Sermón sin título (13)
I Por lo Demás
Pablo exhorta a sus lectores a erguirse, ceñidos sus lomos con la verdad. Dado el hecho de que las vestiduras orientales quedaban sueltas alrededor del cuerpo, lo primero que un soldado tenía que hacer era apretar el cinturón alrededor de su cintura. El cinturón ceñía su túnica estrechamente a su cuerpo, permitiéndole así que se moviera sin impedimento. El cinturón también le permitía portar su espada, en manera muy parecida a la forma en la que los oficiales militares de nuestro día portan la pistola. Probablemente los soldados romanos ligaban otras piezas de la armadura al cinturón. No debemos interpretar la verdad (aletheia) como el evangelio en sentido objetivo, pues es identificado después como la espada. Más bien hemos de interpretar la verdad subjetivamente, aunque es más que la virtud humana de sinceridad y de honestidad en el sentido acostumbrado. Hodge define esta verdad como el conocimiento de la palabra revelada de Dios, y la creencia en ella. El apóstol está pensando en términos existenciales cuando habla de la verdad. Cuando un soldado cristiano se ciñe a sí mismo con la verdad, en el sentido paulino, significa que se apropia de la Palabra a través de la fe. Esto le imparte seguridad, estabilidad y la capacidad de hacer decisiones a su vida y a sus acciones. Por ende, no sólo tiene sabiduría y entendimiento, sino que está viviendo en la verdad. Aquí yace su fuerza en la hora de la prueba. La razón, la tradición, los credos y filosofías tal vez se quiebren bajo la presión de la vida, pero la Palabra de Dios, vivida y creída, permanece intacta. Moule interpreta que ceñirse con el cinturón de la verdad significa “el estar tranquilo y fuerte debido a la realidad y la sencillez de las relaciones que el creyente tiene, por la gracia, con su Rey”.
2. “La coraza de justicia” (6:14)
Isaías dice que Dios “se vistió de justicia como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza” (59:17). Justicia (dikaiosyne) no debe interpretarse como el nuevo estado o posición que la persona tiene por su fe en Cristo Jesús. Más bien denota la vida de pureza y rectitud que la nueva relación con Dios genera. Así como la verdad tiene una dimensión subjetiva, así también la tiene la justicia. Barclay escribe: “Cuando un hombre está vestido con justicia, es invencible. Las palabras no son una defensa de las acusaciones, pero una vida buena sí lo es.” La cualidad protectora de la pureza y de la santidad no puede ser diluida con palabras. Dale observa: “Un corazón puro reacciona con disgusto y con menosprecio a las primeras aproximaciones de la tentación a la impureza.”22 Además, el ceder al pecado es hacerse vulnerable uno mismo. La cobardía y la incertidumbre son resultados de un corazón que no es justo, en tanto que el valor fluye de la manera correcta de pensar y de actuar.
3. Las sandalias del evangelio (6:15)
Las sandalias diseñadas especialmente para uso militar tenían el doble propósito de proteger los pies y de capacitar al soldado a conservar su equilibrio en lugares difíciles. Además permitían que el pie pisara con seguridad y el soldado pudiera moverse rápidamente. El soldado cristiano necesita tener la protección y la movilidad que resultan de tener calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. La palabra traducida apresto (etoimasia, “prontitud”, VM.) puede significar (1) preparación en el sentido de hacer que algo esté listo, (2) el estado de preparación, (3) fundamento o firmeza, y (4) que la mente esté lista o preparada.23 Pablo la usa con este último significado: la condición de estar listos o preparados que el evangelio de paz genera. Hodge comenta: “Puesto que el evangelio logra nuestra paz con Dios, y nos da la seguridad de su favor, produce ese celo gozoso mental que es esencial para el conflicto espiritual.” La paz de la que Pablo escribe aquí es paz con Dios mediante la salvación. En el fondo discernimos la exclamación de Isaías: “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!” (52:7; cf. Ef. 2:17).
4. “El escudo de la fe” (6:16)
Sobre todo tiene el significado de “en adición a todo lo demás” (“además de todo esto”, NVI). Escudo, en este caso, no es la placa pequeña y redonda (aspis) que los soldados romanos portaban algunas veces, sino el escudo largo y oblongo (thyreos) que era parte del equipo del militar romano en las batallas severas. Era labrado de madera y estaba forrado con cuero para interceptar y apagar las flechas en llamas disparadas por el enemigo. El cristiano armado para la lucha más cruenta porta un escudo de la fe, mismo que Salmond interpreta como “fe salvadora —la clase de fe por la cual viene el perdón divino y el poder de una vida nueva”. Por otro lado, Moule interpreta “fe” en este caso como “esa dependencia completa en el Señor, que mira completamente hacia afuera, hacia Dios”.26 Este comentarista procede a decir que esta es la esencia de la fe, y esto es lo que le da su poder salvador. La fe que trae libertad del pecado es la fe que guarda. La fe que es una respuesta obediente al llamado de Dios es la fe que procede a confiar en Dios. Las palabras de Mackay sobre este particular son penetrantes: “La confianza de un cristiano debe estar en Dios. El no debe albergar duda alguna en cuanto a la base de su fe y la verdad de su causa. Debe ser un hombre de convicción intensa que exhibe esa actitud de decisión tranquila… El sabe quién es y a quién le pertenece.” Con tal fe “cada proyectil ardiente que el enemigo lance” (Phillips) puede ser detenido y extinguido. No es inevitable que el maligno, que quiere decir el diablo, penetre hasta el alma con sus dardos de fuego, conduciéndola de esa manera al pecado.
5. “El yelmo de la salvación” (6:17)
Pablo continúa su descripción y exhortación y nos exhorta imperativamente a tomar el yelmo de la salvación. Tomad (dexasthe) debería ser traducido: “recibid” (“cubrid la cabeza”, F y S). Después de ponerse las demás piezas de la armadura, el soldado recibía de su ayudante el yelmo, que era una parte más delicada y ajustada a su tamaño para la protección de esta parte vital de su cuerpo. Igualmente recibía la espada. Sin embargo, lo significativo de la figura de Pablo no es el elemento de tiempo. Más bien, la salvación que recibimos de Dios es nuestra gran protección de cualquier valor digno en la vida humana.
No parece correcto interpretar el yelmo de la salvación solamente como la gran confianza que poseemos de que Dios tiene poder para salvar. Más bien simboliza la protección que asegura la participación en la salvación de Dios. Si el soldado entra en el combate alejado de Dios, un enemigo y un extraño, sin Dios, no tiene garantía de protección. Pero si ha sido, y sigue siendo, un partícipe de la gracia de Dios para salvación, será “más que vencedor”. Dios cuida de los suyos. “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Ro. 8:31; cf. 8:37–39). Y esta salvación incluye ambos, el presente y el futuro. En 1 Tesalonicenses 5:8 leemos que el yelmo es “la esperanza de salvación” (VM.). Westcott expresa tersamente el punto: “El sentido de salvación pone la vida más allá de todo peligro.”29
6. “La espada del Espíritu” (6:17)
La frase la espáda del Espíritu ha sido interpretada en dos maneras. Goodspeed considera que la espada es el Espíritu, así que él traduce así la exhortación: “Tomad… como vuestra espada al Espíritu, que es la voz de Dios.” Por otro lado, Beare insiste en que la frase tiene una nota posesiva y debería ser traducida: “la espada que es la propiedad del Espíritu”, o “la espada que el Espíritu mismo esgrime”. La posición de Beare apoya la interpretación de que la espada del Espíritu es “la espada que el Espíritu da”. Esta traducción es ampliamente apoyada por la siguiente cláusula, en la cual la palabra es designada como la palabra de Dios.
También hay dos posiciones en cuanto a la identificación de la palabra (rhema). La primera es que es “esa declaración de Dios apropiada a la ocasión y que el Espíritu, por así decirlo, pone en la mano del creyente para que éste la esgrima como una espada”. Los comentaristas que toman esta posición aluden a las palabras de Jesús en Mateo 10:19, en las que El exhorta a sus discípulos a no preocuparse de lo que dirán cuando sean arrestados, pues “en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar”. Una perspectiva segunda y más aceptable es la que identifica la palabra con las Santas Escrituras. El mismo hecho de que nuestro Señor rechazara a Satanás usando las Escrituras apoya sólidamente esta relación. Lo que es más, la asociación más o menos consistente del Espíritu Santo con las Escrituras no debe ser pasada por alto (2 Ti. 3:16; 2 P. 1:20–21).
Todas las demás partes de la armadura mencionadas en esta lista pueden ser clasificadas como de naturaleza defensiva, puesto que su propósito es capacitar al cristiano a permanecer. Pero la espada del Espíritu es una arma para el ataque. Wesley comenta: “Se espera que nosotros ataquemos a Satanás tanto como que nos defendamos; el escudo en una mano y la espada en la otra. Quienquiera intente luchar contra los poderes del demonio necesitará ambos.” El escritor a los Hebreos nos recuerda que “la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos” (He. 4:12). Armado con la Palabra de Dios el cristiano puede disipar las dudas así como infligir heridas mortales a las tentaciones.
C. LA ORACIÓN POR TODOS LOS SANTOS, 6:18–20
Algunos comentaristas consideran la oración la séptima parte en la armadura del cristiano, pero es más razonable creer que Pablo ha terminado la metáfora con su referencia a “la espada del Espíritu” al fin del versículo 17. Sin embargo, es cierto, que Pablo sigue preocupado con la victoria del cristiano en la lucha. El participio traducido orando se conecta con todos los mandatos anteriores (10–17). Foulkes sugiere que el apóstol en efecto está diciendo: “Poneos cada pieza de la armadura con oración, y después continuad con toda oración y súplica.” El soldado cristiano puede erguirse con firmeza y rectitud, resistiendo con éxito a sus enemigos espirituales sólo en tanto que permanezca en un espíritu de oración, siempre listo a poner sus necesidades delante del Señor. La palabra que más generalmente se traduce oración es proseuche, en tanto que súplica aquí traduce deesis, que tiene el significado de “petición” o “rogativa” (“plegaria”, VM.).
1. Oren siempre (6:18)
En todo tiempo es la traducción de la frase en panti kairo, que puede ser traducida “en todo tiempo u ocasión”. Kairos algunas veces tiene la fuerza de una circunstancia especial, y por ende, en este contexto podía significar “en el tiempo de conflicto”. Más posible es que el propósito de la frase sea la oración constante, la práctica de la oración. En 1 Tesalonicenses 5:17 Pablo exhorta a los creyentes a “orar sin cesar”. Nuestro Señor nos enseñó que los humanos debemos “orar siempre sin desfallecer jamás” (Lc. 18:1, NVI). La oración constante es imperativa para la victoria.
2. Oren en el Espíritu (6:18)
En el Espíritu no alude al espíritu humano con su capacidad para la devoción y la vehemencia, sino más bien al Espíritu Santo, quien es el gran Inspirador e Intercesor. El nos ayuda a formular nuestras peticiones de acuerdo a la voluntad de Dios (cf. Ro. 8:26–27).
3. Oren con toda perseverancia por todos los santos (6:18)
Velando (agrypnountes) porta la idea militar de “mantenerse despierto” (“estad alerta”, NVI). Los cristianos han de velar en oración, sin permitirse caer en el sopor. Esta es la única manera de estar preparados. Perseverancia se relaciona a la súplica por todos los santos. Sobre ello comenta Beare: “Esta postura de estar alerta, no semidormido, del cristiano ha de demostrarse especialmente mediante la intercesión perseverante en favor de todos sus compañeros en la batalla.” Es absolutamente necesario que haya unidad en la lucha contra el mal. Por lo tanto la oración debe ser abnegada. Erdman comenta: “Uno lucha más valiente y galantemente cuando recuerda que no está solo.”36 Y esto es especialmente cierto cuando se da cuenta de que otros “están a su lado orando”.
En 6:10–18 vemos “La Vida Cristiana como un Combate Verdadero” o quizá, “Para Derivar el Máximo de la Vida Hay que Invertir el Máximo”. Pablo sugiere algunos de los factores básicos para ello, y todos ameritan nuestra más seria atención: (1) Determinación y firmeza, 13: (2) Verdad, 14; (3) Conducta correcta, 14; (4) Paz con Dios y con nuestros semejantes, 15; (5) Fe, 15; (6) Una experiencia personal de salvación, 16; (7) Uso de la Biblia, 16; (8) Oración, 18; (9) Testimonio personal e intercesión por otros, 18 (A. F. Harper).
4. Oren “por mí” (6:19–20)
El hecho de su condición cuando escribe, un embajador en cadenas, no hace a Pablo pedir que se hagan oraciones especiales en su favor, para que esté bien y en paz; más bien él quiere que sus lectores oren por el avance del evangelio. Su petición es doble. En primer lugar, quiere sabiduría para que le “sean dadas palabras para dar a conocer sin temor el misterio del evangelio” (NVI). El apóstol está al tanto de la gran responsabilidad que pesa sobre él de predicar el evangelio. Cuando lo haga, quiere estar seguro de que aprovechará la oportunidad diciendo lo que debe decir. Quiere estar seguro de que lo que él diga sea siempre la palabra de Dios. En segundo lugar, quiere ser audaz para dar a conocer… el misterio del evangelio. En otras palabras, Pablo quiere tener poder para declarar la verdad de que en Cristo Jesús la salvación ha sido provista por Dios para todos los seres humanos, judíos y griegos. Pablo quiere tener valor para predicar este mensaje sin titubear delante de los hombres, y sin restarle un ápice al evangelio. Sabe que debe predicar todo el evangelio a todo el mundo.
El versículo 20 repite la segunda petición, pero introduce la inusitada designación del apóstol como un embajador en cadenas. Literalmente la frase reza: “un embajador en una cadena” (presbeuo en halusei). La palabra probablemente aluda a una cadena alrededor de la muñeca con la cual Pablo estaba ligado a un soldado. Es raro pero es la verdad que el principal embajador del Rey es un prisionero. Pero, ¿es él realmente el prisionero? Al referirse al hecho de que Pablo estaba encadenado a un soldado, Bruce hace la pregunta: ¿Cuál de los dos era el prisionero? Los datos del caso son que Pablo quiere predicar el evangelio en Roma con tal intensidad que razona que puede cumplir sus deberes de embajador aunque esté encadenado. Por lo tanto no espera lástima; pide las oraciones de sus lectores sólo para que pueda hablar con denuedo lo que sabe que debe hablar, cuando se le presente la oportunidad.