Cuando Dios Envia A Un Hombre

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CUANDO DIOS ENVIA A UN HOMBRE

Juan 1: 6

     Esta es una de las introducciones más simples y sencillas que se hace de un personaje bíblico.  Este versículo no contiene muchas palabras; sin embargo, encierra un profundo significado.  En un mundo como en el que vivimos, donde hay quienes van buscando una posición entre los hombres, donde hay quienes se ensalzan a sí mismos y desde luego hay quienes introducen nuevas doctrinas que apartan a muchos de la verdad y de la sana doctrina, es imperante que nos detengamos por un momento y reflexionemos en lo que Las Sagradas Escrituras nos dicen acerca de los hombres que son enviados de Dios.

     Los tiempos que nos ha tocado vivir son difíciles.  Esta es una época en donde los valores se han invertido, donde mucha gente piensa que lo más importante en la vida es el placer, donde hay muchos que lo malo llaman bueno y a lo bueno llaman malo.  Por ello, es importante que seamos celosos con lo que hemos aprendido, que nos mantengamos en la senda antigua, y que siempre vivamos con un sentido de profundo compromiso con Aquel que nos ha llamado y con la comisión que se nos ha asignado.

     Y aún cuando los tiempos que vivimos son tiempos difíciles, todavía podemos decir que hay hombres enviados de Dios.  Estos son hombres a quienes el mismo Señor separa, prepara, envía y respalda.  Esta clase de hombres tienen un propósito en la vida y es agradar a Aquél que los tomó por soldados, es hacer Su Voluntad y cumplir con el alto llamado que han recibido.  Por ello, no se comprometen con nada ni con nadie, tienen un mensaje y no lo cambian ni por las circunstancias que los rodean, ni para agradar a los hombres.  En las Sagradas Escrituras encontramos varios ejemplos de ellos, la Biblia nos enseña que para cada Goliat, Dios tiene un David; para cada Acab, hay un Elías de Dios, y para cada Faraón que se levante, Dios ha preparado un Moisés.

I.- ¿Cómo es el hombre que Dios envía?

·         Es un hombre de altar, como Abraham.  Es un hombre que siempre edifica altar en su vida.  Donde Dios lo lleve edifica un altar cual Abraham.  La Biblia nos enseña que algo que caracterizaba a Abraham era que donde llegaba edificaba un altar.  Cuando Dios se le apareció en el encino de More y le dio promesa, edificó un altar (Gen 12.7); luego llegó a Betel y edificó allí un altar (Gen 12.8); llegó a habitar en el encinar de Mamre que está en Hebrón y edificó altar a Jehová (Gen 13.18).  Los hombres que Dios envía cuando pasan por momentos de crisis, usted los encontrará en el altar, cuando experimentan victorias también los encontrará en el altar; sus mensajes los reciben en el altar de consagración.  Los que viven de rodillas en el altar, estarán de pie ante las circunstancias.

·         Es un hombre que conoce el mover de Dios, como Elías. Hoy en día es necesario tener mucho cuidado con tantas cosas que tienen apariencia de piedad, hay que probar los espíritus, si son de Dios como decía el apóstol Juan.  No en todas las cosas que se mueven o que parecen sobrenaturales está Dios.  La Biblia nos habla de Elías, luego de una gran victoria, se atemorizó y se escondió en una cueva –hay momentos que nos llegan a todos y nos queremos encerrar en una cueva, pero aún allí Dios nos va a buscar-.  Dios fue hasta la cueva y le habló a Elías y le dijo: El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto, y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego.  Y tras el fuego un fuego apacible y delicado Y Elías cubrió su rostro con su manto.  El hombre de Dios es uno que conoce cuando es Dios quien se está moviendo y cuando no es Dios.  Su experiencia a solas con Dios lo llevan a saber discernir el mover de Dios.

·         Es un hombre íntegro, como Daniel. La integridad es un atributo indispensable en el carácter de todo hombre que Dios envía.  Hoy en día las personas le dan más importancia al carisma que tenga una persona, pero a Dios le interesa más el carácter de la persona.  Es nuestro carácter como personas de integridad lo que refleja lo que en realidad somos cuando nadie nos ve o cuando las circunstancias que nos rodean nos presionan.  Daniel fue un hombre que decidió no cambiar su comunión con Dios, a pesar de estar rodeados de enemigos.  No disminuyó su oración, ni se escondió.  Le creyó a Dios y en el foso de los leones, Dios honró su fe.

·         Es un hombre que sabe interceder por su pueblo, como Samuel.  La intercesión implica ponerse en el lugar de ese pueblo y clamar a Dios por él.  En palabras del apóstol Pablo: ¿Quién enferma y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar y yo no me indigno?  Cuando la nación de Israel se enfrentaba a sus enemigos en los años en que los juzgaba Samuel, vinieron en una ocasión donde el profeta y le pidieron intercede por nosotros para que Dios nos de la victoria.  Probablemente una de las expresiones que más identifica el ministerio de Samuel es: “Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová.”

·         Es un hombre que sabe trazar la Palabra, consejo de Pablo a Timoteo.  Varios fueron los consejos que el apóstol Pablo le dio al joven Timoteo durante su ministerio, pero quiero resaltar dos.  En 2 Timoteo 2.15 le dice: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”.  Es primer lugar, es importante tener presente que hay que procurar, es decir, buscar con esmero la aprobación no precisamente de los hombres, sino aún más importante y más elevada, la de Dios.  La palabra aprobado significa “uno que ha pasado por pruebas, y las ha pasado”.   Es menester recordar que es Dios quien nos ha de aprobar al final de la jornada.  En segundo lugar, le dice que usa bien la palabra de verdad.  En los textos originales, no dice usa bien, sino más bien, traza bien, o que corta rectamente.  Hay oficios y profesiones en los cuales es necesario saber hacer un buen corte.  La calidad del trabajo se mide por el buen corte que se haga, es más, uno puede conocer la experiencia y profesionalismo del trabajo solo prestándole atención al corte que se ha hecho.  Por ejemplo, un buen carpintero sabe cortar bien la madera; un buen sastre, sabe cortar bien la tela, todo cirujano tiene que saber cortar bien.  También, es menester, que el hombre que Dios envía sepa cortar bien la Palabra de Dios.  Se necesita que los creyentes sean creyentes bien fundamentados.  Pero este fundamento no puede estar en sueños, ni en visiones, ni en profecías que hoy en día abundan por doquier.  Nuestro fundamento tiene que estar en Cristo y en Su Palabra.  El creyente crece cuando es alimentado por la Palabra de Dios. Nuestro compromiso es con Dios y Su Palabra.

     Finalmente, notamos en Juan 1:6, que lo más importante no es ni el nombre, porque es un nombre común, ni el título, al que ni siquiera se hace referencia.  El valor del ministerio de este hombre descansa en que no se envió él mismo, sino que lo envió Dios.  Los hombres que Dios envía no andan buscando desarrollar su propia agenda, ni van tras aplausos.  Y es el mismo pueblo quien los reconoce por su testimonio y por su trabajo, y al final pueden decir, aquí hay un hombre enviado de Dios.

DIOS LES BENDIGA

 

Comentatios:  vze1sgsp@gmail.com

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