todos, trayendo de vuelta a aquellos que se desviaron, cuidando al enfermo, no descuidando a la viuda o al huérfano o al que es pobre; sino ‘siempre pensando en lo que es honroso a la vista de Dios y de los hombres’, refrenando la ira, la parcialidad, el juicio injusto, manteniéndose lejos del amor al dinero, no creyendo apresuradamente mal de nadie, no siendo severos en juicio, conociendo que todos debemos una deuda de pecado (Petry, p. 11).
Esta carta es significativa, porque Policarpo menciona la carta que Pablo escribió a la misma iglesia. De hecho, Policarpo cita de los libros del Nuevo Testamento unas sesenta veces, incluyendo más de treinta veces de las cartas de Pablo.