La Carrera De Un Verdadero Cristiano

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LA CARRERA DE UN VERDADERO CRISTIANO

Hebreos 12:1-3

INTRODUCCIÓN.

     Aún cuando los teólogos no concuerdan en quién fue el autor de la Epístola a los Hebreos, ya que unos consideran que fue el apóstol Pablo, pero otros encuentran que el uso del idioma griego que hay aquí se refleja es elevado y no es común de las epístolas de Pablo, por ellos se lo atribuyen a Apolos.  No obstante, para nosotros los importante no es quién lo escribió sino el contenido, la esencia del mensaje en sí.  Durante la semana, he estado estudiando un pasaje bíblico y preparando un mensaje, pero esta madrugada me levanté a buscar el rostro del Señor y le pedí que me mostrara el mensaje que Él quería para Su pueblo; hubiese sido fácil para mí predicar el que tengo ya preparado, pero sentí en mi corazón que ese no era el que quería el Señor y en un momento sentí su dulce voz en mi corazón dirigiéndome a este pasaje.  Luego de la oración me puse a meditar, y durante mi meditación Dios comenzó a darme el bosquejo del mensaje.  Creo en mi corazón que el Señor quiere que yo afirme estas verdades en el corazón de Su pueblo, en medio de tantas cosas que estamos viviendo y otras tantas que van a suceder en estos postreros tiempos.

I.-  DESPÓJATE DE TODO PESO Y DEL PECADO.

     Cuando uno se dispone a empezar una carrera,  lo primero que tiene que hacer si desea llegar lejos es despojarse de toda carga, todo peso u otra cosa que impide que una corra bien.  Hay creyentes que están en los caminos del Señor y están ya cansados de esta carrera por varias razones.  En primer lugar, llevan sobre sus espaldas las cargas de mucha gente.  Llevan las cargas de sus esposos, llevan las cargas de sus hijos, llevan las cargas de sus familiares, llevan las cargas del qué dirán, llevan las cargas del qué pensarán de mí, llevan las cargas de las apariencias, llevan las cargas de pecados pasados, confesados y perdonados, llevan las cargas de las preocupaciones del día de mañana; y es por todo esto que usted los ve cargados, temerosos, inseguros y hasta atados.  Estas cargas atan a los creyentes y no les permite vivir una vida abundante en Cristo Jesús.  Están más interesados en causarles una buena impresión a los hombres, pero descuidan vivir la vida que le agrada a Dios.  Hay creyentes que viven dentro de un sistema legalista; el gran problema de los legalistas es que piensan que si ellos no cumplen con una serie de normas que se auto-imponen no se sienten seguros delante de Dios.  Piensan que si otras personas no piensan igual que ellos no deben ser aceptados. El Señor me hacía sentir que Él no se agrada de una vida llena de ataduras.  El desea que cada creyente viva en santidad, pero no para los hombres sino para Él, porque sin santidad, nadie verá al Señor (Hebreos 12:14).

     Si quieres agradar a Dios no puedes vivir una vida llena de complejos y de cargas, tienes que acostumbrarte a venir a los pies de Jesús y dejar tus cargas, ya no puedes con tantas cargas tú solo, el mismo Señor te dice: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar (Mateo 11:28).

     Cuántas veces quieres correr la carrera y no puedes más porque estás cargado, porque has tomado cargas de otros que el Señor no te las ha dado; cuántas veces sales al paso a tratar de solucionarles problemas a otros para evitarles graves consecuencias, al final de todo, todavía no logras que se solucionen los problemas y ni siquiera esa persona te agradece tus buenas intenciones, te retiras a tu recámara a llorar porque no te comprendes y no eres feliz y piensas que el Señor no quiere intervenir pero hoy el Señor te dice: No trates por tus propios medios de hacer nada o de arreglar las situaciones con tus métodos, debes aprender a confiar en mí.  Uno de los versículos de la Palabra del Señor que más me gusta se encuentra en Salmos 46:10: Estado quietos, y conoced que yo Soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.  En estos caminos yo he aprendido lo siguiente: No todo lo que acontece es de acuerdo a la Voluntad de Dios, pero nada acontece sin Su permiso.

     Es el Señor quién se va a glorificar en cada problema, a usted y a mí nos toca serle fiel, vivir un día a la vez, guardarnos en santidad, mantener nuestra comunión con Él y cuando surjan los problemas, sea cuales fueren dejárselos a Él, al final Él se va a glorificar.

     Hace algunas semanas escuché un estudio bíblico por Internet en una iglesia que queda en un país latinoamericano, era un grupo compuesto como por tres o cuatro maestros de la Palabra a quienes el pueblo les hacía preguntas, pero hubo una pregunta que me llamó la atención y la respuesta que dio uno de los maestros cautivó aún más mi atención.  Una persona de la audiencia hizo una pregunta que seguramente ha estado en la mente de muchos o de todos nosotros y es: ¿por qué algunos cristianos oran y no reciben lo que piden; mientras otros oran y el Señor les contesta sus peticiones?  Uno de los maestros contestó con la respuesta que todos conocemos: Dios a veces contesta Sí, otras veces No, y otras veces espera.  Pero entonces hubo un maestro que agregó algo y fue eso lo que llamó mi atención.  Él dijo: nosotros nos hemos confundido en cuanto a la oración de fe.  Muchas veces oramos, pero no tenemos fe en lo que le pedimos al Señor, más bien nuestra actitud es de a lo mejor el Señor me escucha, o quién sabe si sea la Voluntad de Dios. Dios honra la oración de fe. La fe nos es un presentimiento, ni es una corazonada, tampoco es un deseo.  La fe es una convicción en lo interno del corazón del creyente, es una seguridad de que Dios me está escuchando, de que estoy viviendo para agradarle a Él y de que yo sé que Dios quiere lo mejor para mí.  Jesús lo dijo: Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho (Marcos 11:23); Santiago 1:6-7 dice: Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga que recibirá cosa alguna del Señor. Y en Hebreos 11:1 se nos da una definición sencilla, pero contundente sobre lo que es la fe: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

     ¿Sabes por qué a veces te sientes tan cargado? Porque no estás viviendo una vida de fe.  Corre esta carrera con paciencia, pero córrela con fe.

II.-  PUESTOS LOS OJOS EN JESÚS.

     Esta es una frase corta, pero con un profundo significado espiritual.  Esta debe ser la verdadera motivación de todo el que viene a la iglesia, de todo aquel que desea agradar al Señor, de todo aquel que desea crecer, madurar y dar frutos para la gloria de Dios.

     Hoy en día se le da mucho culto a la personalidad.  Hay multitudes que van descarriada detrás de los hombres, en lugar de ir en pos de Aquél que los llamó. 

     Si usted viene a la iglesia a lucir prendas de vestir, le aseguro que pierde su tiempo; pero si viene a la iglesia a ver cómo otros se visten, también pierde su tiempo.  La iglesia del Señor no debe asemejarse a una pasarela donde las personas van a exhibirse; el Señor dijo mi casa será llamada, casa de oración y a veces lo menos que se hace en muchos templos es orar.

     Si usted viene a la iglesia a buscar un puesto, pierde su tiempo, Dios es quien da el llamado y lo confirma en el corazón del pastor. Si viene a la iglesia a tener una vida más social que espiritual, tengo que decirle que tiene sus prioridades al revés. Primero tiene que poner lo espiritual y lo demás vendrá después.  Jesús dijo en Mateo 6:33: Mas buscad, primeramente, el reino de Dios y su justicia y lo demás vendrá por añadidura.

     Si usted viene a la iglesia a buscar un compañero o compañera, quiere decirle que su motivación está equivocada, busque a Dios y Él le dará ese compañero(a).  Si usted viene a la iglesia a fijarse en los hermanos o en las hermanas por las cosas que hacen bien o hacen mal, usted está pecando y debe arrepentirse. En ninguna iglesia hay perfección, las iglesias están compuestas por seres humanos, no por ángeles bajados del cielo.  Los miembros son personas capaces de fallar en una u otra cosa.  Esto no significa que se debe tolerar el pecado.  Apenas yo sepa de algún caso de pecado, tenga la seguridad que actuaré inmediatamente, con firmeza, porque el pecado no se debe dejar pasar, pero con amor para restaurar esa vida y al final todos nos vayamos con el Señor cuando suene la trompeta.

     Déjeme decirle, hermano, que durante tu vida en los caminos del Señor, encontrarás personas que van a hacer o decir cosas que te van a ofender y a herir.  Algunas de esas cosas son injustas.  Si tienes llamado, no faltará quienes lo pongan en duda.  Eso ha acontecido en las Escrituras, a Moisés se le levantó una rebelión encabezada por Coré y Datán, puede leerlo en Números 16; Pablo tuvo que defender su ministerio, porque en su contra se levantaron personas de la misma iglesia, léalo en 2 Corintios 10; al propio Jesús los fariseos y escribas lo trataron de farsante. No creyeron en Su ministerio.

     Tarde o temprano, te puedes encontrar con personas que sin haberles hecho nada, tú sientes el rechazo, buscas ganarte el favor de ellos pero no lo consigues y puede ser que alguien se goza en medio de tus pruebas.  No debiera ser, pero estas cosas pasan dentro del pueblo.  El Señor quiere que sepas que cuando esto acontezca no dejes que se contamine tu corazón, no permitas que nazca una raíz de amargura; porque Dios te va a dar la oportunidad de demostrarles a esas personas que en tu corazón no hay resentimiento, que cuando te necesiten podrán contar contigo, que tú no devuelves mal por mal; pero pon tus ojos en Jesús.

     Quien te llamó, quien te trajo hasta este lugar, quien te sostiene es Jesús.  Tu relación primordial debe ser con Jesús, quien te abre puertas es Jesús, quien te bendice es Jesús.  Él dijo en Juan 15:1-7: 1Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.

     Quieres dar fruto, pon tus ojos en Jesús, quieres experimentar la paz de Dios, permanece en Jesús. 

     Finalmente,  es natural que todo aquel que participa en una carrera lo haga porque desea llegar a la meta, y para poder correr bien usted debe saber dónde queda la meta, porque ella es la que identifica dónde es que termina la carrera.  Nadie avanza, viendo hacia atrás o hacia los lados; cuando uno distrae la mirada se atrasa.  Por eso es que hay muchos cristianos atrasados, pueden llevar años en el Evangelio y todavía no son capaces de dejarse usar por el Señor los use más, de llegar más lejos, porque no están poniendo sus ojos en Jesús.

     Hay tantos que han puesto sus ojos en querer ser como los otros, predicar como éste, enseñar como aquél, cantar como aquella.  No mi hermano, no te conformes a ser como los demás, tienes que esforzarte a ser como Cristo, debes tratar de llegar a tener la estatura del varón perfecto.

     Que lo que las personas digan de ti o te hagan o te critiquen o te juzguen o aún te condenen no sea lo que determine tu forma de ser.   Pon tu mirada en Jesús, que cuando menos lo piense Él te abrirá una puerta, cuando menos lo esperes te llegará tu llamado, porque Dios conoce tu corazón.   Dios te ha probado permitiendo que pases por el fuego y que salgas purificado. 

     No busques aplausos, no busques fama, no busques fortuna, todo lo que necesitas está en Jesús.  Búscalo a Él y pon tus ojos en Él y Él te exaltará a su debido tiempo.

DIOS LES BENDIGA.

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