Decisiones de inicio de año
Decisiones de inicio de año
19 Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; 20 idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos 21 y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
22 En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, 23 humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. 24 Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. 25 Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu.
[1]
Gálatas 5.19-25 NVI
En unos momentos más se inicia un año nuevo. Cada vez que esto sucede nos invade la nostalgia y el deseo de enlistar todos aquellos buenos deseos que nuestra alma anhela. Pronto estaremos en otra etapa de nuestra vida y se hace necesario tomar buenas decisiones, permitir que el Espíritu Santo de Dios nos ayude en estas próximas decisiones para ser guiados por él.
Durante las próximas doce horas quedaremos expuestos a las exigencias del día, de un nuevo año. Al fragor del trabajo y de los estudios nos abrumarán.
Ahora es el momento en que debo tomar una decisión. Por causa del Calvario, tengo la libertad de decidir. Así que decido.
1. Elijo el amor…
Ninguna ocasión justifica el odio; ninguna injusticia autoriza la amargura. Elijo el amor. Hoy amaré a Dios y lo que Dios ama. Aunque él me manda a amar a aquellos que no puedo amar. A mis enemigos amaré. ¡Cuánto más a mis hermanos en la iglesia! Amaré y el fruto de esto es que seré amado aún por aquellos que se les hace difícil amarme. Dios es amor y como hijo amado amaré como él ama. Amaré aunque duela hacerlo.
2. Elijo el gozo…
Invitaré a mi Dios para ser el Dios de la circunstancia. Si, el Dios de los detalles que está en cada detalle de mi vida. Lo invitaré a estar en cada uno de ellos, aunque él siempre está allí. No importa, le diré que me agrada su compañía, que no es una amenaza a mi privacidad, sino un amigo fiel en quien puedo confiar de forma total. Aun cuando no me porto bien, él estará allí para corregirme y amarme como él suele hacerlo. Rehusaré la tentación de ser cínico… la herramienta del pensador perezoso.
Rehusaré considerar a las personas como menos que seres humanos, creados por Dios. Rehusaré ver en los problemas algo menos que una oportunidad de ver a Dios.
3. Elijo la paz…
Viviré habiendo sido perdonado. Perdonaré para que pueda vivir. Liberaré por completo a aquellos que me han hecho daño, no usaré ninguna cosa en contra de ellos. Tendré paz mental, estaré tranquilo con todos. Es más, procuraré la paz entre todo ser humano que se me acerque y, cuando haya conflicto seré parte de la solución, no de los problemas. En mi vocabulario se excluirá la palabra “guerra”, no me ajustaré a quienes suelen gustar más de los pleitos que estar en busca de la paz. No seré más un guerrero, seré un pacificador, con ello seré tres veces feliz. Esa es la promesa del Señor Jesucristo, quienes buscan la paz serán tres veces felices. Tendré paz, seré feliz.
4. Elijo la paciencia…
Pasaré por alto los inconvenientes del mundo. En lugar de maldecir al que ocupa el sitio que me corresponde, lo invitaré para que así lo haga. En lugar de quejarme porque la espera es demasiado larga, agradeceré a Dios por un momento para orar. En lugar de cerrar mi puño ante nuevas tareas asignadas, las encararé con gozo y valor…
No pediré paciencia a Dios, tomaré la decisión de ser paciente. Pedirle a Dios paciencia hará que él me someta a diversas pruebas: me pondrá entre gente difícil, de mal carácter. Hará sumirme en circunstancias en las que tendré que batallar por paciencia. No, no pediré paciencia, la tendré como una decisión y parte fundamental de mi vida.
5. Elijo la amabilidad… (Benignidad) Ser bueno.
Seré amable con los pobres, pues están solos. Amable con los ricos, pues tienen temor. Y amable con los malvados, pues de tal manera me ha tratado Dios. Seré amable aunque los demás no lo sean conmigo. No puedo controlar como los demás me tratan, pero yo si controlaré como me conduzco entre ellos. No me inmiscuiré en sus asuntos, a menos que me lo pidan. Daré consejo a quien esté dispuesto a oír con atención y a quien me tenga respeto. Evitaré el don de la “Exhortación”, sobre todo que este no existe como don, sin es una encomienda de parte de Dios.
6. Elijo la bondad… La misericordia en acción.
Ser bondadoso es estar lleno de misericordia y ponerla en práctica en la vida diaria. También puede decirse que la bondad tiene que ver con la trasparencia y la honestidad.
Prefiero estar sin un peso antes que aceptar uno de manera deshonesta. Prefiero ser ignorado antes que jactarme. Prefiero confesar antes que acusar. Elijo la bondad.
7. Elijo la fidelidad…
Hoy guardaré mis promesas. Mis acreedores no se lamentarán de su confianza. Mis asociados no cuestionarán mi palabra. Mi esposa no cuestionará mi amor. Y mis hijos nunca tendrán temor de que su padre no regrese a casa.
Ser fiel está pasado de moda. Hoy las personas brincan de una relación a otra pensando que no pasará nada. Sin embargo la experiencia nos dice que el infiel, se daña a sí mismo, daña a los demás, daña a la sociedad. El infiel pierde, casi para siempre, la credibilidad. Pero, la vida la pasará la factura de manera dolorosa. Dios es testigo de cada acto de infidelidad.
8. Elijo la mansedumbre…
Nada se gana por la fuerza. Elijo ser manso. Si levanto mi voz que sólo sea en alabanza. Si cierro mi puño, que sólo sea en oración. Si hago exigencias, que sólo sean a mí mismo.
Seré manso, pero no menso. Es decir, practicaré la mansedumbre como decisión propia y no como una forma de abuso de los demás. Respetaré a quienes me rodean, pero esperaré de igual forma que ellos me respeten.
9. Elijo el dominio propio…
Soy un ser espiritual. Luego de que haya muerto este cuerpo, mi espíritu remontará vuelo. Me niego a permitir que lo que se va a podrir gobierne lo eterno. Elijo el dominio propio. Sólo me emborracharé de gozo. Sólo me apasionará mi fe. Sólo Dios ejercerá influencia sobre mí. Sólo Cristo me enseñará. Elijo el dominio propio.
Conclusión:
Amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio. A estos encomiendo mi vida.
Si tengo éxito, daré gracias.
Si fallo, buscaré su gracia.
Y luego, cuando este día haya acabado, pondré mi cabeza sobre mi almohada y descansaré. Amén.
[2]
----
[1]International Bible Society. (1979). Nueva Versión Internacional. (Gl 5.19-25). East Brunswick, NJ, USA: Sociedad Bı́blica Internacional.
[2]Lucado, M. (2001). Cuando Dios susurra tu nombre (77). Nashville: Caribe-Betania Editores.